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aleatoria
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Esto no se nos va a olvidar, ni va a quedar en agua de borrajas, ahora tenemos voz, no hay que subestimar el valor de internet.
¿porque mejor no gritas a tutta voce frente a Zarzuela? porque no hay coxones.
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Esto no se nos va a olvidar, ni va a quedar en agua de borrajas, ahora tenemos voz, no hay que subestimar el valor de internet.
Dicen que la historia siempre se repite, y yo me huelo que con el juancarlismo pasará lo mismo que con el franquismo: que aquí nadie lo chistó y era buenísimo hasta que el que lo encarnaba la palmó; se creó un vacío de poder y los mismos que le baboseaban fueron los primeros que se apresuraron a coger sitio en la nueva situación y a arrastrarle por el fango (obviamente, motivos había de sobra; como con Bribón o como con cualquier estadista que haya estado más de 10 años en el Poder).
A Juan Carlos - una vez desaparezca - y a su juancarlismo se le achacarán todos los males habidos y por haber y se le venderá a la gente que se inicia una etapa nueva, esperanzadora, limpia de toda corrupción que el monarca (heredero del franquismo; ésto se resaltará mucho) encarnaba y blablabla. Y la gente se lo creerá. Y vuelta la historia a empezar.
Y ésto Bribón lo sabe mejor que nadie. Por eso a él solo le sacan de la Zarzuela con los pies por delante. Ménudo zorro es. Y por eso, con todo pragmatismo y conociendo como conoce aquí al personal como si les hubiese parido, se ha dedicado ha hacer un capitalito para asegurar el porvenir a su familia una vez el falte.
Si la barbieplataformas y su segundo no ven venir lo que se les viene encima...es que están más ciegos que el de la garita de la ONCE de mi barrio.
LLAMAZARES
"¡Quién lo iba a decir, que en la Casa Real podíamos tener a algún imputado por un juez por apropiación indebida!", ha comentado, con ironía, al ser preguntado por este asunto. Eso es algo que puede parecer "imposible", ha añadido, porque "la Casa Real es la primera institución que tiene que dar ejemplo de ética, de valores y de honestidad", ha dicho en un acto de su campaña electoral celebrado en la localidad de Rivas Vaciamadrid.
Con sorna, el líder de IU ha añadido: "Esperemos que haya una reprimenda por parte del jefe del Estado, para decirle que estas cosas no se hacen, aunque sólo sea por salvar un poquito la imagen de la Casa Real".
Rosa María, al margen de Urdangarín: los españoles no sólo no son ligeros con el rey sino que llevan toreados décadas por, este sí, lígero rey. Muy ligero con la ÉTICA Rosa María. Urdangarín llueve sobre mojado, si se confirma todo esto. No es el primer escándalo económico ni sería el primer latrocinio o tráfico de influencias o comisiones a espaldas de la gente en la "Real Casa", por no hablar de la opacidad de sus cuentas. Este ligero rey que evade impuestos, con cuentas en paraísos fiscales y además sacralizado en la práctica por una Constitución que impide que sea sometido a la Ley, el único español al que no se puede juzgar, que está al margen de la Ley, ha amasado una fortuna al amparo de la IMPUNIDAD MÁS ABSOLUTA. El primer ladrón que hay ahí es el rey.
Rosa María, si puedes, lee el libro de Luis Herrero sobre Adolfo Suarez, "Los que le llamábamos Adolfo", ya en 1994, Suarez se planteó PEDIR LA ABDICACIÓN DEL REY. En los años 90 hubo tal escándalo que Sabino Fernández Campo pedía al rey que abdicara en su hijo Felipe, lo mismo que se lo pidió la reina, según Jesús Cacho. El rey, por "significados" empresarios en la vertiente de la corrupción, ha sido señalado con el dedo en esos años 90. Javier de la Rosa y el escándalo de las torres KIO. Una vez más, por medio, los árabes. La amistad del rey con los Albertos, unos banqueros que tenían que haber pisado la cárcel y aún hoy no la han pisado. Ruiz Mateos, que no se cortó un pelo en acusar al rey, alabó a la reina pero al rey no quería verlo ni en pintura. Llevan amenazándole años y aquello finalmente se paró, porque al rey, Rosa María, se le ha chantajeado porque es susceptible de ser CHANTAJEADO, porque tiene una querencia a los dineros y a otras cosas que le pierde. Lo que pasa que cuando se topa con identificar el Estado con el Rey y se pone en marcha la sucia maquinaria de tapar al monarca, ahí al final se acaban callando casi todos. Y ahora casi parece que no hubiera memoria. Hay información y hay mucho tapado, mucho. No sabemos ni la mitad.
