Ley de Desmemoria Histórica

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Nos quieren vender la ley de Desmemoria de la Hisotira España como un cuento irreal , sectario, que deja en el olvido a miles de victimas





Contreras, que es jurista y catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla, arrancaba su intervención recordado que Salvador Puig Antich fue ejecutado por matar a un policía, no por ser anarquista, provocando la indignación de los diputados de Podemos y los separatistas.

 
Nos quieren vender la ley de Desmemoria de la Hisotira España como un cuento irreal , sectario, que deja en el olvido a miles de victimas





Contreras, que es jurista y catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla, arrancaba su intervención recordado que Salvador Puig Antich fue ejecutado por matar a un policía, no por ser anarquista, provocando la indignación de los diputados de Podemos y los separatistas.


que se lave la boca antes de hablar de Salvador el fascista ese. Seguid por ahí que los catalanes vamos a volar con los vascos viendo el panorama que estáis montando.
 
que se lave la boca antes de hablar de Salvador el fascista ese. Seguid por ahí que los catalanes vamos a volar con los vascos viendo el panorama que estáis montando.


vais a volar?? a donde??

"montando "el que??

Separatistas, golpistas y filoetarras siendo socios de Gobierno de un Estado que no reconocen y cobrando de el...Que mas se puede pedir??
 

Los auténticos olvidados

En estos tiempos en que tantos se empeñan en limitar la memoria del lado más atroz y siniestro de la guerra y sólo de uno de los dos bandos, conviene mencionar a los auténticos olvidados: los izquierdistas víctimas del terror entre las propias izquierdas. No sobra hacer un llamamiento a los estudiosos y abretumbas para que incluyan en sus esfuerzos a estas personas, cuya dignidad y honor parecen traerles al fresco.​


El caso más publicitado es el del comunista no ortodoxo Andrés Nin, salvajemente torturado y luego asesinado por la policía política soviética en una de sus prisiones secretas en España, prisiones que escapaban al control del propio Frente Popular español. Sin embargo su caso es tan sólo un ejemplo entre muchos.

Sólo por mencionar algunos casos que podrían incitar a investigar a los de la "memoria", encontramos en el libro comunista Guerra y revolución en España, editado en Moscú, denuncias como éstas contra los anarquistas que habían conquistado la mitad de Aragón: "La violencia y el terror continuaron campando por sus respetos". "Se perseguía, y aun se ejecutaba a los campesinos que se resistían a entrar en las llamadas colectividades agrícolas o por simples venganzas personales. En la zona del Cinca, en una noche fueron asesinados 128 campesinos (…) En Esplús, en un solo día aparecieron muertos 23 afiliados a la UGT" (tomo III, pgs. 262 y 264). O bien: "Cuando [los anarquistas] fueron al campo llevando consigo la antorcha de la revolución, lo primero que hicieron fue arrebatar al campesino todo medio de defensa… y una vez conseguido, le robaron hasta la camisa" (II, p. 30). Aparte de los asesinatos directos, estos desmanes dejaban a muchos labriegos al borde de la muerte por inanición, y bastantes de ellos llegaron probablemente a tal extremo.

Por su parte, los anarquistas acusan a los comunistas en testimonios como los de José Peirats en su libro Los anarquistas en la crisis política española: "Nunca llegó el crimen a extremos de tanto refinamiento como a partir del 15 de mayo de 1937. Es decir, a partir de cuando el gobierno [del Frente Popular] se jactó de ser dueño de los resortes del poder. A partir de entonces se cometieron los crímenes más horrendos de nuestra historia política. Las mazmorras de la GPU se multiplicaron como infiernos de Dante (…) El 2 de julio se celebró en Tarragona el consejo de guerra contra los supervivientes de las masacres cometidas por los comunistas en aquella misma ciudad en ocasión de los hechos de mayo [se refiere a la pequeña guerra civil en Barcelona entre anarquistas y un sector marxista, por un lado, y los comunistas y los nacionalistas de Companys por otro, que causó cientos de muertos]. En mayo, 36 militantes de la CNT habían sido asesinados en Tarragona por los comunistas del PSUC" (p. 243).

