Paliza a un joven en Amorebieta que le deja en estado crítico.

Sacado de EL CORREO, parece que sigue en coma

«Llevamos seis meses llorando día y noche, muertos en vida como nuestro hijo»​

Álex, el joven que sufrió una paliza grupal en Amorebieta el 25 de julio, sigue en coma y sus padres piden justicia​

Miércoles, 26 enero 2022, 01:24

«¿Por qué a mi hijo? ¿Por qué me pasa esto a mí?». Las lágrimas brotan en cascada de los grandes ojos azul turquesa de Eugenio Ionita, de 49 años, padre de familia y obrero de la construcción, cada vez que le hace a Dios preguntas para las que no encuentra respuestas. Sigue siendo un hombre sencillo que entre semana no se quita la ropa de trabajo, pero su corazón está roto en mil pedazos. Ha perdido el alma. Tiene la tez morena de currar al aire libre, pero solo se levanta cada día por pura rutina de supervivencia. «No como, no duermo. No puedo vivir». Eugenio muestra un vídeo de su hijo, que en mayo cumplirá 24 años, manipulando una bicicleta. De 1,72 metros de altura, muy guapo, musculado, con algún tatuaje y la mirada llena de futuro, toda la vida por delante. Después, enseña sus últimas imágenes, encamado en el hospital de Gorliz, con muchísimos kilos menos. Solo levanta la mano y la pierna izquierda. Tiene los ojos abiertos, pero no reconoce a su padre. Parece otra persona. «Mi hijo era duro, un hombre de put* madre. Ahora se ha quedado en nada», se apena.
Alexandru, su retoño más pequeño, al que se trajo desde el municipio de Alba Iulia, en Rumanía, sigue en coma desde hace seis meses, desde la madrugada del 25 de julio, cuando miembros de la banda conocida como 'Los Hermanos Koala' se ensañaron con él a puñetazos, patadas y golpes con objetos contundentes en un parque de Amorebieta. Le destrozaron parte del cerebro. Eran muchos contra uno. «Llevamos seis meses llorando día y noche, seis meses muertos en vida, como nuestro hijo». Dos días antes, confiesa el padre, ambos habían hablado de la posibilidad de regresar a Rumanía y trabajar juntos. Allí tienen familia y casa. Pero Álex está ahora postrado en una cama y necesitará silla de ruedas si despierta. Nunca volverá a ser el mismo.
Esperanza

«Es un campeón y se va a recuperar poco a poco con la ayuda de Dios y de los médicos»​

Ana Claudia, su madre, llegó desde Alemania pocos días después de la brutal paliza. Allí residía junto al hijo mayor de la pareja. Cayó desplomada tras una de sus visitas a la UCI. Entre semana vive en su cuarto del hospital de Gorliz, a donde Álex fue trasladado tras una primera etapa en Cruces. Solo se ha separado de él durante tres semanas, cuando empezaron a pedirle el pasaporte covid para acceder al centro. Hasta que fue vacunada, solo pudo verle dos veces al día gracias a las videollamadas del personal sanitario. Los viernes por la tarde, Eugenio ocupa su lugar y ella descansa hasta el domingo. Se niega a dejar solo a Álex. Y eso que le han dicho muchas veces que no puede hacer nada, que no puede vivir así durante los meses o años que queden hasta que despierte. El hospital de Gorliz ha pedido una silla de ruedas especial para que puedan sacarle a pasear cuando eso suceda, aunque saben que evoluciona muy despacio. Los padres tienen nada más que buenas palabras hacia los profesionales.
«Se preocupan de Álex. Se va a recuperar poco a poco con la ayuda de Dios y de los médicos. Quiero que vuelva a casa, quiero llevármelo a una barbacoa en una silla, me da igual, yo le cuidaré siempre. Es mi hijo, sé que es un campeón y que se va a despertar. Le daré de comer y se pondrá fuerte de nuevo», dice Eugenio.
La pareja vive en Galdakao, en la casa del jefe y amigo de la infancia de Eugenio, Stefan Sturza, desde que todo ocurrió. Siguen siendo ignorados por las administraciones, sin apoyo psicológico ni económico. Ninguno de los padres de los implicados en la agresión se ha puesto en contacto con ellos para decir, al menos, que lo sienten. Solo han recibido ayuda de «los amigos de Álex».
Responsabilidad

