Felipe VI: entre el mal gusto, la provocación y la pereza

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(Pongo este articulo aqui porque en el anterior hilo del tema ARCO no se puede dejar comentarios, esta cerrado)
Ruth Toledano
03/03/2019 - 20:42h
Felipe-VI-Santiago-Enrique-ARCO_EDIIMA20190303_0376_5.jpg

Ninot de Felipe VI. Obra de Santiago Sierra y Eugenio Merino expuesta en ARCO 2019 EUROPA PRESS

El escritor Mario Vargas Llosa consideró "una provocación de mal gusto" la pieza que los artistas Santiago Sierra y Eugenio Merino presentaron en la edición de ARCO que concluyó ayer: un ninot gigante de Felipe VI cuyo comprador se compromete a quemar dentro de un año. A su vez, el crítico y comisario de arte José Manuel Bonet manifestó "la pereza" que le daba hablar de esta obra. Por su parte, Juan Carlos Urroz, que se ha despedido en 2019 de la dirección de esta feria de arte pasando el relevo a la comisaria y galerista Maribel López, declaró que había otras obras en la feria por ese precio (200.000 euros) y que prefería "centrarse en lo positivo".

Para empezar por este último, cabe señalar que no hay nada más positivo, por lo que comporta de libre y enriquecedor, que el pensamiento crítico, y que crítico ha de ser un arte que no se quiera meramente decorativo o inane. De modo que, tanto la obra de Sierra y Merino (este último, creador en 2012 de la pieza en la que Franco está dentro de una nevera) como la voluntad y determinación de exponerla de la italiana Prometeo Gallery, pueden considerarse hechos artísticos, culturales, muy positivos, por cuanto generan reflexión, análisis y una tensión entre la realidad y su representación que compromete -porque extiende, controvierte y cuestiona- la realidad misma.

Comprometer la figura del monarca –cuestionar la existencia de la institución monárquica y, cuando menos, sus maneras de proceder- debiera estar, por su trascendencia política y social, es decir, en la vida común, presente no en una sino un muchas de los cientos de obras expuestas en una masiva cita con el arte contemporáneo, máxime si se desarrolla dentro de una estructura como IFEMA, que es un consorcio constituido, entre otros organismos, por la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid.

Donde hay participación pública debe haber libertad de expresión y creación y debe haber pensamiento crítico. Son deberes democráticos de la institución pública que, a su vez, son reflejo de derechos democráticos de la ciudadanía. Precisamente, ambos deberes democráticos se incumplieron en la edición de ARCO 2018, cuando fue censurada la obra ‘Presos Políticos en la España Contemporánea’, del mismo Santiago Sierra que ahora ha traído el ninot del rey. Aquella censura conculcó derechos básicos y constitucionales, como el de la libertad de expresión, y aquella obra se demuestra hoy más vigente que nunca, cuando asistimos al vergonzante juicio al que están siendo sometidos los presos políticos catalanes, que llevan ya dos ediciones de ARCO en prisión preventiva. Y la obra de hace un año enlaza con esta del ninot, dado que las intervenciones del rey Felipe VI al respecto del 1-O, así como sus alusiones a Catalunya, han sobrepasado con provocadoras creces las funciones de su jefatura, esa que le viene por línea hereditaria franquista.

Otra cosa, por no pasar por alto un aspecto del tema que ha sido también utilizado en contra de la obra de Sierra y Merino, es lo que nos parezca el precio de un ninot que además ha de ser quemado por contrato (dejando aparte que hay otras obras en ARCO que cuestan 200.000 euros y aunque la falla grande del Ayuntamiento de Valencia costara en 2017 y en 2018 170.000 euros que ni siquiera fueron pagados por un coleccionista privado sino por los fondos públicos valencianos, de los que varios suculentos pellizcos se había llevado antes, por cierto, Iñaki Urdangarín, el cuñado del Borbón que está en la cárcel por dos motivos: ser corrupto y ser chivo expiatorio de la Casa Real). Cabe reflexionar sobre los precios del arte pues tampoco debe eludirse la crítica sobre la mercantilización del hecho creativo ni el debate sobre el mundillo del arte como circuito comercial, con las servidumbres que inevitablemente conlleva la alta transacción económica.

