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Al lector de esta columna le sorprenderá la poca o nula satisfacción con la que la noticia fue acogida en el mundo periodístico. Independiente de ser este oficio nuestro muy cainita y poco solidario con los de la profesión, “la peor carne para un periodista es la carne de periodista”, en esta caso, motivos había.
Se desconocen las razones que el presidente Pedro Sánchez tenía para designar al compañero ministro. Aunque no es mi intención, sobre todo en estos momentos, practicar eso de “leña al mono” a la que se refería Juan Cruz en su artículo en El País, no he podido de por menos que acordarme de mi paisano Julio Rodríguez, aquel catedrático granadino a quien ya me refería la pasada semana y que Franco nombró ministro por equivocación o malentendido con su vicepresidente Carrero Blanco. “¿Por qué no elegimos ministro de Educación a ese rector de la universidad madrileña que es muy inteligente?”. Y como con aquel personaje las sugerencias eran órdenes, al vice no se le ocurrió pedirle ni el nombre. Se imaginó, que fue mucho imaginar, se refería a Julio Rodríguez, que lo era de la otra universidad. Franco pensaba en Muñoz Alonso. Cuando se detectó el error, era tarde. El nombre había aparecido ya en el BOE y en la prensa. Y el nuevo ministro, el inefable Julio Rodríguez, lo estaba celebrando, sobre todo, con su madre.
Pienso que el compañero Màxim lo primero que haría, cuando el presidente le comunicó que le designaba ministro, sería llamar a su madre, a la que tan unido está por ser hijo único. Como lo hizo mi paisano, desbordado por la emoción del nombramiento:
-¡Mamá, mamá, me han hecho ministro! Te estoy hablando desde mi coche oficial que tiene hasta teléfono...
-Pero Julito, hijo mío ¿qué me estas contando? ¿Tú, ministro?
Lo fue sólo siete meses.
Después de lo de Julio Rodríguez, hubo otro nombramiento tan insólito e inexplicable, como el de Màxim. En este caso, un sevillano, señorito él, quien, tan sorprendido como me imagino al compañero, llamó a su madre para comunicarle que le habían hecho ministro. La respuesta de mamá la recordaba Jesús Cachoen Vozpopuli:
-Pero hijo, eso es una gran desgracia para la familia. Hasta ahora, solo nosotros sabemos que eres un soplapollas pero, a partir de ahora, se va a enterar toda España.
Me gustaría saber cuál fue la reacción de la madre de Màxim, una de las pasiones de su vida hasta el extremo de que, entre los numerosos tatuajes en su cuerpo, tiene el final de una carta de ella. También siente debilidad por Leocadia, una perrita que encontró abandonada en una carretera. A lo peor, doña Clara pudo ser tan sincera como la sevillana pero no tan cruel y haberle dicho, presuntamente, of course:
-¡Pero, hijo mío, toda España se va a enterar que has defraudado a Hacienda, metiendo en tu declaración el chalé de Alicante y que eres gay. ¿Cómo se te ha ocurrido aceptar? ¿Tú crees que eres la persona adecuada? ¿Piensas qué diría tu padre? Las madres de hijos únicos suelen ser las más implacables jueces de estos. Para ellas, el hijo es un acreedor dado por la naturaleza y lo educa como si debiera ser niño toda la vida sin pensar, en absoluto, que se convertirá en hombre. Para ella, ese hijo es la única cosa eterna de su vida. Por ello, se rompía el corazón con esa imagen de Màxim abrazado a su madre cuando abandonaban el Ministerio después de anunciar la destitución.
A lo de mamá, querido, yo añadiría que hoy toda España sabe que también eres tonto. ¿A quien se le ocurre rascarse en público los huevos durante la visita a la Feria del Libro?
