Panhispanismo y recuperación de la memoria histórica imperial



Portugal tergiversa la historia y pretende borrar al Imperio español de la primera vuelta al mundo

El país vecino busca que la Unesco reconozca la «Ruta Magallanes» sin Elcano ante la falta de acción y diplomacia del Gobierno de Sánchez

Los engaños de Portugal para evitar una de las grandes gestas españolas

El quinto centenario de la primera vuelta al mundo, entre el 20 de septiembre de 1519 y el 6 de septiembre de 1522, ha visto cómo Portugal se afana en sacar adelante la Ruta Magallanes como Patrimonio de la Humanidad reconocido por la Unesco. Pero la expedición de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano, que fue financiada integramente por la Corona española, ha quedado reducida en su propuesta a una iniciativa portuguesa, a pesar de que partió de Sanlúcar de Barrameda y finalizó en esta misma población de la provincia de Cádiz.

Ni rastro del marino vasco en los documentos oficiales presentados por el Gobierno del país vecino, o mejor dicho sí, pero solo para citar que comandó el viaje de regreso porque el navegante luso había fallecido en Filipinas un año antes. Nada más. En ningún momento se plantea a la Unesco un reconocimiento patrimonial conjunto que contemple tanto a España como a Portugal en armonía.

La candidatura comenzó a fraguarse al otro lado de la frontera en junio de 2015, encabezada por el alcalde de Sabrosa (la localidad norteña donde nació Magallanes), José Marques, quien declaró entonces: «Nos gustaría que, en 2019, año en que se iniciarán las conmemoraciones de los 500 años del histórico viaje, ya tengamos la calificación de Patrimonio de la Humanidad». Cierto es que, dos años antes, se había dado luz verde a la denominada Red Mundial de Ciudades Magallánicas, según la terminología lusa, y que ahí están incluidas Tenerife, Guetaria (la localidad guipuzcoana donde nació Elcano), Sevilla o Sanlúcar de Barrameda. Pero ni en su momento ni hoy se ha avanzado hacia una celebración a la par.

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En 2017 se asentó el proyecto. Fue entonces cuando Portugal incluyó la propuesta en la Lista Indicativa de la Unesco, una relación previa elaborada por cada uno de los países de la que se seleccionan, cada cierto tiempo, las candidatas a ser nombradas Patrimonio de la Humanidad. La propuesta sigue citada en la web de la organización como «Route of Magellan. First around the World» («Ruta de Magallanes. Primera alrededor del Mundo») y, en la misma, el marino vasco Juan Sebastián Elcano no es nombrado ni en una ocasión.

El escrito sí cita a España tres veces, aunque sin recalcar su papel preponderante en el hecho. Un escuálido reconocimiento que no evita el agravio que supone que el país que negó a Magallanes la financiación para llevar a cabo este viaje (el marino acudió al monarca luso antes que a Carlos I de España) y que combatió con todas las armas que pudo para evitar esta travesía se apropie ahora de la gesta.

España olvidada

Lo mismo sucede con la nota de prensa que la República Portuguesa publicó en 2018 para anunciar la formación de la Misión de las conmemoraciones del V Centenario de la circunnavegación dirigida por el navegante portugués Fernando de Magallanes (EMCFM); la comisión encargada de organizar las celebraciones del aniversario. Un texto en el que tanto España como Elcano brillan por su ausencia. Este organismo, por el contrario, sí recalcó ese mismo año que el proyecto buscaba «reconocer el papel, pasado y presente, de Portugal y de los portugueses para promover el conocimiento y el diálogo intercultural […] contribuyendo a una sociedad más justa, inclusiva y con mayor bienestar».

Fuentes españolas de la Unesco han corroborado a ABC que, a día de hoy, la candidatura portuguesa se encuentra únicamente en la Lista Indicativa del país, donde algunos proyectos han permanecido «decenios sin dar nunca el paso a una candidatura formal». A su vez, han incidido en que, en el caso de que los lusos la eligieran (cosa imposible este 2019, pues ya han seleccionado el número máximo) la propuesta tendría que demostrar ante dos organizaciones independientes su validez histórica. Entre los organismos se encontraría el Comité de Patrimonio Mundial, en el que España cuenta con representación.

¿Dónde queda España en toda esta historia? Desde la Secretaría de Estado de la España Global (destinada a potenciar la imagen de nuestro país en el mundo) han declinado hacer declaraciones «por respeto a la comisión que organiza el aniversario». Se refieren a la Comisión Nacional para la conmemoración del V Centenario de la expedición, con la que ABC ha intentado contactar sin éxito. No obstante, fuentes del Ministerio de Cultura han señalado a este diario que, a pesar de que desconocían la existencia del proyecto, solicitarán en los próximos días al embajador español ante la Unesco que elabore un escrito pidiendo información sobre la propuesta.