El periódico cenetista Solidaridad Obrera mencionaba, sobre esos sucesos, "Los cadáveres espantosamente mutilados de 12 jóvenes de la CNT de San Andrés (barrio extremo de Barcelona)" o "los 5 del rondín de Eroles, asesinados también", o de otros quince asesinados también en Tarragona, y otros en diversos puntos de Cataluña. Menciona también el caso del libertario italiano Camilo Berneri (p. 234).

La dirigente anarquista Federica Montseny denunció la práctica comunista de secuestrar a rivales políticos, "Meterles en una casa particular (…) sacarles por la noche y asesinarles" (p. 247)

Orwell también menciona "Las cosas más terribles. (…) Heridos arrastrados fuera del hospital y arrojados a la cárcel, gentes apretujadas en repugnantes mazmorras, presos golpeados y muertos de hambre", etc.

Andreu Nin

El citado Peirats retrata así al célebre SIM (Servicio de Información Militar), creado por Prieto a iniciativa de Orlof, jefe de la policía política de Stalin en España: "Era una red policíaca que se extendía por las pequeñas y grandes unidades del ejército y por el interior de los partidos y organizaciones, vigilando estrechamente las actividades de sus militantes (…) La táctica terrorista más inhumana era todo el secreto de sus éxitos. Pero este mismo sistema de tortura era aplicado a los elementos antifascistas no comunistas". Tenía también sus propios campos de concentración (p. 247-9).

Sobre los métodos del SIM cuenta de pasada Azaña: "Denuncias sin firma del SIM. Unos mozalbetes condenados a muerte por cantar un himno. El delator no sabía cuál era. Malos tratos: uno sordo, otro ciego" (Memorias de guerra, p. 387)

El anarquista Abad de Santillán escribe en Por qué perdimos la guerra: "Las torturas, los asesinatos, las cárceles clandestinas, la ferocidad con las víctimas culpables o inocentes, estaban a la orden del día (…) Lo ocurrido en las checas comunistas cuesta trabajo creerlo. En el Hotel Colón de Barcelona, en el casal Carlos Marx [menciona otros lugares] (…) se perpetraban crímenes que no tienen precedentes (…) El Ayuntamiento de Casteldefells tuvo que protestar por la serie de cadáveres que dejaba en la carretera todas las noches la cheka del castillo. Hubo días en que se encontraron 16 hombres asesinados, todos ellos antifascistas" (p. 266)

Y relata este suceso, que ya he reproducido en otras ocasiones: el XXIII Cuerpo de Ejército, de mando comunista, aprestó unos pelotones de "gente probada como antifascista" de distintos partidos de izquierda: "Se les dice que hay que eliminar a fascistas por el bien de la causa. Llegan a Turón (el de Granada, no el de Asturias) los designados y matan a 80 personas, entre las cuales la mayoría no tenía absolutamente por qué sufrir esa pena, pues no era desafecta y mucho menos peligrosa, dándose el caso de que elementos de la CNT, del partido socialista y de otros sectores mataron a compañeros de su propia organización ignorando que eran tales y creyendo que obraban en justicia, como les habían indicado sus superiores. También hay casos de violación de hijas [que se ofrecían] para evitar que sus padres fueran asesinados. Y lo más repugnante fue la forma de llevar a cabo dichos actos, en pleno día y ante todo el mundo, pasando una ola de terror trágico por toda aquella comarca" (p. 288). Nótese que la protesta viene por haber infligido, engañados, tales atrocidades a sus propios coreligionarios y no a los "fascistas". Asesinar a éstos o violar a sus hijas les parecía "obrar en justicia".

Abundan también los testimonios sobre izquierdistas asesinados en el frente por sus compañeros-rivales políticos. Así, el comisario socialista Piñuela denunciaba la imposición comunista de "un sistema de terror que no se detiene ni ante la eliminación de los elementos disconformes, que después figuran en los partes como culpables de haber intentado pasarse a las filas enemigas" (fondo de la Fundación Pablo Iglesias, archivo de Largo Caballero, XXV, p. 1116 y siguientes). Es muy difícil saber cuántas víctimas causaron estos crímenes, pero debió de ser un número crecido.

