Poesía Eres Tú...

Me parecen una maravilla y se tendrían que recordar más amenudo.



Los diez mejores poemas de amor
manuel de la fuentemanolhito / madrid
Día 11/02/2015 - 09.17h

Celebramos San Valentín con los mejores versos amorosos en castellano. Hay miles más, pero estos son imprescindibles


1.- Garcilaso de la Vega, poeta y soldado


Soneto V- Escrito está en mi alma vuestro gesto...

Escrito está en mi alma vuestro gesto

y cuanto yo escribir de vos deseo;

vos sola lo escribistes, yo lo leo

tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;

que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,

de tanto bien lo que no entiendo creo,

tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;

mi alma os ha cortado a su medida;

por hábito del alma misma os quiero;

cuanto tengo confieso yo deberos;

por vos nací, por vos tengo la vida,

por vos he de morir y por vos muero.


2.- Santa Teresa, amor de santidad


Aquellas palabras.

Ya toda me entregué y di

y de tal suerte he trocado,

que es mi amado para mí,

y yo soy para mi amado.

Cuando el dulce cazador

me tiró y dejó rendida,

en los brazos del amor

mi alma quedó caída.

Y cobrando nueva vida

de tal manera he trocado

que es mi amado para mí,

y yo soy para mi amado.

Hirióme con una flecha

enherbolada de amor,

y mi alma quedo hecha

una con su Criador,

ya no quiero otro amor

pues a mi Dios me he entregado,

y mi amado es para mi,

y yo soy para mi amado.


3.- Lope de Vega, amor a raudales


No sabe qué es amor quien no te ama...

No sabe qué es amor quien no te ama,

celestial hermosura, esposo bello,

tu cabeza es de oro, y tu cabello

como el cogollo que la palma enrama.

Tu boca como lirio, que derrama

licor al alba, de marfil tu cuello;

tu mano en torno y en su palma el sello

que el alma por disfraz jacintos llama.

¡Ay Dios!, ¿en qué pensé cuando, dejando

tanta belleza y las mortales viendo,

perdí lo que pudiera estar gozando?

Mas si del tiempo que perdí me ofendo,

tal prisa me daré, que aun hora amando

venza los años que pasé fingiendo.


4.- Francisco de Quevedo, polvos de amor


Amor constante más allá de la muerte.

Cerrar podrá mis ojos la postrera

Sombra que me llevare el blanco día,

Y podrá desatar esta alma mía

Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera

Dejará la memoria, en donde ardía:

Nadar sabe mi llama el agua fría,

Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,

Venas, que humor a tanto fuego han dado,

Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;

Serán ceniza, mas tendrá sentido;

Polvo serán, mas polvo enamorado.


5.- Pedro Salinas, qué voz a ti debida


Serás, amor...

¿Serás, amor

un largo adiós que no se acaba?

Vivir, desde el principio, es separarse.

En el mismo encuentro

con la luz, con los labios,

el corazón percibe la congoja

de tener que estar ciego y sólo un día.

Amor es el retraso milagroso

de su término mismo:

es prolongar el hecho mágico

de que uno y uno sean dos, en contra

de la primer condena de la vida.

Con los besos,

con la pena y el pecho se conquistan,

en afanosas lides, entre gozos

parecidos a juegos,

días, tierras, espacios fabulosos,

a la gran disyunción que está esperando,

hermana de la muerte o muerte misma.

Cada beso perfecto aparta el tiempo,

le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve

donde puede besarse todavía.

Ni en el lugar, ni en el hallazgo

tiene el amor su cima:

es en la resistencia a separarse

en donde se le siente,

desnudo altísimo, temblando.

Y la separación no es el momento

cuando brazos, o voces,

se despiden con señas materiales.

Es de antes, de después.

Si se estrechan las manos, si se abraza,

nunca es para apartarse,

es porque el alma ciegamente siente

que la forma posible de estar juntos

es una despedida larga, clara

y que lo más seguro es el adiós.


6.- Pablo Neruda, torrente de amor


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

PUEDO escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,

y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos

árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.

Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis

brazos,

mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,

y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


7.- Miguel Hernández, el rayo del amor

Canción del esposo soldado

He poblado tu vientre de amor y sementera,

he prolongado el eco de sangre a que respondo

y espero sobre el surco como el arado espera:

he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,

esposa de mi piel, gran trago de mi vida,

tus pechos locos crecen hasta mí dando saltos

de cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,

temo que te me rompas al más leve tropiezo,

y a reforzar tus venas con mi piel de soldado

fuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,

te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.

Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,

ansiado por el plomo.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,

sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa

te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho

hasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensa

mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,

te acercas hacia mí como una boca inmensa

de hambrienta dentadura.

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:

aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,

y defiendo tu vientre de pobre que me espera,

y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,

envuelto en un clamor de victoria y guitarras,

y dejaré a tu puerta mi vida de soldado

sin colmillos ni garras.

Es preciso matar para seguir viviendo.

Un día iré a la sombra de tu pelo lejano.

Y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo

cosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,

y tu implacable boca de labios indomables,

y ante mi soledad de explosiones y brechas

recorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.

Y al fin en un océano de irremediables huesos,

tu corazón y el mío naufragarán, quedando

una mujer y un hombre gastados por los besos.


8.- Pablo Milanés, amor a la cubana

Yolanda

Esto no puede ser no mas que una cancion

quisiera fuera una declaracion de amor

romantica sin reparar en formas tales

que ponga freno a lo que siento ahora a raudales

te amo

te amo

eternamente te amo

si me faltaras no voy a morirme

si he de morir quiero que sea contigo

mi soledad se siente acompañada

por eso a veces se que necesito

tu mano

tu mano

eternamente tu mano

cuando te vi sabia que era cierto

este temor de hallarme descubierto

tu me desnudas con siete razones

me abres el pecho siempre que me colmas

de amores

de amores

eternamente de amores

si alguna vez me siento derrotado

renuncio a ver el sol cada mañana

rezando el credo que me has enseñado

miro tu cara y digo en la ventana

Yolanda

Yolanda

eternamente yolanda

Yolanda

eternamente Yolanda

eternamente Yolanda


9.- Borges, el bibliotecario enamorado



Una despedida

Tarde que socavó nuestro adiós.

Tarde acerada y deleitosa y monstruosa como un

ángel oscuro.

Tarde cuando vivieron nuestros labios en la desnuda

intimidad de los besos.

El tiempo inevitable se desbordaba sobre el abrazo inútil.

Prodigábamos pasión juntamente, no para nosotros

sino para la soledad ya inmediata.

Nos rechazó la luz; la noche había llegado con urgencia.

Fuimos hasta la verja en esa gravedad de la sombra

que ya el lucero alivia.

Como quien vuelve de un perdido prado yo volví de

tu abrazo.

como quien vuelve de un país de espadas yo volví

de tus lágrimas.

Tarde que dura vívida como un sueño

entre las otras tardes.

Después yo fui alcanzando y rebasando

noches y singladuras.


http://www.abc.es/cultura/libros/20150211/abci-poemas-amor-201502101814_1.html

Y como se le ha olvidado uno al abc.es, voy a poner yo el décimo, aunque éste, no es especialmente de amor.

Federico García Lorca
ROMANCE DE LA PENA NEGRA

A José Navarro Pardo

Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne,
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.
Soledad, ¿por quién preguntas
sin compaña y a estas horas?
Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti qué se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca,
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.
No me recuerdes el mar,
que la pena negra, brota
en las tierras de aceituna
bajo el rumor de las hojas.
¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón
agrio de espera y de boca.
¡Qué pena tan grande! Corro
mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo,
de la cocina a la alcoba.
¡Qué pena! Me estoy poniendo
de azabache carne y ropa.
¡Ay, mis camisas de hilo!
¡Ay, mis muslos de amapola!
Soledad: lava tu cuerpo
con agua de las alondras,
y deja tu corazón
en paz, Soledad Montoya.

*

Por abajo canta el río:
volante de cielo y hojas.
Con flores de calabaza,
la nueva luz se corona.
¡Oh pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
¡Oh pena de cauce oculto
y madrugada remota!
Gracias,@Zula
 
Las sombras de la familia Cervantes
  • Miguel de Cervantes tuvo dos hijos secretos, Promontorio en Nápoles, e Isabel en Madrid
  • En 1599, tras ser reconocida como hija natural, Isabel adquiere el apellido Saavedra
  • De sus hermanas sólo tiene hijos Andrea de Cervantes, madre de Constanza de Ovando
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Retrato del escritor Miguel de Cervantes. Juan de Jaurigni.

CLARA FELISMadrid
Actualizado: 31/01/2015 12:23 horas2
Promontorio e Isabel, los hijos bastardos del verdadero caballero de la triste figura, Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) permanecieron ocultos, inexistentes, invisibles al tiempo, a sus orígenes, repudiados por su auténtica familia. El primero, nace según algunas fuentes, en 1575 en Nápoles fruto del romance que mantiene el escritor con "una señora de Nápoles". La segunda, reconocida como hija natural casi a los quince años de edad, se gesta en uno de los habituales encuentros que el escritor mantenía con su amante, la tabernera madrileña Ana Franca de Rojas. Dos personajes reales que sin duda superan a aquellos que se encuentran en las páginas de la ficción cervantina.

