El Terror, desde el Cine.

ISLE OF THE DEAD (1945, Mark Robson) [La isla de la muerte]
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Considerada una de las más brillantes producciones del mítico y renovador ciclo fantastique de Val Lewton para la RKO en la década de los 40 –afirmación que me permito cuestionar, siquiera sea ligeramente-, lo primero que me viene a la mente a la hora de contemplar esta brillante, seca, sugerente, concisa –como todas las cintas de aquel conjunto- y en ocasiones deslumbrante realización de Mark Robson es, por un lado, el un tanto lejano referente de la alucinante WHITE ZOMBIE (La legión de los hombres sin alma, 1932, Victor Halperin) –con la que guarda no pocas semejanzas pese a resultar de temática aparentemente divergente y, sobre todo, por esa desmesura que hacía admirable planteamientos que en otras manos podrían provocar la carcajada-. De cualquier manera, y aun prefiriendo la producción de los tan necesitados de revisión hermanos Halperin, lo cierto es que con ISLE OF THE DEAD nos encontramos con una propuesta que guarda numerosas referencias con otras de las realizaciones de Val Lewton (ese caminar de las dos mujeres por los páramos que remite a I WALKED WITH A ZOMBIE (Yo anduve con un zombie, 1943. Jacques Tourneur), el personaje de la criada enlutada que remite a la mujer gato de CAT PEOPLE (La mujer pantera, 1942. Jacques Tourneur), mientras que ciertos elementos de su trazado, prefiguran aspectos de clásicos posteriores en el género –es fácil evocar el magistral momento en el que la mujer cataléptica ha sido enterrada y se escucha su alarido desde un primer plano del exterior del ataúd, que retomaría Roger Corman en su magistral HOUSE OF USHER (la caída de la casa Usher, 1960), o la recurrencia a esas gárgolas de piedra que aparecen como augurio de muerte y que años después utilizará Terence Fisher en su no menos admirable HORROR OF DRACULA(Drácula, 1958)-.

Al margen de estas y otras referencias, fundamentalmente ISLE OF THE DEAD, supone una singular muestra de relato antibelicista –un detalle que no conviene ser omitido-, al tiempo que una estupenda mixtura de film de horror, retomando bases mitológicas o de lejanas leyendas. La película propone primeros minutos excelentes, en los que con unas simples miradas se define el personaje encarnado admirablemente por Boris Karloff –provocando el su***dio en off de un oficial que no ha seguido sus instrucciones-. El general Nikolas Pherides (Karloff), acompañado por el periodista Olivier Davis (Marc Cramer), recorren un desolador panorama de cuerpos heridos, destrozados o muertos, con el fondo sonoro de gemidos y lamentos. Pocas veces se ha mostrado con tan pocos elementos y sin ningún énfasis moralizante, la brutalidad de la guerra –en esta ocasión, con el fondo de una guerra descrita a principios del siglo XX-. El recorrido de ambos se produce –de forma un tanto traída por los pelos en el guión-, a la isla en la que se encuentra el cadáver de la esposa de Pherides, apodado por todos “el perro guardián”. La imagen general que se ofrece de la isla es fantasmagórica –y ello recuerda la iconografía de WHITE ZOMBIE, en la mansión en la que estaba recluida la muerta en vida de aquel excelente film-

Una vez en la isla, los dos protagonistas se encuentran con un grupo de personajes –un tanto arquetípicos aunque en líneas generales, bien utilizados dramáticamente-. Y será en ese contexto, donde surgirá la amenaza de la epidemia de tifus, los recónditos recovecos de miedos ancestrales, atavismos y enfrentamientos, entre la superstición, la fe y la ciencia. Todo ello cobrará una mayor fuerza cuando la tensión se describa en imágenes, y con fondos sonoros nocturnos y amenazadores, en demérito de aquellos momentos –situados sobre todo en la parte central del film-, en los que los diálogos remiten en no pocas ocasiones a lugares comunes del género, impidiendo en definitiva –a mi juicio- que la brillantez de la película alcance las cotas admirables del ejemplar tríptico de Tourneur con Lewton -en el que faltaba citar THE LEOPARD MAN (1943)-, o el propio y deslumbrante debut de Robson, con la asombrosa THE SEVENTH VICTIM (1943), para mi sorpresa, la cima inquietante de este bloque tan compacto, dentro del cine fantástico de su tiempo.

De cualquier manera, esa limitación no impide que en poco más de setenta minutos de duración hayan numerosos instantes excelentes, e incluso algunos para la antología del género –el ya citado, de la aterradora resurrección de la mujer cataléptica; los paseos de esta por el frondoso paisaje de la isla: el pasaje en el que el médico que representa a la ciencia ofrece su tributo a los dioses, en demanda de una esperanza ante su inminente muerte, o la propia ofrenda que el propio general Pherides realiza a solas a los dioses, demostrando ese atisbo de humanidad que, en el fondo, habita en su corazón, pero se resiste a ser mostrado, en base a sus estrictas convenciones militares. Y es precisamente el estupendo retrato que se realiza de ese complejo personaje –al que finalmente tras su muerte, un comentario en off del periodista redime de su conducta-, una de las virtudes más sólidas y vigentes de un título estupendo, digno de ser recordado, aunque algunas convenciones de guión y un exceso de diálogos en su parte central, impiden alcanzar la categoría de logro absoluto. De cualquier manera, si alguna noche es emitida por algún canal televisivo no dejen de verla. No quedarán defraudados.

Calificación: 3

http://thecinema.blogia.com/2019/021701-isle-of-the-dead-1945-mark-robson-la-isla-de-la-muerte-.php
 
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Las esposas de Stepford / Bryan Forbes, 1975 / EE.UU. /115 min.

Joanna Eberhart, una joven fotógrafa casada y madre de dos hijos, se muda con su familia a Stepford. Allí descubrirá algo siniestro: todas las esposas son perfectas amas de casa y muestran una sumisión perruna hacia sus maridos.

 
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La marca del hombre lobo / Enrique López Equiluz, 1969 / España / 88 min.

