Primarias en el PSOE (se abre la veda)

Sino le hubiesen echado de esa manera hubiera habido terceras elecciones, y el psoe hubiera perdido todavia mas escaños, estando podemos asomandoles por la esquina. No se podia permitir eso. Lo que tendria que haber hecho él es ceder y esperar su momento, pero prefirio llevarse todo por delante, incluido ese partido que tanto dice querer con tal de salvar la cabeza y mantenerse en el poder, y en ello sigue.

¿Acaso era Sánchez responsable de la pérdida progresiva de votos? ¿No será más bien que el "aparato" basura y mafioso del partido se lo ganó a pulso por girar tan vergonzosamente a la derecha?
 
Sino le hubiesen echado de esa manera hubiera habido terceras elecciones, y el psoe hubiera perdido todavia mas escaños, estando podemos asomandoles por la esquina. No se podia permitir eso. Lo que tendria que haber hecho él es ceder y esperar su momento, pero prefirio llevarse todo por delante, incluido ese partido que tanto dice querer con tal de salvar la cabeza y mantenerse en el poder, y en ello sigue.
donde han ido los votos del PSOE?????? en un 85% a Podemos, Podemos NO es el enemigo, es el refugio de los votantes socialistas desencantdados y seguir mostrandolos como el enemigo fue el gran error

la gran pifia del PSOE ha sido nombrar enemigo al partido donde se han idos sus propios votantes, votantes que jamas volverán con una Susana DIaz

el problema de Sanchez fue no echarle narices en marzo, ahii los votantes dejaron de creer en él y cuando quiso recuperar el control y hacer el pacto dque debia desde el principio lo derrocaron, al menos que vuelva aprendido
 
Caudilla Díaz, como buena víbora, casi se intoxica esta noche con su propio veneno. Incapaz de nombrar a Pedro Sánchez (dada su contundente victoria), incapaz de reconocer gravísimos errores, incapaz de esbozar la más mínima sonrisa, ni en la foto ni en sus lamentables declaraciones. ¿Cómo puede ella hablar de actitudes y modos democráticos cuando ha maquinado lo indecible contra el Secretario General? ¡Pero qué soberbia, qué cinismo y qué prepotencia tiene la Caudilla Sultanera!

Mala gente, como dicen en su tierra, es esta cateta con ínfulas, un ser despreciable que representa lo peor de la política. Cero educación y cero clase, como era de imaginar. Vuelva usted a Andalucía y déjenos en paz, al menos por esta noche gloriosa que nos ha regalado.

¡A pastar, "señora" Díaz!
 
Empiezan los problemas para Susi en Andalucía
PRIMARIAS DEL PSOETerremoto político en Andalucía con la derrota de Susana Díaz


La presidenta de la Junta afronta la mayor derrota de su carrera, con menos votos que avales en su tierra, y abre una crisis interna que aprovecharán los sanchistas y los partidos de la oposición.


La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, comparece en Ferraz tras conocer los resultados de las primarias para la Secretaría General del PSOE.EFE/Javier Lizón

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21/05/2017 23:30 Actualizado: 21/05/2017 23:53
DANIEL CELA

@DaniCela8
Lo había advertido uno de los hombres fuertes de Susana Díaz tras el dramático recuento de avales: “Si Pedro supera el 30% de votos en Andalucía, estamos muertos”. La caída de Susana Díaz, derrotada contra pronóstico por Pedro Sánchez, traslada a su región una crisis política sin precedentes. Al perder las primarias por una distancia tan significativa, Díaz pierde autoridad como presidenta de la Junta y como secretaria general del PSOE-A. En ambos frentes le aguardan opositores con el cuchillo en la boca, sus adversarios en el Parlamento, que aprovecharán su fracaso para cuestionar su liderazgo y su gestión al frente del Gobierno; y sus críticos dentro del PSOE, agazapados durante años, que ahora han aflorado en todas las provincias.

