Pablo Gonzalez, periodista español detenido en Polonia

Tu si tienes doble nacionalidad puedes tener dos pasaportes.

Las salidas y las entradas, tanto a España como a otros países, debe hacerse con el pasaporte español. Por el contrario, los ciudadanos que no han renunciado a su nacionalidad de origen y que por tanto tienen doble nacionalidad, pueden viajar con cualquiera de los dos pasaportes.
¿ comooooo?

🙄🙄🙄🙄🙄🙄🙄🙄
 
No me equivoco. No existe la doble nacionalidad ruso-española. Y no lo digo yo. Lo dice la ley.

Que puede tener dos pasaportes, sí. Y las dos nacionalidades, también. Pero eso no es doble nacionalidad. Es una alegalidad, puesto que ningún estado quiere perder nacionales. Es como ser p*ta, no es legal, pero tampoco ilegal.
Eso es un tema, pero por eso no se puede acusar a nadie de espía, y lo más grave tenerlo incomunicado durante semanas sin presentar formalmente la acusación.
 
Acabo de oír a su abogado en la EITB que lleva 18 días incomunicado. Que eso es ilegal y apunta dos motivo para ello. O que no está en condiciones de ser visto por nadie todavía, o bien alargar el tiempo para obligarle a decir o firmar lo que no quiere firmar.

De Polonia cualquier cosa es posible, pero la imagen del gobierno español ha quedado ya a los pies de los caballos
 

Sobre Pablo González y la menguante libertad de prensa​


que esto le suceda a un ciudadano español ejerciendo su labor profesional en un país miembro de la UE es simplemente inconcebible. Pero es lo que está pasando ante el vergonzoso silencio mediático e institucional. Es el caso de nuestro compañero Pablo González, acusado formalmente por Polonia de ser ni más ni menos que un espía de la inteligencia militar rusa (GRU), por lo que pasará como mínimo 3 meses en prisión preventiva, y hasta 10 años en el peor de los casos.


Conozco a Pablo desde hace 12 años. Estudiamos juntos el Máster de Periodismo Multimedia El Correo en el año 2010. Cuando acabamos el curso, nuestro ímpetu aventurero y las ganas de labrarnos una carrera en el reporterismo internacional nos unió, comenzando una curiosa colaboración que nos llevó a multitud de destinos durante la última década, todos en Europa del este. Porque Pablo tiene una íntima relación con los espacios post soviéticos.

Su abuelo fue uno de los niños de la guerra que fue recibido en la antigua URSS, y él siempre ha estado interesado en esa época y sus consecuencias en la geopolítica actual. Estudió filología eslava. Su padre, al que visita habitualmente, vive en Moscú. Él mismo habla ruso como un moscovita más. Por todas estas razones, al acabar el Máster su meta era clara: convertirse en periodista especializado en los espacios post soviéticos. Y al poco tiempo se produjo un golpe de estado en Ucrania, en el año 2014. Desde entonces hemos visitado el país juntos en 6 ocasiones, y él alguna más en solitario, intentando arrojar algo de luz en un triste conflicto que para muchos es reciente, pero que ha provocado más de 13.000 muertos en los últimos 8 años.


Cabe destacar que Pablo es un periodista de la vieja escuela. Le gusta recabar información de primera mano, se reúne con todo aquel que tenga algo que decir, pregunta, escucha, analiza, intenta hacerse una idea general de las cosas y no quedarse en la superficie… Algo totalmente contrario a las tesis del periodismo actual, donde vende más lo anecdótico y el simplificar la realidad hasta el absurdo para que los espectadores puedan creer que entienden algo y puedan seguir con sus atareadas vidas. Obviamente, para un periodista es mucho más fácil ceñirse a reproducir las notas de prensa oficiales con desparpajo, que buscar la información por uno mismo e intentar comunicarla. Y casualmente a los grandes medios de comunicación les gusta más, así que cada vez menos periodistas se atreven a trabajar como lo hace Pablo. Mientras otros reproducen notas de prensa y buscan carnaza, Pablo busca explicaciones. Tan solo dos días antes de ser detenido, publicaba el siguiente tuit que sirve de ejemplo:





00:23 / 01:04






En este conflicto ya hay multitud de fotos de prisioneros y de muertos. No publico ninguna, de ningún bando. Son personas, algunos eran, y tienen familia. Son así mismo víctimas y al menos que sea de gran importancia e interés informativo, yo voy a intentar evitar publicar eso.

— Pablo González (@PabVis) February 25, 2022
Esto, sumado a su carácter fanfarrón y su presencia intimidante en primera instancia, hacen que su figura sea un tanto extraña para los que no lo conozcan personalmente o sigan su trabajo. Y si sumamos su curiosa vida y carácter con una guerra en Europa, un estado de paranoia colectiva antirrusa y diversos y poderosos intereses posicionándose ante el incierto futuro que se avecina, tenemos la tormenta perfecta en la que Pablo se encuentra inmerso.

Su situación actual se podría comparar con esa película en la que un pesquero sale a faenar a pesar de los indicios de que algo gordo se estaba cociendo mar adentro. Pablo sabía que los servicios de inteligencia ucraniano y español desconfiaban de él. Y sin embargo salió a faenar, en una mezcla de inconsciencia, necesidad y fe en su inocencia y buen hacer profesional. La tormenta lo pilló de pleno.