Cierto es que en el caso Nóos también hay medio víctimas y medio cómplices porque alguno de éstos, conociendo los hechos de esta culpabilidad, no pusieron los medios para impedirlo. Innecesario dar nombres. Todo el mundo los conoce. Pero hay unas víctimas colaterales que, en estos momentos en los que Iñaki Urdangarin está a punto de traspasar el terrible umbral de la cárcel, merecen todo el respeto. No incluyo ni a Don Juan Carlos ni a la InfantaCristina, por ser más cómplices que víctimas. Pero sí a Juan Valentín, Pablo, Miguel e Irene, las víctimas más inocentes de esta historia. También Claire Liebaert, la anciana madre de Iñaki a quien, por su edad, le será difícil superar este trance. Y no podemos olvidar a Doña Sofía quien, antes que reina, siempre ha sido madre y abuela. Y Felipe por ser el jefe de una familia que hace tiempo dejó de serlo por culpa de todos. Incluido él casándose con Letizia, la única que, a lo peor, podría alegrarse de la tragedia que están viviendo Cristina e Iñaki.
Estoy de acuerdo con Agustí Colomines, profesor de Historia y ‘pijonacionalista’ cuando dice “que se joda España”. No hay la menor duda que, con este Gobierno, puede. (...) A su compañera no le importó decir que “sus libros no los escribe él”. Se limita a contarle a un ‘negro’ la historia y es éste quien lo redacta. ¡Qué cara tienes, macho! (...) En la antigua Clínica de Loreto, reconvertida hoy en la residencia de ancianos Orpea Loreto hay, a la entrada, una placa que recuerda: “Aquí nació el rey Felipe VI, el 30 de enero de 1968”. Se olvidan que también las infantas Elena y Cristina. (...) La Casa Real holandesa protestó, en su día, ante el Gobierno argentino el trato de favor dispensado a la hermana, recientemente
fallecida, de la reina Máxima. (...) Conocida la ‘afición’ de Felipe por las corridas de toros, me gustó el brindis de Paco Ureña en
la Corrida de la Prensa : “Le pido, desde aquí, que apoye nuestra Fiesta. De verdad conózcala”. (...) Lo peor para un escritor profesional y serio es que, a la hora de firmar en la Feria del Libro, a su lado lo esté haciendo una ‘socialite’ o un famosete de la tele.
Levántate y vete.
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Al lector de esta columna le sorprenderá la poca o nula satisfacción con la que la noticia fue acogida en el mundo periodístico. Independiente de ser este oficio nuestro muy cainita y poco solidario con los de la profesión, “la peor carne para un periodista es la carne de periodista”, en esta caso, motivos había.
Se desconocen las razones que el presidente Pedro Sánchez tenía para designar al compañero ministro. Aunque no es mi intención, sobre todo en estos momentos, practicar eso de “leña al mono” a la que se refería Juan Cruz en su artículo en El País, no he podido de por menos que acordarme de mi paisano Julio Rodríguez, aquel catedrático granadino a quien ya me refería la pasada semana y que Franco nombró ministro por equivocación o malentendido con su vicepresidente Carrero Blanco. “¿Por qué no elegimos ministro de Educación a ese rector de la universidad madrileña que es muy inteligente?”. Y como con aquel personaje las sugerencias eran órdenes, al vice no se le ocurrió pedirle ni el nombre. Se imaginó, que fue mucho imaginar, se refería a Julio Rodríguez, que lo era de la otra universidad. Franco pensaba en Muñoz Alonso. Cuando se detectó el error, era tarde. El nombre había aparecido ya en el BOE y en la prensa. Y el nuevo ministro, el inefable Julio Rodríguez, lo estaba celebrando, sobre todo, con su madre.
Pienso que el compañero Màxim lo primero que haría, cuando el presidente le comunicó que le designaba ministro, sería llamar a su madre, a la que tan unido está por ser hijo único. Como lo hizo mi paisano, desbordado por la emoción del nombramiento:
-¡Mamá, mamá, me han hecho ministro! Te estoy hablando desde mi coche oficial que tiene hasta teléfono...
-Pero Julito, hijo mío ¿qué me estas contando? ¿Tú, ministro?
Lo fue sólo siete meses.
