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El marxismo cultural está hundiendo a Europa – Vanesa Vallejo

La técnica es la misma, inventar un problema, victimizar a un grupo y luego presentarse como un mesías liberador

Por Vanesa Vallejo El May 29, 2018

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El marxismo cultural está hundiendo a Europa (IB)

El marxismo se sostiene creando problemas en donde no los hay. Conquista seguidores gracias a que crea antagonías entre supuestos grupos oprimidos y grupos opresores.

El primer conflicto que inventó fue el de obrero vs patrón, el marxismo clásico le decía a los pobres que su situación era culpa de los dueños de los medios de producción. Así, el sueño de Marx era que los obreros del mundo se unieran en contra del capitalismo.

Pero hoy con ese discurso, en Europa por lo menos, donde se goza de cierto nivel de bienestar y donde lo que más quiere un obrero es ser contratado por una multinacional, no van a conseguir mucho. Y la izquierda desde hace bastante se dio cuenta de esto, por eso tuvo que reinventarse, su nueva arma es el marxismo cultural.

La técnica es la misma, inventar un problema, victimizar a un grupo y luego presentarse como un mesías liberador. Eso sí, tuvieron que buscar nuevos sujetos revolucionarios, porque los obreros ya no los van a apoyar para tumbar el sistema que más prosperidad ha traído.

El campo de batalla principal ahora no es el económico, sino el cultural. Los nuevos sujetos revolucionarios son las mujeres, los jóvenes, los negros, los homosexuales, los indígenas, los inmigrantes, etc. El objetivo último es destruir la cultura occidental con sus instituciones como la familia y la religión, y así conseguir la caída del capitalismo. Han entendido que este no se mantiene si no hay ciertos valores y estilos de vida.

No me voy a extender más explicando la estrategia y voy a pasar a mostrar algunos hechos que dejan claro que la izquierda ha establecido una dictadura cultural. Incluso la justicia ha sido tomada por la estrategia izquierdista.

Una de las pruebas más aterradoras de que el marxismo cultural, vía feminismo, ya ha establecido una tiranía y que incluso la justicia cede ante sus presiones, es el caso de “la manada” en España. Cinco hombres fueron condenados a nueve años de prisión por “abuso sexual continuado”. Los magistrados que llevaron el caso incluso reconocieron que no consideran que haya habido violencia ni intimidación, pero dicen que sí hubo un “consentimiento viciado” y por eso el delito sería abuso sexual.

Lo particular del caso es que hay vídeos que prueban que la mujer entró al lugar donde se desarrollaron los hechos, por cuenta propia. Que incluso ante la pregunta de uno de los hombres sobre si quería ser penetrada dijo “sí”. También queda en evidencia en el material audiovisual que la mujer participó activamente del acto sexual y, además, en el juicio la joven reconoció que nunca dijo “no”.

A pesar de todo esto, los jueces no fueron capaces de dejar en libertad a los jóvenes. La presión de las feministas y los medios de comunicación que le hacen el juego fue brutal, y por cuenta de su dictadura, cinco hombres que hicieron una orgía con una desconocida, y que pueden ser unos sucios, pero que no son unos violadores ni obligaron a esta española a hacer nada, están en la cárcel.

Este caso marca un punto de inflexión. De ahora en adelante si una mujer dice que fue violada, no importa que incluso haya vídeos de lo ocurrido en donde quede claro que ella quería, quien siempre va a perder es el hombre. La izquierda se ha ganado el voto de muchas mujeres diciéndoles que no son responsables de sus actos y que cualquier cosa que les ocurra es culpa del patriarcado.

Pero esto pasa siempre y cuando el hombre no sea un inmigrante árabe, de hecho, si es musulmán parece que tiene incluso derecho a violar. La explicación de esta extraña conducta de la izquierda y su obsesión por el multiculturalismo que los lleva a defender a violadores si estos son inmigrantes, es que en el fondo todo hace parte de una estrategia para acabar con la cultura occidental.

No attacan a los musulmanes, sin importar lo que hagan, porque ganan seguidores con su multiculturalismo, pero además y fundamentalmente los ven como un aliado para acabar con occidente y sus instituciones evolutivas.

