Parricida en Getafe. Dos niños mueren en un incendio y su padre aparece arrollado por el tren.

Esto no tiene justificación..quien le ha dado la potestad a ese hombre para quitarle la vida a su hijo. .ahh.perdón que no era un niño..ahh perdón ..que tenia parálisis cerebral..ahh perdón que era tan frágil.por esa regla de tres..aprobemos la eutanasia para los niños diferentes..ahh que si encima tu otra hija gracias adiós es "norma" también la quitas de enmedio porque ya puestos..esa niña que sonreía a su hermano..esa niña que amaba a su hermano..esa niña que ya cuidaba de su hermano con tan solo 8 ochos....si te duele la vida porque eres un miserable cobarde para afrontarla,.quitártela..es tuya..la de tus hijos NO..bien muerto estas hijo de put*..lo único triste de esta muerte es que se la haya quitado a dos niños igual de queridos ,los dos,igual de inocentes,los dos...
No lo justifico, puedes dar tu opinion, pero es que parece que yo lo justifico si citas expresate de manera mas rigurosa, y yo si estoy a favor de la eutanasia si tu hijo es muy dependiente y tu ya eres mayor y no quieres dejarlo en este mundo de mierda poder llevártelo contigo.
Donde esta mi falta de rigurosidad?? ..al expresar mi opinión sobre un asesinato selectivo en función de la discapacidad de un hijo..creo que deberías plantearte tener un hijo ante tu visión de este mundo de mierda ..joder con las madres padres que por haberlos traído al mundo ..se consideran dueños y señores de su existencia
 
Hola!

Qué triste caso...
Anoche, hablando con un policía conocido, me comentó algunas cosas de este caso. NO SÉ si serán ciertas, pero me dijo que no se estaban separando pero estaban pasando por una mala racha en el matrimonio y que la niña tenía una leve discapacidad también.
El pobre también alucina con lo que ha pasado, no comprende los motivos, ya que como padre, algo así no entra en la cabeza de nadie.

En los medios dijeron que la discapacidad se debía a una negligencia en el parto y que la nena está perfectamente sana.
Me sorprende la actitud de la madre "suavizando " el acto del padre, que se le fue la cabeza, no lo entiendo.
Dicen que se llevaban regular y ella lo niega, habrá que creerla.
Pensé que parricida es el que mata a los padres, filicida es el que mata a los hijos.
 
A mi me recuerda a este caso:
https://www.elperiodico.com/es/amp/...o-principal-hipotesis-tragedia-girona-4739757

En ambos casos tenían depresión, estaban al cuidado de los hijos, una mala racha....etc En el caso de Girona se le denominó "su***dio ampliado" y ese caso tiene muchas coincidencias con este.
Yo creo que este caso fue por depresión post parto con psicosis. La hija pequeña tenía menos de 1 año.
 
Yo creo que tiene que ser muy difícil tener un hijo con una enfermedad crónica de por vida o minusvalía. Algunos casos requieren cuidado las 24 horas del día. Muchos padres tienen que dejar su trabajo, su vida de lado para dedicarse al cuidado del niño. Con una sociedad cada vez más individualista, la gente se encuentra solo ante el problema. Deberían de existir más ayudas del gobierno, más apoyo tanto mental como de recursos para familias que se encuentran en esta situación.
 
El incendio posterior posiblemente sea lo más significativo para los psiquiatras
Me chirría mucho que los quemase después de ahogarlos. Normalmente los asesinos que conocen a las víctimas y las quieren no destrozan su cuerpo por respeto, si los niños ya estaban muertos por ahogamiento que necesidad había de prender fuego? Joder a la madre y dejarla sin casa?
Presuntamente, José Alberto Gálvez, actuó de la siguiente manera. En la bañera ahogaría a sus dos hijos. Luego los acostó juntos, en la cama matrimonial. Prendió fuego al colchón.

Se dio la alarma de fuego en el piso y cinco minutos después, el padre era arrollado en las vías del tren, por un Cercanías.

El incendio es pues exactamente en el punto donde se encuentran los hijos. Con ánimo de quemar principalmente, sus cuerpos.

Si no fuere por el su***dio y porque en la carta confiesa el crimen. Podría haber querido hacerlo pasar por un incendio accidental.