Después de lo de Julio Rodríguez, hubo otro nombramiento tan insólito e inexplicable, como el de Màxim. En este caso, un sevillano, señorito él, quien, tan sorprendido como me imagino al compañero, llamó a su madre para comunicarle que le habían hecho ministro. La respuesta de mamá la recordaba Jesús Cachoen Vozpopuli:
-Pero hijo, eso es una gran desgracia para la familia. Hasta ahora, solo nosotros sabemos que eres un soplapollas pero, a partir de ahora, se va a enterar toda España.
Me gustaría saber cuál fue la reacción de la madre de Màxim, una de las pasiones de su vida hasta el extremo de que, entre los numerosos tatuajes en su cuerpo, tiene el final de una carta de ella. También siente debilidad por Leocadia, una perrita que encontró abandonada en una carretera. A lo peor, doña Clara pudo ser tan sincera como la sevillana pero no tan cruel y haberle dicho, presuntamente, of course:
-¡Pero, hijo mío, toda España se va a enterar que has defraudado a Hacienda, metiendo en tu declaración el chalé de Alicante y que eres gay. ¿Cómo se te ha ocurrido aceptar? ¿Tú crees que eres la persona adecuada? ¿Piensas qué diría tu padre? Las madres de hijos únicos suelen ser las más implacables jueces de estos. Para ellas, el hijo es un acreedor dado por la naturaleza y lo educa como si debiera ser niño toda la vida sin pensar, en absoluto, que se convertirá en hombre. Para ella, ese hijo es la única cosa eterna de su vida. Por ello, se rompía el corazón con esa imagen de Màxim abrazado a su madre cuando abandonaban el Ministerio después de anunciar la destitución.
A lo de mamá, querido, yo añadiría que hoy toda España sabe que también eres tonto. ¿A quien se le ocurre rascarse en público los huevos durante la visita a la Feria del Libro?
Cierto es que en el caso Nóos también hay medio víctimas y medio cómplices porque alguno de éstos, conociendo los hechos de esta culpabilidad, no pusieron los medios para impedirlo. Innecesario dar nombres. Todo el mundo los conoce. Pero hay unas víctimas colaterales que, en estos momentos en los que Iñaki Urdangarin está a punto de traspasar el terrible umbral de la cárcel, merecen todo el respeto. No incluyo ni a Don Juan Carlos ni a la InfantaCristina, por ser más cómplices que víctimas. Pero sí a Juan Valentín, Pablo, Miguel e Irene, las víctimas más inocentes de esta historia. También Claire Liebaert, la anciana madre de Iñaki a quien, por su edad, le será difícil superar este trance. Y no podemos olvidar a Doña Sofía quien, antes que reina, siempre ha sido madre y abuela. Y Felipe por ser el jefe de una familia que hace tiempo dejó de serlo por culpa de todos. Incluido él casándose con Letizia, la única que, a lo peor, podría alegrarse de la tragedia que están viviendo Cristina e Iñaki.
Estoy de acuerdo con Agustí Colomines, profesor de Historia y ‘pijonacionalista’ cuando dice “que se joda España”. No hay la menor duda que, con este Gobierno, puede. (...) A su compañera no le importó decir que “sus libros no los escribe él”. Se limita a contarle a un ‘negro’ la historia y es éste quien lo redacta. ¡Qué cara tienes, macho! (...) En la antigua Clínica de Loreto, reconvertida hoy en la residencia de ancianos Orpea Loreto hay, a la entrada, una placa que recuerda: “Aquí nació el rey Felipe VI, el 30 de enero de 1968”. Se olvidan que también las infantas Elena y Cristina. (...) La Casa Real holandesa protestó, en su día, ante el Gobierno argentino el trato de favor dispensado a la hermana, recientemente
fallecida, de la reina Máxima. (...) Conocida la ‘afición’ de Felipe por las corridas de toros, me gustó el brindis de Paco Ureña en
la Corrida de la Prensa : “Le pido, desde aquí, que apoye nuestra Fiesta. De verdad conózcala”. (...) Lo peor para un escritor profesional y serio es que, a la hora de firmar en la Feria del Libro, a su lado lo esté haciendo una ‘socialite’ o un famosete de la tele.
Levántate y vete.