Pintura - Museos - Exposiciones

El Roto entra en el Prado de la mano de Goya
El dibujante expone 36 aguadas inspiradas en la obra satírica del genio aragonés




A la izquierda, detalle de 'Riña a garrotazos' y 'Riña de siameses', de El Roto.




MANUEL MORALES
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Madrid
25 NOV 2019


A unos pocos metros debajo de donde el dibujante Andrés Rábago, El Roto, explicaba su nuevo trabajo, en el claustro de los Jerónimos del Museo del Prado, cuelga un dibujo de Francisco de Goya titulado No se puede mirar. En él, un condenado por la Inquisición cuelga bocabajo, martirizado. Dos siglos después de que Goya reflejase el horror de la tortura, El Roto le rinde homenaje en una exposición, con el título de ese dibujo, compuesta por 36 aguadas en vitrinas y bajo la gran luz natural del claustro. Su trabajo coincide en la pinacoteca con la fantástica exposición Goya. Dibujos. "Solo la voluntad me sobra", que reúne más de 300 obras.

"He utilizado elementos de su iconografía. He intentado reflejar lo que está pasando en nuestra sociedad en temas que él trató", ha dicho este lunes durante la presentación El Roto (Madrid, 72 años) en alusión al genio aragonés. Como el que ha titulado Lo llaman amor, en el que la zarpa de una bestia desgarra el pecho de una mujer, estampa de un día en el que un hombre ha matado de una cuchillada a su pareja en Tenerife.

La muestra, hasta el 16 de febrero de 2020, fue una propuesta, hace un par de años, del museo al viñetista de EL PAÍS, que dedicó las mañanas de los miércoles a pasear por sus salas. "Tomé apuntes, buscaba obras satíricas pero vi que podía quedar algo muy heterogéneo, hasta que llegué a Goya", ha añadido el premio Nacional de Ilustración en 2012. El Perro semihundido es visto por El Roto con el rostro de Goofy; Saturno no devora a sus hijos, sino salchichas; y la superchería de la religión, con brujas, condenados o penitentes, también es reinterpretada por el humorista gráfico. "No se trata de copias, sino de la reverberación de un terremoto lejano, es el vestigio de su inmenso talento". Con motivo de esta exposición, la editorial Reservoir Books y El Prado han editado un libro que suma 15 dibujos más y dos textos del autor y del comisario de la muestra, José Manuel Matilla.

Acostumbrado, a diario en este periódico, a decir mucho con un dibujo y una frase, El Roto no le da muchas vueltas a cómo ha sido ese camino por las huellas de Goya. "No soy muy de pensar, no me planteaba cómo hacerlo... miraba sus obras y lo he trasladado". Eso sí, hizo un inciso para hablar de una de sus aguadas, sobre la tauromaquia, en la que un torero se dispone a matar a una mosca gigante. "No sé cómo puede celebrarse una corrida que se llama goyesca [en Ronda, Málaga, a comienzos de cada septiembre]. No creo que se le haya pedido permiso para ello a Goya".




El claustro de los Jerónimos del Prado, con los dibujos de El Roto.


El claustro de los Jerónimos del Prado, con los dibujos de El Roto. SAMUEL SÁNCHEZ



Al adjetivo "goyesco" se refirió también Matilla, jefe de Conservación de Dibujos y Estampas del Prado. "En el museo hablamos de goyesco en el mal sentido de una obra que es una simple imitación, pero El Roto lo es en el buen sentido, en el de captar la forma y fondo de Goya". Lo que puede ver el espectador son "dibujos sintéticos y títulos austeros", agregó. La impresión al contemplar la obra de ambos es similar: "A una primera sonrisa, le sigue una sensación de malestar. Son implacables críticos de la estupidez humana".

Sobre el espacio que acoge sus dibujos, con tanta luz natural proyectada sobre una visión tan grotesca de la realidad, El Roto destacó que "es un montaje bello y ligero, que permite inclinarse para mirar más próximamente, mejor que si estuvieran en paredes". Una delicadeza que no resta ni un ápice de negrura a estos 36 puñetazos en papel avitelado, como el titulado La construcción, en el que un hombre construye un cadalso, cuya soga tiene anudada a su cuello.

 
Los detalles perdidos de las esculturas del Partenón
Un análisis en 3D revela el deterioro del friso entre 1802 y 1872 provocado por la contaminación y el vandalismo



Los detalles perdidos de las esculturas del Partenón


Panel del lado oeste del friso del Partenón expuesto en el Museo Británico (Wikipedia)



11/12/2019

Las esculturas de mármol del friso de 160 metros del Partenón de Atenas son una de las obras más reconocidas de la Antigua Grecia. Esculpidas entre los años 443 y 438 antes de Cristo bajo la dirección del famoso escultor Fideas, reflejan gran variedad de escenas, tanto humanas como divinas.

El 37,5% del friso (unos 75 metros) se encuentra actualmente en el Museo Británico de Londres. Fue Thomas Bruce, séptimo conde de Elgin, quien se llevó todas estas piezas hasta Inglaterra a principios del siglo XIX. Pero no solo expolió las obras de arte. También encargó realizar unos moldes en 1802 que ahora han revelado detalles que se han perdido de las propias estatuas.


Expolio de Thomas Bruce Elgin

El 37,5% del friso del Partenón (unos 75 metros) se encuentra actualmente en el Museo Británico de Londres

La doctora Emma Payne, del King’s College de Londres, ha analizado y comparado estos moldes de yeso con otros que se realizaron más adelante, también en el siglo XIX, e incluso con la obra original de la Acrópolis. Los resultados de su estudio muestran “reproducciones con mayor precisión de los esperado” y “rostros -ahora perdidos- de algunas estatuas”, detalla en un trabajo publicado en la revista Antiquity .

El análisis 3D reveló marcas de herramientas en torno a algunas de estas características que se han perdido, lo que sugiere que los actos vandálicos fueron los que causaron buena parte de estos daños. “Los moldes de Elgin son como una cápsula del tiempo que han capturado el estado del friso del Partenón, una de las pocas esculturas que ha sobrevivido del período clásico del siglo V a.C. en Grecia”, apunta Payne.



Dos imágenes extraídas de los moldes de Elgin (izquierda), comparada con un modelo 3D


Dos imágenes extraídas de los moldes de Elgin (izquierda), comparada con un modelo 3D (Emma Payne / Antiquity)



La escena central de la obra es una procesión conducida por los magistrados atenienses que avanza junto a un cortejo formado por soldados, ciudadanos o músicos además de un grupo que porta ofrendas. Detrás de ellos, caminan los animales destinados al sacrificio. La fila se acaba diviendo en dos grupos que vuelven a unirse bajo la atenta mirada de los dioses.

Lord Elgin, que fue nombrado embajador británico en el Imperio Otomano en 1799, se llevó a su casa de Inglaterra varios paneles del friso para, supuestamente protegerlos de daños por negligencia. Los moldes que ordenó hacer se usaron durante años para hacer copias que se mandaron a distintos museos de todo el mundo.



Modelos en 3D de la figura 23 del friso oeste: Arriba, el molde de Elgin; el de Merlin en el centro; y el original, abajo. En los moldes, la superficie texturizada de la ropa y el cabello se revela claramente



Modelos en 3D de la figura 23 del friso oeste: Arriba, el molde de Elgin; el de Merlin en el centro; y el original, abajo. En los moldes, la superficie texturizada de la ropa y el cabello se revela claramente (Emma Payne / Antiquity)



Cuando estos moldes de yeso se gastaron, los responsables del Museo Británico pidieron al entonces Cónsul británico en Atenas, Charles Merlin, que les mandara unos nuevos. Era el año 1872 y las esculturas del Partenón ya reflejaban “que la contaminación moderna había acelerado su deterioro”, apunta Emma Payne.

La investigadora del King’s College utilizó imágenes en tres dimensiones obtenidas con un escáner Breuckmann smartSCAN3D para modelar los moldes de Elgin y Merlin, además de las piezas escultóricas originales de Atenas, que fueron trasladadas del Partenón al Museo de la Acrópolis en 1993. “Superpuse las fotografías para resaltar las similitudes y diferencias“, recuerda.

Cambio de ubicación

Las piezas escultóricas originales de Atenas fueron trasladadas del Partenón al Museo de la Acrópolis en 1993

“Lo que encontré es que, en general, los moldes del siglo XIX reproducen las esculturas de mármol con mayor precisión de lo esperad”, agregó. La mayoría de los moldes se desviaron a menos de 1,5 mm de las piezas originales de la escultura. “Definitivamente conservan algunas características perdidas de los originales”, añade.

Los resultados del estudio también señalaron que los moldes de Merlín son más similares a los originales actuales que a los moldes de Elgin. Esto sugiere que hubo un aumento en el deterioro de las esculturas en el período comprendido entre la creación de los dos moldes, a principios del siglo XIX y en la década de 1870, respectivamente.



Modelos en 3D de figuras del lado oeste y norte del friso. Los originales, a la izquierda. Los moldes de Elgin, con añadidos, a la derecha


Modelos en 3D de figuras del lado oeste y norte del friso. Los originales, a la izquierda. Los moldes de Elgin, con añadidos, a la derecha (Emma Payne / Antiquity)



Esto se evidencia a través de la desviación de más de un milímetro, con algunas de las figuras que están completas en los modelos de Elgin pero a las que actualmente les faltan piezas más grandes. En contraste, la similitud de los moldes de Merlín y las esculturas que sobreviven hoy en día sugiere que se ha producido mucho menos daño entre 1870 y la actualidad.

“En algunos lugares, sin embargo, la persona que creó los moldes de Elgin intentó reconstruir las piezas que faltaban. El resultado es que estas reproducciones presentan a menudo reconstrucciones bastante crudas de caras y extremidades que ahora no están. Estas partes adicionales se notaron por primera vez en 1910 y han sido confirmados por los modelos en 3D”, indica la doctora Payne.



