Los desplantes de Letizia al rey felipe VI

Imagino que ya estará subido en el hilo del evento, (pero como no lo he leído entero porque me dá pereza), lo cuelgo aquí....Por fin se empieza a mirar más arriba, al verdadero y único culpable....


https://www.republica.com/reino-de-corazones/2017/11/27/la-culpa-no-la-tiene-ella/

La culpa no la tiene ella.
Jaime Peñafiel.

Letizia.jpg



Cuando aún no se habían extinguido los ecos de la polémica actuación de Letizia, durante su estancia en el México de sus amores, la consorte vuelve a dar la nota.

En esta ocasión, no por su comportamiento cuando presidía la Cumbre Mundial de Líderes contra el Cáncer, marcándose unos pasos de baile, pero que muy chulos, como una gachupina picantona, con un cantante rapero que la agarró por el hombro desnudo. Y, además, en presencia del propio presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, que no daba crédito a lo que estaba viendo. No por eso. Esta semana, el motivo ha sido su polémico y ridículo atuendo, luciendo piernas y brazos, de los que parece estar orgullosa, en un acto al que también asistía Felipe.

Se trataba de un modelito mini, muy mini, de volantes blancos, estilo charlestón, que dejaba ver, en toda la extensión su bien tonificadas piernas, sus hombros y brazos musculosos. “A costa de levantar ampollas entre los partidarios de un mayor decoro regio”, como escribía mi compañera Consuelo Font en la Otra Crónica de El Mundo. A lo peor, querida, es lo que ella, con esta falta de pudor, pretende. Y todos caemos en su provocación. Unos para alabarla; otros, criticarla.

Reconozco que no somos justos en nuestras críticas. Y, además, no lo hemos sido nunca, centrando nuestros comentarios y descalificaciones sobre Letizia cuando el único responsable de las polémicas actuaciones de la consorte es… Felipe. Posiblemente, porque carece de la mínima influencia sobre su esposa. Incapaz de reconducir su manera de ser y de comportarse.

Estarán de acuerdo conmigo, no ser de recibo que cada comparecencia de la consorte, en solitario o acompañándole, la atención se centre, tan sólo, en ella.

Nadie entiende como el pasado miércoles, en la entrega de los premios de periodismo “Francisco Cerecedo”, Felipe no le advirtiera, al verla vestida de tan ridícula manera, demasiado corta para su edad y categoría “Así, no puedes ir”.

Bien sabía él lo que iba a suceder. Porque “nada más desprenderse de su capa negra, todos los presentes se quedaron obnubilados”, como reconoce Consuelo.

Pienso que Felipe ha perdido la batalla. Y la perdió el 6 de noviembre de 2003, cuando, en el transcurso de la ceremonia de pedida en el Palacio de El Pardo, Letizia se revolvió, sin poder contener la contrariedad por el atrevimiento de Felipe de interrumpirle su parlamento, para decirle con nada disimulada ira “¡Déjame terminar…!”

Era la primera vez que esto le sucedía a él y, además, en público. Aunque lo disimuló con una forzada sonrisa, se sintió muy mal. Ese día y ante la prensa del mundo entero, Letizia demostró que, independiente de ser una mujer de fortísimo carácter, es… una mandona.

Que puede ser un defecto o una virtud. Depende del momento. En aquellos y en presencia de los Reyes y de toda la Familia Real, demostró que los pantalones le sientan pero que muy bien. En El Pardo se manifestó tal cual es. Porque no sólo le hizo callar sino que tampoco tuvo inconveniente en interrumpirle, otra vez, cuando intentaba hablar de los regalos apuntándole: “¡Ahora… dilo!”.

Ese día, Felipe perdió y Letizia… ganó. De todas formas la culpa de su comportamiento la tiene él y sólo él incapaz de reconducir ese carácter que amenaza con acabar con el matrimonio o con la Monarquía que es peor. Y somos injustos culpando siempre a ella.
 
