Todo sobre Bárbara Rey y el rey Juan Carlos

la madre tomo la decision de aguamtar carros y carretas hace años, y no precisamente por el bien del pais..( pues por que?? por el hijo? tampoco.....perdia demasiadas cosas ... es toda una profesional de la discrecion


Pero entonces...por que? No creo que por amor a su estatus. Falta de aprecio a si misma?
 
  1. ENTREVISTREINA SOFÍA
La reina Sofía, rota por el 'caso Bárbara Rey': "Lo estoy pasando muy mal"

Así se lo confesó a una persona muy próxima el lunes tras aparecer abatida en un acto público, acompañada de los reyes y del mismo Juan Carlos I. Los años de infidelidades del monarca emérito.

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La reina Sofía el pasado 23 de enero en los Premios Nacionales del Deporte. Gtres

JUAN LUIS GALIACHO @jlgaliacho
28.01.2017 01:12 h.

  1. REINA SOFÍA
  2. CORINNA ZU SAYN-WITTGENSTEIN
  3. JUAN CARLOS I
  4. BÁRBARA REY
Finales de agosto de 1992. Recién acabados los Juegos Olímpicos de Barcelona y con la Expo de Sevilla todavía en su esplendor. El entonces jefe de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo, llama por teléfono al periodista Jaime Campmany. La revista Época, que él dirigía, acababa de sacar al mercado su número 392 con el título La dama del rumor: Atribuyen al Rey una relación sentimental con Marta Gayá, con foto en portada de esta última y firmada por mí.

Sabino le cuenta a Campmany que le llama desde el punto de vista personal, no como jefe de la Casa del Rey: “Mira, Jaime, te llamo desde el punto de vista humano; la reina está rota, no para de llorar, no hay persona que pueda consolarla. Te pido, desde nuestra amistad, que dejes de publicar más cosas sobre el rey y Marta Gayá, es lo único que podemos hacer por la reina como mujer”.

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Hoy, casi 25 años después, la historia se repite. Este pasado lunes, 23 de enero, la reina emérita, doña Sofía, presidía junto a don Juan Carlos y los reyes Felipe y Letizia el acto de entrega de los Premios Nacionales del Deporte 2017 que concede el Consejo Superior de Deportes y que se celebró en el Palacio de El Pardo. Ese mismo día Pilar Urbano contaba en EL ESPAÑOL a través de sus 'Cuadernos Cerrados' la historia de cómo un diamante de dos millones sirvió de prenda entre Bárbara Rey y Juan Carlos. El fin de semana era este periodista quien contaba toda la historia de uno de los episodios más oscuros en la complicada trama de las supuestas aventuras amorosas del hoy rey emérito Juan Carlos de Borbón con Bárbara Rey.

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Los reyes durante los Premios Nacionales del Deporte 2017. Gtres



Tanto en los prolegómenos como después del acto de entrega de los Premios Nacionales del Deporte, se podía atisbar a una reina Sofía triste, abatida y apagada. Un pequeño círculo de personas próximas comentaba en privado que estaba desolada. Y así, incluso, lo comentó ella en audiencia privada: “Lo estoy pasando muy mal". Se refería a la aparición de nuevo en los medios de comunicación de los amoríos del rey Juan Carlos. Hoy, la reina se refugia cada vez más en su propia familia, siempre tan unida y ahora protectora de doña Sofía: su hermano Constantino, su hermana Irene y su prima Tatiana. Reside sola en España e intenta llevar con el mayor temple posible el revuelo mediático, aunque no siempre lo consigue.

No tiene confidentes en Madrid, no se la ve nunca con la infanta doña Pilar. Y apenas va ya a Londres. Sus hermanos Irene y Constantino no residen ya en la capital británica. Ahora sus pequeñas escapadas, que le sirven para sobrellevar la situación, las realiza a Atenas. Allí dicen que el millonario armador Domikos le reserva una suite en el hotel Grande Bretagne, el más lujoso hotel de la capital helena en la plaza Syntagma. También viaja discretamente a Suiza, donde además de poder ver a sus nietos y a su hija, la infanta Cristina, reside su prima Tatiana, su gran apoyo. No es la primera vez, afirman quienes la conocen, que ha sufrido tanto, “está acostumbrada a estos escándalos”.

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Doña Sofía e Irene de Grecia en la boda del príncipe Leka II de Albania y Elia Zaharia en Tirana en octubre de 2016. Gtres



Pero en la intensa vida amorosa de don Juan Carlos lo más difícil es diferenciar el rumor de la realidad, habida cuenta de los infinitos rumores que han circulado durante años apuntando nombres tan variopintos como Nadiuska, Raffaella Carrá, Paloma San Basilio o hasta Sara Montiel, sin olvidar algo tan absolutamente improbable como un posible flirteo con Diana de Gales; sin duda, fruto de fantasías muy fértiles. Pero las relaciones con Marta Gayá, Barbara Rey y la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein han sido más que suposiciones.

SU RELACIÓN CON MARTA GAYÁ
Durante muchos años, la decoradora Marta Gayá formó parte del núcleo duro de amistades que rodeaban al rey don Juan Carlos en Mallorca, junto al príncipe Tchokotua y su entonces mujer Marieta Salas o el aristócrata-escritor José Luis de Villalonga. Un grupo en el que el primer requisito era la discreción, y en el que entraban y salían “otros amigos” dependiendo de su “prudencia”. Cualquier filtración o rumor era suficiente para que se le “expulsara” del mismo.

En este punto Marta Gayá siempre lo ha cumplido a rajatabla. Siempre ha sido muy difícil captarla en cualquier acto público junto al monarca. Hija de una acaudalada familia mallorquina con recursos económicos propios, se casó muy joven con un ingeniero de renombre, de quien tiene una hija y del que se divorció al poco tiempo. Conoció a don Juan Carlos en 1978 y su relación más íntima comenzaría más tarde, a finales de los años 80, aunque su nombre no saltaría a la prensa hasta 1990, tras un cúmulo de circunstancias. El primer medio en publicar algo sobre el amor mallorquín del rey fue la revista Tribuna, dirigida por el fallecido periodista Julián Lago, aunque muy solapadamente.

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Bárbara Rey en su casa, junto a la piscina donde terminó la maleta del CESID. Interviu

El rey empezó a perder la cabeza por la catalana Marta Gayá, una mujer alta y esbelta, de ojos verdes, una profesional seria, una señora respetable, siete años más joven que el rey y residente en la isla de Mallorca todo el año, en un lujoso chalé en La Mola. Por entonces don Juan Carlos acababa de entrar en la cincuentena. Tras más de 25 años de matrimonio con la reina Sofía, y una lista de amantes a la cual nadie se aventura ya a poner cifras, empezó a pasar muchos fines de semana con ella y otros periodos no vacacionales.

El monarca empezó a descuidar las obligaciones familiares e, incluso, las oficiales. En un principio sus encuentros eran protegidos con gran cautela, los periodistas que cubríamos la información en Mallorca siempre estábamos atentos a cualquier salida de don Juan Carlos, pero públicamente nunca se le vio con Marta.

Fue la atracción que tenía el uno por el otro lo que hizo que el secreto durara poco. Fue el viernes 29 de junio de 1990, con ocasión de las regatas de la Copa del Rey, cuando don Juan Carlos ofreció en el Beach Club de Mallorca una cena en honor de Karim Aga Khan y de Alberto de Mónaco. Allí saltó la sorpresa. La reina Sofía fue una las primeras personas en enterarse. Asistían al convite unos 200 comensales, y cuando todos estaban ya sentados, llegaron el rey, la reina y sus invitados ilustres.

Sin embargo, todavía había una mesa vacía. Ya casi en los postres, se presentaron José Luis de Villalonga, Marta Gayá y el príncipe Tchokotua con su mujer, Marieta Salas. Y en lugar de enfadarse, el rey se levantó de la silla y fue a saludarles efusivamente, gesto que denigró a la reina. Los presentes comentaron que aquello era hacer más o menos pública la relación de don Juan Carlos con Marta Gayá. En círculos monárquicos se consideró que no había otra explicación a la falta de tacto que había mostrado con la reina. Desde entonces doña Sofía siempre sospechó.

Pero la aventura con Marta Gayá se convirtió en un problema meses más tarde. En primer lugar, porque las relaciones del monarca siempre habían sido más breves e intermitentes, y ésta empezaba a tener más intensidad y duración. La relación parecía más seria de lo normal, y podía hacer temblar hasta la estabilidad del matrimonio real. Marta, señora adscrita a la burguesía mallorquina, llevó aquello muy discretamente a pesar de ser un secreto a voces del que siempre se habló en los círculos monárquicos. Hasta se habló de una hija nacida de esos amores en Suiza el año en que el rey desapareció. La propia Marta Gayá siempre intentó evitar dañar lo más mínimo posible a doña Sofía. Los encuentros tenían lugar preferentemente en Mallorca, en Gstaad (Suiza) o en París, donde ella se instalaba en casa de José Luis de Vilallonga y de su segunda esposa Silyanne a la espera de ser llamada por Su Majestad.

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Marta Gayá durante la pasarela Cibeles Madrid Fashion Week en 2008. Gtres

Pero la relación empezó a tener consecuencias políticas y se convirtió en un serio conflicto cuando el rey desapareció del mapa. Fue el expresidente socialista Felipe González, quien el 18 de junio de 1992 a la pregunta de un periodista sobre el nombramiento del ministro que sustituiría en Asuntos Exteriores a Francisco Fernández Ordóñez, tras la renuncia de este el 2 de junio de 1992, apenas dos meses antes de su fallecimiento, quien levantó las sospechas: "No he podido hacerlo porque el rey no está". Pero don Juan Carlos no tenía ningún viaje previsto en la agenda oficial.

