Aquí los dos hacen tremendo papelón y quedan públicamente como idiotas. Pero el tipo no tiene perdón, porque él sí es consciente del ridículo que hacen ambos. Sucede que de paso, no le importa dejar aún más en evidencia (con aires de condescendencia) las taras de la niña, ni exponerla a las burlas de todos. Más que como imbécil, queda como un tipo siniestro (la cara lo ayuda). Medio sádica la cosa, porque eso es ensañamiento. Alguien que medianamente te aprecia, ya no hablo de tenerte cariño, no te expone así al ridículo, ni te lanza al barranco. Este hombre no quiere a la hijastra.