Por eso Rosa María no nos digas que somos ligeros con este rey, porque lo que somos es demasiado callados, y por eso estamos como estamos. Hasta que la gente no se levante contra estos políticos, esta monarquía y estos poderes fácticos que sangran al país, no hay cambio ni evolución. Este sistema y la corrupción van de la mano: no caerá la una sin que caiga el otro.
Respecto a Urdangarín, en cuanto a tapar a Urdangarín, si no lo ha hecho es porque el embolado es tan gordo, Rosa María, toca una trama política y encima el yerno es el presidente de ese instituto, que ni el rey ha podido pararlo. Ahora se preocupará de intentar en lo posible que no le salpique a la monarquía, con eso tiene bastante. Dejara caer al yerno como ha dejado caer a otros en el pasado, compañeros "de correrías económicas", a quien no dejará caer supongo que será a su hija. Y tampoco el patio está tan al servicio del rey como antes, me da la impresión. Además, ya cuando Urdangarín se fue a Estados Unidos resonaban estos ecos, ya se sabía que algo estaba pasando. no era tan fácil ponerse a tapar algo de estas dimensiones. Y por último hay algo que definitivamente también ata al rey las manos y es la cuestión de que con los políticos han topado, aquí no sólo tienen que intentar tapar la supuesta mierda del yerno sino encima lidiar con los intereses políticos que han buscado y buscarán que caigan los políticos atrapados en la trama, y con ellos, caerá la pieza clave que es el presidente de ese instituto que tanto dinero se ha llevado y parte del cual no puede por lo visto justificar legalmente. Urdangarín se ha metido en un embolado que no lo puede salvar ni el rey. Porque él no es el rey, para empezar, lo del blindaje es sólo un sucio privilegio del rey y de nadie más. Incluso el mismo rey, cuando las ha hecho muy gordas, ha quedado con el culo al aire por más que la maquinaria ha querido taparle y le ha vuelto a tapar el culo. Memoria es lo que me gustaría que hubiera. Memoria. Para recordar que llueve sobre mojado, y que al rey al final le está pillando el toro que tenía que haberle pillado directamente hace DÉCADAS, pero que le va a pillar indirectamente via nuera, via yerno y via su propio hijo.
Para quien le interese, dejo este clarificador pasaje del libro de Luis Herrero "Los que le llamábamos Adolfo", donde entre otras cosas Sabino Fernández Campos, jefe de la Casa del Rey en los años 90, confirma al autor que el rey pidio 10.000 MILLONES DE PESETAS DE 1977 al Sha de Irán para proteger a la monarquia "del peligro socialista", y ojo, INVOCANDO EL NOMBRE DE ADOLFO SUAREZ, que desconocía todas estas artimañas del rey. Ya iba él haciendose un capitalito, que para eso llegó sin un duro al trono. El rey es uno de los más grandes ARRIBISTAS que hay en España, tan trepa como los políticos y tan obsesionado por llenarse los bolsillos como ellos y que ha visto en España un negocio como los políticos lo ven.
Ahí se menciona lo nervioso que estaba el rey en esos años 90, porque decía que había una campaña contra él y que podían salir muchas más cosas y pedía directamente que Luis Herrero censurara partes de un libro que estaba escribiendo y que tenían que ver con la economía del monarca. Nervioso como imagino ahora lo está Urdangarín.
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Domingo, 16 de Septiembre de 2007, número 621
Portada
LIBRO / «LOS QUE LE LLAMÁBAMOS ADOLFO»
Cuando un teléfono suena inesperadamente es señal, la mayoría de las veces, de que algo no va como debería. La estadística demuestra que los telefonazos suelen complicar la vida en lugar de facilitarla. Por eso hay veces que me niego a descolgarlo. Pero el 19 de mayo de 1994, en un arrebato de optimismo, contesté alegremente, ajeno al lío que se me avecinaba. La voz que me saludó era la de Sabino Fernández-Campo, hasta poco tiempo antes jefe de la Casa del Rey. Me pedía que por favor nos viéramos en su casa al día siguiente para hablar del libro que yo estaba escribiendo sobre Mario Conde.
-El Rey está muy preocupado -me dijo.