El autor del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha viene al mundo un 29 de septiembre de 1547 en la localidad de Alcalá de Henares, -según las informaciones conocidas hasta la fecha-, como resultado de la unión entre Rodrigo de Cervantes y de Leonor de Cortinas.

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Partida de bautismo de Miguel de Cervantes.

Miguel de Cervantes Saavedra es el cuarto de siete hermanos:Andrés (1543), Andrea (1544), Luisa (1546), Rodrigo (1550),Magdalena (1553) y Juan (1555). Una familia con tantos miembros como secretos. "Se sabe muy poco de los hermanos de Cervantes porque sólo ha quedado de ellos registros "oficiales"(menciones en testamentos y en los pleitos en los que estuvieron su padre y su hermano Miguel), que tampoco son muy numerosos a causa de la vida itinerante de todos ellos, ya desde los años en que su padre anduvo errante tras su prisión en Valladolid", señala el historiador Antonio Terrasa.

Es complejo conocer cómo se estructuran y evolucionan las distintas generaciones de la saga Cervantes. Faltan datos sobre la vida de Juan, de quien se sabe de su existencia por el testamento de su padre, o Magdalena, que según unos nace en Valladolid y según otros en Madrid.

Las últimas mujeres de la saga Cervantes
De las mujeres de la casa, la única que tuvo descendencia directa fue Andrea de Cervantes, madre de Constanza de Ovando -apellido que adquiere de su padre biológico, Nicolás de Ovando-, con quien se promete pero con el que no casa por la fuerte oposición que muestran los padres del joven.

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Convento de las Carmelitas Descalzas en Alcalá de Henares./OBISPADO DE ALCALÁ.

Las otras dos hermanas, Luisa de Cervantes y Magdalena de Cervantes, se dedican a la vida religiosa y mueren sin descendencia. La primera ingresa a los 18 años en la orden carmelitana y permanece hasta el día de su muerte, en 1623, en elconvento de Las Carmelitas Descalzas de Alcalá de Henares. Magdalena de Cervantes, entra el 8 de junio de 1609 en la Orden Tercera de San Francisco de Madrid y allí fallece el 28 de enero de 1611.

Pequeñas pinceladas que dibujan, de forma difusa y algo empastada, las ramas de un árbol genealógico, incompleto, fantasmagórico, cargado de datos inexistentes, huídas, deudas y adulterio. Unos paisajes que se reflejan, de manera indirecta y metafórica, en los escritos de Cervantes. Como ocurre en El Viaje del Parnaso (1614), un extenso poema que toma como referencia Il Viaggio di Parnaso de Cesare Caporali. En él se describe el viaje que hacen los mejores poetas al Monte Parnaso para visitar a Apolo. Un recorrido que mezcla fantasía con autobiografía y donde el autor deja entrever a través de personajes imaginarios, episodios de su propia vida.

Entre Nápoles y Madrid
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Portada del poemaViaje del Parnaso , publicado en 1614.

En el capítulo octavo describe aPromontorio, su supuesto hijo. Lo único que se sabe de él es que vive y que ejerce de soldado. A su madre, que adopta en el texto el nombre poético de Silena, se le ubica en Nápoles. Así lo describe su pluma: "Llegáse, en esto, a mí, disimulado/ un mi amigo, llamado Promontorio,/ mancebo en días, pero gran soldado/. Creció la admiración, viendo notorio/ y palpable que en Nápoles estaba/ espanto a los pasados acesorio/ Mi amigo tiernamente me abrazaba,/ y con tenerme entre sus brazos, dijo/ que del estar yo allí mucho dudaba./Llamóme padre, y yo llaméle hijo/: quedó con esto la verdad en punto/ que aquí puede llamarse punto fijo/Díjome Promontorio: Yo barrunto,/ padre, que algún caso a vuestras canas/ las trae tan lejos, ya semidifunto.

Más documentación y fechas existen sobre Isabel de Cervantes y Saavedra (1584-1652), la hija "bastarda" del escritor, consecuencia de la relación extramatrimonial de Cervantes con Ana de Villafranca de Rojas.