George Orwell

El mismo Piñuela escribe: "La responsabilidad por las derrotas se exige cada día más estrechamente al soldado, sobre el que se hace caer duramente el código de Justicia Militar, interpretado con excesiva rigidez por los Tribunales Permanentes. La responsabilidad, que debe ser mayor cuanto más alta es la jerarquía militar, va difuminándose hasta desaparecer por completo conforme ascendemos en la escala jerárquica". Los reglamentos de Prieto y de Negrín daban a los mandos facilidades extraordinarias para fusilar a los soldados que se considerase desafectos. ¿Cuántos de ellos cayeron en los intentos de imponer una disciplina férrea cuando la guerra estaba ya perdida para las izquierdas y crecía la desmoralización? El cálculo no es fácil pero, desde luego, no se trató de casos aislados.

Basten estos botones de muestra como motivo para iniciar una investigación a fondo, a fin de arrojar luz sobre aspectos hoy ocultados o disimulados de aquella guerra. Una argucia empleada por los recuperadores del odio –y no de la memoria— es que durante cuarenta años se estuvo homenajeando a los caídos o asesinados de uno de los bandos, y que ahora corresponde hacer lo mismo con los contrarios. En realidad desde la transición apenas se ha homenajeado y exaltado más que a estos últimos. El ejemplo más característico puede ser el de García Lorca, invocado sin cesar durante estos treinta años con olvido o desprecio hacia escritores como Ramiro de Maeztu o Muñoz Seca, asesinados por las izquierdas en circunstancias no menos trágicas. La derecha se ha sumado a los homenajes a García Lorca, pero todavía no hemos visto a las izquierdas hacer lo propio con autores como los dichos. Nadie puede percibir en tales actitudes, empezando por la del Nietísimo, un ánimo de reconciliación, sino, claramente, de recuperación de los viejos rencores.

Esta campaña permanente falsifica la historia al presentar como defensores de la libertad y la democracia a quienes luchaban, con más o menos convicción, bajo la tutela de Stalin y la dirección inmediata de partidos tan democráticos como el comunista, el socialista de entonces o los anarquistas. Y pretende meter en el mismo saco a los ejecutados por el bando nacional acusados de perpetrar crímenes horrendos (como García Atadell), y a los inocentes (como Peiró), víctimas estos últimos de unos odios cultivados de manera muy preferente por las izquierdas, según prueban documentos como los reproducidos en 1934. Empieza la guerra civil.

No apreciamos en la izquierda, por tanto, voluntad de recuperar la memoria de la guerra, la cual de ningún modo se limita al capítulo de las atrocidades, y menos aún a las cometidas sólo por las derechas. Puestos a eso, deben recordarse también las cometidas por las izquierdas contra las derechas y, sobre todo, entre las izquierdas mismas, cuyas víctimas, insisto, son los auténticos olvidados en esta campaña. La cual, según está planteada, no refresca la memoria ni enseña a evitar la repetición de aquel pasado. Al contrario, incita a repetirlo.

 

Los auténticos olvidados

En estos tiempos en que tantos se empeñan en limitar la memoria del lado más atroz y siniestro de la guerra y sólo de uno de los dos bandos, conviene mencionar a los auténticos olvidados: los izquierdistas víctimas del terror entre las propias izquierdas. No sobra hacer un llamamiento a los estudiosos y abretumbas para que incluyan en sus esfuerzos a estas personas, cuya dignidad y honor parecen traerles al fresco.​


El caso más publicitado es el del comunista no ortodoxo Andrés Nin, salvajemente torturado y luego asesinado por la policía política soviética en una de sus prisiones secretas en España, prisiones que escapaban al control del propio Frente Popular español. Sin embargo su caso es tan sólo un ejemplo entre muchos.

Sólo por mencionar algunos casos que podrían incitar a investigar a los de la "memoria", encontramos en el libro comunista Guerra y revolución en España, editado en Moscú, denuncias como éstas contra los anarquistas que habían conquistado la mitad de Aragón: "La violencia y el terror continuaron campando por sus respetos". "Se perseguía, y aun se ejecutaba a los campesinos que se resistían a entrar en las llamadas colectividades agrícolas o por simples venganzas personales. En la zona del Cinca, en una noche fueron asesinados 128 campesinos (…) En Esplús, en un solo día aparecieron muertos 23 afiliados a la UGT" (tomo III, pgs. 262 y 264). O bien: "Cuando [los anarquistas] fueron al campo llevando consigo la antorcha de la revolución, lo primero que hicieron fue arrebatar al campesino todo medio de defensa… y una vez conseguido, le robaron hasta la camisa" (II, p. 30). Aparte de los asesinatos directos, estos desmanes dejaban a muchos labriegos al borde de la muerte por inanición, y bastantes de ellos llegaron probablemente a tal extremo.