Para explicar las razones de la desconfianza del CNI español hacia Pablo tenemos que retrotraernos hasta el año 2016, cuando los analistas españoles Nicolás de Pedro y Marta Ter realizaron una lista de «creadores de opinión prorrusa en Twitter», a instancia última de George Soros, el magnate detrás de la todopoderosa Open Society, y que pagó a estas dos personas para la realización de dicha lista. Fueron los primeros en colocar la diana en la cabeza de Pablo, por el simple hecho de informar sobre la realidad que se vive en ambos lados del frente y no ceñirse a la propaganda de ninguno de los dos bandos.

Los que se alegran de que detengan en Polonia a periodistas españoles acusados de trabajar para la inteligencia rusa son los que creen las versiones oficiales que les venden periodistas que trabajan para la inteligencia británica en periódicos españoles de postín. Matrix reloaded
— Lorenzo Ramírez (@LorenzoRamirez_) March 4, 2022

Desde entonces la paranoia antirrusa en occidente ha ido creciendo en paralelo a las limitaciones a la libertad de expresión, hasta llegar al culmen que vivimos hoy en día y que se materializa día tras día en recortes a las libertades y una cada vez mayor polarización de la sociedad. Como últimos ejemplos, la censura a canales rusos como Rusia Today o Sputnik, o la normalización de mensajes de odio. Hace poco nos hubiéramos escandalizado si un señor apareciera en horario de máxima audiencia en televisión con un arma exigiendo «matar más rusos». Hoy en día ya se ve como algo normal.

Prime time en Mediaset: «Hay que matar más rusos». pic.twitter.com/1tHo2TCyvI
— Fonsi Loaiza (@FonsiLoaiza) March 11, 2022
Asistimos en directo a la creación de un nuevo telón de acero, a una nueva era de bloques enfrentados donde el odio visceral a quien vive del otro lado permite que el presidente de la primera potencia global hable de una III Guerra Mundial con total normalidad. O que periodistas que buscan poner cordura con información sean detenidos y tratados sin ningún tipo de humanidad o protección jurídica.

Biden: «Defenderemos cada centímetro de la OTAN. Si hacen un movimiento y respondemos, habrá una III Guerra Mundial, pero tendremos la obligación sagrada de hacerlo» https://t.co/3RcKot23xv pic.twitter.com/OhCsCQLxi0
— EL PAÍS (@el_pais) March 11, 2022

CUANDO EL SBU LLAMA A TU PUERTA​

Cuando parecía que las cosas no podían ir a peor, este 2022 arrancó con la cristalización física sobre Ucrania de la tensión entre Rusia y la OTAN. Estados Unidos se pasó meses asegurando que una invasión rusa del país era inminente, por lo que Pablo y yo decidimos a finales de enero visitar una vez más el país y conocer de primera mano cuánto de verdad había en dichas afirmaciones. Durante estos días, Pablo dejaba clara su firme oposición a una posible invasión rusa de Ucrania con tuits antibelicistas como el siguiente:

Me mojo, #Noalaguerra. Cualquiera que diga lo contrario como mínimo anima a que muera gente.
Y las justificaciones de cualquier tipo son, con perdón, estupideces.
No a que Rusia entre, aun más, en Ucrania .
No a que la OTAN entre, aun más, en Ucrania.
No a la guerra!
— Pablo González (@PabVis) January 22, 2022
A pesar de que los tambores de guerra se dejaban oír, la lógica nos decía que Rusia no se lanzaría a una invasión del país: no tenía ningún sentido. Al igual que opinaban entonces muchos analistas y expertos en geoestrategia, sería un movimiento suicida para Putin y el comienzo de una guerra de impredecibles consecuencias en Europa en la que todos saldrían perdiendo (excepto Estados Unidos). Lo mismo opinaban la mayor parte de personas de diversos ámbitos que entrevistamos sobre el terreno, y así lo hicimos público en diversos artículos y conexiones de Pablo en directo con La Sexta. Nos equivocamos.

Precisamente en una de estas conexiones con Ferreras es cuando todo comenzó a torcerse. Nos encontrábamos en el Este de Ucrania, en un pueblo a pocos kilómetros del frente llamado Avdeevka. Debido a que nuestras acreditaciones militares no llegaron a tiempo, nos vimos obligados a no acompañar al frente a un compañero con el que compartíamos cobertura, y que sí tenía su acreditación en orden. Pablo y yo nos fuimos (con permiso de los militares ucranianos) al centro del pueblo a informar sobre la vida de la población civil tan cerca del frente de combate. Al volver a recoger al compañero, Pablo decidió hacer su directo con los militares de fondo, que siempre queda más televisivo. Desde La Sexta lo tuvieron más de 45 minutos esperando, bajo la nieve y con los militares cada vez más tensos preguntándose qué hacía ese calvo de pie delante de un móvil sobre un trípode.

Hasta que los militares se cansaron y nos invitaron a irnos, no sin antes borrar todo el material y hacerle una foto al pasaporte de Pablo. Esa misma noche, recibió una llamada del SBU (servicios de inteligencia ucranianos), indicándole que debía personarse lo antes posible en sus oficinas centrales. A pesar de que quedaba trabajo por hacer, volvimos a Kiev. Allí Pablo fue interrogado durante 4 largas horas, y acusado de ser un agente ruso con pruebas tan convincentes como escribir para Gara y tener una tarjeta bancaria de Caja Laboral Kutxa, según ellos ambos financiados por Rusia. Todo tan loco que Pablo no se lo tomó demasiado en serio. Pensaba que simplemente le estaban «apretando las tuercas» para que midiera sus palabras.

Pablo era sin duda un testigo incómodo en Ucrania, porque estaba decidido a informar sobre lo que sucede en este conflicto sin filtros, con conocimientos profundos y desde la honradez y la ética. Bajo mi punto de vista, esto es lo que ha iniciado esta pesadilla.

