La ruina de Josele Román: “Ningún compañero se ha interesado por mi situación límite”
No tiene pareja ni hijos y vive con más de 30 gatos. Asegura que puede trabajar, pero nadie le ofrece papeles. «Hay meses que no tengo ni para comer»
–Tiene treinta gatos…
–Y buena parte de la pensión me la gasto en ellos. Yo me conformo con comer cualquier cosa, me apaño con lo que sea. Pero es que mis gatos son animales abandonados y me dan mucha pena… Ahora se me ha estropeado la lavadora y no puedo arreglarla. Me apaño con la pila, a la antigua. Vivo con una tensión continua, es un sinvivir, estoy muy afectada por esta situación.
–¿Ha llegado a pasar hambre, a no tener dinero para un simple bocadillo?
–Gracias a Dios, eso no, pero sí que mi nevera está casi vacía.
Es una mujer austera, confiesa que nunca ha sido de «comprarme joyas ni pieles, ni en mis mejores tiempos como actriz. No soy ambiciosa. En las épocas de vacas flacas, como la actual, nadie con dinero me ha ayudado. Yo sí que eché una mano a gente necesitada cuando podía, pero me di cuenta de que no existe reciprocidad, de que te ven mal y te olvidan. Mi madre me llamaba tonta por ser tan espléndida con los demás».
–Viene de una familia con dinero.
–A la que no me atrevo a pedir nada.
–¿Ningún compañero de profesión se ha interesado por su dura situación?
–Ninguno. Mi profesión es una de las más crueles del mundo, hay que tener muchos ovarios para dedicarse a ella. En los rodajes todos parecen amigos, pero fuera… Si te he visto no me acuerdo. Desaparecen de tu vida.
–¿No le quedan ahorros?
–Yo he sido una actriz muy barata que cobraba por cada sesión y eran papeles pequeños. Si el personaje tenía más recorrido me pagaban muy poco. Pero no quedaba más remedio que «tragar». Vivía con lo que me pagaban de una película hasta que me contrataban para otra. Era imposible ahorrar… Y ahora llevo una existencia muy humilde, no puedo ni salir a comer a un restaurante o comprarme ropa en condiciones. Miro cada euro que gasto con detalle. Cuando me ingresan la pensión el banco me cobra inmediatamente todas las facturas y me queda muy poco para comer. Solamente de luz son ciento cincuenta euros mensuales.
Vive sola, no tiene pareja ni hijos, y sus «amigos» se reducen a los gatos abandonados que recoge en su casa. Confiesa que en el amor «me ha ido fatal, esa es la dura realidad. Ya ni me acuerdo de lo que es tener una pareja». La veremos en tres sesiones de la próxima temporada de la serie «Señoras del Hampa» y aunque le prometieron que volverían a contratarla, «se han olvidado totalmente de mí, y eso que mi personaje es el de la madre de la protagonista, que interpreta Toni Acosta, y podría tener más recorrido. Esas sesiones suponen el único trabajo que he hecho este año. Es una ruina, me mantengo casi de milagro. Y, encima, como no puedo pagar todo el crédito, me tratan como si fuera una “asesina”. Es tremendo. Estoy harta de esta situación».
–¿Los problemas han afectado a su salud física o mental?
–Físicamente no estoy mal, pero emocionalmente tengo hasta pesadillas. Los ataques de ansiedad no me dejan vivir tranquila. Me como demasiado el coco y a veces me vengo abajo. Trato de ser fuerte, pero es imposible. Si no tengo dinero, ¿de qué vivo? En esta casa, por no tener, no tengo ni calefacción, me caliento con una estufa eléctrica. Hay una chimenea, pero no me queda dinero para comprar leña. Todos los meses no me queda otro remedio que solicitar adelantos de cien o doscientos euros a mi banco. Vivo a rastras.
–¿Podría trabajar?
–Naturalmente que sí. Me comería el escenario, el plató o el lugar de rodaje. Pero no apuestan por mí.
–¿Cuesta mucho pasar del éxito al anonimato?
–En la vida te acabas acostumbrando a todo, aunque cueste lo suyo. Nunca he sido rica y en alguna etapa de mi vida me puse a limpiar casas. No se me cayeron los anillos. Me daba vergüenza porque me conocían, pero no tenía dinero. Había que hacer lo que fuera para comer. Ahora me gustaría tener ofertas como actriz. Soy barata, no pido grandes sumas. La cantidad que más me pagaron en mi vida fue un millón seiscientas mil pesetas por intervenir en una serie.
Nos dice, con pena y gran resignación, que está «en un punto malo de partida, sin dinero, pareja, hijos y trabajo. He vuelto a mi etapa hippy. Vivo completamente intranquila por los vaivenes de la vida y los problemas y con miedo de que me embarguen la casa, de que me quiten la pensión, de que me bloqueen la cuenta del banco… En esta sociedad todos van a hundir al que menos tiene. Es una vergüenza y me produce más rabia que tristeza. Llevo toda la vida trabajando y sé que el público todavía me quiere, pero no sirve de nada». Quizá uno de los episodios más duros de su vida fue cuando un juez la condenó a pagar veinte mil euros por acusar a Espartaco Santoni de haberla violado. Tras varios recursos, el Tribunal Supremo dio la razón a la parte contraria, en este caso a Paola, hija de Santoni, que fue la denunciante.