Por su parte, los anarquistas acusan a los comunistas en testimonios como los de José Peirats en su libro Los anarquistas en la crisis política española: "Nunca llegó el crimen a extremos de tanto refinamiento como a partir del 15 de mayo de 1937. Es decir, a partir de cuando el gobierno [del Frente Popular] se jactó de ser dueño de los resortes del poder. A partir de entonces se cometieron los crímenes más horrendos de nuestra historia política. Las mazmorras de la GPU se multiplicaron como infiernos de Dante (…) El 2 de julio se celebró en Tarragona el consejo de guerra contra los supervivientes de las masacres cometidas por los comunistas en aquella misma ciudad en ocasión de los hechos de mayo [se refiere a la pequeña guerra civil en Barcelona entre anarquistas y un sector marxista, por un lado, y los comunistas y los nacionalistas de Companys por otro, que causó cientos de muertos]. En mayo, 36 militantes de la CNT habían sido asesinados en Tarragona por los comunistas del PSUC" (p. 243).

El periódico cenetista Solidaridad Obrera mencionaba, sobre esos sucesos, "Los cadáveres espantosamente mutilados de 12 jóvenes de la CNT de San Andrés (barrio extremo de Barcelona)" o "los 5 del rondín de Eroles, asesinados también", o de otros quince asesinados también en Tarragona, y otros en diversos puntos de Cataluña. Menciona también el caso del libertario italiano Camilo Berneri (p. 234).

La dirigente anarquista Federica Montseny denunció la práctica comunista de secuestrar a rivales políticos, "Meterles en una casa particular (…) sacarles por la noche y asesinarles" (p. 247)

Orwell también menciona "Las cosas más terribles. (…) Heridos arrastrados fuera del hospital y arrojados a la cárcel, gentes apretujadas en repugnantes mazmorras, presos golpeados y muertos de hambre", etc.

Andreu Nin

El citado Peirats retrata así al célebre SIM (Servicio de Información Militar), creado por Prieto a iniciativa de Orlof, jefe de la policía política de Stalin en España: "Era una red policíaca que se extendía por las pequeñas y grandes unidades del ejército y por el interior de los partidos y organizaciones, vigilando estrechamente las actividades de sus militantes (…) La táctica terrorista más inhumana era todo el secreto de sus éxitos. Pero este mismo sistema de tortura era aplicado a los elementos antifascistas no comunistas". Tenía también sus propios campos de concentración (p. 247-9).

Sobre los métodos del SIM cuenta de pasada Azaña: "Denuncias sin firma del SIM. Unos mozalbetes condenados a muerte por cantar un himno. El delator no sabía cuál era. Malos tratos: uno sordo, otro ciego" (Memorias de guerra, p. 387)

El anarquista Abad de Santillán escribe en Por qué perdimos la guerra: "Las torturas, los asesinatos, las cárceles clandestinas, la ferocidad con las víctimas culpables o inocentes, estaban a la orden del día (…) Lo ocurrido en las checas comunistas cuesta trabajo creerlo. En el Hotel Colón de Barcelona, en el casal Carlos Marx [menciona otros lugares] (…) se perpetraban crímenes que no tienen precedentes (…) El Ayuntamiento de Casteldefells tuvo que protestar por la serie de cadáveres que dejaba en la carretera todas las noches la cheka del castillo. Hubo días en que se encontraron 16 hombres asesinados, todos ellos antifascistas" (p. 266)

Y relata este suceso, que ya he reproducido en otras ocasiones: el XXIII Cuerpo de Ejército, de mando comunista, aprestó unos pelotones de "gente probada como antifascista" de distintos partidos de izquierda: "Se les dice que hay que eliminar a fascistas por el bien de la causa. Llegan a Turón (el de Granada, no el de Asturias) los designados y matan a 80 personas, entre las cuales la mayoría no tenía absolutamente por qué sufrir esa pena, pues no era desafecta y mucho menos peligrosa, dándose el caso de que elementos de la CNT, del partido socialista y de otros sectores mataron a compañeros de su propia organización ignorando que eran tales y creyendo que obraban en justicia, como les habían indicado sus superiores. También hay casos de violación de hijas [que se ofrecían] para evitar que sus padres fueran asesinados. Y lo más repugnante fue la forma de llevar a cabo dichos actos, en pleno día y ante todo el mundo, pasando una ola de terror trágico por toda aquella comarca" (p. 288). Nótese que la protesta viene por haber infligido, engañados, tales atrocidades a sus propios coreligionarios y no a los "fascistas". Asesinar a éstos o violar a sus hijas les parecía "obrar en justicia".