Hasta que se enteró que en esos mismos momentos, agentes del CNI se habían personado en su casa familiar de Euskal Herria y en la de su madre y un amigo de infancia en Catalunya para interrogarlas e informarles de que Pablo era un agente ruso. Ante esta situación, decidimos abandonar el país por nuestra propia seguridad y terminar la cobertura. Es la última vez que vi a Pablo, despidiéndome de él a las puertas del hotel Kozatskiy de Kiev.

En este momento es cuando Pablo envía el siguiente audio a un amigo, publicado hace unos días por el diario Público:


Tras este preocupante incidente, Pablo pasó unos 15 días en su casa familiar, donde no tuvo más noticias de ningún servicio de inteligencia, por lo que entendió que tras haber sido investigado, estos se habrían dado cuenta de que no escondía nada. Llegamos así al 24 de febrero, día en el que da comienzo la invasión rusa de Ucrania ante nuestra total incredulidad y preocupación. A pesar de que Pablo sabía que no era seguro, decidió viajar a Polonia para cubrir desde la frontera con Ucrania el éxodo provocado por la guerra. El 28 de febrero es detenido en mitad de la noche por cuerpos de élite de los servicios de inteligencia polaca (ABW).

Tras la detención a Pablo solo le permiten una breve llamada a su mujer. Desde entonces ha estado totalmente incomunicado y sin que nadie sepa nada de él. Su único contacto con el exterior ha sido una breve visita del cónsul español en Polonia, quien ha comunicado a la familia que se encuentra «bien». Dejando a un lado el debate sobre su culpabilidad o no, Polonia ha vulnerado con su modo de actuar 18 artículos de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, entre ellos los que amparan la integridad física y psíquica de las personas, la dignidad humana y el derecho a la vida, la prohibición de infligir trato degradante o a que se respeten sus comunicaciones y su domicilio.

Y ante este atropello a los derechos más básicos de cualquier persona, el silencio. Silencio desde la Embajada española y el Ministerio de Exteriores. Y silencio de la mayor parte de medios de comunicación y compañeros de profesión. Imagino que muchos habrán pensado que si Polonia actúa de un modo tan brutal, será porque tienen pruebas convincentes de que Pablo es un agente ruso. No se atreverían a hacerle algo así a un periodista si no tuvieran la plena convicción de que tienen razón, ¿no?

Yo mismo llegué a dudar de Pablo durante los primeros días de su detención. Me pasé días repasando mentalmente cada uno de los muchos viajes que hicimos juntos, cada conversación, cada detalle. Y llegué a una conclusión: es absurdo pensar que Pablo sea un agente de la inteligencia militar rusa. Y aunque lo fuera, el trato que ha recibido es inhumano y contrario a todo derecho internacional.

Por lo poco que se sabe hasta ahora, las pruebas que tienen los servicios polacos para acusar a Pablo es que el momento de la detención portaba dos pasaportes con diferentes nombres, tarjetas bancarias y dinero en efectivo. Y es correcto. Lo del dinero es evidente cuando vas a cubrir un conflicto y no sabes si podrás sacar efectivo. Respecto a los pasaportes, Pablo tiene doble nacionalidad, y en el pasaporte ruso aparece su nombre en ruso con el apellido de su padre, y en el pasaporte español aparece su nombre en español con el apellido de su madre. Todo esto es fácilmente verificable con documentos oficiales. Y lo mismo sucede con las dos tarjetas bancarias con las que lo detuvieron. En la nota de prensa que el Gobierno polaco hizo pública, en ningún momento se afirma que los pasaportes fueran falsos. Y sin embargo así titulaban algunos medios:

No tengo palabras para describir la falta total y absoluta de ética y profesionalidad de estos medios, lanzándose a la yugular de un compañero en graves aprietos, publicando una información falsa y dándole más importancia a un hecho secundario sin contrastar que al atropello de derechos que supone la propia detención. Con compañeros así quien necesita enemigos… Mención especial para El Correo, donde Pablo cursó el costoso máster con el que inició su labor periodística. Mientras los profesores de dicho Máster apoyaban a Pablo a través de un solitario tweet, desde la redacción lo apuñalaban sin compasión.

Nuestra solidaridad con Pablo González @Pabvis. Hablo en nombre de los profesores del @masterelcorreo , del que fue alumno. Pedimos a @MAECgob que haga lo posible por su inmediata liberación. #FreePablo
— César Coca (@cesarcocag) March 2, 2022
Pero entre tanto silencio y desinformación también se han escuchado gritos de apoyo exigiendo justicia para Pablo, principalmente de aquellos que lo conocen en persona y saben que a pesar de su complejo carácter, Pablo es una grandísima persona. En su pueblo por ejemplo, de apenas 100 habitantes, se juntaron más de 500 personas para pedir su inmediata liberación:

Aplauso cerrado en Nabarniz en apoyo a du vecino, el periodista Pablo González, detenido el Polonia en un flagrante ataque a la libertad de expresion. Muchos medios también. @naiz_info pic.twitter.com/DR0uirs9m2
— Amaia Ereñaga (@GARA_aerenaga) March 6, 2022

Asociaciones de prensa de todo el mundo, organizaciones que defienden la libertad de expresión y hasta el Consejo de Europa (entre muchos otros) también han exigido que se garanticen los derechos fundamentales de Pablo. Incluso acabamos de conocer su candidatura al Premio José Couso de Libertad de Prensa. Porque no solo está en juego la vida de Pablo, sino la de la maltratada libertad de expresión y prensa. Sin periodistas independientes y profesionales la sociedad está ciega ante lo que sucede en el mundo, y por lo tanto se vuelve fácilmente manipulable. Y sin un mínimo de seguridad es difícil trabajar.

