El Mundo Orbyt.
MI SEMANA
JAIME PEÑAFIEL
14/10/2023
CHSSS...
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¿Qué hay en un nombre? se preguntará el lector. Cierto, porque lo que llamamos Pedro, con otro nombre sería igual. “Creemos los nombres, derivarán los hombres y solo quedará el mundo de los nombres, letra de amor de los hombres”, que diría Juan Ramón Jiménez. Pero no solo hubo el nombre del hombre, sino que, a la hora de despedirse, la bella Ursula recibió, mientras mantenía los ojos cerrados ¿por aquello de no exteriorizar sus sentimientos?… más que un beso, casi un “piquito”, como podía verse en la fotografía publicada el pasado sábado en EL MUNDO. ¡Conmovedor! ¿Será por aquello de que todo es posible en mi Granada? ¡Será!
Televisión Española ha comenzado a rodar en el palacio de La Magdalena en Santander, al que seguirá, por supuesto, el Real de Madrid, una serie sobre la reina Victoria Eugenia, la antecesora inmediata de la Reina Sofía, basada en la novela de mi querida amiga Pilar Eyre y que será encarnada por la actriz anglo-danesa Kimberley Tell.
Con tal motivo, he recordado la entrevista que me concedió en su exilio de Lausana, el 15 de marzo de 1969, la última entrevista de su vida, un mes antes de morir y que figura entre mis mejores recuerdos profesionales. Acababa de cumplirse el primer aniversario de su visita a Madrid, después de 37 años de ausencia, para amadrinar a su biznieto, el actual Felipe VI. Y regresaba, con emoción y sencillez en la serena y noble ancianidad de los 80 años, pero con su dignidad intacta de reina.
Con tal motivo, me trasladé a Lausana, la ciudad suiza en la que desde hacía muchísimos años Victoria Eugenia tenía fijada su residencia, en un precioso chalé próximo al lago Lemán. Eran exactamente las once de la mañana cuando, encontrándome contemplando el conocido y bellísimo retrato de la reina, pintado por László, se abrió suavemente la puerta del salón. Me volví y me topé, de repente, con aquella mirada azul, dulce y tranquila cuya belleza el paso de los años no habían logrado apagar. La primera pregunta que me hizo fue: “¿Como sigue el cerdo?” Ante mi desconcierto insistió: “Sí, el cerdo, me refiero al cerdo”. Como yo seguía desconcertado, levantó la voz y un poco airada me aclaró: “Me refiero a Franco”. También me sorprendió cuando me confesó: “Nunca debía haber vuelto a España, el país en el que mandaba el hombre que tenía a mi hijo Juan en el exilio. Pero mi nieto me lo rogó tan insistentemente...”.
Y volvió a sorprenderme cuando, hablando de su marido, del rey Alfonso XIII, me dijo: “Mi nieto Juan Carlos, igualito, igualito que su abuelo. Genéticamente Borbones y españoles. Se casan enamorados pero en seguida empiezan a engañar a la esposa”.
Muy doloroso fue evocar el 3 de mayo de 1906, día de su boda y del dramático atentado. “Fue terrible. A pesar de los años transcurridos me acuerdo como si fuera ayer. Íbamos ya hacia palacio por la calle Mayor cuando el rey, al ver que nos arrojaban flores, cogiéndome la mano, me dijo: ‘Lo he prohibido, pero no hay peligro…’ Y, antes de terminar de pronunciar esta palabra, oí una gran explosión y nos vimos envueltos en humo mientras la gente gritaba y mi manto se manchaba de sangre al haber sido alcanzado el lacayo que iba al lado. Pero lo que yo más sentí aquel día fueron los muertos que produjo aquel atentado y la total falta de sensibilidad de mi marido, el rey, cuando decidió celebrar, dos horas después, el banquete de bodas en el Palacio Real, a unos metros del atentado, como si no hubiera pasado nada, habiendo pasado tanto”.
Ante la pegunta de qué fue lo que le produjo más emoción durante su estancia en Madrid, me respondió: “La visita que hice al templo de los Jerónimos. No olvides que era la iglesia donde me casé. Fue para mí de gran emoción volver al lugar donde comenzó la tragedia de mi matrimonio y de mi vida. Y como tú recordarás, porque me acompañabas, no quise entrar. También me dolió mucho pasar por delante del Palacio Real, donde yo sufrí tanto, hasta el extremo de tener un gabinete donde me encerraba a llorar.
