Cómo a través del virus de los medios, se inocula el virus del miedo

Supongo que quieres decir que se tocan los kinders. Tienes razón, en muchos sitios con la covidexcusa no están dando palo al agua, yo también lo he sufrido. Nos queda presentar una reclamación y que prospere. Espero que tu hija pueda asistir a clases presenciales en Salamanca, qué bonita ciudad.
Si me refería a los kinders por no ponerlo más claro pero el corrector hizo de las suyas. También espero que pueda asistir de forma presencial a sus clases y disfrutar al máximo de su etapa universitaria.
 
Vuelvo a enlazar, sorry.
En el congreso les acusan de "QUIÉNES SON ELLOS PARA DECIDIR QUÉ ES BUENO Y MALO PARA EL USUARIO".
Lo que están haciendo en internet de verdad que es increíble, para los que no tengáis o sigáis, que sepáis al menos que es muy grave.
Lo mismo que están haciendo las tv y prensa aquí, ya les han dado 25millones de euros de nuestros impuestos y otros 100millones de euros en publicidad estatal!!
De nuestro bolsillo todo. ¿A quién pensáis que favorecen estos medios?, está muy claro.
En una de las conferencias militares sobre geopolítica y geoestratégia que os he colgado páginas atrás donde se analizaba la instauración del NOM se hablaba de algo relacionado con esto. El estado americano no puede tolerar por ser una de sus atribuciones que particulares o corporaciones emitan juicios sobre la veracidad de una información cuando además hay conflicto de intereses. Eso es asunto de la justicia americana. Espero que se haga valer y un mojón pa Zuckerberg.
 
Pero que pongáis en duda el sufrimiento de mucha gente me revuelve el estómago hasta el infinito.

¿Quien está poniendo en duda el sufrimiento de nadie? Yo por lo menos no lo he leído en este hilo. Al contrario, pienso que los que estamos aquí nos hemos hecho conscientes que al dolor de la enfermedad y muertes que ya ha habido se ha añadido un sufrimiento innecesario que empezo con dejar morir a los ancianos en soledad y que no se sabe cuándo va a terminar. Porque esto no ha hecho nada más que empezar: crisis económica, crisis sanitaria por patologías no tratadas o no correctamente tratadas, etc. claro que de esto no hay estadísticas. Pero gracias al lavado de cerebro que están haciendo los medios de comunicación, la gente está obsesionada y enfocada en el virus y sus rebrotes, cuando se está viendo que lo más importante , que es el numero de personas fallecidas y hospitalizadas , es relativamente bajo, y no ven lo que va a venir detrás de este paron económico. Y no me vale que ponemos por delante la economía antes que la salud: el bienestar económico trae salud.
Un ejemplo: mi madre me llamo ayer asustada porque han empezado los rebrotes en residencias, que si los jóvenes tienen la culpa, etc, y justo ayer leí en la prensa que el hospital de la ciudad donde vive está libre de enfermos Covid. Es decir que gracias a la propaganda de la tele mi madre ya le había echado las culpas de los rebrotes en residencias a los jóvenes que frecuentan las zonas de ocio en nuestra ciudad, cuando unos y otros están muy alejados geográficamente. Y eso es de primero de Goebbels, se está asustando a la gente de una manera criminal.
Y personalmente, gracias a este hilo me estoy enterando de muchísimas cosas que yo no sé o no tengo tiempo de buscar, cosa que agradezco profundamente aunque no puedo poner likes y otras reacciones. Y te reitero de nuevo que aquí nadie pone en duda el sufrimiento de mucha gente como tú dices, sino la gestión política se este y las consecuencias, y desde luego se trata con bastante respeto otras opiniones, cosa que precisamente no he visto en el otro hilo, donde en algún comentario nos han puesto finos.....
 
MANIFESTACIÓN EN BERLÍN de MÉDICOS POR LA VERDAD 1 de Agosto-2020, autorizada HASTA 500.000personas
Bravo, en Berlín!!!