A pesar de que en la historia ha habido casos famosos de espías camuflados como periodistas, la detención y el trato a Pablo sientan un peligroso precedente en la UE, y desde luego supone un aviso a navegantes: aquel que se atreva a contradecir de algún modo la versión oficial podrá ser acusado de agente enemigo. Los periodistas en zonas de conflicto ya no solo se arriesgan a recibir una bala perdida, metralla de mortero o ser secuestrados o asesinados por alguna milicia. Ahora también existe el riesgo de ser detenido y tratado peor que a un criminal de guerra por cualquier Gobierno donde uno trabaje. Esperamos que todo esto acabe pronto y que Pablo pueda probar su inocencia y pueda volver a trabajar con normalidad. Tiene mucho que contar.

 

Sobre Pablo González y la menguante libertad de prensa​


que esto le suceda a un ciudadano español ejerciendo su labor profesional en un país miembro de la UE es simplemente inconcebible. Pero es lo que está pasando ante el vergonzoso silencio mediático e institucional. Es el caso de nuestro compañero Pablo González, acusado formalmente por Polonia de ser ni más ni menos que un espía de la inteligencia militar rusa (GRU), por lo que pasará como mínimo 3 meses en prisión preventiva, y hasta 10 años en el peor de los casos.


Conozco a Pablo desde hace 12 años. Estudiamos juntos el Máster de Periodismo Multimedia El Correo en el año 2010. Cuando acabamos el curso, nuestro ímpetu aventurero y las ganas de labrarnos una carrera en el reporterismo internacional nos unió, comenzando una curiosa colaboración que nos llevó a multitud de destinos durante la última década, todos en Europa del este. Porque Pablo tiene una íntima relación con los espacios post soviéticos.

Su abuelo fue uno de los niños de la guerra que fue recibido en la antigua URSS, y él siempre ha estado interesado en esa época y sus consecuencias en la geopolítica actual. Estudió filología eslava. Su padre, al que visita habitualmente, vive en Moscú. Él mismo habla ruso como un moscovita más. Por todas estas razones, al acabar el Máster su meta era clara: convertirse en periodista especializado en los espacios post soviéticos. Y al poco tiempo se produjo un golpe de estado en Ucrania, en el año 2014. Desde entonces hemos visitado el país juntos en 6 ocasiones, y él alguna más en solitario, intentando arrojar algo de luz en un triste conflicto que para muchos es reciente, pero que ha provocado más de 13.000 muertos en los últimos 8 años.


Cabe destacar que Pablo es un periodista de la vieja escuela. Le gusta recabar información de primera mano, se reúne con todo aquel que tenga algo que decir, pregunta, escucha, analiza, intenta hacerse una idea general de las cosas y no quedarse en la superficie… Algo totalmente contrario a las tesis del periodismo actual, donde vende más lo anecdótico y el simplificar la realidad hasta el absurdo para que los espectadores puedan creer que entienden algo y puedan seguir con sus atareadas vidas. Obviamente, para un periodista es mucho más fácil ceñirse a reproducir las notas de prensa oficiales con desparpajo, que buscar la información por uno mismo e intentar comunicarla. Y casualmente a los grandes medios de comunicación les gusta más, así que cada vez menos periodistas se atreven a trabajar como lo hace Pablo. Mientras otros reproducen notas de prensa y buscan carnaza, Pablo busca explicaciones. Tan solo dos días antes de ser detenido, publicaba el siguiente tuit que sirve de ejemplo:





00:23 / 01:04






En este conflicto ya hay multitud de fotos de prisioneros y de muertos. No publico ninguna, de ningún bando. Son personas, algunos eran, y tienen familia. Son así mismo víctimas y al menos que sea de gran importancia e interés informativo, yo voy a intentar evitar publicar eso.

— Pablo González (@PabVis) February 25, 2022
Esto, sumado a su carácter fanfarrón y su presencia intimidante en primera instancia, hacen que su figura sea un tanto extraña para los que no lo conozcan personalmente o sigan su trabajo. Y si sumamos su curiosa vida y carácter con una guerra en Europa, un estado de paranoia colectiva antirrusa y diversos y poderosos intereses posicionándose ante el incierto futuro que se avecina, tenemos la tormenta perfecta en la que Pablo se encuentra inmerso.

Su situación actual se podría comparar con esa película en la que un pesquero sale a faenar a pesar de los indicios de que algo gordo se estaba cociendo mar adentro. Pablo sabía que los servicios de inteligencia ucraniano y español desconfiaban de él. Y sin embargo salió a faenar, en una mezcla de inconsciencia, necesidad y fe en su inocencia y buen hacer profesional. La tormenta lo pilló de pleno.

Para explicar las razones de la desconfianza del CNI español hacia Pablo tenemos que retrotraernos hasta el año 2016, cuando los analistas españoles Nicolás de Pedro y Marta Ter realizaron una lista de «creadores de opinión prorrusa en Twitter», a instancia última de George Soros, el magnate detrás de la todopoderosa Open Society, y que pagó a estas dos personas para la realización de dicha lista. Fueron los primeros en colocar la diana en la cabeza de Pablo, por el simple hecho de informar sobre la realidad que se vive en ambos lados del frente y no ceñirse a la propaganda de ninguno de los dos bandos.

