Un gato callejero llamado Bob

Qué guapos los dos!

Gracias por traer la historia, estoy deseando leer la próxima entrega
 
Ains, llevo intentando entrar desde el sábado y siempre me decía que el foro estaba en mantenimiento. De hecho, si entro por el link que tengo en favoritos (http://www.cotilleando.com/index.php), me sigue saliendo eso :mad: . Menos mal que me ha dado por entrar a twitter, cosa que solo hago cuando quiero acechar a algún famoso a ver qué se cuenta, y da la casualidad que estoy siguiendo a la cuenta de twitter de cotilleando sino sigo aquí con las mismas :mad:. Warual al final te llegó el libro? Voy a ponerme con el siguiente capi que es mi favorito.
 


En los siguientes 45 minutos, Bob se sentó a mi lado muy quieto, mirando el mundo pasar a través de la ventana del autobús. Parecía fascinado por todos esos autos, camiones, ciclistas y peatones que pasaban por nuestro lado. No se sentía nada intimidado.

La única vez que despegó su vista de la ventana y me miró buscando consuelo, fue cuando un auto patrulla, una ambulancia o un camión de bomberos pasaban demasiado cerca para su gusto.

"Nada de lo que preocuparse" Le decía cada vez mientras acariciaba su lomo o su cabeza. "Estos son los sonidos del centro de Londres, mejor acostumbrarse a ellos".

Era extraño, incluso sabiendo que era un gato callejero, y podría irse de mi lado cuando le diese la gana, algo dentro de mí me decía que Bob había entrado en mi vida para quedarse. De algún modo, podía intuir que no era la última vez que haríamos este viaje juntos.

Me preparé para salir del Bus cuando nos acercábamos a la parada de siempre. Cogí mi guitarra, tomé a Bob en brazos, y cuando se paró, me dirigí a la salida. Una vez en la acera, busqué en mi bolsillo y encontré el cordón para zapatillas que usé la otra vez como correa.

La até a su cuello y lo dejé en el suelo. No quería que se perdiese. La intersección de Totthenham Court Road con New Oxford Street estaba a reventar de gente que iba de compras, turistas, y londinenses dirigiéndose a sus trabajos. Se hubiese perdido en un segundo, o peor lo podía haber atropellado un autobús o un taxi negro de los que tanto se ven en Oxford Street.

Aquello era algo intimidante para Bob, era de entender. Estaba en un territorio que no le era familiar. Mientras caminábamos, me di cuenta de que estaba algo intranquilo, por su lenguaje corporal y sus movimientos. Así que decidí tomar un atajo por algunas calles secundarias para llegar a Covent Garden.

"Vamos Bob, por este camino no hay tanta gente" Le dije. Incluso así no se veía 100% feliz. Caminaba encogido, y de vez en cuando me miraba, como diciendo que no estaba muy seguro de hacer aquello. Unos cuantos metros más adelante, empezó a pedirme que lo llevara en brazos.

"De acuerdo, pero no te acostumbres" Dije colocándolo sobre mis hombros, tal y como había hecho en Tottenham High Road. Pronto se acomodó entre mi hombro derecho y mi nuca, poniendo sus patas de delante en mi brazo. Como el loro de algún capitán de un barco pirata. No pude evitar sonreir para mis adentros. Me sentí un poco como si fuese Long John Silver, excepto que yo tenía un gato.

Parecía estar muy cómodo ahí. Pude oirlo ronronear levemente mientras nos dirigiamos hacia Covent Garden por aquella calle. Poco a poco, empecé a olvidar que Bob seguía ahí, y empecé a pensar en mis cosas de camino al trabajo. ¿Iba el tiempo a mantenerse favorable como para quedarme tocando 5 horas? Respuesta: Quizás. El cielo estaba cubierto, pero las nubes eran blancas y altas. No parecía que fuese a llover. ¿Qué clase de gente me encontraría en Covent Garden? La Pascua se estaba acercando así que habría muchos turistas. ¿Me daría tiempo a conseguir 20 o 30 libras para mantenerme a flote (a mí y ahora también a Bob) durante los próximos días? El día anteriór me tomó 5 horas. Quizá hoy sería mejor, quizá peor. Había días mejores que otros. Era lo malo de tocar en la calle: todo era muy impredecible. Estaba pensando en todo esto, cuando noté algo fuera de lo común en mi rutina diaria.

Normalmente, nadie me daba charla, nisiquiera me miraban. Yo era un mendigo y esto era Londres. Yo no existía. Era alguien a evitar. Pero caminando a través de Neal Street aquel día, mucha gente con la que me cruzaba me miraban. Bueno, más concretamente, miraban a Bob.

Alguno incluso me echaba miradas entre confusas y perplejas, era de entender, supongo. Un tipo alto de pelo largo caminando con una guitarra y un gato pelirrojo sobre su hombro es algo que no se ve todos los días. Nisiquiera en Londres.

No obstante, la mayoría de las personas reaccionaban de manera más cálida. En el momento en que ponían sus ojos en Bob, una sonrisa se dibujaba en sus caras. No pasó mucho tiempo de eso hasta que nos pararon por primera vez.

"Ah, mira qué pareja" Dijo una señora que llevaba varias bolsas de diferentes boutiques "Es precioso. ¿Puedo acariciarlo?"