Por algo la tradicional visita de los reyes para inaugurar ARCO evitó de manera escrupulosa que Felipe y Letizia pasaran por el stand de la galerista Ida Pisani. Nadie podría creer que en el regio disimulo que obvió la presencia de una obra que, además, mide cuatro metros y medio, Felipe y Letizia no pensaran en ella. Habría sido regio, pero en el sentido más argentino del término, que el monarca Borbón hubiera roto la fila de súbditos que le hacía la corte y se hubiera dirigido –curioso, inteligente, inquieto- a donde estaba su ninot y se hubiera plantado frente a sí mismo y hubiera estado un rato contemplado la sobredimensión de su figura, quizás hasta haberse reconocido y haber sido consciente de que, si en la representación su escala es excesiva, en la realidad lo es la medida de su representatividad. Siempre es útil mirarse en el espejo. Letizia podría haber estado a su lado. Siempre es útil enfrentarte a tu pequeñez.

Como Perú era el país invitado a ARCO 2019, hizo su paseíllo por allí el escritor Mario Vargas Llosa, que no solo está ahora hasta en la sopa (lo cual crea un hartazgo que esperemos no afecte a las ganas de leer sus novelas), sino que sentó una vez más sierva cátedra refiriéndose al "mal gusto" de la obra de Sierra y Merino. Es una expresión, "mal gusto", muy del gusto de la derecha rancia y del pijerío de la doble moral. Pero que, además, hable de mal gusto él, que disfruta con la tortura taurina, que defiende como arte el miserable espectáculo de ver vomitar sangre a un animal acorralado, acuchillado, aterrado, que aplaude el crimen de los bárbaros, es para mear y no echar gota (expresión española donde las haya). De peor gusto, mucho peor, es concentrarse con ultraderechistas, como hizo Vargas Llosa el otro día en Colón, y fotografiarse junto a Santiago Abascal, como de dudoso gusto es tener ya casi más portadas del Hola que libros publicados, posando acaramelado con la experta (en portadas del Hola) Isabel Preysler (lo sé porque me instruyo con fruición en la peluquería).

Vargas Llosa (ese defensor de España a quien, por cierto, la Hacienda española reclama unos millones, tiene alguna casa en Madrid a nombre de una sociedad holandesa y apareció en los papeles de Panamá, según él por el fallo de un "asesor") dijo que el ninot de Felipe VI es "una provocación". Sorprende que un intelectual como él obvie que es positivo que el arte sea provocador, pues provocar es estimular las ideas, desafiar el prejuicio, generar la reflexión y el debate, alentar el espíritu crítico que es consustancial a la mirada y la práctica creadoras. Una obviedad que parece mentira que desconozca el Nobel. Maribel López hubo de explicarlo a la prensa: "Es la práctica creativa de Sierra y Merino. La provocación es una de las herramientas que ambos utilizan y que han unido en esta obra, es su manera de crear". Era esperable que lo entendiera un artista de la literatura.

Para terminar con las reacciones de relumbrón que ha suscitado el ninot de Felipe VI, decir que coincido con Bonet en lo de la "pereza". A mí también me da mucha pereza. En lo que no coincido con él es en el objeto que me la provoca. Si a Bonet le produjo pereza hablar del ninot, a mí me produce pereza tener que seguir, a estas alturas de la emancipación y de la historia, hablando de un rey. Una pereza que no tendré para ir a votar en el referéndum que nos pregunte por el modelo de la jefatura del Estado español y, por tanto, por la pervivencia de la Corona. A lo mejor el resultado de esas urnas sea semejante a un gran ninot quemado
 
No puedo estar más de acuerdo con todo lo que se dice en este artículo. Y lo digo desde el mayor respeto hacia todas las opiniones de este foro, tal y como creo que demuestro desde que participo por aquí. Pero tenía que decirlo, de principio a fin este artículo refleja mi opinión.
 