Los que se alegran de que detengan en Polonia a periodistas españoles acusados de trabajar para la inteligencia rusa son los que creen las versiones oficiales que les venden periodistas que trabajan para la inteligencia británica en periódicos españoles de postín. Matrix reloaded
— Lorenzo Ramírez (@LorenzoRamirez_) March 4, 2022

Desde entonces la paranoia antirrusa en occidente ha ido creciendo en paralelo a las limitaciones a la libertad de expresión, hasta llegar al culmen que vivimos hoy en día y que se materializa día tras día en recortes a las libertades y una cada vez mayor polarización de la sociedad. Como últimos ejemplos, la censura a canales rusos como Rusia Today o Sputnik, o la normalización de mensajes de odio. Hace poco nos hubiéramos escandalizado si un señor apareciera en horario de máxima audiencia en televisión con un arma exigiendo «matar más rusos». Hoy en día ya se ve como algo normal.

Prime time en Mediaset: «Hay que matar más rusos». pic.twitter.com/1tHo2TCyvI
— Fonsi Loaiza (@FonsiLoaiza) March 11, 2022
Asistimos en directo a la creación de un nuevo telón de acero, a una nueva era de bloques enfrentados donde el odio visceral a quien vive del otro lado permite que el presidente de la primera potencia global hable de una III Guerra Mundial con total normalidad. O que periodistas que buscan poner cordura con información sean detenidos y tratados sin ningún tipo de humanidad o protección jurídica.

Biden: «Defenderemos cada centímetro de la OTAN. Si hacen un movimiento y respondemos, habrá una III Guerra Mundial, pero tendremos la obligación sagrada de hacerlo» https://t.co/3RcKot23xv pic.twitter.com/OhCsCQLxi0
— EL PAÍS (@el_pais) March 11, 2022

CUANDO EL SBU LLAMA A TU PUERTA​

Cuando parecía que las cosas no podían ir a peor, este 2022 arrancó con la cristalización física sobre Ucrania de la tensión entre Rusia y la OTAN. Estados Unidos se pasó meses asegurando que una invasión rusa del país era inminente, por lo que Pablo y yo decidimos a finales de enero visitar una vez más el país y conocer de primera mano cuánto de verdad había en dichas afirmaciones. Durante estos días, Pablo dejaba clara su firme oposición a una posible invasión rusa de Ucrania con tuits antibelicistas como el siguiente:

Me mojo, #Noalaguerra. Cualquiera que diga lo contrario como mínimo anima a que muera gente.
Y las justificaciones de cualquier tipo son, con perdón, estupideces.
No a que Rusia entre, aun más, en Ucrania .
No a que la OTAN entre, aun más, en Ucrania.
No a la guerra!
— Pablo González (@PabVis) January 22, 2022
A pesar de que los tambores de guerra se dejaban oír, la lógica nos decía que Rusia no se lanzaría a una invasión del país: no tenía ningún sentido. Al igual que opinaban entonces muchos analistas y expertos en geoestrategia, sería un movimiento suicida para Putin y el comienzo de una guerra de impredecibles consecuencias en Europa en la que todos saldrían perdiendo (excepto Estados Unidos). Lo mismo opinaban la mayor parte de personas de diversos ámbitos que entrevistamos sobre el terreno, y así lo hicimos público en diversos artículos y conexiones de Pablo en directo con La Sexta. Nos equivocamos.

Precisamente en una de estas conexiones con Ferreras es cuando todo comenzó a torcerse. Nos encontrábamos en el Este de Ucrania, en un pueblo a pocos kilómetros del frente llamado Avdeevka. Debido a que nuestras acreditaciones militares no llegaron a tiempo, nos vimos obligados a no acompañar al frente a un compañero con el que compartíamos cobertura, y que sí tenía su acreditación en orden. Pablo y yo nos fuimos (con permiso de los militares ucranianos) al centro del pueblo a informar sobre la vida de la población civil tan cerca del frente de combate. Al volver a recoger al compañero, Pablo decidió hacer su directo con los militares de fondo, que siempre queda más televisivo. Desde La Sexta lo tuvieron más de 45 minutos esperando, bajo la nieve y con los militares cada vez más tensos preguntándose qué hacía ese calvo de pie delante de un móvil sobre un trípode.

Hasta que los militares se cansaron y nos invitaron a irnos, no sin antes borrar todo el material y hacerle una foto al pasaporte de Pablo. Esa misma noche, recibió una llamada del SBU (servicios de inteligencia ucranianos), indicándole que debía personarse lo antes posible en sus oficinas centrales. A pesar de que quedaba trabajo por hacer, volvimos a Kiev. Allí Pablo fue interrogado durante 4 largas horas, y acusado de ser un agente ruso con pruebas tan convincentes como escribir para Gara y tener una tarjeta bancaria de Caja Laboral Kutxa, según ellos ambos financiados por Rusia. Todo tan loco que Pablo no se lo tomó demasiado en serio. Pensaba que simplemente le estaban «apretando las tuercas» para que midiera sus palabras.

Pablo era sin duda un testigo incómodo en Ucrania, porque estaba decidido a informar sobre lo que sucede en este conflicto sin filtros, con conocimientos profundos y desde la honradez y la ética. Bajo mi punto de vista, esto es lo que ha iniciado esta pesadilla.

Hasta que se enteró que en esos mismos momentos, agentes del CNI se habían personado en su casa familiar de Euskal Herria y en la de su madre y un amigo de infancia en Catalunya para interrogarlas e informarles de que Pablo era un agente ruso. Ante esta situación, decidimos abandonar el país por nuestra propia seguridad y terminar la cobertura. Es la última vez que vi a Pablo, despidiéndome de él a las puertas del hotel Kozatskiy de Kiev.