"Por supuesto" Contesté, pensando que sería un evento aislado.

Dejó sus bolsas en el suelo y se puso en ello.

"¡Qué chico tan lindo tenemos aquí! Es un chico ¿Verdad?"

"Lo es"

"Qué tranquilo va, sentado sobre tus hombros. No es algo que se vea a menudo. Debe de confiar mucho en tí" Dijo la señora.

Ni bien acababa de despedirme de ella, cuando dos chicas jóvenes se nos acercaron. Habían visto a la señora acariciar a Bob, y pensaron que podrían hacer lo mismo. Conversando, aprendí que eran de Suecia y estaban pasando sus vacaciones en Londres.

"¿Cómo se llama? ¿Podemos tomarle una foto?" Dijeron sacando sus cámaras. Yo asentí.

"Se llama Bob" Les dije.

Charlamos por un par de minutos más. Una de ellas tenía un gato y me enseñó su foto de fondo de pantalla en su cel. Después de eso, me tuve que disculpar y decirles que tenía prisa, sino, se hubiesen quedado ahí una hora más babeando sobre Bob.

Llegamos al final de Neal Street en dirección a Long Acre, pero nuestro paso era lento. En cuanto un admirador se iba, otro venía, y otro, y otro... a penas podía dar tres pasos seguidos sin que alguien me parase para acariciar a Bob.

Empecé a sentirme ligeramente molesto. A este paso, no iba a llegar nunca. Normalmente, me tomaba 10 minutos llegar hasta Covent Garden. Pero había pasado el doble de ese tiempo y aún no estaba allí, y todo porque todo el mundo quería pararse a hablar con Bob. Era algo absurdo.

Cuando llegamos a Convent Garden, había pasado una hora desde que nos bajamos del autobús. Era algo serio. Si me iba a retrasar tanto cada día, sintiéndolo mucho no podría dejarle venir conmigo más. Al poco rato, estaba arrepintiéndome de haber pensado eso.

Llevaría tocando en Covent Garden alrededor de un año y medio. Normalmente empezaba a tocar a las 2 o las 3 de la tarde, y me iba sobre las 8. Era el mejor momento para captar turistas, o gente de compras, o saliendo de sus trabajos. Los fines de semana iba más temprano. Los jueves, viernes y sábados siempre había muchos turistas pasando el fin de semana en Londres. Eran los mejores días.

Mi lugar predilecto, era la estación de metro de Covent Garden, en James Street. Cuando la hora punta de la salida del trabajo pasaba, me iba a dar una vuelta por las terrazas de Covent Garden, aceptando peticiones. En verano era muy productivo. Los oficinistas preferían sentarse al sol a beber cerveza y fumarse un cigarrillo aprovechando el buen tiempo en lugar de estar en casa.

A veces esto podía llegar a ser algo arriesgado. Mucha gente se enfadaba, e incluso he llegado a recibir insultos. "¡Que te den por culo, escoria!" me han llegado a decir, o "¡Búscate un trabajo de verdad, vago de mierda!". Esa clase de cosas. Pero dependía del territorio, y yo me atenía a ello. Porque de todos modos, siempre había mucha gente dispuesta a que tocase su canción y pasarme unas monedas después.

Tocar en James Street también era una lotería. Técnicamente, no estaba autorizado a tocar allí.

Covent Garden está dividida estrictamente en diferentes areas para los mendigos. Todo está regulado por unos oficiales que trabajan para el ayuntamiento, y que son conocidos como los Guardianes de Covent. Mi lugar correcto se suponía que era Bow Street, en el lado norte de Covent Garden, cerca de la Royal Opera House. Ahí es donde los músicos debían estar, de acuerdo con los Guardianes. En el lado oeste, estaban los artistas. Gente haciendo malabares, y ese tipo de cosas. Generalmente se ponían al lado del pub Punch and Judy, donde la audiencia estaba deseosa de verlos en acción. James Street, donde yo estaba, era el lugar de los hombres estatua. Había algunos por allí. Conocía a tipo vestido de Charlie Chaplin que solía clavar su papel, pero trabajaba de vez en cuando. Los días que no había nadie, me instalaba allí. Siempre estaba el riesgo de llevarme una bronca de los Guardianes, pero merecía la pena. El volumen de gente que salía del metro era enorme. Con que uno de cada mil me diese algo, me iba a ir bien.

Fue justo a las 3PM cuando empecé a tocar - por fin, porque en cuanto pusimos un pie en James Street, nos pararon por enésima vez. En esta ocasión, un chico que volvía del gimnasio, a juzgar por su vestimenta y la bolsa de deporte que llevaba.

Se volvió completamente loco con Bob, incluso me preguntó (aunque creo que bromeaba) si estaba en venta.

"Me temo que no está en venta" Dije por si las moscas lo decía en serio.

Mientras se iba, se volvió hacia mí una última vez, sonrió y dijo "Sólo en Londres, amigo, sólo en Londres".

Lo primero que hice al llegar a mi lugar, fue asegurarme de que no había moros en la costa. Parecía que no había rastro de los Guardianes. También había un par de revisores de metro que me molestaban de vez en cuando, porque sabían que yo no estaba autorizado a estar allí. Pero ellos tampoco parecían estar. Así que puse a Bob en el suelo, saqué la guitarra, puse la funda ante mí y me puse a afinar.