Se dice que los más furiosos opositores a Susana Díaz en Andalucía son aquellos cadáveres políticos que ella misma ha ido dejando en el camino, en su ascenso al poder. Hoy, la presidenta andaluza se ha acercado a ellos en la mayor derrota de su fulgurante carrera política, y su fracaso arroja incertidumbre a la gobernabilidad de Andalucía. Díaz encumbró a Sánchez para luego derrocarlo. Ahora Sánchez ha apagado de un soplo la estrella de Susana Díaz.

La sevillana sólo ha ganado en su territorio, la federación más numerosa (45.848 votos), pero su victoria en Andalucía no ha sido lo suficientemente alta como para superar los apoyos de Sánchez. Díaz ha quedado por debajo del madrileño en todas las comunidades. Tenía el control del aparato en Andalucía, pero no contaba con el respaldo unánime de la militancia. La primera victoria de la sevillana sobre el madrileño tuvo mucho que ver con el abrumador respaldo que Díaz logró en casa, los de su propia federación: el 42% de los avales que recogió en todo el país provenía de Andalucía. Sánchez reunió un 19,2% de avales de militantes andaluces (8.818 firmas) y Díaz obtuvo un 57,9% (26.500). Ahora, con el 99% escrutado, el madrileño ha logrado un 30,76% de votos en Andalucía y la sevillana un 63,9%. Hay unos 1.500 socialistas en el conjunto de España, la mayoría en esta comunidad, que avalaron a Susana Díaz con nombre y apellido y que ahora no la han votado.




Susana Díaz abandonando la sede del Partido Socialista después de conocer su derrota a la secretaría general del partido.EFE/Luca Piergiovanni

Este último dato es dramático, porque constata la durísima denuncia que los sanchistas le hicieron a la presidenta andaluza durante la campaña: La predicción de Pedro Sánchez era que Díaz lograría menos votos que avales en su tierra, porque al ser voto secreto y en urna cerrada, el militante podría elegir a su candidato “libremente y sin injerencias”. En Andalucía los sanchistas -que en realidad son antisusanistas- llevaron esta crítica al extremo, usando un lenguaje bélico que históricamente ha esgrimido la derecha contra los socialistas andaluces: “clientelismo”, “voto cautivo” y “compra de voluntades”.

El resultado en Andalucía demuestra que los críticos con la ejecutiva de Díaz superan el 30% en cinco de las ocho provincias (hasta el 39% en Cádiz y el 34% en Málaga, y auguran una batalla por el poder en el congreso regional y en los próximos cónclaves provinciales. El efecto colateral de que se reactive la lucha de poder en el seno del PSOE andaluz es que los grupos de la oposición a Susana Díaz -PP, Podemos, Ciudadanos e IU- usarán las mismas armas que los sanchistas han lanzado contra la presidenta andaluza: cuestionando su compromiso con Andalucía, acusándola de presionar a sus afiliados…

Susana Díaz ha tardado tres años en decidirse a ser la candidata a la secretaría general del PSOE. No era fácil dar el paso, porque una vez dentro de la contienda se le abrían dos frentes: de un lado, sus adversarios en las primarias, Pedro Sánchez y Patxi López; y del otro, todos los grupos de la oposición en Andalucía, donde gobierna en minoría gracias al apoyo de investidura de Ciudadanos. El riesgo personal y político que ha asumido era infinitamente mayor que el de sus compañeros, tanto para ella como para el propio PSOE, porque los notables del partido -Felipe González, Zapatero, Rubalcaba- y los principales barones socialistas han unido su destino al de la andaluza.

Díaz se jugaba algo que ella tenía y sus rivales no: liderazgo y poder. Su liderazgo como secretaria general del PSOE andaluz, la federación más potente del partido; y su liderazgo como referente único de los barones socialistas, que habían apostado abiertamente por su candidatura. Y poder: se jugaba su estabilidad como presidenta del Gobierno andaluz. Liderazgo y poder son vasos comunicantes en política, si uno de los dos se contamina, afecta irremediablemente al otro.