Imagino que ya estará subido en el hilo del evento, (pero como no lo he leído entero porque me dá pereza), lo cuelgo aquí....Por fin se empieza a mirar más arriba, al verdadero y único culpable....


https://www.republica.com/reino-de-corazones/2017/11/27/la-culpa-no-la-tiene-ella/

La culpa no la tiene ella.
Jaime Peñafiel.

Letizia.jpg



Cuando aún no se habían extinguido los ecos de la polémica actuación de Letizia, durante su estancia en el México de sus amores, la consorte vuelve a dar la nota.

En esta ocasión, no por su comportamiento cuando presidía la Cumbre Mundial de Líderes contra el Cáncer, marcándose unos pasos de baile, pero que muy chulos, como una gachupina picantona, con un cantante rapero que la agarró por el hombro desnudo. Y, además, en presencia del propio presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, que no daba crédito a lo que estaba viendo. No por eso. Esta semana, el motivo ha sido su polémico y ridículo atuendo, luciendo piernas y brazos, de los que parece estar orgullosa, en un acto al que también asistía Felipe.

Se trataba de un modelito mini, muy mini, de volantes blancos, estilo charlestón, que dejaba ver, en toda la extensión su bien tonificadas piernas, sus hombros y brazos musculosos. “A costa de levantar ampollas entre los partidarios de un mayor decoro regio”, como escribía mi compañera Consuelo Font en la Otra Crónica de El Mundo. A lo peor, querida, es lo que ella, con esta falta de pudor, pretende. Y todos caemos en su provocación. Unos para alabarla; otros, criticarla.

Reconozco que no somos justos en nuestras críticas. Y, además, no lo hemos sido nunca, centrando nuestros comentarios y descalificaciones sobre Letizia cuando el único responsable de las polémicas actuaciones de la consorte es… Felipe. Posiblemente, porque carece de la mínima influencia sobre su esposa. Incapaz de reconducir su manera de ser y de comportarse.

Estarán de acuerdo conmigo, no ser de recibo que cada comparecencia de la consorte, en solitario o acompañándole, la atención se centre, tan sólo, en ella.

Nadie entiende como el pasado miércoles, en la entrega de los premios de periodismo “Francisco Cerecedo”, Felipe no le advirtiera, al verla vestida de tan ridícula manera, demasiado corta para su edad y categoría “Así, no puedes ir”.

Bien sabía él lo que iba a suceder. Porque “nada más desprenderse de su capa negra, todos los presentes se quedaron obnubilados”, como reconoce Consuelo.

Pienso que Felipe ha perdido la batalla. Y la perdió el 6 de noviembre de 2003, cuando, en el transcurso de la ceremonia de pedida en el Palacio de El Pardo, Letizia se revolvió, sin poder contener la contrariedad por el atrevimiento de Felipe de interrumpirle su parlamento, para decirle con nada disimulada ira “¡Déjame terminar…!”

Era la primera vez que esto le sucedía a él y, además, en público. Aunque lo disimuló con una forzada sonrisa, se sintió muy mal. Ese día y ante la prensa del mundo entero, Letizia demostró que, independiente de ser una mujer de fortísimo carácter, es… una mandona.

Que puede ser un defecto o una virtud. Depende del momento. En aquellos y en presencia de los Reyes y de toda la Familia Real, demostró que los pantalones le sientan pero que muy bien. En El Pardo se manifestó tal cual es. Porque no sólo le hizo callar sino que tampoco tuvo inconveniente en interrumpirle, otra vez, cuando intentaba hablar de los regalos apuntándole: “¡Ahora… dilo!”.

Ese día, Felipe perdió y Letizia… ganó. De todas formas la culpa de su comportamiento la tiene él y sólo él incapaz de reconducir ese carácter que amenaza con acabar con el matrimonio o con la Monarquía que es peor. Y somos injustos culpando siempre a ella.

No lo había leído, gracias @LETI-ESQUELETI . Lo he llevado al hilo de Federico para que tome nota.
 
Imagino que ya estará subido en el hilo del evento, (pero como no lo he leído entero porque me dá pereza), lo cuelgo aquí....Por fin se empieza a mirar más arriba, al verdadero y único culpable....


https://www.republica.com/reino-de-corazones/2017/11/27/la-culpa-no-la-tiene-ella/

La culpa no la tiene ella.
Jaime Peñafiel.