A finales de 2016, también en España, cuatro hombres de nacionalidad marroquí violaron a una turista danesa a la que luego dejaron tirada en una calle de Gran Canarias. Los vídeos obtenidos de las cámaras de seguridad de los lugares aledaños muestran que la mujer fue llevada por la fuerza a una calle sola donde a pesar de su oposición firme fue violada por un hombre, luego tres amigos más del violador llegaron para abusar de la mujer mientras esta estaba inconsciente.

Los vídeos también muestran que después llegó al lugar un quinto hombre que intentó abusar de la mujer pero esta vez ella pudo defenderse y después de varios minutos de forcejeo logró escaparse.

A finales de 2017 cuando por fín tenía lugar el juicio, el juzgado de guardia de San Bartolomé de Tirajana, los dejó en libertad con medidas cautelares. ¿Por qué el mundo entero no se dio cuenta de este hecho como sí sucedió con “la manada”? ¿Donde estaban por esos días Podemos y las feministas militantes? ¿Qué hizo que en este caso no presionaran para que estos hombres fueran a la cárcel cuando aquí sí hay pruebas claras de una violación?

Pero este no es un caso aislado, ocurre en toda Europa, de manera sistemática las autoridades ocultan las violaciones y abusos sexuales cometidos por musulmanes.

Este viernes 25 de mayo lo que estoy diciendo ha quedado completamente claro cuando Tommy Robinson, fundador de la ‘English Defence League’ quien se desempeña como periodista de investigación y lleva años denunciando la islamización de la que es víctima Reino Unido, fue arrestado tras ser acusado de alterar el orden público mientras cubría a las afueras del tribunal de Leeds el juicio de 29 paquistaníes acusados de numerosas violaciones.

Con toda razón, Robinson se dirigía a su audiencia diciendo que ningún otro medio de comunicación estaba reportando el hecho. Tras una hora de streaming, varios agentes se le acercaron para proceder a su detención por “perturbar la paz fomentando la islamofobia”.

“¿Puede conseguirme un abogado? Esto es ridículo, no he dicho ni una palabra. No he hecho nada”, decía el periodista mientras era capturado. “Muchas personas han jurado matarme e incluso matar a mi familia y siguen en la calle. Yo no he dicho nada y me han detenido”, insistió sin resultado alguno.

Pues mientras en España tardan años en juzgar a los violadores árabes y luego los dejan en libertad, en Reino Unido se denuncian constantemente toqueteos y abusos sexuales por parte de musulmanes y las autoridades no hacen nada.

Y en Alemania, según datos de la Oficina de la Policía Federal, los crímenes de índole sexual cometidos por extranjeros pasaron de los 599 en 2013 hasta los 2.790 en 2016, coincidiendo con el punto álgido de la crisis migratoria, y se denuncia constantemente y sin respuesta por parte de la justicia a grupos de musulmanes que tocan a las mujeres en las calles, Robinson ya fue juzgado y condenado a 13 meses de cárcel por cubrir un juicio contra musulmanes violadores.

La noticia de lo sucedido con Robinson y su sentencia no ha salido en ninguno de los grandes medios de comunicación de Reino Unido porque las autoridades han prohibido hablar al respecto, así como tenían prohibido informar sobre el juicio contra los musulmanes.

He citado en esta columna solo unos pocos casos de cómo la izquierda a través del feminismo y el multiculturalismo se ha tomado Europa y parece haber convertido a sus habitantes en suicidas. Pero son muchos los frentes y cientos los casos que dejan claro que el marxismo cultural está hundiendo al continente europeo.

Fuente: Panampost



Vanesa Vallejo

Vanesa Vallejo es economista de la Universidad del Valle. Paleolibertaria, columnista, influenciadora en redes sociales y periodista de opinión en RCN Radio. Síguela @VanesaVallejo3.
 
