Un gato callejero llamado Bob

Mil gracias, Nerielia!!!

Me encantan los gatos, yo tuve uno así, muuuy parecido, qué bueno que haya quienes los rescatan y les dan mucho amor. :a16:
 
Casi terminando la segunda semana de mi estancia con Bob, se podía ver que tenía muchísimo mejor aspecto. La herida de la pata estaba cicatrizando bien, y las calvas estaban también desapareciendo bajo el pelo que volvía a crecer. También se le veía más feliz, tenía un bonito brillo amarillento en sus ojos que nunca antes había visto.

Definitivamente, iba camino de la recuperación, y sus carrerillas alrededor del piso eran prueba de ello. De vez en cuando se convertía en un torbellino andante, pero durante los últimos días, era una bola de energía, saltaba, trepaba y brincaba como una especie de maniaco. También le clavaba las uñas a todo lo que caía entre sus garras, incluído yo.

No me importaba en absoluto, sabía que no era algo malicioso y que tan solo estaba jugando. Tuve que comprar unos cuantos seguros para niños, para bloquear armarios, porque se había convertido en una verdadera amenaza para la cocina. Supongo que no era de extrañar, sabiendo que era un macho jóven y rebosante de testosterona. Un par de días antes del fin de su programa medicinal, lo llevé a la clínica de Dalston Lane para castrarlo.

Me había informado de los pros y los contras de mantenerlo "entero", y la verdad, había más contras que pros. Si no lo castraba, habría momentos en que sus hormonas tomasen el control, y lo harían deambular por las calles en busca de hembras, lo que significaba que podrían atropellarlo o meterse en problemas con otros gatos. También estaba el asunto de marcar el territorio, los gatos macho lo hacían a menudo. Bob podría meterse en el territorio de otros y pagar un precio muy alto. Sin olvidarnos de que interactuar con gatos callejeros podría contagiarle con alguna enfermedad como leucemia o VIF.

En la lista de pros solo pude anotar una cosa. Requería un poco de cirugía. Eso era todo.

Llamé a la clínica para pedir cita y habé con una enfermera. Le expliqué mi situación, y que el gato había sido elegido para una castración gratuita. Ella dijo que no habría problema siempre que trajese la carta conmigo.

Me dio cita para el día siguiente.

"Traelo por la mañana y déjalo con nosotros. Si todo va bien, podrás recogerlo por la tarde" dijo. También me explicó que la operación podría tener complicaciones pero que eso era muy raro.

Por la mañana, me levanté temprano, sabiendo que tenía que estar allí para las 10. El tiempo era horrible, así que metí a Bob en la misma cesta que usé para ir al centro RSPCA la otra vez para que no se mojase. Le gustó tanto como la otra vez, y de vez en cuando intentaba salir.

La clínica veterinaria era un lugar pequeño, aplastado entre un quiosco y una tienda de ropa. Llegamos con bastante antelación, pero igual nos encontramos el sitio a rebosar. Era la misma escena de la otra vez, perros tirando de la correa de sus dueños y gruñendo a los gatos que estaban dentro de sus transportines. Había algunos staffordshire terriers junto a sus dueños de aspecto Neanderthal.

Cuando la enfermera dijo mi nombre, me condujo a una habitación donde me hizo unas cuantas preguntas. También quería asegurarme que yo había entendido que el procedimiento era irreversible por si en el futuro tenía deseos de usarlo para monta.

Sonreí y asentí mientras acariciaba la cabeza de Bob.

"¿Qué edad tiene Bob?" Fue su siguiente pregunta.

"La verdad es que no lo se" Dije contándole la historia brevemente.

La enfermera explicó que el hecho de que no estaba castrado era una pista importante para saber su edad.

"Los gatos alcanzan la madurez sexual a los 6 meses de edad. Si se les deja enteros después de eso, el cuerpo les sufre algunos cambios. Por ejemplo, los machos adquieren una musculatura facial más desarrollada, sobre todo en la zona de las mejillas. También tienen la nariz más prominente, la piel más gruesa y suelen alcanzar un tamaño mayor. Mucho mayor que aquellos machos que han sido castrados. Bob no es tan grande, así que yo diría que tiene unos 9 o 10 meses".

