[h=1]Sidney Toledano analiza el papel de los diseñadores en una firma de lujo[/h] jueves 31/05/2012
yodona.com
Sidney Toledano, presidente ejecutivo de Dior; el diseñador Raf Simons, recién nombrado director creativo y John Galliano ex-diseñador de la 'maison'. (Fotos: Agencias)
Desde que los fundadores de las grandes casas de moda legaran su patrimonio a profesionales ajenos a su apellido se ha discutido mucho sobre la importancia de la figura del director creativo. En algunas firmas como Prada o Versace, el peso creativo ha seguido recayendo en miembros del núcleo familiar pero otras muchas como Dior, Chanel, Gucci o Chloé han visto pasar entre sus filas a diseñadores de todo tipo y condición. Tanta es la relevancia de este cargo, que muchas veces la firma ha quedado eclipsada por la sinergia de dos grandes nombres. La historia de la moda está llena de ejemplos. Ocurrió con Tom Ford y Gucci, con Galliano y Dior o con Lagerfeld y Chanel. El debate está servido: ¿qué va antes, la firma o el diseñador?
La salida de Tom Ford, primero de la firma Gucci y luego de Yves Saint Laurent (propiedad del grupo italiano), convenció a la industria de que la larga tradición de una casa de moda pasa muy por encima del carisma de un creativo. Y el escándalo de John Galliano sirvió para recordarlo. Ahora, Sidney Toledano, presidente y director ejecutivo de Dior, analiza la relación entre una firma de lujo y un director creativo tras haber pasado un año sin un insigne modisto a cargo de la 'maison'.
El largo período transcurrido entre el despido del gibraltareño y el nombramiento de Raf Simons, convirtió a Dior en el mejor experimento para calibrar ambas fuerzas. El diario especializado Financial Times recoge las declaraciones del CEO en las que, en primer lugar, distingue entre las marcas de alta gama y las que denomina de 'lifestyle: "El rol de director artístico es muy diferente en cada caso". Mientras uno forma parte del lenguaje del marketing y debe implicarse en el acercamiento al público a través, por ejemplo, de las redes sociales, el diseñador de una firma de lujo debe preservar la tradición, los valores y la especialización. Por eso, aunque las cifras aseguraban la exitosa pervivencia de Dior (para sorpresa de todos sus beneficios se incrementaron un 21%), Toledano no se planteó prescindir de la figura del director creativo: "Nunca lo consideré. Siempre pensé que era absolutamente necesario".
El empresario advierte que las responsabilidades del puesto han variado a lo largo de los años. Si antes se esperaba que además de representar a la casa ejerciera de embajador, ahora ya no es tan importante. "Si el diseñador está de acuerdo con ello, entonces bien. Tiene que ser natural. Pero si no, puede ser contraproducente y es mejor evitarlo. Al final, el lujo se mide, no por el número de veces que la cara del diseñador aparezca publicada sino por su trabajo". Es decir, el diseñador reina pero no gobierna o lo que es lo mismo, el prudente Simons mejor que el polémico Galliano
http://www.elmundo.es/yodona/2012/05/31/moda/1338469031.html
Los sefardíes o sefaradíes (del hebreo ספרדים), 'españoles', son los descendientes de los judíos hispano-portugueses que vivieron en la península ibérica (España y Portugal) hasta 1492, y que están ligados al origen étnico hispano y a la cultura hispánica. Se calcula que en la actualidad, la comunidad sefardí alcanza los dos millones de integrantes, la mayor parte de ellos residentes en Israel, Francia, Estados Unidos y Turquía. También en México, Costa Rica, Panamá, Cuba y Sudamérica, principalmente en Argentina y Chile, llegaron judíos sefardíes que acompañaron a los conquistadores españoles y portugueses y así escaparon de las persecuciones en España.
Desde la fundación del Estado de Israel, el término sefardí se ha usado frecuentemente para designar a todos aquellos judíos de origen distinto al askenazí (judíos de origen alemán, ruso o centroeuropeo). En esta clasificación se incluye a los judíos de origen árabe, de Persia, Armenia, Georgia, Yemen e incluso India, que no guardan ningún vínculo con la cultura hispánica que distingue a los sefardíes. La razón por la cual se utiliza el término indistintamente es por las grandes similitudes en el rito religioso y la pronunciación del hebreo que los sefardíes guardan con las poblaciones judías de los países antes mencionados, características que no se comparten con los judíos askenazíes. Por eso hoy en día se hace una tercera clasificación de la población judía, la de los mizrahim (del hebreo מזרחים 'Oriente'), para garantizar que el término «sefardí» haga alusión exclusivamente a ese vínculo antiguo con la península ibérica.
Los judíos desarrollaron prósperas comunidades en la mayor parte de las ciudades españolas. Destacan las comunidades de las ciudades de Toledo, Burgos, Sevilla, Córdoba, Jaén, Ávila, Granada, León, Segovia, Soria, Vitoria y Calahorra. En la Corona de Aragón, las comunidades (o Calls) de Zaragoza, Gerona, Barcelona, Tarragona, Valencia, y Palma de Mallorca se encuentran entre las más prominentes. Algunas poblaciones, como Lucena, Hervás, Ribadavia, Ocaña y Guadalajara, estaban habitadas principalmente por judíos. De hecho, Lucena estuvo habitada exclusivamente por judíos durante siglos en la Edad Media.