La derrota de Díaz en las primarias abre la puerta a una doble sucesión convulsa en Andalucía, la orgánica y la institucional. No hay un delfín con la fuerza política de Susana Díaz para mantener unida a la potente federación socialista andaluza. Tampoco hay un nombre claro para pilotar el Gobierno de Andalucía, la única comunidad que siempre ha estado dirigida por el PSOE, y que maneja un presupuesto anual de 30.000 millones de euros. Fuentes cercanas a Díaz aseguran que la presidenta, en caso de haber ganado, barajaba una bicefalia provisional que ejecutará en dos tiempos: primero dejaría a una persona de su confianza al frente del PSOE andaluz, que tendría que ser elegida en un congreso regional en julio, justo después del federal, o en septiembre. Los sanchistas andaluzas prevén presentarse a ese cónclave con un candidato alternativo al de Díaz.




Susana Díaz y Pedro Sánchez, en Ferraz, tras conocer los resultados de las primarias. EFE/Javier Lizón

El segundo relevo posible es el de la propia presidencia del Gobierno andaluz. Susana Díaz pretendía compatibilizar ambos puestos, al menos hasta final de año, pero ya había hecho algunos movimientos para ceder el puesto a su número dos, el vicepresidente de la Junta, Manuel Jiménez Barrios. Ahora se quedará en la Junta, pero el golpe político que acaba de recibir cuestiona su continuidad al frente del Ejecutivo autonómico.

Susana Díaz ha hipotecado su capital político como prometedora mujer de Estado, ha perdido su posición de fuerza dentro del PSOE y ha puesto en una situación de debilidad a aquellos barones que la han apoyado -Extremadura, Castilla La Mancha, Asturias y Comunidad Valenciana- que han visto cómo Pedro Sánchez superaba a la andaluza en votos (cuando no lo hicieron en avales), y ahora verán cuestionado su propio liderazgo ante los críticos de sus regiones.

En 2013, Susana Díaz, sevillana de 42 años, era una figura ascendente en la política española que ya perfilaba su imagen de mujer de Estado, pero arrastraba un handicap: acababa de ser nombrada presidenta de la Junta, elegida a dedo por su antecesor, José Antonio Griñán: le faltaba la legitimidad que otorga haberse ganado el puesto en las urnas. Todo iba muy rápido en la política española, como ahora. Adelantó las elecciones andaluzas un año -a marzo de 2015-, venció al PP por 14 diputados y frenó en seco el ascenso de Podemos, superándolo por 32 escaños.

Díaz logró esa legitimidad en tiempo récord, pero no lo suficiente. Pedro Sánchez se negó a ser un convidado de piedra, un instrumento de la andaluza, y mostró señas evidentes de querer retener el poder en el partido y ser el candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales de ese mismo año. Desde entonces han batallado desde dentro y desde fuera del PSOE. Díaz prorrogó su ansia de subirse el tren hacia Ferraz hasta que, hace unos meses, anunció su candidatura, tres veces abortada. Se arriesgó y ha perdido.
 
Ha ganado la militancia.
Han perdido los "dobelman" (Gestora, Felipes, Bonos, etc)
No me gusta Sanchez pero se merecia ganar por como lo despreciaron y se apartaron de él como un apestoso.
La Susana una tia que piensa que todo España es Andalucia.
Solo ha ganado alli.
Con un paro en la comunidad que gobierna de mas del 40% queria gobernar desde Moncloa.
 
Creo que Doña Finiquito y la amiga de Cebrián (la vicepresi) pueden dejarse de pegarse puñaladas traperas,no ha ganado Susi,así que a ser segundonas unos cuantos años mas......sino ilegalizan el partido primero.
 
