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Una vuelta por el Mediterráneo, en 5 escalas de 8 horas
Sin hacer y deshacer valijas, sin preocuparse por los traslados de un destino a otro, todo lo que podés ver en un viaje que parte de Civitavecchia y visita Palma de Malloraca, Barcelona, Marsella y Savona.
La propuesta es muy seductora, y también desafiante: la posibilidad de navegar en crucero por el Mediterráneo, a la vez que se conocen distintas ciudades, monumentos históricos, iglesias, playas y ruinas arqueológicas, ferias y parques, degustando comidas típicas. El desafío es concretar el itinerario con escalas de ocho horas en cada lugar y decidir qué ver o hacer frente a una enorme y variada oferta de atracciones.
El dilema es, en definitiva, transitar experiencias, tocar varios puertos en un solo viaje y acumular imágenes y sensaciones a toda velocidad, en un itinerario fascinante. Disfrutar de cada parada con una fórmula tal que transforme esa seguidilla de puertos en algo memorable es posible, cumpliendo ciertos requisitos.
Costa Magica, una vuelta por el Mediterráneo.
El Mediterráneo es toda una tentación, inabarcable. El crucero Costa Mágica sale del puerto de Civitavecchia, a 70 kilómetros de Roma, Italia. Desde allí tenemos todo un día a bordo para disfrutar de la vida marítima hasta arribar a Palma de Mallorca (Baleares, España), al día siguiente.
Las paradas siguientes, anuncia el cronograma, serán Barcelona (España), Marsella (Francia) y Savona (Italia), muy cercana a Génova, digno final del recorrido. Entre una y otra escala, la rutina es la misma: navegación por la noche con cena y entretenimientos a bordo, un buen descanso en un amplio y confortable camarote, llegada a un nuevo puerto y desembarco por la mañana y paseo hasta la tarde, exactamente de 8 horas, para regresar al barco con la caída de la noche.
Por eso aquí lo bautizamos “la vuelta al Mediterráneo en 40 horas”, contando 5 paradas de 8 horas cada una. ¿Cómo aprovechar tanto en tan poco tiempo? En lo que sigue, algunas ideas.
1. Roma y Civitavecchia, el comienzo
En principio: abarcar todo es imposible. Pero al comienzo, si llega con algo de anticipación y no conoce Roma, no lo dude: hágalo. La ciudad eterna está a 70 km de Civitavecchia, punto de partida de nuestra gira. Incluso se llega fácil por tren desde Termini, con estaciones intermedias que pasan por el Vaticano, el Coliseo y el Trastevere.
El Coliseo romano, en Roma, a 70 km del puerto de Civitavecchia.
Según el tiempo de que disponga, Civitavecchia es también una ciudad con mucha historia. Fundada por el emperador Trajano, posee sitios arqueológicos etruscos, ruinas, termas y edificios medievales. Su puerto es uno de los más activos de Italia: por allí embarcan más de 5 millones de viajeros de cruceros y ferries.
Ahí nomás del puerto histórico está el Fuerte Michelangelo, uno de los símbolos de esa ciudad orgullosa. El casco histórico va desde la Plaza Leandra, en el corazón del antiguo burgo, pasando por la Puerta del Archetto hasta llegar a Piazza Saffi, donde incluso se pueden observar los restos de las antiguas murallas.
El Costa Magica, considerado una de las joyas de la compañía naviera Costa Cruceros.
En el puerto de Civitavecchia nos aguarda el imponente Costa Magica, inaugurado en 2004 y considerado una de las joyas de la compañía naviera. El ingreso es relativamente rápido, con asistencia de personal especializado, y entre el breve deslumbramiento inicial al conocer todos sus espacios, asombran especialmente los camarotes, por su amplitud y diseños interiores elegantes, de inconfundible sello italiano. Todos tienen baño privado, TV, minibar y caja fuerte. Los exteriores y las ubicaciones premium disponen además de un amplio balcón al mar, mobiliario para el aire libre y mucha luz natural.
Entonces sí, todo listo para partir hacia nuestro primer destino: Palma de Mallorca, capital de las Islas Baleares.
2. El encanto de Palma de Mallorca
Acéptelo: la ciudad tiene encantos por donde se la mire, pero todo no se puede. Si lo suyo no son los museos, no entre a ninguno; a las apuradas, no tiene sentido. Lo mismo las iglesias, los santuarios o las exposiciones, salvo alguna que considere prioritaria. Con el cronómetro en marcha, mejor no perder el tiempo y arrancar la visita por esta isla maravillosa, cuna de la cultura mallorquí, resultado de las influencias árabes, judías y españolas.