Una guapa y rica muchacha empieza a sentirse atraída por su vecino, Waldemar Daninsky. Pronto descubre que una maldición terrible pesa sobre él: las noches de luna llena se convierte en hombre lobo. Con la intención de curarlo, la chica y su prometido llaman a un enigmático médico, que llega en compañía de una misteriosa ayudante.

 
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House By The Cemetery / Aquella casa al lado del cementerio / Lucio Fulci, 1981 / Italia / 84 min.
Norman Boyle, un académico y padre de familia que reside en Nueva York, es asignado para investigar el extraño su***dio de un científico, compañero suyo, llamado Dr. Peterson. Lo único que Norman sabe es que Peterson se trasladó a un viejo caserón de Nueva Inglaterra junto a su amante, para investigar a su antiguo dueño, un tal Dr. Freudstein, y que al final, Peterson mató a su amante y acabó ahorcándose.
 
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El cerebro que no quería morir / Joseph Green, 1962 / 82 min.

Un cirujano carente de ética, el Dr. Bill Cortner, está desarrollando una técnica de transplante de órganos y miembros. Después de que su prometida, Jan Compton, fuera decapitada en un horrible accidente de coche, intenta encontrar a una mujer con un cuerpo bonito para transplantarle la cabeza que ha podido salvar.

 
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El Carnaval de las almas (Herk Harvey, 1962) / EE. UU. / 78 min.

Mary Henry es víctima de un accidente automovilístico; desde un puente colgante su vehículo se ha precipitado a un río. Horas después, Mary aparece sola y desorientada en un banco de arena. En seguida notará que el mundo que le rodea ha cambiado. La línea que separa a los vivos de los muertos se hace cada vez más borrosa. Es entonces cuando aparecen… ellos..

 
El retorno de Cristal oscuro
Publicado por Emilio de Gorgot
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Imagen: Universal Pictures
Lo que Jim Henson quería hacer era regresar a la oscuridad de los cuentos originales de hadas de los hermanos Grimm. Jim pensaba que es bueno asustar a los niños. No creía que fuese saludable que los niños se sientan seguros todo el tiempo. (Frank Oz, codirector de Cristal oscuro).

Para Jim Henson, una buena idea podía venir de cualquier sitio. Incluso de aquel tipo que, creo recordar, era el conserje del edificio y se le acercaba casi todos los días con una nueva ocurrencia. Y Jim se sentaba y lo escuchaba en serio. Y, si le gustaba la idea, la comentaba con él y terminaba diciendo: «Escríbela». (Alex Rockwell, ayudante de Henson)

Quienes pertenezcan a mi provecta generación recordarán el terrible sentimiento de orfandad y desolación que nos produjo la repentina muerte de Jim Henson. Apenas habíamos visto su cara —quizá un par de fotos en alguna revista y poco más—, pero estábamos muy familiarizados con su nombre. Y nunca mejor dicho lo de «familiarizados», porque Jim Henson era como parte de la familia.

Henson había creado los muppets, los «teleñecos», y ya solo por eso se había ganado un lugar en el bagaje cultural de toda una generación. O de más de una, porque sus marionetas aparecieron en programas para adultos desde los años cincuenta hasta finales de los sesenta; pensemos que el programa The Muppet Show no se estrenó hasta 1976 y fue a partir de 1969 cuando las creaciones de Henson se hicieron célebres entre el público infantil gracias a Sesame Street. Aquel fue un programa que Henson no creó, pero que jamás hubiese alcanzado la magnitud que tuvo sin su intervención. La creadora de Sesame Street y una de las dos mentes pensantes detrás del programa fue Joan Ganz Cooney, mujer que algún día (por desgracia, supongo que cuando fallezca) será reconocida como el coloso cultural que es. Ganz le pidió a Henson marionetas para su nuevo programa, que debían ser de diseño exclusivo porque ella quería evitar que los niños se confundiesen al ver los personajes de Sesame Street protagonizando un humor más afilado y adulto en otras franjas de emisión; la única excepción fue Kermit, nuestra «rana Gustavo», que salió en Sesame Street pese a tener ya por entonces un dilatado historial de escenas no muy infantiles en las que se comía a otros muñecos.

En cualquier caso, cuando se hicieron las primeras proyecciones de Sesame Street para comprobar la reacción de los niños antes del estreno, resultó que los pequeños prestaban atención embelesados cada vez que aparecían las marionetas de Henson, pero miraban hacia otro lado cuando no era así. Joan Ganz se dio cuenta de que las marionetas iban a ser las absolutas estrellas, pavimentando el camino para el estrellato de Henson. Lo que le sorprendió más fue el apoteósico éxito internacional de su programa, con más de treinta franquicias internacionales que incluían la versión española Barrio Sésamo. Ganz pensaba que había concebido un espectáculo «esencialmente americano» y que Sesame Street era menos complaciente que, por ejemplo, el trabajo de Walt Disney, pero terminó dándose cuenta de que a los niños de todo el mundo les atraían las mismas cosas. Y una de las cosas que más atraían a los niños eran los muñecos de Henson, quien terminó creando su propio imperio comercial con el programa The Muppet Show y sus adaptaciones cinematográficas. También creó la serie Fraggle Rock, un artefacto único que solo podía haber emergido de su, al parecer, infinita imaginación.