Las imágenes de la izquierda muestran una desviación máxima de 5mm. Las de la derecha muestran una desviación máxima de 1mm


Las imágenes de la izquierda muestran una desviación máxima de 5mm. Las de la derecha muestran una desviación máxima de 1mm (Emma Payne / Antiquity)



“Parece que las puntas rotas de las narices se corrigieron con bastante frecuencia en los moldes de principios del siglo XIX, aunque esta práctica se volvió mucho más rara más tarde”, concluye la investigadora. En el siglo XX, con la aparición de la fotografía y el miedo a causar daños en las esculturas originales, los moldes de yeso ya no eran tan necesarios y cayeron en desuso.

 
Entrada gratuita y ‘performances’ en la fiesta final del bicentenario del Prado
En una gigantesca pantalla se podrán ver 70 obras de la colección con efectos especiales para lograr una proyección tridimensional inmersiva



Fotomontaje de la proyección 'Amalgama en el Prado', de Daniel Canogar, sobre la fachada de Goya del museo.


Fotomontaje de la proyección 'Amalgama en el Prado', de Daniel Canogar, sobre la fachada de Goya del museo. MUSEO DEL PRADO



ÁNGELES GARCÍA
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Madrid
12 DIC 2019


Después de un intenso año de celebración por todo lo alto del bicentenario del Prado, el museo quiere cerrar la fiesta volcado en su público. Entrada gratuita los días 13, 14 y 15 de diciembre; un espectacular viaje visual en la fachada de la entrada de Goya, con una sorprendente pieza futurista firmada por el fotógrafo Daniel Canogar, performances sorpresa en las salas, realizadas por la Orquesta Sinfónica de Castilla y León y la creación de una cápsula del tiempo son los principales puntos de una programación final gracias a la colaboración de Acciona.

Marina Chinchilla, directora de Administración del Museo del Prado, asegura que el público ha sido el objetivo central de esta programación especial. Los responsables del museo han querido que su protagonismo sea absoluto en estas últimas jornadas.

El acceso gratuito es para todo este fin de semana en el horario habitual del museo, desde las 10.00 hasta las 20.00. Los visitantes se pueden registrar en taquilla sin que tengan que presentar ninguna clase de identificación. Esta entrada da acceso a la colección permanente y a las exposiciones temporales. Solo la dedicada a los dibujos de Goya tendrá un control excepcional. Se dejará entrar hasta 70 personas cada 15 minutos.

La fachada de la puerta de Goya, la situada frente al hotel Ritz, será una gigantesca pantalla sobre la que se proyectará un doble espectáculo audiovisual, en sesiones de media hora, a las 20.30 y a las 22.00, desde el jueves 12 hasta el domingo 15. La primera parte consistirá en un recorrido visual por 70 obras de la colección con tecnología de mapping, láser y efectos especiales, para conseguir una proyección tridimensional inmersiva. Esas imágenes estarán acompañadas de una banda sonora, especialmente compuesta para el espectáculo por Olivier Arson, premio Goya 2019 a la mejor banda sonora por la película El reino.

La proyección se remata con una pieza creada por Daniel Canogar, titulada Amalgama en el Prado. El artista explica que ha querido fundir pasado y futuro a partir de imágenes transformadas por un algoritmo capaz de convertir las pinturas clásicas en abstracciones. Según Canogar, el resultado tiene que ver con el museo imaginario del que hablaba André Malraux. “La mirada contemporánea, tan saturada de imágenes, nos permite redescubrir aspectos que habían quedado oscurecidos por el paso del tiempo”.

El show popular que prepara el museo para el fin de semana incluye sorpresas que vivirán los visitantes en plena contemplación de las obras. De ello se ocuparán jóvenes artistas acompañados por la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, que interpretará piezas de Mozart y Stravinski.

La sala de proyecciones del museo, situada junto al auditorio, proyectará en sus pantallas, de manera ininterrumpida todo el material audiovisual que ha generado el bicentenario. Desde vídeos promocionales de las exposiciones, hasta material rescatado de los archivos y los testimonios y recuerdos de los trabajadores del museo. Los visitantes que asistan a lo largo del fin de semana, podrán dejar grabada su experiencia en un pequeño estudio instalado junto a la sala de las Musas.

Y ya pensando en el tricentenario, el museo ha creado una cápsula del tiempo en la que se contiene la huella de todo lo que ha sido este año de celebraciones. La documentación (catálogos, folletos, monedas) será depositada en una urna que se custodiará en los almacenes del museo para iluminar a generaciones venideras.




 
HASTA EL 5 DE ENERO
Una explosión de color: los pasteles toman la Fundación Mapfre de Barcelona
Esta muestra tiene por objetivo reivindicar esta técnica del pastel, a medio camino entre el dibujo y la pintura al óleo. Las 96 obras que se podrán ver rara vez se prestan a su exposición


Foto: Edgar Degas. 'Chevaux de courses dans un paysage' (Caballos de carreras en un paisaje), 1894. Pastel sobre papel. 47,9×62,9 cm. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.


Edgar Degas. 'Chevaux de courses dans un paysage' (Caballos de carreras en un paisaje), 1894. Pastel sobre papel. 47,9×62,9 cm. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.



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EC BRANDS
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PABLO PICASSO
BARCELONA
FUNDACIÓN MAPFRE
ECBRANDS

14/12/2019


Sus inicios datan de finales del siglo XVI, aunque no llegó a convertirse en un arte de pleno derecho hasta bien entrado el siglo XIX. Hablamos de la pintura al pastel, técnica a medio camino entre el dibujo y la pintura al óleo consistente en el uso de técnicas que aplican la pintura directamente sobre el lienzo en lugar de utilizar algún tipo de disolvente como sucede con el óleo. La exposición ‘Tocar el color. La renovación del pastel’ explora algunas de las obras más importantes de esta técnica en la Fundación Mapfre de Barcelonahasta el próximo 5 de enero.

Con 96 obras de 68 artistas, la muestra recoge un puñado de trabajos que apuestan por analizar el resurgimiento del pastel a partir de 1830 y hasta bien entrado el siglo XX. Y lo hace gracias a trabajos cuya fragilidad les impide estar expuestos de manera habitual, lo que confiere un valor único a la muestra. “La fragilidad intrínseca, la delicadeza en su conservación y la complejidad en el tratamiento de esta técnica hacen de esta exposición una ocasión única para poder observar estas obras. Son piezas que no se exponen habitualmente, que rara vez se prestan y que una vez vuelvan a sus orígenes deberán permanecer ocultas sin luz durante años”, recuerda Nadia Arroyo, directora de cultura de Fundación Mapfre.




Pierre-Auguste Renoir. 'L’enfant à la pomme ou Gabrielle, Jean Renoir et une fillette' (La niña de la manzana o Gabrielle, Jean Renoir y una niña), 1895-1896. Pastel sobre papel. 56×76 cm. Colección Mrs. Leone Cettolin Dauberville© Jean-Louis Losi.




Pierre-Auguste Renoir. 'L’enfant à la pomme ou Gabrielle, Jean Renoir et une fillette' (La niña de la manzana o Gabrielle, Jean Renoir y una niña), 1895-1896. Pastel sobre papel. 56×76 cm. Colección Mrs. Leone Cettolin Dauberville© Jean-Louis Losi.

La muestra echa la vista atrás para observar cómo los más reputados ’pastelistas’ elevaron la técnica hasta convertirla en una forma de arte. Así, los asistentes pueden observar autorretratos como el de Jean Hélion, con claras reminiscencias a la edad de oro artística del siglo XVIII, con los que este colectivo se alejó poco a poco del terreno del boceto para adentrarse en el de la pintura.

El pastel fue, además, una técnica asociada a artistas mujeres que la utilizaron como medio manejable y económico para encontrar una ruta alternativa a las bellas artes, reservadas a los hombres, sabedoras de que estaban relegadas en los círculos académicos. Por ello, la muestra pretende resaltar su importancia mostrando trabajos de Mary Cassatt, Berthe Morisot, Louise Abbéma o Louise-Catherine Breslau.




William Degouve de Nuncques. Intérieur de forêt (Interior de bosque), 1984. Pastel sobre papel. 28×58 cm. Musée de l’École de Nancy, NancyInv. L02© Nancy, musée de l'Ecole de Nancy. Photo Studio Image.


William Degouve de Nuncques. Intérieur de forêt (Interior de bosque), 1984. Pastel sobre papel. 28×58 cm. Musée de l’École de Nancy, NancyInv. L02© Nancy, musée de l'Ecole de Nancy. Photo Studio Image.



Fueron los impresionistas los encargados de llevar el pastel al aire libre y de alejarlo del retrato. Los paisajes impresionistas permitieron a artistas como Edgar Degas captar el momento fugaz y le permitieron escribir un capítulo fundamental en la historia del arte moderno donde la espontaneidad y el color liberado tomaban todo el protagonismo.

Fue a finales del siglo XIX cuando la creación de la Sociedad de Pastelistas Franceses permitió “mostrar, desarrollar y alentar el arte del pastel”. La primera muestra de la sociedad data de 1885 y también de esa década datan las sociedades de pastelistas de Nueva York y británica. Las obras de George Clausen, Sir James Guthrie o James McNeill Whistler ayudaron a extender la popularidad de esta técnica fuera de las fronteras galas. Bélgica, Alemania, Polonia, Rusia o Italia fueron otros de los países que certificaron que el pastel había abandonado ya su cuna y no era propiedad exclusiva de los pintores franceses.


Del impresionismo a Miró
De Nittis, Degas o Renoir fueron algunos de los artistas impresionistas que llevaron el pastel a sus lienzos. Y lo hicieron mostrando una devoción por la figura humana y especialmente por los desnudos femeninos en el caso de Degas.




Louis AnquetinJeune femme lisant un journal (Joven leyendo un periódico), 1890. Pastel sobre papel. 54×43,2 cm. Tate, Londres. Ofrecido por Francis Howard 1922© Tate, London 2019.