No tiene pareja ni hijos y vive con más de 30 gatos. Asegura que puede trabajar, pero nadie le ofrece papeles. «Hay meses que no tengo ni para comer»
–Tiene treinta gatos…
–Y buena parte de la pensión me la gasto en ellos. Yo me conformo con comer cualquier cosa, me apaño con lo que sea. Pero es que mis gatos son animales abandonados y me dan mucha pena… Ahora se me ha estropeado la lavadora y no puedo arreglarla. Me apaño con la pila, a la antigua. Vivo con una tensión continua, es un sinvivir, estoy muy afectada por esta situación.
–¿Ha llegado a pasar hambre, a no tener dinero para un simple bocadillo?
–Gracias a Dios, eso no, pero sí que mi nevera está casi vacía.
Es una mujer austera, confiesa que nunca ha sido de «comprarme joyas ni pieles, ni en mis mejores tiempos como actriz. No soy ambiciosa. En las épocas de vacas flacas, como la actual, nadie con dinero me ha ayudado. Yo sí que eché una mano a gente necesitada cuando podía, pero me di cuenta de que no existe reciprocidad, de que te ven mal y te olvidan. Mi madre me llamaba tonta por ser tan espléndida con los demás».
–Viene de una familia con dinero.
–A la que no me atrevo a pedir nada.
–¿Ningún compañero de profesión se ha interesado por su dura situación?
–Ninguno. Mi profesión es una de las más crueles del mundo, hay que tener muchos ovarios para dedicarse a ella. En los rodajes todos parecen amigos, pero fuera… Si te he visto no me acuerdo. Desaparecen de tu vida.
–¿No le quedan ahorros?
–Yo he sido una actriz muy barata que cobraba por cada sesión y eran papeles pequeños. Si el personaje tenía más recorrido me pagaban muy poco. Pero no quedaba más remedio que «tragar». Vivía con lo que me pagaban de una película hasta que me contrataban para otra. Era imposible ahorrar… Y ahora llevo una existencia muy humilde, no puedo ni salir a comer a un restaurante o comprarme ropa en condiciones. Miro cada euro que gasto con detalle. Cuando me ingresan la pensión el banco me cobra inmediatamente todas las facturas y me queda muy poco para comer. Solamente de luz son ciento cincuenta euros mensuales.
Vive sola, no tiene pareja ni hijos, y sus «amigos» se reducen a los gatos abandonados que recoge en su casa. Confiesa que en el amor «me ha ido fatal, esa es la dura realidad. Ya ni me acuerdo de lo que es tener una pareja». La veremos en tres sesiones de la próxima temporada de la serie «Señoras del Hampa» y aunque le prometieron que volverían a contratarla, «se han olvidado totalmente de mí, y eso que mi personaje es el de la madre de la protagonista, que interpreta Toni Acosta, y podría tener más recorrido. Esas sesiones suponen el único trabajo que he hecho este año. Es una ruina, me mantengo casi de milagro. Y, encima, como no puedo pagar todo el crédito, me tratan como si fuera una “asesina”. Es tremendo. Estoy harta de esta situación».
–¿Los problemas han afectado a su salud física o mental?
–Físicamente no estoy mal, pero emocionalmente tengo hasta pesadillas. Los ataques de ansiedad no me dejan vivir tranquila. Me como demasiado el coco y a veces me vengo abajo. Trato de ser fuerte, pero es imposible. Si no tengo dinero, ¿de qué vivo? En esta casa, por no tener, no tengo ni calefacción, me caliento con una estufa eléctrica. Hay una chimenea, pero no me queda dinero para comprar leña. Todos los meses no me queda otro remedio que solicitar adelantos de cien o doscientos euros a mi banco. Vivo a rastras.
–¿Podría trabajar?
–Naturalmente que sí. Me comería el escenario, el plató o el lugar de rodaje. Pero no apuestan por mí.
–¿Cuesta mucho pasar del éxito al anonimato?
–En la vida te acabas acostumbrando a todo, aunque cueste lo suyo. Nunca he sido rica y en alguna etapa de mi vida me puse a limpiar casas. No se me cayeron los anillos. Me daba vergüenza porque me conocían, pero no tenía dinero. Había que hacer lo que fuera para comer. Ahora me gustaría tener ofertas como actriz. Soy barata, no pido grandes sumas. La cantidad que más me pagaron en mi vida fue un millón seiscientas mil pesetas por intervenir en una serie.
Nos dice, con pena y gran resignación, que está «en un punto malo de partida, sin dinero, pareja, hijos y trabajo. He vuelto a mi etapa hippy. Vivo completamente intranquila por los vaivenes de la vida y los problemas y con miedo de que me embarguen la casa, de que me quiten la pensión, de que me bloqueen la cuenta del banco… En esta sociedad todos van a hundir al que menos tiene. Es una vergüenza y me produce más rabia que tristeza. Llevo toda la vida trabajando y sé que el público todavía me quiere, pero no sirve de nada». Quizá uno de los episodios más duros de su vida fue cuando un juez la condenó a pagar veinte mil euros por acusar a Espartaco Santoni de haberla violado. Tras varios recursos, el Tribunal Supremo dio la razón a la parte contraria, en este caso a Paola, hija de Santoni, que fue la denunciante.
La ruina de Josele Román: “Ningún compañero se ha interesado por mi situación límite”
La ruina de Josele Román: “Ningún compañero se ha interesado por mi situación límite”
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