La relación entre Ana y Miguel se inicia en febrero de 1584. Él no llevaba ni un año casado, -contrajo nupcias con Catalina de Palacios el 12 de diciembre de ese año en Esquivias-. Ana de Villafranca, en cambio, ya llevaba cuatro años con Alonso Rodríguez, con quien se une en matrimonio el 11 de agosto de 1580. De esa relación clandestina surge la única hija naturaldel escritor, -con Catalina de Palacios no tiene ningún hijo-. Tras la muerte de su madre, de Rojas, en 1598, Isabel es adoptada por la familia Cervantes a través de Magdalena. "En 1599 se puso al servicio de Magdalena, la hermana de Cervantes, por dos años y por 20 ducados; su tía, además, se comprometía a alimentarla, darle techo y enseñarle a hacer labor y coser", analiza Terrasa.

La adquisición del apellido Saavedra
Una acogida que le permite adoptar el apellido Saavedra. "Desde su nacimiento hasta 1599 figura como Isabel Rodríguez, porque en la partida de confirmación, Ana Villafranca no declara que es hija natural de Cervantes. Es en 1599 cuando Isabel adopta el apellido de Saavedra y ya en 1608 aparece como Isabel de Cervantes y Saavedra", explica Emilio Maganto Pavón, doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid, investigador cervantino y autor del libro Isabel de Saavedra. Los enigmas en la vida de la hija de Cervantes (Ed. Complutense, 2013). En él, el autor aporta más documentación a la investigación llevada a cabo por Luis Astrana Marín en su obra Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra (1958).



Emilio Maganto Pavón: "La relación de Isabel con las hermanas de Cervantes, especialmente con Magdalena no fue ideal. En el testamento que deja en 1610 ni se nombra a Isabel"
Entre las novedades destaca lapartida bautismal de Isabel de Saavedra, hasta ahora desconocida. "El documento tiene como fecha abril de 1584, meses antes de lo que decía Astrana. Concuerda el año y la parroquia de Ana de Villafranca, que pertenecía a la iglesia de los santos Justo y Pastor".

Un reconocimiento que va ligado a las costumbres de la época y a la idea que por aquel entonces se tenía de la familia. "El concepto de familia era distinto, por aquel entonces la familia iba ligada al concepto de casa. Es decir, la casa de Cervantes era la familia de Cervantes", apunta Pedro García Martín, catedrático de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de Madrid.

Confrontaciones familiares
La vida de Isabel dentro de su nueva familia no es fácil. Conocidos son los enfrentamientos que tuvieron ambos bandos, entre otras cosas, por la agitada vida privada que lleva. En 1606 se casa con Diego Sánz del Águila, con quien tiene en 1607 a su hija, Isabel Sanz. A pesar de que así consta en las capitulaciones matrimoniales de Isabel de Cervantes con Luis de Molina, su segundo marido, con quien se casa en 1608, varios estudiosos como Krzysztof Sliwa, profesor de la Universidad Tufts en Massachusetts afirman que el padre biólogico de la nieta de Cervantes, muerta dos años después de nacer (1610), es Juan de Urbina, amante de Isabel de Saavedra.

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Fachada de la Casa de Cervantes en Alcalá de Henares.

No es la primera vez que las mujeres cervantinas están en los corrillos populares, de hecho "a las hermanas de Cervantes se las conocía como Las Cervantas, por la vida, digamos, un tanto ligera que llevaban. Las visitas que tenían en casa de amigos, los regalos que recibían", anota García Martín.

Rechazo frontal
Este rechazo de muestran las hermanas complica la convivencia entre ambas partes. "Isabel nunca aceptó pertenecer a la familia Cervantes. Hubo varios enfrentamientos, entre ellos el delmatrimonio con Luis de Molina, con quien la casan para mantenerla sujeta. La relación con las hermanas de Cervantes, especialmente con Magdalena no fue ideal. De hecho en el testamento que deja en 1610 ni se nombra a Isabel, y era su tía, la había tutelado desde que llegó", matiza Pavón, quien señala que todo este ambiente hace que "Isabel desarrolle una personalidad perversa con un espíritu vengativo, de ahí los conflictos judiciales con Juan de Urbina o Luis de Molina, con quien no hace ninguna vida matrimonial ", remarca Pavón.

A pesar de las investigaciones realizadas hasta la fecha, entre las que se encuentra el análisis y estudio de la tumba del escritor, la familia Cervantes plantea preguntas que siguen sin tener respuesta. Por ejemplo, ¿Por qué motivos Miguel de Cervantes añade Saavedra a su apellido tras volver de Argel? ¿Por qué en algunos escritos Constanza se apellida "de Ovando" y en otros "de Figueroa"? ¿De dónde provenía el dinero que prestaba Isabel de Saavedra a sus contactos si no tenía oficio?. Quizá el tiempo y los estudios contesten estas cuestiones, o quizá se enmarquen en un interrogante infinito, eterno, acrecentando el enigma de los Cervantes. Todo un misterio.
http://www.elmundo.es/la-aventura-de-la-historia/2015/01/31/54cbcf60268e3e572b8b4578.html





¡Maravillosa la serie que hicieron sobre la vida de Cervantes, encarnado por Julian Mateos! ¡Con lo ligón que era seguro que dejó más hijos, pero ni se enteraría, solo se sabe de esos dos...!