No sé tampoco, qué explicación acabar de darle al incendio, ahora que he sabido estos detalles.

https://www.cuatro.com/noticias/soc...-mis-hijos-no-quiero-sufran_0_2534175582.html
 
Última edición:
http://www.diariosur.es/nacional/policia-cree-padre-20180322000819-ntvo_amp.html

La Policía Judicial apunta cada vez con más fuerza a una sola hipótesis: José Alberto Gálvez, el padre de 46 años que el martes por la noche asesinó a sus hijos de trece y ocho años en Getafe (Madrid) y luego se suicidó, sufrió una suerte de «brote esquizofrénico» que le llevó a perpetrar el doble crimen. La Policía Nacional, tras tomar declaración a la madre de los pequeños, ha descartado casi por completo que el móvil del doble homicidio fuera una venganza a su esposa. La relación entre ambos era buena y no se estaban separando.
 
sufrió una suerte de «brote esquizofrénico»
Vaya.
Es extraño igualmente e inquietante. Esa persona por lo visto, ni tan siquiera estaba medicada y por lo tanto, probablemente, no estaba diagnosticada de ninguna patología o enfermedad mental.
Entonces lo que dijo la madre en los primeros instantes: «se le ha ido la cabeza» se correspondría con esto.

@genybal termino de postear el artículo. Gracias.

______
La Policía cree que el padre de Getafe mató a sus hijos por un brote esquizofrénico
  • El parricida, que no tenía problemas con su mujer, asesinó a los menores ahogándolos en la bañera y dejó una nota diciendo que no podía verlos sufrir
MELCHOR SÁIZ-PARDO | madrid | 22/03/18 | 08:00
La Policía Judicial apunta cada vez con más fuerza a una sola hipótesis: José Alberto Gálvez, el padre de 46 años que el martes por la noche asesinó a sus hijos de trece y ocho años en Getafe (Madrid) y luego se suicidó, sufrió una suerte de «brote esquizofrénico» que le llevó a perpetrar el doble crimen. La Policía Nacional, tras tomar declaración a la madre de los pequeños, ha descartado casi por completo que el móvil del doble homicidio fuera una venganza a su esposa. La relación entre ambos era buena y no se estaban separando.
Raquel M.M, la madre de los pe
queños Alejandro y Marina y esposa de José Alberto, fue interrogada por la Policía Nacional a primera hora de la tarde de ayer, después de restablecerse del shock traumático tras conocer el suceso. La mujer, una conocida profesora de idiomas en Getafe, reveló que no tenía ningún problema con su marido y que nada podía hacer pensar que podría matar a los dos pequeños. El parricida, que no trabajaba, se dedicaba casi por completo a la atención de su hijo mayor, aquejado de una parálisis cerebral grave. Gálvez, según fuentes de la investigación, tampoco había presentado problemas mentales.

La Policía considera el caso prácticamente cerrado tras el interrogatorio de la madre y tras conocer los detalles de las autopsias de los cadáveres de los niños asesinados en su vivienda de la Plaza Benjamín Palencia, del centro de la ciudad. El estudio del Instituto Anatómico Forense, realizado la mañana de ayer, reveló que los dos pequeños, que se habían quedado toda la tarde a cargo del padre, fueron ahogados en la bañera de la propia casa. Primero fue la niña y luego su hermano mayor. De acuerdo con los investigadores, no hay indicios de que se tratara de un plan premeditado, aunque no descartan que el parricida hubiera preparado el doble homicidio. La muerte de los pequeños se habría producido pasadas las 19:30 horas, precisamente el momento en el que la madre debía regresar a casa.

Poco después, el padre llevó los cuerpos sin vida de los niños a una cama y prendió fuego al colchón. Las llamas no se propagaron por el resto de la casa, pero sí que afectaron a los cadáveres, que quedaron prácticamente calcinados.

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Arriba: Vivienda donde ocurrieron los hechos. Abajo: Apeadero donde el padre de los niños se suicidó. / Alberto Ferreras

su***dio

El padre no esperó a ver las consecuencias del fuego. Según la investigación, antes de las 20:00 horas abandonó la vivienda y se dirigió por el paseo John Lenon a la cercana estación de Cercanías de Getafe Industrial, distante dos kilómetros de la casa. Allí, directamente, se lanzó a las vías del tren en el momento que vio que se aproximaba el primer convoy. El tren le alcanzó de lleno, matándole al instante, tras provocarle graves traumatismos y amputaciones.