DELANTE LA FE
La verdad completa
08/06/18 6:56 PMpor Augusto Espíndola

Probablemente sea hoy un poco menos tonto que ayer. Esto es así como resultado de la autoimposición que consiste en no persistir en el error una vez que lo detecto, por más cómoda que me resulte esa creencia equivocada, incluso, hasta cuando mucho sacrificio puede haberme costado el alcanzarla. Y es que ser fiel a uno mismo es tal vez uno de los trabajos más difíciles, porque cuando uno hace concesiones consigo mismo, es cuando está verdaderamente perdido.

A veces tardamos mucho tiempo en integrarnos a un grupo de personas en el cual nos sentimos realmente a gusto, con quién compartimos no solamente intereses similares, sino hasta cierta comunión espiritual. Lo más satisfactorio de pertenecer a esos grupos, o mejor dicho, lo más desestresante de estar con ellos, es el no tener que forzar constantemente la virtud de la prudencia hasta límites que rondan la insania, como lo tenemos que hacer en los ámbitos no elegidos pero inevitables como son los laborales u otros sociales, en los cuales la inmensa falta de sentido común nos llevan a callarnos frecuentemente para no tirar perlas a los cerdos como también para no desbordarnos y cometer torpezas.

Pero resulta que incluso en esos ambientes en los que tan a gusto nos sentimos, tenemos que ser intelectualmente honestos tanto para reconocer la verdad aunque no nos guste y hasta de quien no nos guste, así como para decirla aunque NO guste; ya que esa honestidad primero se la debemos a Dios y por consiguiente a la caridad con el que yerra, pero también nos la debemos cuando decimos que queremos ser fieles a nosotros mismos.

Ahora, sucede que cuando encontramos ese grupo con esas importantes afinidades, como nos pasa por ejemplo en lo referente a lo religioso; o político (todavía más difícil); resulta que descubrimos algunas cuestiones que nos obligan a replantearnos muchas de las creencias en las que nos sentíamos seguros, siendo incluso ellas con las cuales coincidíamos en el grupo. Esto lo digo no genéricamente, sino como experiencia personal y sabiendo que también le pasa a muchas personas. Por si hace falta aclarar, no me refiero a cuestiones dogmáticas, o en lo que de inmutable pueda tener la doctrina religiosa en ese sentido. Así pues, si estudiando la historia descubrimos que nuestros referentes (y los del grupo) se equivocaron más de lo que pensábamos, o tal vez, ni siquiera merecen que sean considerados referentes; entonces, ¿cómo deberíamos encarar el tema para no escandalizar a quienes apreciamos y con quién tan bien nos sentimos y al mismo tiempo permanecer fieles a nuestra propia conciencia? Y es que cuando empezamos a estudiar un poco más los temas que son precisamente los que parecerían ser los que dan cohesión al grupo, descubrimos que las situaciones no eran tan simples como pensábamos. Resulta entonces que mientras afianzamos nuestros conocimientos, así como nuestro discernimiento en cuestiones que resultan las que más incomodidades generan, igualmente se nos presenta la disyuntiva entre mantener la boca cerrada (en el ámbito en el que uno debería precisamente sentirse confiado), o compartir la información y hasta corregir a los amigos que están en el error en algún aspecto, sabiendo de antemano que a veces hay verdades que son difíciles de digerir y pueden resultar chocantes hasta el punto de generar grandes molestias por sacudir las seguridades de algunos, como también nos pasó a nosotros en algunas oportunidades. Y sabiendo que nuestra primera reacción ante verdades incómodas fue el ponernos a la defensiva, debemos entender cuando es esa la actitud que toman las personas a quienes tratamos de hacer salir de su error. Cuando hablo de errores no me refiero a posturas o conclusiones discutibles, sino a hechos concretos y comprobables que necesariamente conducen a determinadas y únicas conclusiones y no son simplemente motivo de especulaciones. Con respecto a los demás, no queda más que tener paciencia y asumir las consecuencias de decir, sostener y defender la verdad. Si esa es realmente nuestra decisión, debemos saber que la misma necesariamente conduce a la soledad, y aún más hoy cuando la mentira es social e institucionalizada, así como científicamente implantada en las mentes y corazones de las masas democráticas, a las que en algún momento también pertenecimos y de la que seguramente nos quedan resabios ya que de una manera u otra, todos somos hijos de nuestro tiempo, que mucho tiene que ver con la revolución. Queda claro entonces que no se busca el estar solo, o la discusión con ánimo de hacer prevalecer una postura, sino que esto resulta como consecuencia no querida pero inherente a la búsqueda y defensa de la verdad. Si la democracia acabó con la vida de Sócrates, inmortalizó sin embargo su lucha y fidelidad por la búsqueda de la verdad, y Cristo fue condenado a igual pena, siendo Él la Verdad misma, veredicto también sometido al capricho de la mayoría.