Louis AnquetinJeune femme lisant un journal (Joven leyendo un periódico), 1890. Pastel sobre papel. 54×43,2 cm. Tate, Londres. Ofrecido por Francis Howard 1922© Tate, London 2019.



Los vivos colores del pastel también permitieron, a finales del siglo XIX, disfrutar de las explosiones incandescentes de Louis Anquetin e incluso Pablo Picasso se siente seducido por esta técnica a la hora de retratar a bailarinas, cupletistas, cantantes y personajes de la noche parisina en 1901. Frente a la explosión de color, el simbolismo optó por atmósferas entenebrecidas, próximas al misterio, en el tránsito entre el siglo XIX y el XX. Buena prueba de ello son los paisajes nocturnos de William Degouve de Nuncques o el clima crepuscular de las obras de Émile-René Ménard en sus paisajes de ruinas antiguas.

La muestra también presta especial atención a la obra de Odilon Redon, posiblemente el pastelista más inspirado de finales del XIX y principios del XX que intensifica el colorido en sus obras para reforzar la dimensión sensible de la obra de arte. Y bien entrados en el siglo pasado también es considerable el trabajo de Miró, entre otros creadores, cuyo trabajo en las pinturas salvajes de 1934 contrasta con la elegancia de los retratos al pastel del siglo XIX.

“Con esta exposición hemos querido contar una parte de la historia del arte en la que habitualmente no se pone el foco y que durante tanto tiempo marcó y condicionó la creatividad de los artistas: la jerarquía de las técnicas”, destaca Philippe Saunier, comisario de una muestra que se puede visitar hasta el próximo 5 de enero en Barcelona.

 
SUBASTAS DE ARTE
El San Ignacio de Loyola de Goya se queda sin comprador
Las ofertas recibidas no han alcanzado el mínimo de 600.000 euros, el precio de salida

M. M.
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Madrid 19 DIC 2019


Retrato de San Ignacio de Loyola, de Goya, fechado en torno a 1775.


Retrato de San Ignacio de Loyola, de Goya, fechado en torno a 1775.



El retrato de medio cuerpo de San Ignacio de Loyola, óleo que Francisco de Goya (Fuendetodos, Zaragoza, 1746-Burdeos, 1828) pintó en torno a 1775 y que salía a subasta este jueves en la casa Ansorena, de Madrid, se ha quedado, por ahora, sin comprador. "Las ofertas recibidas no han alcanzado el precio de estimación", que partía en 600.000 euros, han informado fuentes de la sala de subastas. El cuadro, de 81 por 56 centímetros, representa al fundador de la Compañía de Jesús, Ignacio de Loyola (1491-1556), girado y mirando al espectador. El santo viste el hábito de la orden y en las manos porta un libro con la inscripción Ad maiorem dei gloriam (A la mayor gloria de Dios). Además, aparece el anagrama de la Compañía en el ángulo superior derecho.

Ansorena señala en su web de esta obra, declarada inexportable por el Ministerio de Cultura en 2015, que "Goya le representó con gran expresividad en su mirada, de manera realista, como si fuera el 'retrato del santo', como indicó José Camón Aznar [historiador del arte], quien dio a conocer la obra en 1979". Además, "la forma de pintar al santo sin barba está alejada de las representaciones habituales desde su canonización en 1622".

La expectación levantada desde que se supo esta semana que esta obra salía a subasta, puesta a la venta por un coleccionista de Zaragoza, se ha visto defraudada. Ansorena añade sobre esta pieza que "Goya debió de pintarla justo antes de abandonar Zaragoza, tras su periodo de formación en Italia, o en los primeros momentos de su estancia en la Corte. Tradicionalmente se ha aceptado que fue un encargo de Juan Ignacio Ezcurra (1750-1827), virrey del Río de la Plata. Él lo legó a su hija, doña Encarnación Ezurra, y esta lo traspasó después a su hermana, Gregoria Rosas de Ezcurra. El cuadro estuvo en manos de sus herederos hasta los años setenta del siglo XX".

La casa de subastas ha subrayado del óleo "la profundidad de la mirada del santo, su expresividad y emotividad", así como "la forma de iluminarlo, resaltando el halo de santidad sobre el fondo abstracto, y la construcción a base de pinceladas seguras, el uso de veladuras y el color".

La anterior ocasión en que salió a subasta esta obra fue en febrero de 1976, en la casa Christie’s de Londres, donde fue adquirida por 1.100 libras (1.300 euros de hoy, que teniendo en cuenta la inflación serían unos 93.000 euros).

 
Las artistas mandan en el año Rafael
Las mujeres piden paso en un periodo que busca estabilidad presupuestaria. Efemérides
y aniversarios como el trigésimo del Reina Sofía marcarán la agenda de los próximos doce meses





'Santa Catalina de Alejandría', de Rafael.


'Santa Catalina de Alejandría', de Rafael. NATIONAL GALLERY LONDON



ÁNGELES GARCÍA
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Madrid
4 ENE 2020


Silenciadas y excluidas a lo largo de la historia, las mujeres artistas han ido asomando la cabeza en los museos muy poco a poco durante los últimos años. Una lectura optimista hace pensar que las cosas están empezando a mejorar, al menos si nos atenemos a los contundentes nombres con los que comienza la temporada: la estadounidense Joan Jonas (25 de febrero en el Thyssen), la brasileña Lygia Clark (6 de marzo, Guggenheim Bilbao), la india Nalini Malani (20 de marzo, Fundación Miró de Barcelona), la italiana Artemisia Gentileschi (4 de abril, Galería Nacional de Londres), la española Concha Jerez (28 de abril, Reina Sofía de Madrid), la serbia Marina Abramovic(26 de septiembre, Academia Real de Londres) o la anglo-mexicana Leonora Carrington (30 de septiembre, Fundación Mapfre en Madrid). El propio Museo del Prado, que en el bicentenario expuso conjuntamente a dos grandes artistas del Renacimiento (Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana) tiene como plato fuerte del año una muestra para reflexionar sobre el papel de las mujeres en el arte, con el orientativo título de Las Invitadas: Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931). Realizada con fondos del museo, se inaugurará el 31 de marzo y abordará el papel de la mujer en el sistema español del arte en el siglo XIX y los primeros años del XX.


Se espera que el año que empieza traiga estabilidad para el mundo del arte con unos presupuestos que permitan respirar a las instituciones y poner en marcha proyectos tan urgentes como el Salón de Reinos del Museo del Prado; también que se resuelva de una vez el destino de la colección Carmen Thyssen y que se arbitren medidas que den aire al raquítico mercado español, cuyos artistas y galeristas son el pariente más desatendido de la Unión Europea. Arco 2020 (del 26 de febrero al 1 de marzo) servirá para reflexionar sobre cómo la caída de las ferias latinoamericanas está afectando al mercado español.



'Retrato de un orfebre', de Jan Van Eyck.
'

Retrato de un orfebre', de Jan Van Eyck.MUZEUL NATIONAL BRUKENTHAL ROMANIA



Puede que más urgente resulte acabar con los vaivenes políticos que están liquidando las buenas prácticas en los museos con ceses y nombramientos decididos desde la arbitrariedad más absoluta. En el caso de Madrid, dos centros que se anunciaron a bombo y platillo (el de la coleccionista Ella Fontanals-Cisneros en Tabacalera y el de Patrizia Sandretto Re Rebaudengo en Matadero) han quedado en el olvido. Muy ilustrativo del desastroso panorama es lo que acaba de ocurrir en Barcelona, donde las entidades culturales se han unido frente a la Generalitat en la plataforma Actua Cultura, por considerar que destinarles solo el 0,65% del presupuesto acabará por ahogar cualquier intento de creatividad. Una de las pocas buenas noticias para Barcelona llega a través de Mapfre, empresa que ha anunciado la apertura en junio de un gran centro especializado en exposiciones de fotografía. Estará situado en el Edificio Vela y dispondrá de 1.400 metros cuadrados distribuidos en dos plantas.


Van Eyck y Rembrandt

A finales de enero se inauguran sendas monográficas con dos nombres imprescindibles de todas las temporadas: Picasso y su obra sobre papel en la Academia Real de Londres y los paisajes de Edward Hopper en la Fundación Beyeler de Basilea (Suiza).

A comienzos de febrero arranca en el Museo de Bellas Artes de Gante la exposición Jan Van Eyck. Una revolución óptica, la más grande dedicada al primitivo flamenco. En torno a los paneles exteriores de La adoración del cordero místico,restaurados durante los últimos seis años, se colgarán óleos con los que se demuestra que la suma de su técnica, conocimiento científico y capacidad de observación cambió el curso del arte occidental.

En España, la primera gran cita masiva será en el Thyssen, el 18 de febrero, con Rembrandt y el retrato en Ámsterdam 1590-1670. Junto a una veintena de retratos, se mostrarán obras de otros artistas activos como él en Ámsterdam durante el siglo de oro holandés. En total, colgarán se 80 pinturas y 16 grabados, algunos nunca antes vistos por el público.

Rafael

Después del año Leonardo que aún colea en el Louvre, llega el turno de otra gran estrella del Cinquecento, Rafael Sanzio. El 6 de abril se cumplen 500 años de su muerte. Pintor, diseñador y arquitecto, al bello Rafael, a juzgar por sus autorretratos, el triunfo y la fama le acompañaron desde muy joven. Fue despedido con un grandioso funeral en el Vaticano y enterrado en el Panteón. Será Italia el país que más exposiciones le dedique a lo largo de todo el año en Roma, Urbino y Milán.

Pero, como maestro universal, también Reino Unido, Francia y Alemania preparan sus respectivos homenajes. La primera gran exposición se celebrará desde el 5 de marzo en el Palacio del Quirinal en Roma. Está organizada en colaboración con la Galería de los Uffizi, que prestará algunos de sus tesoros más célebres. Desde el Prado viajarán también importantes préstamos.