La excusa fue que el monarca estaba en Suiza para someterse a un chequeo rutinario. Sin embargo, Fernández Campo desmintió la noticia al día siguiente en la radio, y dijo literalmente sobre el viaje: "Bueno, lo que yo creo y lo que se me ha dicho es que está descansando, un pequeño descanso, descanso de montaña que le viene muy bien". La opinión pública ya dudaba y se produjeron todo tipo de suspicacias. Otra vez Sabino Fernández Campo entró en escena y recomendó a don Juan Carlos que volviera rápidamente a España. El rey se encontraba en Suiza, en una localidad próxima a Saint-Moritz, junto a Marta Gayá y su amigo el príncipe Txokotua, para animar a la decoradora catalana que había sufrido una crisis de ansiedad tras vivir en directo la muerte en accidente de coche de los amigos de ambos, el propietario de la compañía Spantax, Rudy Bay, y de su compañera Marta Girod.

Don Juan Carlos regresó el sábado 20 de junio por la mañana, despachó con Felipe González antes del mediodía y comió en privado con el presidente de Sudáfrica, Fredierik De Klerk, que estaba en Madrid de visita oficial. Por la noche ya estaba de nuevo en Suiza. Dejó plantada, sola, a doña Sofía, entre lloros, en la celebración familiar del último aniversario de don Juan, que cumplía 69, y que se celebró en el Club Financiero de la calle Génova de Madrid, junto a la Plaza de Colón. La reina, al día siguiente, presidió, sustituyendo al monarca, la apertura de la Cumbre Iberoamericana. La desaparición del rey desde el 15 al 23 de junio, víspera de su santo, levantó por primera vez en España todo tipo de especulaciones sobre una supuesta relación extramatrimonial. Y la polémica ya no se detuvo.

Días después, el diario El Mundo, dirigido entonces por Pedro J. Ramírez, publicaba que, como consecuencia de la escapada, se había incurrido en un presunto delito de falsificación de documento público. Según se reflejó en el BOE el rey había firmado una ley en Madrid (la sanción real de la ley de creación de la Universidad de La Rioja) el día que estuvo en Suiza (el 18 de junio). "O el lugar es falso, o la fecha es falsa o la firma es falsa", señalaba El Mundo. Y además advertía de que, aunque el rey no está sujeto a responsabilidad según la Constitución, el presunto delito se correspondía, atendiendo al Código Penal, con una pena de entre 6 y 12 años de prisión mayor.

El escándalo continuó, y cuando parecía que ya todo se había calmado, a primeros de agosto el semanario parisino Point de Vue abrió una nueva brecha entrando en las intimidades de la familia real española, entre ellas las supuestas relaciones de don Juan Carlos. Point de Vue había telefoneado a la clínica en la que el rey había estado supuestamente descansando en Suiza y les colgaron el teléfono apresuradamente. Días más tarde, el 18 de agosto de 1992, la revista italiana Oggi publicaba un reportaje sobre las relaciones del rey con Marta Gayá. Al día siguiente, lo reproducía El Mundo en una nota de portada, ampliada con más información en el interior. El reportaje de El Mundo provocó las iras del rey Juan Carlos. Pero escasos días después salía publicado en la revista Época, en portada, la foto de Marta Gayá con un titular contundente: Atribuyen al Rey una relación sentimental con Marta Gayá. La confirmación pública de esta supuesta amistad provocó un terrible abatimiento en la reina doña Sofía, algo similar a lo que ha ocurrido actualmente tras la aparición de nuevo en la prensa de su relación con la vedette Bárbara Rey.

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Portada de Época.

Los servicios secretos españoles acusaron al exbanquero Mario Conde de la filtración, que en el caso de Bárbara Rey también estuvo de por medio. Sin embargo, el expresidente de Banesto culpó a Sabino Fernández Campo del desaguisado, cosa que después sirvió a Conde para recomendar al rey que lo cesara del cargo, algo que ocurriría un año después, y situar en el puesto a su fiel acólito Fernando Almansa. Después de ese verano tumultuoso, Marta Gayá dejó de aparecer en las primeras planas de la prensa española. Marta vive actualmente a medio camino entre su piso en un barrio céntrico de Madrid y su apartamento en Palma. Viaja a menudo a Miami con su amigo el galerista mallorquín Joan Guaita. Parte del verano se aleja de Mallorca y suele pasarlo con el matrimonio Bergareche en las Islas Griegas.

LAS 'OTRAS' RELACIONES DEL REY
En las relaciones personales del hoy rey emérito cabe diferenciar tres épocas claramente marcadas. La primera, los años de su vida entre Estoril y Madrid previos a su matrimonio. Años que incluyen desde los primeros devaneos de la adolescencia con jóvenes de su entorno, como una de las hijas de la familia Posser de Andrade, hasta con la bella, avanzada y moderna aristócrata belga Chantal Stucky de Quay, hija del conde Stucky de Quay, luego casada y divorciada del español Alberto Coronel y ahora dueña de una tienda de tono en Estéril. O su sonadísimo romance, de fuerte carga sexual, con Olghina Nicolis de Robilant. De él anduvieron enamoriscadas las princesas Isabelle y Hélène de Orleans, hijas de los condes de París, pero aquello, como el romance real y continuado en el tiempo con la princesa Maria Gabriela de Saboya, fueron seguramente relaciones más platónicas y dentro del orden de lo conveniente en los circuitos regios que otra cosa.

La relación con la “frívola” Olghina Nicolis de Robilant duró hasta su boda con doña Sofía en 1962. Según los especialistas en Casa Real, “ninguno de aquellos amoríos debió de ser exclusivo sino simultaneado”. También se habló por entonces de la bella Charo Palacios, luego condesa de Montarco y musa de Elio Berhanyer, de quien se dice que durante años tuvo una gran influencia sobre él, aunque sus amoríos fueron en los tiempos de Estoril.

La segunda época es la que va desde su matrimonio con la reina hasta la muerte de Francisco Franco. Fueron años sin duda más sobrios pues el dictador, que tenía al príncipe sometido a un estricto control, no hubiera permitido devaneos de ese tipo. Dicen que lo que pudiera haber por entonces habría tenido lugar con más probabilidad en viajes fuera de España. A eso hay que añadir la parca economía de los príncipes en aquellos años.

La tercera época es la que comienza con el reinado y la libertad de acción que eso le permitió en base a su código moral. La primera gran quiebra de la pareja tuvo lugar en enero de 1976 cuando doña Sofía, aparentemente enterada de una sonada infidelidad, se marchó a la India llevándose con ella a sus tres hijos permiso explícito del Gobierno. Aquello dio lugar a una gran rumorología, y se cubrió bajo la pantalla de un viaje de la reina y sus hijos a la ciudad de Madrás para visitar allí a su madre la reina Federica de Grecia. Parece que aquella marcha de la reina se debió a una relación del rey con una folclórica, que podría haber sido Sara Montiel.

LAS RELACIONES MÁS CONSISTENTES
Pero las tres relaciones importantes de las que se tiene constancia, por ser las que se mantuvieron por más largo tiempo, son las conocidas: Bárbara Rey, Marta Gayá y Corinna zu Sayn-Wittgenstein.

Algunos han hablado de la periodista inglesa Selina Scott, pero para los especialistas en la Casa Real aquello fue más un tonteo que algo serio. El encuentro tuvo lugar cuando ella vino a España para filmar un documental sobre la vida de los reyes. Selina venía recomendada por el rey Constantino de Grecia, que es quien le abrió las puertas de Zarzuela pues, se dice, era él quien había tenido algún affaire con ella. Cuando Scott consiguió el permiso de la Casa Real para realizar la entrevista de la que resultaría un documental sobre el rey, nunca imaginó que llegaría a mantener una relación tan cercana con don Juan Carlos.

El que fuera jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo, había desaprobado el citado documental de Scott para la televisión británica. De hecho, llegó a decir: “Sin duda el vídeo es un gran éxito para la reportera Selina Scott, pero no lo es para la Familia Real”. Sin embargo, por entonces Fernando Almansa era ya el jefe de la Casa Real en sustitución de Fernández Campo y no hubo problema. Lo cierto es que la atractiva e inteligente periodista mostró a un rey , que coqueteaba con la periodista, lo que desató todo tipo de rumorologías.

La primera relación seria del monarca fue con Bárbara Rey, antes que con Marta Gayá. Comenzó a principios de la Transición. Se hicieron amigos por medio de Adolfo Suárez, otro amigo de la entonces vedette en una etapa en la que ella apoyaba al líder de UCD. La relación, iniciada a comienzo de los años ochenta, continuó de manera intermitente a lo largo de muchos años, hasta que un buen día, en el mes de junio de 1994, don Juan Carlos, con frases amables, le hizo saber que la historia había acabado. Pero Bárbara no estaba dispuesta a pasar página tan fácilmente, y más de dos décadas después siguen saliendo más detalles a la luz.

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Selina Scott entrevistó a don Juan Carlos en 1992. Efe



Mientras que la relación del monarca con Bárbara Rey fue intermitente, la unión con Marta Gayá fue una relación casi matrimonial que se alargó en el tiempo hasta la aparición de la ínclita Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la “amiga entrañable”. La princesa alemana (de soltera Corinna Larsen) y don Juan Carlos se conocieron en una cacería en Ciudad Real, en el año 2004.

Ella, aunque aún no se había divorciado de su segundo marido, hacía ya vida separada. Desde entonces mantendría una larga relación con el rey Emérito no exenta de altibajos. Don Juan Carlos la introdujo en los círculos de la buena sociedad madrileña presentándola en cenas, acudiendo a monterías e incluso formando parte de la comitiva real en viajes de Estado. Tras estudiar Relaciones Internacionales en Ginebra, marchó a París con 21 años para trabajar. Tres años después contrajo matrimonio con Philips Adkins, padre de su primera hija y hombre de confianza del rey en la actualidad. De hecho, estaba en la cacería de Botsuana junto al monarca y Corinna. En el año 2000, Corinna se convirtió en princesa consorte al contraer matrimonio con Johann Casimir zu Sayn-Wittgenstein. El acuerdo de divorcio permitió a la aristócrata utilizar el título de princesa y el apellido de la familia de su ex de manera vitalicia, algo que ha utilizado para sus negocios. El campo de acción de zu Sayn-Wittgenstein siempre ha estado principalmente en el Golfo Pérsico y los países de la extinta Unión Soviética. Hay que recordar que la princesa era una de las organizadoras de cacerías para estos magnates a través de la influyente armería británica, Boss, de la que era directora general.