Letizia.jpg



Cuando aún no se habían extinguido los ecos de la polémica actuación de Letizia, durante su estancia en el México de sus amores, la consorte vuelve a dar la nota.

En esta ocasión, no por su comportamiento cuando presidía la Cumbre Mundial de Líderes contra el Cáncer, marcándose unos pasos de baile, pero que muy chulos, como una gachupina picantona, con un cantante rapero que la agarró por el hombro desnudo. Y, además, en presencia del propio presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, que no daba crédito a lo que estaba viendo. No por eso. Esta semana, el motivo ha sido su polémico y ridículo atuendo, luciendo piernas y brazos, de los que parece estar orgullosa, en un acto al que también asistía Felipe.

Se trataba de un modelito mini, muy mini, de volantes blancos, estilo charlestón, que dejaba ver, en toda la extensión su bien tonificadas piernas, sus hombros y brazos musculosos. “A costa de levantar ampollas entre los partidarios de un mayor decoro regio”, como escribía mi compañera Consuelo Font en la Otra Crónica de El Mundo. A lo peor, querida, es lo que ella, con esta falta de pudor, pretende. Y todos caemos en su provocación. Unos para alabarla; otros, criticarla.

Reconozco que no somos justos en nuestras críticas. Y, además, no lo hemos sido nunca, centrando nuestros comentarios y descalificaciones sobre Letizia cuando el único responsable de las polémicas actuaciones de la consorte es… Felipe. Posiblemente, porque carece de la mínima influencia sobre su esposa. Incapaz de reconducir su manera de ser y de comportarse.

Estarán de acuerdo conmigo, no ser de recibo que cada comparecencia de la consorte, en solitario o acompañándole, la atención se centre, tan sólo, en ella.

Nadie entiende como el pasado miércoles, en la entrega de los premios de periodismo “Francisco Cerecedo”, Felipe no le advirtiera, al verla vestida de tan ridícula manera, demasiado corta para su edad y categoría “Así, no puedes ir”.

Bien sabía él lo que iba a suceder. Porque “nada más desprenderse de su capa negra, todos los presentes se quedaron obnubilados”, como reconoce Consuelo.

Pienso que Felipe ha perdido la batalla. Y la perdió el 6 de noviembre de 2003, cuando, en el transcurso de la ceremonia de pedida en el Palacio de El Pardo, Letizia se revolvió, sin poder contener la contrariedad por el atrevimiento de Felipe de interrumpirle su parlamento, para decirle con nada disimulada ira “¡Déjame terminar…!”

Era la primera vez que esto le sucedía a él y, además, en público. Aunque lo disimuló con una forzada sonrisa, se sintió muy mal. Ese día y ante la prensa del mundo entero, Letizia demostró que, independiente de ser una mujer de fortísimo carácter, es… una mandona.

Que puede ser un defecto o una virtud. Depende del momento. En aquellos y en presencia de los Reyes y de toda la Familia Real, demostró que los pantalones le sientan pero que muy bien. En El Pardo se manifestó tal cual es. Porque no sólo le hizo callar sino que tampoco tuvo inconveniente en interrumpirle, otra vez, cuando intentaba hablar de los regalos apuntándole: “¡Ahora… dilo!”.

Ese día, Felipe perdió y Letizia… ganó. De todas formas la culpa de su comportamiento la tiene él y sólo él incapaz de reconducir ese carácter que amenaza con acabar con el matrimonio o con la Monarquía que es peor. Y somos injustos culpando siempre a ella.

Me podrías decir si ese video del baile en la cumbre del cancer al que alude Peñafiel se puede ver en algún sitio? :) Gracias.
 
Pues bueno que quizá él tengo algo de respondabilidad, pero a mí me parece que el culpable de un acto es el que lo ejecuta, las razones por las cuales se le consientan es otro cantar y creo que las desconocemos por mucho que conjeturemos.
Si yo doy una bofetada a alguien la pegona soy yo, aunque haya gente a mi alrededor que hubiese podido sujetarme, insisto ¿yo pego? yo soy la pegona y si hubiese que juzgar a alguien sería a la agresora, nunca al agredido ni al espectador, esos en todo caso serían tachados de impasibles pero nunca de culpables.
Y quiero creer que el ejemplo que he puesto se haya entendido como tal, que es un ejemplo nada más.
 
