Nunca antes en cuarenta años de democracia el Gobierno había atacado y deslegitimado con tanta saña al Poder Judicial como el PSOE durante los últimos meses. Pero especialmente durante las últimas 24 horas, a raíz de la decisión de la Junta Electoral respecto a la inhabilitación de Quim Torra y Oriol Junqueras.
No resulta extraño que algunas voces hayan empezado a hablar ya de chavismo. La referencia no es exagerada. Los primeros pasos de Hugo Chávez también consistieron en la deslegitimación de las instituciones del Estado que él no controlaba directamente.
Esa será la principal batalla de la legislatura que se nos avecina. El intento por parte del PSOE y de Podemos, con el más que previsible apoyo de los nacionalistas, de modificar las estructuras del Poder Judicial para que este quede totalmente inerme frente a los planes de la coalición del Gobierno y sus socios.
Lo que se avecina durante los próximos cuatro años no es un nuevo Gobierno, sino el intento de imponer un nuevo régimen esquivando la preceptiva reforma constitucional.
Un régimen cuyo diseño no es obra del PSOE, y ni siquiera de Pedro Sánchez o de Iván Redondo, sino de Pablo Iglesias.
Los 35 escaños de Podemos, uno de cada diez del Congreso de los Diputados, han conseguido imponer no ya su programa, sino su idea de España, a un partido con ciento veinte.
El PSOE de Pedro Sánchez se ha situado al margen del pacto constitucional del 78. De esto no cabe duda alguna a la vista de lo vivido ayer sábado en el Congreso de los Diputados.
No resulta extraño que algunas voces hayan empezado a hablar ya de chavismo. La referencia no es exagerada. Los primeros pasos de Hugo Chávez también consistieron en la deslegitimación de las instituciones del Estado que él no controlaba directamente.
Esa será la principal batalla de la legislatura que se nos avecina. El intento por parte del PSOE y de Podemos, con el más que previsible apoyo de los nacionalistas, de modificar las estructuras del Poder Judicial para que este quede totalmente inerme frente a los planes de la coalición del Gobierno y sus socios.
Lo que se avecina durante los próximos cuatro años no es un nuevo Gobierno, sino el intento de imponer un nuevo régimen esquivando la preceptiva reforma constitucional.
Un régimen cuyo diseño no es obra del PSOE, y ni siquiera de Pedro Sánchez o de Iván Redondo, sino de Pablo Iglesias.
Los 35 escaños de Podemos, uno de cada diez del Congreso de los Diputados, han conseguido imponer no ya su programa, sino su idea de España, a un partido con ciento veinte.
El PSOE de Pedro Sánchez se ha situado al margen del pacto constitucional del 78. De esto no cabe duda alguna a la vista de lo vivido ayer sábado en el Congreso de los Diputados.
Aló, presidente Iglesias: 52 reflexiones sobre la España que se avecina
El gran triunfador de la jornada ha resultado ser un Iglesias cuyo programa económico, territorial y social ha sido asumido sin reservas por Sánchez.
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