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Juan Carlos I y Corinna en Barcelona, el 22 de mayo de 2006.

Todo se torció con la funesta cacería de elefantes en Botsuana. La madrugada del 14 de abril de 2012 en la que un avión devolvió al rey a España para ingresar directamente en el hospital San José de Madrid. En estos últimos años, Corinna ha seguido con su papel estelar, eso sí, más discreto, pero influyente. Sigue con su base de operaciones en Mónaco, donde es persona cercana al príncipe Alberto e incluso enseñó “buenas formas” a su mujer, Charlène de Mónaco.

Durante mucho tiempo la vida privada del monarca español sólo se publicó en revistas internacionales. Por ejemplo, el periódico inglés The Daily Telegraph no dudó en airear el gusto del Rey por las mujeres. Hoy, la prensa española ya acapara en sus portadas los supuestos escándalos sentimentales. Con el paso de los años parece que la relación con Marta Gayá ha sido una simple anécdota al lado de todo lo que ha venido. El rey Juan Carlos I ha estado considerado durante años en Europa como un 'bon vivant
 
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OPINIÓN46/46
VERDAD JUSTICIA REPARACIÓN/ OPINIÓN

Los miedos, los borbones y otros cuentos de navidad




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29.12.2016 19:00

Luis Suárez

La Comuna expresos y expresas de la dictadura franquista

Lo ha declarado recientemente Juan Luis Cebrián, consejero delegado del grupo PRISA, como parte de la información revelada en el libro autobiográfico cuya promoción prenavideña ha sido la causa de su reciente despliegue de locuacidad: el miedo fue el motor del consenso en la transición (Babelia, 11-12-2016).

No creo que esa revelación sorprenda a casi nadie, al menos no a quienes vivimos aquella segunda mitad de la década de los 70 en el uso de la razón. Sin embargo, sí puede sorprendernos que un hecho bastante obvio sea admitido por alguien que ha formado parte de la extensa nómina de líderes políticos y mediáticos empeñados tozudamente durante todos estos años en hacernos creer que los pactos de la transición fueron la mejor opción posible, libre y deseada por todos sus firmantes y apologetas.

Ahora resulta que más que la mejor opción, el modelo político pergeñado en la transición, el llamado ‘régimen del 78’, era en realidad la opción forzada por el miedo, es decir, una opción obligada bajo chantaje.

Pero ¿qué miedo? Pues un miedo con dos caras: Por un lado, el temor de los franquistas a ser procesados y juzgados por sus fechorías y crímenes; de otro, el miedo de las fuerzas de izquierda firmantes a una posible reacción militar.

Dos miedos, pero ninguna simetría. El miedo de los criminales franquistas, perfectamente justificado. Conscientes de sus delitos sin fin contra los derechos humanos, contra la propiedad, contra la vida; sabedores de que ‘a todo cerdo le llega su sanmartín’, o, verbigracia, que a todo criminal amparado por un régimen dictatorial le llega su momento de rendir cuentas cuando dicho régimen se desmorona. Los franquistas conjugaron sus miedos imponiendo una ley de punto final bajo la forma de amnistía, en realidad amnesia obligada. Una amnistía sin previo procesamiento ni condena no es una amnistía sino una simple renuncia a la verdad y la justicia.

En el otro lado de la mesa, el miedo de las fuerzas de izquierda firmantes (recordemos, fundamentalmente PCE y PSOE y sus organizaciones afines), sumamente sobreactuado: tanto la oligarquía económica y financiera de nuestro país como la comunidad internacional, y, sobre todo, la inmensa mayoría de la sociedad española, hubieran aislado inmediatamente cualquier conato de resistencia violenta por parte de algún sector del ejército o fuerzas armadas. Así se demostró pocos años más tarde con el ‘Tejerazo’. La izquierda constitucional espantó sus miedos cediendo a la amenaza de un supuesto ‘ruido de sables’.

Dos renuncias, pero tampoco simetría alguna. La derecha renunció a aquello de lo que en su gran mayoría ya había decidido desembarazarse hacía tiempo, es decir, la dictadura franquista, un sistema impresentable y podrido que era ya una rémora para sus propios intereses como capitalismo expansivo necesitado de homologación internacional.

La izquierda mayoritaria, por su parte, renunció a una larga serie de objetivos siempre defendidos como parte de las bases imprescindibles del nuevo escenario democrático: depuración del aparato del estado franquista; exigencia de responsabilidades por los crímenes de la dictadura; cuestionamiento del modelo monárquico impuesto por Franco; reconocimiento de los derechos de las nacionalidades históricas; revisión de los acuerdos y privilegios de la iglesia… En definitiva, renuncia a la llamada ‘ruptura democrática’ con el franquismo, defendida hasta el día anterior por esos mismos partidos.

Ese reconocimiento del auténtico ‘motor’ de los pactos de la transición tiene como es lógico su corolario: Si el régimen del 78 fue en buena parte producto del miedo, y si ese miedo y las concesiones derivadas del mismo fueron muy desequilibrados, originando un grave déficit democrático en nuestro actual modelo político, incluyendo la total impunidad del franquismo,… ¿por qué habríamos de dar por buenas o definitivas esas renuncias 40 años más tarde? ¿O es que sigue estando vigente hoy el chantaje del ‘ruido de sables’?

Precisamente a la impunidad del franquismo parece haber querido dedicar el monarca borbón alguna de sus frases en su infumable discurso navideño, este año particularmente partidista.

“Son tiempos para profundizar en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas.”

Más allá de esa vacua retórica de los brazos y las manos (que se lo cuente a los emigrantes y refugiados que se ahogan en el Mediterráneo, que se despellejan con las concertinas, o que sufren prisión ilegal y torturas en los CIEs), parece claro a quién va dirigido lo de los viejos rencores y las heridas cerradas.

No se dirige desde luego a la reconciliación en Euskadi, como reclama la mayor parte de la sociedad de ese territorio, exigiendo pasos definitivos hacia la pacificación de un gobierno enrocado precisamente en el ‘rencor’ y en mantener abiertas las heridas.

Viniendo de quien viene, ese mensaje no puede tener otro sentido que el de mantener sellado el sepulcro blanqueado del franquismo. Resulta no obstante insólito que la supuesta neutralidad del borbón se haya saltado en este caso con un pronunciamiento tan descarado como ofensivo, provocando entre otras la reacción inmediata de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que ha denunciado el discurso ante el Defensor del Pueblo, pidiéndole que recuerde al monarca su obligación de respetar los derechos humanos.

Lo que nos faltaba a estas alturas del partido a las víctimas del franquismo es que un jefe de estado sin legitimidad democrática alguna, entronizado por herencia genética a partir de un dedazo del dictador, pretenda hacerle eco al coro de los neofranquistas para quienes el pacto de impunidad de la transición resulta intocable por los siglos.

Pues bien, instruyamos tanto al borbón como a quienes le escriben los discursos con varias nociones básicas:

  • Tal como han reiterado los organismos de derechos humanos internacionales, invocando normas y convenios suscritos también por España, los crímenes contra la humanidad, como son los de violación de derechos humanos y represión política de la dictadura, ni prescriben ni son amnistiables.
  • Los crímenes franquistas no son heridas cerradas, sino abiertas y sangrantes, nunca investigados, nunca sujetos a la justicia, nunca castigados los culpables, nunca reparados sus daños.
  • La marea contra la impunidad franquista no ha hecho sino iniciar su desarrollo, es imparable y arrolladora, arrancó en Buenos Aires en 2010 y ahora avanza desde cientos de ayuntamientos y juzgados del estado español.
  • El miedo a los cuerpos armados, si puede servir como explicación de las renuncias de la transición, resulta hoy simplemente ridículo como posible espantajo contra la verdad y la justicia.
Tomando en cuenta estas sencillas ideas esperamos que en la nochebuena de 2017 nos ahorren el bochorno de otra provocación como la de este discurso.


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PUNTO DE FISIÓN/ DAVID TORRES

Majestá, está to pagao




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27.01.2017 06:10

Normalmente, una exclusiva se mide por su repercusión en otros medios según un patrón de alcance semejante al de la piedra que va rebotando en la superficie de un lago. Cuanto más rebotes, más repercusión. No obstante, a veces la noticia es tan incómoda y tan gorda que se hunde de un solo chapuzón. Por eso publicar noticias sobre el ex rey de España es como intentar hacer ranas con la lápida de un cementerio. Nos pasó en Público en abril de 2013, con la acojonante revelación de que Juan Carlos de Borbón actuaba como confidente de Kissinger en sus tiempos de principito. ¿El futuro rey de España revelando secretos de estado a un mandatario extranjero? El notición se fue derecho al fondo. Ni siquiera nos cerraron el periódico, no fuese a enterarse alguien.

De igual modo, podemos medir la exclusiva que dimos ayer sobre el chantaje de la brigada política de Fernández Díaz al CNI y a la Casa Real en términos análogos a los de esos maremotos en medio del Pacífico que se salen de la escala, parece que van a arrasar Japón y luego, como mucho, tiran abajo un castillo de arena en la playa. A las nueve prácticamente ni una sola radio se había hecho eco del escándalo, a media mañana no nos había repicado casi ningún diario digital, al mediodía ni siquiera habían dado la noticia en los telediarios. Por la tarde, en la redacción, corrían felicitaciones y se descorchaban botellas de champán: ya podíamos estar seguros de que teníamos un bombazo informativo increíble, tan increíble que aún no se lo creía nadie. Después, tras la resaca, alguien pensó que tal vez nos habíamos precipitado en nuestra ansia periodística. Sí, tal vez teníamos que haber esperado un poco para que los lectores pudieran digerir el bocata, digamos, unos veinte años. Después de todo, Corinna Sayn-Wittgenstein, la amiga entrañable del monarca, todavía no disfruta del tirón mediático de Bárbara Rey. Y además es nieta de un filósofo. De lo que no se puede hablar, se debe callar.