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Nadie me convencerá jamás de que los skeksis no son las criaturas más tiernas, bellas y adorables que hayan aparecido en una pantalla de cine.
En resumen: Jim Henson era un mago, un flautista de Hamelín, que había sido capaz de revitalizar las marionetas en lo más álgido de la era de los dibujos animados. En los años setenta y ochenta fue uno de los tres individuos que desde la industria estadounidense del entretenimiento marcaron las infancias de personitas de medio mundo (los otros dos ya los habrán imaginado: George Lucas y Steven Spielberg). Un mal día, Henson se negó a ir al hospital al notar los primeros síntomas de una infección pulmonar; le dijo a su mujer que sentía «que se estaba muriendo», pero no quiso modificar su agenda. Horas después, cuando por fin se decidió a buscar ayuda médica, ya era tarde. Su desaparición nos dejó a los más jovencitos con la extraña y desasosegante sensación de que todo en el mundo es transitorio. Uno ni siquiera necesitaba ser adulto para entender que Jim Henson no iba a tener sustituto. Y así fue: nunca ha tenido sustituto. Era un genio irrepetible en el oficio de cautivar la imaginación infantil, como lo fueron Walt Disney, Chuck Jones, René Goscinny, Stan Lee, o nuestro Francisco Ibáñez, etc. Todos ellos tienen en común, además, que su obra para niños puede ser disfrutada por adultos. Supongo que es parte del encanto de ciertas obras infantiles, que tienen varias capas y el niño, mientras crece, va encontrando nuevas cosas en las mismas historias de siempre. No he leído a J. K. Rowling, pero supongo que su obra también va por ahí.

Jim Henson era un creador de marionetas, pero no era un hippie alocado ni un histrión que viviese recluido en una burbuja infantiloide. Era un hábil hombre de negocios, como George Lucas. La diferencia entre ambos estribaba en que Henson era menos cínico con su propio universo. Él de verdad amaba su trabajo y se preocupaba mucho por lo que su público, al que trataba con respeto aunque estuviese compuesto de niños, percibía. Henson navegaba con facilidad por universos mágicos que fascinaban a los niños, pero al mismo tiempo era ambicioso. Su empresa, The Jim Henson Company, terminó siendo muy rentable. Él sabía bien cuál era el valor de su producto y de su talento, y nunca regalaba nada en sus negociaciones.

Mientras que Lucas abandonó la faceta artística del cine en cuanto entendió que los juguetes iban a ser el auténtico negocio, Henson nunca dejó de querer crear cosas nuevas y en ese sentido se parecía más a Spielberg. Tanto Henson como Spielberg ganaron suficiente dinero como para retirarse a una mansión y ejercer como meros inversores a la manera de George Lucas, pero ambos eran creadores natos y no podían renunciar a ese instinto. De hecho, en mi opinión, Henson tenía más imaginación que Lucas y Spielberg juntos. Eso sí, era más vulnerable a los vaivenes del negocio. Spielberg asumía riesgos en ocasiones y le dolieron los fracasos, pero tenía una personalidad pragmática y se recomponía con rapidez. Henson solo experimentó un verdadero gran fracaso en toda su carrera —con el que, de hecho, perdió menos dinero que Spielberg en sus tropiezos—, pero le amargó los últimos años de vida. Y eso que era un individuo muy reflexivo. Como jefe, recuerdan los miembros de su antiguo equipo, era atento y positivo, y «rara vez elevaba la voz por encima de un susurro». Tenía tanta paciencia que su mujer diría de él: «Era tan tranquilo que a veces me daban ganas de darle una patada». Como director de cine, su perfeccionismo lo llevaba a repetir el rodaje de determinadas secuencias una y otra vez hasta que todo le parecía en su sitio, pero no era un tirano como Kubrick. Todo lo contrario: mientras ordenaba esas repeticiones, Henson se reía a carcajadas viendo las sucesivas tomas; una risa ruidosa y tan contagiosa que, como contaba uno de sus guionistas, «todos en el estudio teníamos que parar lo que estábamos haciendo para reírnos con él». Siempre hablaba sobre lo positivo de cada toma y hacía como que no le importaban los errores.

Por una parte, estaba tranquilo porque, como productor cinematográfico, sabía que los teleñecos eran una tan apuesta segura en el celuloide como en las seiscientas veinticinco líneas. Durante su carrera estrenó tres largometrajes de la saga muppets; todos como productor y solo uno de ellos como director. Los tres fueron muy rentables. En especial el primero, The Muppet Movie (James Frawley, 1979), que fue la séptima película más taquillera de la temporada. El bombazo comercial permitió que Henson ganase una auténtica fortuna y no tuviese que preocuparse nunca más por el futuro de su compañía. La siguiente película de la saga, The Great Muppet Caper, fue dirigida por él mismo en 1981 y añadió unos millones de dólares más a su cuenta bancaria. Lo mismo sucedió con The Muppets Take Manhattan (Frank Oz, 1984). Ya ven que a Henson no le faltaba el dinero, gozaba de prestigio y respeto universales… así pues, ¿cuál fue el problema?

Sabemos por quienes le conocían —por sus hijos, en especial— que a Jim Henson le dolió mucho la fría recepción que tuvieron sus dos proyectos cinematográficos más personales, ambos repletos de marionetas, pero alejados en espíritu del mundo de los teleñecos: Cristal oscuro (1982) y Dentro del laberinto (1986). Fueron dos películas a las que dedicó cantidades ingentes de trabajo y no supo cómo reaccionar cuando el público no mostró entusiasmo por ellas. En realidad, Cristal oscuro no fue un fracaso como tal. En el ámbito del cine infantil quedó eclipsada por el musical Annie y, sobre todo, por aquel monstruo comercial llamado E.T. el extraterrestre, pero estuvo entre las veinte películas más vistas en los cines estadounidenses durante 1982. Lo que importunó a Henson no fue tanto el tema económico como la tibia recepción crítica. Cristal oscuro fue considerada por muchos un paso en falso que había atraído público solo porque el apellido Henson estaba detrás. Era demasiado diferente a lo que se esperaba de él. Una película de marionetas, sí, pero cuyo tono general era muy sombrío. Incluso contenía secuencias terroríficas.

Henson había sido considerado sinónimo de divertimento inocuo; no es que sus obras anteriores no hubiesen tenido cierto filo, pero dentro de los límites de lo amable. Buena parte de ello se debía no tanto a su idiosincrasia como a la tremebunda popularidad de Sesame Street, que había condicionado en parte los límites de The Muppet Show. Henson se sentía poco identificado con la blandura de muchos contenidos para niños y fue uno de los pioneros de la ola de oscuridad que estaba a punto de anegar el cine infantil durante los ochenta. Él entendía que la televisión infantil requería contenidos más suaves, al tiempo que pensaba que el cine era la oportunidad perfecta para cambiar el paradigma. Pero claro, no era el individuo «indicado». Spielberg podía incluir oscuridad en E.T. el extraterrestre porque se había hecho famoso con Tiburón. Todo el mundo sabía que la obra de Spielberg tenía filo. Nadie esperaba lo mismo de Henson.

