Azul y Rosa,Jaime Peñafiel.Viernes 4 de Febrero de 2020.

Fue el 5 de junio de 2005 cuando Rafa Nadal, con 19 años, llegaba por primera vez a una final en el prestigioso Roland Garros frente al argentino Mariano Puerta. Conscientes de la importancia que para el deporte español tenía aquella final, los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía viajaron especialmente a París para presidir en el palco central del estadio Philippe Catriel el partido.
Pero la Reina, tan profesional ella, no se comportó como debía. "Ni respeto tuvo hacia Rafa Nadal que ganaba, por primera vez el Roland Garros, abandonando súbitamente su asiento junto al Rey y también el estadio. ¿Qué había sucedido para que se comportara tan groseramente? Simple y sencillamente "había antepuesto, escribí yo entonces, sus sentimientos de madre y abuela a sus obligaciones como la consorte del Rey que era". La culpa, el motivo fue una llamada a su móvil. ¿Tan grave era lo que le comunicaban para que, sin consultarlo con el Rey y con una falta de respeto hacia él pero, sobre todo, a Rafa Nadal que en ese momento, 15.15 horas de la tarde, luchaba con todas sus fuerzas para ganar? Sencillamente se levantó y abandonó el palco ante la sorpresa de Don Juan Carlos que no tuvo ni tiempo de preguntarle qué había sucedido. Nada justificaba aquella espantada real.
Muy simple: le habían comunicado que su hija Cristina acababa de... ¡¡dar a luz!! no a su primer hijo, que ni así, ni al segundo, que tampoco, ni al tercero, mucho menos, sino... ¡¡al cuarto!!, una niña que recibiría el nombre de Irene, sexto de sus nietos, nacida en la clínica Teknon de Barcelona, en la que había ingresado a las 9.30. Fue un parto que trascurrió con normalidad y sin complicaciones.
Se olvidó, irresponsablemente en aquel momento de la llamada, ella, tan perfecta, tan profesional, repito, que tenía servidumbres y obligaciones como Reina consorte. En modo alguno estaba justificado que abandonara el estadio, a su marido, el Rey, y a Rafa Nadal. La culpa, sin quererlo, la tuvo Iñaki Urdangarin que se encargó de avisar a la familia aunque explicó que él solo le dijo a la Reina que Cristina se encontraba "fenomenal" con los "efectos del postparto normales" y con "la moral altísima". Cierto es que también le dijo que estaba deseando que la conociera toda la familia.
¿Qué impulsó a Doña Sofía a comportarse de tan injustificada manera? ¿El imperioso deseo de conocer a la primera niña de su muy amadísima hija, una niña "rubia y gordita" como le explicó el emocionado papá?
Lo más grave de todo esto es que, para trasladarse desde París a Barcelona, Sofía utilizó el avión de las Fuerzas Aéreas Españolas en el que los Reyes habían llegado desde Madrid y con el que, una vez finalizado el partido, regresarían a casa. El avión tuvo que volver a París para recoger al Rey.
Y fue en París y en aquel encuentro que ganó por 6-7; 6-3; 6-1 y 7-5, en tres horas y 24 minutos, donde Nadal construyó la confianza para ser el jugador de leyenda que es hoy.

NO FUE LA PRIMERA VEZ​

Lo sucedido en París no ha sido la única vez que Doña Sofía abandonaba sus obligaciones como consorte. Ya lo hizo, interrumpiendo un viaje oficial como el que realizaban los Reyes a California, en octubre de 1987, para volar a Madrid y asistir a una lección magistral del violonchelista Mstislav Rostropóvich. El amor de Sofía por el artista era tan emocionante y, en el fondo tan pueril y sencillo, que le permitía efusiones como estas, lejos de todo protocolo. No solo interrumpió ese viaje a California, también sus vacaciones familiares en Palma con el fin de asistir a un concierto en el palacio de Buckingham.