Es preciosa la imagen de cuando él está en la calle viendo feliz los corrillos donde la gente rodeaba a uno que estaba leyéndoles las andanzas de Don Quijote, riéndose a carcajadas...
 
CULTURA
De un cáncer de páncreas

Muere a los 87 años el poeta estadounidense Philip Levine
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El poeta Levine.

EFE
Actualizado: 15/02/2015 22:57 horas0
El poeta estadounidense Philip Levine, ganador del premio Pulitzer en 1995 y que buscó en España inspiración para buena parte de su obra, falleció el sábado a los 87 años.

Levine murió víctima de un cáncer de páncreas en Fresno (California, EEUU), según confirmó al periódico 'The New York Times' el también poeta y amigo del autor Christopher Buckley.

Además del Pulitzer, el escritor fue distinguido en dos ocasiones con el National Book Award y sus escritos aparecieron regularmente en prestigiosas publicaciones como 'The New Yorker' y 'Harper's Magazine'.

En su obra, Levine abordó su infancia en la industrial Detroit, los soporíferos trabajos de su juventud y dedicó mucha atención a España, donde vivió durante un tiempo.

El poeta sentía una especial fascinación por la Guerra Civil española y dedicó numerosas piezas al conflicto, entre ellas algunos de sus poemas más populares, como una elegía al anarquista Francisco Ascaso.

Además, sus conocimientos de español le llevaron a traducir a Pablo Neruda y César Vallejo, entre otros.

Hijo de inmigrantes judíos de Rusia, Levine creció durante los difíciles años de la Gran Depresión y perdió a su padre cuando tenía sólo cinco años. El poeta vivió la mayor parte de su vida entre Nueva York y California, en cuya universidad estatal dio clase desde 1958 hasta 1992.
http://www.elmundo.es/cultura/2015/02/15/54e1165ae2704e6c038b458e.html
 
CANCIONES A GUIOMAR
(Antonio Machado)

[Más poemas de Antonio Machado] - [Su Biografía] - [Galería de imágenes] - [Otros autores]
I

No sabía
si era un limón amarillo
lo que tu mano tenía,
o el hilo de un claro día,
Guiomar, en dorado ovillo.
Tu boca me sonreía.
Yo pregunté: ¿Qué me ofreces?
¿Tiempo en fruto, que tu mano
eligió entre madureces
de tu huerta?
¿Tiempo vano
de una bella tarde yerta?
¿Dorada esencia encantada?
¿Copla en el agua dormida?
¿De monte en monte encendida,
la alborada
verdadera?
¿Rompe en sus turbios espejos
amor la devanadera
de sus crepúsculos viejos?


II

En un jardín te he soñado,
alto, Guiomar sobre el río,
jardín de un tiempo cerrado
con verjas de hierro frío.

Un ave insólita canta
en el almez, dulcemente,
junto al agua viva y santa,
toda sed y toda fuente.

En ese jardín, Guiomar,
el mutuo jardín que inventan
dos corazones al par,
se funden y complementan
nuestras horas. Los racimos
de un sueño -juntos estamos-
en limpia copa exprimimos,
y el doble cuento olvidamos.

(Uno: Mujer y varón,
aunque gacela y león,
llegan juntos a beber.
El otro: No puede ser
amor de tanta fortuna:
dos soledades en una,
ni aun de varón y mujer.)


*

Por ti la mar ensaya olas y espumas,
y el iris, sobre el monte, otros colores,
y el faisán de la aurora canto y plumas,
y el búho de Minerva ojos mayores.
Por ti, ¡oh Guiomar!...


III

Tu poeta
piensa en ti. La lejanía
es de limón y violeta,
verde el campo todavía
Conmigo vienes Guiomar;
nos sorbe la serranía.
De encinar en encinar
se va fatigando el día.
El tren devora y devora
día y riel. La retama
pasa en sombra; se desdora
el oro del Guadarrama.
Porque una diosa y su amante
huyen juntos, jadente,
los sigue la luna llena.
El tren se esconde y resuena
dentro de un monte gigante.
Campos yermos, cielo alto.
Tras los montes de granito
y otros monte de basalto,
ya es la mar y el infinito.
Juntos vamos; libres somos.
Aunque el Dios, como en el cuento
fiero rey, cabalgue a lomos
del mejor corcel del viento,
aunque nos jure violento,
su venganza,
aunque ensille el pensamiento,
libre amor, nadie lo alcanza.