A mi me pilla relativamente cerca, pero por desgracia no voy a poder ir, aún así ya he contribuido económicamente a la causa, menos mal que están ellos, espero que consigan ser escuchados.
 
SER HENARES
TORREJÓN DE ARDOZ
Un 98% de falsos positivos y 3,5 millones de coste en el test de Torrejón de Ardoz, según el PSOE
Tras analizar las facturas, el PSOE de Torrejón de Ardoz sostiene que el gobierno torrejonero adquirió los test serológicos a más del doble del precio al que los comercializan otros distribuidores. Aseguran que a la ciudad el estudio le costó un millón de euros más de lo que dijo, en su día, el alcalde Ignacio Vázquez, y señala que la fiabilidad en positivos por IgM fue de apenas el 1,8%. El gobierno municipal defiende la calidad de los test y dice que "son más fiables que la palabra del PSOE".

 
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Sobre el brutal encierro al que están siendo sometidos los ancianos en las residencias


Hace un par de meses empecé a trabajar de personal de limpieza en una residencia pública de mayores , hasta que el día 2 de abril decidí presentar mi renuncia. A continuación os explico los motivos.

Desde hace un par de semanas, los mayores llevaban ya tiempo sin poder salir de la residencia ni recibir visitas de los familiares; a los trabajadores se nos había obligado a utilizar todo tipo de epi’s que nos debían hacer parecer extraterrestres a los ojos de estas personas (mascarillas, batas de papel o plástico, pantallas faciales, gorros para el pelo, guantes de látex); y, desde el lunes 30 de marzo, la dirección del centro decidió encerrar a los residentes en sus habitaciones, en algunos casos, bajo llave. Ni siquiera se les dejaba asomarse al pasillo, y si algún residente trataba de sugerir a las auxiliares de enfermería la posibilidad de bajar al patio a tomar un poco el aire, las contestaciones solían ser siempre de malas formas, con gritos e intimidaciones verbales. Además, esta medida sólo provocó un caos total, pues se debían subir todas las comidas a las habitaciones, aumentando la carga de trabajo y alterando el horario habitual de las comidas, lo que provocó un nerviosismo extra tanto entre trabajadores como entre residentes.

Esta semana me tocó limpiar la tercera planta y tuve la oportunidad de hablar con muchos residentes, a los que pregunté qué les parecían las medidas adoptadas. La mayoría me expresaron su desacuerdo con estas nuevas medidas, así como la angustia que toda esta situación les estaba provocando. Alguno incluso me llegó a decir que tenía muy claro que les habían encerrado allí para morir.

Para colmo, el tercer día de encierro de los residentes en las habitaciones, el día 1 de abril, llegaron a presentarse dos camiones de la UME con la intención de «desinfectar» el centro vete tú a saber con qué. Me llamó la atención que todo estaba siendo grabado por cámaras de televisión, probablemente para difundirlo a través de los medios y generar más alarmismo, presentando la situación del centro como insostenible, a pesar de que hasta principios de semana que se decidió encerrar a los abuelos no había nada extraño y yo veía a todos como siempre, excepto por el nerviosismo creado ante el alarmismo reinante. Pero por este nerviosismo no vinieron los militares. La excusa debía de ser un grupo de 10 personas que habían traído hace una semana de una residencia que habían cerrado en Burgos, y que estaban aislados en la primera planta.

Personalmente nunca estuve de acuerdo con todas las medidas adoptadas por la mayoría de los gobiernos en todo el mundo con la excusa del coronavirus (alarmismo institucional, confinamiento, distanciamiento social, tratamiento de los enfermos en hospitales sin las familias presentes…), pues nunca antes se le había ocurrido a nadie implantar tales medidas con la excusa de proteger la salud pública, excepto a los nazis y otros regímenes totalitarios. Siempre me ha interesado mucho la sociología y el análisis de los mecanismos de poder, y, desde el principio, me di cuenta que todo esto del coronavirus no era más que una nueva fase de la doctrina del shock que, desde hace décadas, lleva utilizando el neoliberalismo para imponer sus intereses, una opinión que he tratado de difundir entre mi entorno.
El problema es que, desde el pasado lunes, yo mismo empecé a sentirme un carcelero.