Cortázar escribió una vez sobre un concierto donde el estruendo de los aplausos era tan enorme que empezaba a parecerse al silencio. Aquí ocurre exactamente al revés: el silencio resulta tan unánime que te deja sordo. Al fin y al cabo no se trata de una noticia con veinte años de retraso, como la del rey con la futura domadora de elefantes, una exclusiva que había permanecido dos décadas en la sección de ultracongelados y que en su día ya había dado otro periódico. Por eso no es sencillo explicar los resortes ocultos de este silencio sobre un chantaje policíaco a la Casa Real sabiendo que implica elementos tan jugosos como las cuentas secretas de Corinna en Suiza y en Turquía, la larga sombra del ministro del Monólogo Interior Fernández Díaz, el ínclito y ubérrimo pequeño Nicolás o el no menos ínclito y ubérrimo comisario Villarejo.

Probablemente haya una razón más pedestre para que la ciudadanía española, desde hace muchos años, haya decidido mirar para otro lado en todo este feo asunto de pagarle al Campechano sus rolletes extramatrimoniales con dinero de los fondos reservados. Somos esa clase de país donde mejor pasar por sordo que pasar por tonto. No me hagan mucho caso, pero me da a mí que todo este vertedero va a dar mucho juego en el Sálvame De Luxe
 
  1. ENTREVISTREINA SOFÍA
La reina Sofía, rota por el 'caso Bárbara Rey': "Lo estoy pasando muy mal"

Así se lo confesó a una persona muy próxima el lunes tras aparecer abatida en un acto público, acompañada de los reyes y del mismo Juan Carlos I. Los años de infidelidades del monarca emérito.

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La reina Sofía el pasado 23 de enero en los Premios Nacionales del Deporte. Gtres

JUAN LUIS GALIACHO @jlgaliacho
28.01.2017 01:12 h.

  1. REINA SOFÍA
  2. CORINNA ZU SAYN-WITTGENSTEIN
  3. JUAN CARLOS I
  4. BÁRBARA REY
Finales de agosto de 1992. Recién acabados los Juegos Olímpicos de Barcelona y con la Expo de Sevilla todavía en su esplendor. El entonces jefe de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo, llama por teléfono al periodista Jaime Campmany. La revista Época, que él dirigía, acababa de sacar al mercado su número 392 con el título La dama del rumor: Atribuyen al Rey una relación sentimental con Marta Gayá, con foto en portada de esta última y firmada por mí.

Sabino le cuenta a Campmany que le llama desde el punto de vista personal, no como jefe de la Casa del Rey: “Mira, Jaime, te llamo desde el punto de vista humano; la reina está rota, no para de llorar, no hay persona que pueda consolarla. Te pido, desde nuestra amistad, que dejes de publicar más cosas sobre el rey y Marta Gayá, es lo único que podemos hacer por la reina como mujer”.

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Hoy, casi 25 años después, la historia se repite. Este pasado lunes, 23 de enero, la reina emérita, doña Sofía, presidía junto a don Juan Carlos y los reyes Felipe y Letizia el acto de entrega de los Premios Nacionales del Deporte 2017 que concede el Consejo Superior de Deportes y que se celebró en el Palacio de El Pardo. Ese mismo día Pilar Urbano contaba en EL ESPAÑOL a través de sus 'Cuadernos Cerrados' la historia de cómo un diamante de dos millones sirvió de prenda entre Bárbara Rey y Juan Carlos. El fin de semana era este periodista quien contaba toda la historia de uno de los episodios más oscuros en la complicada trama de las supuestas aventuras amorosas del hoy rey emérito Juan Carlos de Borbón con Bárbara Rey.

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Los reyes durante los Premios Nacionales del Deporte 2017. Gtres



Tanto en los prolegómenos como después del acto de entrega de los Premios Nacionales del Deporte, se podía atisbar a una reina Sofía triste, abatida y apagada. Un pequeño círculo de personas próximas comentaba en privado que estaba desolada. Y así, incluso, lo comentó ella en audiencia privada: “Lo estoy pasando muy mal". Se refería a la aparición de nuevo en los medios de comunicación de los amoríos del rey Juan Carlos. Hoy, la reina se refugia cada vez más en su propia familia, siempre tan unida y ahora protectora de doña Sofía: su hermano Constantino, su hermana Irene y su prima Tatiana. Reside sola en España e intenta llevar con el mayor temple posible el revuelo mediático, aunque no siempre lo consigue.

No tiene confidentes en Madrid, no se la ve nunca con la infanta doña Pilar. Y apenas va ya a Londres. Sus hermanos Irene y Constantino no residen ya en la capital británica. Ahora sus pequeñas escapadas, que le sirven para sobrellevar la situación, las realiza a Atenas. Allí dicen que el millonario armador Domikos le reserva una suite en el hotel Grande Bretagne, el más lujoso hotel de la capital helena en la plaza Syntagma. También viaja discretamente a Suiza, donde además de poder ver a sus nietos y a su hija, la infanta Cristina, reside su prima Tatiana, su gran apoyo. No es la primera vez, afirman quienes la conocen, que ha sufrido tanto, “está acostumbrada a estos escándalos”.

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Doña Sofía e Irene de Grecia en la boda del príncipe Leka II de Albania y Elia Zaharia en Tirana en octubre de 2016. Gtres



Pero en la intensa vida amorosa de don Juan Carlos lo más difícil es diferenciar el rumor de la realidad, habida cuenta de los infinitos rumores que han circulado durante años apuntando nombres tan variopintos como Nadiuska, Raffaella Carrá, Paloma San Basilio o hasta Sara Montiel, sin olvidar algo tan absolutamente improbable como un posible flirteo con Diana de Gales; sin duda, fruto de fantasías muy fértiles. Pero las relaciones con Marta Gayá, Barbara Rey y la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein han sido más que suposiciones.

SU RELACIÓN CON MARTA GAYÁ
Durante muchos años, la decoradora Marta Gayá formó parte del núcleo duro de amistades que rodeaban al rey don Juan Carlos en Mallorca, junto al príncipe Tchokotua y su entonces mujer Marieta Salas o el aristócrata-escritor José Luis de Villalonga. Un grupo en el que el primer requisito era la discreción, y en el que entraban y salían “otros amigos” dependiendo de su “prudencia”. Cualquier filtración o rumor era suficiente para que se le “expulsara” del mismo.

En este punto Marta Gayá siempre lo ha cumplido a rajatabla. Siempre ha sido muy difícil captarla en cualquier acto público junto al monarca. Hija de una acaudalada familia mallorquina con recursos económicos propios, se casó muy joven con un ingeniero de renombre, de quien tiene una hija y del que se divorció al poco tiempo. Conoció a don Juan Carlos en 1978 y su relación más íntima comenzaría más tarde, a finales de los años 80, aunque su nombre no saltaría a la prensa hasta 1990, tras un cúmulo de circunstancias. El primer medio en publicar algo sobre el amor mallorquín del rey fue la revista Tribuna, dirigida por el fallecido periodista Julián Lago, aunque muy solapadamente.

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Bárbara Rey en su casa, junto a la piscina donde terminó la maleta del CESID. Interviu

El rey empezó a perder la cabeza por la catalana Marta Gayá, una mujer alta y esbelta, de ojos verdes, una profesional seria, una señora respetable, siete años más joven que el rey y residente en la isla de Mallorca todo el año, en un lujoso chalé en La Mola. Por entonces don Juan Carlos acababa de entrar en la cincuentena. Tras más de 25 años de matrimonio con la reina Sofía, y una lista de amantes a la cual nadie se aventura ya a poner cifras, empezó a pasar muchos fines de semana con ella y otros periodos no vacacionales.

El monarca empezó a descuidar las obligaciones familiares e, incluso, las oficiales. En un principio sus encuentros eran protegidos con gran cautela, los periodistas que cubríamos la información en Mallorca siempre estábamos atentos a cualquier salida de don Juan Carlos, pero públicamente nunca se le vio con Marta.

Fue la atracción que tenía el uno por el otro lo que hizo que el secreto durara poco. Fue el viernes 29 de junio de 1990, con ocasión de las regatas de la Copa del Rey, cuando don Juan Carlos ofreció en el Beach Club de Mallorca una cena en honor de Karim Aga Khan y de Alberto de Mónaco. Allí saltó la sorpresa. La reina Sofía fue una las primeras personas en enterarse. Asistían al convite unos 200 comensales, y cuando todos estaban ya sentados, llegaron el rey, la reina y sus invitados ilustres.

Sin embargo, todavía había una mesa vacía. Ya casi en los postres, se presentaron José Luis de Villalonga, Marta Gayá y el príncipe Tchokotua con su mujer, Marieta Salas. Y en lugar de enfadarse, el rey se levantó de la silla y fue a saludarles efusivamente, gesto que denigró a la reina. Los presentes comentaron que aquello era hacer más o menos pública la relación de don Juan Carlos con Marta Gayá. En círculos monárquicos se consideró que no había otra explicación a la falta de tacto que había mostrado con la reina. Desde entonces doña Sofía siempre sospechó.

Pero la aventura con Marta Gayá se convirtió en un problema meses más tarde. En primer lugar, porque las relaciones del monarca siempre habían sido más breves e intermitentes, y ésta empezaba a tener más intensidad y duración. La relación parecía más seria de lo normal, y podía hacer temblar hasta la estabilidad del matrimonio real. Marta, señora adscrita a la burguesía mallorquina, llevó aquello muy discretamente a pesar de ser un secreto a voces del que siempre se habló en los círculos monárquicos. Hasta se habló de una hija nacida de esos amores en Suiza el año en que el rey desapareció. La propia Marta Gayá siempre intentó evitar dañar lo más mínimo posible a doña Sofía. Los encuentros tenían lugar preferentemente en Mallorca, en Gstaad (Suiza) o en París, donde ella se instalaba en casa de José Luis de Vilallonga y de su segunda esposa Silyanne a la espera de ser llamada por Su Majestad.