«Todo el dinero del mundo no va a devolverme a mi hijo. La vida no tiene precio»​

«Me duele por todos»​

Eugenio llora también de rabia y de impotencia. Siempre fue un hombre creyente, pero ahora cree que lo ha perdido todo. «No tengo familia, no tengo nada». Constantemente se pregunta por qué 'Los Hermanos Koala' campaban a sus anchas pese a su historial delictivo. Por qué se permite que la droga trastorne a la gente y la vuelva violenta. Dónde estaba la Policía cuando atacaron a su hijo. De nuevo, no encuentra respuestas. «Fueron a matarle entre más de veinte. Más de veinte contra uno», rememora, decepcionado con un sistema que prometía más oportunidades, una vida mejor. En Rumanía, asegura, quien la hace la paga. «Esto me ha pasado a mí. Pero me duele por todos los padres, por todas las mujeres, porque nadie está libre de que esto vuelva a ocurrir». Los padres de Álex piden justicia «para estos asesinos, estos criminales que han querido matar a mi hijo. No puede quedar así». Y Eugenio se promete a sí mismo que «Álex no se va a morir. Lo único que me importa es que sigue vivo, que no está muerto».
Por ahora no hay fecha para el juicio; todo depende de la evolución de la víctima. La Ertzaintza realizó 16 detenciones, pero la mitad de los sospechosos eran menores. El Juzgado de Durango envió a prisión a seis de los ocho adultos y la Fiscalía de Menores decretó el ingreso en internados de otros seis de los ocho que no habían cumplido los 18. La familia pide que al menos otras cinco personas también sean investigadas por omisión de auxilio. Intuye que a la mayoría les condenarán a quince años «como mucho», mientras Álex quedará «destrozado de por vida». «El dinero sirve para comer y pagarse cafés. Pero todo el dinero del mundo que podamos pedirles no va a devolverme a mi hijo. Su vida no tiene precio». Eugenio quiere mirarles a la cara el día que arranque la vista oral, para ver si entiende lo que hay dentro de sus ojos, para encontrar explicaciones en sus rostros. Dice de sí mismo que es «tonto» porque sabe que justicia no es lo mismo que venganza. Aun así, le gustaría que le dejaran hacer lo que quisiera con «solo uno» de ellos.
 
Estar en coma es incompatible con mover ninguna parte del cuerpo.

O es una cosa o es la otra
 
Vaya... Me alegré muchísimo de su mejoría por momentos, pero ya no sé si es cierto... Ojalá que sí, que sea como ha comentado la chica de los mensajes anteriores. He buscado noticias actuales y no me sale ninguna, ni siquiera esta de El Correo que señala que es del 26 de enero. 🤔
 
Tengo sentimientos contradictorios.. Por un lado pienso que es una alegría que este vivo.. Pero es vivir dignamente en ese Estado?
Alex nunca volverá a ser el mismo.. Pero los agresores en unos años olvidarán su delito y seguirán sus vidas.. Si por mi fuese.. Se quedarían encerrados en una celda todo lo que les quedé de vida.. Así como Alex esta en la celda de su propia cuerpo.
 
Tengo sentimientos contradictorios.. Por un lado pienso que es una alegría que este vivo.. Pero es vivir dignamente en ese Estado?
Alex nunca volverá a ser el mismo.. Pero los agresores en unos años olvidarán su delito y seguirán sus vidas.. Si por mi fuese.. Se quedarían encerrados en una celda todo lo que les quedé de vida.. Así como Alex esta en la celda de su propia cuerpo.
Yo para mí lo tengo claro, prefiero estar muerta a estar así.