Cuando entraba a hacer sus habitaciones, muchos abuelos me preguntaban por qué no podían salir de ellas, que les parecía absurdo, y yo les decía que tampoco lo entendía, que les comprendía, pero que no podía hacer nada. Hablé con una responsable del centro para pedirles explicaciones y me dijo que los sindicatos les habían denunciado por no aplicar las medidas adecuadas, que obedecían ordenes superiores. Me llegó a decir que si a ella le encerraran en la habitación todo el día, lo pasaría fatal, pero que no podía hacer nada. Yo me había negado a ponerme la pantalla facial, porque, además de inútil como medida de protección, me parecía que sólo servía para transmitir más pánico a los residentes, y la responsable me dijo que me la debía de poner, que si no, podría perder el puesto de trabajo. Esto me hizo ver, con mucha mayor claridad, que los trabajadores estábamos siendo usados como una especie de arma de guerra psicológica contra los residentes. Estar encerrado en una pequeña habitación viendo el aspecto con el que los trabajadores se paseaban por los pasillos de la residencia es algo que volvería loco a cualquiera y más si tienes que permanecer allí todo el día, alejado de otros residentes y sin poder ver a tus familiares y amigos.

La gota que colmó el vaso fue la citada llegada de los militares de la UME el día 2 de abril. Mientras hacía una habitación, vi por la ventana dos camiones de la UME y a muchos militares (algunos metralleta en mano) en el parking de la residencia. Con la excusa de tirar unas cajas de cartón bajé hasta el hall principal y pegunté a varios compañeros que estaban en recepción qué hacían allí los militares, contestándome que habían venido para «fumigar» el centro. Me quedé un rato para escuchar la conversación que tres militares mantenían con una médico y varios responsables del centro. El militar que parecía tener el mando insistía mucho en la necesidad de mantener el centro desinfectado. Volví a pedir explicaciones a una responsable y me dijo que no sabía nada, que al parecer se había denunciado al centro por no aplicar las medidas adecuadas y venían ellos a ponerlas en práctica. La pregunté que si sabía si iban a desinfectar con los residentes y trabajadores dentro y con qué. Y, ya con un tono que expresaba cierta molestia, me respondió que harían lo que tuvieran que hacer, es decir, confianza ciega en los militares para combatir un supuesto problema de salud. Al parecer, según las noticias, ese día desinfectaron el centro con los residentes y trabajadores dentro, todo bajo la atenta mirada de las cámaras de televisión. Y digo «según las noticias» porque, ante el tremendo abuso de autoridad por parte de los militares, la actitud negligente e irresponsable del centro y la pasividad total de mis compañeros (la mayoría estaban entusiasmados con la llegada de los militares), cogí mis cosas y, antes de que comenzaran a «desinfectar», me marché por una salida de emergencia que no tenían controlada ni los militares ni las cámaras. No estaba dispuesto a formar parte de toda esta locura ni un segundo más. Además de esto, debieron de dar instrucciones de cómo seguir desinfectado a partir de ese día, lo que implicará la utilización diaria de una elevada cantidad de agentes químicos altamente tóxicos que el personal de limpieza se verá obligado a utilizar y los residentes a inhalar (ellos no llevan mascarillas).

Finalmente, al día siguiente, redacté un escrito expresando mi desacuerdo con todas las medidas adoptadas por el centro (epi’s kafkianos, caos organizativo, productos de limpieza tóxicos), debido a que las mismas podían tener efectos mucho más negativos que positivos sobre la salud de los residentes, que todo esto del coronavirus me parecía una excusa para imponer medidas totalitarias que sólo servirían para enfermar aún más a la población más vulnerable y que yo no estaba dispuesto a colaborar con ello, por lo que presentaba la renuncia a mi puesto de trabajo.