En este momento es cuando Pablo envía el siguiente audio a un amigo, publicado hace unos días por el diario Público:


Tras este preocupante incidente, Pablo pasó unos 15 días en su casa familiar, donde no tuvo más noticias de ningún servicio de inteligencia, por lo que entendió que tras haber sido investigado, estos se habrían dado cuenta de que no escondía nada. Llegamos así al 24 de febrero, día en el que da comienzo la invasión rusa de Ucrania ante nuestra total incredulidad y preocupación. A pesar de que Pablo sabía que no era seguro, decidió viajar a Polonia para cubrir desde la frontera con Ucrania el éxodo provocado por la guerra. El 28 de febrero es detenido en mitad de la noche por cuerpos de élite de los servicios de inteligencia polaca (ABW).

Tras la detención a Pablo solo le permiten una breve llamada a su mujer. Desde entonces ha estado totalmente incomunicado y sin que nadie sepa nada de él. Su único contacto con el exterior ha sido una breve visita del cónsul español en Polonia, quien ha comunicado a la familia que se encuentra «bien». Dejando a un lado el debate sobre su culpabilidad o no, Polonia ha vulnerado con su modo de actuar 18 artículos de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, entre ellos los que amparan la integridad física y psíquica de las personas, la dignidad humana y el derecho a la vida, la prohibición de infligir trato degradante o a que se respeten sus comunicaciones y su domicilio.

Y ante este atropello a los derechos más básicos de cualquier persona, el silencio. Silencio desde la Embajada española y el Ministerio de Exteriores. Y silencio de la mayor parte de medios de comunicación y compañeros de profesión. Imagino que muchos habrán pensado que si Polonia actúa de un modo tan brutal, será porque tienen pruebas convincentes de que Pablo es un agente ruso. No se atreverían a hacerle algo así a un periodista si no tuvieran la plena convicción de que tienen razón, ¿no?

Yo mismo llegué a dudar de Pablo durante los primeros días de su detención. Me pasé días repasando mentalmente cada uno de los muchos viajes que hicimos juntos, cada conversación, cada detalle. Y llegué a una conclusión: es absurdo pensar que Pablo sea un agente de la inteligencia militar rusa. Y aunque lo fuera, el trato que ha recibido es inhumano y contrario a todo derecho internacional.

Por lo poco que se sabe hasta ahora, las pruebas que tienen los servicios polacos para acusar a Pablo es que el momento de la detención portaba dos pasaportes con diferentes nombres, tarjetas bancarias y dinero en efectivo. Y es correcto. Lo del dinero es evidente cuando vas a cubrir un conflicto y no sabes si podrás sacar efectivo. Respecto a los pasaportes, Pablo tiene doble nacionalidad, y en el pasaporte ruso aparece su nombre en ruso con el apellido de su padre, y en el pasaporte español aparece su nombre en español con el apellido de su madre. Todo esto es fácilmente verificable con documentos oficiales. Y lo mismo sucede con las dos tarjetas bancarias con las que lo detuvieron. En la nota de prensa que el Gobierno polaco hizo pública, en ningún momento se afirma que los pasaportes fueran falsos. Y sin embargo así titulaban algunos medios:

No tengo palabras para describir la falta total y absoluta de ética y profesionalidad de estos medios, lanzándose a la yugular de un compañero en graves aprietos, publicando una información falsa y dándole más importancia a un hecho secundario sin contrastar que al atropello de derechos que supone la propia detención. Con compañeros así quien necesita enemigos… Mención especial para El Correo, donde Pablo cursó el costoso máster con el que inició su labor periodística. Mientras los profesores de dicho Máster apoyaban a Pablo a través de un solitario tweet, desde la redacción lo apuñalaban sin compasión.

Nuestra solidaridad con Pablo González @Pabvis. Hablo en nombre de los profesores del @masterelcorreo , del que fue alumno. Pedimos a @MAECgob que haga lo posible por su inmediata liberación. #FreePablo
— César Coca (@cesarcocag) March 2, 2022
Pero entre tanto silencio y desinformación también se han escuchado gritos de apoyo exigiendo justicia para Pablo, principalmente de aquellos que lo conocen en persona y saben que a pesar de su complejo carácter, Pablo es una grandísima persona. En su pueblo por ejemplo, de apenas 100 habitantes, se juntaron más de 500 personas para pedir su inmediata liberación:

Aplauso cerrado en Nabarniz en apoyo a du vecino, el periodista Pablo González, detenido el Polonia en un flagrante ataque a la libertad de expresion. Muchos medios también. @naiz_info pic.twitter.com/DR0uirs9m2
— Amaia Ereñaga (@GARA_aerenaga) March 6, 2022

Asociaciones de prensa de todo el mundo, organizaciones que defienden la libertad de expresión y hasta el Consejo de Europa (entre muchos otros) también han exigido que se garanticen los derechos fundamentales de Pablo. Incluso acabamos de conocer su candidatura al Premio José Couso de Libertad de Prensa. Porque no solo está en juego la vida de Pablo, sino la de la maltratada libertad de expresión y prensa. Sin periodistas independientes y profesionales la sociedad está ciega ante lo que sucede en el mundo, y por lo tanto se vuelve fácilmente manipulable. Y sin un mínimo de seguridad es difícil trabajar.