Yo he estado ayer y me saqué una foto con un mechero XD

La verdad, que de todo ARCO es de las obras en las que no me he parado —salvo para hacer la foto tonta de recuerdo— y la calidad de la tela del traje es horrorosa XD parece un pijama. Me han comentado que la figura contiene una calavera ignífuga dentro, para que se conserve algo físico al quemarlo y que finalmente ha sido comprado pero que no se quemará por contrato porque básicamente, por ley no puedes obligar a alguien a quemar una imagen del Rey.

Hay muchísimas obras de calidad y varias de carácter político. Por ejemplo, la sentencia de la Gurtel impresa…

Y luego, como crítica, es un poco triste que mucha gente utilice el arte para lavar dinero negro o para decorar sin más, sin importar el concepto de Arte. Oí demasiados comentarios de «este es muy tú» o «esto para la casa de la playa» y similares, en lugar de preguntar al galerista qué había detrás o pararse a mirarlo más de tres segundos… Pero bueno, también vi a un niño identificando rápidamente a Apolo y Dafne en un boceto de Dalí y vinculándolo a Bernini, así que aún hay esperanza <3

EDITO: Lo que sí que me ENFADÓ muchísimo fue el stand de RENFE en el que han colocado una puerta de tren y «La obra más cara la pagamos entre todos», y debajo «Los grafittis son un lujo que no nos podemos permitir». Me parece extremadamente fuera de lugar que en una feria de Arte contemporáneo cojan y dejen el grafitti fuera de la categoría de Arte porque sí. Los tienen CUADRADOS.
 
A mí me dan mucha pereza esas “provocaciones” republicanas... es que es siempre igual. Parece gente que no supera etapas, que está como estancada.

No hablo de los republicanos, hablo de la gente que, como Ruth Lorenzo, escribe artículos sobre este tema tan intranscendente, por esa quimera de a ver si volvemos algún día a la situación anterior al 39... pues no, no volveremos nunca a antes del 39! Es ridículo, asumid etapas!
 
(Pongo este articulo aqui porque en el anterior hilo del tema ARCO no se puede dejar comentarios, esta cerrado)
Ruth Toledano
03/03/2019 - 20:42h
Felipe-VI-Santiago-Enrique-ARCO_EDIIMA20190303_0376_5.jpg

Ninot de Felipe VI. Obra de Santiago Sierra y Eugenio Merino expuesta en ARCO 2019 EUROPA PRESS

El escritor Mario Vargas Llosa consideró "una provocación de mal gusto" la pieza que los artistas Santiago Sierra y Eugenio Merino presentaron en la edición de ARCO que concluyó ayer: un ninot gigante de Felipe VI cuyo comprador se compromete a quemar dentro de un año. A su vez, el crítico y comisario de arte José Manuel Bonet manifestó "la pereza" que le daba hablar de esta obra. Por su parte, Juan Carlos Urroz, que se ha despedido en 2019 de la dirección de esta feria de arte pasando el relevo a la comisaria y galerista Maribel López, declaró que había otras obras en la feria por ese precio (200.000 euros) y que prefería "centrarse en lo positivo".

Para empezar por este último, cabe señalar que no hay nada más positivo, por lo que comporta de libre y enriquecedor, que el pensamiento crítico, y que crítico ha de ser un arte que no se quiera meramente decorativo o inane. De modo que, tanto la obra de Sierra y Merino (este último, creador en 2012 de la pieza en la que Franco está dentro de una nevera) como la voluntad y determinación de exponerla de la italiana Prometeo Gallery, pueden considerarse hechos artísticos, culturales, muy positivos, por cuanto generan reflexión, análisis y una tensión entre la realidad y su representación que compromete -porque extiende, controvierte y cuestiona- la realidad misma.