Todo lo que está sucediendo me resulta casi imposible de creer. En la residencia me he llegado a sentir como el protagonista de la novela 1984; la aceptación acrítica por parte de todos mis compañeros de lo que estaba pasando y la hostilidad de muchos de ellos ante mis opiniones, me recordaba a todo lo que había leído sobre la actitud de las masas en la época del holocausto nazi.

Sé que, ante la brutal manipulación que está ejerciendo el poder sobre la población, se puede hacer poco, pero si creéis que mi testimonio puede ser de alguna utilidad para frenar mínimamente esta locura que estamos viviendo, os animo a que lo difundáis entre vuestros contactos del modo que creáis más conveniente, y si queréis contar conmigo para dar públicamente mi testimonio, contad conmigo, pues considero que todo lo que está ocurriendo con la excusa del coronavirus es inadmisible y si en algo puedo colaborar, estaré encantado.


 
¿Quien está poniendo en duda el sufrimiento de nadie? Yo por lo menos no lo he leído en este hilo. Al contrario, pienso que los que estamos aquí nos hemos hecho conscientes que al dolor de la enfermedad y muertes que ya ha habido se ha añadido un sufrimiento innecesario que empezo con dejar morir a los ancianos en soledad y que no se sabe cuándo va a terminar. Porque esto no ha hecho nada más que empezar: crisis económica, crisis sanitaria por patologías no tratadas o no correctamente tratadas, etc. claro que de esto no hay estadísticas. Pero gracias al lavado de cerebro que están haciendo los medios de comunicación, la gente está obsesionada y enfocada en el virus y sus rebrotes, cuando se está viendo que lo más importante , que es el numero de personas fallecidas y hospitalizadas , es relativamente bajo, y no ven lo que va a venir detrás de este paron económico. Y no me vale que ponemos por delante la economía antes que la salud: el bienestar económico trae salud.
Un ejemplo: mi madre me llamo ayer asustada porque han empezado los rebrotes en residencias, que si los jóvenes tienen la culpa, etc, y justo ayer leí en la prensa que el hospital de la ciudad donde vive está libre de enfermos Covid. Es decir que gracias a la propaganda de la tele mi madre ya le había echado las culpas de los rebrotes en residencias a los jóvenes que frecuentan las zonas de ocio en nuestra ciudad, cuando unos y otros están muy alejados geográficamente. Y eso es de primero de Goebbels, se está asustando a la gente de una manera criminal.
Y personalmente, gracias a este hilo me estoy enterando de muchísimas cosas que yo no sé o no tengo tiempo de buscar, cosa que agradezco profundamente aunque no puedo poner likes y otras reacciones. Y te reitero de nuevo que aquí nadie pone en duda el sufrimiento de mucha gente como tú dices, sino la gestión política se este y las consecuencias, y desde luego se trata con bastante respeto otras opiniones, cosa que precisamente no he visto en el otro hilo, donde en algún comentario nos han puesto finos.....

Así es. El miedo también es sufrimiento, lo mismo que la incertidumbre, las multas, las mscarillas y el tenernos encerrados en casa.
 
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Sobre el brutal encierro al que están siendo sometidos los ancianos en las residencias


Hace un par de meses empecé a trabajar de personal de limpieza en una residencia pública de mayores , hasta que el día 2 de abril decidí presentar mi renuncia. A continuación os explico los motivos.