El segundo gran homenaje llegará el 3 de octubre a la Galería Nacional de Londres. Allí se explorará la carrera de Rafael a partir de algunas de sus pinturas y dibujos más famosos, así como su trabajo en arquitectura, poesía y diseño para escultura, tapiz y grabado. El Louvre se suma con la exposición Cuerpo y alma(desde el 16 de mayo).

Reina Sofía, 30 años

El Reina Sofía acaparará una parte importante de la cartelera con actividades pensadas para celebrar sus 30 años de existencia. Dirigido 2008 por Manuel Borja-Villel, el museo se ha convertido en un centro de referencia mundial del arte contemporáneo. En su sede principal habrá antológicas dedicadas a Mondrian y De Stijl (12 de mayo), Concha Jerez (28 abril) y León Ferrari (28 de julio). Pero su apuesta principal será el arte sonoro, con exposiciones como Disonata. Arte en sonido hasta 1980 (21 de abril); Audiosfera. Audio Experimental Social,Pre- y Post-Internet (26 de mayo) y Niño de Elche. Auto Sacramental Invisible. Una representación sonora a partir de Val del Omar (10 de junio). En los palacios de Cristal y de Velázquez del Parque del Retiro se sucederán retrospectivas de Anna-Eva Bergman (7 de mayo), Vivian Suter (5 de noviembre) y Petrit Halilaj (2 de abril).

 
ARTE RESPETUOSO CON EL ENTORNO
Arte sostenible o cómo reutilizar los desperdicios para despertar conciencias
La naturaleza siempre inspiró a los grandes artistas, ahora son ellos los que utilizan su arte para concienciar a los ciudadanos sobre la importancia de respetar lo que tenemos


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21/12/2019




En el punto número 13 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenibleenunciados por la Organización de las Naciones Unidas de cara a 2030 se pide adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos. En el 15, gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad. Las Naciones Unidas piden a los gobiernos, pero también a empresas y ciudadanos, que luchen contra la emergencia climática. Y cada granito de arena puede sumar en la montaña. Uno de esos granitos lo están poniendo los artista de todo el planeta que llenan las calles y los museos de arte sostenible para promover la conciencia y fomentar el aprendizaje.
Hablamos de personas que utilizan los desperdicios para crear esculturas, cuadros o performances que llamen la atención sobre la misma basura, pero también sobre la subida del nivel del mar, la importancia de ser sostenibles o de cuidar a las especies en peligro de extinción. Por ejemplo, en ciudades como Brujas, Bruselas o Roma aparecieron esculturas de ballenas realizadas con plástico para concienciar sobre la emergencia climática. En el caso de la ciudad italiana y de Bruselas fue una idea de Greenpeace, pero en Brujas llegó como parte de la segunda edición de la Trienal de Arte y Arquitectura en el que los artistas establecen diálogos con los ciudadanos sobre problemas de hoy.
Ciudades como Brujas, Bruselas o Roma albergaron esculturas de ballenas realizadas con plástico para concienciar sobre la emergencia climática

El impacto visual de estas esculturas es total: de un solo vistazo el ciudadano entiende el mensaje. La contaminación marina se ha convertido en un problema que los gobiernos están intentando atacar y una razón de ser de muchas organizaciones sin ánimo de lucro. Artistas como Prasopsuk Lerdviriyapiti también han querido colaborar para concienciar a la población acerca de la amenaza a la que se enfrenta la sociedad.
Lerdviriyapiti lo hizo recogiendo basura de las playas de las islas de Phuket, en Tailandia. Con la ayuda de setenta voluntarios fue capaz de recoger material suficiente como para dar forma a ‘Blue Ocean, A Message From The Sea’, una instalación de 3,5 por 5 metros poblada de toda la basura que se había encontrado durante su expedición a las paradisíacas playas del sur del país. La basura se convirtió en animales marinos, expuestos en el Centro Cultural de Arte de Bangkok con la intención de levantar conciencias sobre la situación que vive la isla de Phuket, una de las islas más grandes del país, y donde llegan miles de turistas cada año.Y con ellos, su basura.




La basura de las playas de Phuket ha servido para crear unan exposición. (Greenpeace Thailand)


La basura de las playas de Phuket ha servido para crear unan exposición. (Greenpeace Thailand)



Este artista, como otros, da un mensaje de que la basura puede reciclarse y reutilizarse. El movimiento social en defensa de la naturaleza es imparable y ha empujado a las marcas a ser más sostenibles, utilizando materiales que se reciclen de forma más fácil o que sean compostables; algunos han conseguido que de su caja de cartón pueda surgir una planta. Tras la falta de acuerdo en la Cumbre del Clima entre los Gobiernos, son los ciudadanos y las empresas quienes están tomando la iniciativa. Algunas, como la marca de bebidas Honest apuestan por botellas de plástico 100% reciclables; un 30% de ese plástico es de origen vegetal. La intención es ser lo más respetuoso con el entorno. También están disponible en vidrio, un material casi infinito en su reciclaje y reutilización.







Cada vez es más habitual ver en las redes sociales ideas ingeniosas para no tirar una botella de vidrio y convertirla en un elemento de decoración. Desde el clásico gesto de utilizarlo para una flor o iluminar un rincón con pequeñas bombillas dentro hasta las más ingeniosas, como hacer crecer plantas en su interior, utilizarlas para colgarlas de una cuerda y dividir espacios o como soporte de tus lámparas de casa.
También ha querido hacer arte con vidrio Ecoembes, que utilizó una imagen tan icónica como Las Meninas para mostrar lo que se puede hacer con este material. Las llamadas Ecomeninas fueron diseñadas con calcín, es decir, con vidrio reciclado y con fibras de vidrio. La principal idea fue convertir los centros históricos y las ciudades en un museo donde el arte sostenible promueva la concienciación y la sensibilidad medioambiental. La idea fue encargada al artista Antonio Azzato aunque también han participado toreros, cantantes, diseñadores, pintores... La exposición se inauguró el 5 de junio en Sevilla y ha recorrido varias ciudades españolas.



(EFE)




No es el único material que se utiliza para las bebidas que han usado los artistas. Cualquiera que haya paseado por Barcelona en los últimos años se habrá topado en diferentes ocasiones con pequeños murales, formados por latas de aluminio o botes de aerosol, colgados de las paredes de la capital catalana. Los mensajes son obra de una pareja que permanece en el anonimato pero a la que se puede seguir a través de Instagram. Latas de refresco, botes de aerosol... cualquier superficie es buena para dejar huella en las ciudades con mensajes optimistas y alegres para combatir tiempos oscuros. Ya sea en Barcelona, en París o en Londres.

Hay otras expresiones más minimalistas de arte pero que utilizan la naturaleza como espacio para el arte. Es el caso de Martin Hill que, según sus propias palabras trabaja en la naturaleza “porque somos naturaleza”. Este artista se ha labrado un nombre gracias a un trabajo en el que destacan dos grandes líneas: lo efímero de sus obras y el respeto hacia la naturaleza. Así, es habitual que las esculturas de Hill estén creadas con materiales naturales que, al poco tiempo, “regresan a la naturaleza”.

Del trabajo de Hill solo quedan las fotografías que hace de sus obras. “La naturaleza es sostenible porque está diseñada así”, recuerda este inglés que ha expuesto su obra en los rincones más remotos del planeta, desde Japón hasta Suecia. Una de las últimas obras de Hill, ‘One Place One Year’ le mantuvo ocupado durante 365 días creando esculturas en el lago Wanaka, en Nueva Zelanda: “Trabajar durante las estaciones nos permitió descubrir un patrón” en la naturaleza, afirma.



Una de las obras de Martin Hill.



La naturaleza siempre inspiró a los grandes artistas, ahora son ellos los que la utilizan para concienciar a los ciudadanos sobre la importancia de respetar lo que tenemos.

 
JOHN BALDESSARI
Muere John Baldessari, el artista conceptual que quemó su propia obra
El creador estadounidense, que después de destruir su trabajo en 1970 continuó produciendo piezas cargadas de sentido del humor, fallece a los 88 años




john baldessari


John Baldessari, fotografiado en 2008 en Madrid. LUIS SEVILLANO


JAVIER MONTES
Madrid
6 ENE 2020


La muerte de John Baldessari se ha ido a saber en todo el mundo justo en víspera de Reyes Magos, esa misteriosa Noche Doce que los anglosajones ni celebran tanto ni descuidan del todo. Resulta apropiado a su manera, y se quita uno el sombrero ante ese regalo intrigante y rasgo de genio (y figura) hasta la sepultura: parece el último de sus ambiguos acertijos conceptuales, buen cierre de una obra llena de inteligencia, cultura y el humor más sibilino y flemático (tongue-in-cheek, dicen también los anglos).




La obra de John Baldessari 'Beethoven's Trumpet', parte de la exposición 'Arte Sonoro', celebrada a principios de 2019 en la Fundación Joan Miró de Barcelona.


La obra de John Baldessari 'Beethoven's Trumpet', parte de la exposición 'Arte Sonoro', celebrada a principios de 2019 en la Fundación Joan Miró de Barcelona.



Lengua-en-la-mejilla: Baldessari hacía ese gesto cuando se quedaba pensando en sus cosas. Le hizo gracia cuando se lo traduje literalmente, porque le gustaban mucho los retruécanos, los “falsos amigos”, las cosas que se pierden o se ganan o se traspapelan en las traducciones. Fue en Madrid, hace ya más de quince años: yo era un verdadero pipiolo, él estaba en la ciudad montando una expo. Pepe Cobo, su galerista, me lo encomendó de buenas a primeras con su habitual astucia y elegancia, y nunca se lo agradeceré lo bastante. Baldessari jamás pontificaba, y a menudo caía en un silencio afable nada intimidante, pero pasar algunos ratos con él fue toda una lección de antisolemnidad, de altura moral y de voracidad intelectual.

