LA CIUDAD DE SILENT .-
Fue Johnatan Faust quien en 1841 abrió su taberna “Bull´s Head” en el condado de Columbia, Pensilvania, EEUU, en la zona de los Montes Apalaches, en una pequeña parcela bautizada como Centreville. Lejos estaba de imaginar lo que sucedería años más tarde, en este lugar que se convertiría por obra de la naturaleza en un fenómeno de tremendo impacto.
En 1865 se le cambió de nombre a la población y se lo rebautizó como Centralia, cuando un ingeniero civil, Alexander Rea, se afincó en el lugar y comenzó la urbanización con calles, marcación de terrenos y alguna que otra obra de servicios. El pequeño poblado comenzó a recibir más gente, ya que la principal ocupación se centraba en el carbón, una industria que para esos años apuntaba a ser la salvación de más de uno.
Centralia en 1960
Así fue que la actividad carbonífera se extendió durante casi un siglo, hasta que en 1962 sucedió lo impensado. Un pequeño incendio se desató en uno de los basurales de la localidad, ubicada justamente dentro de la fosa de una mina abandonada. Lo que en un principio parecía ser apenas un foco sin importancia, se extendió por efecto del viento y tomó una vena expuesta de carbón. Fue suficiente para expandirse por varias de las minas situadas por debajo de las casas del pueblo. Poco a poco el fuego siguió su curso, lento pero inexorable y a partir de aquella jornada fatídica, nunca más se pudo controlar. Durante más de diez años se intentó aplacarlo, pero el carbón seguía ardiendo en silencio como un monstruo que todo lo devora, arrastrandose por las entrañas de la tierra.
Diecisiete años más tarde, en 1979, los pobladores de Centralia se dieron cuenta de la gravedad del asunto cuando por casualidad, el dueño de una gasolinera insertó una vara dentro de uno de sus tanques de combustible para verificar el nivel y al retirarlo notó que el mismo estaba caliente. La temperatura era de casi 80 grados centígrados…el fuego estaba creciendo por debajo de toda la ciudad y el carbón seguía consumiéndose.
Steam rises from the ground due to an underground coal mine fire near Centralia, Pennsylvania December 18, 2007. The worst underground coal mine fire in U.S. history has been burning beneath Centralia for nearly 46 years, leaving only 10 people in the town. Picture taken December 18, 2007. To match feature COAL-MINE/FIRE REUTERS/Lucas Jackson (UNITED STATES)
Dada la gravedad del problema, en 1982 el Congreso de los EEUU inició un plan de reubicación de los vecinos. Excepto unos pocos, la gran mayoría evacuó el lugar y solo un puñado de casas quedaron en pie. La mayoría de las viviendas han sido arrasadas y las calles presentan en la actualidad la imagen de una ciudad fantasma, donde solo diez familias permanecen sobre un yacimiento que continúa ardiendo por debajo de sus casas. Se supone que hay suficiente carbón como para seguir encendido por los menos durante dos siglos más, aunque nadie puede asegurar que de un día para el otro suceda algo peor.
Chimeneas subterráneas expelen humo, las calles agrietadas dejan salir fumatas amenazadoras y grandes nubes de vapor se escapan por entre las grietas de la ruta estatal 61. Sobre una superficie de trece kilómetros de extensión nadie sabe cual es la magnitud de lo que hay en niveles subterráneos, en un infierno silencioso que arde a más de 700 grados.
Una leyenda local asegura que el trágico destino de Centralia fue consecuencia de una maldición que un párroco local lanzó sobre la población a mediados del siglo XIX. En esa época, los miembros de una sociedad secreta de mineros irlandeses que luchaban contra los propietarios de las minas y su explotación empleando la violencia, tenían atemorizados a los habitantes de la región del carbón de Pensilvania. Incluso se les atribuyó a ellos el asesinato del fundador de Centralia, Alexander Rea.
El cura de la parroquia católica del pueblo, el padre Daniel Ignatius Mc Dermott, denunció desde el púlpito las actividades criminales de los mineros y estos, en represalia, le propinaron una tremenda golpiza. Tras el incidente, cuenta la leyenda que el padre McDermott lazó una maldición sobre Centralia, asegurando que llegaría el día en que tan sólo quedaría en pie en el pueblo la iglesia de San Ignacio. Hoy, esta iglesia solo se abre los fines de semana y sus feligreses son apenas un puñado de personas.
Centralia es un pueblo fantasma, el cual tiene la particularidad de contar bajo sus pies con un infierno desatado, imposible de apagar…Hoy día, lo poco que queda ha sido devorado por la vegetación.