CUANDO DOÑA SOFÍA PERDIÓ LA PROFESIONALIDAD​

Tal sucedió el 9 de octubre de 1984, en el transcurso de la visita oficial del presidente de la República de Grecia, Constantino Karamanlis, una de las bestias negras de la monarquía griega junto a Papandreu. Como tal, los Reyes le ofrecieron una cena de gala en el Palacio Real. En aquella ocasión, Doña Sofía perdió la "profesionalidad" y no se comportó como debía. Para empezar, no se colocó la banda de la condecoración que el presidente griego les había concedido a ella y al Rey. Por el contrario, decidió llevar una de la orden monárquica griega que le había concedido, en su día, su padre, el rey Pablo. Cierto es que Karamanlis cometió el error de preguntarle por su hermano, el ex rey Constantino, que él derrocó y al que el Gobierno griego había desposeído de su nacionalidad, títulos y tratamientos para ser tan solo el "ciudadano Constantino". La Reina, haciendo alarde de una total descortesía impropia de una anfitriona, ni le contestó. El presidente heleno, violentísimo ante la actitud de Doña Sofía, sentada a su lado en la mesa, intentó justificar "su traición 10 años atrás". Pero la soberana le cortó en seco diciéndole: "Señor presidente, yo soy la Reina de España. No me hable de los problemas internos de Grecia". Y, ostensiblemente, le volvió la espalda mirando hacia otro lado.
Actitud impropia, no de una reina, sino de una... señora.

Chsss...​


No hay duda de que existe gran diferencia entre la educación de los hijos de uno y los del otro. (...) Mientras uno de ellos atendía a la prensa con la mayor educación, a pesar del dramático momento, la hija 'influencer' del otro se enfrentó a un reportero de una forma chulesca, intentando tapar el objetivo de su cámara, al tiempo que gritaba: "Tío, ¡para!..., te lo digo en serio". ¡Muy educada la muchacha! (...) La nueva cenicienta española que, de empleada de una boutique "vendiendo bolsos de lujo que hoy colecciona" (Luis Sánchez Mellado dixit) ha pasado a tener, por su pareja, avión privado, porque "me facilita la vida". ¡Menuda vida! (...) Lleva razón el compañero cuando escribe que era ella la que estaba detrás y delante del negocio. Sin ella, hubiera sido imposible el enriquecimiento. (...) Si Rafael Álvarez 'El Brujo' ha reconocido que 'Los diálogos de Platón' es un libro que no ha podido terminar, a mí me pasa lo mismo con 'Los Vencejos', pero estoy en ello. (...) El apoyo político de la feminista podemita ha impedido que la canción que tenía todos los méritos para estar, no esté. (...) Cumple ¡¡81 años!! y sueña con volver a cantar en el Teatro Real y en el Palau de les Arts de Valencia. (...) Pero el Ministerio de Cultura, que se ha constituido en juez y parte, lo impide. ¡Qué vergüenza! (...) Mientras, en Viena, donde cantaba 'Otelo', recibió la ovación más larga de la historia: ¡¡81 minutos!!
 
No hay duda de que existe gran diferencia entre la educación de los hijos de uno y los del otro. (...) Mientras uno de ellos atendía a la prensa con la mayor educación, a pesar del dramático momento, la hija 'influencer' del otro se enfrentó a un reportero de una forma chulesca, intentando tapar el objetivo de su cámara, al tiempo que gritaba: "Tío, ¡para!..., te lo digo en serio". ¡Muy educada la muchacha! (...) La nueva cenicienta española que, de empleada de una boutique "vendiendo bolsos de lujo que hoy colecciona" (Luis Sánchez Mellado dixit) ha pasado a tener, por su pareja, avión privado, porque "me facilita la vida". ¡Menuda vida! (...) Lleva razón el compañero cuando escribe que era ella la que estaba detrás y delante del negocio. Sin ella, hubiera sido imposible el enriquecimiento. (...) Si Rafael Álvarez 'El Brujo' ha reconocido que 'Los diálogos de Platón' es un libro que no ha podido terminar, a mí me pasa lo mismo con 'Los Vencejos', pero estoy en ello. (...) El apoyo político de la feminista podemita ha impedido que la canción que tenía todos los méritos para estar, no esté. (...) Cumple ¡¡81 años!! y sueña con volver a cantar en el Teatro Real y en el Palau de les Arts de Valencia. (...) Pero el Ministerio de Cultura, que se ha constituido en juez y parte, lo impide. ¡Qué vergüenza! (...) Mientras, en Viena, donde cantaba 'Otelo', recibió la ovación más larga de la historia: ¡¡81 minutos!!


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