Muy bien dicho,
Lo triste es que ya sabemos la respuesta del prepa: venga, ya has tenido tu minuto de gloria...
y a seguir con su vidorra
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Exteniente Luis Gonzalo Segura: Carta al rey Felipe VI
Estimada, admirada y queridísima Majestad:
Cuando creía que podía pasar unos días tranquilo, me he levantado y me he encontrado de frente con su discurso. No le voy a engañar porque no estamos ya para paños calientes: su alocución ha sido un desagradable bofetón para mí. Según lo leía me parecía tan increíble, indignante y vomitivo (no es por ofender, es que casi termino en el baño porque últimamente estoy muy sensible)…
Ya que estamos en confianza, esa que otorga el hermoso vínculo de un súbdito con su rey sucesor del atroz y repugnante franquismo, le confieso que lo primero que pensé fue: ¿No le da vergüenza? ¿Ni siquiera un poco? ¡Vaya ejercicio tan salvaje de cinismo e hipocresía!
La portada de ‘El País’ no podía ser más farisaica: “La intolerancia y la exclusión no pueden caber en España”. Leer esta frase cuando acabo de ver ratificada mi expulsión por ejercer la libertad de expresión me resulta de una grosería insoportable. Me hubiera gustado escuchar esto de su boca hace unas semanas para defender a quien denuncia corrupción, abusos y privilegios anacrónicos dentro de sus Fuerzas Armadas. No fue así. Calló. Y calló, Majestad, como lo hizo durante estos años mientras sus Fuerzas Armadas se fueron rellenando de acosadores sexuales, agresores sexuales, oficiales que intentaron violar a soldados, ladrones, consumidores de droga, malversadores, fascistas o torturadores. Todos ellos siguen sirviéndole y no se le percibe ofendido o preocupado. Llámeme rarito o traidor si quiere, pero yo lo estaría.
Y, ahora, habla y se descuelga con “la negación del otro o el desprecio al valor de la opinión ajena” y “exige respeto y consideración a los demás”… ¿Ahora?
Seamos sinceros, Majestad, a usted no le importa nada en absoluto “la negación del otro o el desprecio al valor de la opinión ajena” y, menos aún, exige con sinceridad “respeto y consideración a los demás”. Si lo hubiera hecho, si estas palabras fueran sinceras en su interior, no habría permitido que en este país se machacase a los denunciantes de corrupción como se nos machaca, menos habría permitido que permaneciera encerrado durante 139 días incumpliéndose los artículos 5 y 6 del Convenio Europeo de los Derechos Humanos y, finalmente, no habría permitido que se nos expulsara de nuestros puestos de trabajo. Habría hecho algo, habría dicho algo, se situaría con ellos, se situaría con nosotros. Pero la realidad es que no está ni estuvo jamás con nosotros, al menos no conmigo. Los denunciantes de corrupción nunca le tuvimos junto a nosotros.
Realmente, para lo que exige respeto y consideración no es para “los demás”, sino para ustedes, para su mentalidad fascista de apología del Franquismo en la Revista Ejército de Tierra o para la exaltación de la figura de Franco como salvador del pueblo en las conferencias del CESEDEN. Porque si usted tolera estos acontecimientos dentro de sus Fuerzas Armadas sin condenarlos vehementemente los asume como propios. Y los asume sin mucha contradicción ni pesar.
Por tanto, lo que subyace en tan pomposas palabras es bastante más mísero: usted y sus acólitos no son de los de respetar la libertad de expresión y así lo han demostrado en sus propias Fuerzas Armadas.
Usted es de los que les gusta tener al teniente general Gómez de Salazar llamando yihadistas a las asociaciones militares y de los que quiere que se respete su decisión de sentirse orgulloso de su Ejército de acosadores sexuales, agresores sexuales, oficiales que intentaron violar a soldados, ladrones, consumidores de droga, malversadores, fascistas o torturadores y, también, de su Ejército de soldados abandonados a los 45 años, discapacitados expulsados o heridos y familiares de fallecidos en los tribunales.
Y, además, quiere que se respete su desvergonzado discurso en el que también afirmó: “Son tiempos para profundizar en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores o abra heridas cerradas”.