En Cristal oscuro había humor, pero poco. De hecho, la historia era bastante lúgubre. No era una decisión gratuita: Henson quería recuperar el tono siniestro que, en realidad, siempre habían tenido los cuentos tradicionales y que la televisión había arrinconado en el olvido. Aunque a diferencia de aquellos cuentos, en su película no había moralejas claras ni un componente educativo evidente, Henson era partidario de que los niños pequeños pasasen algo de miedo y se familiarizasen con conceptos como la muerte, la injusticia, etc. Tenía razón, porque la historia funcionó bien entre los niños que la vieron (salvo entre los que quedaron demasiado traumatizados por ciertas escenas), pero los adultos no entendieron nada, incluyendo a muchos críticos. Cristal oscuro era un artefacto raro e inclasificable. Sí, ganó dinero y fue rentable, pero a Henson le preocupó la posibilidad de haber ido demasiado lejos. Fue un pionero incomprendido.

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La monumental esfera armilar de la astrónoma Aughra es un artefacto cuya magia no han superado décadas de efectos por ordenador.
Creyendo haber aprendido la lección, cometió el error de concebir su siguiente proyecto personal como un revulsivo con el que corregir la imagen proyectada por Cristal oscuro. Su siguiente proyecto personal, Dentro del laberinto, era casi el reverso de Cristal oscuro. Era el tipo de película que, pensaba Henson, la gente esperaba de él. Esto es: aventura, acción, mucho humor. Los mimbres de Dentro del laberinto eran prometedores. Henson quería que el protagonista masculino, que encarnaría a un carismático villano, el rey de los goblins, fuese un cantante de éxito. Hizo una lista de nombres: Prince, Michael Jackson, Sting, Freddie Mercury, Mick Jagger. Incluso pensó en Roger Daltrey de The Who, David Lee Roth de Van Halen y nada menos que en Ted Nugent. Sin embargo, el papel fue a parar a manos de David Bowie, quienes se mostró activamente entusiasmado con el proyecto. Bowie estaba en el pináculo de su carrera después del apoteósico éxito de su disco Let’s Dance, número uno en un montón de países, y la verdad es que hizo un gran trabajo (por más que sus canciones para la película fuesen mediocres). La protagonista femenina fue Jennifer Connelly, quien, pese a tener solo catorce años, contaba con una amplia experiencia ante las cámaras y por entonces era una de las mejores actrices en esa franja de edad, si no la mejor. El muy divertido guion, además, contenía un montón de humor y venía firmado nada menos que por Terry Jones, el de Monty Python. Jones aparece como único escritor en los créditos, pero el argumento fue retocado por tantas manos que él dejó de considerarlo «suyo». Pese a todo, el humor estilo Monty Python es más que evidente durante todo el metraje.

Henson, pues, pensaba haber hecho la película que se esperaba de él, pero Dentro del laberinto fue un tremendo fracaso en taquilla y ni siquiera llegó a cubrir costes. La pérdida monetaria no hizo tambalear las saludables finanzas de Henson, pero lo que sí se tambaleó fue su ánimo. Sus familiares desvelaron después que pasó por una etapa difícil, el momento más duro de su carrera. Es muy posible que Henson se sintiera repentinamente secuestrado por el universo de los teleñecos, como si el mundo no quisiera verle hacer otras cosas. De hecho, tres años después del fracaso de Dentro del laberinto (y solo unos meses antes de morir), Henson estaba negociando la posibilidad de vender su compañía a Disney. Estaba tan decidido a seguir intentando que el público lo reconociese por algo que no tuviese que ver con los muppets que ya consideraba deshacerse de ellos.

Irónicamente, Cristal oscuro y Dentro del laberinto se convirtieron en objeto de culto después de la muerte de Henson. Dentro del laberinto fue la única película con la que Henson perdió dinero, pero se volvió rentable gracias a sucesivas reediciones, proyecciones y retransmisiones, hasta el punto de que, contra todo pronóstico, terminó convirtiéndose en un activo rentable para The Jim Henson Company (empresa que hoy dirigen los hijos de Jim, Brian y Lisa Henson). En 2016 se anunció un remake de Dentro del laberinto que va a ser escrito y dirigido por el uruguayo Fede Álvarez. Ya saben, el director de Evil Dead y No respires, el mismo que saltó a la fama con aquel extraordinario corto llamado ¡Ataque de pánico!, del que ya hablé alguna vez.

He de decir que una secuela de Dentro del laberinto no me da mala espina. Álvarez es un tipo con talento, pero, más allá de eso, el universo de Dentro del laberinto admite fácilmente una expansión. Se podrá hacer mejor o peor, pero las posibilidades están ahí. No me cuesta imaginar una actualización de la historia a los tiempos presentes. En cualquier caso, se sabe poco sobre el proyecto. Pero poco: baste decir que la propia Jennifer Connelly se ha enterado de la existencia de una posible secuela solo unos días antes de que yo escriba estas líneas, cuando el proyecto lleva años en desarrollo. Vamos, que nadie ha contactado con ella para que haga un cameo como una Sarah adulta. Pero bueno, no me parece artísticamente irrazonable que Dentro del laberinto vaya a tener una secuela. Siempre me gustó esa película, especialmente por su sentido del humor, y aún me descojono viendo escenas como la surrealista batalla final. El remake no será lo mismo, pero podría estar bien.