La Policía no tardó en relacionar la muerte en las vías con la muerte de los niños. José Alberto Gálvez llevaba encima su documentación y una nota de despedida. «He matado a mis hijos. No quiero que sufran», es
una de las frases del manuscrito que los agentes encontraron en uno de los bolsillos del suicida.

La posibilidad de que el trastorno mental de Gálvez se viera agravado por la grave enfermedad del pequeño Alejandro es una de las tesis que barajan los investigadores, quienes, no obstante, recuerdan que el parricida -según todos los testimonios recogidos- dedicaba constantes muestras de cariño y atenciones a su hijo mayor.
 
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http://www.diariosur.es/nacional/policia-cree-padre-20180322000819-ntvo_amp.html

La Policía Judicial apunta cada vez con más fuerza a una sola hipótesis: José Alberto Gálvez, el padre de 46 años que el martes por la noche asesinó a sus hijos de trece y ocho años en Getafe (Madrid) y luego se suicidó, sufrió una suerte de «brote esquizofrénico» que le llevó a perpetrar el doble crimen. La Policía Nacional, tras tomar declaración a la madre de los pequeños, ha descartado casi por completo que el móvil del doble homicidio fuera una venganza a su esposa. La relación entre ambos era buena y no se estaban separando.

Eso me cuadra mas que "la depresión"
 
Es extraño. Normalmente la esquizofrenia aparece en personas más jóvenes. Yo creo que se refieren que tuvo un brote psicotico como suelen tener los esquizofrenicos. La depresión también puede estar acompañado por brotes psicóticos, es el caso de muchas depresiones post parto. Esta claro que era un padre que quería a sus hijos, no trabajaba y su vida era cuidar de ellos. Desafortunadamente cuidar las 24 horas al día de otra persona merma mucho al cuidador y es muy fuerte para la salud mental.
Las víctimas son los niños pero en este caso el padre también. Victima de su propia mente
 
Carta a Raquel, la madre de Marina y Alejandro
CRÓNICA
    • VÍCTOR DEL ÁRBOL
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  • 25 MAR. 2018 03:01
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Raquel y sus dos pequeños, Marina y Alejandro. Imagen cedida por Raquel. CRÓNICA
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Pedimos al consagrado autor de novela negra y premio Nadal, Víctor del Árbol, el relato sobre la tragedia de su amiga Raquel, una supermadre coraje, y la crueldad de un padre desalmado y sin corazón que mató a sus hijos antes de suicidarse

El escritor decide involucrarse con estas palabras contra el silencio

"Nunca olvidaré que Raquel me preguntó por qué los niños sufrían tanto en mis novelas. Mi respuesta, lacónica, fue que la inocencia siempre es la primera víctima de la crueldad. Me sonrió, poco convencida. Y entonces, por primera vez, me habló de su gran héroe, su hijo Alejandro".

"Su padre les robó (a Marina y Alejandro) esa vida... Decidió, como deciden tantos cobardes, hacerle daño a una madre donde más le duele. Utilizó a sus hijos como castigo, como cosas que pueden ser arrebatadas, como arma para matar a su esposa sin tocarla. Y como todo cobarde, eligió escaparse de la vida y de la culpa por la vía rápida".

Palabras contra el silencio... No sé cuántas veces he borrado y vuelto a empezar este artículo. Cuando algo te afecta profundamente es difícil encontrar palabras que penetren el muro de la tristeza y la perplejidad. Alguna vez he afirmado, en un alarde de entusiasmo, que la literatura puede curarnos de casi todo. A fin de cuentas soy escritor y debo profesar esa fe absoluta en el poder curativo de la palabra y en su capacidad de abarcarlo todo. Pero, después de hablar con Raquel, la madre de Marina y Alejandro, los niños asesinados por su padre en Getafe el 20 de marzo de 2018, mi convencimiento se resquebraja y resulta fatuo e impostado. Porque no hay palabras para todo. No para esto.

¿Cómo llenar el devastador vacío que siente una madre cuando sus dos razones de vivir, sus hijos de ocho y 13 años, han sido asesinados por el hombre que debería haberlos protegido contra todo mal, su propio padre? ¿Qué palabras consuelan sin que suenen como hojarasca arrastrada por el viento? Solo hay silencio.

