Consejos Viajeros: tips, secretos, apps, etc.

Nace la primera guía de viajes basada en lo que compartes en internet
Se actualiza en tiempo real analizando el contenido de todas las redes sociales


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La guía ha filtrado ya 25 millones de posts, y cada día analiza más © Getty Images




¿Cuándo fue la última vez que compraste algo sin leer antes 200 opiniones online? ¿Y la última vez que reservaste unas vacaciones fiándote tan sólo de la agencia de viajes? Es evidente: vivimos en la era de la opinión. Pero después de que se hayan destapado varios casos de empresas que pagan por conseguir reviews positivas en portales turísticos, parece difícil saber si deberíamos seguir confiando en ellos… Y ahí es donde entra la nueva Trending Travel Guide de Virgin Holidays.

Esta guía de tendencias ha analizado más de 25 millones de posts vertidos en las redes sociales -y la cifra aumenta cada día- para hallar qué es lo más recomendado de tres de sus destinos, Nueva York, Orlando y Las Vegas. Así, hay listas con el top five de las atracciones de las que más se habla (en Nueva York, por ejemplo, gana Times Square y le siguen Chinatown, Broadway, Central Park y Brooklyn Bridge), de los restaurantes mejor valorados (Victoria & Albert’s, Blaze Pizza, The Boathouse, Boma - Flavor of Africa y Se7en Bites en Orlando) y hasta de las mejores fiestas en piscinas (que en las Vegas se celebran en JEWEL, Omnia, Drai’s Nightclub, Chateau Nightclub y House of Blues).





“Para crear nuestra guía, rastreamos cientos de los principales editores de viajes en línea y creamos perfiles únicos para cada destino. Estos perfiles conforman las cuatro razones principales por las que las personas viajan miles de kilómetros: comida, vida nocturna, compras, atracciones, parques temáticos, playas, casinos…”, exlican desde Virgin Holidays.

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¿Qué hay de nuevo en Las Vegas? © Photo by PURE ? VIRTUAL on Unsplash

“Dentro de estas categorías, identificamos una gran muestra de los lugares de los que más se habla y configuramos el monitoreo de las redes sociales para todos sus identificadores y hashtags relacionados. Luego, identificamos el volumen de conversaciones en las redes sociales para cada uno, teniendo cuidado de filtrar comentarios negativos y sarcásticos y charlas no relacionadas con el tema, por supuesto”, continúan. “Con datos de más de 600.000 plataformas y sitios web, nos queda al final la lista definitiva de los lugares más populares y activos en las redes sociales para cada destino”.

Como el monitoreo es diario, la guía se revisa cada 24 horas en base a los posts públicos de miles de usuarios, de modo que está viva y constantemente actualizada según la conversación que esté teniendo lugar en las redes. "Si algo de repente se vuelve viral, esa ubicación se mueve hacia arriba en nuestro tablero principal. Si algún lugar cierra por fin de temporada, se mueve hacia abajo. Esto significa que podrás ver en tiempo real las tendencias actuales de los destinos que amas", explican, añadiendo que de esta manera es posible encontrar todos los hotspots de un lugar de forma sencilla, sin tener que pasar horas buscando en guías obsoletas.




Asimismo, la guía también incluye artículos tanto de influencers conocidos por ser expertos en una parte del mundo en particular como de quienes trabajan en los lugares mejor valorados por la comunidad. Así, en el caso de Nueva York, es posible encontrar textos de la bloguera de moda Natalie Lim Suarez hablando de Eataly, del responsable de turismo del Museo de Brooklyn o del dueño del rooftop The Press Lounge. ¿Cambiará esta nueva guía, realizada a partir del big data, nuestra manera de viajar?

https://www.traveler.es/viajeros/ar...-viajes-big-data-analiza-redes-sociales/15059
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Muchas gracias por este Magnifico Hilo y por los consejos y Aplicaciones que nos facilitas a traves de el Compañera @Coti7495 .-
 
Viaje por el Alto Atlas marroquí
Un 'trekking' de película para descubrir los paisajes y la cultura bereber


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El Alto Atlas © Getty Images



Esta es una aventura que comienza en las laderas del Atlas; en el a veces yermo, a veces fértil, pero siempre bello, Valle de Ourika. Casas de adobe fundidas en su tierra, vergeles que aprovechan el agua para la huerta, olivos, nogales... y la oportunidad de vivir el mundo bereber.

JEMAA EL FNA O LA ESENCIA DE MARRAKECH


Pasamos la primera noche en un riad de Marrakech, a las puertas de la plaza de Jemaa el Fna, que se llena de vida al anochecer. El paseo por la famosa plaza y su zoco es una provocación continua para los sentidos. Tanto, que parece como si antes hubieran estado dormidos.

Los músicos amenizan Jemaa el Fna tocando melodías de las que se traslucen los múltiples orígenes de la ciudad. En sus notas se adivinan tonos andalusíes, bereberes y africanos. Mientras, los encantadores de serpientes manejan al reptil a su antojo, y los echadores de la buenaventura tratan de cantarle su suerte a los numerosos turistas que contemplan absortos el espectáculo, degustando un té con hierbabuena en algún cafecito de los muchos que allí hay.

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Djemaa el Fna, Marrakech (Marruecos) © Corbis Texto: Álvaro Anglada

El zoco es un laberinto de callejuelas con arcos sinuosos por los que a duras penas se cuela algún rayo de luz, que lucha por brillar entre los tenderetes de pieles, artesanía, alfombras, ungüentos, especias y demás irresistibles productos.




EN MARCHA

A las afueras de Marrakech esperan los muleros para cargar a sus animales con las mochilas, sacos, víveres y agua, que nos acompañarán durante el recorrido por los pueblos bereberes del Alto Atlas. Y emprendemos la caminata por el macizo de Idraren Draren, cuyo nombre significa "montaña de las montañas". En un principio, se presenta árido, pero va cobrando color y belleza a medida que profundizamos en él.

Hassan -guía, amigo, instructor-, desmenuza con gracia y elocuencia los pormenores del paisaje durante la subida de 1.600 metros por el puerto de Tazgart. El pueblecito de Tasselt será la primera parada y fonda de la travesía.

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Idraren Draren © Alamy

Hassan trabaja para Huwans, empresa de viajes de aventura que cuenta con expertos en la geografía, idiosincrasia y cultura de la región, una sabiduría que comparten con acierto a lo largo de la travesía. Nos hablan sobre la fascinante historia del pueblo bereber Imazighen ("hombres libres"), del que pasaremos a ser parte por unos días, compartiendo la cotidianeidad de la familia de Houcine, en la ya mencionada aldea de Tasselt.

Al finalizar la aventura, el mundo bereber ya no será desconocido para nosotros; la sensualidad de sus aromas, la viveza de sus colores, su sabrosa cocina y sobre todo, la calidez de su gente, pasarán a ser un hermoso capítulo en el cuaderno de viajes.




La mirada no da abasto para abarcar las muchas escenas que se presentan en cada vericueto. Tras los almendros en plena floración, aparece un crío vestido con una camiseta del Barça que lleva escrito el nombre de Messi, seguido de sus colegas.

Nos acompañarán al cruzar su pueblo de arcilla roja, donde las mujeres, ataviadas con vivos colores, tienden la ropa en la azotea, los hombres hacen la tertulia en la plaza , los corderos campan a sus anchas y las antenas parabólicas, una por casa, devuelven la aldea al siglo actual.

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Dos bereberes en Ait Bou Said © Alamy

Cuenta Hassan cómo la tierra cambia de color y pasa de roja a verde cuando el óxido de hierro que la compone alterna con el óxido de cobre, y cómo los olivos alcanzan grandes alturas al no pasar por poda alguna, y cómo su pueblo, el bereber, antaño era nómada hasta que se hizo agricultor y con ello, sedentario.

Entre relatos y anécdotas, se las arregla para encontrar una sombra y hacer un alto en el camino. Saca su bolsa de frutos secos, higos y dátiles, que surten el mismo efecto que las espinacas de Popeye, ofrece un puñado que cada cual acompaña de un buen trago de agua de la cantimplora, y al poco de sentir el efecto energético del aperitivo bereber, vuelven las fuerzas y el deseo de seguir adelante.




NUESTRO HOGAR BEREBER

Tras unas cuantas subidas inquietantes y bajadas tranquilizadoras por el valle de Ait Bou Said, se llega al hogar de Houcine en Tasselt. Wardia, hija de Houcine, baja de la fuente del pueblo, a donde niñas y mujeres acuden varias veces al día para acarrear el agua que necesita la casa. La familia saluda a la comitiva con sonrisas cariñosas, a veces irónicas, al observar la vestimenta, las cámaras y las preguntas de los forasteros.

Sirven té a la hierbabuena, deliciosos crepes recién hechos y pan apenas horneado, con miel, aceite de oliva espeso y verde y mantequilla de la leche de la vaca de la familia, que muge cada dos por tres asintiendo a la conversación. Y proceden a acomodar a los huéspedes, que, por un par de días, pasaran a formar parte de la familia.