Desde hace un par de semanas, los mayores llevaban ya tiempo sin poder salir de la residencia ni recibir visitas de los familiares; a los trabajadores se nos había obligado a utilizar todo tipo de epi’s que nos debían hacer parecer extraterrestres a los ojos de estas personas (mascarillas, batas de papel o plástico, pantallas faciales, gorros para el pelo, guantes de látex); y, desde el lunes 30 de marzo, la dirección del centro decidió encerrar a los residentes en sus habitaciones, en algunos casos, bajo llave. Ni siquiera se les dejaba asomarse al pasillo, y si algún residente trataba de sugerir a las auxiliares de enfermería la posibilidad de bajar al patio a tomar un poco el aire, las contestaciones solían ser siempre de malas formas, con gritos e intimidaciones verbales. Además, esta medida sólo provocó un caos total, pues se debían subir todas las comidas a las habitaciones, aumentando la carga de trabajo y alterando el horario habitual de las comidas, lo que provocó un nerviosismo extra tanto entre trabajadores como entre residentes.

Esta semana me tocó limpiar la tercera planta y tuve la oportunidad de hablar con muchos residentes, a los que pregunté qué les parecían las medidas adoptadas. La mayoría me expresaron su desacuerdo con estas nuevas medidas, así como la angustia que toda esta situación les estaba provocando. Alguno incluso me llegó a decir que tenía muy claro que les habían encerrado allí para morir.

Para colmo, el tercer día de encierro de los residentes en las habitaciones, el día 1 de abril, llegaron a presentarse dos camiones de la UME con la intención de «desinfectar» el centro vete tú a saber con qué. Me llamó la atención que todo estaba siendo grabado por cámaras de televisión, probablemente para difundirlo a través de los medios y generar más alarmismo, presentando la situación del centro como insostenible, a pesar de que hasta principios de semana que se decidió encerrar a los abuelos no había nada extraño y yo veía a todos como siempre, excepto por el nerviosismo creado ante el alarmismo reinante. Pero por este nerviosismo no vinieron los militares. La excusa debía de ser un grupo de 10 personas que habían traído hace una semana de una residencia que habían cerrado en Burgos, y que estaban aislados en la primera planta.

Personalmente nunca estuve de acuerdo con todas las medidas adoptadas por la mayoría de los gobiernos en todo el mundo con la excusa del coronavirus (alarmismo institucional, confinamiento, distanciamiento social, tratamiento de los enfermos en hospitales sin las familias presentes…), pues nunca antes se le había ocurrido a nadie implantar tales medidas con la excusa de proteger la salud pública, excepto a los nazis y otros regímenes totalitarios. Siempre me ha interesado mucho la sociología y el análisis de los mecanismos de poder, y, desde el principio, me di cuenta que todo esto del coronavirus no era más que una nueva fase de la doctrina del shock que, desde hace décadas, lleva utilizando el neoliberalismo para imponer sus intereses, una opinión que he tratado de difundir entre mi entorno.
El problema es que, desde el pasado lunes, yo mismo empecé a sentirme un carcelero.

Cuando entraba a hacer sus habitaciones, muchos abuelos me preguntaban por qué no podían salir de ellas, que les parecía absurdo, y yo les decía que tampoco lo entendía, que les comprendía, pero que no podía hacer nada. Hablé con una responsable del centro para pedirles explicaciones y me dijo que los sindicatos les habían denunciado por no aplicar las medidas adecuadas, que obedecían ordenes superiores. Me llegó a decir que si a ella le encerraran en la habitación todo el día, lo pasaría fatal, pero que no podía hacer nada. Yo me había negado a ponerme la pantalla facial, porque, además de inútil como medida de protección, me parecía que sólo servía para transmitir más pánico a los residentes, y la responsable me dijo que me la debía de poner, que si no, podría perder el puesto de trabajo. Esto me hizo ver, con mucha mayor claridad, que los trabajadores estábamos siendo usados como una especie de arma de guerra psicológica contra los residentes. Estar encerrado en una pequeña habitación viendo el aspecto con el que los trabajadores se paseaban por los pasillos de la residencia es algo que volvería loco a cualquiera y más si tienes que permanecer allí todo el día, alejado de otros residentes y sin poder ver a tus familiares y amigos.