Normalmente me llevaba 10 minutos el afinar antes de empezar a tocar en serio. Hoy, antes si quiera de empezar mi primera canción. Un par de personas habían tirado unas cuantas monedas a la caja. "Qué generosos" Pensé. ¡Y aún no había tocado ni una nota!

Como estaba de espaldas a la multitud, no podía ver qué pasaba, por eso cuando volví a oir el sonido característico de monedas chocando, me giré.

"Bonito gato" Dijo un hombre de mediana edad, sonriendo y levantando el pulgar mientras se alejaba.

Aquello me pilló por sorpresa. Bob estaba cómodamente sentado enmedio de la funda de mi guitarra. Sabía que era un encantador, pero esto era otro nivel.

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Aprendí a tocar la guitarra en Australia. Nunca fui a clases, pero tenía amigos que me enseñaron. Tuve mi primera guitarra a los 15 años. La compré en un Cash Converters de Melbourne, supongo que empecé algo tarde, pero no me importó. Era fan de Jimi Hendrix y quería tocar como él.​
El repertorio que usaba ahora, contenía algunas de sus canciones. También Kurt Kobain lo había sido, así que también tenía algo de Nirvana. Bob Dylan era otro habitual, junto con Johny Cash. Una de las canciones más populares era "Hurt" de Nine Inch Nails, pero versioneada por Johny Cash. Era más fácil tocar esa versión, porque era una pieza acústica. También tocaba "The man in black" de Johny Cash. Era una buena canción para músicos callejeros - y también bastante apropiada. En la cabeza de popularidad de mi repertorio, se encontraba "Wonderwall" de Oasis. Era la que mejor funcionaba, sobre todo afuera de los pubs.​
Prácticamente tocaba lo mismo una y otra vez, día tras día. Era lo que a la gente le gustaba. Lo que los turistas querían oir. Normalmente empezaba con una canción como "About a girl" de Nirvana, para calentar los dedos. Eso es lo que hice aquel día, mientras Bob se sentaba enfrente de mí, viendo a la muchedumbre salir de la boca del metro.​
Llevaba unos pocos minutos tocando, cuando unos chicos se pararon ante nosotros. Eran claramente de Brasil. Llevaban la camiseta de la selección brasileña y hablaban en un idioma que reconocí como portugués. Uno de ellos, una chica, se agachó y empezó a acariciar a Bob.​
"Ah gato bonito". Dijo.​
"Dice que tienes un gato muy bonito" Dijo otro de los chicos, amablemente traduciendo al inglés.​
Eran unos chicos de viaje de estudios de su instituto, y estaban fascinados. Pronto, más gente empezó a parar a ver qué era la causa de ese corrillo. Algunos de aquellos chicos y viandantes buscaron en sus bolsillos y me echaron unas cuantas monedas.​
"Parece que no eres tan mala compañía después de todo, Bob. Te invitaré conmigo más a menudo" Dije sonriéndole.​
No había planeado el traerlo conmigo, así que tenía poca cosa para darle. Había un paquete de galletitas para animales a medio acabar en mi mochila. Le di una cada poco, pero como yo, debería esperar a luego para tener una comida decente.​
Las horas pasaban, y la muchedumbre que salía del metro después de un día de trabajo o de compras, aumentó. Más y más gente empezó a pararse para admirar a Bob. Había algo en él que les fascinaba.​
Cuando empezó a oscurecer, una anciana se paró a hablar conmigo.​
"¿Desde cuando lo tienes?" Dijo agachándose y acariciando a Bob.​
"Unas cuantas semanas" Le contesté "Se podría decir que nos encontramos el uno al otro"​
"¿El uno al otro? Suena interesante"​
Al principio, estaba algo receloso. Pensé que pertenecía a alguna especie de protectora de animales, y me diría que no tenía derecho a quedármelo. Pero luego me di cuenta de que tan solo era una amante de los gatos.​
Le conté la historia de cómo nos encontramos, y cómo lo había estado cuidando de sus problemas de salud.​
"Yo tenía un gato pelirrojo, muy parecido a él, hace muchos años" dijo algo conmovida. Por un momento, pensé que se iba a poner a llorar. "Eres muy afortunado de haberlo encontrado. No encontrarás mejor compañía, más dócil y leal. Has encontrado un amigo de verdad"​
"Creo que tiene toda la razón" Sonreí.​
Antes de irse, sacó un billete de cinco de su bolso y me lo dio.​
Bob era un donjuan, me di cuenta de ello en aquel momento. Más del 70% de las personas que se habían parado a verlo, eran mujeres.​
Había alcanzado mi meta diaria con solo una hora de trabajo, pero decidí quedarme. Aún seguía alucinando por la influencia de Bob. Una parte de mí, pensaba que Bob y yo estábamos destinados a encontrarnos y estar juntos, pero la otra parte estaba convencida de que algún día, él me dejaría y regresaría a la calle, la cual había sido su hogar siempre y me parecía lógico pensar que quisiese regresar a ella y a la libertad de la misma. Había entrado en mi vida y algún día se cansaría de mí y se iría, yo había decidido no se lo iba a impedir. Pero mientras quisiese estar conmigo, por mí no había problema, me gustaba estar con Bob, y si su presencia me aportaba un dinerillo extra, mejor que mejor.​
Excepto que para ahora, ya no era solo un dinerillo extra. En un día normal, me sacaba alrededor de 20 libras, y eso era suficiente para ir tirando unos días. Pero esa noche, cuando dieron las 8, era obvio que había hecho mucho más que eso. Me llevó 5 minutos contar todas las monedas que había recogido. Había cientos de monedas de todas las cantidades, y también unos cuantos billetes. Había hecho 63.77 libras. Para la mayoría, aquello no era una cantidad muy grande, pero para mí lo era. Puse las monedas en mi mochila y me puse en marcha. Mi mochila sonaba con cada paso, como una gigantesca hucha. ¡También pesaba una tonelada! Pero no me importó, había hecho lo que normalmente hago en tres días de trabajo.​
"Bien hecho bob" Dije acariciándole el cuello "A esto lo llamo yo un buen día"​
Decidí no pasarme a tocar por los pubs. Además, supuse que Bob estaría hambriento. Yo también lo estaba. Así que regresamos a casa. Puse a Bob en mis hombros de nuevo. No fui desagradable con nadie, pero decidí no entablar conversación con todos los que miraban a Bob. De verdad, eran demasiados, y quería regresar a casa antes de media noche.​
"Esta noche Bob, tendremos una buena cena" Le dije sentados en el bus de vuelta a Tottenham. De nuevo, pegó su nariz a la ventana para ver el tráfico pasar.​
Me bajé en la parada de Tottenham High Road que hay cerca de un restaurante hindú. Había pasado por delante en multitud de ocasiones, saboreando mentalmente cada plato de la carta, pero nunca me pude permitir ninguno de ellos. Entré y ordené una ración de pollo tikka masala con arroz al limón, una torta peshwari naan y palak paneer. Los camareros me dedicaban miradas confusas al ver a Bob sobre mis hombros. Me dijeron que esperase 20 minutos, así que para hacer tiempo, fui al supermercado de al lado. Con el dinero que habíamos ganado, compré a Bob una bolsa grande de comida para gatos de lujo, un par de sobres de su sabor favorito y un cartón de leche para gatos. También compré un par de cervezas para mí.​
"Vamos a brindar, Bob, ha sido un día memorable" Le dije.​
Tras recoger la comida, me dirigí a casa, casi corriendo, en parte por el olor tentador que salía de la bolsa. Nada más llegar a casa, Bob y yo nos zampamos nuestra comida como si no hubiese mañana. No había comido tan bien en meses, años quizá. Estaba seguro que Bob tampoco.​
Después vimos juntos la tele un rato, yo en el sofá y él desde su sitio predilecto, bajo el radiador. Esa noche, dormimos como troncos.
 
