Centralia, el pueblo que lleva medio siglo ardiendo
Jaime GonzálezEnviado especial de BBC Mundo a CentraLIA
En la región del carbón de los Montes Apalaches de Pensilvania, en el noreste de Estados Unidos, se halla Centralia, o más bien lo que queda de esta pequeña población, que un día fue una próspera comunidad minera y terminó convertida en un pueblo fantasma en cuyo subsuelo arde un infierno a más de 700ºC.
Fue precisamente el carbón el que dio lugar a la fundación de la localidad a mediados del siglo XIX y sería ese otrora preciado mineral el origen de su desaparición.
Un fuego subterráneo iniciado de forma accidental hace ahora 50 años cerca de una mina abandonada, acabó extendiéndose por el subsuelo del pueblo, obligando a trasladar a la práctica totalidad de sus 1.200 habitantes y a derruir más de 500 casas.
Nadie más indicado para hacernos de guía de este lugar que el periodista David DeKok, quien empezó a escribir sobre el incendio en 1976, cuando trabajaba en un pequeño diario local de la cercana Shamokin.
La historia le cautivó y con los años acabaría publicando un libro en el que relata los trágicos acontecimientos que marcarían el destino de Centralia.
Infierno subterráneo
Image captionEn Centralia todavía se ve salir a la superficie el humo del fuego subterráneo, que se cree podría seguir ardiendo durante 200 años más.
Me encuentro con DeKok una soleada mañana de agosto en extremo sur del pueblo, a las puertas de uno de los cuatro cementerios que todavía existen en el municipio.
Fue a unos metros de este lugar donde en mayo de 1962 unos bomberos que quemaban basura en un vertedero prendieron sin querer una veta de carbón expuesta, originando un fuego subterráneo que, cinco décadas después, todavía no ha podido ser extinguido.
Con los años el incendio se ha ido extendiendo poco a poco, quemando las abundantes reservas de carbón que quedan en las galerías de las minas abandonadas que se encuentran en el subsuelo de la población.
A simple vista, en este paraje de naturaleza exuberante, no hay ni rastro de las columnas de humo, las grietas y los socavones que han hecho famoso a Centralia.
Aunque esa iglesia no fue la última en ser derribada en Centralia, sí desapreció años después de que la mayoría de casas de la localidad hubieran sido derribadas.
"En verano, cuando hace calor, es más difícil ver la humareda que emana de la tierra", me explica DeKok mientras me acompaña al lugar donde se cree se inició el incendio.
Allí, entre montañas de escombros, señala una cavidad de la que se ve salir algo parecido al vapor de agua.
"Uno de los vecinos que decidió quedarse en el pueblo ha pasado los últimos años tapando con tierra y cemento las grietas por donde sale el humo. Quiere hacer creer que fuego no existe", me cuenta.
De regreso a la entrada del cementerio, un automóvil con cinco jóvenes en su interior se detiene. Nos preguntan cómo pueden llegar a una porción de la carretera estatal que fue cerrada a principios de los años '90 después de que el fuego comenzara a derretir el asfalto y aparecieran grietas en la superficie.
Son parte de los cientos de curiosos que cada año se acercan a Centralia atraídos por el morbo que provoca una historia que ha dado pie a varios libros y documentales, y que incluso fue fuente de inspiración de una película y una obra de teatro.
El principio del fin
Cuando el fuego se inició en 1962, Centralia, como gran parte de los pueblos de esta región, estaba en pleno declive económico, después de que las minas fueran cerradas a causa del abandono del carbón en favor del gas y del petróleo.
Durante años el incendio pasó desapercibido, pero a fines de los años '70 empezaron a hacerse evidentes los riesgos que este presentaba, debido a la gran cantidad de gases tóxicos que surgían del subsuelo y de los socavones que aparecían en el terreno y que hacían peligrar la integridad de las construcciones de la localidad.
"En 1979 tuvieron que cerrar la gasolinera del pueblo porque el fuego estaba calentando peligrosamente los tanques de combustible subterráneos. Luego los gases tóxicos empezaron penetrar en el interior de las casas y las autoridades instalaron las primeras alarmas de gas", explica DaviD.