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Marta Gayá durante la pasarela Cibeles Madrid Fashion Week en 2008. Gtres

Pero la relación empezó a tener consecuencias políticas y se convirtió en un serio conflicto cuando el rey desapareció del mapa. Fue el expresidente socialista Felipe González, quien el 18 de junio de 1992 a la pregunta de un periodista sobre el nombramiento del ministro que sustituiría en Asuntos Exteriores a Francisco Fernández Ordóñez, tras la renuncia de este el 2 de junio de 1992, apenas dos meses antes de su fallecimiento, quien levantó las sospechas: "No he podido hacerlo porque el rey no está". Pero don Juan Carlos no tenía ningún viaje previsto en la agenda oficial.

La excusa fue que el monarca estaba en Suiza para someterse a un chequeo rutinario. Sin embargo, Fernández Campo desmintió la noticia al día siguiente en la radio, y dijo literalmente sobre el viaje: "Bueno, lo que yo creo y lo que se me ha dicho es que está descansando, un pequeño descanso, descanso de montaña que le viene muy bien". La opinión pública ya dudaba y se produjeron todo tipo de suspicacias. Otra vez Sabino Fernández Campo entró en escena y recomendó a don Juan Carlos que volviera rápidamente a España. El rey se encontraba en Suiza, en una localidad próxima a Saint-Moritz, junto a Marta Gayá y su amigo el príncipe Txokotua, para animar a la decoradora catalana que había sufrido una crisis de ansiedad tras vivir en directo la muerte en accidente de coche de los amigos de ambos, el propietario de la compañía Spantax, Rudy Bay, y de su compañera Marta Girod.

Don Juan Carlos regresó el sábado 20 de junio por la mañana, despachó con Felipe González antes del mediodía y comió en privado con el presidente de Sudáfrica, Fredierik De Klerk, que estaba en Madrid de visita oficial. Por la noche ya estaba de nuevo en Suiza. Dejó plantada, sola, a doña Sofía, entre lloros, en la celebración familiar del último aniversario de don Juan, que cumplía 69, y que se celebró en el Club Financiero de la calle Génova de Madrid, junto a la Plaza de Colón. La reina, al día siguiente, presidió, sustituyendo al monarca, la apertura de la Cumbre Iberoamericana. La desaparición del rey desde el 15 al 23 de junio, víspera de su santo, levantó por primera vez en España todo tipo de especulaciones sobre una supuesta relación extramatrimonial. Y la polémica ya no se detuvo.

Días después, el diario El Mundo, dirigido entonces por Pedro J. Ramírez, publicaba que, como consecuencia de la escapada, se había incurrido en un presunto delito de falsificación de documento público. Según se reflejó en el BOE el rey había firmado una ley en Madrid (la sanción real de la ley de creación de la Universidad de La Rioja) el día que estuvo en Suiza (el 18 de junio). "O el lugar es falso, o la fecha es falsa o la firma es falsa", señalaba El Mundo. Y además advertía de que, aunque el rey no está sujeto a responsabilidad según la Constitución, el presunto delito se correspondía, atendiendo al Código Penal, con una pena de entre 6 y 12 años de prisión mayor.

El escándalo continuó, y cuando parecía que ya todo se había calmado, a primeros de agosto el semanario parisino Point de Vue abrió una nueva brecha entrando en las intimidades de la familia real española, entre ellas las supuestas relaciones de don Juan Carlos. Point de Vue había telefoneado a la clínica en la que el rey había estado supuestamente descansando en Suiza y les colgaron el teléfono apresuradamente. Días más tarde, el 18 de agosto de 1992, la revista italiana Oggi publicaba un reportaje sobre las relaciones del rey con Marta Gayá. Al día siguiente, lo reproducía El Mundo en una nota de portada, ampliada con más información en el interior. El reportaje de El Mundo provocó las iras del rey Juan Carlos. Pero escasos días después salía publicado en la revista Época, en portada, la foto de Marta Gayá con un titular contundente: Atribuyen al Rey una relación sentimental con Marta Gayá. La confirmación pública de esta supuesta amistad provocó un terrible abatimiento en la reina doña Sofía, algo similar a lo que ha ocurrido actualmente tras la aparición de nuevo en la prensa de su relación con la vedette Bárbara Rey.

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Portada de Época.

Los servicios secretos españoles acusaron al exbanquero Mario Conde de la filtración, que en el caso de Bárbara Rey también estuvo de por medio. Sin embargo, el expresidente de Banesto culpó a Sabino Fernández Campo del desaguisado, cosa que después sirvió a Conde para recomendar al rey que lo cesara del cargo, algo que ocurriría un año después, y situar en el puesto a su fiel acólito Fernando Almansa. Después de ese verano tumultuoso, Marta Gayá dejó de aparecer en las primeras planas de la prensa española. Marta vive actualmente a medio camino entre su piso en un barrio céntrico de Madrid y su apartamento en Palma. Viaja a menudo a Miami con su amigo el galerista mallorquín Joan Guaita. Parte del verano se aleja de Mallorca y suele pasarlo con el matrimonio Bergareche en las Islas Griegas.

LAS 'OTRAS' RELACIONES DEL REY
En las relaciones personales del hoy rey emérito cabe diferenciar tres épocas claramente marcadas. La primera, los años de su vida entre Estoril y Madrid previos a su matrimonio. Años que incluyen desde los primeros devaneos de la adolescencia con jóvenes de su entorno, como una de las hijas de la familia Posser de Andrade, hasta con la bella, avanzada y moderna aristócrata belga Chantal Stucky de Quay, hija del conde Stucky de Quay, luego casada y divorciada del español Alberto Coronel y ahora dueña de una tienda de tono en Estéril. O su sonadísimo romance, de fuerte carga sexual, con Olghina Nicolis de Robilant. De él anduvieron enamoriscadas las princesas Isabelle y Hélène de Orleans, hijas de los condes de París, pero aquello, como el romance real y continuado en el tiempo con la princesa Maria Gabriela de Saboya, fueron seguramente relaciones más platónicas y dentro del orden de lo conveniente en los circuitos regios que otra cosa.

La relación con la “frívola” Olghina Nicolis de Robilant duró hasta su boda con doña Sofía en 1962. Según los especialistas en Casa Real, “ninguno de aquellos amoríos debió de ser exclusivo sino simultaneado”. También se habló por entonces de la bella Charo Palacios, luego condesa de Montarco y musa de Elio Berhanyer, de quien se dice que durante años tuvo una gran influencia sobre él, aunque sus amoríos fueron en los tiempos de Estoril.

La segunda época es la que va desde su matrimonio con la reina hasta la muerte de Francisco Franco. Fueron años sin duda más sobrios pues el dictador, que tenía al príncipe sometido a un estricto control, no hubiera permitido devaneos de ese tipo. Dicen que lo que pudiera haber por entonces habría tenido lugar con más probabilidad en viajes fuera de España. A eso hay que añadir la parca economía de los príncipes en aquellos años.

La tercera época es la que comienza con el reinado y la libertad de acción que eso le permitió en base a su código moral. La primera gran quiebra de la pareja tuvo lugar en enero de 1976 cuando doña Sofía, aparentemente enterada de una sonada infidelidad, se marchó a la India llevándose con ella a sus tres hijos permiso explícito del Gobierno. Aquello dio lugar a una gran rumorología, y se cubrió bajo la pantalla de un viaje de la reina y sus hijos a la ciudad de Madrás para visitar allí a su madre la reina Federica de Grecia. Parece que aquella marcha de la reina se debió a una relación del rey con una folclórica, que podría haber sido Sara Montiel.

LAS RELACIONES MÁS CONSISTENTES
Pero las tres relaciones importantes de las que se tiene constancia, por ser las que se mantuvieron por más largo tiempo, son las conocidas: Bárbara Rey, Marta Gayá y Corinna zu Sayn-Wittgenstein.

Algunos han hablado de la periodista inglesa Selina Scott, pero para los especialistas en la Casa Real aquello fue más un tonteo que algo serio. El encuentro tuvo lugar cuando ella vino a España para filmar un documental sobre la vida de los reyes. Selina venía recomendada por el rey Constantino de Grecia, que es quien le abrió las puertas de Zarzuela pues, se dice, era él quien había tenido algún affaire con ella. Cuando Scott consiguió el permiso de la Casa Real para realizar la entrevista de la que resultaría un documental sobre el rey, nunca imaginó que llegaría a mantener una relación tan cercana con don Juan Carlos.

El que fuera jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo, había desaprobado el citado documental de Scott para la televisión británica. De hecho, llegó a decir: “Sin duda el vídeo es un gran éxito para la reportera Selina Scott, pero no lo es para la Familia Real”. Sin embargo, por entonces Fernando Almansa era ya el jefe de la Casa Real en sustitución de Fernández Campo y no hubo problema. Lo cierto es que la atractiva e inteligente periodista mostró a un rey , que coqueteaba con la periodista, lo que desató todo tipo de rumorologías.

La primera relación seria del monarca fue con Bárbara Rey, antes que con Marta Gayá. Comenzó a principios de la Transición. Se hicieron amigos por medio de Adolfo Suárez, otro amigo de la entonces vedette en una etapa en la que ella apoyaba al líder de UCD. La relación, iniciada a comienzo de los años ochenta, continuó de manera intermitente a lo largo de muchos años, hasta que un buen día, en el mes de junio de 1994, don Juan Carlos, con frases amables, le hizo saber que la historia había acabado. Pero Bárbara no estaba dispuesta a pasar página tan fácilmente, y más de dos décadas después siguen saliendo más detalles a la luz.

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Selina Scott entrevistó a don Juan Carlos en 1992. Efe



Mientras que la relación del monarca con Bárbara Rey fue intermitente, la unión con Marta Gayá fue una relación casi matrimonial que se alargó en el tiempo hasta la aparición de la ínclita Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la “amiga entrañable”. La princesa alemana (de soltera Corinna Larsen) y don Juan Carlos se conocieron en una cacería en Ciudad Real, en el año 2004.