La enfermera también me explicó que le harían un análisis de sangre antes de proceder. Que si encontrasen algún problema, me llamaría.

"Ok" Dije, pero en mi interior, me decía a mí mismo que sin un teléfono iban a tener algo complicado el contactarme.

Después, se puso a hablarme sobre el procedimiento en sí.

"Todo se hace bajo anestesia general, y normalmente no hay incidentes. Se hacen dos incisiones en el escroto para eliminar los testículos"

"Ouch, Bob" Dije alborotándole el pelo.

"Ven dentro de 6 horas, y si todo ha ido bien, podrás llevarte a Bob"

"Entonces, para las 4 y media?" Pregunté.

"Sí, a esa hora va bien, nos vemos luego entonces."

Le di a Bob un achuchón de despedida y salí a la calle. Afuera seguía lloviendo. Decidí ir a tocar a una estación de tren cercana, ya que no me daba tiempo ir a Covent Garden. Además allí estaría resguardado de la lluvia. Fue duro concentrarse mientras tocaba. Bob era un gato que había vivido toda su vida en la calle. Quién sabe si no tendría otros problemas... de vez en cuando se encontraban historias de perros y gatos que iban al veterinario por cualquier tontería y no volvían a salir. Traté de pensar en positivo y que todo iba a salir bien, aunque era dificil de hacer cuando estas bajo una gigantesca nube gris que te lanza agua sin parar.

El tiempo pasó muy, muy despacio. En cuanto el reloj marcó las 4:15, empecé a recoger. Hice el camino de vuelta andando a paso ligero.

"¿Cómo está? ¿Ha salido todo bien?" Dije a la enfermera.

"Está perfectamente. Nada de qué preocuparse" Contestó.

La enfermera me condujo hasta Bob. Era raro, pero nunca había estado tan preocupado por alguien en años. Encontré a Bob dentro de una jaula grande.

"Hola Bob, amigo, ¿Cómo estás?" Le dije.

Aún seguía algo aletargado y somnoliento. Al principio no me reconoció. Pero al cabo de un rato, empezó a volver en sí mismo y se puso a arañar los barrotes de la jaula, como diciendo "Sácame de aquí".

La enfermera me hizo firmar unas cuantas hojas más, y después examinó a Bob una vez más para asegurarse de que todo estaba bien. Fue muy amable con nosotros, a diferencia de nuestra primera experiencia en el veterinario.

"Estará algo hinchado y puede que tenga molestias durante un par de días" Dijo "Es algo normal, solo asegurate de que no hay ninguna secreción. Si encuentras algo raro, traelo de vuelta, pero estoy segura de que todo irá bien.

"¿Cuánto tiempo va a estar adormilado?" Le pregunté.

"Un par de días. Después volverá a ser el mismo de siempre. Depende de cada gato, pero en casi todos sucede antes de las 48 horas." Dijo

Iba a meter a Bob otra vez dentro de la cesta, cuando ella me detuvo.

"Creo que tengo algo más adecuado"

Se fue un momento y cuando volvió, traía un transportín de color azul.

"Oh, no importa, la cesta está bien" Dije.

"No pasa nada, tenemos cientos de ellas, puedes llevártela y otro día que pases por aquí, la traes"

No tenía ni idea de como podían acumular tantas. Quizá de gente que las olvida. O quizá pertenecían a gente que trajo a sus gatos y cuando volvieron descubrieron que nunca más las iban a necesitar... No quise pensar mucho en ello.

Era obvio que la operación había afectado a Bob. En el camino de vuelta, se mantuvo muy quieto, medio dormido. En el momento en que llegamos a casa y lo dejé salir, se fue derecho a su sitio favorito bajo el radiador, y durmió de un tirón toda la noche.

Me di el día libre al día siguiente para asegurarme de que iba a estar bien. El consejo de la veterinaria fue que debía ser vigilado unas 48 horas para asegurarse de que no había efectos secundarios.

Afortunadamente, estuvo bien. A la mañana siguiente estaba un poco más animado tras tomar su desayuno. Como la enfermera había predicho, no tenía el apetito de siempre, pero se comió medio plato de su comida favorita. También dio unos cuantos paseos por el piso, pero no con la energía de siempre.