Jamâa, la dueña de la casa, es una mujer alegre, de gesto travieso y pelo negro azabache. Sus ojos brillan y miran de frente, lo mismo que su nieta Salima, que, con solo cinco años, domina su escenario. Acompañamos a Jamâa a la cocina, intentando ayudarle a preparar la comida, y compartimos la mesa en el patio de la casa.




Hassan hace de intérprete durante las charlas; se habla sobre la floración del almendro que tiene lugar en esos momentos y los festivales que la celebran, la preparación de los huertos tras las heladas, las bajas temperaturas del pasado invierno en el que llegado hasta a nevar, y sobre las tradiciones bereberes en las bodas y las festividades familiares o religiosas.

Por la mañana, salimos con Wardia a cortar hierba para los animales, y de paso, visitamos la escuela del Corán donde los chicos aprenden a recitar sus escrituras. Cuando, a la jornada siguiente, se parte para la acampada cerca de la aldea de Tichki, sentimos dejar nuestra casa , aunque en un par de días regresaremos para despedirnos.

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Aldea de Tichki © Alamy

DORMIR BAJO LAS ESTRELLAS

De camino hacia el valle de Ait Inzal, nos encontramos con un riachuelo que, a pesar de su agua, aún casi helada, aparece como una bendición para refrescarse de la caminata a muchos grados bajo el sol.

La ascensión hasta 2.000 metros lleva incluida algunos vertiginosos momentos, sobre todo para los novatos -para el resto, es un coser y cantar-, a los que siguen tramos fáciles en los que disfrutar del colorido del valle, verde por la incipiente primavera, rojo de la tierra que lo fecunda. Los muleros han llegado antes que nosotros, montando el campamento sobre una planicie con vistas a la aldea.




Ali, que ha dado muestras de ser un gran cocinero durante la trayectoria, prepara kefta -carne picada con hortalizas- para la cena. Antes de ponerse el sol, damos un paseo con Hassan por el valle y sus aldeas, entre ellas, la de Tichki, donde vive otra hija de Houcine que nos recibe con algarabía preguntando por Salima, su hija, que pasa el verano en casa de sus abuelos, Houcine y Jamâa, en Tasselt.

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Ait Ali © Alamy

Llega el ocaso, y los muchos tonos del Atlas se doran con la luz tenue del atardecer, al son del monótono canto del muecín llamando a la oración. El trekking del día siguiente durará unas cinco horas antes de llegar al Ait Ali, donde se armará el campamento entre los grandes pastos. Unos dormiremos en las tiendas, pero los más atrevidos harán vivac contemplando ese "cielo protector" del que escribiría Paul Bowles.

Las cuatro horas de caminata que separan Ait Ali de nuestra casa en Tasselt se pasan sin sentirlo. Acercándose el final del viaje, y ya acostumbrados a andar bajo el sol marroquí , es un placer contemplar los campos, saludar a los niños que nos siguen y, finalmente, llegar a casa de Houcine para despedirnos, ya con nostalgia, de quienes han sido nuestra familia marroquí.




El pan vuelve a salir del horno calentito, el aceite está recién prensado y un espléndido cuscús se sirve en la mesa para la fiesta de despedida en la que Hassan y familia entonan unas canciones llenas de fuerza, que hacen eco en las montaña hasta perderse en el aire y la luna del Atlas.

https://www.traveler.es/naturaleza/...i-vivir-con-familia-bereber-ruta-huwans/14975
 
Siete cosas que me resultaron chocantes en mi primer viaje a Japón



Viajar a Japón supone siempre un choque cultural, y para casi todo el mundo, resulta una experiencia inolvidable. Más allá de los templos, los restaurantes o el hecho de que allí se conduce por la izquierda, hubo siete cosas que me resultaron chocantes en mi primer viaje a Japón y quiero contároslas por si queréis estar preparados.

En realidad, he destacado las siete más sorprendentes, o al menos las que para mí lo fueron, por mucho que uno ya esté muy viajado, pero podría haber puesto muchas otras, además de estas siete. No son tanto diferencias culturales o de otro tipo, sino actitudes o costumbres muy diferentes a las nuestras que me chocaron muchísimo.

Hay mucho, muchísimo turismo

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Está claro que ir a Japón siempre está de moda y las principales ciudades están llenas de visitantes. Lo que resulta algo más curioso es que la mayoría de los turistas y viajeros que van a Kyoto o a Osaka, Tokyo y otras ciudades son los mismos japoneses que acuden en manada para descubrir sus monumentos y sus templos, entre otras cosas. De todas formas, más allá de que el turismo sea de americanos, rusos, europeos o japoneses, el verdadero problema es otro:

Como ya contó mi compañero Sergio al hablar de que Kyoto puede parecer un parque temático, las ciudades más turísticas tienen una grandísima afluencia de turismo y un enfoque de los principales templos y monumentos dirigido hacia el mercantilismo.

Muchos de los templos parecen haber sido concebidos para ser centro de los objetivos de los teléfonos móviles de quienes los visitan, mientras se van haciendo selfies. Como atracción turística para el viajero, resulta totalmente decepcionante.

Los taxis

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Resulta muy curioso el tema de tomar un taxi en Japón. Todos los taxis están decorados con encajes tipo ganchillo y muchos además están totalmente plastificados. Además, hay cámaras y en ocasiones, letreros luminosos y muchos navegadores y otros aparatos. El conductor suele llevar guantes blancos.

Sin embargo, no se os ocurra abrir o cerrar la puerta cuando os bajéis o se enfadará el conductor, que prefiere abriros o cerraros la puerta utilizando un dispositivo o palanca que tiene junto al freno de mano, para evitar que le demos portazos. Por otro lado, aunque indiquéis calle y número o dirección de vuestro destino, -por ejemplo enseñándolo en vuestro móvil- muchas veces no sabrán donde queréis ir y estudiarán vuestro teléfono como si ahí estuviera la solución.

Las máscaras

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Recuerdo la primera vez que vi a alguien con máscara por la calle me resultó extraño. También me acuerdo cuando Michael Jackson comenzó a aparecer en público con esas máscaras. En Japón es especialmente frecuente. Entre un 50 y un 60% de las personas llevan máscara.

Algunos dicen que es porque si están constipados lo hacen para evitar contagiar a los demás, pero más bien es al revés, es pura aprensión a contagiarse de gripe o de algún otro virus. Incluso se ven parejas en las que los dos llevan la máscara y gente de todas las edades provistas de dichas protecciones.

Los residuos consecuencia del embalaje

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Otra cosa que llama mucho la atención es ver que todo lo que se vende viene muy bien embalado, casi siempre en papel y plástico, lo que genera muchísimos residuos. Por otro lado no hay papeleras por las calles y a veces es difícil encontrar donde tirar una botella de agua o un papel.

Lo mejor es utilizar los cubos y cestos que tienen las tiendas o usar las papeleras que hay junto a las máquinas de vending que encontraréis por cualquier calle.

Los saludos y reverencias
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Imagen de Nadya Chetah en Shutterstock.com

Es otra de las cosas que más llama la atención cuando llegas a Japón. En el aeropuerto, en los taxis, en la recepción del hotel, en los restaurantes o en cualquier tienda, se cumple un protocolo muy estricto de saludos y reverencias. Cuando te reciben o cuando pagas algo, siempre te harán la reverencia diciendo arigato gozaimasu (gracias) y dando ciertos cabezazos para mostrar su agradecimiento.

Igual ocurre cuando entregues una tarjeta de visita o al pagar cualquier cuenta. Por cierto, la etiqueta o norma de cortesía habitual exige entregar las cosas -incluidos billetes o tarjeta de crédito- sujetándolas con las dos manos, y recoger las vueltas o facturas de la misma manera.


Atentos, fumadores

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No es habitual fumar por la calle. Incluso en algunas zonas de Osaka que están señalizadas o en toda la ciudad de Kyoto, está prohibido fumar por la calle mientras se camina, existiendo lugares acotados como las salas de los aeropuertos para los fumadores.

Incluso en la calle abierta, no se permite fumar, habiendo multas de 1000 yenes (unos 80 euros) por fumar o tirar una colilla. Encontrar donde fumar es bastante sencillo, porque se ve a grupos de fumadores aprovechando el lugar.

Curiosamente, en muchos restaurantes sí se permite fumar dentro y también se fuma en los Pachinkos o casas de juego. Por cierto que entrar en estos lugares es otra experiencia impresionante si tenéis ocasión, porque entre la música estridente, las máquinas tragaperras y gente fumando de forma compulsiva, os quedaréis sorprendidos.

Las cosas infantiles, el manga y los gatitos

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Los japoneses son en cierto modo algo infantiles. Les encanta su cultura de dibujos animados y es normal encontrar una obra señalizada con carteles avisando del peligro -por supuesto, seguridad ante todo- pero con gatitos o personajes manga rodeando la obra, lo cual para el extranjero puede resultar poco serio.

Además, no es extraño ver a los japoneses que son fans de Nintendo, Pokemon, Hello Kitty u otros dibujos animados, vestidos de personajes de las series, o con carteras, maletines o bolsos que nadie llevaría en Europa si tiene más de 25 años. Allí se hace con naturalidad a cualquier edad.

Y además...

