- Qué papel tiene una primera dama y por qué su ropa sí que importa
Por definición, la primera dama es, ante todo, la anfitriona de la Casa Blanca. Organiza y asiste a ceremonias oficiales y funciones del estado, ya sea junto con el presidente o en su lugar. A partir de ahí, su rol es libre. Con los años ha llegado a copar las cotas de poder que cada una de ellas se ha propuesto, desde la participación en campañas políticas a la gestión de la Casa Blanca, la lucha por las causas sociales o la representación oficia del presidente. Su influencia se extiende a muchos sectores, desde la industria de la moda al dominio de la opinión pública. Si la ropa revela mucho sobre los roles de género y la evolución del código moral, en el caso de una primera dama esto adquiere una dimensión política cargada de significado. Más conservadoras o más modernas, todas ellas han empleado la moda como una manera de construir una imagen, encajar en el papel que han decidido desempeñar y negociar los espacios que ocupan de una manera en la que los presidentes no necesitan hacer.
De Jackie Kennedy a Melania Trump, la ropa es una forma de apoyar un mensaje y amplificar una idea que no solamente puede servir para mejorar, suavizar, realzar o fortalecer una imagen sino que además sirve como herramienta de diplomacia. Todo es deliberado, por lo que no es superficial insistir en el estilo de esta figura cuando está manifestando su posición ante el mundo.
Que la actual primera dama lleve a diario abrigos, bolsos y zapatos de miles de dólares le coloca, inevitablemente, en un lugar. La elección de ese lugar es la clave para su trabajo y su legado: Mary Todd Lincoln (esposa de Abraham Lincoln y Primera Dama desde 1861 hasta 1865), por ejemplo, quería que la Casa Blanca reflejara una nación segura y progresista. Así que decidió vestirse a imagen y semejanza de la emperatriz Eugenia de Francia, con vestidos opulentos que costaban, cada uno, unos 2.000 dólares según cálculos de la revista Time. Lou Hoover (mujer de Herbert Hoover, presidente de 1929 a 1933) hizo bien en abrazar la austeridad, dada la Gran Depresión, con un estilo discreto de prendas hechas en EE.UU. principalmente con algodón. De Jackie y la influencia casi pop de su imagen en la presidencia de su marido está casi todo escrito.