Yo también estoy enganchada a esta historia tan bonita. ¡Es que parece que sea cierto que este gato tiene algo irresistible! jeje ;)

Por cierto, es muy reconfortante leer como a los dos poco a poco les va mejorando la vida. A ver como evoluciona todo...
 
Aunque os vengo leyendo desde hace bastante tiempo, no suelo participar porque disfruto mucho leyéndoos y no tengo nada que aportar, y cuando tengo una idea, otra forera la expresa mucho mejor de lo que yo pueda hacerlo.

Sin embargo tengo que agradecerte, Nerielia, el trabajo que te pegas no solo traduciendo, sino también escribiendo y hasta pegando las fotos de este libro tan tierno. Todo desinteresadamente, gracias al cual yo pueda disfrutar de esta preciosa historia.

Es hermoso que siga habiendo gente como tú.
 
Yo lo hago encantada jejej tocateca gracias por tu mensaje, un honor que en un año solo hayas escrito dos y uno sea para mí :p. La semana que viene voy a estar bastante ocupada, porque voy a hacer bastantes horas extra y no voy a tener tiempo ni de rascarme. Pero por fortuna el capítulo siguiente es largo, y eso compensa :D

Por cierto os dejo con el blog de James Bowen "La vuelta al mundo en 80 Bobs", donde la gente sube fotos del libro en lugares bonitos.

http://streetcatbob.blogspot.co.uk/
Aquí el parc güell

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A la mañana siguiente, una serie de golpes metálicos me despertaron. Me llevó un momento ubicarme, pero en cuanto lo hice me pude hacer una idea de lo que era. El sonido provenía de la cocina. Lo que significaba, que Bob estaba ahí otra vez tratando de abrir el armario donde sabía que guardaba su comida y en su intento, había tirado algo.

Miré el reloj, era ya casi medio día. Después de todo el entusiasmo de la noche anterior, se me habían pegado las sábanas, pero Bob había decidido que estaba harto de esperar. Era su manera de decirme: "Levántate, quiero desayunar".

Me levanté y arrastré los pies hasta la cocina. La pequeña cacerola donde normalmente hiervo la leche, estaba en el suelo.

En cuanto Bob me vio, se posicionó en menos de dos segundos al lado de su escudilla.