La gota que colmó el vaso fue la citada llegada de los militares de la UME el día 2 de abril. Mientras hacía una habitación, vi por la ventana dos camiones de la UME y a muchos militares (algunos metralleta en mano) en el parking de la residencia. Con la excusa de tirar unas cajas de cartón bajé hasta el hall principal y pegunté a varios compañeros que estaban en recepción qué hacían allí los militares, contestándome que habían venido para «fumigar» el centro. Me quedé un rato para escuchar la conversación que tres militares mantenían con una médico y varios responsables del centro. El militar que parecía tener el mando insistía mucho en la necesidad de mantener el centro desinfectado. Volví a pedir explicaciones a una responsable y me dijo que no sabía nada, que al parecer se había denunciado al centro por no aplicar las medidas adecuadas y venían ellos a ponerlas en práctica. La pregunté que si sabía si iban a desinfectar con los residentes y trabajadores dentro y con qué. Y, ya con un tono que expresaba cierta molestia, me respondió que harían lo que tuvieran que hacer, es decir, confianza ciega en los militares para combatir un supuesto problema de salud. Al parecer, según las noticias, ese día desinfectaron el centro con los residentes y trabajadores dentro, todo bajo la atenta mirada de las cámaras de televisión. Y digo «según las noticias» porque, ante el tremendo abuso de autoridad por parte de los militares, la actitud negligente e irresponsable del centro y la pasividad total de mis compañeros (la mayoría estaban entusiasmados con la llegada de los militares), cogí mis cosas y, antes de que comenzaran a «desinfectar», me marché por una salida de emergencia que no tenían controlada ni los militares ni las cámaras. No estaba dispuesto a formar parte de toda esta locura ni un segundo más. Además de esto, debieron de dar instrucciones de cómo seguir desinfectado a partir de ese día, lo que implicará la utilización diaria de una elevada cantidad de agentes químicos altamente tóxicos que el personal de limpieza se verá obligado a utilizar y los residentes a inhalar (ellos no llevan mascarillas).

Finalmente, al día siguiente, redacté un escrito expresando mi desacuerdo con todas las medidas adoptadas por el centro (epi’s kafkianos, caos organizativo, productos de limpieza tóxicos), debido a que las mismas podían tener efectos mucho más negativos que positivos sobre la salud de los residentes, que todo esto del coronavirus me parecía una excusa para imponer medidas totalitarias que sólo servirían para enfermar aún más a la población más vulnerable y que yo no estaba dispuesto a colaborar con ello, por lo que presentaba la renuncia a mi puesto de trabajo.

Todo lo que está sucediendo me resulta casi imposible de creer. En la residencia me he llegado a sentir como el protagonista de la novela 1984; la aceptación acrítica por parte de todos mis compañeros de lo que estaba pasando y la hostilidad de muchos de ellos ante mis opiniones, me recordaba a todo lo que había leído sobre la actitud de las masas en la época del holocausto nazi.

Sé que, ante la brutal manipulación que está ejerciendo el poder sobre la población, se puede hacer poco, pero si creéis que mi testimonio puede ser de alguna utilidad para frenar mínimamente esta locura que estamos viviendo, os animo a que lo difundáis entre vuestros contactos del modo que creáis más conveniente, y si queréis contar conmigo para dar públicamente mi testimonio, contad conmigo, pues considero que todo lo que está ocurriendo con la excusa del coronavirus es inadmisible y si en algo puedo colaborar, estaré encantado.


Lo de la fumigación si que es un poco raruno. Echan con un pulverizador y huele a lejía que flipas. Chorrean mesas, suelos,rincones...luego tienes que ir a secarlo claro, conlleva riesgo de caída para el residente y además se quejan de que les afecta el olor bastante. No sé, los de limpieza ya desinfectan con productos especiales y nosotras también...pulverizar sin sentido media residencia es un poco no sé...es que es una chorrada. Imaginad que pulverizan vuestra casa: paredes, suelos,mesas, sillas....y se piran. Te dejan un marrón de put* madre y encima no han desinfectado las zonas más sensibles al contagio. Una put* pantomima.
 
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