ROSA
JAIME PEÑAFIEL
03/10/2020
CHSSS...
LOS POLÍTICOS ESPAÑOLES Y EL INGLÉS
LAS LIMITACIONES DE SUÁREZ
¡ANDA! SI HASTA SABE HABLAR INGLÉS
Descubra Orbyt
Que no risa sino vergüenza me dio el famoso “relaxing cup of café con leche” de Ana Botella. A propósito, José María Aznar, otro presidente del Gobierno que debió sufrir muchísimo. Tanto que decidió aprender inglés después de aquella excursión aislado en la cubierta del yate real Fortuna junto al Rey Juan Carlos y el presidente Clinton, el 6 de julio de 1977, y en la que sólo pudo intervenir en una ocasión para indicar al Presidente de los Estados Unidos : “Matutes island”, cuando el yate pasaba frente a la posesión ibicenca del poderosísimo empresario Abel Matutes. ¡Y vive Dios que aprendió inglés. Lo que a su edad ya tiene mérito. ¡Hasta conferencias en ese idioma da!
Nunca he olvidado un viaje en 1977 acompañando a Adolfo Suárez a Canarias, con motivo de las primeras elecciones de la democracia. Aquel viaje se hizo en un pequeño reactor Mystere, alquilado por la UCD, el partido del candidato. Acompañándole, Ángel Gómez Escorial, director de Gaceta Ilustrada y Josep Meliá, su asesor. En aquel viaje, en el interior de aquel pequeño reactor a nueve mil metros de altura, me enamoré del candidato al descubrir a un hombre que no conocía. Nunca volví a verle tan extravertido y tan auténtico. En un momento de la conversación que era un monólogo y en un gesto de gran humildad, reconoció “tener grandes limitaciones y aún más grandes lagunas en todos los aspectos. Sobre todo intelectuales. Y que no hablaba otro idioma que el español. Por ello, lo pasaba tan mal en sus encuentros con políticos extranjeros”. En las entrevistas oficiales con intérprete no había problemas. “Lo peor era a la hora de las cenas, que siempre me colocaban en medio de dos damas del país que visitaba. O cuando el presidente de turno te invitaba a dar un paseo por el jardín ¡a solas los dos...! Adolfo, hombre de aparente seguridad encubierta por una insultante chulería, se avergonzaba menos ese día de sus errores que de sus debilidades y sus ignorancias, relatando su vida entera y confesando sus miserias humanas. ¡Qué gran hombre!
Al entonces Príncipe Juan Carlos se le consideraba, en aquellos duros años del franquismo, un tonto de baba. Quizás porque para sobrevivir no había mejor opción. “No temas parecer tonto; ante todo hay que tener el espíritu libre. Y lo tiene aquel que no teme decir tontería”, decía Anton Chejov. Era tal la leyenda inversa de tonto en torno a Don Juan Carlos, un hombre que parecía no tener nada que decir e incluso mucho peor, nada que se le pudiera ocurrir, que el país se quedó pasmado de asombro cuando le vio en televisión hablando, desde Cabo Cañaveral con motivo del lanzamiento del Apolo XIV: “¡Anda, pero si sabe hablar inglés!”. Era como si aquí, en España, un país tan negado para los idiomas, descubriera aquel día un nuevo y desconocido Juan Carlos que hasta sabía inglés, un magnífico inglés como lo sabe Felipe VI y Pedro Sánchez.
La gran frase de la responsable de Televisión Española: “El deber de informar no está reñida con el respeto a la Monarquía”. (...) La muchacha se indigna con el presidente por lo de los indultos pero sigue apoyándole. ¡Qué desvergüenza tienes, tía! Y lo peor es que todo el mundo lo sabe. (...) Lleva razón mi compañero Bustos: Felipe tiene más canas que hace un mes y el doble que hace dos. (...) A los tíos les da igual que las tías sean un poco tontas. ¿Lo dice la ‘socialite’ por experiencia? (...) Estoy de acuerdo con el estimado Boris de que no es necesario utilizar la palabra “revelación” para reconocer la homosexualidad de una persona. (...) ¿Qué espera el señor presidente para cesar al incompetente ministro de Sanidad? Y éste a su colaborador, el del ego divino y el gusto por la lentejuelas. (...) Mientras él, abuelo de tres nietos, sigue casado, presuntamente, con la bióloga, mantiene una larga relación amorosa con la resultona y poderosa Lola. Ella se divorció en 2018.