Casi simultáneamente, según supe después, los Reyes fueron a cenar a casa de Adolfo. Nada más entrar, don Juan Carlos vio en una estantería una foto suya flanqueada por otras dos, de Chus Viana y de mi padre. Chus Viana, pícnico, vasco y feliz, había sido uno de los pioneros de UCD y, más tarde, puntal indiscutible del CDS (...). Cuando el Rey vio la disposición de las fotos en la casa de Adolfo, le comentó: «¡Qué buenos escoltas me has puesto!». Todo eso lo sé, naturalmente, porque Adolfo me lo contó. Según su relato, don Juan Carlos habló muy bien de mi padre, pero luego comentó en voz alta:
-Sin embargo, su hijo Luis me tiene muy preocupado. Sé que está escribiendo un libro que me compromete.
-Lo dudo mucho, señor -le replicó Adolfo según su propia versión-. Conozco muy bien a Luis y no creo que eso sea cierto. Luis es un tío estupendo.
Cuando Adolfo me puso al tanto de la preocupación del Rey yo le envié una copia del capítulo maldito con un tarjetón: «Haremos lo que tú quieras, pero yo creo que esto, en comparación a otras cosas que se han publicado sobre él, es un cuento de hadas».
Durante la conversación telefónica con Sabino Fernández-Campo quedamos en que iría a verle a su casa (...), a la mañana siguiente. Y como hombre precavido vale por dos, le pedí a Federico Jiménez Losantos que me acompañara: «Prefiero tener un testigo, Fede -le dije-, porque no tengo ni idea de cómo va a acabar todo este asunto».
Cuando llegamos a su casa, sobre la mesita que estaba situada delante del sofá había un libro titulado The Sha and I, escrito por un iraní de nombre irreproducible. Durante algunos minutos mareamos la perdiz con las frases protocolarias de rigor y enseguida entramos en materia: «José Manuel Lara -nos explicó- quiere un título nobiliario a toda costa y le ha dicho a Fernando Almansa que si no se lo dan piensa publicar tu libro a todo trapo. Almansa se lo contó al Rey, el Rey a Emilio Alonso Manglano y Manglano me lo ha contado a mí. Y lo peor de todo -añadió- es que durante la conversación, que ha sido muy tensa, me ha acusado de ser tu fuente. Dice que yo voy contando por ahí todos los líos de faldas del Rey».
Estuvimos hablando un buen rato. Almansa era su sustituto en la jefatura de la Casa del Rey y Manglano, el director del CESID. Sabino nos dijo que había depositado sus papeles personales en una notaría, con instrucciones detalladas para que se hicieran públicos si a él le pasaba algo. Almansa y Manglano lo sabían. Por eso solían culparle de cualquier filtración comprometedora contra el Rey.
A Sabino, como es lógico, no le conté quiénes habían sido mis fuentes, pero no tuve ningún inconveniente en darle a leer una copia del capítulo del libro que tanto revuelo estaba organizando en el Palacio de la Zarzuela (...). «Todo lo que cuentas aquí es absolutamente cierto». Luego cogió el libro que estaba sobre la mesita de centro y lo abrió por una página que, a modo de señal, tenía doblada una esquina. Era uno de los documentos incluidos en el anexo, una carta del Rey Juan Carlos dirigida al sha de Persia en 1977. Invocando el nombre de Adolfo y el peligro que representaba una posible victoria del socialismo español, que aún era marxista, le solicitaba un préstamo de 10.000 millones de pesetas.
-¡Joder! -exclamé al fijarme en la multimillonaria cantidad del préstamo solicitado.
-Imaginaos por un momento lo que pasaría si esta carta se hiciera pública en España -nos dijo-. Cuando Alfonso Guerra supo que existía le envió una fotocopia a Felipe González con un tarjetón manuscrito que decía: «Para que veas a quién estamos apoyando. Me parece gravísimo» (...).
Nos dimos la mano y Federico y yo nos fuimos por donde habíamos venido.