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Hay muchas otras cosas que os chocarán en un viaje a Japón. Entre otras, la posibilidad de estar comiendo a cualquier hora todo tipo de comidas en puestos callejeros, restaurantes y tabernas; la velocidad a la que caminan, casi corriendo; los bares de perros, de gatos o de niñas con aspecto de colegialas; los vagones de metro exclusivos para mujeres para evitar tocamientos indecorosos; la cantidad de sabores que tienen en las chocolatinas Kit-Kat; la fascinación que sienten por las flores, en especial las de los cerezos; la variedad de alimentos, tanto dulces como salados que se pueden comer por la calle; ...

Imágenes | Pakus, Nadya Chetah, Pixabay.com

https://www.diariodelviajero.com/cu...-resultaron-chocantes-mi-primer-viaje-a-japon
 

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¿Te atreves a viajar a Budapest tú sola?
¿Y por qué no? Fuera miedos y complejos: te traemos el mejor plan para descubrir la ciudad de moda a tu ritmo.


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¿Te atreves a viajar a Budapest tú sola? © Alamy



Resulta que hace ya un tiempo que te planteas una escapada por tu cuenta, en absoluta soledad. Te apetece ver qué tal se te da eso de explorar una ciudad sin nadie con quien consensuar cada decisión. Sin ninguna persona con la que tener que compartir cada momento.

Y es que viajar sola es casi lo mismo que decir viajar en libertad: tú, y solo tú, serás la responsable de cada una de las decisiones que tomes. Lo tienes claro, quieres pasar un tiempo contigo misma. Y qué mejor manera de hacerlo que, por supuesto, viajando. Y si es a Budapest, pues mira, mucho mejor.


¿Y por qué decimos esto? Pues porque se nos ocurren muchísimos motivos para escoger la capital húngara para esta aventura personal. Para empezar, porque se trata de una ciudad de esas que acoge y abraza al viajero con fuerza. También porque, como ya sabes, está pegando fuerte: Budapest ha sido elegida Mejor Destino Europeo 2019.

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Budapest en absoluta soledad © Alamy

Todos hablan de ella y no es para menos. Con su halo histórico y señorial, se trata de una ciudad hermosa y multifacética a la que tampoco le faltan las propuestas más alternativas.

En definitiva: un rincón perfecto para perderse y encontrarse. A la propia ciudad y a una misma.




Una escapada por tu cuenta pasa, en primer lugar, por escoger el alojamiento que te mereces. Total, ya que estás, date un caprichito, ¿no? Si estás que lo tiras todo por la ventana, te proponemos Pest-Buda, un coqueto hotel boutique en pleno centro histórico –junto al castillo- en el que en cuanto veas la bañera en medio de tu habitación, se te caerán dos lagrimones de felicidad.

Si acaso el presupuesto anda algo más ajustado, no te preocupes: lo bueno que tiene Budapest es que, sin perder en calidad, se adapta a todos los bolsillos.

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El coqueto hotel Pest-Buda © Hotel Bistró Pest-Buda

En este caso nuestra apuesta es el Hotel Anna Superior: diseño contemporáneo y colorido transforman este alojamiento en una acogedora propuesta para vivir la ciudad. Además, se encuentra junto al barrio judío, una de esas zonas en la que acabarás pasando más tiempo de lo que imaginas. ¡Eah, tema solucionado!

Y ahora sí, una vez todo en orden, es hora de comenzar a patear la ciudad. Un buen arranque podría estar, precisamente, en el barrio judío –también conocido como Distrito VII-, que además es una de las zonas que más historia concentra.

Recorre sus calles sin dejar de visitar la Gran Sinagoga, la más grande de Europa. Pasea por su patio trasero, el mismo en el que se halla el Árbol de la Vida, un bellísimo monumento en el que cada una de las hojas recuerda a una víctima judía del Holocausto.

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El 'árbol de la vida' del barrio judío de Budapest © Alamy




Continúa ahondando en el vecindario, que acoge en sus calles mucho más de lo que se ve a simple vista: tras los destartalados y decadentes edificios se esconden verdaderas maravillas. Y es que la lista de negocios en manos de jóvenes locales que han apostado por el diseño en todos sus ámbitos, se ha apoderado de cada rincón.

Echa un vistazo a Printa, una propuesta que combina en un mismo espacio prendas de ropa y complementos de lo más originales, además de artículos de recuerdo, el mejor café, e incluso exposiciones de arte.

También Látomás es un lugar de lo más peculiar: de sus perchas cuelgan piezas con un toque vintage, algunas incluso de diseño pret-á-porter, pero a buen precio. Si te gusta esta línea, otro lugar que te encantará será Ludovika.



Pero si lo que te va es un rollo más urbano, en BP Shop, una marca autóctona que comenzó su andadura allá por 2011, encontrarás lo que buscas.

Por otro lado, la escena más creativa con base en Budapest se da cita en Chimera Project o en Telep, ambos también en el barrio judío. Haciendo parada en ellos te sorprenderás de la cantidad de proyectos que se mueven en la ciudad.




Y así, recorriendo poco a poco las calles del Distrito VII, irás teniendo más claro que, si algo tiene este barrio, es que está vivo. Incluso sus fachadas cuentan historias desde hace muchos años gracias al importante despliegue de arte urbano plasmado en sus muros. Avisamos: querrás fotografiarlos todos.

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Creatividad y arte en el barrio judío de Budapest © Chimera Project

¿Hace un break? Szimpla Haztaji es tu sitio. Situado justo frente al mítico ruin bar Szimpla Kert, anímate con alguno de sus desayunos o brunchs y recréate: este momento es para ti. Entre smoothies, zumos, ensaladas, quesos y una amplia oferta de bollería, encontrarás la combinación perfecta para seguir disfrutando de tu escapada en solitario.

El lado más cultural lo seguirás cultivando en lugares como el Museo del Terror, que, a pesar de un nombre tan poco sugerente, te desvelará muchos de los datos claves para entender la historia de la ciudad -y del país-. Aquí aprenderás todo lo que necesitas saber sobre las atrocidades que se llevaron a cabo durante los regímenes comunista y fascista del siglo XX en Hungría.

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Un buen desayuno en Szimpla Haztaji © Facebook / Szimpla Haztaji

Si te apetece otro tipo de museo, el de Bellas Artes es una buena opción. En él tendrás una cita con artistas de la talla de Picasso, Rafael, El Greco o Cezánne. Situado en la Plaza de los Héroes, su edificio de estilo neoclásico fue inaugurado por el mismísimo emperador Francisco José en 1906.




También Picasso está presente, además de Warhol, Lichtenstein o Richard Hamilton, en el Museo Ludwig, en esta ocasión dedicado al arte contemporáneo. Un espacio cultural que, además, está a punto de estrenar su nuevo y fascinante edificio, diseñado nada menos que por el estudio noruego Snøhetta.

Cruza el Puente de las Cadenas y lánzate colina arriba hasta alcanzar el Castillo de Budapest para, minutos después, contemplar la ciudad desde el hermoso Bastión de los Pescadores. Anímate a conocer sus entrañas, por ejemplo, apuntándote a alguna de las visitas guiadas al Museo del Hospital de la Roca, un plan de lo más peculiar original que no te dejará indiferente.

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Bastión de los Pescadores © Photo by MA FAB on Unsplash

¿Algo más romántico? –¡Que sí, que vayas sola no quiere decir que no puedas hacer este tipo de planes!- Por supuesto: se nos ocurre un relajante paseo por Isla Margarita, ¿qué te parece? Aprovecha para hacerlo con tranquilidad, centrándote en ti y aprovechando la ocasión que te da este viaje para disfrutar de tu independencia: deja que sea tu voluntad la que hable. ¡Tu emancipación viajera tiene el poder!
 
continúa...

De camino a la isla, ubicada entre Buda y Pest en medio del Danubio, párate un segundo y contempla la estampa del Parlamento que se obtiene desde el puente: un punto de vista diferente al que estamos acostumbrados.

Una vez en la isla puedes alquilar una bici y dedicarte a recorrerla a tu ritmo. Entre otras muchas cosas, en este pedacito de tierra artificial –sí, se “creó” uniendo tres islas diferentes- encontrarás desde las ruinas de un convento dominicano del siglo XIII a una fuente musical y muchos, muchos jardines. Si coincide que es verano, será más que probable que te topes con algún espectáculo de música en directo.



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El monasterio de Isla Margarita, en Budapest © Getty Images

Y ahora, espera. Para un momento. Un viaje en el que una está tratando de disfrutar de su propia compañía tiene que incluir algún tipo de mimo, ¿no crees? Y estamos en Budapest, la ciudad de los baños termales¿Hace falta que te digamos más?

Eso sí, te retamos a que huyas de los más conocidos, como el mítico Széchenyi o los señoriales Gellért, y que te animes con alguno menos concurridos pero con el mismo encanto -o más-. ¿Por ejemplo? Los baños Király, uno de los más antiguos de Budapest y situado muy cerca de Isla Margarita.



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Los señoriales baños de Gellért © Getty Images












Construidos en 1565, durante la época otomana, tienen un tamaño bastante reducido pero eso les aporta un ambiente incluso más especial. Además de la típica piscina octogonal que habrás podido ver en otros baños turcos, posee tres piscinas más cuyas aguas terapéuticas cuentan con temperaturas entre los 32 y los 40 grados.

