Coronavirus

El coronavirus me jodió la vida
No podemos seguir permitiendo que proliferen los gobiernos que anulan la verdad, pues por más que queramos obviarlo, las consecuencias nos podrán terminar estallando en la cara algún día, arruinándonos la vida, o peor aún, llevándonos a la muerte
OPINIÓNCORONAVIRUSDESTACADO
Por Emmanuel Rincón Actualizado Abr 29, 2020

“El coronavirus me jodió la vida”. Esta frase no me pertenece, no podría patentarla, pero estoy seguro, sin haberla escuchado, que es una sentencia que se ha repetido millones de veces en los últimos meses por todo el mundo, en múltiples lenguas y por cientos de miles de razones.
Un hijo que perdió a su padre, un hombre que perdió su empleo y ahora debe escuchar a diario a su niña quejarse del hambre; un adulto que en unas cortas vacaciones se quedó varado en un país al que no pertenece y se ha quedado sin dinero; un adolescente que no pudo soportar la ansiedad y depresión en el confinamiento y terminó colgado de la viga del techo, una esposa que llora a diario porque su marido va al hospital a enfrentarse a ese monstruoso virus; uno, dos, tres, mil, millones de seres humanos a los que el coronavirus le cambió el curso de la historia, y no precisamente para bien.

Vivimos tiempos difíciles, tiempos que marcan hitos en la humanidad, que generan en algunos amplios espacios para la reflexión, en otros provocan desastres internos, pequeñas bombas de degeneración humana, que explotan ese lado oscuro que se había mantenido oculto durante años. Entonces surgen los episodios de violencia intrafamiliar, reaparecen las adicciones a las drogas o sencillamente los miedos e inseguridades por un futuro poco previsible se apoderan de la psique del individuo y lo sacan de sí.
En China funcionarios de un régimen totalitario decidieron silenciar a un médico que tenía la verdad en sus manos. Otros burócratas más cercanos a Xi Jinping decidieron que esto debía ser política de Estado. El mandatario los acompañó en el camino de la censura, le pidieron a los directores de la OMS, liderados por un hombre africano, que avalara sus “informaciones” para permitir el flujo de la enfermedad. De pronto murió un hombre en Italia, una mujer en España, otro ser humano más en Estados Unidos, y así los muertos fueron duplicándose, quintuplicándose a diario, hasta llegar al punto en el que toca agradecer estar vivos, aunque a los que todavía respiran el coronavirus les haya arrebatado sus sueños.
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El factor catástrofe no es un medidor objetivo para evaluar la fiereza con la que el coronavirus atentó contra la vida de todos. El multimillonario que perdió un negocio de millones se compadecerá pensando que hay muchos seres humanos en el mundo que no pudieron pagar la cuota de su casa; el hombre de clase media alta pensará que él se retrasó con sus cuotas, pero hay otros que no pudieron pagar el alquiler. Ese hombre que no puede pagar el alquiler a lo mejor podrá ir a dormir donde uno de sus familiares, pero tendrá para comer, y así irá la cadena reduciéndose hasta quienes tan solo piensan que afortunadamente están vivos.

Para otros el coronavirus afectó en temas mucho más profundos y dolorosos. Para algunos, las pérdidas económicas no representan un factor importante, pero perdieron a un familiar, o quizás tan solo ese viaje para reencontrarse con sus seres queridos tras años de ausencia, o incluso la oportunidad de iniciar ese trabajo con el que habían soñado por años, la oportunidad de iniciar un nuevo proyecto de vida, dar el paso definitivo, ese escalón para crecer. Todos hemos perdido algo en estos meses. A todos el coronavirus nos jodió en algo la vida.
A mí también el coronavirus me quitó algo, pero me lo reservo, puesto que toca acudir a las máximas del ser humano para encontrar consuelo. Hay que pensar que miles han muerto, que miles no tienen para comer, que podría ser peor, y sí, siempre se puede estar peor, lo que nos lleva constantemente a la autocompasión. La autocompasión es otra forma de resistir, o quizás, la única. Pensar que el fracaso es momentáneo es un impulso. El universo está plagado de millones de seres humanos que fracasaron a lo largo de sus vidas, pero a todos siempre los mantiene en pie el sueño de la redención, eso que también conocemos como esperanza. Quien tiene esperanza quizás no alcance sus sueños, pero llegará a la vejez, habrá vivido. En los documentales, películas, novelas y libros de historia, solo conoceremos a quienes triunfan, o por lo menos, a quienes los otros consideran que han triunfado, porque el infierno de uno desde el exterior puede parecer el paraíso de otro, pero el tiempo siempre es un enigma y las oportunidades no necesariamente reconocen el momento adecuado, entonces, tan solo se van.
Un par de burócratas en China decidieron que el mundo enfermara y someter a la humanidad. Esto debe llevarnos a la reflexión: los actos de uno, dos, tres, cuatro, quizás diez individuos, pueden alterar el curso de la humanidad. Los seis grados de separación han quedado en evidencia, es la teoría del todo, donde el aprisionamiento de un médico Wuhan le ocasionó la muerte a un carpintero de Buenos Aires, donde la negligencia o complicidad de un par de científicos chinos cambió la vida de Alejandra en París, la de Diego en Santiago, la de Janis en New York, la de Tomás en Caracas y la de Bowen en Seúl.