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Los místicos en plena rave.
Más delicado es que Netflix esté desarrollando junto a The Jim Henson Company una serie basada en Cristal oscuro. Eso me plantea bastantes más dudas. Empezando por el desconcertante título que es, agárrense, The Dark Crystal: Age of Resistance. No quiero ser prejuicioso, pero lo del título seguido de dos puntos seguidos y palabras como «resistance», «revenge», «revolution» o «reloaded», es algo que quizá encaje con Marvel, pero no con el universo de la película de 1982. Para colmo, Brian Henson ha dicho que algunas de las influencias de la nueva serie serán Avatar (¿Qué?), The Last Airbender(¡¿Qué?!) y Juego de tronos (¿¿QUÉ??). De acuerdo, demos el beneficio de la duda, pero me cuesta procesar esto. ¿Qué demonios tienen que ver Juego de tronos y The Last Airbender con Cristal oscuro? ¡Absolutamente nada!

Vale, quizá no soy objetivo. Ver Cristal oscuro en pantalla grande fue una de las experiencias cinematográficas que más me impactaron durante la infancia. Aun así entiendo que quien no haya experimentado la película de pequeño y la vea de adulto por primera vez pueda encontrarla simplona. Porque es simplona. Los personajes no están desarrollados y los conceptos que se manejan son muy simples. La narrativa es bastante plana. Características como la lentitud y la sencillez, que para muchos espectadores pueden antojarse defectos, se convierten en virtudes cuando uno analiza la película como lo que es: «alta fantasía» para niños. La mitología de Cristal oscuro está concebida para que un niño pequeño la entienda, por eso es tan simple. Describe un mundo platónico cuyas reglas, a ojos de un adulto, son tan complicadas como las del tres en raya, pero que a un pequeño cerebrito le dan mucho que pensar.

La historia, como sabrán, está protagonizada por personajes de tres razas que representan conceptos diferentes. Los gelflings, parecidos a elfos, personifican la inocencia y la nobleza. Los místicospersonifican la sabiduría y la bondad. Los skeksis, aquellas mezclas de pajarraco carroñero y lagarto, simbolizan el egoísmo y la ambición. Los personajes son estereotipos porque su raza determina cómo se comportan. El único personaje principal dotado de un carácter no estereotipado —aparte del hilarante «perrito» Fizzgig— es una astrónoma llamada Aughra que no pertenece a ninguna de las tres razas principales y que es la única expresión de auténtica individualidad en toda la película. Por así decir, ella es el «único» personaje como tal.

Esta uniformidad entre los miembros de cada raza, sin embargo, tiene muchísimo sentido. Durante el metraje (spoiler), el pequeño espectador descubrirá que entre los admirables místicos y los despreciables skeksis existe un vínculo muy estrecho; tanto, que terminarán revelándose como las mitades de individuos que fueron separados mil años atrás. Por eso una raza es malvada y la otra no. Esta división es todo un descubrimiento. Aún recuerdo la primera vez que vi a uno de los skeksisherido en una mano y cómo en el plano siguiente, uno de los místicos, que estaba en otro lugar, empezaba a sangrar también. Ese tipo de cosas te dejan atónito cuando eres pequeño porque nunca se te habría pasado por la cabeza un fenómeno semejante.

Usted quizá piense ¿y todo esto qué tiene de aliciente para un espectador adulto? A nivel argumental, la verdad, no mucho. Cristal oscuro es mucho menos entretenida que Dentro del laberinto. Hay poca acción y el humor es ofrecido con cuentagotas. Sin embargo, Cristal oscuro me gusta más por aquello que en fantasía y ciencia ficción se llama la «creación de mundo». Cristal oscuro debería ser uno de los primeros ejemplos que poner sobre la mesa cuando se habla de ese concepto en las escuelas de cine. Cada segundo de cada minuto de cada secuencia de la película denota un constante esfuerzo por erigir un universo ante los ojos del espectador. No hay plano que no esté cuidado al milímetro en ese aspecto. Cada ropaje, cada objeto, cada planta, cada criatura, han sido diseñados y situados en el decorado con el mismo cuidado que los elementos de un lienzo barroco.

La imaginación y el virtuosismo de Henson para las marionetas, su visionaria dirección en tándem con Frank Oz, y la manera en que los fabulosos conceptos artísticos del dibujante Brian Froud fueron hechos realidad, convierten este largometraje en un festival para los sentidos. Hablamos de varios talentos en el punto culminante de sus carreras, aportando sus prodigiosas imaginaciones para una película. Salvo algunos detalles puntuales como los primitivos efectos de postproducción (¡recuerden que fue hecha en 1982!), la película, como obra visual, sigue siendo impresionante hoy. Y aún más sabiendo que todo fue hecho con muñecos y decorados construidos o pintados. Nada de ordenadores. Un adulto ni siquiera necesita fijarse en la historia para disfrutar de la película, le basta con un poco de sentido estético y de aprecio por sus extraordinarios valores de producción. Sí, en Avatar todo era impresionante también, pero era el producto de una tecnología mucho más avanzada que permite crear mundos enteros desde la nada sin tener que clavar un clavo. En Cristal oscuro cada elemento está ahí, físicamente presente ante la cámara. Ha sido construido. Y lo deja a uno atónito.

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En la portentosa escenografía de Cristal oscuro se cuida hasta el último detalle de un mundo de fantasía donde cada planta, cada piedra, cada bichejo del bosque están físicamente ante la cámara.
Ese mundo, sin embargo, no solo se compone de elementos físicos. La parsimonia de la narración le confiere a Cristal oscuro un aire onírico parecido al de un sueño o al de una fantasía infantil rememorada al cabo de los años. En esa película no serían concebibles grandes batallas ni diálogos elaborados. No hay más relaciones entre personajes que aquellas que puede entender un niño: cariño, amistad, apoyo, lealtad, rivalidad, envidia, miedo. Precisamente por esa simpleza tiene un aire de tradición folclórica, de canción popular, de historia que se cuenta alrededor de una hoguera y que no puede ser demasiado compleja porque nunca va a ser plasmada en papel y debe ser transmitida de boca en boca, dependiendo únicamente de la memoria. La mitología del cristal ha sido más apreciada con el paso de los años que en su momento, desde luego. En especial porque no ha habido equivalentes en el cine posterior. Nadie ha hecho algo que se le parezca. Cristal oscuro se ha revalorizado por los mismos motivos que La planète sauvage; se podrá decir lo que se quiera sobre su argumento, pero su universo es único.