También tiene, por si te animas del todo y terminas por venirte arriba, un spa en el que poder recibir diferentes tipos de tratamientos corporales. ¿Es que acaso necesitas de alguien más para un plan como este? Ya te lo decimos nosotros: ¡en absoluto!



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¿Hace falta que te digamos más? Budapest es perfecta para visitarla tú sola © Alamy

Para acabar una escapada de lo más disfrutona y, además, sacar nota, nada como darte otro homenaje. Pero esta vez, que sea gastronómico. Se acabaron los complejos y le damos una patada a esa absurda vergüenza de ir a cenar a un restaurante sola. En 21 Restaurant estarás tan entregada al placer de comer, que no pensarás en otra cosa más que en saborear cada bocado.

Este acogedor local especializado en cocina húngara pero con toques vanguardistas es nuestra apuesta. Cualquiera de las sugerentes propuestas que incluye su carta será buena elección.

Eso sí, siempre acompañada de un buen vino húngaro, que estamos de celebración: hemos logrado descubrir la Budapest que queríamos a nuestra manera, a nuestro ritmo y a nuestro gusto. Una experiencia para toda la vida.












Y ahora, ¿cuál has dicho que es tu próximo destino?



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Saborea cada bocado de la ciudad © 21 Restaurant


https://www.traveler.es/viajeros/ar...a-budapest-mujer-sola-que-hacer-que-ver/15066
 
Siete libros viajeros que deberías haber regalado en este Día del Libro
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Este 23 de Abril esta tocando a su fin y supongo que ya estaréis todos algo hartos de recomendaciones de libros, de que os digan qué novedades hay que comprar y a qué no hay que acercarse. En Diario del Viajero somos de contaros viajes, dar consejos, enseñar nuevos hoteles o simplemente hablar de curiosidades. Tras mucho analizar, pues también queremos dejaros la opción de conocer siete libros viajeros que deberías haber regalado en este Día del Libro.

Sin que sea lo habitual, sin que sean libros de rabiosa actualidad, sí son libros que marcan a todo aquel que siente muy dentro las inquietudes del viajero, que tiene este espíritu de conocer mundo y contar qué es lo que ha visto. Son libros sentidos por sus autores, basados en vivencias reales y que a pesar que que alguno es del siglo XIX no pierden ni un ápice de interés. Ojalá os gusten.

'En las Antípodas' de Bill Bryson

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Aquí os estoy aconsejando un libro con el que no puedo ser imparcial. Adoro a Bill Bryson, su humor y su manera de escribir. Australia es un país desconocido más allá de las dos o tres ciudades famosas... y es el sexto país más grande del mundo. Su flora y su fauna, sus gentes, sus costumbres. Es un país en donde el gusano más peludo mata de un venenoso pinchazo, donde las conchas marinas no sólo pican sino que se persiguen, donde un tiburón puede zamparte o unas irresistibles aguas arrastrarte mar adentro. Bill Bryson viajó a Australia a descubrir lo que no se conocía y nos lo cuenta de una manera totalmente deliciosa, no puedes parar de reír a sabiendas de que todo lo que cuenta es muy serio.
'Guía para viajeros inocentes' de Mark Twain
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Samuel Clemens, Mark Twain para todo el mundo, empezó a trabajar de aprendiz de imprenta para terminar siendo tipógrafo, fue también piloto de barco de vapor y sus obran son harto conocidas. Este libro no es más que la crónica de lo que también fue: un bloguero de viajes. Sí, no me he vuelto loca, porque cuando en 1867 los periódicos de Norteamérica se hacen eco de una "Excursión a Tierra Santa, Egipto, Crimea, Grecia y lugares interés intermedios", fletando un barco que partiría de Nueva York, Twain irá con todos los gastos pagados para enviar al diario 'Alta California' la crónica de lo que va viendo.

Este libro es la recopilación de esas publicaciones llenas de humor, sátira, en las que no deja títere con cabeza, sobre todo centrando ataques en guías turísticos (la peste de los viajes), pasajeros que van en el barco, lugares que se visitan y todo aquel que se cruza en su camino. No es que sentaran muy bien, pero le maravilloso rato que se pasa leyendo las casi 700 páginas hace que sepa a poco.
'El Nilo: Cartas de Egipto' de Gustave Flaubert

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Lo sé, no hay nada demasiado nuevo en esta selección, pero los clásicos están ahí para enseñarnos un montón de cosas. Egipto siempre ha fascinado y sigue haciéndolo. En 1849 Gustave Flaubert y Maxime Du Camp parten hacia allí y nos dejan esta crónica a todo detalle de nueve meses recorriendo el Nilo, hablando de lo maravilloso de los templos, del los monumentos. Esa travesía por El Nilo comienza en Alejandría, llegando hasta la segunda catarata y vuelven a través del Alto Egipto y Nubia. Cartas amenas y de excepcional calidad literaria que suponen un diario de viaje inigualable.
'En el camino' de Jack Kerouac

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La América de los años cincuenta en un roadtrip por medio Estados Unidos, con una pequeña incursión en México. Eso es lo que siempre han contado de 'En el camino', pero realmente es un libro de culto de la generación beat que va más allá de eso. Crónica novelada de un viaje iniciatico lleno de rebelión, confusión y con el que por momentos, los que lo hemos leído nos hemos sentido identificados. La historia de una época y una vida en todos los sentidos.

'Viajeras intrépidas y aventureras' de Cristina Morató

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Para qué lo vamos a negar, nos venden la historia de los viajes de aventuras y llenos de peligros protagonizados por hombres, pero siempre han existido mujeres llenas de valentía e inquietas a las que el mundo se les quedaba pequeño siendo unas meras espectadoras. No podían ver simplemente la vida pasar. Esta delicia de libro de Cristina Morató, con un prólogo muy sentido de Manu Leguineche, hace un recorrido por las historias de misioneras, aviadoras, piratas, mujeres que viajaron y vivieron aventuras sin ayudas. No, no estoy diciendo que sea un libro únicamente para mujeres sobre mujeres, no, es historia viva de pioneras que cambiaron el mundo de alguna manera.
'Los días de Birmania’, de George Orwell

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Cuando se habla de George Orwell todo el mundo piensa en 'Rebelión en la Granja' o en '1984', pero hay vida más allá de esas páginas. Nacido en la India británica, durante cinco años fue policía en Burma (lo que hoy es Myanmar) y este libro es una ficción muy real de los últimos años del imperialismo británico previos a la Segunda Guerra Mundial a través de sus vivencias. Un libro que casi no sale a la luz porque los editores no se querían arriesgar a las posibles demandas por libelo al estar basado en personajes reales.

Está ambientada en Kyauktada y hace un pequeño repaso a los pocos habitantes europeos con los que contaba a principios de siglo. Las descripciones de las costumbres de la época, los paisajes y la convivencia entre culturas la hacen aconsejable para los que quieran ir a Birmania sabiendo algo de su historia no tan pasada.
'Cinco viajes al infierno: Aventuras conmigo y ese otro' de Martha Gellhorn

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En esas mujeres intrépidas de las que habla Cristina Morató podemos incluir a Martha Gellhorn, la corresponsal de guerra de firmes convicciones políticas de izquierdas y que tenía los ojos de una turista comprometida. Estuvo siempre en primera linea, cubriendo la guerra de Finlandia del 39, la de China de 1940, el Blizt londinense y fue la mujer que estuvo en el desembarco de Normandía. Este libro no habla de sus mejores viajes, sino de los cinco peores. De como cruzó África de oeste a este y cómo fue una China en guerra con Ernest Hemingway (con el que estuvo casada cinco años) o buscó submarinos alemanes en el Caribe. Es un libro de viajes, pero también os aconsejo adentraros en su biografía.

https://www.diariodelviajero.com/re...os-que-deberias-haber-regalado-este-dia-libro



 
La experiencia de viajar a través de Couchsurfing siendo mujer
La plataforma, más allá de una forma de recorrer el mundo sin gastar dinero, es un espacio de intercambio cultural
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Cruzando la frontera hacia Chile en la parte trasera de un camión (Marlenne García)
Siempre me ha llamado la atención que existan blogs en los que escriban recomendaciones acerca del uso de Couchsurfing cuando eres mujer. Muchas viajeras aconsejan alojarte solamente con personas del mismo s*x*, quedar en un lugar público antes de ir a la casa del anfitrión y otras muchas precauciones que lo único que hacen es limitarnos. Como feminista que soy, no quiero tener miedo por ser mujer y no voy a dejar que ese miedo me condicione, pero es obvio que si hay mujeres que escriben este tipo de recomendaciones es por una razón de peso.

Como muchos sabréis, Couchsurfing no es una plataforma para viajar gratis, es mucho más que eso. Se trata de un espacio que promueve el intercambio cultural entre personas de todo el mundo, una experiencia que no se paga con dinero. A través de un perfil que te defina, puedes buscar alojamiento con personas locales para que te acojan en su casa, te enseñen su ciudad o simplemente te muestren cómo es la vida en su país.