En Portugal, de donde muchas ilustres familias sefardíes son originarias, se desarrollaron comunidades activas en las ciudades de Lisboa, Évora, Beja y en la región de Trás-os-Montes.
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Desde que los fundadores de las grandes casas de moda legaran su patrimonio a profesionales ajenos a su apellido se ha discutido mucho sobre la importancia de la figura del director creativo. En algunas firmas como Prada o Versace, el peso creativo ha seguido recayendo en miembros del núcleo familiar pero otras muchas como Dior, Chanel, Gucci o Chloé han visto pasar entre sus filas a diseñadores de todo tipo y condición. Tanta es la relevancia de este cargo, que muchas veces la firma ha quedado eclipsada por la sinergia de dos grandes nombres. La historia de la moda está llena de ejemplos. Ocurrió con Tom Ford y Gucci, con Galliano y Dior o con Lagerfeld y Chanel. El debate está servido: ¿qué va antes, la firma o el diseñador?
La salida de Tom Ford, primero de la firma Gucci y luego de Yves Saint Laurent (propiedad del grupo italiano), convenció a la industria de que la larga tradición de una casa de moda pasa muy por encima del carisma de un creativo. Y el escándalo de John Galliano sirvió para recordarlo. Ahora, Sidney Toledano, presidente y director ejecutivo de Dior, analiza la relación entre una firma de lujo y un director creativo tras haber pasado un año sin un insigne modisto a cargo de la 'maison'.
El largo período transcurrido entre el despido del gibraltareño y el nombramiento de Raf Simons, convirtió a Dior en el mejor experimento para calibrar ambas fuerzas. El diario especializado Financial Times recoge las declaraciones del CEO en las que, en primer lugar, distingue entre las marcas de alta gama y las que denomina de 'lifestyle: "El rol de director artístico es muy diferente en cada caso". Mientras uno forma parte del lenguaje del marketing y debe implicarse en el acercamiento al público a través, por ejemplo, de las redes sociales, el diseñador de una firma de lujo debe preservar la tradición, los valores y la especialización. Por eso, aunque las cifras aseguraban la exitosa pervivencia de Dior (para sorpresa de todos sus beneficios se incrementaron un 21%), Toledano no se planteó prescindir de la figura del director creativo: "Nunca lo consideré. Siempre pensé que era absolutamente necesario".
El empresario advierte que las responsabilidades del puesto han variado a lo largo de los años. Si antes se esperaba que además de representar a la casa ejerciera de embajador, ahora ya no es tan importante. "Si el diseñador está de acuerdo con ello, entonces bien. Tiene que ser natural. Pero si no, puede ser contraproducente y es mejor evitarlo. Al final, el lujo se mide, no por el número de veces que la cara del diseñador aparezca publicada sino por su trabajo". Es decir, el diseñador reina pero no gobierna o lo que es lo mismo, el prudente Simons mejor que el polémico Galliano
http://www.elmundo.es/yodona/2012/05/31/moda/1338469031.html
Los sefardíes o sefaradíes (del hebreo ספרדים), 'españoles', son los descendientes de los judíos hispano-portugueses que vivieron en la península ibérica (España y Portugal) hasta 1492, y que están ligados al origen étnico hispano y a la cultura hispánica. Se calcula que en la actualidad, la comunidad sefardí alcanza los dos millones de integrantes, la mayor parte de ellos residentes en Israel, Francia, Estados Unidos y Turquía. También en México, Costa Rica, Panamá, Cuba y Sudamérica, principalmente en Argentina y Chile, llegaron judíos sefardíes que acompañaron a los conquistadores españoles y portugueses y así escaparon de las persecuciones en España.
Desde la fundación del Estado de Israel, el término sefardí se ha usado frecuentemente para designar a todos aquellos judíos de origen distinto al askenazí (judíos de origen alemán, ruso o centroeuropeo). En esta clasificación se incluye a los judíos de origen árabe, de Persia, Armenia, Georgia, Yemen e incluso India, que no guardan ningún vínculo con la cultura hispánica que distingue a los sefardíes. La razón por la cual se utiliza el término indistintamente es por las grandes similitudes en el rito religioso y la pronunciación del hebreo que los sefardíes guardan con las poblaciones judías de los países antes mencionados, características que no se comparten con los judíos askenazíes. Por eso hoy en día se hace una tercera clasificación de la población judía, la de los mizrahim (del hebreo מזרחים 'Oriente'), para garantizar que el término «sefardí» haga alusión exclusivamente a ese vínculo antiguo con la península ibérica.
Los judíos desarrollaron prósperas comunidades en la mayor parte de las ciudades españolas. Destacan las comunidades de las ciudades de Toledo, Burgos, Sevilla, Córdoba, Jaén, Ávila, Granada, León, Segovia, Soria, Vitoria y Calahorra. En la Corona de Aragón, las comunidades (o Calls) de Zaragoza, Gerona, Barcelona, Tarragona, Valencia, y Palma de Mallorca se encuentran entre las más prominentes. Algunas poblaciones, como Lucena, Hervás, Ribadavia, Ocaña y Guadalajara, estaban habitadas principalmente por judíos. De hecho, Lucena estuvo habitada exclusivamente por judíos durante siglos en la Edad Media.
En Portugal, de donde muchas ilustres familias sefardíes son originarias, se desarrollaron comunidades activas en las ciudades de Lisboa, Évora, Beja y en la región de Trás-os-Montes.