Vivir no es solo respirar y que el corazón te lata.
 
Por desgracia aunque esté vivo pero en el estado vegetal en el que está es una condena perpetua para sus padres pero va a beneficiar a sus agresores en el juicio porque no es homicidio sino tentativa.

"El caso de la brutal paliza a Alexandru Ionita llega por fin a juicio. Cuando se cumplen 15 meses desde que una veintena de individuos, vinculados a la banda Los Hermanos Koala, dejase al borde la muerte al joven de 23 años en un parque de Amorebieta, los ocho menores acusados por su participación en los hechos comenzarán a ser juzgados este martes en Bilbao. Se enfrentan a penas de hasta 10 años de prisión, el máximo legal en el caso de menores, por delitos como homicidio en grado de tentativa, lesiones o pertenencia a grupo criminal.

Por estos hechos serán juzgados otros ocho adultos, aunque en ese caso el juicio se celebrará probablemente a partir del mes de enero. Se da la circunstancia de que el hecho de que el agredido no haya fallecido, aunque padece lesiones cerebrales irreversibles, obrará en favor de los acusados, que ven como el tipo penal más grave al que se enfrentan será el de homicidio en grado de tentativa y no el de homicidio"


En cualquier caso, la situación de Alexandru Ionita y su familia continúa siendo dramática. El joven sigue postrado en una cama y necesita la atención permanente de su padre, un albañil que hace cinco años llegó a trabajar al País Vasco, y su madre, que residía en Alemania cuando se produjeron los hechos.

La familia de Ionita fue informada hace ahora un año por parte de los responsables del Hospital de Cruces (Barakaldo) de que el joven no se recuperará de la brutal paliza y de que padece lesiones irreversibles. Sus padres, no obstante, albergan la esperanza de que “con muchos meses” pueda evolucionar favorablemente, tal y como explicaban en una entrevista a este medio. Su madre, de hecho, interpreta que responde a sus estímulos y se aferra a la segunda opinión que les transmitió un neurólogo en Rumanía.



El juicio contra los ocho menores se desarrollará en cinco sesiones y quedará visto para sentencia. Aunque las penas máximas llegan ese máximo legal de 10 años, la presunta implicación de los ocho menores no es la misma, ni tampoco lo son las penas que se pedirán.

Durante el juicio tendrá un papel clave el vídeo que se viralizó tras la brutal agresión, después de que uno de los jóvenes lo subiese a las redes sociales bajo el título ‘No me culpen: andaba pedo’. En el vídeo se aprecia la absoluta brutalidad y cobardía con la que agreden al joven o cómo lo abandonan, moribundo, en el parque después de registrar sus bolsillos para robarle. También se aprecia el diferente grado de implicación de algunos de los jóvenes, aunque también la complicidad de todos ellos.

Los hechos
El joven Alexandru Ionita fue brutalmente agredido durante la noche del 24 al 25 de julio, cuando se encontraba junto a un amigo en el parque Jauregibarria de Amorebieta.

Los hechos tuvieron lugar sobre las tres de la madrugada, cuando una veintena de individuos de entre 15 y 23 años, en el momento de los hechos, abordó al joven Alexandru, aprovechando que se encontraba solo porque su amigo se había ausentado momentáneamente. Entre los agresores se encontraban también, presuntamente, un varón de 38 años y otro de 26.




Uno de los detenidos, Christopher Antón R. T., de 23 años, fue quien, presuntamente, encabezó la agresión en un primer momento. Le increpó y le empujó en repetidas ocasiones. Después, un joven de apenas 15 años en el momento de la agresión le golpeó en la cabeza con una botella de cristal y, a partir de ahí, se desató la brutal agresión.