Vi en Couchsurfing una opción de viajar de una forma más sostenible que también ha supuesto multitud de experiencias inolvidables


En un afán por viajar sin promover una industria turística que no me identifica, vi en Couchsurfing el medio ideal para poder moverme y desmarcarme del “todo incluido”. Una opción para viajar de una forma más sostenible que también ha supuesto multitud de experiencias inolvidables acompañadas de personas que han marcado un antes y un después en mis viajes.

Desde alojarme con un inventor de paraguas en Belsize Park (uno de los barrios más exclusivos de Londres), pasando por la casa de un chamán en una playa paradisiaca del Perú, hasta convivir a todo lujo con un abogado en pleno Hollywood.

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La bandera de fondo en el hall de Jerry, un 'couchsurfer' de Perú (Marlenne García)
Pero sin duda, una de las mejores experiencias ha sido conocer a Lía y a su madre Sime, dos mujeres que hicieron que mi paso por Paraguay fuese único. En principio, la estancia iba a ser de una noche, pero la conexión fue tal que me quedé más de una semana en su casa.

Viví el día a día de estas dos luchadoras paraguayas dentro del caos que implica moverte constantemente entre Ciudad del Este y la frontera con Brasil. Acompañar a Lía al hospital por una fractura de tobillo y ver el lamentable servicio sanitario que le ofrecieron fue uno de los muchos aprendizajes que ningún tour turístico me podría haber aportado.

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Cruzando la frontera hacia Brasil con Sime (Marlenne García)
También hablé de sanidad en Ecuador con el doctor Enemías, un médico con perfil en Couchsurfing que impregnaba con bondad y solidaridad a todos los viajeros que acogía. Personas especiales también en Medellín donde pasé una semana con Frank y su afición por el deporte y la cumbia, o con David Cárdenas, un estudiante de audiovisuales de Santa Marta que me llevó a grabar un meeting político en plena campaña de elecciones colombianas. Experiencias únicas como convivir con la entrañable familia de José Cedeño, un joven que me acogió en las playas de Ecuador y me contó su sueño de recorrerse el mundo. Un sueño que otros couchsurfers que me alojaron, como Soki de La Paz, ya han cumplido. Este arquitecto con más de 500 recomendaciones en su perfil me dijo que la peor experiencia que tenía de Couchsurfing era el momento de despedirse.

Por lo que os estoy contando, ser mujer u hombre y hacer Cochsurfing os puede parecer maravilloso, pero no siempre es así. Si bien casi todas mis experiencias han sido positivas, hay que ser realista y eso implica aceptar que todavía vivimos en un sistema patriarcal. Yo también me sumo a esas mujeres que han experimentado un trato diferente en Couchsurfing por el hecho de pertenecer a otro género diferente al hombre.

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En las calles de Jujuy, en el norte de Argentina (Marlenne García)

Una mala experiencia
Mi mala experiencia tuvo lugar en Buenos Aires donde busqué alojamiento para mis dos amigos y yo. Entre quienes nos aceptaron decidimos quedarnos con un estudiante súper amable que vivía junto a su hermano mayor. Allí conocimos a dos turistas que también estaban alojadas en su casa. Llamadme ingenua, pero al ver que había más viajeras y que aun así nos había acogido, lo primero que pensé fue en agradecerle el gesto de solidaridad al aceptar a tanta gente en su casa. Nada más llegar, al hermano pequeño, con el que hablé por Couchsurfing, le surgió un imprevisto y tuvo que ausentarse. Nos quedamos con el mayor, y aunque era tarde y no tuvimos mucho tiempo para hablar, las primeras impresiones fueron buenas, compartíamos afinidades. Era un chico culto, amable y simpático. Debido al cansancio, decidimos acostarnos todos temprano. Hasta aquí todo bien.

Sin embargo, a mitad de la noche, este anfitrión me despertó mientras dormía junto a mis amigos y me pidió que le acompañara a su habitación con el pretexto de enseñarme algo de mi interés. En realidad, no sabía qué estaba pasando, estaba adormilada y sin ser mal pensada -no me parecía que tuviese razones para serlo-, me levanté y lo seguí hasta su cuarto. Una vez allí me anunció que había encontrado un documental (que nos había recomendado al conocerlo) y me invitó a verlo con él. Ante mi negativa y al intentar abandonar la habitación en actitud fría, intentó besarme. Me deshice de él y regresé a mi cama.

Ahora, con la perspectiva que da el tiempo, creo que quizás lo más sensato hubiese sido abandonar la casa inmediatamente, pero no me sentí indefensa; mis amigos estaban allí y eran las 3 de la madrugada en una ciudad desconocida. Por la mañana, al despertamos, nos fuimos. Fue, sin duda, una experiencia incómoda que intentó “arreglar” con disculpas, algo que no acepté por razones obvias.


Por distintos testimonios, parece ser que hay hombres que por el hecho de acogerte se sienten con el derecho de insinuarse


Después de esta experiencia decidí volver con mis amigos a casa de Martín, un porteño que me había abierto las puertas de su casa días antes y con el que había congeniado estupendamente. Martín, asesor financiero con una personalidad arrolladora, consiguió levantarnos el ánimo con sus aptitudes de coaching motivacional.¡Ilusa de mí! jamás me había planteado que personas viajeras estuviesen en Couchsurfing para buscar s*x*, existiendo otras muchas plataformas específicas para tal fin. Según Martín, hay hombres que la utilizan para ligar por falta de éxito en otras aplicaciones o porque conocen mujeres mucho más interesantes.

No hace falta decir, que acosar así a alguien me parece inadmisible. Sin embargo, por otros testimonios similares, parece ser que hay hombres que por el hecho de acogerte se sienten con el derecho de insinuarse. Evidentemente, la responsabilidad de estas situaciones no es culpa de la mujer ni de la propia plataforma, si no de la persona que crea su perfil con intenciones alejadas del simple intercambio cultural inicial.

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Haciendo parapente en la Reserva Natural Paracas (Marlenne García)
No obstante, quiero ser clara e insistir en que no son la mayoría. Los demás hombres que me han hospedado siempre han sido respetuosos y amables. Gregorio, un chileno con una vida completamente alternativa, no sólo me acogió, sino que me ayudó a reponerme de unos dolores momentáneos que me surgieron haciendo autostop en Atacama. Y el embajador de Couchsurfing en Perú, Samuel Linero, instructor de parapente en Paracas es aventura, me invitó a sobrevolar la Reserva Nacional de Paracas, una caída acompañada de unas brutales vistas con contrastes de acantilados marítimos y dunas del desierto.

Gracias a Samuel también conocí a José Rosas, una persona extremadamente interesante, además de ser un emprendedor nato. Entre otros negocios, es el dueño del único restaurante vegano que hay en Paracas, el Peruano Vegano. A parte de invitarme a una deliciosa comida típica y llevarme hasta mi siguiente destino, conversar con él y conocer su punto de vista sobre la sociedad del Perú fue realmente enriquecedor. Solo puedo dar las gracias a todas las personas que me han mostrado un trocito de su tierra, aunque no aparezcáis nombradas aquí. Experiencias maravillosas que promueven que siga viajando a pesar de ser consciente de los problemas que pueden surgir utilizando Couchsurfing por el simple hecho de ser mujer.


Las recomendaciones no tienen que ir enfocadas a las mujeres, sino a aquellos hombres que utilizan la plataforma como medio para sobrepasarse


Lo que está claro es que los consejos para viajar usando la plataforma no tienen que ir enfocados a las mujeres que utilizamos nuestro perfil de una forma óptima, sino más bien las recomendaciones deben ir dirigidas a aquellos hombres que la utilizan como medio para sobrepasarse. Por este motivo la lucha feminista ahora más que nunca traspasa fronteras y coge fuerzas para seguir rompiendo las barreras que nos impiden movernos con total libertad.

El machismo cala en cada recoveco por muy alternativo y diferente que parezca, pero, como mujer, reclamo que no tengo que ser yo la que se quede en casa por miedo, o la que deje de utilizar esta maravillosa herramienta para viajar, sino que tienen que ser ellos los que cambien. Y si no lo hacen, que se aparten de nuestro camino.

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Firma en la fachada de un 'couchsurfing' en Punta Sal (Marlenne García)
https://www.lavanguardia.com/ocio/v...riencia-viajar-couchsurfing-siendo-mujer.html
 
Borrar las ‘cookies’ y algún consejo más para ahorrar en tus reservas de viajes
La información que reciben las compañías sobre nuestros hábitos de navegación son muy valiosas
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Borrar las 'cookies' puede ayudar a ahorrar dinero al reservar online (Kritchanut / Getty Images/iStockphoto)


Ya hace tiempo que cuando navegamos por internet hay que aceptar el uso de las cookies para acceder a casi todas las páginas. Se trata de un pequeño programa cuyo objetivo es facilitar la experiencia del usuario por lo que se guardan algunos datos que permiten identificarlo, y de este modo se ofrece un contenido más apropiado según sus hábitos. Es una forma de ahorrar tiempo, así se evita volver a rellenar algunos formularios o recordar los datos de acceso a la web por ejemplo.

Pero estos mismos datos almacenados también ofrecen información al emisor de las cookies sobre lo qué estamos buscando o en qué estamos interesados, información muy valiosa para las empresas que finalmente pueden publicitar sus productos de forma personalizada.