En la entrevista me confesó indignada: “No es cierto que yo dijera al general: ‘ya tiene tres Borbones donde elegir padre, hijo y nieto. ¡Cómo le iba a decir eso! cuando había dejado bien claro en el aeropuerto, al inclinarme ante Juan, quién era el titular de la Corona de España”. Esto y muchas verdades incuestionables más me dijo en aquella inolvidable entrevista que ella no llegó a leer. Cuando se publicó, el 15 de marzo, ya se encontraba en coma. Fallecería un mes más tarde, exactamente el 15 de abril.
Me gustó que al menos un ilustre ejecutivo y empresario haya tenido la decencia de reclamar públicamente Su presencia en tan solemne e importante acto, como es, la Jura de la Constitución de su nieta. (...) Si la prohibición viene del impresentable presidente en funciones, malo. Pero si viene del padre de la criatura todavía muchísimo peor. Imperdonable. Se olvida que, en las mismas circunstancias, su padre invitó a que el abuelo estuviera presente. (...) ¡Qué pena me ha dado saber que, después de 105 días de su muerte, nadie haya recogido sus cenizas del tanatorio de Pozuelo, donde fue incinerada. (...) Y eso que su único hijo declaró cuando murió: ¡Para mí, era todo mi madre! Pues si no llega a serlo… (...) Pienso que no será difícil averiguar quién es la niña bautizada esta semana con los siguientes nombres: Sofía, Fernanda, Dolores, Cayetana, Teresa, Ángela de la Cruz, Micaela del Santísimo Sacramento, del Perpetuo Socorro, de la Santísima Trinidad y de Todos los Santos. El oficiante se negó a tantos. (...) Cuando hay actos a los que ni Él ni Ella quieren asistir, tienen dos “comodines” en la familia: para los religiosos, a la Emérita; para los taurinos, a la única que lo es. (...) Sorprende que la actual duquesa de Medinaceli no haya conseguido permiso para celebrar su boda esta semana en la Casa Madre de Pilatos.
MI SEMANA
JAIME PEÑAFIEL
14/10/2023
CHSSS...
¡¡¡PEDRO!!!
EL DÍA QUE ENA ME RECIBIÓ UN MES ANTES DE SU MUERTE
MI NIETO JUAN CARLOS, IGUALITO QUE MI MARIDO
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¿Qué hay en un nombre? se preguntará el lector. Cierto, porque lo que llamamos Pedro, con otro nombre sería igual. “Creemos los nombres, derivarán los hombres y solo quedará el mundo de los nombres, letra de amor de los hombres”, que diría Juan Ramón Jiménez. Pero no solo hubo el nombre del hombre, sino que, a la hora de despedirse, la bella Ursula recibió, mientras mantenía los ojos cerrados ¿por aquello de no exteriorizar sus sentimientos?… más que un beso, casi un “piquito”, como podía verse en la fotografía publicada el pasado sábado en EL MUNDO. ¡Conmovedor! ¿Será por aquello de que todo es posible en mi Granada? ¡Será!
Televisión Española ha comenzado a rodar en el palacio de La Magdalena en Santander, al que seguirá, por supuesto, el Real de Madrid, una serie sobre la reina Victoria Eugenia, la antecesora inmediata de la Reina Sofía, basada en la novela de mi querida amiga Pilar Eyre y que será encarnada por la actriz anglo-danesa Kimberley Tell.
Con tal motivo, he recordado la entrevista que me concedió en su exilio de Lausana, el 15 de marzo de 1969, la última entrevista de su vida, un mes antes de morir y que figura entre mis mejores recuerdos profesionales. Acababa de cumplirse el primer aniversario de su visita a Madrid, después de 37 años de ausencia, para amadrinar a su biznieto, el actual Felipe VI. Y regresaba, con emoción y sencillez en la serena y noble ancianidad de los 80 años, pero con su dignidad intacta de reina.