Y de la otra: disfrutón incansable, le gustaron muchísimo los goyas de la Academia (más que el arcimboldo casi comestible que yo, ingenuo, creí que le entusiasmaría) pero sobre todo, sobre todo, le gustaron las gambas y las nécoras de La Trainera, que parecía ver danzar ante sus ojos todo el día (a las seis de la tarde ya preguntaba si podíamos ir yendo).

En 1970 Baldessari prendió una hoguera purificadora con todos los cuadros que había pintado hasta 1966. Arrancaba así su “segunda vida” como artista de fama mundial y amado y admirado por absolutamente todos, en un mundillo del arte que no prodiga precisamente cariños universales. La pira funeraria ya tuvo su pizca de ironía, y un año después inauguró una expo con un título que era toda una declaración de intenciones: No haré más arte aburrido. Incluía una pieza de vídeo en la que copiaba la frase a mano hasta que se acababa la cinta. Mentía y decía la verdad al mismo tiempo: desde entonces, nunca nos impuso la penitencia de un arte conceptual “aburrido”.

Y ahora que ha muerto y rematado su trayectoria, salta más a la vista la lucidez con la que combatía una idea falsa muy extendida en el mundillo conceptual: que severidad y seriedad son lo mismo. Como buen californiano, impuso la belleza orgullosa de colores y formas frente al calvinismo visual y la deshidratación liofilizada de muchos colegas, de Sol LeWitt a Joseph Kosuth. Y propuso desde el principio un escepticismo higiénico en su forma de ver el mundo, una extrañeza y cautela bienhumorada ante la incomprensibilidad de las cosas. Detrás de sus obras adivinamos a un artista con la lengua permanentemente pegada a la mejilla: con esa sonrisa de gato de Cheshire pudo pronunciar, con flema impalpable, cosas importantes.

Porque se ha colgado a Baldessari (a veces con nudos corredizos) de las ramas de muchos árboles genealógicos: del conceptualismo, desde luego; pero también del apropiacionismo, del pop, del pastiche posmoderno. Yo le veo más bien las raíces plantadas en el suelo fértil de la mejor tradición del nonsense literario anglosajón: de Sterne a Edward Lear, de los acertijos atravesados de Chesterton a los absurdos zigzagueantes de Lewis Carroll.

Compartían un mismo interés por las rendijas, los malentendidos y las trampas de la narración. Baldessari practicaba con la misma fruición el arte de las pistas falsas y las casualidades engañosas o las historias sin final feliz –o sin final, a secas–. Le gustaba burlar ese viejo vicio humano que consiste en querer encontrarle sentido a las cosas, cueste lo que cueste. O imponérselo por las bravas. Ojo, aquí gato encerrado, se huele uno ante sus obras. Y efectivamente lo hay. Pero el gato no lo pone Baldessari, ni Carroll, sino nosotros: nuestros ojos, nuestra gana de inventar historias.

“Puedo resistirme a la tentación de hacer un buen chiste, pero jamás a la de hacer uno malo”: me lo dijo en una de aquellas tardes madrileñas, y aunque antes de sentarme a escribir esto me había jurado no mencionar su inmensa estatura (rondaba los dos metros y le aburría muchísimo que le hablaran de eso), creo que acabaré este recuerdo en su memoria diciendo que anoche nos enteramos de la muerte del último gigante (y rey, y mago) del arte contemporáneo.

 
Escuchar a Beethoven en la pintura de Goya
El 250 aniversario del nacimiento del compositor repropone el vínculo estético, existencial y orgánico con el pintor aragonés




Foto: Goya y Beethoven


Goya y Beethoven



AUTOR
RUBÉN AMÓN
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MUSEO DEL PRADO
10/01/2020



Decía el maestro coreano Myung-whun Chung que definir a Beethoven es una manera de acotarlo, de restringirlo, de limitarlo. La mejor manera de “aprehenderlo” es escuchar su música, cotejarlo en la intemporalidad. Se cumplen este año 250 años del nacimiento de Beethoven. Y van a amontonarse las celebraciones, las grabaciones, los conciertos, pero no cabe mejor “definición” que la permanente actualidad del compositor universal. Beethoven es el más habitual en las salas de concierto, el más interpretado. Quiere decirse que aglutina una personalidad permanentemente contemporánea. Un centro de gravedad de la cultura occidental al que se puede desentrañar desde la afinidad hacia... Goya, no solo por razones estéticas o sinestésicas, sino por una asombrosa vinculación invisible: no llegaron a conocerse, ni tuvieron apenas noticia el uno del otro, pero la música de Beethoven transpira, exuda, la pintura de Goya. Y por idénticas razones, Goya pinta como si estuviera escuchando la música de Beethoven en el viaje de la luz a la oscuridad. Vivieron la misma época, se iniciaron ambos en la agonía del clasicismo, fueron devotos de Napoleón y se arrepintieron de la euforia bonapartista cuando los desengañó la tiranía del condotiero corso.

También emparenta a ambas personalidades la misantropía y la sordera. Incluso los identifica las fallidas películas que han pretendido abordarlos y el tormento necrófilo que los sobrevivió, o sea, el misterio de sus cráneos. Que fueron sustraídos de sus tumbas, acaso porque se pensaba descubrir en la osamenta las razones científicas de la genialidad y del dolor. O del ensimismamiento que cultivaron en sus respectivas “quintas”. Beethoven se recluyó en la suya rodeado de pianos. Los problemas de sordera le incitaron la búsqueda de un modelo que tuviera más resonancia, más poder. Instigaba a los constructores de instrumentos para que le procuran un prodigio de la ingeniería acústica. Y los pianos terminaron asemejándose a una montonera de ataúdes.

Sus cráneos fueron sustraídos de sus tumbas: acaso se pensaba descubrir en ellos las razones científicas de la genialidad y del dolor
Quizá se explica así la naturaleza telúrica de su música. Beethoven parece escuchar los tambores de la Tierra. La tensión rítmica es un rasgo musical inequívoco de su obra, pero también puede extrapolarse a las pinturas de Goya.

De hecho, tienen en común Beethoven y Goya haber “inventado” el expresionismo. Fueron pioneros en hacerlo e incomprendidos por las mismas razones. Tanto envejecían, tanto se oscurecía su obra o se atisbaba simultáneamente el lenguaje desgarrado y premonitorio de la vanguardia.
Las pinturas negras de Goya podrían encontrar una caja de resonancia en las últimas sonatas de Beethoven. Del mismo modo, la disonancia con que arranca la “Novena” de Beethoven podría “degenerar” en un brochazo sobre el último autorretrato del pintor. Hay un desgarro, una “disonancia” pictórica y conceptual que deriva la obra de arte a la colisión.


Sensibilidad y conciencia
Puestos a coincidir sin proponérselo, Goya y Beethoven secuestran al “espectador” de su espacio de confort. Interpelan a la sensibilidad y a la conciencia. Son maestros difíciles no ya por la complejidad de sus tramas creativas, por la ferocidad, sino por la incomodidad que llegan a suscitar.
Beethoven y Goya (o al revés) interpretaron una edad del hombre desde el apasionamiento, pero los diferencia la esperanza. O la desesperanza, puesto que el compositor alemán cree en el hombre hasta en el último compás y Goya lo ubica en el umbral del abismo, a semejanza de 'El gigante'.
Es una teoría que me explicaba Luis de Pablo hace unos años en Roma. De acuerdo con el compositor, en Beethoven subyace un visionario y hasta un mesías. Sería el contexto en que se explica e desenlace eufórico, filantrópico, de la 'Novena' y en el que Beethoven podría adquirir una dimensión de “iluminado” que cuesta trabajo atribuir al pesimismo definitivo de Francisco de Goya. Menos aún después de recorrer en el Museo del Prado estos días los dibujos que atragantan el diario del dolor y de los tormentos.

El pintor se revuelve en el vacío y el sinsentido, entretanto que el testamento de Beethoven sobrentiende un lugar para la esperanza
También el poeta francés Yves Bonnefoy relaciona a Goya y a Beethoven al abrigo del exilio interior, pero el pintor se revuelve en el vacío, en el nihilismo, en el sinsentido, entretanto que el testamento de Beethoven sobrentiende un lugar digno para la luz y para la esperanza. “Goya pintaba desde el borde del abismo. Y percibía que lo único real es que todo es ilusorio. Todo es ilusorio menos el dolor”, puntualizaba Ives Bonnefoy en alusión a Goya. Y en diferencia implícita a la energía humanista, humanística, del compositor coetáneo.

Lo decía con otras palabras Joaquín Achúcarro: “Bach habla al universo, Chopin habla a cada uno de nosotros y Beethoven habla a la humanidad”. Goya termina abjurando de ella. Y no sólo cuando sueña la razón, sino cuando está presente y le asfixia. Beethoven, en cambio, deja abierto un atisbo de luz. Lejano, remoto, pero descriptivo de un punto de fuga, ya que de música y de metafísica estamos hablando.


Beehoven en diez grabaciones
-Integral de las nueve sinfonías. Wilhelm Furtwängler (EMI).
-'Fidelio'. Claudio Abbado (Deutsche Grammophon)
-Los conciertos para piano. Pierre Lauren Aimard/ Nikolaus Harnoncourt (Teldec).
-'Misa Solemnis'- John Eliot Gardiner (Archiv).
-'Concierto para violín'. Ithzak Perlman/ Carlo Maria Giulini (Warner).
-Últimos cuartetos. Alban Berg Quartett (Warner).
-Sonatas para piano. Wilhelm Kempff (Deutsche Grammophon).
-Triple concierto. Richter, Rostropovich, Oistrakh, Karajan (EMI).
-Fantasía para piano. Barenboim, Klemperer (EMI).
-Sonatas para violín y piano. Isabel Faust, Alexander Melnikov (Harmonía Mundi).