Varios de los detenidos, algunos menores de edad, se lanzaron sobre el joven Alexandru. Otro de los detenidos, Kevin F. A., de 18 años, le golpeó, presuntamente, en repetidas ocasiones en la cabeza con una botella de cristal y Andoni Alfredo C. M., de 19 años, fue al parecer quien golpeó a Alexandru con una barra de hierro.

La brutal paliza no cesó cuando se encontraba en el suelo; de hecho, los agresores aprovecharon que se encontraba inconsciente para registrarle los bolsillos con el fin de robarle. Después, otro de los investigados, presuntamente Christopher Antón, subió la grabación de la brutal agresión a las redes sociales, acompañada del mensaje “no me culpen: andaba pedo”.


La Ertzaintza vincula a los jóvenes agresores con la banda Los Hermanos Koala, que durante los últimos años ha delinquido de manera violenta en varias localidades del Gran Bilbao.

Esta banda tiene su cuartel general en una lonja de la calle Granados de Barakaldo, y se han labrado una triste fama, según recoge la investigación policial, poniendo en práctica un modus operandi caracterizado por su superioridad numérica, el empleo de armas y objetos peligrosos, y la sensación de impunidad. Esta banda se asienta sobre una cierta jerarquía que sitúa a dos de los de mayor edad como cabecillas y “referentes” sobre el resto de jóvenes, especialmente sobre los de entre 15 y 18 años.


Durante la noche en la que dejaron al borde de la muerte a Alexandru Ionita protagonizaron numerosos incidentes, ya desde el tren que les acercó desde Bilbao a la localidad de Amorebieta, que en una situación normal habría celebrado sus fiestas patronales.

Algunas fuentes señalan que Los Hermanos Koala se habían citado en Amorebieta para pegarse con otra banda de cariz similar, si bien los integrantes de esta última, procedentes de otra localidad cercana a Bilbao, no se presentaron y estos individuos se dedicaron a generar disturbios en este municipio, en el que, de hecho, reside uno de los varones investigado por la Ertzaintza.

Una vez en esta localidad de 19.000 habitantes, situada a 20 kilómetros de Bilbao, se hicieron notar en la zona de bares situada en la calle Luis Urrengoetxea. Tras el cierre de los locales, a la una de la madrugada, acudieron al parque Jauregibarria.

El primer posible delito del que se tiene constancia ocurrió a la 1.30 horas. Los ahora detenidos se acercaron a un nutrido grupo de chicos y chicas de 16 años. Primero pidieron un euro a uno de ellos, que se negó y recibió un golpe; después, insultaron a las chicas del grupo. Uno de sus amigos salió en su defensa y recibió algunos golpes, aunque logró zafarse. También le lanzaron una botella que esquivó.

La siguiente víctima fue Alexandru Ionita, aunque después de su brutal agresión continuaron delinquiendo.

Posteriormente, abordaron a un joven de 20 años que se encontraba sentado en un banco. Logró defenderse de los golpes, aunque le sustrajeron el móvil.

El cuarto posible delito en el que incurrieron mientras estuvieron en Jauregibarria tuvo lugar apenas unos minutos después. Los presuntos agresores volvieron a acorralar a tres jóvenes en el parque. Les pidieron dinero, les golpearon y les robaron otro móvil, aprovechándose de su aplastante superioridad. Mientras escapaban, según el atestado, les gritaron: “Hijos de put*, maricones…”. Tras recorrer unos 50 metros, los jóvenes que escapaban se encontraron con Alexandru Ionita tendido en el suelo.
 
Yo aunque suene duro si estoy así pediría la eutanasia.
No puede ni siquiera comunicarse para pedirla, tendrían que ser sus padres y creo ellos aún esperan el milagro de que pueda recuperar algo de función cerebral.
Me parece tan brutal este caso, una muerte por diversión, tal cual. Y unos padres humildes y trabajadores que además de estar muertos en vida por lo que le ha pasado a su hijo ahora tienen que ser sus cuidadores 24 horas, con el desgaste físico, emocional y económico que eso supone.
Los culpables se van a ir de rositas con penas ridículas.
 

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