Con tal motivo, me trasladé a Lausana, la ciudad suiza en la que desde hacía muchísimos años Victoria Eugenia tenía fijada su residencia, en un precioso chalé próximo al lago Lemán. Eran exactamente las once de la mañana cuando, encontrándome contemplando el conocido y bellísimo retrato de la reina, pintado por László, se abrió suavemente la puerta del salón. Me volví y me topé, de repente, con aquella mirada azul, dulce y tranquila cuya belleza el paso de los años no habían logrado apagar. La primera pregunta que me hizo fue: “¿Como sigue el cerdo?” Ante mi desconcierto insistió: “Sí, el cerdo, me refiero al cerdo”. Como yo seguía desconcertado, levantó la voz y un poco airada me aclaró: “Me refiero a Franco”. También me sorprendió cuando me confesó: “Nunca debía haber vuelto a España, el país en el que mandaba el hombre que tenía a mi hijo Juan en el exilio. Pero mi nieto me lo rogó tan insistentemente...”.
Y volvió a sorprenderme cuando, hablando de su marido, del rey Alfonso XIII, me dijo: “Mi nieto Juan Carlos, igualito, igualito que su abuelo. Genéticamente Borbones y españoles. Se casan enamorados pero en seguida empiezan a engañar a la esposa”.
Muy doloroso fue evocar el 3 de mayo de 1906, día de su boda y del dramático atentado. “Fue terrible. A pesar de los años transcurridos me acuerdo como si fuera ayer. Íbamos ya hacia palacio por la calle Mayor cuando el rey, al ver que nos arrojaban flores, cogiéndome la mano, me dijo: ‘Lo he prohibido, pero no hay peligro…’ Y, antes de terminar de pronunciar esta palabra, oí una gran explosión y nos vimos envueltos en humo mientras la gente gritaba y mi manto se manchaba de sangre al haber sido alcanzado el lacayo que iba al lado. Pero lo que yo más sentí aquel día fueron los muertos que produjo aquel atentado y la total falta de sensibilidad de mi marido, el rey, cuando decidió celebrar, dos horas después, el banquete de bodas en el Palacio Real, a unos metros del atentado, como si no hubiera pasado nada, habiendo pasado tanto”.
Ante la pegunta de qué fue lo que le produjo más emoción durante su estancia en Madrid, me respondió: “La visita que hice al templo de los Jerónimos. No olvides que era la iglesia donde me casé. Fue para mí de gran emoción volver al lugar donde comenzó la tragedia de mi matrimonio y de mi vida. Y como tú recordarás, porque me acompañabas, no quise entrar. También me dolió mucho pasar por delante del Palacio Real, donde yo sufrí tanto, hasta el extremo de tener un gabinete donde me encerraba a llorar.
En la entrevista me confesó indignada: “No es cierto que yo dijera al general: ‘ya tiene tres Borbones donde elegir padre, hijo y nieto. ¡Cómo le iba a decir eso! cuando había dejado bien claro en el aeropuerto, al inclinarme ante Juan, quién era el titular de la Corona de España”. Esto y muchas verdades incuestionables más me dijo en aquella inolvidable entrevista que ella no llegó a leer. Cuando se publicó, el 15 de marzo, ya se encontraba en coma. Fallecería un mes más tarde, exactamente el 15 de abril.
Me gustó que al menos un ilustre ejecutivo y empresario haya tenido la decencia de reclamar públicamente Su presencia en tan solemne e importante acto, como es, la Jura de la Constitución de su nieta. (...) Si la prohibición viene del impresentable presidente en funciones, malo. Pero si viene del padre de la criatura todavía muchísimo peor. Imperdonable. Se olvida que, en las mismas circunstancias, su padre invitó a que el abuelo estuviera presente. (...) ¡Qué pena me ha dado saber que, después de 105 días de su muerte, nadie haya recogido sus cenizas del tanatorio de Pozuelo, donde fue incinerada. (...) Y eso que su único hijo declaró cuando murió: ¡Para mí, era todo mi madre! Pues si no llega a serlo… (...) Pienso que no será difícil averiguar quién es la niña bautizada esta semana con los siguientes nombres: Sofía, Fernanda, Dolores, Cayetana, Teresa, Ángela de la Cruz, Micaela del Santísimo Sacramento, del Perpetuo Socorro, de la Santísima Trinidad y de Todos los Santos. El oficiante se negó a tantos. (...) Cuando hay actos a los que ni Él ni Ella quieren asistir, tienen dos “comodines” en la familia: para los religiosos, a la Emérita; para los taurinos, a la única que lo es. (...) Sorprende que la actual duquesa de Medinaceli no haya conseguido permiso para celebrar su boda esta semana en la Casa Madre de Pilatos.