"De acuerdo Bob, ya veo lo que quieres" Dije abriendo el armario y sacando un sobre de su comida favorita sabor pollo. Le puse unas cuantas cucharadas en la escudilla y lo devoró en segundos. Después bebió algo de agua, se lamió las zarpas y la cara y se fue para la sala de estar donde, muy satisfecho consigo mismo, se acostó en su lugar favorito.

Si la vida fuera tan simple para todos... pensé. Había considerado no salir hoy, pero luego lo pensé mejor. Ayer podriamos haber tenido suerte, pero igual el dinero no iba a durar mucho. Además, la factura del gas y electricidad iban a llegar pronto, y visto el invierno tan frío que acababa de pasar, me daba que la cantidad no iba a ser fácil de digerir. También tenía que pensar que ahora tenía a Bob a mi cargo y no podía dejar que le faltase de nada.

Así que después de desayunar, empecé a prepararme y buscar mis cosas.

No estaba seguro si Bob querría venir conmigo hoy o no. Quizá lo de ayer fue solo cosa de un día; quizá tenía curiosidad por ver donde iba, y qué hacía cuando estaba fuera. De todos modos, puse algunos snacks para él en mi mochila, por si acaso decidía seguirme de nuevo.

Era algo después del medio día cuando me preparé a salir de casa. Bob sabía que cuando cogía mi guitarra y mi mochila, significaba que iba a salir. Cuando quiere venir conmigo se dirige a la puerta a esperar que la abra. Otros días, cuando prefiere quedarse en casa, simplemente se queda acostado donde está. Ese día, Bob se quedó sentado. Pero cuando estaba a punto de cerrar la puerta de entrada, se levantó como un rayo y salió por la rendija.

Cuando salimos a la calle se fue a hacer sus cosas y tras terminar, en vez de volver hacia mí, se fue a rebuscar en los contenedores. Le fascinaban. Dios sabe qué cosas se habrá encontrado -y comido- ahí. A mí no me gustaba nada que Bob rebuscase en la basura, así que fui a ver qué había. Afortunadamente, los basureros ya habían pasado y estaban vacíos. Bob no iba a encontrar mucha diversión ahí, así que me pude ir tranquilo. Otras veces lo he dejado en la calle y siempre ha encontrado la manera de colarse en el edificio, especialmente ahora que los vecinos le conocían. Incluso un par de ellos se volvían locos con Bob cada vez que lo veían. La señora de la puerta de enfrente por ejemplo, siempre le daba alguna golosina.

Así pues, me dirigí yo solo a la parada de bus en Tottenham High Road. Bob me había hecho un favor enorme ayer, y no iba a explotar nuestra amistad forzándolo a venir conmigo todos los días. ¡Era mi compañero, no mi empleado!

El cielo estaba gris, y se podía sentir el fantasma de la lluvia en el aire. Los días de lluvia no son muy buenos en el centro de Londres. En vez de sentir compasión por tí, la gente lo que hace es apretar el paso. Si se pusiese a llover fuerte, me daría la vuelta y volvería a casa. Mejor pasar el día con Bob. Quizá podría pasar por la tienda de animales y comprarle una correa decente y un collar.

Habría andado unos 100 metros por la carretera principal cuando por el rabillo del ojo, vi a un gato pelirrojo caminando a mi lado que me resultaba muy familiar.

"Al final hemos cambiado de idea ¿eh?" Le dije.

Bob me echó una de sus miradas compasivas, como si no me hubiese dado cuenta de algo muy obvio; como si dijese: "¿Para qué crees que he venido hasta aquí sino?"

Aún tenía el cordón para zapatos en mi bolsillo, así que se lo puse para que fuese más seguro. Tottenham es muy diferente a Covent Garden. Como el día de antes, mucha gente se quedaba mirándonos. Y también como el día anterior, alguno que otro nos echaba miradas desaprobadoras. Quizá pensaron que me había vuelto majara, paseando a un gato por la calle con un cordón de zapatos.

"Si vamos a hacer este recorrido a menudo, creo que lo mejor es que te consiga una correa decente" Le dije, sintiéndome algo expuesto.

Pero por cada persona que me miraba mal, una docena sonreían. Una señora india cargada de bolsas guiñó un ojo a Bob y sonrió.

"¿No hacen un buen equipo ustedes dos?" Me dijo.

Nadie, en todo el tiempo que llevaba viviendo allí, se había parado a entablar una conversacion conmigo en las inmediaciones de la vecindad. Era raro, pero también increíble. Como si mi capa de invisibilidad de Harry Potter se me hubiese caído de los hombros.

Cuando llegamos a la altura de la parada y me disponía a cruzar Bob llamó mi atención, como diciéndome "Ya sabes lo que toca". Así que lo tomé en brazos, y lo puse sobre mi hombro.

Pronto, el bus llegó y nos subimos. Bob se sentó como el día anterior al lado de la ventanilla. Al poco, empezó a llover a jarros. Las calles se convirtieron en un mar de paraguas. Por suerte, solo fue un aguacero, y para el tiempo que llegamos a Covent Garden, ya no llovía. A pesar del tiempo, había bastante gente en el centro, más que el día anterior.

"Vamos a probar aunque sea un par de horas" Dije a Bob "Pero si se pone a llover otra vez, volvemos a casa ¿De acuerdo?"

Mientras andábamos por Neal Street, la gente empezó a pararnos de nuevo. En diez minutos, más de una docena de personas nos pararon y más de la mitad nos hicieron fotos.