Palma de Mallorca, Islas Baleares, España
De entrada, la imponente catedral de Mallorca, un templo de estructura gótica con ventanales, rosetones y columnas de 21 metros de altura. Construida en el siglo XIII y restaurada varias veces, la catedral atrajo la atención de Antonio Gaudí, convocado para realizar las obras de la última reforma importante, a principios del siglo pasado. El maestro del modernismo, considerado uno de los más grandes arquitectos de la historia, introdujo en ella su sello tan desprejuiciado y particular, el mismo que desplegó por toda Barcelona. Ya llegaremos a ese punto. Amurallada y con vistas a la bahía de Palma, la catedral inicia la caminata hacia el casco antiguo de la ciudad, con sus callecitas de adoquines anaranjados y palmeras a los costados.
Es preferible recorrer el circuito histórico sin perder de vista algunas edificaciones, como la Almudaina, una fortaleza árabe reconvertida en residencia real, y el castillo Bellver, construido en forma circular y ubicado en lo más alto de un cerro. Mientras camina, observe los interiores de las casitas del centro peatonal, en los cuales se divisan los célebres “patios mallorquines”, otro de los íconos de Palma. Una visita posible, rápida pero cara (12 euros la entrada por adulto), son los baños árabes. También en el centro está la Plaza Mayor de Palma, una réplica diminuta pero encantadora de la de su hermana más famosa, la de Madrid.
Los interesados en arte tendrían que enfilar para el Museo Fundación Juan March, instalado en un palacete del siglo XVII, con obras de Salvador Dalí y otros artistas españoles. En las afueras, no muy lejos, está el plato fuerte: la Fundación Pilar y Joan Miró, antiguo estudio y lugar de trabajo del célebre artista. Pilar, su viuda, creó la fundación y la convirtió en museo rematando varios cuadros luego de la muerte de Joan. Para sus admiradores, y para los fanáticos del arte plástico en general, es una inversión de tiempo más que justificada.
Por último, siempre según las prioridades e intereses de cada uno, en Mallorca hay numerosas cuevas interesantes, entre ellas las “Cuevas de Drac” y las “Cuevas dels Hams”.
Pero ya estamos con tiempo cumplido y listos para partir hacia la segunda escala.
3. Barcelona esencial
Panorámica de Barcelona
Sí, es desproporcionado querer recorrer la ciudad en 8 horas, porque descubrir solo sus mejores secretos llevaría varios días. Sin embargo, según el gusto del caminante, en una escala como ésta se pueden seleccionar sus principales atracciones: las ramblas, el Mercado de Boquería, la ruta de Gaudí y su legado (Casa Batlló, La Pedrera, Parc Güell y la Sagrada Familia), el barrio Gótico y su primo hermano, El Raval. ¿Todo eso? Sí, se puede, como un eslogan de campaña política. El transfer del crucero a la ciudad arranca bien arriba, por la rambla principal, que une el Barrio Gótico y El Raval.
El primero es más comercial. Sin perder sus orígenes y por entre callejuelas retorcidas, es considerada la zona turística más atractiva de la gran ciudad de Cataluña, ideal para las compras de souvenirs, indumentaria de vanguardia y gastronomía típica. El Raval es más auténtico, pero igual de encantador.
Mercado de la Boquería, Barcelona, España (Getty Images para Viajes)
La Rambla termina en el Paseo de Gracia, la avenida más glamorosa y cotizada de la ciudad. Allí se concentran las marcas de lujo y otras de gama media, el bullicio y las edificaciones más características. Sobre todo, dos de las más emblemáticas obras de Gaudí: la Casa Batlló y La Pedrera. Están muy cerquita una de la otra, se las puede visitar pero difícil entrar con poco tiempo: siempre -o prácticamente siempre- hay cola. El genio del arquitecto modernista se puede contemplar desde afuera. Con ventanales y cúpulas puntiagudas, mosaicos reciclados y mucha madera. La Pedrera sigue el mismo estilo que la Casa Batlló, aunque con un tono algo más conservador.
Vista de Barcelona desde el Park Güell de Gaudi.
La obra cumbre de Gaudí, inconclusa, es la Sagrada Familia, una basílica que refleja el todo el espíritu del Art Nouveau catalán y es un símbolo de Barcelona. El propio Gaudí la empezó a construir en 1882 y sigue en construcción: prevén terminarla recién en 2026. La monumental edificación ideada por el genio modernista incluye torres y columnas redondeadas, ventanales y diversas fachadas con relatos vinculados a la fe cristiana. Si decide entrar (hay que pagar entrada), tenga en cuenta que lleva tiempo y el cronómetro sigue su marcha.
