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El Dakar se desboca
La dirección de la carrera anula la segunda parte de la etapa por la acumulación de accidentes. Alonso da dos vueltas de campana y Sainz se destaca en la general



El coche de Alonso (Toyota) vuelca en el inicio de la etapa. Álvaro García
Nadia Tronchoni

Shubaytah (Arabia Saudí) 15 ENE 2020 - 16:47 ART

Los paisajes de Arabia Saudí no decepcionan. Sus múltiples pistas, paralelas algunas, dificultan la navegación. Sus cañones alegran la vista, y su terreno roto, lleno de piedras, incluso de rocas, complica el pilotaje. No le falta arena. Le sobran dunas. La inmensidad del desierto de Rub Al Jali ofrece todo tipo de posibilidades, que la organización no parece haber sabido utilizar. Si la primera semana supuso un reto para los participantes, la segunda no está entusiasmándoles. La carrera ha acelerado demasiado. Y la velocidad pura nunca fue el objetivo de esta prueba mítica.


En esa tesitura se ve la dirección de la carrera estos días, criticada la prueba por algunos de sus más fieles corredores especialmente después de la muerte de Paulo Gonçalves el domingo en una zona que tenía que hacerse a todo gas, a 170 km/h en una zona fuera de pistas. Y también después de la etapa maratón de este miércoles, que tuvo que ser neutralizada desde el kilómetro 345 (de los 534 totales) por la cantidad de accidentes que se acumulaban tras las primeras dunas. Los helicópteros de asistencia médica no daban abasto con tanto piloto herido seriamente. Se contaron siete, aunque hubo un momento crítico en que se tuvieron que atender a cinco al mismo tiempo.


Por eso, a Joan Barreda (Honda), que salía de los primeros y estuvo un buen rato abriendo pista, se le plantó un helicóptero delante, en plena especial, para decirle, con señas, que la carrera había terminado y debía dar media vuelta. “Nos dijeron que ya no podían garantizar nuestra seguridad. Hicimos unos 50 kilómetros por donde habíamos venido para poder coger el enlace de carretera”, explicó Barreda, ganador de la etapa, tercero en la general.

“No le veo la gracia a esto de ir a fondo. La segunda semana del Dakar me ha decepcionado. Quien gana es el que arriesga más. Llevamos cuatro días pasando por al lado de dunas como estas —en referencia al terreno desértico en torno al vivac en Shubaytah—, y en cambio nos hacen ir por platos a fondo. No lo entiendo”, dijo al término de la etapa Laia Sanz (19ª, 17ª de la general), muy crítica con el diseño del recorrido y de las etapas.

Fernando Alonso Rally Dakar

Alonso (d) y Coma, tras la neutralización de la carrera. FRANCK FIFE AFP

“Había dunas cortadas, peligrosas, poco visibles. Se hacían saltos de dos o tres metros y caías en terreno duro”, explicó Kevin Benavides (Honda) al final de la especial. “Era difícil interpretar las dunas. Había algunas muy rápidas y luego otras cortadas que no podías ver bien”, añadió Barreda, que logró con su triunfo superar a Toby Price (KTM) en la general, una clasificación que sigue liderando Ricky Brabec (Honda) a falta de dos jornadas.

'Afortunado' Alonso

Con una de esas dunas cortadas se tropezó Fernando Alonso apenas iniciada la especial. La imagen de su Toyota dando un salto y a continuación dos vueltas de campana es, seguramente, la más llamativa de la jornada. Pero no la única. Llegó al campamento improvisado en Shubaytah, en plena etapa maratón, sin la luna delantera y con algún que otro rasguño en el coche después de haber perdido más de una hora en reparaciones varias: las ruedas, que desllantaron al impactar contra el suelo, o un brazo de las suspensiones. “He visto la imagen de nuestra caída y también las otras, por eso creo que hemos tenido buena suerte”, dijo Alonso, agradecido por llegar al vivac cuando aún era de día. Así tendría tiempo para reparar su coche.