Pronto comprendí que el truco es no hacer contacto visual y continuar moviéndote, sino, podrías acabar rodeado en menos que canta un gallo.

Fue cuando entramos a James Street, que algo curioso pasó.

Sentí las garras de Bob, reacomodándose en mis hombros. Antes de que me diese cuenta se había bajado de mi hombro al suelo y empezó a andar por delante de mí. Comprendí lo que estaba pasando. Bob reconocía el lugar, y quería liderar el paso.

Cuando llegamos al sitio donde había tocado ayer, se paró. Esperando a que sacase la guitarra y pusiese la funda en el suelo para poder meterse dentro.

"Ahí tienes, Bob" Le dije colocando la funda. Bob se metió en ella, como el día anterior y se colocó de modo que pudiese ver la gente ir y venir, que, hablando de Covent Garden, había gente yendo y viniendo para hartarse.

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Hubo un tiempo, que tenía aspiraciones por llegar a ser alguien en el mundo de la música. De adolescente, quería ser el nuevo Kurt Cobain. Suena ingenuo y completamente estúpido ahora, pero era lo que tenía en la cabeza cuando dejé Australia para venirme a Inglaterra.

Eso fue lo que le dije a mi madre y a todo el mundo cuando me fui.

Hubo momentos, aunque fueran muy breves, en los que creía que realmente podíamos triunfar.

En 2002, estando en un albergue en Dalston, acabé formando una banda con unos tipos a los que conocí allí. Éramos un cuarteto de guitarras llamado Hyper Fury, lo cual dice bastante de nuestro estado mental en condiciones normales. El nombre me pegaba. Era un jóven bastante cabreado e hiper furioso con la vida en general y por la sensación de que nunca había tenido suerte en la vida. Mi música era mi vía de escape para toda esa rabia contenida.

Por esa razón, nunca llegamos a las grandes masas. Nuestro estilo era oscuro y provocador, y nuestras letras lo eran aún más. Nada de extrañar, ya que nuestras influencias fueron Nine Inch Nails y Nirvana.

Incluso llegamos a grabar un par de álbumes, aunque EPs sería una mejor descripción de ello. El primero fue con otra banda, en septiembre de 2003, llamada Corrision. El EP se titulaba, Corrision vs Hyper Fury. El plato fuerte eran un par de canciones, "Onslaught" (Arremetida) y "Retaliator" (Vengador). Una vez más, una muestra de nuestra filosofía como banda. Seis meses después, en marzon de 2004, sacamos un nuevo EP llamado Destrucción Profunda, con tres canciones, "Sorry", "Profund" y una nueva versión de "Retaliator". Vendimos unas cuantas copias pero no incendiamos el mundo. En otras palabras: No nos llamaron para Glastonbury.

Tuvimos algunos fans, eso sí, e hicimos varias giras, aunque la mayoría por Londres, y en concreto en Camden. Hubo por aquellos tiempos una especie de escena Goth donde encajábamos a la perfección. Tocábamos para pubs, fiestas, lo que fuera y donde nos invitaban. Nuestro mayor logro, fue tocar en The Dublin Castle, un pub de las afueras de Londres un par de veces, y también en Gothic Summer Festival, que era algo más serio en aquellos días.

Incluso formamos nuestro propio sello independiente con Pete de Corrision. Llamado Corrupt Drive Records.

Pero no funcionó demasiado, de hecho, no funcionó en absoluto.

Por aquel tiempo, Belle y yo estábamos juntos. Éramos buenos amigos. Belle es una persona encantadora y que se preocupa por todo el mundo. Cuidó mucho de mí. Pero como pareja no funcionamos. El problema era que ella también se estaba drogando además de ser codependiente. Cada vez que yo intentaba dejarlo, ella usaba y viceversa. Codependencia en estado puro.

Eso hacía muy difícil romper el ciclo, pero ahora mismo recapitulando, y siendo honesto. No se puede decir que yo lo intentase con fuerzas. Estando en el mundillo de las bandas, era bastante fácil volver a caer en el vicio.

No fue hasta 2005, cuando me di cuenta de que la banda siempre sería para mí un hobby, y no algo que me diese de comer. Pete siguió con el sello, y si no estoy mal, aún continúa. Pero yo estaba cada vez más sumergido por mi adicción y mis intentos de dejarlo. Fue otra oportunidad que dejé pasar entre mis dedos.

No obstante, nunca me alejé de la música del todo. Incluso cuando se hizo claro como el día que nunca llegaría a ninguna parte profesionalmente. Me gusta tocar la guitarra, y me ayuda a liberar tensiones. Dios sabe donde estaría ahora sin ella. Además de ayudarme emocionalmente, también era mi forma de sustento, no quiero ni pensar en cómo me habría ganado la vida sin ella.