Sin hacer y deshacer valijas, sin preocuparse por los traslados de un destino a otro, todo lo que podés ver en un viaje que parte de Civitavecchia y visita Palma de Malloraca, Barcelona, Marsella y Savona.
La propuesta es muy seductora, y también desafiante: la posibilidad de navegar en crucero por el Mediterráneo, a la vez que se conocen distintas ciudades, monumentos históricos, iglesias, playas y ruinas arqueológicas, ferias y parques, degustando comidas típicas. El desafío es concretar el itinerario con escalas de ocho horas en cada lugar y decidir qué ver o hacer frente a una enorme y variada oferta de atracciones.
El dilema es, en definitiva, transitar experiencias, tocar varios puertos en un solo viaje y acumular imágenes y sensaciones a toda velocidad, en un itinerario fascinante. Disfrutar de cada parada con una fórmula tal que transforme esa seguidilla de puertos en algo memorable es posible, cumpliendo ciertos requisitos.
Costa Magica, una vuelta por el Mediterráneo.
El Mediterráneo es toda una tentación, inabarcable. El crucero Costa Mágica sale del puerto de Civitavecchia, a 70 kilómetros de Roma, Italia. Desde allí tenemos todo un día a bordo para disfrutar de la vida marítima hasta arribar a Palma de Mallorca (Baleares, España), al día siguiente.
Las paradas siguientes, anuncia el cronograma, serán Barcelona (España), Marsella (Francia) y Savona (Italia), muy cercana a Génova, digno final del recorrido. Entre una y otra escala, la rutina es la misma: navegación por la noche con cena y entretenimientos a bordo, un buen descanso en un amplio y confortable camarote, llegada a un nuevo puerto y desembarco por la mañana y paseo hasta la tarde, exactamente de 8 horas, para regresar al barco con la caída de la noche.
Por eso aquí lo bautizamos “la vuelta al Mediterráneo en 40 horas”, contando 5 paradas de 8 horas cada una. ¿Cómo aprovechar tanto en tan poco tiempo? En lo que sigue, algunas ideas.
1. Roma y Civitavecchia, el comienzo
En principio: abarcar todo es imposible. Pero al comienzo, si llega con algo de anticipación y no conoce Roma, no lo dude: hágalo. La ciudad eterna está a 70 km de Civitavecchia, punto de partida de nuestra gira. Incluso se llega fácil por tren desde Termini, con estaciones intermedias que pasan por el Vaticano, el Coliseo y el Trastevere.
El Coliseo romano, en Roma, a 70 km del puerto de Civitavecchia.
Según el tiempo de que disponga, Civitavecchia es también una ciudad con mucha historia. Fundada por el emperador Trajano, posee sitios arqueológicos etruscos, ruinas, termas y edificios medievales. Su puerto es uno de los más activos de Italia: por allí embarcan más de 5 millones de viajeros de cruceros y ferries.
Ahí nomás del puerto histórico está el Fuerte Michelangelo, uno de los símbolos de esa ciudad orgullosa. El casco histórico va desde la Plaza Leandra, en el corazón del antiguo burgo, pasando por la Puerta del Archetto hasta llegar a Piazza Saffi, donde incluso se pueden observar los restos de las antiguas murallas.
El Costa Magica, considerado una de las joyas de la compañía naviera Costa Cruceros.
En el puerto de Civitavecchia nos aguarda el imponente Costa Magica, inaugurado en 2004 y considerado una de las joyas de la compañía naviera. El ingreso es relativamente rápido, con asistencia de personal especializado, y entre el breve deslumbramiento inicial al conocer todos sus espacios, asombran especialmente los camarotes, por su amplitud y diseños interiores elegantes, de inconfundible sello italiano. Todos tienen baño privado, TV, minibar y caja fuerte. Los exteriores y las ubicaciones premium disponen además de un amplio balcón al mar, mobiliario para el aire libre y mucha luz natural.
Entonces sí, todo listo para partir hacia nuestro primer destino: Palma de Mallorca, capital de las Islas Baleares.
2. El encanto de Palma de Mallorca
Acéptelo: la ciudad tiene encantos por donde se la mire, pero todo no se puede. Si lo suyo no son los museos, no entre a ninguno; a las apuradas, no tiene sentido. Lo mismo las iglesias, los santuarios o las exposiciones, salvo alguna que considere prioritaria. Con el cronómetro en marcha, mejor no perder el tiempo y arrancar la visita por esta isla maravillosa, cuna de la cultura mallorquí, resultado de las influencias árabes, judías y españolas.