 
EXCUSAS PARA SALIR DE CASA
10 exposiciones que no te puedes perder si estás en Madrid este enero
El frío dejará de ser una excusa para no salir de casa. Hay vida más allá del terraceo y está en museos, palacios y salas de exposiciones. Marca los días en el calendario y disfruta del arte y la historia

AUTOR
MARGARITA VELASCO
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PLANES BARATOS
MUSEO THYSSEN-BORNEMISZA

12/01/2020



Año nuevo, propósitos nuevos. Además de leer más, visitar museos se cuela habitualmente en nuestra lista de quehaceres. A pesar de que los recortes en cultura sean la tónica habitual y la sociedad cada vez le dé menos importancia a saber diferenciar un pintor de otro o conocer la historia de la que formamos parte, Madrid continúa siendo capital de la cultura. Pero, claro, pretender recorrerse el Museo del Prado en un día es imposible, al menos si la intención de visitarlo es que sus obras calen en nosotros... Si la intención es hacer un recorrido instagrameable, marca con un rotulador las salas 'it' y ve directamente a ellas.

Pero si eres un visitante ávido de experiencias y conocimiento, las exposiciones temporales se convertirán en el mejor plan para una sobremesa relajada o un paseo matutino. ¿Pintura? ¿Historia? ¿Televisión? ¿Videojuegos? ¿Moda? Da igual cuáles sean tus intereses porque en Madrid hay una exposición para ti.



Fotograma de 'Gossip Girl'.


Fotograma de 'Gossip Girl'.


1. Tutankhamon: La tumba y sus tesoros
¿Amante de la historia antigua en general y de Egipto en particular? Las recreaciones del tesoro más conocido se alojan en Madrid para hacer las delicias de los amantes de la tierra de los faraones. La popularidad de este tesoro descubierto en 1922 por Howard Carter se debe a que se trata de la única cámara funeraria encontrada al completo y casi intacta. Desde la máscara de oro y lapislázuli hasta tronos y camas rematadas con cabezas de leones. La práctica totalidad del tesoro del faraón niño se encuentra en el Museo de El Cairo, las réplicas exactas visitan Madrid en vitrinas visiblemente más actuales que las del museo egipcio.



Howard Carter en la tumba de Tutankhamon. (Getty)


Howard Carter en la tumba de Tutankhamon. (Getty)


  • Dónde: Ifema - Feria de Madrid
  • Hasta: 15 de marzo
  • Precio: entrada de adulto 19,50€, familiar 12,75€, infantil (4-12 años) 11,50€

2. Juego de Tronos. La Exposición Oficial
Si eres fan de 'Juego de tronos' y estás de bajón porque la serie ha terminado, recorrer una exposición en la que se repasan todos los trajes utilizados en la famosa ficción puede ser un planazo en el que sentirte como dentro de la Fortaleza Roja. La mano de Jaime Lannister o el Trono de Hierro con recreaciones de los escenarios de la serie apoyados con contenido audiovisual.



Fotogramas de la última temporada de 'Juego de tronos'. (HBO)


Fotogramas de la última temporada de 'Juego de tronos'. (HBO)


  • Dónde: Ifema - Feria de Madrid
  • Hasta: 19 de abril
  • Precio: de martes a viernes: general (+13 años): 15,90€, niños (4 a 12 años) 8,90€. Sábados, domingos, festivos: general (+ 13 años), 18,90€, niños (4 a 12 años) 10,90€
3. Los impresionistas y la fotografía
Una de las etapas artísticas más románticas y evocadoras del arte junto con la fotografía de la época para comprender cómo surgió el movimiento y conocer un poco más el contexto social de pintores como Renoir o Degas. Su coexistencia influyó en sus técnicas, los fotógrafos querían desdibujar su precisión y los artistas exploraban técnicas que convirtieran sus pinturas en arte.



Mujer con sombrilla en un jardín de Pierre Auguste Renoir. (MuseoThyssen-Bornemisza)


Mujer con sombrilla en un jardín de Pierre Auguste Renoir. (MuseoThyssen-Bornemisza)


  • Dónde: Museo Thyssen-Bornemisza
  • Hasta: 26 de enero
  • Precio: general 13€, reducida 9€.


4. Goya. Dibujos. 'Solo la voluntad me sobra'
Inaugurada con motivo del bicentenario del Museo del Prado, la exposición reúne trescientos bocetos del genio en los que se puede apreciar su paso de una etapa a otra. Surge como colaboración de la Fundación Botín y diferentes colecciones públicas y privadas para narrar la evolución del artista, desde su etapa como preferido del rey hasta su reclusión en la Quinta del Sordo.


Dónde: Museo Nacional del Prado
Hasta:16 de febrero
Precio: general 15€, reducida 7,50€


5. Brueghel. Maravillas del arte flamenco
Ni uno ni dos, hasta siete Brueghel, entre los que destacan Pieter Brueghel el Viejo, Pieter Brueghel el Joven y Jan Brueghel el Viejo, ha conseguido reunir el Palacio de Gaviria para poder disfrutar de una de las familias más prolíficas de la pintura flamenca. Padre e hijos retrataron la realidad del momento cada uno con diferentes influencias, desde luces y volúmenes que podrían recordar a Rubens hasta composiciones propias del Bosco, que tampoco faltan en la exposición.


'Eneas y la Sibila en el inframundo', de Jan Brueghel. (Cordon Press)


'Eneas y la Sibila en el inframundo', de Jan Brueghel. (Cordon Press)


  • Dónde: Palacio de Gaviria
  • Hasta: 12 de abril
  • Precio: 14€

6. Van Gogh Alive
¿Nunca has soñado con poder meterte dentro de un cuadro? Pues por fin es posible en esta exposición que recrea los diferentes ambientes pictóricos del artista holandés. Una sala oscura repleta de enormes pantallas sobre la que se proyectan las obras más conocidas de Van Gogh para, prácticamente, apreciar cada una de sus pinceladas y poder vivir la intensidad de sus colores, además de entender qué es eso del postimpresionismo. Ideal para los niños por su interactividad y amplitud.



Van Gogh Alive.


Van Gogh Alive.

  • Dónde: Círculo de Bellas Artes de Madrid
  • Hasta: 18 de febrero
  • Precio: general 16 €, menores de 4 a 15 años 12 €, estudiantes, mayores de 65 años, desempleados o personas con discapacidad 14 €

7. Game On
Para los frikis de cualquier generación y fans de los videojuegos, la Fundación Canal pone a su disposición su espacio más grande para hacer un recorrido histórico desde los inicios de los años 70 hasta los juegos multiplataforma de la actualidad. Carteles de neón y consolas con las que poder jugar hasta a 150 juegos diferentes la convierten en la exposición más familiar e interactiva de enero.


La exposición 'Game On'. (EFE)


La exposición 'Game On'. (EFE)

  • Dónde: Fundación Canal
  • Hasta: 31 de mayo
  • Precio: a partir de 5€

8. Boldini y la pintura española de fin de siglo
A puntito de cerrar sus puertas -lo hace hoy en concreto-, esta es la exposición que antes tienes que ver si aprecias la pintura del siglo XIX. Algunos de los retratos del pintor italiano junto a obras de todas sus etapas se aderezan con cuadros de coetáneos españoles como Sorolla o Fortuny con los que estaba en contacto y que influyeron en su obra. Mujeres coquetas, de seductores ojos y siempre en medio de un movimiento suelen ser sus obras más fácilmente reconocibles.



'Boldini y la pintura española de fin de siglo', en la Fundación Mapfre.
'

Boldini y la pintura española de fin de siglo', en la Fundación Mapfre.

  • Dónde: Fundación Mapfre
  • Hasta: 12 enero
  • Precio: 5€

Libre acceso
Si la economía suele ser la excusa para elegir un plan, también hay exposiciones gratuitas en las que poder pasar un rato agradable sin gastar ni un céntimo. Por ejemplo, la exposición 'El viaje a Roma. Fotógrafos becarios en la Real Academia de España en Roma' es una opción muy relajante y caleidoscópica para disfrutar de La Città Eterna sin moverse de Madrid. El objetivo de varios fotógrafos se posa en diferentes escenarios: una ventana, San Pietro in Montorio o incluso esculturas de la Roma clásica. Ideal para una fría tarde de enero en la que además disfrutar del majestuoso Palacio de Linares.


Fotógrafos becarios en la Real Academia de España en Roma. (Casa de América)


Fotógrafos becarios en la Real Academia de España en Roma. (Casa de América)


  • Dónde: Casa de América
  • Hasta:19 de enero

Amantes de la moda, también hay una exposición para vosotros y además es gratuita. '¡Extra moda! El nacimiento de la prensa de moda en España' repasa la evolución de la moda española de los últimos siglos y su repercusión en la prensa. Desde los primeros suplementos internacionales, con Francia a la cabeza, hasta los diseños de moda en cada época. Además de la evolución del estilo, también se tiene en cuenta el cambio de las sociedad, los cánones de belleza o la importancia de la moda.


Cartel de la exposición '¡Extra moda! El nacimiento de la prensa de moda en España'.


Cartel de la exposición '¡Extra moda! El nacimiento de la prensa de moda en España'.
  • Dónde: El Museo del Traje
  • Hasta: 1 de marzo
 
NOMINADO AL GOYA A MEJOR DOCUMENTAL
Las meninas, los reyes y el pintor: todos los misterios de 'El cuadro'
Andrés Sanz ha dedicado seis años a sacar adelante un documental que desentraña los enigmas alrededor de la obra cumbre de Velázquez



Foto: Andrés Sanz desentraña los misterios de la creación de 'Las meninas' en el documental 'El cuadro'. (Mare Films)


Andrés Sanz desentraña los misterios de la creación de 'Las meninas' en el documental 'El cuadro'. (Mare Films)



AUTOR
MARTA MEDINA
21/01/2020




Velázquez acabó de pintarlo en 1656. Su título original fue 'La familia de Felipe IV'. Si el nombre no le dice mucho, sí lo hará el de 'Las meninas', una de las obras cumbre de la historia del arte. En ella aparece la infanta Margarita a los cinco años. Murió con apenas 21, al dar a luz a su cuarta hija. "Margarita fue una princesa a la que salvó el cuadro, porque si no hubiese desaparecido totalmente de la historia", admite Matías Díaz Padrón, el historiador y consejero técnico del Museo del Prado. Junto a la infanta, su cortejo. Las damas, la guardada, los bufones, más el aposentador de fondo. En el espejo, Felipe IV -como curiosidad histórica: tuvo 45 hijos, entre bastardos y oficiales- y su segunda esposa Mariana de Austria. En una esquina, el propio Velázquez. El lienzo dado la vuelta. ¿Qué está pintando? ¿A quién? ¿A los reyes? ¿A la infanta? ¿A sí mismo? ¿La escena que lo rodea? Existen teorías que hablan, incluso, de un juego de luces y sombras, unas fantasmagorías, un protocine, novedad en la época. "Parece todo muy obvio, hasta que empiezas a ver misterios".