Ella, aunque aún no se había divorciado de su segundo marido, hacía ya vida separada. Desde entonces mantendría una larga relación con el rey Emérito no exenta de altibajos. Don Juan Carlos la introdujo en los círculos de la buena sociedad madrileña presentándola en cenas, acudiendo a monterías e incluso formando parte de la comitiva real en viajes de Estado. Tras estudiar Relaciones Internacionales en Ginebra, marchó a París con 21 años para trabajar. Tres años después contrajo matrimonio con Philips Adkins, padre de su primera hija y hombre de confianza del rey en la actualidad. De hecho, estaba en la cacería de Botsuana junto al monarca y Corinna. En el año 2000, Corinna se convirtió en princesa consorte al contraer matrimonio con Johann Casimir zu Sayn-Wittgenstein. El acuerdo de divorcio permitió a la aristócrata utilizar el título de princesa y el apellido de la familia de su ex de manera vitalicia, algo que ha utilizado para sus negocios. El campo de acción de zu Sayn-Wittgenstein siempre ha estado principalmente en el Golfo Pérsico y los países de la extinta Unión Soviética. Hay que recordar que la princesa era una de las organizadoras de cacerías para estos magnates a través de la influyente armería británica, Boss, de la que era directora general.

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Juan Carlos I y Corinna en Barcelona, el 22 de mayo de 2006.

Todo se torció con la funesta cacería de elefantes en Botsuana. La madrugada del 14 de abril de 2012 en la que un avión devolvió al rey a España para ingresar directamente en el hospital San José de Madrid. En estos últimos años, Corinna ha seguido con su papel estelar, eso sí, más discreto, pero influyente. Sigue con su base de operaciones en Mónaco, donde es persona cercana al príncipe Alberto e incluso enseñó “buenas formas” a su mujer, Charlène de Mónaco.

Durante mucho tiempo la vida privada del monarca español sólo se publicó en revistas internacionales. Por ejemplo, el periódico inglés The Daily Telegraph no dudó en airear el gusto del Rey por las mujeres. Hoy, la prensa española ya acapara en sus portadas los supuestos escándalos sentimentales. Con el paso de los años parece que la relación con Marta Gayá ha sido una simple anécdota al lado de todo lo que ha venido. El rey Juan Carlos I ha estado considerado durante años en Europa como un 'bon vivant

Peor lo estamos pasando los españoles, que no se queje tanto que ha vivido gratis total además del sueldo que ha cobrado y sigue cobrando.
Las quejas a su marido e hijos por haber consentido las presuntas golferías pagadas con dinero público, así que AJO Y AGUA.
* Muy bien anoche en Sálvame Montero y otro periodista que no recuerdo su nombre, penosa la intervención de Zorrilla y Rosa Villacastín negando la evidencia.
 
Con tantas historias sobre el mayor, historias que por otra parte eran de dominio publico a nivel de rumorología de la calle, pensando pensando me pregunto si cabe la posibilidad de que haya una lucha interna entre uno y otro para hacerse absolutamente con todos los negocios, es decir, el resto de negocios que aun intermedia el mayor, el joven anda loco para quedárselos definitivamente él y el mayor se resiste como gato panza arriba. Como cada uno de los dos tiene sus propios digamos " seguidores " , la guerra sucia la hacen los que están interesados que el joven se haga con con todo el negocio para salir ellos económicamente beneficiados dado que el mayor aun conserva amigos con gran poder económico.
Cuando la renuncia ya hubo guerra soterrada hasta que consiguieron lo que querían , ahora es evidente que hay una guerra pero esta vez es pública.
 
La reina seguramente hizo lo que muchas mujeres hacen, hacerse de la vista larga. Por lo tanto, ahora no puede ir de victima, aquellos siempre fueron secretos a voces del conocimiento de medio mundo. El emérito siempre tuvo fama de mujeriego. Ella aguantó porque le convino, supongo.

Y su desempeño como rey no tiene nada que ver con su vida privada romántica nada convencional. No creo que pierda nada ni le quiten nada que es suyo.
Agobiado, mortificado debe estar que se hagan públicos sus asuntos discutiéndose en programas del cotilleos, no precisamente por él , sino por las mujeres que se colocan en una posición incomoda.

Tampoco veo dónde pueda estar la ganancia para Leticia. No la hace mejor ni peor, no tienen que ver con ella aunque ella haya aportado información que no lo creo porque sería un golpe bajo a su suegra que ha intentado tratarla muy bien.
 
Peor lo estamos pasando los españoles, que no se queje tanto que ha vivido gratis total además del sueldo que ha cobrado y sigue cobrando.
Las quejas a su marido e hijos por haber consentido las presuntas golferías pagadas con dinero público, así que AJO Y AGUA.
* Muy bien anoche en Sálvame Montero y otro periodista que no recuerdo su nombre, penosa la intervención de Zorrilla y Rosa Villacastín negando la evidencia.
Es que yo, la cara de la reina... tampoco la entiendo. A mí, por ejemplo, me dolerían mucho más los desplantes y cornamentas cuando estaba con él. Por ella misma, por sus hijos... en definitiva... por amor propio. Que ahora salga a a luz... lo que se supo de siempre... y lo que no se supo nunca... pues bueno...
Ella hace su vida independientemente del emérito. No tiene ninguna relación con él. ¿A qué viene estar abatida? Abatida tendría que estar cuando salió el escándalo del yernísimo, y echándole un par se posicionó totalmente al lado de su hija (por una parte no me extraña). Abatida tendría que estar cuando se publicó (y se silenció) el libro del primo. Abatida tiene que estar por ver cómo discurre la monarquía y el cauce que lleva...
Que está en boca de todos?? pues sí. Pero es el precio que tiene que pagar por haber vivido a cuerpo de rey toda la vida.
Lo siento majestad emérita... pero las infidelidades deberían dolerle a usted en el alma, y no en la prensa.
 
  1. ENTREVISTREINA SOFÍA
La reina Sofía, rota por el 'caso Bárbara Rey': "Lo estoy pasando muy mal"

Así se lo confesó a una persona muy próxima el lunes tras aparecer abatida en un acto público, acompañada de los reyes y del mismo Juan Carlos I. Los años de infidelidades del monarca emérito.

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La reina Sofía el pasado 23 de enero en los Premios Nacionales del Deporte. Gtres

JUAN LUIS GALIACHO @jlgaliacho
28.01.2017 01:12 h.

  1. REINA SOFÍA
  2. CORINNA ZU SAYN-WITTGENSTEIN
  3. JUAN CARLOS I
  4. BÁRBARA REY
Finales de agosto de 1992. Recién acabados los Juegos Olímpicos de Barcelona y con la Expo de Sevilla todavía en su esplendor. El entonces jefe de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo, llama por teléfono al periodista Jaime Campmany. La revista Época, que él dirigía, acababa de sacar al mercado su número 392 con el título La dama del rumor: Atribuyen al Rey una relación sentimental con Marta Gayá, con foto en portada de esta última y firmada por mí.

Sabino le cuenta a Campmany que le llama desde el punto de vista personal, no como jefe de la Casa del Rey: “Mira, Jaime, te llamo desde el punto de vista humano; la reina está rota, no para de llorar, no hay persona que pueda consolarla. Te pido, desde nuestra amistad, que dejes de publicar más cosas sobre el rey y Marta Gayá, es lo único que podemos hacer por la reina como mujer”.

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Los reyes durante los Premios Nacionales del Deporte 2017. Gtres



Tanto en los prolegómenos como después del acto de entrega de los Premios Nacionales del Deporte, se podía atisbar a una reina Sofía triste, abatida y apagada. Un pequeño círculo de personas próximas comentaba en privado que estaba desolada. Y así, incluso, lo comentó ella en audiencia privada: “Lo estoy pasando muy mal". Se refería a la aparición de nuevo en los medios de comunicación de los amoríos del rey Juan Carlos. Hoy, la reina se refugia cada vez más en su propia familia, siempre tan unida y ahora protectora de doña Sofía: su hermano Constantino, su hermana Irene y su prima Tatiana. Reside sola en España e intenta llevar con el mayor temple posible el revuelo mediático, aunque no siempre lo consigue.

No tiene confidentes en Madrid, no se la ve nunca con la infanta doña Pilar. Y apenas va ya a Londres. Sus hermanos Irene y Constantino no residen ya en la capital británica. Ahora sus pequeñas escapadas, que le sirven para sobrellevar la situación, las realiza a Atenas. Allí dicen que el millonario armador Domikos le reserva una suite en el hotel Grande Bretagne, el más lujoso hotel de la capital helena en la plaza Syntagma. También viaja discretamente a Suiza, donde además de poder ver a sus nietos y a su hija, la infanta Cristina, reside su prima Tatiana, su gran apoyo. No es la primera vez, afirman quienes la conocen, que ha sufrido tanto, “está acostumbrada a estos escándalos”.

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Doña Sofía e Irene de Grecia en la boda del príncipe Leka II de Albania y Elia Zaharia en Tirana en octubre de 2016. Gtres



Pero en la intensa vida amorosa de don Juan Carlos lo más difícil es diferenciar el rumor de la realidad, habida cuenta de los infinitos rumores que han circulado durante años apuntando nombres tan variopintos como Nadiuska, Raffaella Carrá, Paloma San Basilio o hasta Sara Montiel, sin olvidar algo tan absolutamente improbable como un posible flirteo con Diana de Gales; sin duda, fruto de fantasías muy fértiles. Pero las relaciones con Marta Gayá, Barbara Rey y la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein han sido más que suposiciones.

SU RELACIÓN CON MARTA GAYÁ
Durante muchos años, la decoradora Marta Gayá formó parte del núcleo duro de amistades que rodeaban al rey don Juan Carlos en Mallorca, junto al príncipe Tchokotua y su entonces mujer Marieta Salas o el aristócrata-escritor José Luis de Villalonga. Un grupo en el que el primer requisito era la discreción, y en el que entraban y salían “otros amigos” dependiendo de su “prudencia”. Cualquier filtración o rumor era suficiente para que se le “expulsara” del mismo.