Sánchez derrota a las élites
Pedro Sánchez renace de sus cenizas y regresa al frente del PSOE con una victoria incuestionable y más poder del que nunca tuvo antes

Susana Díaz, la candidata que prometía “un PSOE ganador”, ha sido incapaz de vencer en su propio partido

Ignacio Escolar
(eldiario.es)
Contra la mayoría de los dirigentes socialistas, contra casi todo el aparato, contra Suresnes, contra la mayoría de los medios de comunicación, contra el poder económico, contra Cebrián, contra Felipe, contra Zapatero... contra unas élites tan alejadas siempre de los ciudadanos, sus preocupaciones y sus intereses. Pedro Sánchez renace de sus cenizas y regresa al frente del PSOE con una victoria incuestionable y más poder del que nunca tuvo antes. Ha recuperado Ferraz a lomos de la indignación de tantos socialistas por la abstención ante el PP y la forma en la que se tumbó al primer secretario general elegido directamente por los militantes.

Susana Díaz, la candidata que prometía “un PSOE ganador”, ha sido incapaz de vencer en su propio partido. Solo se impone en su propia federación, Andalucía. Pierde en todas las demás y en la mayoría de agrupaciones ha conseguido un resultado inferior incluso al número de avales que presentó con su nombre; un indicador bastante claro de hasta qué punto presionó en su nombre el aparato.

Hasta el recuento de los avales, cuando se vio venir lo que finalmente ha pasado, Susana pretendía ganar estas primarias sin despeinarse, sin competencia, sin molestarse siquiera en presentar un proyecto propio –solo Esperanza Aguirre había intentado antes ganar unas elecciones sin programa–. Solo presentó sus propuestas por escrito cuando la tozudez de los datos del recuento de avales, hace unas semanas, demostró que siempre es un error confiar en tu propia propaganda.

La imagen de Susana Díaz es pésima entre los votantes y simpatizantes del PSOE, según todas las encuestas. También salía peor que Pedro Sánchez en la valoración de todos los españoles, incluyendo a quienes no se plantean votar al PSOE. No era así entre las élites socialistas, donde nunca antes un candidato ha tenido apoyos tan unánimes, a pesar que muchos de ellos, en privado, admitían que la presidenta andaluza tenía los pies de barro. Ellos también han sido claramente derrotados y de la generosidad e inteligencia del nuevo secretario general dependerá que formen parte del futuro del PSOE o solo de su pasado.

Sánchez tiene en su mano el mandato más claro que ha tenido jamás un líder socialista desde que Zapatero perdió la presidencia. Ya había ganado antes unas primarias, con menos votos pero más margen frente a Eduardo Madina, pero en aquella ocasión Sánchez contaba con el apoyo mayoritario de un aparato que después consideró que la victoria era compartida y quiso tutelar cada uno de sus pasos. Nadie de los que le apoyaron en las primarias creía en él, empezando por la propia Susana Díaz, que solo le apoyó porque Eduardo Madina le parecía poco dócil.

Los partidarios de la candidata derrotada tienen herramientas para limitar ese poder. En el grupo parlamentario –donde los de Pedro son minoría–, en los gobiernos autonómicos, en las federaciones… En teoría, Sánchez tendrá que pactar también los nombres de la nueva Ejecutiva socialista, que debe ser respaldada por los delegados en el próximo Congreso. En la práctica, el resultado le deja las manos casi libres.

A partir de hoy, Pedro Sánchez tiene una nueva oportunidad de la que, en esta ocasión, será plenamente responsable. Dentro de su equipo le aconsejarán dos cosas contradictorias: uno, que sea generoso e integre a los derrotados; otros, que aproveche esta victoria para regenerar el partido. Probablemente mezcle un poco de ambas recetas. De su éxito o fracaso dependerá en gran medida la posibilidad de un país donde el Partido Popular no siga para siempre en La Moncloa.
 