La reflexión más importante es comprender, internalizar, que no podemos seguir haciéndonos de la vista gorda ante el totalitarismo, ante la mentira, ante el aplastamiento de las libertades, no podemos seguir permitiendo que proliferen los sistemas colectivistas, los gobiernos que anulan la verdad, pues por más que queramos obviarlo, las consecuencias nos podrán terminar estallando en la cara algún día, arruinándonos la vida, o peor aún, llevándonos a la muerte.
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En realidad pienso que a la oposición ahora mismo le viene bien no gobernar. Hemos llegado a un punto en que esto es muy muy difícil de arreglar y el que entre se va a encontrar con un pufo tremendo. Personalmente no dudo que a parte de la gestión de por si hay, como en todos los gobiernos que hemos tenido y parece ser costumbre, amiguísimos, favores, contratos con empresas que no son las más adecuadas, decisiones que no se han basado precisamente en el interés general... todo esto hace que falte dinero para tomar las riendas, estoy segura, por desgracia al final todo se traduce en dinero y no precisamente bien empleado. Igual soy muy mal pensado y espero equivocarme, pero no puedo evitar estar convencida de que la oposición no quiere gobernar ahora, es mejor dejar que este gobierno se hunda él solo aunque sea a costa de nuestra Salud, nuestras vidas y nuestros muertos.
No te digo que no, estoy bastante decepcionada con algunos, más de lo que ya estaba.
La clase política es una mierda.
Que saliera Podemos tendría que ser objetivo prioritario para la oposición si tanto dicen querer defender el interés general del país.

Cabe otra posibilidad: y es que realmente sea muy complicado por no decir prácticamente imposible montar otro gobierno.
Pero es que da igual, la labor de la oposición, dadas las circunstancias, es intentarlo como sea.
 
Lo que piense o diga la gente prima, que te dé igual, porque lo que buscan es la crítica. Cuando yo empecé con ansiedad y depresión, sumado a una fuerte carga de estrés familiar, perdí de golpe peso, se notaba. Todo el día en el trabajo el típico: uy, estás muy delgada ahora no? Yo explicaba que estaba pasando por una situación de estrés muy grande y que había perdido una talla, justo la que gané al dejar de fumar, fue volver a sacar pantalones. Un día entro en la sala de café, y una compañera de espaldas comentando “dirá lo que quiera, pero eso es anorexia”
Si dicen, que digan, tú date el gustazo que si no nos lo merecemos ahora, cuándo?
Mas o menos igual que tú. Tengo claro que lo importante es hablar por hablar.
Hasta los 20 me sobraba peso, críticas.
Luego, adelgace, empecé a trabajar en hostelería, más críticas.
Y harta estoy de encontrarme con alguien que me diga, joooo, que delagada estas.
Según épocas de trabajo puedo perder hasta 5-6kilos , sin más.
Estas últimas semanas, engordé, así a ojo, unos 4 kilos, soy como un globo.
Te juro que ya podré ver a alguien más gordo o más delgado, pero no soy capaz de decirle nada, me parece una muy mala educación, y cuando eres joven, esas críticas dañan mucho.
 
En realidad pienso que a la oposición ahora mismo le viene bien no gobernar. Hemos llegado a un punto en que esto es muy muy difícil de arreglar y el que entre se va a encontrar con un pufo tremendo. Personalmente no dudo que a parte de la gestión de por si hay, como en todos los gobiernos que hemos tenido y parece ser costumbre, amiguísimos, favores, contratos con empresas que no son las más adecuadas, decisiones que no se han basado precisamente en el interés general... todo esto hace que falte dinero para tomar las riendas, estoy segura, por desgracia al final todo se traduce en dinero y no precisamente bien empleado. Igual soy muy mal pensada y espero equivocarme, pero no puedo evitar estar convencida de que la oposición no quiere gobernar ahora, es mejor dejar que este gobierno se hunda él solo aunque sea a costa de nuestra Salud, nuestras vidas y nuestros muertos.
Yo tengo una impresión muy similar a la tuya, que no quieren “comerse” la crisis sanitaria, pero que probablemente querrían manejar la que va a llegar económica
 
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Que se lo digan a Pablete, circulando sin guante y sin mascarilla en un supermercado o a Pedrete, visitando una fábrica de mascarillas a calzón bajado para hacerse la foto.

Y lo decís teniendo un Presidente que todas las semanas, sin dejarse una, tiene a los abducidos esperando horas para ver el Aló Presidente, sin ningún tipo de contenido y verborrea en estado puro. La emisión semanal del vacuo Pedrito, y esas ruedas de prensa fantasmagóricas.

Y lo decís con los publireportajes de Pedrete en el Falcón o en helicóptero "visitando" zonas dañadas y sin poner el pie en tierra..., como un señorito recorriendo sus dominios.

Sois tan superficiales que os quedáis en la foto sin ver el fondo, en el caso de Ayuso y Almeida, porque así no reconocéis lo bueno que hay detrás, y en el caso de Fráudez y Pablete, porque el fondo es tan terrible que es mejor quedarse con la superficie.
No olvides que Pablito se ha saltado la cuarentena repetidas veces, teniendo el bicho en casa
 

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