Vuelos
De este modo, si queremos reservar un vuelo y realizamos varias búsquedas, los datos quedan almacenados (desde el destino, hasta las fechas y el número de viajeros...) en el historial de nuestro dispositivo, ya sea tableta, móvil o PC, y las compañías pueden utilizar esta información, a su favor, modificando el precio según sus intereses y conseguir más beneficios.

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Reserva de vuelos online (Sinenkiy / Getty Images/iStockphoto)
Por ejemplo, queremos viajar Roma y buscamos vuelos en distintos lugares, el primer resultado que aparece tiene un precio de 50 euros por trayecto, y realizamos una segunda búsqueda en otra web donde el precio por el mismo trayecto es de 70 euros. Volvemos a buscar en la primera web porque era más barato pero el precio que aparece ahora es más elevado, 60 euros, aunque sigue siendo el más económico por lo que reservamos con esta compañía, de esta manera la empresa consigue subir el precio sin perder al cliente.


Borrar las ‘cookies’ puede que no funcione siempre


La única forma de que esto no ocurra es borrando el historial de navegación y las cookies que normalmente se encuentran en la pestaña de en herramientas, preferencias o opciones del navegador. Puede que este método no funcione siempre, ni en todas las páginas de viajes, pero merece la pena probarlo.


Alojamientos
Tampoco hay que dejarse llevar por los mensajes que aparecen en la pantalla, especialmente en las web de alojamientos, en los que se puede leer: “sólo queda una habitación con este precio” o “cinco personas están viendo esta oferta”. Lo único que pretenden es presionar al usuario para que reserve sin comprobar las condiciones de compra y el precio final que puede que sea elevado, pero que con las prisas se impide buscar una oferta mejor.

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Mensajes para presionar al comprador en las reservas online (archivo)
Otro de los trucos que se utilizan es la mostrar precios con un gran descuento que nos hace pensar que nos encontramos ante una oportunidad única, pero en realidad depende de la comparativa con otras temporadas u otras condiciones lo que hace que un precio sea más bajo.

Hay que ir con cuidado con el orden en que aparecen los hoteles ya que muchas veces va en función de la comisión que recibe la agencia

Y no hay que dejarse engañar por los comentarios positivos de los establecimientos, lo mejor es ordenarlos del más reciente al más antiguo, y consultar las peores críticas mirando la fecha en que se emitieron y si hay alguna rectificación posterior.

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(yacobchuk / Getty Images/iStockphoto)

https://www.lavanguardia.com/ocio/v...-cookies-mejores-precios-internet-viajes.html
 
La isla de Paquetá, el antídoto a la locura de Río de Janeiro
Calles tranquilas y arenosas, casas bajas y bicicletas son las credenciales de la isla en la Bahía de Guanabara
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Isla de Paquetá, Río de Janeiro, Brasil (Gian Cornachini - Flickr)


A menos de una hora en barco de la locura de la ciudad carioca, se encuentra la isla de Paquetá, una desconocida para muchos turistas, en la que la violencia e inseguridad de Río prácticamente brillan por su ausencia. Todos sus vecinos se conocen y tiene además la peculiaridad de ser un lugar libre de automóviles en la que las bicicletas son el principal medio de transporte. Con apenas unos 4.000 habitantes y solo cerca de 1,2 kilómetros cuadrados de superficie, Paquetá atrae a quienes buscan un retiro en el que dar un paseo, hacer una pequeña ruta de senderismo o comer pescado frente al mar.

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Isla de Paquetá, Río de Janeiro, Brasil (E o Rio Era Assim - Flickr)

Tranquilidad y cultura
De entre sus habitantes ilustres, destacó el poeta y político brasileño José Bonifácio (1763-1838), conocido como el “patriarca de la independencia de Brasil”. Bonifacio vivió exiliado en una de las casas de la isla, que en proceso de convertirse en museo, alberga hoy en día una colección particular de más de 10.000 piezas del campo de la comunicación y las costumbres.

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La casa donde el poeta y político brasileño José Bonifácio en la Isla de Paquetá, Río de Janeiro (Brasil) (Marcelo Sayão / EFE)
Su dueño, Fichel Davit Chargel está a punto de cumplir 85 años y, aunque su domicilio está en el bohemio barrio carioca de Santa Teresa, ahora pasa más de la mitad de su semana en Paquetá. Cuando tenía 17, Chargel inició una colección que ya ronda las 10.000 obras y que se expone en una de las casas más espectaculares de la isla.

“Decidí comprar la casa porque cuando la descubrí estaba vacía y un poco deteriorada porque llevaba cinco años en proceso de venta pero tenía lugar para todo mi acerbo, que estaba amontonado en Santa Teresa”, explicó Chargel a EFE. “Las personas aquí se pueden sentir como en un museo debido a la arquitectura interna de la casa, que además tiene un valor histórico enorme”, añadió.

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Piezas antiguas, en la casa donde el poeta y político brasileño José Bonifácio, vivió exiliado, y la cual está en proceso de convertirse en museo en la isla de Paquetá, Brasil (Marcelo Sayão / EFE)
La colección contempla infinidad de piezas, algunas datan del siglo XVI y van desde bastones, armas, sombreros o abanicos hasta fotografías, proyectores de cine y barajas de cartas eróticas.


Belleza natural
Pero esta no es la única curiosidad de la isla ya que, paseando por sus calles, se puede encontrar un árbol baobab de más de siete metros de circunferencia o un curioso cementerio de pájaros, en el que los vecinos entierran a sus aves y en sus paredes se pueden leer algunos poemas que reflejan el amor por la naturaleza.

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El cementerio de pájaros, en la Isla de Paquetá, Río de Janeiro (Brasil). (Marcelo Sayão / EFE)
José Batista de ElAceitunoMisogino es otro de los vecinos de la isla, originario del nordeste brasileño y quien se mudó a Paquetá cuando tenía 16 años buscando un cambio de vida. Desde entonces, hace casi 50 años, trabaja en el turismo y actualmente pasea a los curiosos en un carro eléctrico por la isla. “La vida en Paquetá es muy tranquila, la isla es una familia, todos se conocen, todos saben lo que pasa y todos se ayudan”, explicó a EFE ElAceitunoMisogino.


Un lugar ‘favorito’
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Tranquilidad en la isla de Paquetá, Río de Janeiro, Brasil (Fwellisch vía Wikimedia Commons)
También subrayó que se “aterroriza” cuando lee los periódicos y ve la inseguridad de Río de Janeiro, ya que, según afirmó, en Paquetá “no existe” la violencia y las únicas situaciones que se pueden dar son “algunas riñas de bar aisladas”.

ElAceitunoMisogino contó que Paquetá es su “lugar favorito del mundo”, aunque también destacó que “la brutal contaminación de la bahía, la pésima situación del país y la poca inversión” hacen que la isla no aproveche todo su potencial.

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Isla de Paquetà, Río de Janeiro, Brasil (Marcelocandidoli vía Wikimedia Commons)

https://www.lavanguardia.com/ocio/v...o-de-janeiro-brasil-tranquilidad-belleza.html
 
Descubriendo la maravillosa Cueva del Tesoro, única gruta marina visitable en Europa

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Hoy en recomendaciones de la casa, estamos descubriendo la maravillosa Cueva del Tesoro, única gruta marina visitable en Europa. La cueva del Tesoro -antiguamente conocida como la Cueva del Higuerón- es una de las tres únicas cuevas de origen submarino que se conocen en el mundo y la única que está en Europa. Se cree que su formación se produjo en torno a la época jurásica.

Esta gruta marina está situada en el municipio de Rincón de la Victoria, a unos 15 km. de la ciudad de Málaga, en el término de la Cala del Moral. Se encuentra excavada por las aguas en una zona de roca caliza, y su configuración ha formado un acantilado a orillas del mar Mediterráneo.


La Cueva del Tesoro en el Rincón de la Victoria

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Como decíamos, la Cueva del Tesoro es la única de las tres existentes en el mundo que está en Europa. Las otras dos se encuentran respectivamente en Asia y América Central, siendo la Cueva del Tesoro la más importante por la peculiaridad de que es la única que se puede visitar por el público.

Un recorrido por la Cueva, -una de las que forman el conjunto de cuevas de El Cantal- es un trayecto longitudinal de más de dos km y medio de longitud, disfrutando de las oquedades y formas redondeadas de su interior.

Tiene un alto valor histórico, dado que en ella se han encontrado obras artísticas del Paleolítico Superior, del Solutrense e incluso algunos restos de figuras neolíticas. De estas obras y hallazgos y del conocimiento popular, surgió la leyenda del tesoro en la cueva.

El tesoro y las leyendas de la Cueva

1. La leyenda del tesoro escondido

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El nombre de la cueva alude a la leyenda de que allí sigue aún enterrado un tesoro, que escondió el emperador almorávide Tasufin Ibn Alí, en el siglo XII. Esta tradición se refleja en los escritos del siglo XVII de Fray Antonio Agustín de Milla y Suazo.

La búsqueda del tesoro legendario, ha continuado hasta nuestros días y viene de cuando Antonio de la Nari, atraído por la leyenda de los Cinco Reyes Moros, vino a Málaga a principios del siglo XIX y se dedicó a buscar el tesoro de la Cueva del Higuerón. Varios escritores de la época dan fe de su trágica muerte, destrozado por la explosión de un barreno en 1847.