Emulando a un investigador de criminalística, Andrés Sanz, antiguo estudiante de Bellas Artes, nuevo director de largometraje documental, ha intentado desentrañar todas las respuestas y ambigüedades de un cuadro posmoderno trescientos años antes del Posmodernismo. De uno de los pintores más reconocidos, pero del que poca intimidad se le conoce más allá de sus trabajos. Lo ha hecho a través de 'El cuadro', nominado al Goya a Mejor documental -la ceremonia de entrega tendrá lugar este sábado 25-, una película que experimenta con imágenes de archivo, animación stop motion y entrevistas a cámara y en la que ha contado con algunos de los mayores expertos en la obra del sevillano, desde hispanistas e historiadores de arte como Jonathan Brown, profesor de la Universidad de Nueva York, hasta conservadores y restauradores del Museo del Prado y artistas y admiradores como Antonio López.


SINOPSIS
El CUADRO es un documental de misterio sobre Las Meninas de Velázquez, la obra de arte con más de interpretaciones de la historia. Una película que juega a convertir al espectador en detective y guiarle por el laberinto de pistas que conducen a descifrar sus secretos. EL CUADRO es una película que juega a reinterpretar Las Meninas, a reflexionar sobre cómo representamos la realidad mediante imágenes y, finalmente, sobre nuestra obsesión por atrapar con ellas la fugacidad del tiempo. En el documental intervienen algunos de los expertos sobre Velázquez más reputados del mundo, así como estudiosos que han dedicado su vida a buscar su personal interpretación de EL CUADRO: el historiador estadounidense Jonathan Brown; los conservadores del Prado Manuela Mena, Javier Portús, Matías Díaz Padrón; el académico Félix de Azúa, el crítico Francisco Calvo Serraller; y los expertos del Metropolitan Keith Christiansen y Michael Gallagher, o el pintor Antonio López, entre otros muchos.







Pero, ¿qué tiene 'Las meninas' que lo hayan convertido en un cuadro esencial? ¿Por qué obras como 'La Mona Lisa' o 'El jardín de las delicias' alcanzan un estatus casi sagrado, por encima de otras pinturas, de otros autores? "Las obras las construye el espectador y cada época elige las que cree que representan mejor su forma de ver el mundo", explica Sanz. "‘Las meninas’ ha sido un caso especial, porque desde su creación ha sido un cuadro muy valorado. Aunque sea un cuadro tan raro, sí se comprendió en su momento; el rey no hubiese salido si no hubiese entendido qué estaba haciendo. Además, tenía el cuadro en su despacho. Era un cuadro que para él tenía un valor personal muy importante. Es más, ‘Las meninas’, junto a un Rafael, era el cuadro más valorado de Felipe IV, porque a la muerte del rey hicieron inventario, se tasaron los cuadros y ‘Las meninas’ fue el más valioso, por encima de los Tizianos y todos los cuadros del Renacimiento, de la colección de Felipe IV".

‘Las meninas’ fue el cuadro más valioso, por encima de los Tizianos y todos los cuadros del Renacimiento, de la colección de Felipe IV
Pero no siempre fue así. Con la sucesión de la casa de los Borbones a los Austrias y con la consagración de Goya como el gran pintor español de todos los tiempos, 'Las meninas' sufrió un siglo de ostracismo. "En la Ilustración ‘Las Meninas’ estaban en la pared de un dormitorio, donde dormían las infantas; parecía como de una época más antigua que había que superar", recuerda el director. "Sin embargo, desde el siglo XIX, con el Impresionismo, ‘Las meninas’ se revaloriza. Y en el siglo XX, con el arte conceptual, se idolatra todavía mucho más. Igual que ha pasado con Bruegel ‘El viejo’ o El Greco, que han empezado a ser considerados en el siglo XX. Hay una parte de azar. Estoy convencido de que hay pintores desconocidos que dentro de un siglo serán indispensables. Pero en este caso estamos hablando de una obra y un artista fundamentales en la historia, y que va a ser cada vez más y más valorado, porque tiene una técnica irrepetible, un concepto y un fondo intelectual totalmente novedoso. Es un pozo del que no se termina nunca de sacar riquezas".



Otro momento de 'El cuadro'. (Súper 8)


Otro momento de 'El cuadro'. (Súper 8)



Dice Sanz que prácticamente nació pegado a un lapicero. Estudió pintura, trabajó durante 15 años como ilustrador y dibujante de storyboards en Estados Unidos y ha rodado algunos cortos y videoinstalaciones. Pero 'El cuadro' ha sido para él un punto de giro laboral y vital. Una conversación aparentemente intrascendente sobre arte le ha llevado a dedicar seis años de su vida casi exclusivamente a 'El cuadro'. Ha contactado con artistas, críticos, historiadores y escritores para que expliquen la fascinación en torno a este retrato de familia real tan inusual y heterodoxo incluso hoy. "Había leído mucho sobre el tema. Enseguida me di cuenta del enfoque que tenía que tener si hiciese un trabajo sobre ‘Las meninas’, que era el de una película de investigación".

Sanz ha dedicado seis años de su vida al proyecto y ha grabado más de sesenta horas de metraje
"Entras en esa habitación como si fuera la escena de un crimen e intentas resolverlo", continúa el director, guionista, montador, animador y hombre orquesta de este documental. "Cuando te pones a verlo y a estudiarlo poco a poco descubre muchas cosas, porque la gente hemos perdido la capacidad de mirar. Ahora vamos como si esto fuese un catálogo de obras maestras y haciendo el ‘check’. Hoy en día ‘La Mona Lisa’ no se puede ver en todo el Louvre, pero da igual, porque no se trata de ver ‘La Mona Lisa’, sino de decir “he estado con la Mona Lisa’. Hemos sustituido la mirada del arte por el fetiche. Con la película he querido reivindicar el valor de la mirada al arte cuando intentamos ver y comprender las obras. Aquí salen expertos que han dedicado su vida al arte, a analizar un cuadro. Algo que se está perdiendo".



Antonio López reconoce su devoción por 'Las meninas'. (Súper 8)


Antonio López reconoce su devoción por 'Las meninas'. (Súper 8)



Sanz contactó con Antonio Gómez Olea, de Mare Films, que también se estrena en el largometraje. "He dado con un productor que es apasionado de la pintura —de hecho pinta, es pintor— y que la entiende, y se ha metido en un proyecto que es una maratón que pide mucha paciencia y perseverancia. No todos han querido participar en la financiación. Telemadrid ha sido el primero que entró; tardamos mucho en que participase Televisión Española, el Ministerio de Cultura… Vas sumando poco a poco cantidades pequeñitas hasta que arrancas. Aun así falta financiación. En realidad, ha sido un proceso muy artesanal en el que casi todo el mundo ha trabajado por amor al arte. Así que me alegro de que haya llegado este reconocimiento".
Ha sido un proceso muy artesanal en el que casi todo el mundo ha trabajado por amor al arte

El director viajó junto con su director de fotografía, Javier Ruiz Gómez, a Nueva York para entrevistarse con expertos del Metropolitan y con Brown, entre otros. Visitaron el Prado una y otra vez y acabaron reuniendo más de sesenta horas de metraje. "El montaje ha sido lo más difícil. La animación ha sido difícil, pero lo disfrutas. El montaje ha sido lo más sufrido, porque lo he tenido que hacer también yo. Han sido muchos meses y tenía muchísimo material. Primero reduje de esas sesenta horas de material a cuatro. Pero tampoco podía hacer un documental de cuatro horas, porque no la hubiese proyectado ningún cine. He tenido que dejar muchos flecos fuera y quitar a mucha gente", lamenta. En la animación, su referencia evidente han sido los hermanos Quay. "Yo estaba estudiando Bellas Artes y ellos vinieron a Cinema Jove, donde yo tenía una pieza pequeñita, la primera que llevaba a un festival de estos. Me acuerdo que fueron allí a presentar sus películas y, desde entonces, ha sido fascinación. Además, el stop-motion siempre me ha gustado muchísimo: ese mundo artesanal, de figuras que son casi como muñecas de porcelana y que nos llevan mucho a las figuras del siglo XVII, a los pasos de Semana Santa y a la imaginería española, con rictus y actitudes hieráticas. También me inspira mucho cómo utilizan la luz los Quay".



A la izquierda, Andrés Sanz, director de 'El cuadro'. (Mare Films)


A la izquierda, Andrés Sanz, director de 'El cuadro'. (Mare Films)



Ha sido un parto doloroso, pero ha tenido recompensa. El sábado sabrá cuánta. "Durante todos estos años apenas he tenido ingresos y ha habido que empujar todos. Me he tenido que meter sólo en esto. Bueno, también hice dos cosas puntuales: una videoinstalación llamada ‘Jardín infinito’ sobre ‘El jardín de las delicias’ para el Museo del Prado en el centenario de El Bosco. Mi familia me ha ayudado. Mi mujer, Olalla, me ha ayudado muchísimo, ha sido fundamental", agradece. "Lo máximo que podía aspirar cuando empezamos era que me nominasen a un Goya. Ahora hay más mirada, hay más entrevistas, más gente que se interesa y que va al cine. Ganarlo es muy difícil, pero creo que si se ve la película tenemos muchas opciones de ganar. Hay mucha gente que piensa que este tipo de documentales son para institutos o puramente divulgativos, pero no es así. Hay algunos que puede ser que sí, pero no era nuestra idea. Queríamos hacer una obra artística. Cuando has pasado por muchos obstáculos y has sufrido muchas decepciones al final eres un escéptico, voy con mucho cuidado. Así que vamos, todo esto ya es un sueño cumplido".