Majestad, le diré algo: de lo que es tiempo es de no continuar siendo el segundo país del mundo con más desaparecidos tras Camboya. De lo que es tiempo es de condenar el franquismo y el fascismo, algo que el resto del mundo civilizado hizo hace más de setenta años. De lo que es tiempo es de colaborar con la justicia argentina o, mejor aún, impartirla nosotros con dureza. De lo que es tiempo es de terminar con la inviolabilidad jurídica del rey (la suya) y sus privilegios (los suyos). De lo que es tiempo es de desclasificar la información que nos permita reconstruir los últimos cuarenta años con exactitud. De lo que es tiempo es de justicia. Y, después, ya si eso, abrimos los brazos y tendemos las manos, cantamos juntos en Paz, Amor y lo que le plazca.
Si de verdad quiere convivencia y respeto le aconsejo que sus Fuerzas Armadas dejen de purgar a los diferentes y que se haga justicia con los familiares de las víctimas del franquismo o de los GAL. No queda muy bien eso de pedir fraternidad mientras ustedes se pasan por el Arco del Triunfo la igualdad, la libertad, la tolerancia y la justicia… Si de verdad quiere una armoniosa convivencia lo tiene muy sencillo: Igualdad, Libertad y Fraternidad (por este orden) y si no es así, hágame un favor, ahórrese la brutal insolencia del discurso anual. Y no, no se preocupe, que seguirá cobrando lo mismo o más, que para eso se pone usted el sueldo.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra.
Fuente: Un paso al Frente / Público.es
En la actualidad sobrevivo gracias a las ventas de Código rojo, ¡CONSÍGUELA AQUÍ FIRMADA Y DEDICADA!. “Código rojo no deja títere con cabeza. Se arriesga, proclamando la verdad a los cuatro vientos, haciendo que prevalezca, por una vez, algo tan denostado hoy en día como la libertad de expresión” (“A golpe de letra” por Sergio Sancor).
Tal vez te puedan interesar las novelas “Código rojo” (2015) y “Un paso al frente” (2014).
http://www.ecorepublicano.es/2016/12/exteniente-luis-gonzalo-segura-carta-al.html
Recomiendo "Codigo Rojo" que ya lo he leído.
Actualmente y gracias al Olentzero tengo "Un paso al frente". Estoy enganchada por la página 90. Por lo que he leído también recomiendo su lectura.
Reconoce que Elena nunca sería reina por lo que ya sabemos , los tres hijos de Sofía son bobos .
Lentos , sin gracia ni don de la palabra , además pijos a la enésima potencia .
Los tres se han casado fatal . El que peor se ha casado es Felipe , cosa alucinante pues es el que debe dar el callo por la familia entera . Qué más quieren ? Esto se caerá por su propio peso .
Para lo que hay que escuchar desde que existen los mensajes del rey, mejor ver una peli, menos tópicos y lugares comunes.
La Nochebuena no tan buena en La Zarzuela
JAIME PEÑAFIEL 26/12/2016
La Nochebuena en La Zarzuela se celebraba, como millones de españoles lo hacen, en familia. Hasta que los problemas de toda índole, incluidos los judiciales, alteraron por completo la cena navideña.
Fue Letizia quien, en 2014, rompió la tradición de que toda la Familia Real cenara junta esa noche.
Lejos de comer las exquisitas perdices de Orellana que, desde hacía años, recibían, la consorte decidió que esa noche la pasaría con los suyos.
Fue el año en el que la infanta Pilar organizó la cena en su casa de Puerta de Hierro. No era la primera vez que la hermana de don Juan Carlos recogía los restos del naufragio familiar abriendo su casa en Nochebuena.
Pero, el año pasado, la diáspora se llevó por delante incluso a don Juan Carlos y doña Sofía, que sí estuvieron el año anterior.
No hubo manera de saber, al menos este periodista, donde cenaron los reyes eméritos, por más que se preguntara a La Zarzuela, que no suele informar de asuntos privados. Que no lo son. No es de recibo ignorar dónde cenaron pero, sobre todo, junto a quienes compartieron la noche más ‘familiar’ del año, en la que las ausencias están dolorosamente presentes.
De lo que no hay la menor duda es que el palacio de La Zarzuela no será ya, nunca, escenario de las grandes nochebuenas del pasado.
Nada que ver estas con las que se vivieron no hace muchos años en ese palacio. Hasta cuarenta personas entre familias, familiares y parientes llegaban a sentarse en la mesa de los reyes.