Así que lo único que puedo hacer es lo que Raquel me ha pedido, ser fiel al recuerdo de Alejandro, su ángel, y de Marina, su luz. Recordarles. Utilizar esta tristeza para que ellos no sean olvidados. Para que no lo sea ningún niño asesinado por aquellos que deberían haberles amado sin condiciones. Para gritar contra esta sinrazón. Para que de una vez por todas erradiquemos esta plaga infame. ¡28 niños muertos por violencia de género en los últimos siete años! 28 vidas con un futuro que ya no será. 28 agujeros en nuestra esperanza, 28 vacíos en la escuela, 28 habitaciones cerradas a cal y canto donde ya no hay risas, ni cumpleaños, ni promesas. 28 gritos de silencio. Pónganlos uno al lado del otro. Son 28 porqués sin respuesta.

¿Saben lo que hice la mañana del miércoles 21 de marzo? Lo que tantos millones de españoles. Me levanté temprano para preparar el desayuno de mi familia, metí prisa a mi hija de 12 años para que preparase la mochila del colegio, y mientras calentaba el café medio dormido puse la radio, sin prestar verdadera atención, pensando en las cosas que me iban a ocupar el resto del día. Entonces oí la noticia. La tarde del 20 de marzo hubo un incendio en un piso de Getafe en el que habían perecido dos niños. Todos los indicios apuntaban a que habían sido asesinados por su padre, que posteriormente se había suicidado arrojándose a las vías del tren. Todavía conmocionado por el hallazgo del cadáver del pequeño Gabriel en Almería unos días antes, maldije a esos ladrones de infancias. Comprendo que la empatía con las víctimas de una desgracia tiene un componente irreal, a pesar de nuestro esfuerzo, cuando se produce en la distancia. Podemos imaginar el dolor y la tragedia, pero no alcanzamos a penetrar su verdadero sentido, a menos que nos haya rozado algo parecido de cerca. Algo así debí sentir, mientras mi hija me daba un beso de buenos días con desgana y nos sentábamos a la mesa: oí en la radio el nombre de la madre de los niños, Raquel Monreal. Y la crónica dejó de ser lejana para convertirse en algo dolorosamente cercano.

Conocí a Raquel hace cinco o seis años. Ella era profesora en un instituto de Getafe y miembro de un club de lectura organizado por algunos padres de alumnos al que fui invitado. Durante la charla, Raquel permaneció atenta pero en un respetuoso silencio, observándome con una mirada cargada de inteligencia. De vez en cuando, anotaba algo. Al acabar el encuentro, se acercó y compartimos un rato de conversación. Descubrí a una persona risueña, comedida pero de ideas firmes y argumentaciones sólidas. Amable con la forma pero insobornable con el fondo. Hablamos de autores, descubrí con agrado que compartíamos pasión por la lengua francesa (de la que ella es filóloga) y encontré a una gran lectora, mujer culta y sensible a los matices, con una inteligencia muy inquisitiva, emotiva y franca. Siempre me han gustado las personas con carácter que no necesitan reafirmarse continuamente, a menos que sea necesario. Creo que fue esa franqueza amable la que me conquistó.

Como si fuéramos dos discípulos lacanianos nos embarcamos en una discusión sobre la raíz del mal, el dolor y la infelicidad. Nunca olvidaré que me preguntó por qué los niños sufrían tanto en mis novelas. Mi respuesta, lacónica, fue que la inocencia siempre es la primera víctima de la crueldad. Me sonrió, poco convencida. Y entonces, por primera vez, me habló de su gran héroe, su hijo Alejandro.

Alejandro sufría una grave enfermedad que le causaba pluridiscapacidades (aunque Raquel siempre dice que todos somos un poco discapacitados, nadie está capacitado para todo), problemas de movilidad, de habla, de control corporal, limitaciones respiratorias... Me enseñó una fotografía, orgullosa, feliz y me habló de su gran sueño: que su hijo pudiera llevar una vida lo más normal posible. Como defiende Raquel sin atisbo de ingenuidad, los niños son niños, con discapacidad o sin ella. Y lo que quieren es ser aceptados.

Me interesó tanto su historia que le pedí conocer a Alejandro. Fue un tiempo después, en la feria del libro de Madrid. Aquel día vino Raquel con su otra razón de vivir, la preciosa Marina, nombre que habría escrito sin dudar el poeta Rafael Alberti sobre esa criatura de ojos enormes, y sonrisa de vela a punto de echarse al mar. Poco tímida si sentía la cercanía protectora de su madre. De Alejandro me sorprendió su mirada, tan profunda, tan quieta y atenta. Hablaba con los ojos y cuando le cogí la mano sentí sus dedos fríos. Está contento, me dijo Raquel. Y yo la creí. Quise creerla. Fue emocionante verla con sus hijos, empujando aquella silla por El Retiro. Con un cansancio que no implica derrota ni resignación.