Comprometer la figura del monarca –cuestionar la existencia de la institución monárquica y, cuando menos, sus maneras de proceder- debiera estar, por su trascendencia política y social, es decir, en la vida común, presente no en una sino un muchas de los cientos de obras expuestas en una masiva cita con el arte contemporáneo, máxime si se desarrolla dentro de una estructura como IFEMA, que es un consorcio constituido, entre otros organismos, por la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid.

Donde hay participación pública debe haber libertad de expresión y creación y debe haber pensamiento crítico. Son deberes democráticos de la institución pública que, a su vez, son reflejo de derechos democráticos de la ciudadanía. Precisamente, ambos deberes democráticos se incumplieron en la edición de ARCO 2018, cuando fue censurada la obra ‘Presos Políticos en la España Contemporánea’, del mismo Santiago Sierra que ahora ha traído el ninot del rey. Aquella censura conculcó derechos básicos y constitucionales, como el de la libertad de expresión, y aquella obra se demuestra hoy más vigente que nunca, cuando asistimos al vergonzante juicio al que están siendo sometidos los presos políticos catalanes, que llevan ya dos ediciones de ARCO en prisión preventiva. Y la obra de hace un año enlaza con esta del ninot, dado que las intervenciones del rey Felipe VI al respecto del 1-O, así como sus alusiones a Catalunya, han sobrepasado con provocadoras creces las funciones de su jefatura, esa que le viene por línea hereditaria franquista.

Otra cosa, por no pasar por alto un aspecto del tema que ha sido también utilizado en contra de la obra de Sierra y Merino, es lo que nos parezca el precio de un ninot que además ha de ser quemado por contrato (dejando aparte que hay otras obras en ARCO que cuestan 200.000 euros y aunque la falla grande del Ayuntamiento de Valencia costara en 2017 y en 2018 170.000 euros que ni siquiera fueron pagados por un coleccionista privado sino por los fondos públicos valencianos, de los que varios suculentos pellizcos se había llevado antes, por cierto, Iñaki Urdangarín, el cuñado del Borbón que está en la cárcel por dos motivos: ser corrupto y ser chivo expiatorio de la Casa Real). Cabe reflexionar sobre los precios del arte pues tampoco debe eludirse la crítica sobre la mercantilización del hecho creativo ni el debate sobre el mundillo del arte como circuito comercial, con las servidumbres que inevitablemente conlleva la alta transacción económica.

Por algo la tradicional visita de los reyes para inaugurar ARCO evitó de manera escrupulosa que Felipe y Letizia pasaran por el stand de la galerista Ida Pisani. Nadie podría creer que en el regio disimulo que obvió la presencia de una obra que, además, mide cuatro metros y medio, Felipe y Letizia no pensaran en ella. Habría sido regio, pero en el sentido más argentino del término, que el monarca Borbón hubiera roto la fila de súbditos que le hacía la corte y se hubiera dirigido –curioso, inteligente, inquieto- a donde estaba su ninot y se hubiera plantado frente a sí mismo y hubiera estado un rato contemplado la sobredimensión de su figura, quizás hasta haberse reconocido y haber sido consciente de que, si en la representación su escala es excesiva, en la realidad lo es la medida de su representatividad. Siempre es útil mirarse en el espejo. Letizia podría haber estado a su lado. Siempre es útil enfrentarte a tu pequeñez.

Como Perú era el país invitado a ARCO 2019, hizo su paseíllo por allí el escritor Mario Vargas Llosa, que no solo está ahora hasta en la sopa (lo cual crea un hartazgo que esperemos no afecte a las ganas de leer sus novelas), sino que sentó una vez más sierva cátedra refiriéndose al "mal gusto" de la obra de Sierra y Merino. Es una expresión, "mal gusto", muy del gusto de la derecha rancia y del pijerío de la doble moral. Pero que, además, hable de mal gusto él, que disfruta con la tortura taurina, que defiende como arte el miserable espectáculo de ver vomitar sangre a un animal acorralado, acuchillado, aterrado, que aplaude el crimen de los bárbaros, es para mear y no echar gota (expresión española donde las haya). De peor gusto, mucho peor, es concentrarse con ultraderechistas, como hizo Vargas Llosa el otro día en Colón, y fotografiarse junto a Santiago Abascal, como de dudoso gusto es tener ya casi más portadas del Hola que libros publicados, posando acaramelado con la experta (en portadas del Hola) Isabel Preysler (lo sé porque me instruyo con fruición en la peluquería).