¿Cuándo se inició la diáspora familiar? ¿Quién o quiénes han tenido la culpa? ¿Letizia? ¿Cristina e Iñaki? ¿la situación sentimental de Juan Carlos y Sofía?
Lo de Letizia puede entenderse. Prefiere cenar con los suyos, con los Ortiz Rocasolano, antes que con los Borbones, donde no es muy querida. Sucede en muchas familias.
Lo de Cristina e Iñaki es tan gordo que no se les perdona ni en Nochebuena. Suelen refugiarse junto a la madre y los hermanos de Iñaki, en la casa materna.
Pero ninguna tan dramática como la vivida en el año 2001. Jaime Marichalar, de 38 años, esposo todavía de la infanta Elena, ingresaba, el día 22 de diciembre, a las 19.30, en el hospital madrileño Gregorio Marañón, tras sufrir un ictus, cuando hacía deporte en el gimnasio al que acudía habitualmente cerca de su casa. Inmediatamente, una ambulancia le trasladó al hospital, donde llegó escoltado por varios vehículos policiales.
Sorprende que doña Sofía, a pesar de la dramática situación, decidiera celebrar la Nochebuena. Para ello, convocó a toda la familia en La Zarzuela. No hay que olvidar que el príncipe Felipe se había visto obligado a renunciar, hacía solo ocho días, porque su padre el rey Juan Carlos se lo había exigido, a su amor por Eva Sannum, cuando pensaba anunciar su boda. Por esta triste circunstancia, la reina deseaba arropar a su muy amadísimo hijito con la presencia de toda la familia. A pesar del ictus de Jaime, no quiso anular la cena de Nochebuena que resultó no ser tan buena.
Mientras la Familia Real se reunía casi al completo, la infanta Elena permanecía a solas “con el medio ser que era en aquellos momentos su hombre, demostrando la bravura callada que han tenido siempre las mujeres de los borbones”.
“Aquella Nochebuena la infanta Elena se parecía a su dolor y era la amante de Teruel en llamas, como una mujer ventenera y llorandera por el doncel de Sigüenza tras la cristalera de una UVI hospitalaria, pasando la noche más crítica del año al costado de su hombre cuando él era más sepultura que cadáver”, escribió Francisco Umbral en El Mundo.
En esas horas de la noche navideña aún no se sabía si Jaime saldría de estas y como. Podía suceder cualquier cosa. Hasta morir. Por eso, allí estaba ella, a los pies del marido ausente y presentísimo. “A esas horas de la madrugada es cuando de verdad se estaba casando con sentimiento y dolor con Jaime. Mucho más que en la trianera boda sevillana”.
El general Sabino, queridísimo e inolvidable amigo que se fue, me diría que los Borbones no se quieren entre ellos. De no ser así, la Familia Real no hubiera estado reunida en torno a la mesa navideña, como si nada pasara estando pasando tanto, mientras la Infanta velaba a su hombre, que en esos momentos se debatía entre la muerte o la muerte en vida, con una serie de flecos que le amargarían la existencia. Tuvo que aprender a respirar, a caminar y a vivir. Pero todo era imprevisible.
La Nochebuena no era tampoco tan buena. Porque cada cual tenía su sufrimiento. El de los Reyes por el dolor de la hija; el Príncipe, por ese infierno que estaba viviendo de no poder amar; porque si el amor nunca tiene razones, la falta de amor, tampoco. Y en el caso de Felipe, aquella noche, menos todavía. Posiblemente los Reyes pensaban con Shakespeare “podéis hacerme abdicar de mi gloria y de mi estado pero no de mis tristezas. Todavía soy rey de mis amarguras”.
Y el resto de los familiares invitados, sin saber cómo comportarse, como suele suceder. Porque se puede compartir el pan, el vino y la sal pero nunca el dolor. La tristeza y la desdicha humana tienen matices múltiples: nunca se encuentra el mismo matiz de dolor.
Por eso, aquella Nochebuena, tan mala en La Zarzuela, se cenó “con el rigor y la bravura callada que han tenido siempre las mujeres de los Borbones”. Aquella noche, la infanta que no abandonó el hospital en ningún momento, llegó a cubrir el cristal de la UVI de fotografías de sus hijos, para que, cuando se despertara su marido, fuera lo primero que viera.
¡Que triste que todo acabara como acabó años después!
republica.com
¿En 2014 se rompió la tradición de cenar en Zarzuela?