En una de las partes superiores de la cueva, se encontró un pequeño candil con monedas de oro que volvió a poner en el candelero la leyenda del tesoro escondido en esta cueva.

2. La leyenda de la diosa Noctiluca

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Recientemente, se ha promocionado un vídeo por parte del departamento de turismo del Ayuntamiento del Rincón de la Victoria en el que nos cuentan la importancia del tesoro, la cueva y su belleza.

En ese vídeo, se homenajea otra leyenda relacionada con la Cueva, la relativa a la diosa Noctiluca o Malac, cuya estatua se encuentra en el municipio, que según los estudios de D. Manuel Laza, tuvo su Santuario en la cueva del Tesoro. "Es razonable pensar que los colonos fenicios pusieran la ciudad que fundaban bajo el patrocinio de la antiquísima diosa, que era adorada en estas costas..."

Esa diosa era la reina de los cielos y de la tierra. De ahí que la ciudad de Málaga fuese llamada Malaca, es decir, reina. Esta Noctiluca es la misma diosa mediterránea adorada por todos los pueblos mediterráneos y considerada como la diosa de la fecundidad, la vida y la muerte.

Datos de interés
Cueva del Tesoro
Avenida de Picasso nº 21 (Cantal Alto)
Rincón de la Victoria
Precio adultos 4,60€ (Hay otros precios para niños y jubilados)
Existen programas guiados que se complementan con otras visitas a precios especiales
Más info, horarios y reservas | Ayto. Rincón de la Victoria

Imágenes | Andalucía.org, Wikimedia Commons

https://www.diariodelviajero.com/re...va-tesoro-unica-gruta-marina-visitable-europa
 
Los dos tortazos que te da La Paz cuando llegas a Bolivia
Perderse por el corazón de La Paz tiene su precio: prepárate para enfrentarte a un tráfico caótico y a un inevitable mal de altura. Eso sí, merecerá la pena.

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No esperes una bienvenida "pacífica" © Getty Images


ado, te faltarán las fuerzas. Mastica hoja de coca, ellos es lo que hacen. Prepárate para el dolor de cabeza”.

Si vas a visitar Bolivia, quien ya haya estado no parará de advertirte sobre el mal de altura; es lo razonable si aterrizas a 4061 metros sobre el nivel del mar. Pero no es lo único con lo que te vas a tropezar en La Paz.


Hasta que no pones un pie en tierra, tu único temor y preocupación es la salud. Sales del avión sin prisa, aunque el avión se haya retrasado. Si hay escaleras, más calma aún.

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Las furgonetas dominan las carreteras paceñas © Getty Images

Pides un taxi respirando hondo, tratando de detectar que ese aire tiene menos oxígeno de la cuenta. No notas mucho, pero ya te habían dicho que es normal, que mañana empieza lo peor. Y, de repente, te das cuenta.

Estás en medio de una jauría de coches y furgonetas sin orden ni concierto, en una autovía serpenteante y sin carriles en la que estás seguro tendrás un accidente.

Los adelantamientos son un juego de azar y los acelerones la única baza para evitar ese accidente inevitable. Mientras, tu chófer no muestra signos de nerviosismo o preocupación. ¿Qué es esto? Bienvenido a La Paz.




La India tiene la fama. Se ven miles y miles de fotos de avenidas gigantes repletas de motos y coches en todos los sentidos y direcciones. La Paz no tiene avenida grandes, pero vaya si tiene caos circulatorio, y no solo de coches, también de personas. Las cholitas le quitan protagonismo a esta fauna urbana.

Lo que conocen como “Centro turístico” es una cuadrícula de calles en la que los coches circulan en un sentido y los peatones por donde pueden.

Las aceras se emplean como escaparates de los comercios y es donde las cholitas se ubican para, día a día, ofrecer los productos que venden a la vez que dan de mamar a su hijo, comen y ven la vida pasar a una velocidad que pocos aguantarían.

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El típico minibús de La Paz © Alamy

Buena parte de la culpa de este caos la tienen las vans o minibuses, como allí las llaman. Son furgonetas de importación, asiáticas la mayoría, y en algunas todavía queda constancia de la empresa coreana o japonesa a la que pertenecían. Casi todas son de fabricantes japoneses y tienen asientos de cabo a rabo.

Caben tres personas por fila y no esperes ir holgado, ni siquiera en un trayecto de varios cientos de kilómetros. Este es el transporte público más usado en La Paz.




Sin paradas oficiales, tienes que fijarte en carteles que el conductor pone en el parabrisas para saber hacia dónde va, y si te conviene abres la puerta y te subes.

Según el modelo pueden caber hasta 12 personas y, sí, dos van junto al conductor, quien tampoco va holgado.

Cuando llegas a tu destino, simplemente le dices “me bajo aquí” y la van parará junto a la acera, sea donde sea y moleste a quien moleste; la costumbre ha conseguido que a nadie moleste esta maniobra.

Este caos también te hace ser ágil, con lo que esa parada apenas dura cinco segundos. Pagas en efectivo al salir, no hay tarjetas ni abonos mensuales; dos bolivianos y fuera.

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Microbús por las calles de La Paz © Getty Images

Es una locura, porque parecen furgonetas particulares, pero están por todas partes y no hay que ser científico para darse cuenta de que suponen más de la mitad del problema de atascos en La Paz.

Menos sorprendentes pero más estrafalarios son los microbuses, que por el nombre parecen más pequeños que los minibuses, pero son como los típicos autobuses escolares americanos repintados para la ocasión. Dudo que exista alguno fabricado más tarde de la década de los 90.

Las aceras del centro de La Paz son lo más parecido a pasear por el centro de Madrid en Navidad, solo que todo el rato. Son estrechas porque se maximiza el espacio de los coches (en realidad de las vans, que coches se ven pocos; motos, casi ninguna) y en ellas se ubican los productos que se venden en los comercios a modo de escaparate urbano y las cholitas vendedoras ambulantes.




A eso hay que sumarle que el caos de tráfico se traslada a los peatones. Conclusión: no te pares, siempre te tienes que mover.

Los paceños son una mezcla del sevillano que sabe salir de una bulla de Semana Santa sin empujar a nadie y los madrileños o barceloneses que van a toda prisa todo el rato. Nadie te empuja, siempre te esquivan. Es fácil adaptarse y llega a enganchar. Anda, esquiva, anda, esquiva, pero no te frenes en seco.

Cruzar la calle es la aventura definitiva. Cambiar de acera es una tarea que sabes que va a acabar con tu vida, o al menos con una visita al hospital más cercano.

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Las aceras de La Paz son el escaparate de los comercios © Alamy

El caos circulatorio obliga a que los vehículos no puedan rodar a mucha velocidad. Es una masa de vehículos que se mueve de forma compacta por la ciudad. Un atasco que no cesa pero que tampoco se para.

Haya paso de peatones o no, el procedimiento es el mismo: quien va primero, tiene preferencia. Échale valor y tira para adelante, si llegas al cruce con el coche antes que él, parará sin pitarte o insultarte, funciona así.

A un centímetro de tu pierna, pero parará. Si te da miedo y frenas en seco, quizá el coche de otro carril te atropelle, porque si no hubieras frenado, ya habría pasado. Primero lo haces con un sentido, y luego con el contrario.




Resulta fascinante comprobar la gestión de los espacios que tienen los conductores paceños. A pesar de este caos, no se les ve alterados y raro es el claxon que se escucha.

No es casual: las vans usan el claxon para avisar de su presencia y conveniencia. Si estás parado en mitad de una acera es que esperas una van, no hay otra.

Existen dos puntos cruciales en los que admirar esta dinámica: el cruce entre las calles Murillo y Santa Cruz y la Plaza del Estudiante.

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Caótico y ágil a la par, así es el tráfico en La Paz © Getty Images

La primera es un cruce perpendicular de calles digamos con dos carriles cada uno, y la segunda es una rotonda a la salida del centro turístico de La Paz. En la esquina de Murillo se concentra mucha gente que va a coger vans hacia otro punto de la ciudad.

Sin paradas oficiales, los paceños suelen congregarse en el mismo sitio para que la furgoneta no tenga que parar tantas veces.

Con apenas espacio para dos de estos automóviles, un carril lo ocupa constantemente alguna parada recogiendo o soltando pasajeros, mientras por el otro lado circulan normalmente.

El cruce no está señalizado con semáforos, con lo que la ley de “quien primero llega, tiene la preferencia” se cumple a rajatabla, para peatones y para vehículos. Es un circo. La Plaza del Estudiante es otro rollo.




Si ya en España nos liamos en una rotonda, esta es un auténtico espectáculo. Los vehículos entran y van avanzando centímetro a centímetro, en la dirección en que vayan y siguiendo la misma ley de preferencia que impera en los cruces.

La primera vez que llegas a ella piensas que vas a estar quince minutos atascado pero no, el caos hace que el atasco fluya. Es increíble.

En lo que caminas por las aceras atestadas de productos y personas, cruzas con éxito la calle e intentas hacer alguna foto se te ha pasado la psicosis del mal de altura.