*

Hoy te escribo en mi celda de viajero,
a la hora de una cita imaginaria.
Rompe el iris al aire el aguacero,
y al monte su tristeza planetaria.
Sol y campanas en la vieja torre.
¡Oh tarde viva y quieta
que opuso al ''panta rhei'' su ''nada corre'',
tarde niña que amaba a su poeta!
¡Y día adolescente
-ojos claros y músculos morenos-,
cuando pensaste a amor, junto a la fuente,
besar tus labios y apresar tus senos!
Todo a esta luz de abril se transparenta;
todo en el hoy de ayer, el Todavía
que en sus maduras horas
el tiempo canta y cuenta,
se funde en una sola melodía,
que es un coro de tardes y de auroras.
A ti, Guiomar, esta nostalgia mía.
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La mujer que más amó Machado[/paste:font]
ANDRÉS AMORÓSABC_ES / MADRID
Día 22/02/2014 -


No fue Leonor, su joven esposa, sino Pilar Valderrama, la Guiomar de sus versos, una mujer casada 16 años menor. ABC recupera su historia de amor en el 75 aniversario de la muerte del poeta

ABC
Antonio Machado en el café de Las Salesas

Antonio Machado muere en Collioure el 22 de febrero de 1939. Setenta y cinco años después, continúan las polémicas sobre Guiomar, su amor de la madurez. La historia de su matrimonio es bien conocida: en 1907, Antonio va a Soria como catedrático de Francés. Allí conoce a Leonor, la hija de su patrona, que tenía entonces 14 años. Dos años después se casan. En París, ella sufre una hemorragia que -según el poeta- «fulminó nuestra felicidad». Muere de tuberculosis el año 1912, el mismo año en que se publica «Campos de Castilla». El poeta expresa su dolor con versos conmovedores: «Señor ya me arrancaste lo que yo más quería... / Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar». Esta tragedia acentúa su tendencia a la soledad y la melancolía.




En 1929, publica Machado sus Canciones a Guiomar: ¿se trata de una mujer de carne y hueso o de un puro pretexto literario, como el de tantos escritores? La respuesta llega en 1950, al publicar Concha Espina su libro «De Antonio Machado a su grande y secreto amor» incluye, mutiladas, cartas de amor del poeta y da por muerta a Guiomar, sin revelar su identidad. El escándalo, en el mundo literario, es notable. Siguen luego libros de Justina Ruiz de Conde, José María Moreiro... La revelación definitiva llega con el libro póstumo de Pilar de Valderrama, «Sí, soy Guiomar. (Memorias de mi vida) (1981)». Finalmente, en 1994, Giancarlo Depretis publica íntegramente las«Cartas a Pilar». Aunque algunos siguen manteniendo que Guiomar era sólo un pretexto literario, o, incluso, un nombre que da ahora Machado a su recordada Leonor.

¿Quién es Pilar de Valderrama? Una mujer de carne y hueso, por supuesto: nace en Madrid en 1892 (16 años después que Antonio Machado); no es feliz en su matrimonio con Rafael Martínez Romarate, que trabaja en el teatro como luminotécnico; publica varios libros de poemas («Las piedras de Horeb», «Esencias») y de teatro («El tercer mundo»). Toda la familia es católica, de derechas: huyen a Portugal en 1936. (Mientras tanto, Antonio Machado ha reforzado su adscripción al bando republicano, a diferencia de su hermano Manuel). Muere en 1979, dos años antes de la publicación de sus memorias. Cansinos Asséns la describe con escasa simpatía: «Una mujer morena, de tipo semítico, con grandes ojos pasionales y toda ella con un exceso de ardor que se desfoga en el arte». La incluye en el grupo de «esas grandes señoras que hacen literatura por puro placer, al margen de todo profesionalismo». Más cariñoso se muestra Jorge Guillén: «Esta criatura, muy sensible, gozará y sufrirá intensamente durante su larga existencia».

Antonio le escribe cerca de 200 cartas, de las que se conservan sólo unas 40. Ella -por pudor, se supone- destruyó las restantes: una pérdida lamentable. Y las publica con mutilaciones; llega a tratarlas con productos químicos, para borrar algunos párrafos que el tiempo, paradójicamente, ha hecho reaparecer.