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Esa tarde, en cuanto me instalé, los turistas empezaron a acercarse de nuevo. Gente que antes apretaba el paso al pasar por mi lado, ahora lo ralentizaban y se paraban a hablar con Bob. Y de nuevo, la mayoría eran mujeres.​
Algunos de ellos no me dejaban nada, pero no me importó, me gustaba la idea de que Bob les alegrase el día.​
Bob era una criatura formidable, no había duda. Pero no era solo eso. Bob tenía algo especial y la gente podía sentirlo, y eso los atraía. Yo mismo lo sentía. Tenía una especie de don de gentes.​
Cuando a Bob no le gustaba alguien se notaba. Esa misma tarde, pasó un señor de aspecto adinerado vestido con un kandura. Una rubia realmente atractiva, iba colgada de su brazo. Si me hubiesen dicho que es una modelo famosa, me lo hubiese creído.​
"¡Oh, mira, mira que gatito tan guapo!" dijo la rubia dando tirones del brazo de su acompañante para que se detuviese. El hombre no se veía impresionado. Miró a Bob de reojo como diciendo "¿Y qué?". Y siguió andando sin decir nada. En el momento en que lo miró, el lenguaje corporal de Bob cambió por completo. Se puso muy tenso y retrocedió un par de pasos. Aquello me hizo preguntarme algunas cosas.​
¿Y si este hombre le recuerda a Bob alguien de su pasado? Pensé mientras veía a la pareja alejarse.​
Hubiese dado lo que sea por conocer su historia. Por descubrir los devenires del destino que le habían llevado aquella noche al rellano de la escalera de mi edificio. Era algo que nunca iba a descubrir a ciencia cierta, así que lo único que me quedaba, eran las suposiciones.​
Aquel día estaba más relajado que el anterior. Tener a Bob allí conmigo me había minado un poco emocionalmente. Siempre había sido solo yo en la multitud. Era un trabajo duro, cada penique que me echaban, era precioso para mí. Pero con Bob todo era diferente. La forma en que había atraido a la audiencia hacia mí. Pero Londres también tenía su buena ración de personas desagradables. Tenía un miedo constante a que alguien le hiciese algo, o a que alguien lo agarrase y saliese corriendo.​
Ese día estuve más relajado. Como si ese momento nos perteneciese, a mí y a Bob. Mientras tocaba, y la gente echaba dinero a la caja de mi guitarra, al mismo ritmo que el día anterior, pensé para mis adentros: estoy disfrutando con esto.​
Hacía mucho tiempo que no pensaba algo así.​
Cuando volvimos a casa, tres horas después, mi mochila estaba otra vez repiqueteando por las monedas. Otra vez, nos sacamos más de 60 libras.​
Esta vez no iba a gastarlo en curry del caro. Tenía otros usos más prácticos en mente. El día siguiente amaneció peor, con predicción meteorológica de lluvia durante todo el día. Así que decidí dedicar el día a estar con Bob en vez de ir a tocar. Lo de la correa, sin embargo, había que solucionarlo pronto. El cordón de zapatos era un buen parche temporal, pero si Bob me iba a acompañar más veces, no podía usarlo, era incómodo y también peligroso.​
Bob y yo tomamos el bus aquel día hacia Archway. Sabía que había una protectora especializada en gatos en el Norte de Londres que tenía una charity (charity es una tienda de segunda mano donde venden cosas donadas por la gente para financiar una causa). Estando en el bus, Bob presintió que no era la misma ruta de los días anteriores. De vez en cuando me miraba como diciendo "¿Y a dónde me vas a llevar hoy?". No se veía ansioso, solo curioso.​
La tienda de Cats Protection vendía todo tipo de equipamiento para gatos, además de juguetes y algunos libros. Había infinidad de folletos informativos gratuitos, desde chips a toxoplasmosis, o consejos sobre dietas. Me llevé unos cuantos para futura referencia.​
Había solo un par de dependientas trabajando allí, y yo era la única persona adentro, así que no pudieron resistir el venir a mí y charlar un poco mientras echaba un vistazo a lo que tenían con Bob sobre mi hombro.​
"Es un chico muy guapo ¿Verdad?" Dijo una de las señoras a la otra sobre Bob. Él intuía que estaba en buenas manos, así que se dejó acariciar mientras ronroneaba. Les conté la historia de como nos conocimos y después les expliqué lo que había pasado los dos días anteriores. Ambas sonrieron.​
"A algunos gatos les gusta salir a la calle con sus dueños" Dijo una de ellas "Les gusta ir al parque o a dar un paseo por los alrededores. Pero tengo que admitir que lo de Bob es algo inusual"​
"Lo es" Dijo la otra "Creo que has encontrado una pequeña joyita. Parece decidido a quedarse contigo."​
Era reconfortante oirlas confirmar aquello en lo que yo tanto pensaba. Aún a veces, me entraban remordimientos, sentía como que le estaba robando a Bob su libertad, y me preguntaba si realmente estaba haciendo lo correcto al quedármelo. Sus palabras me alegraron el día.​
Lo que no sabía aún, era cual era la mejor manera de mantener a Bob seguro si iba a convertirse en mi compañero habitual en las calles de Londres. Por decirlo suavemente, no era el entorno más seguro. A parte del tráfico, siempre había amenazas y peligros potenciales.​
"Lo mejor que puedes hacer" Dijo la chica "Es ponerle un arnés como este"​