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La Paz es una gran cuesta © Alamy

Lo padecerás, sí, pero ni es tan grave ni te condiciona el viaje. La Paz no es una ciudad plana, tiene cuestas y escaleras que te dejan sin aliento, literal y metafóricamente.

No eres el único, los paceños no subirán mucho más rápido que tú, tenlo por seguro. La falta de oxígeno afecta a todos sin excepción. La Paz se merece más días de visita de los que normalmente se le dedican como un mero enlace con el salar de Uyuni o las minas del Potosí.

Se percibe una sensación de seguridad poco común en otros países sudamericanos. No esperes sonrisas, pero sí un pueblo consciente y orgulloso de sus raíces, que abre la puerta de una cultura milenaria a quienes estén dispuestos a atravesarla.
 
Los dos tortazos que te da La Paz cuando llegas a Bolivia
Perderse por el corazón de La Paz tiene su precio: prepárate para enfrentarte a un tráfico caótico y a un inevitable mal de altura. Eso sí, merecerá la pena.

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No esperes una bienvenida "pacífica" © Getty Images


ado, te faltarán las fuerzas. Mastica hoja de coca, ellos es lo que hacen. Prepárate para el dolor de cabeza”.

Si vas a visitar Bolivia, quien ya haya estado no parará de advertirte sobre el mal de altura; es lo razonable si aterrizas a 4061 metros sobre el nivel del mar. Pero no es lo único con lo que te vas a tropezar en La Paz.


Hasta que no pones un pie en tierra, tu único temor y preocupación es la salud. Sales del avión sin prisa, aunque el avión se haya retrasado. Si hay escaleras, más calma aún.

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Las furgonetas dominan las carreteras paceñas © Getty Images

Pides un taxi respirando hondo, tratando de detectar que ese aire tiene menos oxígeno de la cuenta. No notas mucho, pero ya te habían dicho que es normal, que mañana empieza lo peor. Y, de repente, te das cuenta.

Estás en medio de una jauría de coches y furgonetas sin orden ni concierto, en una autovía serpenteante y sin carriles en la que estás seguro tendrás un accidente.

Los adelantamientos son un juego de azar y los acelerones la única baza para evitar ese accidente inevitable. Mientras, tu chófer no muestra signos de nerviosismo o preocupación. ¿Qué es esto? Bienvenido a La Paz.




La India tiene la fama. Se ven miles y miles de fotos de avenidas gigantes repletas de motos y coches en todos los sentidos y direcciones. La Paz no tiene avenida grandes, pero vaya si tiene caos circulatorio, y no solo de coches, también de personas. Las cholitas le quitan protagonismo a esta fauna urbana.

Lo que conocen como “Centro turístico” es una cuadrícula de calles en la que los coches circulan en un sentido y los peatones por donde pueden.

Las aceras se emplean como escaparates de los comercios y es donde las cholitas se ubican para, día a día, ofrecer los productos que venden a la vez que dan de mamar a su hijo, comen y ven la vida pasar a una velocidad que pocos aguantarían.

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El típico minibús de La Paz © Alamy

Buena parte de la culpa de este caos la tienen las vans o minibuses, como allí las llaman. Son furgonetas de importación, asiáticas la mayoría, y en algunas todavía queda constancia de la empresa coreana o japonesa a la que pertenecían. Casi todas son de fabricantes japoneses y tienen asientos de cabo a rabo.

Caben tres personas por fila y no esperes ir holgado, ni siquiera en un trayecto de varios cientos de kilómetros. Este es el transporte público más usado en La Paz.




Sin paradas oficiales, tienes que fijarte en carteles que el conductor pone en el parabrisas para saber hacia dónde va, y si te conviene abres la puerta y te subes.

Según el modelo pueden caber hasta 12 personas y, sí, dos van junto al conductor, quien tampoco va holgado.

Cuando llegas a tu destino, simplemente le dices “me bajo aquí” y la van parará junto a la acera, sea donde sea y moleste a quien moleste; la costumbre ha conseguido que a nadie moleste esta maniobra.

Este caos también te hace ser ágil, con lo que esa parada apenas dura cinco segundos. Pagas en efectivo al salir, no hay tarjetas ni abonos mensuales; dos bolivianos y fuera.

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Microbús por las calles de La Paz © Getty Images

Es una locura, porque parecen furgonetas particulares, pero están por todas partes y no hay que ser científico para darse cuenta de que suponen más de la mitad del problema de atascos en La Paz.

Menos sorprendentes pero más estrafalarios son los microbuses, que por el nombre parecen más pequeños que los minibuses, pero son como los típicos autobuses escolares americanos repintados para la ocasión. Dudo que exista alguno fabricado más tarde de la década de los 90.

Las aceras del centro de La Paz son lo más parecido a pasear por el centro de Madrid en Navidad, solo que todo el rato. Son estrechas porque se maximiza el espacio de los coches (en realidad de las vans, que coches se ven pocos; motos, casi ninguna) y en ellas se ubican los productos que se venden en los comercios a modo de escaparate urbano y las cholitas vendedoras ambulantes.




A eso hay que sumarle que el caos de tráfico se traslada a los peatones. Conclusión: no te pares, siempre te tienes que mover.

Los paceños son una mezcla del sevillano que sabe salir de una bulla de Semana Santa sin empujar a nadie y los madrileños o barceloneses que van a toda prisa todo el rato. Nadie te empuja, siempre te esquivan. Es fácil adaptarse y llega a enganchar. Anda, esquiva, anda, esquiva, pero no te frenes en seco.

Cruzar la calle es la aventura definitiva. Cambiar de acera es una tarea que sabes que va a acabar con tu vida, o al menos con una visita al hospital más cercano.

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Las aceras de La Paz son el escaparate de los comercios © Alamy

El caos circulatorio obliga a que los vehículos no puedan rodar a mucha velocidad. Es una masa de vehículos que se mueve de forma compacta por la ciudad. Un atasco que no cesa pero que tampoco se para.

Haya paso de peatones o no, el procedimiento es el mismo: quien va primero, tiene preferencia. Échale valor y tira para adelante, si llegas al cruce con el coche antes que él, parará sin pitarte o insultarte, funciona así.

A un centímetro de tu pierna, pero parará. Si te da miedo y frenas en seco, quizá el coche de otro carril te atropelle, porque si no hubieras frenado, ya habría pasado. Primero lo haces con un sentido, y luego con el contrario.




Resulta fascinante comprobar la gestión de los espacios que tienen los conductores paceños. A pesar de este caos, no se les ve alterados y raro es el claxon que se escucha.

No es casual: las vans usan el claxon para avisar de su presencia y conveniencia. Si estás parado en mitad de una acera es que esperas una van, no hay otra.

Existen dos puntos cruciales en los que admirar esta dinámica: el cruce entre las calles Murillo y Santa Cruz y la Plaza del Estudiante.

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Caótico y ágil a la par, así es el tráfico en La Paz © Getty Images

La primera es un cruce perpendicular de calles digamos con dos carriles cada uno, y la segunda es una rotonda a la salida del centro turístico de La Paz. En la esquina de Murillo se concentra mucha gente que va a coger vans hacia otro punto de la ciudad.

Sin paradas oficiales, los paceños suelen congregarse en el mismo sitio para que la furgoneta no tenga que parar tantas veces.

Con apenas espacio para dos de estos automóviles, un carril lo ocupa constantemente alguna parada recogiendo o soltando pasajeros, mientras por el otro lado circulan normalmente.

El cruce no está señalizado con semáforos, con lo que la ley de “quien primero llega, tiene la preferencia” se cumple a rajatabla, para peatones y para vehículos. Es un circo. La Plaza del Estudiante es otro rollo.




Si ya en España nos liamos en una rotonda, esta es un auténtico espectáculo. Los vehículos entran y van avanzando centímetro a centímetro, en la dirección en que vayan y siguiendo la misma ley de preferencia que impera en los cruces.

La primera vez que llegas a ella piensas que vas a estar quince minutos atascado pero no, el caos hace que el atasco fluya. Es increíble.

En lo que caminas por las aceras atestadas de productos y personas, cruzas con éxito la calle e intentas hacer alguna foto se te ha pasado la psicosis del mal de altura.

la_paz_es_una_gran_cuesta_2543_745x495.jpg

La Paz es una gran cuesta © Alamy

Lo padecerás, sí, pero ni es tan grave ni te condiciona el viaje. La Paz no es una ciudad plana, tiene cuestas y escaleras que te dejan sin aliento, literal y metafóricamente.

No eres el único, los paceños no subirán mucho más rápido que tú, tenlo por seguro. La falta de oxígeno afecta a todos sin excepción. La Paz se merece más días de visita de los que normalmente se le dedican como un mero enlace con el salar de Uyuni o las minas del Potosí.

Se percibe una sensación de seguridad poco común en otros países sudamericanos. No esperes sonrisas, pero sí un pueblo consciente y orgulloso de sus raíces, que abre la puerta de una cultura milenaria a quienes estén dispuestos a atravesarla.
Querida Compañera @Coti7495. La primera imagen de tu post merece la pena arriesgarse por ella, estar tan cerca y a la vez tan distante del Cielo......Me refiero a esta maravilla con que nos has obsequiado.- Muchas gracias y un gran abrazo.-
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