Tomamos un café cuando acabé de firmar libros y me contó lo que llevaba tiempo reclamando en el desierto. Un aparato para su hijo, algo bastante complejo y caro, que le permitiría estar en pie, tener mejor calidad de vida, evitar llagas y heridas en la piel. Y sobre todo, le ayudaría a estar de mejor humor. Alejandro era muy luchador, sabía lo que quería y lo que le disgustaba. Y estar postrado no era una actitud que estuviera dispuesto a aceptar. Era tan combativo y voluntarioso como su madre. La ley de Dependencia no estaba entonces mejor que ahora, una declaración de intenciones a la que siempre le faltan los fondos necesarios, así que decidimos ponernos en marcha por nuestra cuenta. En aquellos meses, les confesaré que llegué a verle verdadero sentido a las redes sociales. La respuesta a nuestro llamamiento fue enorme, y poco después, Raquel consiguió por intermediación de otras personas aquella mejora para Alejandro.

Desde entonces nos vimos más esporádicamente, pero mantuvimos el contacto. Me alegraba ver que, lejos de conformarse, aquella victoria la espoleó. Ya no se trataba solo de Alejandro, sino de todos los niños y niñas que necesitaban atención especializada, y no solo de los niños, sino de sus padres agotados y necesitados de ayuda y soporte. Era como si Alejandro llevase en volandas a su madre para hacer lo que él no podía. Así nacieron colaboraciones en la Asociación Dedines en Getafe, o en la asociación Alma. Raquel salía en televisión denunciando injusticias, como la polémica con un conductor de autobús urbano que no quiso bajar la plataforma para subir a su hijo, las reuniones con concejales, las iniciativas sociales... Y siempre con Alejandro y Marina cerca, con aquella amabilidad inflexible que no admite eufemismos ni desvíos. Tampoco los aceptaba en las decisiones que atañían a su vida personal.

Para hacer de la fragilidad fortaleza hay que tener mucho coraje. Y curiosamente, Alejandro me dio una lección de vida: la verdadera fuerza no está fuera, está dentro. En la voluntad de ser y existir.

Su padre les robó esa vida. Decidió, como deciden tantos cobardes, hacerle daño a una madre donde más le duele. Utilizó a sus hijos como castigo, como cosas que pueden ser arrebatadas, como arma para matar a su esposa sin tocarla. Y como todo cobarde, eligió escaparse de la vida y de la culpa por la vía rápida.

¿Cómo pueden convivir la oscuridad, la posesión enfermiza, la cobardía con la luz, la esperanza y las ganas de vivir? Es un misterio que nunca podré resolver. Ahogar a tus hijos en una bañera, uno después de otro, dejarlos en la cama y prender fuego a todo lo que fue para reducirlo a cenizas. No importa si hubo o no hubo carta de despedida. Solo quiso dejar cenizas. Pero las cenizas vuelven a amontonarse en la puerta. Y todo volverá a empezar.

Raquel, querida amiga, ahora tendrás que remontar en la lucha más difícil de tu vida. Sin ganas, sin deseos. Pero yo sé que lo conseguirás. Necesito creerlo, como sé que los padres de Gabriel lo harán, como tantas madres que vieron morir a sus hijos en manos de su progenitor. Lo conseguirás, no sé de dónde sacarás las fuerzas, pero saltarás ese muro de dolor porque hay muchos otros niños como tu hijo Alejandro que te esperan y te necesitan, y muchos familiares de esos niños de la Asociación Alma que necesitan tu voz amable, justa y decidida. Aquí estaremos tus amigos y tus familiares. Sé que eso no bastará durante mucho tiempo, pero necesito creer que tú ganarás, que tus hijos seguirán en ti. Siempre.

Perdona la torpeza de mis palabras.

Voy a abrazar a los míos y a prometerles que están a salvo.

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Este tio es un cobarde, si su vida era una mierda y no quería seguir viviendo solo tenía k tirarse al tren directamente pero matar a dos niños inocentes no tiene excusa posible. ALGUIEN K HACE ALGO ASI ES UN ASESINO Y PUNTO.
Claro, si se hubiera suicidado seguramente tu y otros como tu habríais estado encantados de cuidar y mantener a su hijo discapacitado ¿verdad que si?
 
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