JAIME PEÑAFIEL
03/10/2020
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LAS LIMITACIONES DE SUÁREZ
¡ANDA! SI HASTA SABE HABLAR INGLÉS
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Que no risa sino vergüenza me dio el famoso “relaxing cup of café con leche” de Ana Botella. A propósito, José María Aznar, otro presidente del Gobierno que debió sufrir muchísimo. Tanto que decidió aprender inglés después de aquella excursión aislado en la cubierta del yate real Fortuna junto al Rey Juan Carlos y el presidente Clinton, el 6 de julio de 1977, y en la que sólo pudo intervenir en una ocasión para indicar al Presidente de los Estados Unidos : “Matutes island”, cuando el yate pasaba frente a la posesión ibicenca del poderosísimo empresario Abel Matutes. ¡Y vive Dios que aprendió inglés. Lo que a su edad ya tiene mérito. ¡Hasta conferencias en ese idioma da!
Nunca he olvidado un viaje en 1977 acompañando a Adolfo Suárez a Canarias, con motivo de las primeras elecciones de la democracia. Aquel viaje se hizo en un pequeño reactor Mystere, alquilado por la UCD, el partido del candidato. Acompañándole, Ángel Gómez Escorial, director de Gaceta Ilustrada y Josep Meliá, su asesor. En aquel viaje, en el interior de aquel pequeño reactor a nueve mil metros de altura, me enamoré del candidato al descubrir a un hombre que no conocía. Nunca volví a verle tan extravertido y tan auténtico. En un momento de la conversación que era un monólogo y en un gesto de gran humildad, reconoció “tener grandes limitaciones y aún más grandes lagunas en todos los aspectos. Sobre todo intelectuales. Y que no hablaba otro idioma que el español. Por ello, lo pasaba tan mal en sus encuentros con políticos extranjeros”. En las entrevistas oficiales con intérprete no había problemas. “Lo peor era a la hora de las cenas, que siempre me colocaban en medio de dos damas del país que visitaba. O cuando el presidente de turno te invitaba a dar un paseo por el jardín ¡a solas los dos...! Adolfo, hombre de aparente seguridad encubierta por una insultante chulería, se avergonzaba menos ese día de sus errores que de sus debilidades y sus ignorancias, relatando su vida entera y confesando sus miserias humanas. ¡Qué gran hombre!
Al entonces Príncipe Juan Carlos se le consideraba, en aquellos duros años del franquismo, un tonto de baba. Quizás porque para sobrevivir no había mejor opción. “No temas parecer tonto; ante todo hay que tener el espíritu libre. Y lo tiene aquel que no teme decir tontería”, decía Anton Chejov. Era tal la leyenda inversa de tonto en torno a Don Juan Carlos, un hombre que parecía no tener nada que decir e incluso mucho peor, nada que se le pudiera ocurrir, que el país se quedó pasmado de asombro cuando le vio en televisión hablando, desde Cabo Cañaveral con motivo del lanzamiento del Apolo XIV: “¡Anda, pero si sabe hablar inglés!”. Era como si aquí, en España, un país tan negado para los idiomas, descubriera aquel día un nuevo y desconocido Juan Carlos que hasta sabía inglés, un magnífico inglés como lo sabe Felipe VI y Pedro Sánchez.
La gran frase de la responsable de Televisión Española: “El deber de informar no está reñida con el respeto a la Monarquía”. (...) La muchacha se indigna con el presidente por lo de los indultos pero sigue apoyándole. ¡Qué desvergüenza tienes, tía! Y lo peor es que todo el mundo lo sabe. (...) Lleva razón mi compañero Bustos: Felipe tiene más canas que hace un mes y el doble que hace dos. (...) A los tíos les da igual que las tías sean un poco tontas. ¿Lo dice la ‘socialite’ por experiencia? (...) Estoy de acuerdo con el estimado Boris de que no es necesario utilizar la palabra “revelación” para reconocer la homosexualidad de una persona. (...) ¿Qué espera el señor presidente para cesar al incompetente ministro de Sanidad? Y éste a su colaborador, el del ego divino y el gusto por la lentejuelas. (...) Mientras él, abuelo de tres nietos, sigue casado, presuntamente, con la bióloga, mantiene una larga relación amorosa con la resultona y poderosa Lola. Ella se divorció en 2018.