Abundan también los testimonios sobre izquierdistas asesinados en el frente por sus compañeros-rivales políticos. Así, el comisario socialista Piñuela denunciaba la imposición comunista de "un sistema de terror que no se detiene ni ante la eliminación de los elementos disconformes, que después figuran en los partes como culpables de haber intentado pasarse a las filas enemigas" (fondo de la Fundación Pablo Iglesias, archivo de Largo Caballero, XXV, p. 1116 y siguientes). Es muy difícil saber cuántas víctimas causaron estos crímenes, pero debió de ser un número crecido.

George Orwell

El mismo Piñuela escribe: "La responsabilidad por las derrotas se exige cada día más estrechamente al soldado, sobre el que se hace caer duramente el código de Justicia Militar, interpretado con excesiva rigidez por los Tribunales Permanentes. La responsabilidad, que debe ser mayor cuanto más alta es la jerarquía militar, va difuminándose hasta desaparecer por completo conforme ascendemos en la escala jerárquica". Los reglamentos de Prieto y de Negrín daban a los mandos facilidades extraordinarias para fusilar a los soldados que se considerase desafectos. ¿Cuántos de ellos cayeron en los intentos de imponer una disciplina férrea cuando la guerra estaba ya perdida para las izquierdas y crecía la desmoralización? El cálculo no es fácil pero, desde luego, no se trató de casos aislados.

Basten estos botones de muestra como motivo para iniciar una investigación a fondo, a fin de arrojar luz sobre aspectos hoy ocultados o disimulados de aquella guerra. Una argucia empleada por los recuperadores del odio –y no de la memoria— es que durante cuarenta años se estuvo homenajeando a los caídos o asesinados de uno de los bandos, y que ahora corresponde hacer lo mismo con los contrarios. En realidad desde la transición apenas se ha homenajeado y exaltado más que a estos últimos. El ejemplo más característico puede ser el de García Lorca, invocado sin cesar durante estos treinta años con olvido o desprecio hacia escritores como Ramiro de Maeztu o Muñoz Seca, asesinados por las izquierdas en circunstancias no menos trágicas. La derecha se ha sumado a los homenajes a García Lorca, pero todavía no hemos visto a las izquierdas hacer lo propio con autores como los dichos. Nadie puede percibir en tales actitudes, empezando por la del Nietísimo, un ánimo de reconciliación, sino, claramente, de recuperación de los viejos rencores.

Esta campaña permanente falsifica la historia al presentar como defensores de la libertad y la democracia a quienes luchaban, con más o menos convicción, bajo la tutela de Stalin y la dirección inmediata de partidos tan democráticos como el comunista, el socialista de entonces o los anarquistas. Y pretende meter en el mismo saco a los ejecutados por el bando nacional acusados de perpetrar crímenes horrendos (como García Atadell), y a los inocentes (como Peiró), víctimas estos últimos de unos odios cultivados de manera muy preferente por las izquierdas, según prueban documentos como los reproducidos en 1934. Empieza la guerra civil.

No apreciamos en la izquierda, por tanto, voluntad de recuperar la memoria de la guerra, la cual de ningún modo se limita al capítulo de las atrocidades, y menos aún a las cometidas sólo por las derechas. Puestos a eso, deben recordarse también las cometidas por las izquierdas contra las derechas y, sobre todo, entre las izquierdas mismas, cuyas víctimas, insisto, son los auténticos olvidados en esta campaña. La cual, según está planteada, no refresca la memoria ni enseña a evitar la repetición de aquel pasado. Al contrario, incita a repetirlo.