Palma de Mallorca, Islas Baleares, España
De entrada, la imponente catedral de Mallorca, un templo de estructura gótica con ventanales, rosetones y columnas de 21 metros de altura. Construida en el siglo XIII y restaurada varias veces, la catedral atrajo la atención de Antonio Gaudí, convocado para realizar las obras de la última reforma importante, a principios del siglo pasado. El maestro del modernismo, considerado uno de los más grandes arquitectos de la historia, introdujo en ella su sello tan desprejuiciado y particular, el mismo que desplegó por toda Barcelona. Ya llegaremos a ese punto. Amurallada y con vistas a la bahía de Palma, la catedral inicia la caminata hacia el casco antiguo de la ciudad, con sus callecitas de adoquines anaranjados y palmeras a los costados.
Es preferible recorrer el circuito histórico sin perder de vista algunas edificaciones, como la Almudaina, una fortaleza árabe reconvertida en residencia real, y el castillo Bellver, construido en forma circular y ubicado en lo más alto de un cerro. Mientras camina, observe los interiores de las casitas del centro peatonal, en los cuales se divisan los célebres “patios mallorquines”, otro de los íconos de Palma. Una visita posible, rápida pero cara (12 euros la entrada por adulto), son los baños árabes. También en el centro está la Plaza Mayor de Palma, una réplica diminuta pero encantadora de la de su hermana más famosa, la de Madrid.
Los interesados en arte tendrían que enfilar para el Museo Fundación Juan March, instalado en un palacete del siglo XVII, con obras de Salvador Dalí y otros artistas españoles. En las afueras, no muy lejos, está el plato fuerte: la Fundación Pilar y Joan Miró, antiguo estudio y lugar de trabajo del célebre artista. Pilar, su viuda, creó la fundación y la convirtió en museo rematando varios cuadros luego de la muerte de Joan. Para sus admiradores, y para los fanáticos del arte plástico en general, es una inversión de tiempo más que justificada.
Por último, siempre según las prioridades e intereses de cada uno, en Mallorca hay numerosas cuevas interesantes, entre ellas las “Cuevas de Drac” y las “Cuevas dels Hams”.
Pero ya estamos con tiempo cumplido y listos para partir hacia la segunda escala.
3. Barcelona esencial
Panorámica de Barcelona
Sí, es desproporcionado querer recorrer la ciudad en 8 horas, porque descubrir solo sus mejores secretos llevaría varios días. Sin embargo, según el gusto del caminante, en una escala como ésta se pueden seleccionar sus principales atracciones: las ramblas, el Mercado de Boquería, la ruta de Gaudí y su legado (Casa Batlló, La Pedrera, Parc Güell y la Sagrada Familia), el barrio Gótico y su primo hermano, El Raval. ¿Todo eso? Sí, se puede, como un eslogan de campaña política. El transfer del crucero a la ciudad arranca bien arriba, por la rambla principal, que une el Barrio Gótico y El Raval.
El primero es más comercial. Sin perder sus orígenes y por entre callejuelas retorcidas, es considerada la zona turística más atractiva de la gran ciudad de Cataluña, ideal para las compras de souvenirs, indumentaria de vanguardia y gastronomía típica. El Raval es más auténtico, pero igual de encantador.
Mercado de la Boquería, Barcelona, España (Getty Images para Viajes)
La Rambla termina en el Paseo de Gracia, la avenida más glamorosa y cotizada de la ciudad. Allí se concentran las marcas de lujo y otras de gama media, el bullicio y las edificaciones más características. Sobre todo, dos de las más emblemáticas obras de Gaudí: la Casa Batlló y La Pedrera. Están muy cerquita una de la otra, se las puede visitar pero difícil entrar con poco tiempo: siempre -o prácticamente siempre- hay cola. El genio del arquitecto modernista se puede contemplar desde afuera. Con ventanales y cúpulas puntiagudas, mosaicos reciclados y mucha madera. La Pedrera sigue el mismo estilo que la Casa Batlló, aunque con un tono algo más conservador.
Vista de Barcelona desde el Park Güell de Gaudi.
La obra cumbre de Gaudí, inconclusa, es la Sagrada Familia, una basílica que refleja el todo el espíritu del Art Nouveau catalán y es un símbolo de Barcelona. El propio Gaudí la empezó a construir en 1882 y sigue en construcción: prevén terminarla recién en 2026. La monumental edificación ideada por el genio modernista incluye torres y columnas redondeadas, ventanales y diversas fachadas con relatos vinculados a la fe cristiana. Si decide entrar (hay que pagar entrada), tenga en cuenta que lleva tiempo y el cronómetro sigue su marcha.