Se conocen los dos en Segovia, el 2 de junio de 1928. Ella acaba de sufrir un gran dolor al confesarle su marido que se ha suicidado una joven con la que él mantenía relaciones. Le lleva a Antonio un libro de poemas; cenan, juntos, en el Hotel Comercio; pasean de noche, hasta el Alcázar. Ahí comienza su relación epistolar. Ella tiene 36 años; él, más de 50. Uniendo los poemas dedicados a Guiomar con las cartas de Antonio, se puede seguir la historia de un amor (como el título del bolero) que cada uno calificará como prefiera.

El banco de los enamorados
Hay que partir del hecho de que el poeta se siente prematuramente envejecido: «Cuando murió su amada,/ pensó en hacerse viejo...». El tiempo va apaciguando los dolores pero él no cree que pueda ya enamorarse de nuevo. La aparición de la joven poetisa rompe su idea; para expresar su asombro, recurre al verso inicial de la «Divina Comedia»: «Nel mezzo del camin pasóme el pecho / la flecha de un amor intempestivo...». La posición, al final del verso, subraya la palabra: «intempestivo»; es decir, «lo que llega fuera de tiempo o de sazón». Pero que ha llegado... Está viviendo ahora el poeta lo mismo que él cantó del «olmo viejo, hendido por el rayo / y en su mitad podrido» al que, en primavera, «algunas hojas verdes le han salido». Se siente sorprendido pero feliz: «Porque, en amor, locura es lo sensato».

Ella vive en Madrid, con su marido; Antonio, en Segovia: se escriben cartas de amor. El fin de semana, él va a la capital. Pasean juntos, ese verano, por los jardines de la Moncloa (cerca de la actual residencia del Presidente del Gobierno): lo bautizan como «El jardín de la Fuente» y «el banco de los enamorados», donde se sientan. En el otoño, se refugian del frío en un café de Cuatro Caminos, el Franco-Español: «nuestro rincón». Para consolarse de la separación, como dos chiquillos, se inventan un recurso: todas las noches, entre 11 y 12, se encuentran, con la imaginación, en su «tercer mundo» (ése será el título de una obra de teatro de ella).

Lo mismo que cualquier joven enamorado, Antonio le escribe cartas que terminan con una ristra de piropos: «¡Adiós, preciosa, encanto, milagro, maravilla, reina, diosa de mis entrañas, adiós! (...) Escribe a tu loco.Tuyo, tuyísimo, archituyo...».

Alguna noche, en Madrid, Antonio va al teatro solamente por verla, de lejos. Y sufre de celos, como cualquier mortal: «Mi corazón tiene cada día más amor. Y, aunque sea absurdo, más celos».

Sueña él con los mil detalles de la vida cotidiana, en pareja. Por ejemplo, acompañarla, cuando ella está acatarrada: «Quieta, arropadita en tu cama, porque allí está -a tu cabecera- tu poeta, dándote el calor de su corazón (...) Te aconsejo mucho abrigo y, para sudar un poco, tomar un ponche con una copita de coñac. Es mano de santo».

No es éste el Machado trascendental, filosófico, sino un hombre maduro que se ha enamorado de una mujer más joven y que sueña con ella. Hasta el recuerdo de su mujer se ha ido borrando: «El secreto es, sencillamente, que yo no he tenido más amor que éste. Ya hace tiempo que lo he visto claro. Mis otros amores sólo han sido sueños, a través de los cuales vislumbraba yo la mujer real, la diosa. Cuando ésta llegó, todo lo demás se ha borrado. Solamente el recuerdo de mi mujer queda en mí, porque la muerte y la piedad lo han consagrado». ¿Hasta dónde llega este amor? Parece claro que es ella, por sus criterios religiosos, la que impide su consumación. Suele él quejarse de unas barreras que no entiende... pero acepta. Todo parece quedar en un «amor cortés», como el de los trovadores. Aunque algunos detalles apuntan a algo más. Una vez, ella va a Hendaya, para reponerse. Hasta allí acude Antonio. Contemplan el río Bidasoa y, al fondo, Fuenterrabía; pasean por la playa y el cuerpo parece reclamar sus derechos: «¡Y, en la tersa arena,/cerca de la mar, /tu carne rosa y morena, /súbitamente, Guiomar!».

Antonio, como cualquier novio que se precie, le ha traído un regalo, unos zarcillos de oro, que acaban de un pendiente de nácar: «En el nácar frío/de tu zarcillo en mi boca,/ Guiomar, y en el calofrío/de una amanecida loca». ¿Qué llegó a pasar en esa «amanecida loca»? Nunca lo sabremos.