De vez en cuando algún grupo de despreocupados curiosos se aventura en las inmediaciones de la mina y se fotografía junto a las humeantes chimeneas. Ignoran que, en cualquier momento, el monstruo puede despertar…
Escucha
Fue Johnatan Faust quien en 1841 abrió su taberna “Bull´s Head” en el condado de Columbia, Pensilvania, EEUU, en la zona de los Montes Apalaches, en una pequeña parcela bautizada como Centreville. Lejos estaba de imaginar lo que sucedería años más tarde, en este lugar que se convertiría por obra de la naturaleza en un fenómeno de tremendo impacto.
En 1865 se le cambió de nombre a la población y se lo rebautizó como Centralia, cuando un ingeniero civil, Alexander Rea, se afincó en el lugar y comenzó la urbanización con calles, marcación de terrenos y alguna que otra obra de servicios. El pequeño poblado comenzó a recibir más gente, ya que la principal ocupación se centraba en el carbón, una industria que para esos años apuntaba a ser la salvación de más de uno.
Centralia en 1960
Así fue que la actividad carbonífera se extendió durante casi un siglo, hasta que en 1962 sucedió lo impensado. Un pequeño incendio se desató en uno de los basurales de la localidad, ubicada justamente dentro de la fosa de una mina abandonada. Lo que en un principio parecía ser apenas un foco sin importancia, se extendió por efecto del viento y tomó una vena expuesta de carbón. Fue suficiente para expandirse por varias de las minas situadas por debajo de las casas del pueblo. Poco a poco el fuego siguió su curso, lento pero inexorable y a partir de aquella jornada fatídica, nunca más se pudo controlar. Durante más de diez años se intentó aplacarlo, pero el carbón seguía ardiendo en silencio como un monstruo que todo lo devora, arrastrandose por las entrañas de la tierra.
Diecisiete años más tarde, en 1979, los pobladores de Centralia se dieron cuenta de la gravedad del asunto cuando por casualidad, el dueño de una gasolinera insertó una vara dentro de uno de sus tanques de combustible para verificar el nivel y al retirarlo notó que el mismo estaba caliente. La temperatura era de casi 80 grados centígrados…el fuego estaba creciendo por debajo de toda la ciudad y el carbón seguía consumiéndose.
Steam rises from the ground due to an underground coal mine fire near Centralia, Pennsylvania December 18, 2007. The worst underground coal mine fire in U.S. history has been burning beneath Centralia for nearly 46 years, leaving only 10 people in the town. Picture taken December 18, 2007. To match feature COAL-MINE/FIRE REUTERS/Lucas Jackson (UNITED STATES)
Dada la gravedad del problema, en 1982 el Congreso de los EEUU inició un plan de reubicación de los vecinos. Excepto unos pocos, la gran mayoría evacuó el lugar y solo un puñado de casas quedaron en pie. La mayoría de las viviendas han sido arrasadas y las calles presentan en la actualidad la imagen de una ciudad fantasma, donde solo diez familias permanecen sobre un yacimiento que continúa ardiendo por debajo de sus casas. Se supone que hay suficiente carbón como para seguir encendido por los menos durante dos siglos más, aunque nadie puede asegurar que de un día para el otro suceda algo peor.
Chimeneas subterráneas expelen humo, las calles agrietadas dejan salir fumatas amenazadoras y grandes nubes de vapor se escapan por entre las grietas de la ruta estatal 61. Sobre una superficie de trece kilómetros de extensión nadie sabe cual es la magnitud de lo que hay en niveles subterráneos, en un infierno silencioso que arde a más de 700 grados.
Una leyenda local asegura que el trágico destino de Centralia fue consecuencia de una maldición que un párroco local lanzó sobre la población a mediados del siglo XIX. En esa época, los miembros de una sociedad secreta de mineros irlandeses que luchaban contra los propietarios de las minas y su explotación empleando la violencia, tenían atemorizados a los habitantes de la región del carbón de Pensilvania. Incluso se les atribuyó a ellos el asesinato del fundador de Centralia, Alexander Rea.
El cura de la parroquia católica del pueblo, el padre Daniel Ignatius Mc Dermott, denunció desde el púlpito las actividades criminales de los mineros y estos, en represalia, le propinaron una tremenda golpiza. Tras el incidente, cuenta la leyenda que el padre McDermott lazó una maldición sobre Centralia, asegurando que llegaría el día en que tan sólo quedaría en pie en el pueblo la iglesia de San Ignacio. Hoy, esta iglesia solo se abre los fines de semana y sus feligreses son apenas un puñado de personas.
Centralia es un pueblo fantasma, el cual tiene la particularidad de contar bajo sus pies con un infierno desatado, imposible de apagar…Hoy día, lo poco que queda ha sido devorado por la vegetación.
De vez en cuando algún grupo de despreocupados curiosos se aventura en las inmediaciones de la mina y se fotografía junto a las humeantes chimeneas. Ignoran que, en cualquier momento, el monstruo puede despertar…
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