A pesar de que en la historia ha habido casos famosos de espías camuflados como periodistas, la detención y el trato a Pablo sientan un peligroso precedente en la UE, y desde luego supone un aviso a navegantes: aquel que se atreva a contradecir de algún modo la versión oficial podrá ser acusado de agente enemigo. Los periodistas en zonas de conflicto ya no solo se arriesgan a recibir una bala perdida, metralla de mortero o ser secuestrados o asesinados por alguna milicia. Ahora también existe el riesgo de ser detenido y tratado peor que a un criminal de guerra por cualquier Gobierno donde uno trabaje. Esperamos que todo esto acabe pronto y que Pablo pueda probar su inocencia y pueda volver a trabajar con normalidad. Tiene mucho que contar.

estos artículos "de parte" insistiendo en la doble nacionalidad, cuando no existe, solo le perjudican.

Este periodista se queja de los compañeros por poco éticos y profesionales y ¿no es capaz de comprobar eso? https://www.mjusticia.gob.es/ca/ciudadania/nacionalidad/que-es-nacionalidad/tener-doble-nacionalidad
 
estos artículos "de parte" insistiendo en la doble nacionalidad, cuando no existe, solo le perjudican.

Este periodista se queja de los compañeros por poco éticos y profesionales y ¿no es capaz de comprobar eso? https://www.mjusticia.gob.es/ca/ciudadania/nacionalidad/que-es-nacionalidad/tener-doble-nacionalidad

Una cosa no justifica la otra. Lo de la doble nacionalidad o doble pasaporte es una cosa pero el acusarlo de momento sin pruebas, incomunicado durante ya 19 días es otra.

Lo de los pasaportes o nacionalidades, una con nombre de Pavel, Pablo en ruso y el apellido de su padre y otro con Pablo y el apellido de la madre, que a lo mejor se lo puso de primero tras el divorcio de sus padres no quiere decir que hay falsedad. Puede ser irregular, legal, ilegal o alegal. Ahí no me meto, pero en lo del tema del espionaje si.

No se justifica para nada y vuelvo a decirlo por enésima vez que no se puede dar un trato tan vejatorio, humillante como el que se está dando a éste periodista en el estado español con su silencio , tanto desde el Gobierno, incluyendo al CNI que sí le ha espiado y que ha mandado a los MMCC callar sobre el tema. De Polonia ya ni hablamos...

De lo poco que me entero es por la EITB pero por canales de la 1ª, Atresmedia y Mediaset nada de nada. Y de los de papel menos.

Y veremos como termina ésto porque ayer el abogado ya dijo que podría ser que no estaría en condiciones de comunicarse con nadie, es decir, vamos que según entendí podría haber sido torturado y hasta que no se le pasen las marcas no le iban a dejar estar ni con el abogado ni con la familia. Esa es una posibilidad. Y la otra es presionarles psicológicamente para que firmara lo que querían de él. Ambas nada halagüeñas, pero todo el mundo callado.

Vuelvo a insistir. Si fuera de un medio de comunicación afin al PP o al de Pedro Sanchez otro gallo cantaría.

Y de las asociaciones de prensa de éste país ya sabemos lo que dan de sí, es decir, nada de nada.
 
Una cosa no justifica la otra. Lo de la doble nacionalidad o doble pasaporte es una cosa pero el acusarlo de momento sin pruebas, incomunicado durante ya 19 días es otra.

Lo de los pasaportes o nacionalidades, una con nombre de Pavel, Pablo en ruso y el apellido de su padre y otro con Pablo y el apellido de la madre, que a lo mejor se lo puso de primero tras el divorcio de sus padres no quiere decir que hay falsedad. Puede ser irregular, legal, ilegal o alegal. Ahí no me meto, pero en lo del tema del espionaje si.

No se justifica para nada y vuelvo a decirlo por enésima vez que no se puede dar un trato tan vejatorio, humillante como el que se está dando a éste periodista en el estado español con su silencio , tanto desde el Gobierno, incluyendo al CNI que sí le ha espiado y que ha mandado a los MMCC callar sobre el tema. De Polonia ya ni hablamos...

De lo poco que me entero es por la EITB pero por canales de la 1ª, Atresmedia y Mediaset nada de nada. Y de los de papel menos.

Y veremos como termina ésto porque ayer el abogado ya dijo que podría ser que no estaría en condiciones de comunicarse con nadie, es decir, vamos que según entendí podría haber sido torturado y hasta que no se le pasen las marcas no le iban a dejar estar ni con el abogado ni con la familia. Esa es una posibilidad. Y la otra es presionarles psicológicamente para que firmara lo que querían de él. Ambas nada halagüeñas, pero todo el mundo callado.

Vuelvo a insistir. Si fuera de un medio de comunicación afin al PP o al de Pedro Sanchez otro gallo cantaría.

Y de las asociaciones de prensa de éste país ya sabemos lo que dan de sí, es decir, nada de nada.
pero es que no sabes si tienen o no pruebas. Has decidio que no y que es inocente, y punto. Y eso tampoco es.

Personalmente, me da mucha pena porque, espía o no, me gusta tener otros puntos de vista. Pero de ahí a santificarlo y decidir que es inocente, cuando como poco, hay indicios de irregularidades y cosas que no cuadran, pues no.
 
pero es que no sabes si tienen o no pruebas. Has decidio que no y que es inocente, y punto. Y eso tampoco es.

Personalmente, me da mucha pena porque, espía o no, me gusta tener otros puntos de vista. Pero de ahí a santificarlo y decidir que es inocente, cuando como poco, hay indicios de irregularidades y cosas que no cuadran, pues no.

No lo he santificado para nada. Ya he puesto en anteriores post que no sé si es inocente o culpable. Relee. La que parece que pones pegas eres tu.

