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No, yo no “amo” a mis hijos… pero ellos ciertamente creen que lo hago. Veo a mis hijos como posesiones. Esto va a “sonar mal”, pero yo los veo como una especie de mascotas o muñecas. Son míos para entrenar, educar y moldear.(Por ejemplo, preguntaban “¿De dónde vienen los bebés?” y les daba la charla sobre el s*x* [mi hija tenía 5 años cuando preguntó esto por primera vez, y mi hijo, 8 años]. Sin embargo, si preguntaban “Mamá, ¿nos quieres/amas?”, yo, por supuesto, les decía algo por el estilo de “¡Con todo mi corazón!” porque reconocía que tienen sentimientos y yo no los tengo, y quería que mis “mascotas” estuviesen felices y contentas. No deseo hacerles daño emocional).
- Les decía lo que hacer y lo hacían. Punto.
- Respondía a sus preguntas, pero ellos sabían preguntarlas en privado (no en público). Normalmente no mentía a la hora de responder estas preguntas…
Mis hijos tienen buenos modales, se graduaron con honores (tanto en el instituto como en la universidad), y tienen carreras exitosas y florecientes en sus respectivos campos. Entienden como jugar al juego sin ser eclipsados o consumidos por él. Han sido entrenados para ser lobos, no ovejas.
- Nunca tuvieron permitido creer en Santa, el conejo de Pascua, el hada de los dientes, o cualquier otro sinsentido.
- Empezaron a aprender meditación y yoga cuando fueron muy jóvenes (hija, 2 años; hijo, 3 años).
- Las personas que interactuaban con mis hijos (jóvenes) no tenían permitido usar el sarcasmo cuando se comunicaban con ellos o “bromear” con ellos. Los niños jóvenes no entienden el sarcasmo y “bromear”. Les permití aprenderlo con sus compañeros en la escuela (cerca de 5º/6º curso (N. del T: Entre 10 y 12 años)).
- A mis hijos se les enseñó acerca de todos los tipos diferentes de religión y tuvieron permitido elegir cualquiera de ellas que sintieran que se adecuaba mejor a ellos (Mi hija eligió la Wicca y mi hijo es “espiritual”).
Y aunque estoy orgullosa de que sean míos y los apruebo, no los amo.