Claro que hay ganas por parte de la izquierda de coger y ajusticiar a los que se quedaron de rositas con todo lo robado y todos los asesinados. Hay que ir a por los hijos y nietos de caciques, altos cargos franquistas etc y menos rollo con el comunismo que los que eran anticomunistas sabéis quienes eran? EFECTIVAMENTE LOS FASCISTAS. A la cueva a rezar, aunque si fueséis buenos cristianos seríais precisamente socialistas con eso de "ama al prójimo, comparte, etc"

recordemos
 
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Claro que hay ganas por parte de la izquierda de coger y ajusticiar a los que se quedaron de rositas con todo lo robado y todos los asesinados. Hay que ir a por los hijos y nietos de caciques, altos cargos franquistas etc y menos rollo con el comunismo que los que eran anticomunistas sabéis quienes eran? EFECTIVAMENTE LOS FASCISTAS. A la cueva a rezar, aunque si fueséis buenos cristianos seríais precisamente socialistas con eso de "ama al prójimo, comparte, etc"
Pues habría que empezar a mirar a esa “izquierda”. Ahí están los grandes beneficiados por el franquismo
 
Pues habría que empezar a mirar a esa “izquierda”. Ahí están los grandes beneficiados por el franquismo
tienes varios libros sobre los beneficiados del franquismo donde salen los nombres pero ninguno de esa izqueirda que me hablas, dime quién y fuentes por favor, sino estáis como Ferreras, mintiendo para intoxicar
Desde Ian Gibson a Paul Preston han estudiado las familias caciques en España, pero de los que me hablas no me salen ninguno.

Si quieres informarte de las familias que se forraron aquí tienes, pero primero míratelo y luego me hablas de quienes con nombres y apellidos y dónde está eso documentado por favor.

Paul Preston
La Guerra Civil española (1987), Franco, caudillo de España (1994), La política de la venganza (1997), Las tres Españas del 36 (1998) o El final de la guerra (2014).
Hugh Thomas publicó La Guerra Civil española en la década del 60, un libro que algunos consideran una de las mayores aportaciones a la historiografía de la Guerra Civil
y aquí una presentación de Franquismo S.A donde habla de las familias etc ocncretas
 
Última edición por un moderador:
tienes varios libros sobre los beneficiados del franquismo donde salen los nombres pero ninguno de esa izqueirda que me hablas, dime quién y fuentes por favor, sino estáis como Ferreras, mintiendo para intoxicar
Desde Ian Gibson a Paul Preston han estudiado las familias caciques en España, pero de los que me hablas no me salen ninguno.

Si quieres informarte de las familias que se forraron aquí tienes, pero primero míratelo y luego me hablas de quienes con nombres y apellidos y dónde está eso documentado por favor.

Paul Preston
La Guerra Civil española (1987), Franco, caudillo de España (1994), La política de la venganza (1997), Las tres Españas del 36 (1998) o El final de la guerra (2014).
Hugh Thomas publicó La Guerra Civil española en la década del 60, un libro que algunos consideran una de las mayores aportaciones a la historiografía de la Guerra Civil
y aquí una presentación de Franquismo S.A donde habla de las familias etc ocncretas

Los historiadores ingleses son de lo más fiables, ¡Claro que sí! 😂

Mira a ver los orígenes, fortuna y cuando la hicieron de mucho insigne socialista.

Y mira, para catetez la de los que no asumen DE UNA VEZ la historia. Se podrá perder el tiempo y dinero (que no tenemos) en chorradas como está, todo lo que quieran, que la historia es la que es. ASUMIDLA. No se pueden ganar guerras que se perdieron.

Se hace autocrítica y se extraen lecciones, no se da la matraca con el temita, que ya cansa. Menos gastar recursos, con la que se viene encima.


Quienes la vivieron ya pasaron página hace mucho. Cuando la hija de un “facha” se casaba con el hijo de un “rojo”, y ambas familias tenían claro que HABÍA QUE MIRAR ADELANTE. Así, poquito a poco, sanaron heridas muy dolorosas. Costó, pero se logró.

No hablo de oídas, es el caso de mis suegros, por ejemplo. De mis vecinos, cuando era niña, y tantos casos en toda España.

Y ahora venís l@s más jóvenes sin tener ni p.ta idea de nada, exigiendo un revisionismo histórico que no es no solo que no mejore la vida de nadie, sino que como siga así nos lleva de cabeza a otra guerra civil.
 
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