En este punto Marta Gayá siempre lo ha cumplido a rajatabla. Siempre ha sido muy difícil captarla en cualquier acto público junto al monarca. Hija de una acaudalada familia mallorquina con recursos económicos propios, se casó muy joven con un ingeniero de renombre, de quien tiene una hija y del que se divorció al poco tiempo. Conoció a don Juan Carlos en 1978 y su relación más íntima comenzaría más tarde, a finales de los años 80, aunque su nombre no saltaría a la prensa hasta 1990, tras un cúmulo de circunstancias. El primer medio en publicar algo sobre el amor mallorquín del rey fue la revista Tribuna, dirigida por el fallecido periodista Julián Lago, aunque muy solapadamente.

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Bárbara Rey en su casa, junto a la piscina donde terminó la maleta del CESID. Interviu

El rey empezó a perder la cabeza por la catalana Marta Gayá, una mujer alta y esbelta, de ojos verdes, una profesional seria, una señora respetable, siete años más joven que el rey y residente en la isla de Mallorca todo el año, en un lujoso chalé en La Mola. Por entonces don Juan Carlos acababa de entrar en la cincuentena. Tras más de 25 años de matrimonio con la reina Sofía, y una lista de amantes a la cual nadie se aventura ya a poner cifras, empezó a pasar muchos fines de semana con ella y otros periodos no vacacionales.

El monarca empezó a descuidar las obligaciones familiares e, incluso, las oficiales. En un principio sus encuentros eran protegidos con gran cautela, los periodistas que cubríamos la información en Mallorca siempre estábamos atentos a cualquier salida de don Juan Carlos, pero públicamente nunca se le vio con Marta.

Fue la atracción que tenía el uno por el otro lo que hizo que el secreto durara poco. Fue el viernes 29 de junio de 1990, con ocasión de las regatas de la Copa del Rey, cuando don Juan Carlos ofreció en el Beach Club de Mallorca una cena en honor de Karim Aga Khan y de Alberto de Mónaco. Allí saltó la sorpresa. La reina Sofía fue una las primeras personas en enterarse. Asistían al convite unos 200 comensales, y cuando todos estaban ya sentados, llegaron el rey, la reina y sus invitados ilustres.

Sin embargo, todavía había una mesa vacía. Ya casi en los postres, se presentaron José Luis de Villalonga, Marta Gayá y el príncipe Tchokotua con su mujer, Marieta Salas. Y en lugar de enfadarse, el rey se levantó de la silla y fue a saludarles efusivamente, gesto que denigró a la reina. Los presentes comentaron que aquello era hacer más o menos pública la relación de don Juan Carlos con Marta Gayá. En círculos monárquicos se consideró que no había otra explicación a la falta de tacto que había mostrado con la reina. Desde entonces doña Sofía siempre sospechó.

Pero la aventura con Marta Gayá se convirtió en un problema meses más tarde. En primer lugar, porque las relaciones del monarca siempre habían sido más breves e intermitentes, y ésta empezaba a tener más intensidad y duración. La relación parecía más seria de lo normal, y podía hacer temblar hasta la estabilidad del matrimonio real. Marta, señora adscrita a la burguesía mallorquina, llevó aquello muy discretamente a pesar de ser un secreto a voces del que siempre se habló en los círculos monárquicos. Hasta se habló de una hija nacida de esos amores en Suiza el año en que el rey desapareció. La propia Marta Gayá siempre intentó evitar dañar lo más mínimo posible a doña Sofía. Los encuentros tenían lugar preferentemente en Mallorca, en Gstaad (Suiza) o en París, donde ella se instalaba en casa de José Luis de Vilallonga y de su segunda esposa Silyanne a la espera de ser llamada por Su Majestad.

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Marta Gayá durante la pasarela Cibeles Madrid Fashion Week en 2008. Gtres

Pero la relación empezó a tener consecuencias políticas y se convirtió en un serio conflicto cuando el rey desapareció del mapa. Fue el expresidente socialista Felipe González, quien el 18 de junio de 1992 a la pregunta de un periodista sobre el nombramiento del ministro que sustituiría en Asuntos Exteriores a Francisco Fernández Ordóñez, tras la renuncia de este el 2 de junio de 1992, apenas dos meses antes de su fallecimiento, quien levantó las sospechas: "No he podido hacerlo porque el rey no está". Pero don Juan Carlos no tenía ningún viaje previsto en la agenda oficial.

La excusa fue que el monarca estaba en Suiza para someterse a un chequeo rutinario. Sin embargo, Fernández Campo desmintió la noticia al día siguiente en la radio, y dijo literalmente sobre el viaje: "Bueno, lo que yo creo y lo que se me ha dicho es que está descansando, un pequeño descanso, descanso de montaña que le viene muy bien". La opinión pública ya dudaba y se produjeron todo tipo de suspicacias. Otra vez Sabino Fernández Campo entró en escena y recomendó a don Juan Carlos que volviera rápidamente a España. El rey se encontraba en Suiza, en una localidad próxima a Saint-Moritz, junto a Marta Gayá y su amigo el príncipe Txokotua, para animar a la decoradora catalana que había sufrido una crisis de ansiedad tras vivir en directo la muerte en accidente de coche de los amigos de ambos, el propietario de la compañía Spantax, Rudy Bay, y de su compañera Marta Girod.

Don Juan Carlos regresó el sábado 20 de junio por la mañana, despachó con Felipe González antes del mediodía y comió en privado con el presidente de Sudáfrica, Fredierik De Klerk, que estaba en Madrid de visita oficial. Por la noche ya estaba de nuevo en Suiza. Dejó plantada, sola, a doña Sofía, entre lloros, en la celebración familiar del último aniversario de don Juan, que cumplía 69, y que se celebró en el Club Financiero de la calle Génova de Madrid, junto a la Plaza de Colón. La reina, al día siguiente, presidió, sustituyendo al monarca, la apertura de la Cumbre Iberoamericana. La desaparición del rey desde el 15 al 23 de junio, víspera de su santo, levantó por primera vez en España todo tipo de especulaciones sobre una supuesta relación extramatrimonial. Y la polémica ya no se detuvo.

Días después, el diario El Mundo, dirigido entonces por Pedro J. Ramírez, publicaba que, como consecuencia de la escapada, se había incurrido en un presunto delito de falsificación de documento público. Según se reflejó en el BOE el rey había firmado una ley en Madrid (la sanción real de la ley de creación de la Universidad de La Rioja) el día que estuvo en Suiza (el 18 de junio). "O el lugar es falso, o la fecha es falsa o la firma es falsa", señalaba El Mundo. Y además advertía de que, aunque el rey no está sujeto a responsabilidad según la Constitución, el presunto delito se correspondía, atendiendo al Código Penal, con una pena de entre 6 y 12 años de prisión mayor.

El escándalo continuó, y cuando parecía que ya todo se había calmado, a primeros de agosto el semanario parisino Point de Vue abrió una nueva brecha entrando en las intimidades de la familia real española, entre ellas las supuestas relaciones de don Juan Carlos. Point de Vue había telefoneado a la clínica en la que el rey había estado supuestamente descansando en Suiza y les colgaron el teléfono apresuradamente. Días más tarde, el 18 de agosto de 1992, la revista italiana Oggi publicaba un reportaje sobre las relaciones del rey con Marta Gayá. Al día siguiente, lo reproducía El Mundo en una nota de portada, ampliada con más información en el interior. El reportaje de El Mundo provocó las iras del rey Juan Carlos. Pero escasos días después salía publicado en la revista Época, en portada, la foto de Marta Gayá con un titular contundente: Atribuyen al Rey una relación sentimental con Marta Gayá. La confirmación pública de esta supuesta amistad provocó un terrible abatimiento en la reina doña Sofía, algo similar a lo que ha ocurrido actualmente tras la aparición de nuevo en la prensa de su relación con la vedette Bárbara Rey.

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Portada de Época.

Los servicios secretos españoles acusaron al exbanquero Mario Conde de la filtración, que en el caso de Bárbara Rey también estuvo de por medio. Sin embargo, el expresidente de Banesto culpó a Sabino Fernández Campo del desaguisado, cosa que después sirvió a Conde para recomendar al rey que lo cesara del cargo, algo que ocurriría un año después, y situar en el puesto a su fiel acólito Fernando Almansa. Después de ese verano tumultuoso, Marta Gayá dejó de aparecer en las primeras planas de la prensa española. Marta vive actualmente a medio camino entre su piso en un barrio céntrico de Madrid y su apartamento en Palma. Viaja a menudo a Miami con su amigo el galerista mallorquín Joan Guaita. Parte del verano se aleja de Mallorca y suele pasarlo con el matrimonio Bergareche en las Islas Griegas.

LAS 'OTRAS' RELACIONES DEL REY
En las relaciones personales del hoy rey emérito cabe diferenciar tres épocas claramente marcadas. La primera, los años de su vida entre Estoril y Madrid previos a su matrimonio. Años que incluyen desde los primeros devaneos de la adolescencia con jóvenes de su entorno, como una de las hijas de la familia Posser de Andrade, hasta con la bella, avanzada y moderna aristócrata belga Chantal Stucky de Quay, hija del conde Stucky de Quay, luego casada y divorciada del español Alberto Coronel y ahora dueña de una tienda de tono en Estéril. O su sonadísimo romance, de fuerte carga sexual, con Olghina Nicolis de Robilant. De él anduvieron enamoriscadas las princesas Isabelle y Hélène de Orleans, hijas de los condes de París, pero aquello, como el romance real y continuado en el tiempo con la princesa Maria Gabriela de Saboya, fueron seguramente relaciones más platónicas y dentro del orden de lo conveniente en los circuitos regios que otra cosa.

La relación con la “frívola” Olghina Nicolis de Robilant duró hasta su boda con doña Sofía en 1962. Según los especialistas en Casa Real, “ninguno de aquellos amoríos debió de ser exclusivo sino simultaneado”. También se habló por entonces de la bella Charo Palacios, luego condesa de Montarco y musa de Elio Berhanyer, de quien se dice que durante años tuvo una gran influencia sobre él, aunque sus amoríos fueron en los tiempos de Estoril.