La tensión, sin embargo, se palpó en sus respuestas tras dejar el Toyota en el parque cerrado de esta etapa maratón, en la que solo los participantes pueden trabajar en sus vehículos. “Salí fuerte, hoy era un día en que quería ganar la carrera. Me gusta intentar las cosas. Se puede fallar, pero lo que no se puede es no intentarlo”.

También lo intentó Carlos Sainz (Mini) y a él sí le salió bien. El líder de la general salía quinto y logró la cuarta victoria en este Dakar a pesar de que también él se tropezó con una lengua de arena que le hizo saltar unos metros y golpear con el morro de su coche contra el suelo. El español salió al ataque. Era lo que necesitaba un día después de ver cómo se esfumaba toda la ventaja que tenía en la general. Y el ataque le salió de maravilla. Salir quinto le quita a uno responsabilidad y le da vidilla al pedal del gas. Si, además, cuando otros se equivocan, como pasó con Peterhansel, que abría pista, y con Al Attiyah, que se perdieron, escoges el camino correcto, el golpe a la general es tremendo. Sainz saldrá a la especial de hoy con 18 minutos de ventaja sobre sus dos perseguidores. Será la última etapa verdaderamente difícil, con mucha duna.

 
Camastros para todos
La etapa maratón mezcla a los pilotos en carpas con literas y les obliga a ponerse el traje de mecánico


Nadia Tronchoni

Shubaytaha (Arabia Saudí) 15 ENE 2020 - 16:11 ART

Rally Dakar

Los pilotos descansan en el campamento del Dakar en Shubaytah (Arabia Saudí). @dakar

En Shubaytah, en medio de la nada, en pleno desierto de Rub Al Jali, junto a la base militar saudí que controla la frontera con Emiratos Árabes, los organizadores del Dakar han levantado un ambicioso campamento. Es mucho más pequeño que el habitual, que sigue montado en Haradh, pero no le falta de nada. Hay comedor, baños, duchas y carpas enormes repletas de camastros y literas. Están todos por estrenar. Hay hasta almohadas para todos, un lujazo en el Dakar. Las camas, como la comida caliente —que no falte la pasta, con salsa de tomate o pesto, como cada día—, esperan la llegada de los competidores, que disputan una etapa maratón y, por eso, han dejado a sus equipos y asistencias en el vivac de Haradh.



Termina la especial y empiezan a llegar las motos, las más madrugadoras. Desfilan los pilotos y, tras el control oportuno, el parque cerrado se va llenando de motos y quads. Solo ahí dentro está permitido hacer reparaciones y dejar la moto lista para el día siguiente. En una zona más a la izquierda, quedan aparcados los coches, que aparecen a cuentagotas y, después de repostar, se resguardan también en su propio parque cerrado. Cosas de la etapa maratón, en la que solo está permitida la ayuda entre participantes.

El vivac en Shubaytah invita al recogimiento y a la confraternización. Los pilotos se duchan y comen, y no por ese orden. Cada uno empieza por lo que más necesita. Hacen sobremesa y corrillos en el comedor. Laia Sanz analiza la etapa y se echa unas risas con Nasser Al Attiyah, mientras otros, como Joan Barreda, aparecen desnortados después de una merecida siesta. Se buscan una buena cama o se la reserva algún amigo, como hizo Cristina Gutiérrez, que le guardó catre a Mónica Plaza en la carpa especialmente reservada para las mujeres. Daba igual ser comisaria, que periodista, que piloto. En Arabia Saudí las mujeres tenían que dormir todas juntas. Y bien separadas del resto. “Así nos contaremos nuestras cositas”, reía Plaza, que llegó al vivac cuando ya se había ido el sol después de una jornada dura en que tuvieron que cambiar la caja de cambios de su coche. “Pero estamos aquí”, afirmó entusiasta.

Lo mismo pensaban ayer Nani Roma o Fernando Alonso. El catalán también rompió la caja de cambios de su Borgward y también llegó caída la noche. Él y su copiloto, Dani Oliveras, tuvieron que mancharse las manos para dejar el coche apunto y cumplir el objetivo: estar dentro de dos días en el podio de Qiddiyah. Dijo Alonso desde el primer día que esa era también su meta y la de su copiloto, Marc Coma, pero ayer salieron a ganar la etapa y pagaron cara la apuesta.