Con el transcurso de los días, Bob volvía a ser el de siempre, a los tres días de la operación ya estaba zampándose su comida como siempre. Pude comprobar que a veces aún le dolía si hacía algún movimiento brusco, pero no fue a mayores.

No obstante, de vez en cuando aún le seguían entrando locuras transitorias.

Gracias!.:a27:
 
Nerielia, gracias, como siempre. :withflowers:

Es curioso como hay cosas que nos unen a los seres humanos: ese chico y yo, tan diferentes en cultura, modo de vida y seguramente muchas cosas más, tenemos un nexo de unión gatuno que hace que compartamos experiencias casi calcadas y sentimientos idénticos...
 
Que bonito eso que dices. :p Unidos por los gatitos. jejej

El siguiente capítulo es corto, pero ya empieza lo bueno! Para entenderlo mejor, aquí dejo un enlace de Tottenham High Road.

https://maps.google.co.uk/maps?q=to...=Jm5t_o8IXkb2DvVGzn040w&cbp=12,323.27,,0,5.85

Unos pocos días más tarde, recordé que debía ir pensando en sacar a Bob fuera del piso y que volviese a la calle. De ahí es de donde había venido y ahí era, supuse, donde querría regresar.

Continuó progresando mucho y desde luego tenía un aspecto más saludable que cuando me lo encontré. También había engordado un poco.

Así que un día, después de haberme asegurado de que estaba totalmente recuperado de la operación, tomé a Bob en brazos, bajé a la calle y lo dejé en la acera.

Él se quedó ahí sin moverse y mirándome, como preguntándose qué diablos quería que hiciese.

"Vete, eres libre" Le dije haciendo movimientos con los brazos.

No funcionó. Nos quedamos mirándonos a los ojos por un momento y después se dio la vuelta y empezó a caminar, no hacia la calle, sino hacia su arbusto del jardín de al lado, donde le gustaba ir al baño. Bob tapó el agujero y volvió hacia mí.

Esta vez su expresión era "Ok, ya hice lo que querías. ¿Ahora qué?"

Fue entonces cuando un pensamiento comenzó a formarse en mi cabeza.

"Creo que te gusta estar conmigo" Le dije.

Una parte de mí estaba contenta. Disfrutaba mucho de su compañía, era un gato con mucha personalidad. Pero otra voz me decía, que no podía dejar que eso pasase. Estaba costándome mucho mantenerme a flote, cuidar de mí mismo. Aún estaba en el programa de drogodependencia, y lo iba a estar durante un buen rato. ¿Cómo rayos iba a cuidar de un gato, incluso de uno tan inteligente como Bob? No era justo para ninguno de los dos.

Así que, con todo mi pesar, decidí empezar a dejarlo ir poco a poco, dejándolo en la calle cuando me iba, para que se acostumbrase. No le gustó ni un pelo. La primera vez que lo hice, me miró como pensando "traidor". Mientras me alejaba, con mi guitarra en el hombro, empezó a seguirme, acechándome con sigilo, como un ninja, tratando de que yo no me enterase. Excepto por el hecho de que era dificil no darse cuenta de que un gato pelirrojo te anda siguiendo.

De vez en cuando, me daba la vuelta y hacía gestos con los brazos, para ahuyentarlo. Al final, obedecía no sin antes echarme un par de miradas asesinas. Cuando volvía por la noche, siempre estaba en la puerta de abajo, o la del apartamento, esperándome. Una parte de mí quería evitar que pasara adentro. Pero otra parte de mí estaba deseando dejarlo entrar y ver la tele juntos.

Al final, acabamos sumergidos en una nueva rutina. Lo dejaba afuera al irme, y cuando volvía estaba allí, en la puerta de casa. Era obvio que no se iba a ir tan facilmente.

Decidí tomar el último paso y dejarlo afuera durante la noche también. La primera noche que lo hice, no pude evitar asomarme a la ventana cada poco, para ver qué hacía. Lo vi en los cubos de basura husmeando. Traté de bajar a asegurarme de que estaba bien sin que me viera. Mal hecho. Él era un gato, tenía más sentidos en uno de sus bigotes que yo en mi cuerpo entero. En cuanto abrí la puerta de la calle, se coló. Lo dejé en la escalera, pero por la mañana cuando me fui, estaba en el felpudo. Lo mismo sucedió los siguientes días.