La principal diferencia con respecto a Dentro del laberinto reside en que el universo de Cristal oscurono puede ser expandido o replicado sin traicionar su espíritu original. Es un microcosmos demasiado restringido, demasiado infantil y demasiado atado a una parábola concreta. Narra un instante temporal determinado y ese instante es lo único importante. El pasado es apenas mencionado y el futuro es inconcreto. El único tiempo verbal que tiene sentido en esa historia es el presente. Como decía antes, los personajes no tienen biografía y la historia finaliza sin moraleja. De nuevo cosas que tienen sentido: los niños tienen tendencia a querer ver siempre las mismas historias (incluso cuando son ellos quienes las crean mientras juegan o dibujan) y Cristal oscuro está concebida bajo ese prisma. Es una historia circular sin antecedentes ni secuelas.

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Jim Henson quiso mostrar un mundo como nunca se había visto en una historia protagonizada por marionetas.
¿Puede un universo circular e intemporal ser expandido en una serie? Aunque lo justo es otorgar el beneficio de la duda y es posible que el resultado me sorprenda, me inclinaría a apostar por que no será posible. Ojo, no digo que la serie vaya a ser mala. Podría ser buena, magnífica incluso, quién sabe. Pero anticipo que será otra cosa, una expansión demasiado artificial de algo que no admite secuelas (o precuelas, como en este caso). Eso sí, hay anuncios que tienen buena pinta; los productores han prometido que usarán marionetas y decorados, y que los efectos por ordenador solo serán empleados en aquellos momentos imprescindibles. No sé si creérmelo, pero si lo hacen bien, los CGI podrían ser un complemento visual fantástico a las técnicas heredadas de Henson. Podría ser que Dark Crystal: Age of Resistance resulte visualmente impresionante. Si lo es, yo sería capaz de verla solo por eso.

En cuanto al hipotético argumento, tengo muchos más reparos. Quizá me equivoque, pero será una explotación nostálgica de la marca dirigida a quienes conocen eso, la marca, y poco más. Rellenarán el vacío como puedan; al igual que Peter Jackson con El hobbit, pero con la diferencia de que en Cristal oscuro ni siquiera hay un material escrito más allá de la simplona historia de la película original. Así que será todo relleno. ¿Habrá batallas entre skeksis y místicos? ¿Veremos a los garthim, los escarabajos-cangrejos gigantes, masacrando a los gelflings? ¿Veremos peleas internas entre skeksis por hacerse con el trono, más allá del incruento «juicio por piedra»? Todas estas cosas se sobreentienden o se mencionan en la película de 1982, pero es innecesario convertirlas en imagen. No digo que no haya cosas que quizá sean dignas de contemplar, como el momento en que el cristal se rompe y los seres de luz son separados en skeksis y místicos. En la película se nos hablaba de ello y solo lo imaginábamos. Pero, ¿guerras? ¿Matanzas? ¿Politiqueos a lo Juego de Tronos? No se me ocurre como todo eso puede narrarse respetando la aureola etérea que era lo más característico de la película. Obviamente, la nueva serie tendrá que estar enfocada a un público adolescente o adulto que, para colmo, está acostumbrado a que la fantasía actual esté repleta de acción.

Por supuesto, algunos podrían decir: «Oiga, déjese de nostalgias, ¿qué más da si el resultado no se parece a la película si al final la serie está bien?». De hecho, admito la posibilidad de que la serie pueda terminar gustando a más gente que la película. Y me parece bien, no tengo nada en contra de que la gente disfrute con lo que quiera. Pero al mismo tiempo es innegable que la jugada está muy calculada y no porque estemos acostumbrados ya, es menos cínica. Se recicla una marca conocida, prestigiosa y/o nostálgica para crear un nuevo producto que con otro título tendría mucho menos efecto publicitario. El problema de eso es que, al modificar el mundo del producto original, se hace más difícil que veamos algo nuevo que de verdad reproduzca ese mundo. Por ejemplo: hoy es irrealista esperar una película de Superman que contenga largos pasajes de comedia romántica. Es irrealista esperar un Star Trekdonde los tripulantes del USS Enterprise debatan tranquilamente sobre misterios espaciales. Y es irrealista esperar una historia de fantasía donde las cosas sucedan despacio, a paso de místico. El abanico de posibilidades en el mundo del entretenimiento es a la vez más extenso y más restringido que antes. Mucha oferta, poca variedad. Si, como cabe esperar de las declaraciones de Brian Henson, The Dark Crystal: Age of Resistance se acaba pareciendo a la fantasía actual y no al universo nacido de la mente de su padre, no tendremos más variedad, sino otra serie más. Y Cristal oscuro no era otra película más.

Espero que estos temores no tengan fundamento. Créanme, soy el primer interesado en clavarme ante la pantalla y disfrutar de la serie como un enano. Ojalá suceda. Pero de momento, me estoy mentalizando para disfrutar primero de la faceta visual y luego… ya veremos si termino berreando como Fizzgig cuando no lo quieren llevar de paseo.

Nota: todas las imágenes pertenecen a Universal Pictures.

https://www.jotdown.es/2019/03/el-retorno-de-cristal-oscuro/

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Jim Jarmusch inaugura Cannes con una de zombis
  • EL MUNDO
Miércoles, 10 abril 2019 - 19:05
The Dead Don't Die (Los muertos no mueren) será la primera película a competición el 14 de mayo próximo

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Cartel de 'The Dead Don't Die' de Jim Jarmusch que inaugura Cannes.
Ya hay un nombre. Y de los clásicos. Jim Jarmusch, que consiguió la Cámara de Oro a la mejor ópera prima en la Croisette por 'Stranger than paradise', será el encargado de inaugurar la edición número 72 del Festival de Cannes y, ya puestos, su preciada alfombra roja. Lo hará el martes 14 de mayo acompañado de Bill Murray, Adam Driver, Tilda Swinton, Chloë Sevigny, Steve Buscemi, Danny Glover o Iggy Pop. Todos ellos forman el elenco de cadáveres con el que el director se estrena en una película de zombis. El realizador continúa así su doctorado en el cine de género. Antes visitó el western con'Dead man'; el cine de samurais con 'Ghost dog' y el de vampiros con 'Sólo los amantes sobreviven'. El director de Akron presentó a competición recientemente, en 2016, 'Paterson' y el documental sobre Iggy Pop 'Gimme danger'.