La segunda época es la que va desde su matrimonio con la reina hasta la muerte de Francisco Franco. Fueron años sin duda más sobrios pues el dictador, que tenía al príncipe sometido a un estricto control, no hubiera permitido devaneos de ese tipo. Dicen que lo que pudiera haber por entonces habría tenido lugar con más probabilidad en viajes fuera de España. A eso hay que añadir la parca economía de los príncipes en aquellos años.

La tercera época es la que comienza con el reinado y la libertad de acción que eso le permitió en base a su código moral. La primera gran quiebra de la pareja tuvo lugar en enero de 1976 cuando doña Sofía, aparentemente enterada de una sonada infidelidad, se marchó a la India llevándose con ella a sus tres hijos permiso explícito del Gobierno. Aquello dio lugar a una gran rumorología, y se cubrió bajo la pantalla de un viaje de la reina y sus hijos a la ciudad de Madrás para visitar allí a su madre la reina Federica de Grecia. Parece que aquella marcha de la reina se debió a una relación del rey con una folclórica, que podría haber sido Sara Montiel.

LAS RELACIONES MÁS CONSISTENTES
Pero las tres relaciones importantes de las que se tiene constancia, por ser las que se mantuvieron por más largo tiempo, son las conocidas: Bárbara Rey, Marta Gayá y Corinna zu Sayn-Wittgenstein.

Algunos han hablado de la periodista inglesa Selina Scott, pero para los especialistas en la Casa Real aquello fue más un tonteo que algo serio. El encuentro tuvo lugar cuando ella vino a España para filmar un documental sobre la vida de los reyes. Selina venía recomendada por el rey Constantino de Grecia, que es quien le abrió las puertas de Zarzuela pues, se dice, era él quien había tenido algún affaire con ella. Cuando Scott consiguió el permiso de la Casa Real para realizar la entrevista de la que resultaría un documental sobre el rey, nunca imaginó que llegaría a mantener una relación tan cercana con don Juan Carlos.

El que fuera jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo, había desaprobado el citado documental de Scott para la televisión británica. De hecho, llegó a decir: “Sin duda el vídeo es un gran éxito para la reportera Selina Scott, pero no lo es para la Familia Real”. Sin embargo, por entonces Fernando Almansa era ya el jefe de la Casa Real en sustitución de Fernández Campo y no hubo problema. Lo cierto es que la atractiva e inteligente periodista mostró a un rey , que coqueteaba con la periodista, lo que desató todo tipo de rumorologías.

La primera relación seria del monarca fue con Bárbara Rey, antes que con Marta Gayá. Comenzó a principios de la Transición. Se hicieron amigos por medio de Adolfo Suárez, otro amigo de la entonces vedette en una etapa en la que ella apoyaba al líder de UCD. La relación, iniciada a comienzo de los años ochenta, continuó de manera intermitente a lo largo de muchos años, hasta que un buen día, en el mes de junio de 1994, don Juan Carlos, con frases amables, le hizo saber que la historia había acabado. Pero Bárbara no estaba dispuesta a pasar página tan fácilmente, y más de dos décadas después siguen saliendo más detalles a la luz.

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Selina Scott entrevistó a don Juan Carlos en 1992. Efe



Mientras que la relación del monarca con Bárbara Rey fue intermitente, la unión con Marta Gayá fue una relación casi matrimonial que se alargó en el tiempo hasta la aparición de la ínclita Corinna zu Sayn-Wittgenstein, la “amiga entrañable”. La princesa alemana (de soltera Corinna Larsen) y don Juan Carlos se conocieron en una cacería en Ciudad Real, en el año 2004.

Ella, aunque aún no se había divorciado de su segundo marido, hacía ya vida separada. Desde entonces mantendría una larga relación con el rey Emérito no exenta de altibajos. Don Juan Carlos la introdujo en los círculos de la buena sociedad madrileña presentándola en cenas, acudiendo a monterías e incluso formando parte de la comitiva real en viajes de Estado. Tras estudiar Relaciones Internacionales en Ginebra, marchó a París con 21 años para trabajar. Tres años después contrajo matrimonio con Philips Adkins, padre de su primera hija y hombre de confianza del rey en la actualidad. De hecho, estaba en la cacería de Botsuana junto al monarca y Corinna. En el año 2000, Corinna se convirtió en princesa consorte al contraer matrimonio con Johann Casimir zu Sayn-Wittgenstein. El acuerdo de divorcio permitió a la aristócrata utilizar el título de princesa y el apellido de la familia de su ex de manera vitalicia, algo que ha utilizado para sus negocios. El campo de acción de zu Sayn-Wittgenstein siempre ha estado principalmente en el Golfo Pérsico y los países de la extinta Unión Soviética. Hay que recordar que la princesa era una de las organizadoras de cacerías para estos magnates a través de la influyente armería británica, Boss, de la que era directora general.

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Juan Carlos I y Corinna en Barcelona, el 22 de mayo de 2006.

Todo se torció con la funesta cacería de elefantes en Botsuana. La madrugada del 14 de abril de 2012 en la que un avión devolvió al rey a España para ingresar directamente en el hospital San José de Madrid. En estos últimos años, Corinna ha seguido con su papel estelar, eso sí, más discreto, pero influyente. Sigue con su base de operaciones en Mónaco, donde es persona cercana al príncipe Alberto e incluso enseñó “buenas formas” a su mujer, Charlène de Mónaco.

Durante mucho tiempo la vida privada del monarca español sólo se publicó en revistas internacionales. Por ejemplo, el periódico inglés The Daily Telegraph no dudó en airear el gusto del Rey por las mujeres. Hoy, la prensa española ya acapara en sus portadas los supuestos escándalos sentimentales. Con el paso de los años parece que la relación con Marta Gayá ha sido una simple anécdota al lado de todo lo que ha venido. El rey Juan Carlos I ha estado considerado durante años en Europa como un 'bon vivant

http:/http://www.elespanol.com/reportajes...s/grandes-historias/20170127/189231770_0.html
 
Me imagino que esto para Sofía es la gota que rebosa el vaso..
Aguantar al mujeriego del marido..Una de las veces se fue a la India con su madre y los niños..y su madre le dijo en pocas palabras que se aguantara..se es reina para lo bueno y para lo malo.
Ha debido tragar mucha bilis y humillación,vivir a un par de km en el mismo recinto de la Zarzuela al lado de la amante de tu marido...no debe ser un placer..
A esto llevamos todos lo anterior..
Como se desmorona su familia..
Cristina en Suiza y habiendo pasado un juicio (merecido todo ojo)Y el marido rubio,tan elegante,deportista y educado resultó ser un mangante a punto de entrar en la cárcel..
Sofía esto no lo entenderá.. pensará más hizo JC y no pasó nada..
Le sumamos el matrimonio del hijo,la convierte y sus actitudes,las niñas que ve muy poco..
Debe ser una persona muy orgullosa y airear todo esto la debe humillar profundamente.
Sigo sin saber porque se aire a todo esto ahora y quien tiene interés.. Dudo que nadie en CR lo tenga..pero JC y Letizia principalmente han dejado tantos enemigos por el camino y enemistades que cualquier cosa es posible.
 
"Nadie se explica en las televisiones cómo no se ha difundido una orden tajante como la que se produjo hace unos años cuando el primo de doña Letizia, David Rocasolano, escribió el libro “Adiós Princesa” con un contenido muy comprometido, el cuál, finalmente como informó extraconfidencial.com acabó marchando al extranjero. No se habla de este tema"…

DRC sí estuvo en alguna tv comentando el libro.
Dudo mucho que se haya marchado a vivir fuera de España. Si no habla del tema es porque no le apetece, en el foro sí ha estado opinando hasta hace poco tiempo y para nada se le notaba que estaba asustado, además conociendo sus opiniones dudo que le hayan tapado la boca y mucho menos que haya tenido que abandonar España, sería gravísimo que por opinar tuviese, presuntamente, que huir.
Primero, porque él no depende de nadie y no tiene que pedir permiso para que le autoricen aquello que tiene que opinar.
Segundo, que hayan intentado taparle la boca, presuntamente, sí que lo harían, después de todo lo que estamos conociendo y del silencio que la prensa ha mantenido con los líos de yayo, otra cosa es que lo consiguieran.


*David..., manifiéstate???
Un saludo.

Amadís, hay muchas formas de tapar bocas, la primera es sacando la billetera, como en el caso del primer marido de la excelsa que de repente se convierte en terrateniente. Al primo Dvid lo habrán forrado y "aconsejado" que cambie de aires por un tiempecito, y a ver quien se resiste a semejante oferta. El libro de David fue un asomar la patita e insinuar, cuidado que hay más, porque no remató en muchísimas cosas que se amagaban y no daban, como aquello de "te acuerdas de Alfaz de Pi". Estos procedimientos son bastante usuales y tradicionales en ciertos ámbitos, y se ven claramente en muchas películas, je,je.

El Extraconfidencial lo ha puesto negro sobre blanco, pero la situaciòn se percibía nada más ver las fotos Doña Lety puede ser todo menos discreta y sutil, es la persona más obvia y ruda que se pueda uno imaginar y se le ven las ideas en cualquier foto. En uno de los videos se veía a las dos parejas saludando a una fila de premiados y Lety que iba delante de su suegra se detuvo a hablar un rato con una señora canosa y Sofía detrás esperando a ver si le podía dar la mano y continuar y nada, la mema dandole la espalda y humillandola, hasta que Sofia hizo un gesto como encogerse de hombros y se saltó a la señora canosa y siguio con los saludos a los demás. Evidentísima la postura de la lety recreandose en su venganza. El día que le saquen a relucir los cuernos que ella haya puesto y que esté recibiendo actualmente no va a haber espacio en la prensa para abarcarlo todo. Felipe es lo peor, permitiendo semejantes numeritos en público, no me cabe en la cabeza su actitud, la verdad.
 
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