Última edición:
Me podrías decir si ese video del baile en la cumbre del cancer al que alude Peñafiel se puede ver en algún sitio? :) Gracias.
Pero... ¡qué baile! si precisamente se le ha criticado en otros muchos foros la pasividad que demostró al no unirse ni a las palmadas.
¡Así se escribe la historia!, en unos sitios dicen baile desenfrenado y en otros la tachan de estirada porque no bailó ni se unió a las palmadas. Me trae al pairo lo que hizo o dejó de hacer me limito a comentar la diversidad de opiniones.
En el trozo de vídeo que yo he visto (según mi parecer) un movimiento casi imperceptible que hace es para quitar esa mano de su hombro que por otra parte creo que sobró ese gesto por parte del cantante, pero eso ya es otra cuestión.
 
Vengativa.
Mal educada.
Resentida social.
Mal Educada.
Acomplejada.
Mal Educada.
Controladora.
Mal educada.
Frívola
Mal educada
Exhibicionista.
Vulgar.
Mal educada. Simplemente.



De carácter fuerte, nada. Es una bully de manual y si fuese el Rey quien se comportara como Kkizia, estaría el escándalo servido.


Osea es como un toro en una cacharreria....problemas seguro.
 
Esta tía se alimenta del conflicto. Es su personalidad. Así define su identidad: mediante la confrontación con todo el mundo.

Me parece alucinante que se pusiera a disertar sobre la guerra de Irak delante de todos los borbones ¡Qué prepotente y qué plasta! ¿Cómo es posible que no entendiera que en esa familia nadie tiene ganas de escucharla... ni antes, ni ahora, ni en el futuro?

Pienso que está como un cencerro y que el botijo fue lo suficientemente bobo como para no investigar con quién se iba a casar antes de proponerle matrimonio.
 
Pero... ¡qué baile! si precisamente se le ha criticado en otros muchos foros la pasividad que demostró al no unirse ni a las palmadas.
¡Así se escribe la historia!, en unos sitios dicen baile desenfrenado y en otros la tachan de estirada porque no bailó ni se unió a las palmadas. Me trae al pairo lo que hizo o dejó de hacer me limito a comentar la diversidad de opiniones.
En el trozo de vídeo que yo he visto (según mi parecer) un movimiento casi imperceptible que hace es para quitar esa mano de su hombro que por otra parte creo que sobró ese gesto por parte del cantante, pero eso ya es otra cuestión.

Yo he visto el video también y ni baile ni hostias. Está mas tiesa que el palo de una escoba, y el gesto que hace es más para quitárselo de encima que para otra cosa. Y me parece muy bien, porque es una salida de tono y una falta de respeto por parte del cantante. Que vaya a menearle al peña nieto, si tiene ganas, pero a una invitada que está representando a un pais, pues como que no toca.
 
Imagino que ya estará subido en el hilo del evento, (pero como no lo he leído entero porque me dá pereza), lo cuelgo aquí....Por fin se empieza a mirar más arriba, al verdadero y único culpable....


https://www.republica.com/reino-de-corazones/2017/11/27/la-culpa-no-la-tiene-ella/

La culpa no la tiene ella.
Jaime Peñafiel.

Letizia.jpg



Cuando aún no se habían extinguido los ecos de la polémica actuación de Letizia, durante su estancia en el México de sus amores, la consorte vuelve a dar la nota.

En esta ocasión, no por su comportamiento cuando presidía la Cumbre Mundial de Líderes contra el Cáncer, marcándose unos pasos de baile, pero que muy chulos, como una gachupina picantona, con un cantante rapero que la agarró por el hombro desnudo. Y, además, en presencia del propio presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, que no daba crédito a lo que estaba viendo. No por eso. Esta semana, el motivo ha sido su polémico y ridículo atuendo, luciendo piernas y brazos, de los que parece estar orgullosa, en un acto al que también asistía Felipe.