Verdad histórica
Solo cabe esperar que estas explicaciones logren hacer entender a Portugal que la realidad histórica se encuentra de parte de España. Así lo confirma a ABC el doctor en Historia y profesor universitario Agustín Rodríguez González, autor de « La primera vuelta al mundo» (Edaf, 2018): «Fue una empresa española. Se trataba de llegar al archipiélago de las Molucas por otro camino distinto del portugués, que contorneaba África y luego atravesaba el Índico para llegar al Extremo Oriente».

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Enriqueta Vila, doctora en Historia de América y miembro de la Real Academia de la Historia, también considera evidente que la gesta fue española. «El monarca portugués Manuel I despreció a Magallanes», explica en declaraciones a ABC. La experta afirma que el marino llegó a Sevilla «resentido» por aquella respuesta y, casi siguiendo los pasos de Colón, presentó su proyecto a la Corona española. «En el mismo instante en el que fue aceptado, personajes como Sebastián Álvarez, delegado del rey luso, intentaron evitar que la expedición partiera», añade. El mismo embajador intentó que «se diera marcha atrás en las capitulaciones». Por ello, considera una «verdadera osadía que se intente hacer ver que fue una obra del país vecino».

Rodríguez establece además que los lusos «enviaron buques armados contra la expedición» y que los supervivientes que lograron arribar a su destino y quisieron volver a España tuvieron que enfrentarse a Manuel I. «La nao “Trinidad” fue apresada por los portugueses, que mantuvieron a los supervivientes en prisión largos años», desvela. De hecho, Elcano se vio obligado a evitar las escalas porque «sabía que le detendrían». «Solo hizo una en Cabo Verde y los portugueses encarcelaron a la docena de marineros».

Los ataques portugueses

Evitar la salida
Las crónicas confirman que los portugueses se plantearon asesinar a Magallanes para lograr detener la expedición. Este decidió acompañarse de sus criados cuando llegaba la noche para evitarlo.

Detener la expedición
A mediados de noviembre de 1521, un capitán llamado Tristán de Meneses informó a la expedición de que el rey portugués había mandado una flota para interceptarles.

Las naves de Faría
Además de aquella flota, Manuel I encargó al capitán Francisco Faría evitar, con dos baterías de bombardas, la finalización de la misión. Por suerte, el marino tuvo que regresar a puerto.

Sin escalas
Durante el regreso, Elcano solo hizo una escala en la que los portugueses encarcelaron a una docena de marineros y persiguieron a la «Victoria», que logró escapar.

https://sevilla.abc.es/cultura/abci...s_source=fb&ns_linkname=noticia-foto&ns_fee=0




Esto es muy fuerte. Espero que se tomen cartas en asunto, aunque mucho me temo que dado el interés de las instituciones en la historia de España, la propuesta se caiga por su propio peso, sin que nos hayamos inmutado.
Hace años visite el pueblo natal de Magallanes y no había ni una triste placa conmemorativa. Luego me dijeron que era considerado un traidor por haber ido con una expedición española. Y ahora esto.
Portugal, a diferencia de España, si está muy comprometido con la puesta en valor de su historia. Espero que no empiecen también con sus fake news
 
Si, es que es demasiado profundo para mí.
Conmigo no muestres ese insoportable tufillo de superioridad intelectual que os caracteriza a la mayoria, que aquí quien más y quien menos tenemos nuestras lecturas. A ver si os creéis que quienes no comulgamos con vuestra España Imperial nos chupamos el dedo.
Listas.
Y a ver si le ponéis ya el acento al dichoso palabro.
 
Falla que a los españoles, hispanoamericanos y al mundo entero se les ha engañado respecto a la verdadera historia de España...y os siguen engañando y utilizando para sus fines más siniestrso, Carolino. ¿Por qué seguir negando lo que de verdad sóis?

Yo no daría bola a quien nada puede aportar porque nada sabe y sólo viene aquí a soltar una cagarruta y llamar la atención.
Vosotras mismas, pero ya tiene muchos hilos para eso.
 
Las tuyas no deben de estar muy ágiles a estas horas, cuando no eres capaz de captar el sentido de mi post. O será que los acentos no son lo tuyo.
ah!, @Carolino...too much ado about...un acento!..:woot:...y todos aquí pensando que no te gusta la historia verdadera de España. :rolleyes::banghead:...Me alegro que por fin hemos aclarado este malentendido (y)
...memoria "histÓrica"...estoy segura que la moderación (@SuperCotilla , @Linnet) arreglará la ortografía del título que tanto, como es natural para una profesora de español, te haya molestado y seguiremos todos tranquil@s, tu incluida, disfrutando de este maravilloso hilo, en el cual el contenido de las ideas prima indiscutiblemente sobre la estrechez de miras de las solas formas. :)

esperamos con gran ansia tus constructivas aportaciones a la discusión. (y)
saludos.
 