Vargas Llosa (ese defensor de España a quien, por cierto, la Hacienda española reclama unos millones, tiene alguna casa en Madrid a nombre de una sociedad holandesa y apareció en los papeles de Panamá, según él por el fallo de un "asesor") dijo que el ninot de Felipe VI es "una provocación". Sorprende que un intelectual como él obvie que es positivo que el arte sea provocador, pues provocar es estimular las ideas, desafiar el prejuicio, generar la reflexión y el debate, alentar el espíritu crítico que es consustancial a la mirada y la práctica creadoras. Una obviedad que parece mentira que desconozca el Nobel. Maribel López hubo de explicarlo a la prensa: "Es la práctica creativa de Sierra y Merino. La provocación es una de las herramientas que ambos utilizan y que han unido en esta obra, es su manera de crear". Era esperable que lo entendiera un artista de la literatura.

Para terminar con las reacciones de relumbrón que ha suscitado el ninot de Felipe VI, decir que coincido con Bonet en lo de la "pereza". A mí también me da mucha pereza. En lo que no coincido con él es en el objeto que me la provoca. Si a Bonet le produjo pereza hablar del ninot, a mí me produce pereza tener que seguir, a estas alturas de la emancipación y de la historia, hablando de un rey. Una pereza que no tendré para ir a votar en el referéndum que nos pregunte por el modelo de la jefatura del Estado español y, por tanto, por la pervivencia de la Corona. A lo mejor el resultado de esas urnas sea semejante a un gran ninot quemado
Esta mujer como siempre, haciendo interesadamente un batiburrillo para colar sus ideas.
 
(Pongo este articulo aqui porque en el anterior hilo del tema ARCO no se puede dejar comentarios, esta cerrado)
Ruth Toledano
03/03/2019 - 20:42h
Felipe-VI-Santiago-Enrique-ARCO_EDIIMA20190303_0376_5.jpg

Ninot de Felipe VI. Obra de Santiago Sierra y Eugenio Merino expuesta en ARCO 2019 EUROPA PRESS

El escritor Mario Vargas Llosa consideró "una provocación de mal gusto" la pieza que los artistas Santiago Sierra y Eugenio Merino presentaron en la edición de ARCO que concluyó ayer: un ninot gigante de Felipe VI cuyo comprador se compromete a quemar dentro de un año. A su vez, el crítico y comisario de arte José Manuel Bonet manifestó "la pereza" que le daba hablar de esta obra. Por su parte, Juan Carlos Urroz, que se ha despedido en 2019 de la dirección de esta feria de arte pasando el relevo a la comisaria y galerista Maribel López, declaró que había otras obras en la feria por ese precio (200.000 euros) y que prefería "centrarse en lo positivo".

Para empezar por este último, cabe señalar que no hay nada más positivo, por lo que comporta de libre y enriquecedor, que el pensamiento crítico, y que crítico ha de ser un arte que no se quiera meramente decorativo o inane. De modo que, tanto la obra de Sierra y Merino (este último, creador en 2012 de la pieza en la que Franco está dentro de una nevera) como la voluntad y determinación de exponerla de la italiana Prometeo Gallery, pueden considerarse hechos artísticos, culturales, muy positivos, por cuanto generan reflexión, análisis y una tensión entre la realidad y su representación que compromete -porque extiende, controvierte y cuestiona- la realidad misma.

Comprometer la figura del monarca –cuestionar la existencia de la institución monárquica y, cuando menos, sus maneras de proceder- debiera estar, por su trascendencia política y social, es decir, en la vida común, presente no en una sino un muchas de los cientos de obras expuestas en una masiva cita con el arte contemporáneo, máxime si se desarrolla dentro de una estructura como IFEMA, que es un consorcio constituido, entre otros organismos, por la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid.