Sánchez, el renacido, mucho más que un secretario general
Frente a un Partido Popular que se ahoga en la corrupción, surge un PSOE diferente que ya tendrá muy difícil despreciar a su militancia

Carlos Hernández (eldiario.es)

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Partidarios de Pedro Sánchez celebran su victoria en la calle Ferraz. EFE
El triunfo de Pedro Sánchez representa algo más que su elección como secretario general. La militancia socialista ha lanzado una OPA hostil contra sus dirigentes, les ha hecho aterrizar en el siglo XXI y les ha puesto en el sitio que se merecen: el de la obediencia debida a quienes con sus votos les situaron en los puestos que ocupan.

A pesar del apoyo casi unánime del aparato, a pesar de contar con el respaldo de los dinosaurios del socialismo empezando por Felipe González, continuando por Guerra, Corcuera, Ibarra, Bono… y terminando por José Luis Rodríguez Zapatero, a pesar de que El País se ha quedado sin editoriales y casi sin tinta para intentar situarla en esos altares de la socialdemocracia donde la colocó el inefable Lambán, a pesar de todo, Susana Díaz como representante de todo el establishment ‘socialista’ ha pagado el precio previsto por derrocar torticeramente a un dirigente elegido en primarias para después permitir que este país siguiera estando gobernado por el partido más corrupto de nuestra historia.

Los militantes le han dicho a sus barones que el PSOE del hoy y del mañana no puede construirse desde los despachos, consultando cada decisión con los Felipes de turno mientras se desprecia la opinión de los ciudadanos. El mensaje que sale de las casas del pueblo va mucho más allá de la simple elección de un líder; es una apuesta por la izquierda, por mirar hacia la coalición de progreso que gobierna en Portugal y dar la espalda a la Alemania de la gran coalición o a las políticas derechistas que han situado al borde de la desaparición al Partido Socialista francés. Lo han hecho los votantes de Sánchez, pero también los de López, lo que sitúa el resultado final en un 60% contra el 40%.

Ahora está por ver si los derrotados entienden este mensaje o se limitan a acatarlo en público para empezar a conspirar, nuevamente, desde esos confortables despachos que, tal y como se ha demostrado este domingo, están muy alejados de la calle.

También es una incógnita la forma en que el triunfador gestionará su victoria. Pedro Sánchez se equivocaría gravemente si se lo toma como un éxito puramente personal. Los militantes no le han votado por su cara bonita ni por su carisma, sino por todo lo que representa. No puede recaer en errores del pasado que le llevaron a una insoportable soledad, a una falta de alianzas con el resto de dirigentes socialistas y a una prepotencia que le llevó a granjearse la enemistad de medio partido.

Será fundamental, por tanto, que acierte en el nombramiento de su número dos. Sánchez necesita un fontanero que cosa, que tienda puentes y no que los dinamite como acabó haciendo su anterior secretario de organización. El renacido secretario general tiene que ser firme en la defensa del ‘no’ a todo lo que representa el PP y en la defensa de pactos con otras fuerzas progresistas; pero también debe ser generoso y tirar de aquel talante que hiciera famoso al último presidente del Gobierno socialista. Solo así logrará ganarse el apoyo que necesita de todo su partido.

En mi humilde opinión, si se cumplen esas dos premisas: lealtad en los derrotados y generosidad en el vencedor, este puede ser un buen día para el Partido Socialista y la izquierda de este país. Frente a un Partido Popular que se ahoga en la corrupción, surge un PSOE diferente que ya tendrá muy difícil despreciar a su militancia, un PSOE consciente de que difícilmente volverá a gobernar sin alcanzar acuerdos con otras fuerzas de izquierda, un PSOE cuyo adversario sea el PP y no Unidos Podemos. Hoy, si los jurásicos del socialismo y los poderes fácticos no lo impiden, puede haber empezado la cuenta atrás para la salida de Rajoy del Palacio de la Moncloa.
 
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