Al final, Bob decidió que él había ganado la batalla, así que tuve que enfrentarme con el siguiente problema. Empezó a seguirme cada vez más lejos, llegando a la carretera principal. Antes me había seguido solo unas calles. La primera vez que lo vi aparecer en la carretera principal, lo asusté y desapareció. Una carretera tan concurrida es peligrosa para un gato. Al día siguiente, me siguió unos 100 metros por Tottenham High Road, donde suelo tomar el bus para Covent Garden.

Su tenacidad y perseverancia eran admirables, no podía dejar que llegase tan lejos, pero tampoco sabía como evitarlo.

Cada día, llegaba un poco más lejos, se volvía un poco más atrevido. Pensé que algún día, quizá en uno de esos viajes, encontraría otro lugar donde quedarse. Pero cada noche cuando volvía a casa, él estaba allí en mi felpudo - esperándome. Sabía que esto no podía continuar así, que algún día algo pasaría. Y pasó.

Un día me fui al trabajo, como de costumbre. Con mi guitarra colgada del hombro. Al bajar las escaleras vi a Bob en el portón y le dije hola. Cuando empezó a seguirme, lo espanté, como siempre.

"Quédate aquí, no puedes venir conmigo" Le dije.

Esta vez, pareció pillar el mensaje. Mientras iba por la calle, miré varias veces hacia atrás para ver si me seguía, pero no había ni rastro de él. "Quizá por fin lo ha entendido", pensé.

Para tomar el autobús que me llevaría a Covent Garden, tenía que cruzar la carretera Tottenham High Road, una de las más concurridas y peligrosas del norte de Londres. Autos, camiones, autobuses y motocicletas circulaban como siempre por ella. Cuando estaba intentando localizar un hueco en el tráfico para cruzar, noté algo en mi pierna. Miré hacia abajo instintivamente y para mi horror, vi que Bob estaba ahí, intentando cruzar la carretera también.

"¿Qué diablos estás haciendo aquí?" Le dije.

Me miró como si hubiese preguntado algo muy estúpido. Después volvió a concentrarse en cruzar, lo vi tensar los músculos como preparándose para correr. No pude dejar que se arriesgara a hacerlo solo. Hubiese sido casi como un su***dio. Así que lo tomé en brazos y lo puse en mi hombro, donde sabía que le gustaba estar. Se quedó ahí mientras yo cruzaba la carretera.

"Ok Bob, ya fuiste demasiado lejos" Dije dejándole en el suelo y espantándolo.

Bob se dio la vuelta, y se perdió entre el gentío. "Quizá esta sea la última vez que le vea", pensé. Estaba realmente lejos de casa.

Unos minutos después, el Bus llegó. Era un autobús rojo de dos pisos. Entré y me senté en la última fila, dejando mi guitarra a mis pies, cuando de repente, vi algo naranja por el suelo con el rabillo del ojo. Me quedé anonadado. Me di cuenta, finalmente, de que nunca me iba a deshacer de él. Pero también me di cuenta de algo más.

Di una palmada en mi regazo e inmediatamente Bob saltó en él. Unos segundos después, la conductora del autobús se nos acercó. Era una chica india que nos miraba con expresión confundida.

"¿Es tuyo?" Dijo acariciándole la cabeza.

"Si... supongo que sí" Contesté.
 
Ayyyy, se me pone el ojo de Remi, caray, qué precioso relato gracias por traerlo :content:
 
Postdata

Bob en el restaurante! :a07:

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Ayyyy, se me pone el ojo de Remi, caray, qué precioso relato gracias por traerlo :content:

A mí me pasó igual, a veces estaba en la cafetería leyendo el libro, y con lagrimones como monedas de a euro. Menos mal que mi resfriado me dejó disimular.
 
Es que no me puedo quitar de la cabeza lo reguapo que es este gato y la carita de conocimiento que tiene...

En el relato, casi parece que incluso tuviera algo mágico, ¿Verdad? ¡Mira que encontrarlo por todas partes, hasta en el autobús! jejeje...
 
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