Donde hay participación pública debe haber libertad de expresión y creación y debe haber pensamiento crítico. Son deberes democráticos de la institución pública que, a su vez, son reflejo de derechos democráticos de la ciudadanía. Precisamente, ambos deberes democráticos se incumplieron en la edición de ARCO 2018, cuando fue censurada la obra ‘Presos Políticos en la España Contemporánea’, del mismo Santiago Sierra que ahora ha traído el ninot del rey. Aquella censura conculcó derechos básicos y constitucionales, como el de la libertad de expresión, y aquella obra se demuestra hoy más vigente que nunca, cuando asistimos al vergonzante juicio al que están siendo sometidos los presos políticos catalanes, que llevan ya dos ediciones de ARCO en prisión preventiva. Y la obra de hace un año enlaza con esta del ninot, dado que las intervenciones del rey Felipe VI al respecto del 1-O, así como sus alusiones a Catalunya, han sobrepasado con provocadoras creces las funciones de su jefatura, esa que le viene por línea hereditaria franquista.

Otra cosa, por no pasar por alto un aspecto del tema que ha sido también utilizado en contra de la obra de Sierra y Merino, es lo que nos parezca el precio de un ninot que además ha de ser quemado por contrato (dejando aparte que hay otras obras en ARCO que cuestan 200.000 euros y aunque la falla grande del Ayuntamiento de Valencia costara en 2017 y en 2018 170.000 euros que ni siquiera fueron pagados por un coleccionista privado sino por los fondos públicos valencianos, de los que varios suculentos pellizcos se había llevado antes, por cierto, Iñaki Urdangarín, el cuñado del Borbón que está en la cárcel por dos motivos: ser corrupto y ser chivo expiatorio de la Casa Real). Cabe reflexionar sobre los precios del arte pues tampoco debe eludirse la crítica sobre la mercantilización del hecho creativo ni el debate sobre el mundillo del arte como circuito comercial, con las servidumbres que inevitablemente conlleva la alta transacción económica.

Por algo la tradicional visita de los reyes para inaugurar ARCO evitó de manera escrupulosa que Felipe y Letizia pasaran por el stand de la galerista Ida Pisani. Nadie podría creer que en el regio disimulo que obvió la presencia de una obra que, además, mide cuatro metros y medio, Felipe y Letizia no pensaran en ella. Habría sido regio, pero en el sentido más argentino del término, que el monarca Borbón hubiera roto la fila de súbditos que le hacía la corte y se hubiera dirigido –curioso, inteligente, inquieto- a donde estaba su ninot y se hubiera plantado frente a sí mismo y hubiera estado un rato contemplado la sobredimensión de su figura, quizás hasta haberse reconocido y haber sido consciente de que, si en la representación su escala es excesiva, en la realidad lo es la medida de su representatividad. Siempre es útil mirarse en el espejo. Letizia podría haber estado a su lado. Siempre es útil enfrentarte a tu pequeñez.

Como Perú era el país invitado a ARCO 2019, hizo su paseíllo por allí el escritor Mario Vargas Llosa, que no solo está ahora hasta en la sopa (lo cual crea un hartazgo que esperemos no afecte a las ganas de leer sus novelas), sino que sentó una vez más sierva cátedra refiriéndose al "mal gusto" de la obra de Sierra y Merino. Es una expresión, "mal gusto", muy del gusto de la derecha rancia y del pijerío de la doble moral. Pero que, además, hable de mal gusto él, que disfruta con la tortura taurina, que defiende como arte el miserable espectáculo de ver vomitar sangre a un animal acorralado, acuchillado, aterrado, que aplaude el crimen de los bárbaros, es para mear y no echar gota (expresión española donde las haya). De peor gusto, mucho peor, es concentrarse con ultraderechistas, como hizo Vargas Llosa el otro día en Colón, y fotografiarse junto a Santiago Abascal, como de dudoso gusto es tener ya casi más portadas del Hola que libros publicados, posando acaramelado con la experta (en portadas del Hola) Isabel Preysler (lo sé porque me instruyo con fruición en la peluquería).