El amor insatisfecho se sigue refugiando en los sueños. Una vez, sueña él que les casa en Segovia, en el monasterio del Parral, al son de La Marsellesa, un fraile que resulta ser don Miguel de Unamuno. Otra vez, algo semejante tiene un final feliz:

«Soñé, sencillamente, que me casaba contigo (...) Mi estado de espíritu era, en esta ocasión, de una alegría rebosante, todo lo contrario de lo que fue, en mis nupcias auténticas. La ceremonia fue entonces, para mí, un verdadero martirio. Y, ahora, salía yo contigo, del brazo, lleno de alegría y de orgullo. Se diría que, en el sueño, tomaba yo el desquite de nuestro secreto amor, pregonándolo a los cuatro vientos... El resto del sueño, no te lo puedo contar. Es demasiado feliz, aun para contarlo».

Luego, la guerra los separa: ella, con su familia, se va a Portugal, después de haber destruído muchas de sus cartas; él, a la Valencia republicana: «De mar a mar, entre los dos, la guerra,/ más honda que la mar...».

En sus «Canciones a Guiomar», insiste Machado en la trama misteriosa que enlaza la realidad con el ensueño: «Todo amor es fantasía: / él inventa el año, el día, / la hora y su melodía; / inventa el amante, y, más, / la amada. No prueba nada /contra el amor, que la amada/no haya existido jamás».

Algunos han utilizado estos versos para concluir que Guiomar fue solamente un sueño poético: las cartas que conservamos indican otra cosa. Otros la han enjuiciado con dureza: quizá no amó de verdad a Machado, quiso aprovecharse de su fama... En todo caso, él sí sintió renacer, con ella, sus viejas ilusiones. Cuando Antonio Machado muere, en Collioure, hace exactamente 75 años, su hermano José encuentra, en su chaqueta, un papelillo arrugado. En él ha escrito la cita del Hamlet («To be or not to be») y el último verso que ha escrito, con sus más dulces recuerdos sevillanos: «Estos días azules y este sol de la infancia...»

Pero también guardaba allí una variante de una de sus Canciones a Guiomar: «Y te daré mi canción:/ «Se canta lo que pierde»/, con un papagayo verde/ que la diga en tu balcón: / se canta lo que se pierde». Es difícil imaginar mejor definición de la poesía: «Se canta lo que pierde».
 
Neruda, Machado.......bah!, paparruchas......chicas, no sabréis lo que es la poesía con mayúsculas hasta que no hayáis leído el libro de poemas de nuestro macho man: Borja Semper, pepero de pro y ahora a punto de editar su primer libro de poemas.

Para que apreciéis su extrema sensibilidad, su profundidad de pensamiento, etece, etece, os obsequio con una muestra de los ripios risión...digoo, de los exquisitos poemas con los que podréis deleitar a vuestra alma y espíritu si compráis su libro, que tiene como no, un título de lo más original...."Poemas de (des) amor".

Según el diario "Er mundo", donde he encontrado esta ilusionante noticia, los versos de Borjamari tienen "aún mejor sentido de la rima" que los de su colega pepero González Pons, que paice ser que también escribe poesía, como no podía ser de otra manera (frase mú elegante y de mucha profundidad semántica que les gusta mucho repetir a estos poetas insignes y por extensión a tos sus compañeross de partido) en almas tan sensibles.

Os dejo ya, disfrutad de los versos borjamarianos:

No supimos bien / ni cómo querernos / ni cómo dejarnos, /y ahora no sabemos cómo olvidarnos. / Somos una sucesión implacable / de incompetencia / y ensañamiento"

"Un día de estos no voy a poder más / y voy a pedirte / que no vuelvas a tu casa, / que no te vistas ni salgas de la cama,/ que te quedes a oír mis tonterías, / que me abraces aún más, / que nos volvamos a tocar, / que volvamos a temblar, / que me dejes hacerte café por la mañana. / Lo veo venir, / un día de éstos me vuelvo loco / y te digo que te quiero, / así sin avisar. / Y a ver qué pasa".

"Yo no creo en la resurrección de los muertos / y tú no crees en la resurrección del amor. / Parecen convicciones equiparables, / pero yo seguiré muerto / y tú estarás vacía. / No sabría qué decirte, / no sabría con qué papel quedarme

Claro que hay culpables, / a quién queremos engañar. / Culpable tú y culpable yo, / por haber sido tú tan tú / y yo tan yo, / siempre por encima de los dos. / A nuestra manera / lo intentamos, / pero a nuestra manera / no fue suficiente. / Absueltos por defensa propia.",
 
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