Re: Caso Urdangarín PARTE XIII - iTODO AQUI POR FAVOR!
COMENTARIOS LIBERALES / F. JIMÉNEZ LOSANTOS
‘Filiaster horribilis’
HAY QUIEN piensa que los Urdangarin-Borbón se plantarán en casa -en alguna de ellas- estas Navidades, porque así estaba previsto y porque en las situaciones familiarmente tensas y socialmente expectantes lo peor es dar el pasito atrás, tan prudente en el boxeo. Yo creo, por el contrario, que adentrarse en una pelea tan previsible como las de Liz Taylor y Richard Burton no augura catarsis alguna sino atroz resaca y amargo rencor. Y los conflictos dentro de la Familia Real no son de ayer ni de anteayer. Si no recuerdo mal, la ruptura de Letizia con Cristina se produjo cuando la Princesa se negó a que su casa acogiera al familión de la Infanta en vacaciones (seis y el servicio) teniendo a mano la Zarzuela y los hoteles de Madrid. ¿Por qué amontonarse si hay medios para acomodarse? Pero el rechazo letiziesco al urdangapeadero cristalizó en una hostilidad entre cuñadas que ha hecho correr guadianas y aun guadalquivires de tinta.
«En cierto modo, el escándalo de Urdangarin supone una reivindicación de la Princesa Letizia»
En cierto modo, el escándalo del yerno atroz, el filiaster horribilis, supone una reivindicación de Letizia; y si al Príncipe no le resultara tan mortificante la situación, hasta lo celebrarían. Pero no es posible: lo que hace el Rey afecta al heredero; lo que hace el yerno afecta al cuñado; lo que hace la madre afecta al hijo; y así sucesivamente. «Vienen tiempos muy duros», ha dicho el Rey en la despedida a Zapatero. ¡Y tanto! Es que a veces resulta muy duro recoger lo que se siembra. La cosecha nos retrata.
Lo más complicado de las andanzas del filiaster es que no encajan en un tipo penal claro ni configuran un delito condenable por lo civil o por lo contencioso-administrativo. Otra cosa es lo fiscal. Pero Spottorno ha estado preciso en su imprecisión al decir que la conducta filiastérica «no parece ejemplar». Ése es, paradójicamente, el problema: que siendo claramente condenable en lo moral pueda no serlo tanto en lo legal. El otro día Elisa de la Nuez, biógrafa de Hayek, escribía en EL MUNDO sobre la selección perversa de ejecutivos en empresas donde tener contactos vale más que tener conocimientos. El fenómeno no es nuevo, pero, como todo lo referente a la corrupción, es intolerable en un Estado de Derecho. Sin olvidar que toda mercancía se encarece innecesariamente en una economía de mercado si a los impuestos y tasas del Estado se añade una tasa real que puede cobrar cualquier filiaster. Y que deja a una Casa Real en evidencia.
COMENTARIOS LIBERALES / F. JIMÉNEZ LOSANTOS
‘Filiaster horribilis’
HAY QUIEN piensa que los Urdangarin-Borbón se plantarán en casa -en alguna de ellas- estas Navidades, porque así estaba previsto y porque en las situaciones familiarmente tensas y socialmente expectantes lo peor es dar el pasito atrás, tan prudente en el boxeo. Yo creo, por el contrario, que adentrarse en una pelea tan previsible como las de Liz Taylor y Richard Burton no augura catarsis alguna sino atroz resaca y amargo rencor. Y los conflictos dentro de la Familia Real no son de ayer ni de anteayer. Si no recuerdo mal, la ruptura de Letizia con Cristina se produjo cuando la Princesa se negó a que su casa acogiera al familión de la Infanta en vacaciones (seis y el servicio) teniendo a mano la Zarzuela y los hoteles de Madrid. ¿Por qué amontonarse si hay medios para acomodarse? Pero el rechazo letiziesco al urdangapeadero cristalizó en una hostilidad entre cuñadas que ha hecho correr guadianas y aun guadalquivires de tinta.
«En cierto modo, el escándalo de Urdangarin supone una reivindicación de la Princesa Letizia»
En cierto modo, el escándalo del yerno atroz, el filiaster horribilis, supone una reivindicación de Letizia; y si al Príncipe no le resultara tan mortificante la situación, hasta lo celebrarían. Pero no es posible: lo que hace el Rey afecta al heredero; lo que hace el yerno afecta al cuñado; lo que hace la madre afecta al hijo; y así sucesivamente. «Vienen tiempos muy duros», ha dicho el Rey en la despedida a Zapatero. ¡Y tanto! Es que a veces resulta muy duro recoger lo que se siembra. La cosecha nos retrata.
Lo más complicado de las andanzas del filiaster es que no encajan en un tipo penal claro ni configuran un delito condenable por lo civil o por lo contencioso-administrativo. Otra cosa es lo fiscal. Pero Spottorno ha estado preciso en su imprecisión al decir que la conducta filiastérica «no parece ejemplar». Ése es, paradójicamente, el problema: que siendo claramente condenable en lo moral pueda no serlo tanto en lo legal. El otro día Elisa de la Nuez, biógrafa de Hayek, escribía en EL MUNDO sobre la selección perversa de ejecutivos en empresas donde tener contactos vale más que tener conocimientos. El fenómeno no es nuevo, pero, como todo lo referente a la corrupción, es intolerable en un Estado de Derecho. Sin olvidar que toda mercancía se encarece innecesariamente en una economía de mercado si a los impuestos y tasas del Estado se añade una tasa real que puede cobrar cualquier filiaster. Y que deja a una Casa Real en evidencia.