Vargas Llosa (ese defensor de España a quien, por cierto, la Hacienda española reclama unos millones, tiene alguna casa en Madrid a nombre de una sociedad holandesa y apareció en los papeles de Panamá, según él por el fallo de un "asesor") dijo que el ninot de Felipe VI es "una provocación". Sorprende que un intelectual como él obvie que es positivo que el arte sea provocador, pues provocar es estimular las ideas, desafiar el prejuicio, generar la reflexión y el debate, alentar el espíritu crítico que es consustancial a la mirada y la práctica creadoras. Una obviedad que parece mentira que desconozca el Nobel. Maribel López hubo de explicarlo a la prensa: "Es la práctica creativa de Sierra y Merino. La provocación es una de las herramientas que ambos utilizan y que han unido en esta obra, es su manera de crear". Era esperable que lo entendiera un artista de la literatura.

Para terminar con las reacciones de relumbrón que ha suscitado el ninot de Felipe VI, decir que coincido con Bonet en lo de la "pereza". A mí también me da mucha pereza. En lo que no coincido con él es en el objeto que me la provoca. Si a Bonet le produjo pereza hablar del ninot, a mí me produce pereza tener que seguir, a estas alturas de la emancipación y de la historia, hablando de un rey. Una pereza que no tendré para ir a votar en el referéndum que nos pregunte por el modelo de la jefatura del Estado español y, por tanto, por la pervivencia de la Corona. A lo mejor el resultado de esas urnas sea semejante a un gran ninot quemado
Estoy de acuerdo con la parte del artículo que se refiere al ninot de Felipe y a las críticas que ha recibido. También en su crítica de la monarquía. Estoy, sin embargo, totalmente en desacuerdo con su referencia al juicio del Process, que solo tiene de vergonzante la que dan los que están sentados en el banquillo, que da vergüenza que esos elementos sean políticos que hayan gobernado una comunidad autónoma, y por supuesto tampoco estoy de acuerdo con lo de los presos políticos, que una vez más hay que recordar que son políticos presos, por que no están ahí por sus ideas por descabelladas que sean, como no lo están los miles de catalanes independentistas que andan libres por ahi, sino por haberse saltado a la torera el Código Penal, la Constitución, y todas las leyes que se le pusieron por delante. Presuntamente, hasta que recaiga sentencía, por supuesto.
 
El ninot de Felipe no esta mal, podría haber sido peor....
Que le hubiesen dado el típico aspecto cómico de los ninots o una Letizia de 4 metros.
 
A mí me dan mucha pereza esas “provocaciones” republicanas... es que es siempre igual. Parece gente que no supera etapas, que está como estancada.

No hablo de los republicanos, hablo de la gente que, como Ruth Lorenzo, escribe artículos sobre este tema tan intranscendente, por esa quimera de a ver si volvemos algún día a la situación anterior al 39... pues no, no volveremos nunca a antes del 39! Es ridículo, asumid etapas!
y mejor que no volvamos nunca, fue una época horrible la republica
 
y mejor que no volvamos nunca, fue una época horrible la republica
Algo bueno hubo y no fueron los republicanos quienes comennzarón el zafarrancho de eso estoy segura.
Se fijo la jornada laboral de 8 horas.
Se establecio el derecho al voto de las mujeres.
Expropiacion de los latifundios.
Igualdad entre hombres y mujeres.
España se declaró estado laico.
Sanidad Publica se consolido.
Derecho al aborto.
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!y la republica solo estuvo aprox. 5 años y la mitad de ellos ni se respeto!
 
Si se hacen las cosas bien no tiene por qué un país ir peor en república.El miedo atenaza y no deja avanzar.
Tenemos el país vecino Francia que nos lleva siglos de ventaja.
Si tan buenos son por que no se los quedaron...fueron mas listos.
 
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