Lo que yo critico , censuro, denuncio, juzgo o examino es que no se puede tener detenida una persona durante 19 días ya incomunicada y sin poder ser atendida por su abogado, al que no se le han presentado todavía las pruebas. Ahí incido una y otra vez. Polonia es un país de la UE y por lo tanto debe estar sujeto ese país a unas normas. No estamos en otra clase de países en que los DDHH se violan una y otra vez, aunque si nos atenemos a los hechos vemos que son iguales. Y España calla, y el que calla otorga.
 
No lo he santificado para nada. Ya he puesto en anteriores post que no sé si es inocente o culpable. Relee. La que parece que pones pegas eres tu.

Lo que yo critico , censuro, denuncio, juzgo o examino es que no se puede tener detenida una persona durante 19 días ya incomunicada y sin poder ser atendida por su abogado, al que no se le han presentado todavía las pruebas. Ahí incido una y otra vez. Polonia es un país de la UE y por lo tanto debe estar sujeto ese país a unas normas. No estamos en otra clase de países en que los DDHH se violan una y otra vez, aunque si nos atenemos a los hechos vemos que son iguales. Y España calla, y el que calla otorga.
es que precisamente la incomunciación es eso: estar incomunicado (también con tu familia y abogado). Eso en todos los países del mundo, democráticos o no. No sé el plazo máximo (si es que hay) que tiene Polonia. Lo que sí le tienen que proporcionar es un abogado de oficio y asistencia médica, y por supuesto, no torturarlo. A ver de qué nos enteramos cuando acabe su incomunicación. Pero vamos, que hay que distinguir entre que algo nos parezca mal y que sea o no legal.
 
es que precisamente la incomunciación es eso: estar incomunicado (también con tu familia y abogado). Eso en todos los países del mundo, democráticos o no. No sé el plazo máximo (si es que hay) que tiene Polonia. Lo que sí le tienen que proporcionar es un abogado de oficio y asistencia médica, y por supuesto, no torturarlo. A ver de qué nos enteramos cuando acabe su incomunicación. Pero vamos, que hay que distinguir entre que algo nos parezca mal y que sea o no legal.

Polonia forma parte de la UE y en la UE no existe el que un incomunicado sea por el tiempo que sea, no pueda tener comunicación con su abogado.
 
Polonia forma parte de la UE y en la UE no existe el que un incomunicado sea por el tiempo que sea, no pueda tener comunicación con su abogado.
Ya lo creo que sí. En toda la UE. Pueden estar incomunicados detenidos y emprisionados, sin derecho a comunicarse con su abogado (ni con nadie que no designe el juez).

Mira, he ido a buscar en España, ley de enjuicimaineto criminal. https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1882-6036 Hasta diez días, podría estar aquí incomunicado.

Artículo 509.
1. El juez de instrucción o tribunal podrá acordar excepcionalmente, mediante resolución
motivada, la detención o prisión incomunicadas cuando concurra alguna de las siguientes
circunstancias:
a) necesidad urgente de evitar graves consecuencias que puedan poner en peligro la
vida, la libertad o la integridad física de una persona, o
b) necesidad urgente de una actuación inmediata de los jueces de instrucción para evitar
comprometer de modo grave el proceso penal.
2. La incomunicación durará el tiempo estrictamente necesario para practicar con
urgencia diligencias tendentes a evitar los peligros a que se refiere el apartado anterior. La
incomunicación no podrá extenderse más allá de cinco días. En los casos en que la prisión
se acuerde en causa por alguno de los delitos a que se refiere el artículo 384 bis u otros
delitos cometidos concertadamente y de forma organizada por dos o más personas, la
incomunicación podrá prorrogarse por otro plazo no superior a cinco días.
3. El auto en el que sea acordada la incomunicación o, en su caso, su prórroga deberá
expresar los motivos por los que haya sido adoptada la medida.
4. En ningún caso podrán ser objeto de detención incomunicada los menores de
dieciséis años.

Artículo 527.
1. En los supuestos del artículo 509, el detenido o preso podrá ser privado de los
siguientes derechos
si así lo justifican las circunstancias del caso:
a) Designar un abogado de su confianza.
b) Comunicarse con todas o alguna de las personas con las que tenga derecho a
hacerlo, salvo con la autoridad judicial, el Ministerio Fiscal y el Médico Forense.
c) Entrevistarse reservadamente con su abogado.
d) Acceder él o su abogado a las actuaciones, salvo a los elementos esenciales para
poder impugnar la legalidad de la detención.
2. La incomunicación o restricción de otro derecho del apartado anterior será acordada
por auto. Cuando la restricción de derechos sea solicitada por la Policía Judicial o por el
Ministerio Fiscal se entenderán acordadas las medidas previstas por el apartado 1 que
hayan sido instadas por un plazo máximo de veinticuatro horas, dentro del cual el juez habrá
de pronunciarse sobre la solicitud, así como sobre la pertinencia de acordar el secreto de las
actuaciones. La incomunicación y la aplicación al detenido o preso de alguna de las
excepciones referidas en el apartado anterior será acordada por auto debiéndose motivar las
razones que justifican la adopción de cada una de las excepciones al régimen general de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 509.
El juez controlará efectivamente las condiciones en que se desarrolle la incomunicación,
a cuyo efecto podrá requerir información a fin de constatar el estado del detenido o preso y
el respeto a sus derechos.
3. Los reconocimientos médicos al detenido a quien se le restrinja el derecho a
comunicarse con todas o alguna de las personas con las que tenga derecho a hacerlo se
realizarán con una frecuencia de al menos dos reconocimientos cada veinticuatro horas,
según criterio facultativo.
 

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