Cuando España llegaba hasta Canadá y Alaska
Una serie de expediciones marítimas dejaron la huella española en el noroeste de América en el siglo XVIII

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El fuerte de San Miguel en la isla de Nutka (actual oeste de Canadá), erigido en 1789. Acuarela de Sigismund Bacstrum sobre un boceto de 1793


En las remotas y gélidas costas de Alaska, por encima de los 60º de latitud norte, hay dos pueblos pesqueros de inequívoco origen hispano: Valdez y Cordova. Ambos topónimos se deben al leridano Salvador Fidalgo, que en 1790 recorrió la región y tomó posesión de ella para España en nombre de Carlos IV. Son dos de los vestigios de un periodo épico, en las últimas décadas del siglo XVIII, en el que España, en una serie de expediciones memorables, exploró y tomó posesión en el oeste de Canadá y en Alaska. Como tantos otros capítulos del pasado español en Norteamérica, aquella época apenas es conocida por el gran público, pero archivos y bibliotecas conservan el relato de una aventura fascinante que permitió alcanzar el fin del mundo.

Para los españoles, la costa de Canadá y Alaska era la prolongación de la Alta California, como se conocía el litoral del Pacífico de los actuales EE.UU. Ya en 1539 Francisco de Ulloa había doblado el cabo San Lucas (la punta sur de la península de Baja California) y enfiló por primera vez hacia el norte, hasta descubrir la isla de Cedros. Le siguieron la expedición de Juan Rodríguez Cabrillo y Bartolomé Ferrelo en 1542, que alcanzó el cabo Mendocino, y la de Sebastián Vizcaíno en 1602, que halló la bahía de Monterrey.

Pero el poblamiento español en la Alta California no llegaría hasta 1769, año de la llamada Santa Expedición, impulsada por el visitador general de Nueva España, José de Gálvez. Dos paquebotes navegaron desde el puerto de San Blas, en el actual estado mexicano de Nayarit, hasta San Diego, mientras por tierra se dirigieron allí las caravanas del novohispano Fernando de Rivera y el catalán Gaspar de Portolá. Con este último iba el mallorquín fray Junípero Serra, que al llegar a San Diego fundó la primera de las 21 misiones que jalonarían la costa californiana.

El embajador español en San Petersburgo, marqués de Almodóvar, había empezado a alertar en 1761 de incursiones rusas en la actual Alaska, desde que el danés Vitus Bering explorara la zona en 1741. Tales avanzadillas continuaron y España, viendo en ellas una amenaza para sus posesiones, tomó cartas en el asunto. El ministro de Estado español, Jerónimo Grimaldi, ordenó enviar «mozos expertos y hábiles» para «trillar aquellos mares hasta Monterrey y más arriba si pudiese ser».

El primero en surcar las aguas del actual oeste de Canadá fue en 1774 el también mallorquín Juan Pérez, que, al mando de la fragata Santiago, llegó a descubrir la isla de Vancouver y, junto a esta, el puerto de Nutka, al que él llamó surgidero de San Lorenzo.

El intrépido Bodega y Quadra
La segunda expedición española por aquellas frías costas estuvo encabezada por el bilbaíno Bruno de Heceta al año siguiente. En su flotilla iba el teniente de fragata limeño Juan Francisco de la Bodega y Quadra, que, tras tener que asumir sobre la marcha el mando de la goleta Sonora, acabaría siendo uno de los grandes protagonistas de las expediciones al lejano noroeste de América. Bodega puso a prueba «el aguante de la goleta y el espíritu» de su tripulación. Un episodio narrado por él mismo en su diario (editado en 1990 por Alianza Editorial bajo el título «El descubrimiento del fin del mundo») ilustra la intrepidez del navegante limeño. Ante el fuerte viento que se había levantado cierto día, sus subalternos habían arriado la vela mayor y cogido un rizo, y Bodega entró en cólera: «Salí y mandé se largase el rizo e izasen la vela y, mostrándoles enojo, les dije que ninguno sin mi permiso volviese en adelante a arriar un palmo de vela, que ya estaba avergonzado de verlos tan pusilánimes y cobardes», les conminó.

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Plano del fuerte de San Miguel en Nutka- Archivo Histórico Nacional
Británicos, franceses y estadounidenses comenzaron también a rondar la zona y los españoles, tras un breve paréntesis, reanudaron las expediciones y se decidieron a fijar un puesto permanente en Nutka. En 1789 el sevillano Esteban José Martínez erigió allí el fuerte de San Miguel. Pero en Nutka se topó con barcos del comerciante inglés John Meares, a los que apresó, dando pie a un rifirrafe diplomático que a punto estuvo de desencadenar una nueva guerra con Gran Bretaña.

Entre tanto, hubo más expediciones españolas y Fidalgo tomó posesión en 1790 de los puertos de Valdez y Cordova. Finalmente, una España debilitada cedió ante la presión británica y firmó la convención de Nutka (1790), que marcaría el final de su presencia en la región. En 1795, se arrió la bandera rojigualda en el fuerte de San Miguel.

«De Florida a Alaska»
The Hispanic Council presenta este martes en la Casa de América en Madrid el informe «De Florida a Alaska: tres siglos de legado español en EE.UU.», del que es autor Manuel Trillo.

https://www.abc.es/cultura/abci-cua...sta-canada-y-alaska-201901140133_noticia.html

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El vídeo de la presentación del informe de Manuel Trillo «De Florida a Alaska: tres siglos de legado español en EE.UU.»

 
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