Lo cierto es que héroes y santos casi siempre terminaron solos y pobres cuando no martirizados. Mucho hay que desconfiar de supuestos héroes o santos que fueron populares y exitosos según estándares mundanos, así como los que terminaron su vida como prolíferos empresarios o que buscaban honores para sí incluso hasta comprando títulos nobiliarios. Y si trágico fue el destino terreno del santo y del héroe al que admiramos, hipócritas seríamos al resaltar su figura pero no tratáramos de imitarlos. Por eso la verdad primero nos compele a nosotros mismos, nos obliga a rectificar el camino una vez descubierto el correcto, igualmente a retractarnos de nuestros errores y hasta a pedir disculpas si fuera necesario, y, entendiendo que no estamos exentos de volver a caer en ellos, comprender a los que mal conocen sin culpa de su parte. No me refiero entonces al que consciente el error una vez reconocido, o planteada la duda, sigue defendiendo una postura de la cual no tiene ninguna certeza de su veracidad. Aquí ya estaríamos hablando del pecado de la mentira o de la duda consentida.

Por si vale la aclaración, al referirnos a lo verdadero hablamos de lo que se adecúa con la realidad. No hablamos entonces como hoy se hace, de una “verdad” pragmática, que sería tal, solo en cuanto tenga algo de útil, o de una “verdad” consensual que es la que se decidiría por acuerdo de partes como sucede en la diosa democracia, que es una diosa caprichosa “creadora” no sólo de verdades circunstanciales sino hasta de realidades mutables ambas de acuerdo a la conveniencia de sus plutocrátas beneficiarios.

Establecido entonces que la verdad COMPLETA como me decía un estimado amigo, es muy difícil así como la verdad en soledad; al no traicionar nuestra propia conciencia, más allá de la recompensa eterna que Dios nos puede otorgar en la hora de nuestra muerte, también hay una terrena que es la que nos exime de silbar bajito para no molestar, práctica de las más traumáticas e incómodas que existen.

El desafío una vez alcanzada una determinada verdad, es actuar con humildad respecto de los que no la tienen, y no caer en la estupidez de muchos “sinceros” que sólo demuestran su egolatría creyéndose mejores, y en su actitud altanera no hacen más que llamar la atención con una conducta aparentemente paradójica en la que pretenden ser completamente autosuficientes mientras se esfuerzan por demostrarlo y ser reconocidos en ese aspecto.

El amigo que antes mencionaba repite frecuentemente la frase de Santa Teresa: “Prefiero la verdad en soledad que la mentira en compañía”, y defiende esa opción a pesar de mencionar lo difícil de tal empresa.

En la búsqueda advertimos que son muchas las circunstancias que creíamos verdaderas y sin embargo no lo eran, como seguramente muchas más las que iremos descubriendo de seguir investigando, y muchísimas más las que nos quedarán vedadas dada la finitud de nuestra existencia. Y así Sócrates reconocía esta limitación al decir “sólo sé que nada sé”; por lo que, como corolario podríamos decir que salvo lo proveniente de Dios, es preferible dudar de nuestras certezas cuando no se apoyan en hechos comprobables e indiscutibles. Podemos opinar y aceptar opiniones siempre y cuando estas se apoyen en hechos, los que necesariamente deben ser respetados.