A su llegada al vivac todavía quedaba trabajo que hacer. Por eso, cuando arrancó la reunión de cada día, esta vez a las siete de la tarde, con el comedor a rebosar, ellos seguían estudiando los bajos de su Toyota. Ellos y los tres miembros del camión con el dorsal 550, que parecían saber mejor qué hacer con las herramientas y cómo dejar niquelada la rueda y la dirección del vehículo. Visto el panorama, poner un parabrisas nuevo —el suyo reventó tras dos vueltas de campana— parecía la más sencilla de las reparaciones.

 
Cuatro lecciones sobre el parabrisas que enseña el accidente de Fernando Alonso en el Dakar
S. M. Actualizado:16/01/2020 17:32h Guardar


El parabrisas es un elemento clave en la seguridad vial, y el accidente que sufrió Fernando Alonso en la décima etapa del Dakar ha ayudado para que el gran público vea de un modo muy gráfico la importancia de este elemento.



1. Resistencia estructural

El piloto español y su copiloto, Marc Coma, volcaron en el inicio de la etapa al afrontar una duna a demasiada velocidad. Los coches de competición como los que participan en el Dakar disponen de jaulas de seguridad antivuelco, un entramado de tubos metálicos que protegen el habitáculo de los impactos. A pesar de ello, el parabrisas también ayudó a soportar el techo del vehículo en las dos vueltas de campana que sufrió, y prueba de ello es que acabó destrozado sin haber recibido un impacto directo. En los coches de calle, sin jaula de seguridad, su papel a la hora de aportar resistencia estructural y soportar el techo del coche en caso de vuelco es vital.

2. El parabrisas laminado, un invento que salva vidas

En este accidente también se ve claramente la seguridad que aporta un parabrisas laminado: cuando se rompe, no salta en mil pedazos y evita que se produzcan lesiones a los ocupantes por este motivo. El parabrisas del coche de Alonso se rompe, pero queda en una pieza, con los fragmentos de material adheridos a la capa o capas plásticas intermedias. Según el reglamento del Dakar, los parabrisas de los coches de la categoría T1 tienen que ser de vidrio laminado.
El parabrisas laminado es uno de los inventos del automóvil que más vidas ha salvado y lesiones ha evitado. Se descubrió por casualidad en 1903, cuando al inventor francés Edouard Benedictus se le cayó al suelo un vaso de vidrio y no se rompió en mil pedazos. ¿La causa? Ese vaso había contenido nitrato de celulosa y la película seca que quedó sobre el cristal mantuvo los trozos unidos cuando este se rompió.


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3. Visibilidad y protección

Fernando Alonso y Marc Coma también sufrieron de primera mano el perder las dos funciones principales del parabrisas; la primera, mejorar la visibilidad. Ambos se vieron obligados a retirar el parabrisas porque era imposible conducir a toda velocidad con él instalado. La segunda, proteger del viento, la arena y otros objetos que pueden entrar en el habitáculo. Esto es importante rodando en el desierto y encontrándose a otros competidores en el camino; y aún más en una etapa que tuvo que suspenderse por las fuertes rachas de viento y la poca visibilidad en el desierto.

4. Sustitución

Fernando Alonso y Marc Coma tendrán que montar ellos mismos –o con la ayuda de otros participantes en la carrera- un nuevo parabrisas en su coche al llegar a la zona de asistencias, al tratarse de una etapa tipo ‘maratón’, en la que no está permitida la asistencia por parte de los mecánicos del equipo.
El montaje de un parabrisas no es una tarea sencilla, según detallan desde la compañía especializada Carglass, y un montaje defectuoso puede provocar roturas por tensiones. Además de tener experiencia y conocimientos, hay que usar buenos materiales (como el tipo de poliuretano que se emplea para pegarlo) y disponer de las herramientas adecuadas .

 
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