De momento, él es el primero en una edición de Cannes que promete volver a los más granado de sus clásicos. Desde Tarantino a Terrence Malick pasando por James Gray, Kore-eda, Ken Loach o los hermanos Dardenne, todos parecen dispuestos a refutar la anunciada nueva política de dar espacio a otros nombres. A todo ello hay que sumar la más que probable incorporación de Pedro Almodóvar con 'Dolor y gloria'.

https://www.elmundo.es/cultura/cine/2019/04/10/5cae1295fc6c83c97a8b4634.html
 
Así ha contado el cine 'La llorona', la leyenda mexicana que llega a Hollywood
CINE
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  • 19 ABR. 2019 01:48
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Fotograma de la película 'La llorona', que se estrena este jueves en España. E. M.
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El fantasma de una mujer vestida de blanco y con cabello negro que vaga sola en la noche llorando por sus hijos perdidos es, a grandes rasgos, la figura de La Llorona, una figura terrorífica del folklore latinoamericano que encarna diferentes miedos en función de la zona y de la tradición. En algunos lugares, escuchar sus lloros es un presagio de muerte de un familiar o de la de uno mismo. También se asocia su llanto con un cebo, como la canción de las sirenas, que acaba conduciendo a la desgracia, pero para una mayoría es un fantasma que busca niños a los que llevarse para reemplazar a los que perdió.

Su presencia en el cine nunca ha tenido un estreno internacional tan importante como con La Llorona -al menos bajo ese nombre- pero su mito ha vivido en México y en otros países latinoamericanos durante cientos de años. Es una leyenda antigua, por lo que su origen se ha ido difuminando en el tiempo y la geografía, con adaptaciones y vueltas a los mismos conceptos, desde diosas aztecas o espíritus deificados de mujeres que murieron durante el parto, sacrificios de niños a dioses de la lluvia o el relato de La Malinche, la amante nahua de Hernán Cortés, a la que quiso abandonar a su regreso a España y que, cuentan, mató despechada a su hijo para que el conquistador no se lo llevara -aunque no sea verdad-.

La versión final más común de La Llorona es la de María, una mujer pobre, muy bella, seducida por un noble que pasa por su aldea y, embelesado, se casa con ella a pesar de su clase social. La felicidad de los primeros años les concede dos hijos, pero el noble empieza a viajar y descuidar su matrimonio hasta que a la vuelta regresa con una nueva mujer que le encaja mejor a su estatus de riqueza y clase. María entra en una espiral de desesperación y locura y termina ahogando a sus hijos en el río para pasar el resto de días de su vida lamentándose por lo que hizo.

La cultura ha ido haciendo distintas reinterpretaciones de la tragedia y variaciones en los detalles, pero el núcleo sigue siendo el mismo: el fantasma de una mujer atormentada que vaga por zonas con ríos o lagos en busca de su descendencia gritando: "¡Ay mis hijos!". Se ha convertido en una variación del hombre del sacopara asustar a niños que se portan mal y para evitar que vayan solos por zonas peligrosas. El cine mexicano ha ido adaptando el mito en distintas fases a los largo las últimas décadas pero la cultura popular, por su lado, ha ido absorbiendo la leyenda hasta llegar a películas de Hollywood como Mamá (2013) o La Llorona(2019), que se estrena este jueves en España.

LA LLORONA (1933)
Es la primera película de terror mexicana, y no podía tener otra protagonista que La Llorona. Planteada como "una versión moderna de la popular leyenda" según su propia publicidad, esta obra de Ramón Peón hace un pequeño prólogo de la historia que conocemos para pasar luego a una historia de posesión del fantasma a una de las protagonistas. El resto de la obra es más bien un melodrama romántico de desengaño con toques de crimen y comedia, muy al estilo de los misterios de vieja casa tenebrosa de Hollywood en esa época, con alguna aparición puntual del fantasma y escenas ligeramente expresionistas.

EL GRITO DE LA MUERTE (1959)
Una de las versiones más curiosas es este western con elementos de terror, un subgénero bastante habitual en México a mitad del siglo XX. Cine de barrio de vaqueros, de los típicos con sonidos de bote cuando dan puñetazos y con caballos amigos que sacan a las personas de las arenas movedizas, pero con elementos fantásticos de terror gótico y atmosférico que la convierten en una rareza en nuestros días. La imaginería asociada a La Llorona es deliciosa, pero, como muchas de su etapa, tienen la costumbre de hacerse un Scooby-Doo en la parte final que acaba rompiendo el encanto.

LA LLORONA (1960)
Tras la poco reseñable La herencia de la Llorona (1947), los sesenta trajeron una nueva visión de la historia. René Cardona dirigió esta nueva variación del mito original que servía, básicamente, como relato de época del proceso por el que la mujer acaba con sus hijos. Pese a que no hay demasiado sobrenatural en la mayoría de metraje, su relato trágico sirve para darle un trasfondo dramático a la figura, que regresa en el presente encarnada en una niñera y da pie a un desternillante tercer acto que se convierte en una especie de versión oscura de Mary Poppins en la que la nana intenta asesinar a un niño de cuatro años de distintas formas para cumplir con la maldición, sin llegar a conseguirlo.