 
El Pompidou busca su ‘Guernica’
El centro parisino renueva sus instalaciones y escoge una lista de obras icónicas para seducir a los turistas, regresando a la idea original del museo en 1977



El Centro Pompidou en París.



ÁLEX VICENTE
París 24 ENE 2020



La fachada está semicubierta por las obras. En el vestíbulo, los operarios trasladan ruidosamente un conjunto de pinturas de una sala a otra. El museo está patas arriba, aunque ese haya sido su estado natural desde que abrió sus puertas en 1977. El Centro Pompidou de París vuelve a reinventar su modelo cuatro décadas después de su creación. La consigna pronunciada por su presidente, Serge Lasvignes, consiste en volver al origen. En dirección a esos tiempos, ya lejanos, en los que se erigió en el centro de arte más irreverente del planeta, caracterizado por conceptos que todavía no estaban en boga en el mundo museístico, como la flexibilidad o la multidisciplinariedad –alternó, desde sus comienzos, las artes plásticas con el cine, la fotografía, el teatro, la música, la arquitectura y el diseño—, inspirándose en el proyecto no realizado del Fun Palace de Cedric Price.



Con el tiempo, el Pompidou se transformó en un museo parecido a los demás: obligado a respetar reglas de seguridad en tiempos de terrorismo y forzado a superar ciertas cifras de visitantes, condición indispensable para sobrevivir en tiempos de liquidez menguante. Cuando Lasvignes llegó al cargo en 2015, decidió intervenir al paciente sin demora. De entrada, ampliando los accesos y creando una entrada única. Desde hace veinte años han existido dos colas distintas: una para acceder al museo, en la plaza peatonal situada frente a la fachada (por donde entraron 3,2 millones de visitantes en 2019), y otra en la parte posterior, que permite entrar en la biblioteca, la más concurrida de París, por la que pasan 1,4 millones de personas cada año. Los fines de semana, las colas para entrar rozan las dos horas. “Eran dos públicos que se daban la espalda. Me pareció urgente revertir esa situación”, señala Lasvignes, al frente de una institución creada en nombre de la democratización cultural. “Las dos colas corresponden a sociologías distintas. Al museo acuden las categorías favorecidas, mientras que en la biblioteca la mitad de los usuarios viven en la banlieue. Es precisamente el público que se nos escapa, y lo tenemos a cinco metros escasos. La idea de no intentar hacer que entre en las salas me pareció insoportable”.



El presidente del Centro Pompidou, Serge Lasvignes.


El presidente del Centro Pompidou, Serge Lasvignes. LÉA CRESPI



El segundo frente abierto es la restauración de su escalera mecánica y tubular que trepa en zigzag por el edificio de Renzo Piano y Richard Rogers hasta proporcionar una de las mejores vistas de los techos de París. Las obras de restauración de esta escalera de casi 200 metros, que ha transportado a 250 millones de visitantes desde la inauguración del centro, costarán 19 millones de euros. “Vamos a cambiarla, pero por otra idéntica”, dice Lasvignes. “Hay museos que tienen iconos, como la Gioconda o el Guernica. Nuestro icono es este edificio y esta escalera”. Un símbolo de aquella iconoclastia que hizo que, en sus comienzos, el museo fuera comparado con una fábrica, una refinería, un buque naufragado o un centro comercial. “El Pompidou es a la cultura lo que un hipermercado es a la mercancía”, sostuvo el filósofo Jean Baudrillard. Los responsables del museo sueñan con un lugar que se parezca al de aquellos inicios, tal vez para protegerse contra la tentación del aburguesamiento, conclusión lógica de la normalización de su modelo, imitado hasta la saciedad en todo el mundo. “En el Centro Pompidou siempre nos estamos preguntando cuál fue el proyecto original e intentando reconstruirlo”, concluye Lasvignes.

Renzo Piano sigue almorzando en el restaurante del museo una vez al mes. El arquitecto aprovecha esas visitas para revisar el estado de su obra maestra. “Soy el Quasimodo del Pompidou”, bromea el arquitecto italiano en su agencia parisina, situada a dos calles del museo. “Me alegro de que quieran volver a esos comienzos. Llevo años recomendándolo...”, confiesa Piano, cuyo estudio se encarga de las obras. En cada visita, una pregunta reaparece en su cabeza: “¿Cómo es posible que nos dejaran hacer esto? Éramos solo dos treintañeros maleducados…”. El museo fue creado en la estela de Mayo del 68, durante los últimos meses de la presidencia de Georges Pompidou. Tras el seísmo cultural que supuso aquella revuelta, el líder francés quiso erigir un emblema de la arquitectura moderna, que favoreciese la capitalidad de París en el conflicto que la enfrentaba, desde la posguerra más temprana, a Nueva York. El jurado de un concurso internacional, presidido por Jean Prouvé, examinó 681 proyectos. Terminó escogiendo el más provocativo: un mastodonte colorista de 15 toneladas de metal, en las antípodas de lo que se suponía que debía ser un centro dedicado a las bellas artes. “Fue un gesto de una gran valentía. No sé si hoy sucedería lo mismo…”, se plantea Piano.

Pese a contar con una gigantesca colección de 120.000 obras, de las que solo un 10% está expuesto en las salas, el museo intenta resolver un problema apremiante: no contar con una obra que el visitante identifique de manera automática y que funcione como imán para los turistas, menos presentes en este museo que en otras pinacotecas parisinas. “La actual proporción es de 60% de franceses y 40% de extranjeros”, señala la directora de Desarrollo de Públicos, Catherine Guillou. En el caso del Louvre, por ejemplo, los turistas suman casi el 80%. “El Pompidou suele reservarse para la segunda visita a París. Mucha gente viene a ver el edificio, pero no entra. Se dice a menudo que somos el museo favorito de los parisienses. Está muy bien tener esa etiqueta, pero también debemos interesar al público extranjero. Intentamos equilibrar esta tendencia promoviendo nuestras obras maestras, porque tenemos muchas”, añade Guillou.



El vestíbulo del Centro Pompidou.


El vestíbulo del Centro Pompidou. LÉA CRESPI



Según una encuesta reciente del Instituto Harris, solo cuatro personas sobre mil encuestados eran capaces de citar a un artista presente en su colección, la segunda de arte moderno en todo el mundo tras la del MoMA. Para paliar esta situación, los conservadores del Pompidou han fijado una lista de una veintena de obras maestras. “Son obras singulares que permiten que el visitante entienda la gran diversidad de retos que constituyen la historia del arte moderno y contemporáneo. Ofrecen un relato posible y mejora la inteligibilidad del conjunto”, afirma el director del Museo Nacional de Arte Moderno, Bernard Blistène. En la lista aparecen obras de Matisse, Chagall, Brancusi, Kandinsky, Duchamp, Miró, Yves Klein, Otto Dix y un nombre contemporáneo, el escultor francés Xavier Veilhan, autor del doble retrato de Piano y Rogers, en dos tonos de verde, ubicado en el exterior de museo.

En respuesta al nuevo clima social y a los debates abiertos por la investigación sobre la historia del arte del siglo XX, el Pompidou también intenta diversificar sus colecciones y abrirse a colectivos infrarrepresentados, como las mujeres artistas y las tradiciones no occidentales. “En algunos frentes no estamos muy avanzados. Hay todo un trabajo que hacer sobre las modernidades no europeas”, admite la joven conservadora Alicia Knock, especializada en el arte del territorio africano y comisaria de la exposición Chine/Afrique, que explorará la reciente colonización del gigante asiático en algunos países subsaharianos.



La conservadora del Pompidou Alicia Knock, especialista del arte africano.


La conservadora del Pompidou Alicia Knock, especialista del arte africano. LÉA CRESPI



“Los centros públicos tenemos un papel de resistencia y debemos resaltar el valor de todos esos invisibles en la historia del arte. En ese sentido, hay toda una historia del arte que reescribir. Solo las instituciones públicas, que debemos mantener la independencia respecto el mercado y a un cierto consenso político, tenemos la posibilidad de escribir esa historia”, afirma Knock. Blistène está de acuerdo en que hay que adentrarse en territorios poco y mal explorados. “No vamos a pensar el museo en términos de cuotas ni a construir nuestro proyecto de manera artificial, pero hay realidades que tomar en cuenta y hay que mantener una mirada crítica: hemos subestimado el arte hecho por mujeres y hemos sido negligentes respecto a las minorías, igual que muchos otros centros”, señala el director del museo.



Plano del Centro Pompidou.


La estrategia del Centro Pompidou también pasa por potenciar su influencia internacional a través de distintas sucursales, como la que se inauguró en Málaga en 2015 y la que acaba de abrir sus puertas en Shanghái. Le sucederá otra antena en Bruselas en 2023 y, si las negociaciones llegan a buen puerto, otros dos nuevos centros internacionales: uno estará situado en algún punto de Asia y el otro, en Latinoamérica. El proyecto de implantarse en Colombia terminó en fracaso por la incapacidad económica de su socio sobre el terreno, según indica el museo parisiense. Las quinielas apuntan ahora a México como próximo destino del museo que cambió el arte contemporáneo. La experiencia de Málaga fue fundamental como prueba piloto. "Convertimos una ciudad que la gente solía saltarse al visitar Andalucía en una capital del arte. Fue una apuesta quimérica que terminó funcionando. Pero no me sorprende. Después de todo, este museo es el resultado de una utopía”, termina Lasvignes.


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