Me enseñó un bonito arnés de nylon azul, con un collar y correa a juego. Después me explicó los pros y los contras de usarlo.​
"No es una buena idea atar una correa directamente al collar, en el peor de los casos, podría dañar el cuello del gato, e incluso ahogarlo. Lo que yo haría, es enganchar la correa al arnés, especialmente si vais a estar fuera durante la mayor parte del tiempo"​
"¿No se sentirá incómodo o poco natural?" Pregunté​
"Puedes ir introduciéndolos progresivamente" Me explicó "Quizá lleve una semana o así. Empieza por ponérselo unos minutos al día antes de salir de casa. Y a partir de ahí ve progresando ¿Por qué no lo probamos ahora?"​
"¿Por qué no?" Dije yo.​
Bob estaba sentado cómodamente sobre el mostrador. No opuso mucha resistencia, aunque no se le veía muy seguro sobre lo que le estábamos haciendo.​
"Dejaselo puesto, y que se vaya acostumbrando a la sensación de llevarlo" Dijo la señora.​
El arnés, correa y collar costó 13 libras. Era de los más caros que tenían, pero la causa merecía una mayor inversión.​
Si yo fuese un ejecutivo, el director general de James & Bob SL, hubiese pensado que no hay que escatimar gastos en recursos humanos para este tipo de cosas. Solo que en este caso eran más bien recursos felinos.​
Solo me tomó un par de días para que Bob se acostumbrase al arnés. Se lo ponía en el piso, y dejaba que lo llevase durante un rato. Al principio, estaba algo confuso, pero pronto se acostumbró. Cada vez que lo llevaba, me aseguraba de elogiarlo.​
Tras eso, decidí darle un pequeño paseo por los alrededores con la correa. Poco a poco, se fue familiarizando con el arnés completamente. Bob siguió yendo conmigo a tocar casi todos los días.​
No nos quedábamos mucho. No quería tenerlo fuera demasiado. Incluso teniendo el presentimiento de que Bob me seguiría al fin del mundo, y estando sobre mis hombros la mayor parte del camino, no me parecía justo.​
Cuando no tenía ganas de venir, Bob no se levantaba de su sitio cuando me veía coger el abrigo y la guitarra. Me miraba como diciendo "Hoy me tomo el día libre".​
"No te apetece venir hoy ¿eh compañero?" Le decía acariciándole la cabeza.​
Entonces volvía a la cocina y le llenaba el plato, para que pudiera comer algo si le entraba hambre en mi ausencia.​
Leí una vez que la tele hace sentir a las mascotas menos solas cuando sus amos están fuera. No sabía si era verdad o no, pero de todas formas, encendí la tele antes de irme.​
Ir solo me hacía comparar la diferencia que Bob marcaba en mi vida. Con él sobre mi hombro, todas las cabezas se giraban a vernos. Sin él, me volvía invisible de nuevo. Algunas personas del vecindario ya nos conocían. La primera vez que Bob no vino conmigo, lo notaron.​
"¿Y dónde está Bob hoy?" Me preguntó el dependiente de un kiosco local cuando pasé por delante.​
"Hoy libra" Le dije.​
"Oh, eso está bien. Tenía miedo de que le hubiese pasado algo" El señor sonrió, y me mostró un pulgar levantado.​
Un par de personas más me pararon y me preguntaron lo mismo. En cuanto les dije que Bob estaba bien, siguieron su camino. Nadie estaba interesado en conversar más allá de eso si Bob no estaba allí. Me molestaba un poco, pero lo aceptaba. Así son las cosas.​
Sin Bob, el sonido de las monedas cayendo en la caja de mi guitarra, también era más difícil de oir. Me tomaba el triple de tiempo en hacer la mitad de dinero que hacía con Bob a mi lado. Era como volver a los viejos tiempos. Mientras volvía a casa, estuve pensando en ello. No era solo por el dinero. No ibamos a morir de hambre. Y mi vida era mucho más fácil desde que Bob estaba conmigo.​
Yo era consciente de lo afortunado que era al tener a un gran compañero como Bob a mi lado. De algún modo sentí, que la vida me estaba dando otra de esas oportunidades. Antes de tener a Bob, me acercaba a las terrazas con mi guitarra aceptando peticiones, y la gente decía "No gracias" o "No tengo cambio, lo siento" antes de que siquiera dijese "hola". Pasaba todo el tiempo. La gente no te quiere dar una oportunidad.​
La gente no quiere escuchar. Ni comprender. Lo único que ven, es a alguien tratando de hacerse con su dinero. Solo que yo estoy prestando un servicio. No estoy mendigando. Me estoy tratando de ganar la vida como buenamente puedo. Solo porque no tengo un contrato, ni tengo nómina ni P45, no significa que esté gorroneando.​
Tener a Bob conmigo, me daba la oportunidad de interactuar con la gente.​
Ellos se interesaban por él, y yo tenía una oportunidad de contarles nuestra historia y explicar mi situación al mismo tiempo. Psicológicamente, la gente también empezaba a verme con otros ojos.​
Los gatos son notoriamente conocidos por ser muy exigentes con aquellos que son de su agrado. Si a un gato no le gusta su dueño, se va y se busca otro. Los gatos hacen eso todo el rato. El hecho de verme con un gato, me suavizaba a los ojos de la gente. Me humanizaba. Sobre todo después de haber estado tan deshumanizado. Me devolvía mi identidad. Yo era una no-persona; y ahora, me estaba volviendo una persona de nuevo.​
 
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