Entonces al realizar consideraciones respecto de ciertos militares, gobernantes y demás políticos, incluso Pontífices como inmaculados o perversos, sin escuchar más que opiniones; o lo que es peor, concentrarnos en sus virtudes omitiendo sus vicios o a la inversa, de acuerdo a la postura y al grupo que nos interese defender; podemos pecar gravemente por soberbia, pero lo más grave, dejándonos conducir por nuestro ego eventualmente podemos hacer caer en el error a muchos, con lo que se multiplicaría nuestra responsabilidad. Y lo digo diciéndomelo primero a mí mismo. Resulta entonces por ejemplo, que Papas a los que considerábamos intachables y exentos de los errores del Concilio Vaticano II, fueron precisamente los propiciadores y precursores del mismo; y a políticos y militares a los que hoy se demoniza y hasta sirven de referencia para hablar de actos perversos y absolutistas; resultaron ser en la práctica los sostenedores de la Doctrina Social de la Iglesia. Todo esto acusándoselos incluso de falsos y hasta imposibles crímenes, para proponer como mejor alternativa, la democracia liberal, masónica y judaica a la que ellos combatieron, que es la causa del desorden que hoy parece humanamente irreversible en el mundo entero. Teniendo además en cuenta, que dicha democracia, fue la opción preferida por esos Papas, causando a los cristianos en el mundo millones de muertos por la opresión comunista, así como la propagación del veneno del liberalismo que hoy corroe nuestras sociedades y hasta destruye la misma Iglesia. Y esto lo refiero sin hacer juicios definitivos respecto a las personas mencionadas. Todo esto puede comprobarse y detallarse abundantemente.

Hay que tener en cuenta que si bien la búsqueda de la verdad completa puede producir rechazo, soledad, pobreza y hasta el martirio; ya que mencionamos a Sócrates, podemos aprender de su ejemplo de bien morir en ese sentido, al hacerlo mientras predicaba sobre la inmortalidad del alma la cual creía conseguir con el constante autoexamen para el perfeccionamiento de la misma, mientras bebía con suma tranquilidad el veneno que pondría fin a su vida.

Resulta indudable que el conocimiento de los hechos considerados en su totalidad, pueden ayudarnos a una correcta concatenación de razonamientos para conocer donde estamos parados y cómo llegamos hasta la situación en la que estamos, así como saber mejor quienes son nuestros amigos y nuestros enemigos, y de igual manera reconocer quienes fueron realmente referentes dignos de imitar a pesar de sus flaquezas o quienes no lo fueron a pesar de sus aciertos. Todo esto sin olvidar que esas verdades, muy importantes sin lugar a dudas, son solo destellos de la Verdad con mayúscula, Verdad que es al mismo tiempo Camino y Vida, y es la que proviene de Dios y de hecho es Dios mismo en la persona de Cristo. Entonces lejos de justificar nuestras torpezas recurriendo al “yo soy yo y mis circunstancias”, sostenemos con el filósofo español José Corts Grau la primacía de lo sobrenatural refutando esa frase de Ortega y Gasset, afirmando que “Yo soy yo y mi raíz y mi destino”, es decir, “Dios y yo”…, agregando luego que “Dios no es para el hombre una limitación negativa, un suspicaz y mezquino vigilante, sino un amoroso esclarecedor, el secreto y la meta de una perfección sin límites”: Buscamos en definitiva, alcanzar ese objetivo.

Concluimos entonces que la búsqueda sincera, rigurosa y hasta esforzada del esclarecimiento de los acontecimientos de la Historia que determinaron y condujeron a nuestra realidad actual (oscura y esjatológica), no sólo es importante, sino que hasta sirve para templarnos y prepararnos para el verdadero desafío consistente en la fidelidad y defensa de esa Verdad Superior, de esa Verdad Encarnada y hoy olvidada y hasta escarnecida, pero que es la única que le da sentido a nuestra existencia, Verdad salvífica e infinita. Y si somos capaces de ser fieles en esa búsqueda primera a la que podríamos considerar “en lo poco” sin restarle importancia, seguramente seremos capaces de ser “fieles en lo mucho”.

AUGUSTO ESPÍNDOLA[/paste:font]
Casado hace 23 años, padres de 2 hijos. Procurador, (título en Derecho), profesor de inglés. Responsable y director del portal Nacionalismo Católico San Juan Bautista, articulista y expositor.

 
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