Se trataba de un modelito mini, muy mini, de volantes blancos, estilo charlestón, que dejaba ver, en toda la extensión su bien tonificadas piernas, sus hombros y brazos musculosos. “A costa de levantar ampollas entre los partidarios de un mayor decoro regio”, como escribía mi compañera Consuelo Font en la Otra Crónica de El Mundo. A lo peor, querida, es lo que ella, con esta falta de pudor, pretende. Y todos caemos en su provocación. Unos para alabarla; otros, criticarla.

Reconozco que no somos justos en nuestras críticas. Y, además, no lo hemos sido nunca, centrando nuestros comentarios y descalificaciones sobre Letizia cuando el único responsable de las polémicas actuaciones de la consorte es… Felipe. Posiblemente, porque carece de la mínima influencia sobre su esposa. Incapaz de reconducir su manera de ser y de comportarse.

Estarán de acuerdo conmigo, no ser de recibo que cada comparecencia de la consorte, en solitario o acompañándole, la atención se centre, tan sólo, en ella.

Nadie entiende como el pasado miércoles, en la entrega de los premios de periodismo “Francisco Cerecedo”, Felipe no le advirtiera, al verla vestida de tan ridícula manera, demasiado corta para su edad y categoría “Así, no puedes ir”.

Bien sabía él lo que iba a suceder. Porque “nada más desprenderse de su capa negra, todos los presentes se quedaron obnubilados”, como reconoce Consuelo.

Pienso que Felipe ha perdido la batalla. Y la perdió el 6 de noviembre de 2003, cuando, en el transcurso de la ceremonia de pedida en el Palacio de El Pardo, Letizia se revolvió, sin poder contener la contrariedad por el atrevimiento de Felipe de interrumpirle su parlamento, para decirle con nada disimulada ira “¡Déjame terminar…!”

Era la primera vez que esto le sucedía a él y, además, en público. Aunque lo disimuló con una forzada sonrisa, se sintió muy mal. Ese día y ante la prensa del mundo entero, Letizia demostró que, independiente de ser una mujer de fortísimo carácter, es… una mandona.

Que puede ser un defecto o una virtud. Depende del momento. En aquellos y en presencia de los Reyes y de toda la Familia Real, demostró que los pantalones le sientan pero que muy bien. En El Pardo se manifestó tal cual es. Porque no sólo le hizo callar sino que tampoco tuvo inconveniente en interrumpirle, otra vez, cuando intentaba hablar de los regalos apuntándole: “¡Ahora… dilo!”.

Ese día, Felipe perdió y Letizia… ganó. De todas formas la culpa de su comportamiento la tiene él y sólo él incapaz de reconducir ese carácter que amenaza con acabar con el matrimonio o con la Monarquía que es peor. Y somos injustos culpando siempre a ella.


En otro contexto, a mí no me parece mal que una mujer le diga a su prometido o esposo, si éste la interrumpe, "déjame terminar". El problema, es que se trataba de la pedida de mano, formalísima, de un heredero a la Corona. Donde las formas y los tiempos son otros, más protocolares, donde a todos se les espera más estrictos con la educación, el saber estar y el respeto (al menos de cara al público).
Pero con el "Ahora dí lo de..." ahí sí, Felipe quedó como un tonto. Podía haber quedado como un hombre moderno, nada machista, que no tenía empacho en que su mujer le exigiera que no la interrumpa (porque en rigor, no se interrumpe el hablar de nadie, ni hombre ni mujer). Pero quedó como un tonto en cuanto se vio que su prometida le daba "letra", le dictaba el orden en que debía decir cada cosa, etc. Quedó como si no tuviera voz ni voto. Y probablemente en aquél entonces aún no los tenía. Creo que lo ha ido forjando a fuerza, durante estos años de tanto chocar con Letizia, con JC, con Cristina y con los sucesos políticos de España.
Pero sí, la culpa es, en parte, de Felipe. Él la eligió y no se dio cuenta de que a ella le encanta desubicarse en plena comparecencia oficial.
 
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