A los cuatro días, el teléfono de mi casa volvió a sonar inesperadamente. Esta vez me saludó la voz de Adolfo preguntándome si podía ir a verle. Y fui. Era el 24 de mayo de 1994. Transcribo ahora, literalmente, el relato que Adolfo me hizo tal y como lo consigné en mi cuaderno de notas: «El Rey me había convocado para ayer lunes a las doce de la mañana. Cuando llegué al Palacio de la Zarzuela me pasaron a la sala de visitas de la gente importante. Llegué a las doce menos cinco. El Rey sabe que yo no espero más de un cuarto de hora. Cuando estoy encendiendo un cigarro llega un ayudante del Rey y me dice que si no me importa trasladarme a otra sala de estar más pequeña. Accedí, aunque un poco mosqueado. A los pocos minutos sale el Rey, atemorizado ante la posibilidad de que yo me vaya por hacerme esperar demasiado, y me dice: ''Perdona, Adolfo, ha habido un malentendido en mi secretaría y os han convocado al mismo tiempo a otra persona y a ti. Mira, ven y verás de quién se trata". Entonces me encontré a Felipe. Los dos pusimos cara de gran perplejidad. Cuando me recibió a solas, al cabo de un rato, me dijo que estaba preocupado por tu libro y me preguntó si yo tenía noticias. Le dije que sí, que habíamos estado hablando y que me habías mandado el capítulo que hablaba de él (...). Por la tarde los Reyes viajaron a Mauritania. Cuando sólo llevaba quince minutos en mi despacho sonó el teléfono. Era el Rey desde Mauritania. Me dijo que había estado releyendo el capítulo (yo le había autorizado a sacar una fotocopia) y que estaba crecientemente preocupado, convencido de que iban a salir muchas más cosas, que había una campaña contra él y que lo mejor era que el capítulo se suprimiera del libro. Me pidió por favor que te trasmitiera esa petición».
-¿Y qué crees que debo hacer? -le pregunté cuando hubo finalizado su relato.
-Si me preguntas cuál es mi opinión te diré que, éticamente, no tiene derecho a pedírtelo. No se lo merece. El Rey te utiliza mientras te necesita y después te tira como a una colilla. (...) No le tiembla la mano a la hora de dejarte caer. Conmigo lo hizo así durante siete años. Desde mi dimisión apenas tuvimos contacto y no volvió a llamarme ni a demostrarme afecto hasta que se publicó el libro de José Luis de Vilallonga. Lo estuve leyendo durante toda la noche con mi hijo Adolfo y a la mañana siguiente le mandé una nota diciéndole que algunas de las cosas me parecían intolerables. Entre otras cosas me llamaba falangista. Le respondí que yo nunca había sido falangista, sino del Movimiento, que no es lo mismo, y que él había sido más falangista que yo. Que sus discursos cuando era príncipe están publicados y que se pueden recordar. A partir de ahí nuestras relaciones mejoraron. Y luego, la verdad, se portó muy bien durante la enfermedad de mi hija.
-Mira, Adolfo -le dije-, yo no soy ningún insensato y no tengo información suficiente para saber lo que se está cociendo en la vida política ni para valorar el impacto del dichoso libro, así que haré lo que tú me recomiendes. Pero no por el Rey, que conste. Lo hago por ti y porque soy tan imbécil que quiero a mi país y no me gustaría hacerle daño.
Aún estaba terminando de hacer mi proclama patriótica cuando sonó el teléfono. Adolfo tapó el auricular con la palma de su mano y me susurró:
-Es el Rey desde Mauritania.
La conversación duró poco más de un par de minutos. Lo que el Rey le dijera a Adolfo lo desconozco.
-Está tremendamente nervioso -me dijo (...) cuando hubo colgado. Teme que salgan muchas más cosas que le impliquen.
Le conté mi conversación con Sabino y algunas cosas más que no había incluido, por prudencia, en el capítulo del libro. Al oírlo, Adolfo comentó:
-Por lo que me cuentas, las cosas están peor de lo que creía.
Antes de despedirnos me dijo en broma que le iba a decir al Rey que me llamara y que él mismo le propondría que me diera a mí también un título nobiliario.
-¡Ni se te ocurra! -le dije entre risas.
Ya en el umbral de la puerta de su despacho, a modo de despedida, me dijo:
-No descarto la posibilidad de que, muy pronto, me toque ir al despacho del Rey para decirle: «Majestad, no tiene usted más remedio que abdicar por el bien de España».
-Sería una venganza histórica preciosa -le repliqué.
El 7 de octubre de 1994, cuatro meses después de todo aquello, el Rey le concedió a José Manuel Lara el título de marqués del Pedroso. El libro sobre Conde, El ángel caído, se publicó en junio de 1994. Casi todo lo que callé lo contaron otros en libros posteriores (...).
«Los que le llamábamos Adolfo» (La Esfera de los Libros)
- EL MUNDO | Suplemento cronica 621 - Los das en que habl con Surez del Rey y sobre su enfermedad