Jaime GonzálezEnviado especial de BBC Mundo a CentraLIA
En la región del carbón de los Montes Apalaches de Pensilvania, en el noreste de Estados Unidos, se halla Centralia, o más bien lo que queda de esta pequeña población, que un día fue una próspera comunidad minera y terminó convertida en un pueblo fantasma en cuyo subsuelo arde un infierno a más de 700ºC.
Fue precisamente el carbón el que dio lugar a la fundación de la localidad a mediados del siglo XIX y sería ese otrora preciado mineral el origen de su desaparición.
Un fuego subterráneo iniciado de forma accidental hace ahora 50 años cerca de una mina abandonada, acabó extendiéndose por el subsuelo del pueblo, obligando a trasladar a la práctica totalidad de sus 1.200 habitantes y a derruir más de 500 casas.
Nadie más indicado para hacernos de guía de este lugar que el periodista David DeKok, quien empezó a escribir sobre el incendio en 1976, cuando trabajaba en un pequeño diario local de la cercana Shamokin.
La historia le cautivó y con los años acabaría publicando un libro en el que relata los trágicos acontecimientos que marcarían el destino de Centralia.
Infierno subterráneo
Image captionEn Centralia todavía se ve salir a la superficie el humo del fuego subterráneo, que se cree podría seguir ardiendo durante 200 años más.
Me encuentro con DeKok una soleada mañana de agosto en extremo sur del pueblo, a las puertas de uno de los cuatro cementerios que todavía existen en el municipio.
Fue a unos metros de este lugar donde en mayo de 1962 unos bomberos que quemaban basura en un vertedero prendieron sin querer una veta de carbón expuesta, originando un fuego subterráneo que, cinco décadas después, todavía no ha podido ser extinguido.
Con los años el incendio se ha ido extendiendo poco a poco, quemando las abundantes reservas de carbón que quedan en las galerías de las minas abandonadas que se encuentran en el subsuelo de la población.
A simple vista, en este paraje de naturaleza exuberante, no hay ni rastro de las columnas de humo, las grietas y los socavones que han hecho famoso a Centralia.
Aunque esa iglesia no fue la última en ser derribada en Centralia, sí desapreció años después de que la mayoría de casas de la localidad hubieran sido derribadas.
"En verano, cuando hace calor, es más difícil ver la humareda que emana de la tierra", me explica DeKok mientras me acompaña al lugar donde se cree se inició el incendio.
Allí, entre montañas de escombros, señala una cavidad de la que se ve salir algo parecido al vapor de agua.
"Uno de los vecinos que decidió quedarse en el pueblo ha pasado los últimos años tapando con tierra y cemento las grietas por donde sale el humo. Quiere hacer creer que fuego no existe", me cuenta.
De regreso a la entrada del cementerio, un automóvil con cinco jóvenes en su interior se detiene. Nos preguntan cómo pueden llegar a una porción de la carretera estatal que fue cerrada a principios de los años '90 después de que el fuego comenzara a derretir el asfalto y aparecieran grietas en la superficie.
Son parte de los cientos de curiosos que cada año se acercan a Centralia atraídos por el morbo que provoca una historia que ha dado pie a varios libros y documentales, y que incluso fue fuente de inspiración de una película y una obra de teatro.
El principio del fin
Cuando el fuego se inició en 1962, Centralia, como gran parte de los pueblos de esta región, estaba en pleno declive económico, después de que las minas fueran cerradas a causa del abandono del carbón en favor del gas y del petróleo.
Durante años el incendio pasó desapercibido, pero a fines de los años '70 empezaron a hacerse evidentes los riesgos que este presentaba, debido a la gran cantidad de gases tóxicos que surgían del subsuelo y de los socavones que aparecían en el terreno y que hacían peligrar la integridad de las construcciones de la localidad.
"En 1979 tuvieron que cerrar la gasolinera del pueblo porque el fuego estaba calentando peligrosamente los tanques de combustible subterráneos. Luego los gases tóxicos empezaron penetrar en el interior de las casas y las autoridades instalaron las primeras alarmas de gas", explica DaviD.