LA MALDICIÓN DE LA LLORONA (1961)
Aunque comparta el nombre original con la nueva adaptación de Warner Bros, ésta no tiene prácticamente nada que ver con el cuento tradicional aunque sea, posiblemente, la mejor película que se haya realizado con relación a La Llorona. Aquí tenemos a una bruja, Selma (Rita Macedo), que quiere revivir a un antepasado, y para conseguirlo usa a viajeros a los que atrae emitiendo gritos al estilo de La Llorona. Es muy efectiva gracias a su manejo de la atmósfera espeluznante y gótica, claramente inspirada en La máscara del demonio de Mario Bava, estrenada sólo un año antes y que se deja notar en las apariciones con un par de dobermans de la hechicera.

SANTO Y MANTEQUILLA NÁPOLES EN LA VENGANZA DE LA LLORONA (1974)
Otro de los estandartes de la cultura pop mexicana, Santo, el luchador enmascarado, tuvo un encuentro con la leyenda en una explosión de mitos pop que alternaba escenas de lucha en ring y fuera de él con apariciones del espectro, convertido aquí en una especie de variación momificada a modo de esbirro de la verdadera Llorona. La variación de este filme es una mujer que, al descubrir que su amante se va a casar con otra, decide hacer un pacto con el demonio para vengarse y jura regresar como La Llorona y tomar a cada primogénito de los descendientes de su amante. Una pena que Santo y su compadre Mantequilla no luchen directamente con el zombie, pero al menos sus apariciones son coloridas y llenas de efectos góticos de chirigota.

KM 31: KILÓMETRO 31 (2006)
Pegamos un salto dentro de México hasta el siglo XXI con una de las reinvenciones locales más audaces a la leyenda. Una vez pasado el boom del terror japonés de los primeros 2000, su influencia se hizo más y más perpetua en todas las cinematografías mundiales, así que no es difícil ver aquí un uso de la atmósfera, diseño de personajes y sustos de Ju-on: La maldición (2002) con una trama que mezcla ideas tanto de La Llorona como de las historias de fantasma de la curva. La recuperación de la tradición más urbana se ha ido forjando con el paso de los años y logró un éxito de taquilla que terminó en secuela.

GRIMM: LA LLORONA (2012)
Aunque no sea técnicamente una película, el noveno episodio de la segunda temporada de la serie de terror Grimm adaptaba la leyenda original siguiendo la tradición de la serie de rescatar mitología internacional para crear sus casos. En esta ocasión, la pareja protagonista investiga una serie de secuestros infantiles que están sucediendo en Portland , y que tienen como punto en común a La Llorona. Es uno de los primeros contactos del mito en Estados Unidos que no recurre a la variación más habitual que se suele hacer allí, la dama blanca. Curiosamente, la serie de terror que sirve de modelo a ésta, Sobrenatural, comenzaba su andadura en 2005 con una adaptación yanqui del mito: una joven de blanco, sí, pero que adaptaba todas las características de la mitología mexicana a la idiosincrasia de EEUU.

LA LEYENDA DE LA LLORONA (2011)
La versión para niños del cuento integrada dentro de una serie de películas animadas que van abordando diversas leyendas de terror mexicanas. En ésta, un grupo de niños buscan detener un fantasma que secuestra niños perdidos en el bosque, al estilo Stranger Things pero cinco años antes de que llegara la serie de Netflix. Ideal para enseñar el mito a las nuevas generaciones: los diseños son demasiado gomosos como para dar miedo y la animación, limitada como para perdurar. De cualquier forma, los niños mexicanos que la vean seguro que la eligen como clásico para revisionar en cada nuevo Día de los muertos.

MAMÁ (2013)
https://www.elmundo.es/f5/mira/2019/04/19/5cb83e1121efa080778b45d7.html
El debut de Andy Muschietti, director de la adaptación de IT de Stephen King, es una producción de Guillermo del Toro que no menciona el mito de su tierra en ningún momento pero lo reinterpreta sin esconder demasiado sus fuentes. Antes de conducir la película de terror más taquillera de la historia, Muschietti supo darle un conveniente aspecto tenebroso de gran producción al mito, que, pese a sus múltiples sustos de volumen, se ajustaba a la aspereza cruel del relato, elevando el conjunto a un terror oscuro lleno de turbiedad y un diseño del espectro heredero de Modigliani


Original con videos, en el siguiente enlace, gracias:
https://www.elmundo.es/f5/mira/2019/04/19/5cb83e1121efa080778b45d7.html
 
Muere la parapsicóloga Lorraine Warren, cuya vida inspiró la saga «Expediente Warren»
La investigadora de lo paranormal ha fallecido en Connecticut a los 92 años
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Lorraine Warren junto a la actriz Vera Farmiga, quien se pone en su piel en la saga «Expediente Warren»

Los amantes de las películas de «Expediente Warren» conocen de sobra a Lorraine Warren, la investigadora de lo paranormal y clarividenteque inspira una de las sagas de terror más exitosas de los últimos años. La parapsicóloga ha muerto en la localidad de Monroe, Connecticut a los 92 años de edad, tal y como ha informado a la prensa su yerno, Tony Spera.

Warren se hizo famosa junto a su marido Edward -el único demonólogo reconocido por la Iglesia católica- en los años 50 por su consulta sobre sucesos paranormales. La demonóloga afirmaba ser medium y poder conversar copn los espíritus, por lo que ambos fundaron la New England Society for Psychic Research. Bajo esta sociedad la pareja investigaba diferentes casos de posesiones y apariciones fantasmales.

Las críticas no se hicieron esperar, y durante décadas muchos expertos han tachado de farsante al matrimonio, que aseguraba haber investigado más de 10.000 casos. Algo que no afectó a su fama, que ha crecido exponencialmente. El cine ya se fijó en las andanzas de la pareja en 1979, cuando Stuart Rosenberg grabó «Terror en Amityville», la casa encantada por excelencia en Estados Unidos.

La moderna saga de «Expediente Warren» -en donde la actriz Vera Farmiga da vida a la ahora fallecida Lorraine-, de la que en 2020 llegará la tercera entrega, no ha hecho sino acrecentar la leyenda de ambos. Anteriormente se estrenó «La monja», en la que también aparece el controvertido matrimonio.

https://www.abc.es/play/cine/notici...a-expediente-warren-201904191943_noticia.html
 
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