“Yo quiero mi gorro”: Una maravillosa historia ilustrada sobre nuestro mayor error al afrontar los p

Registrado
3 Jun 2017
Mensajes
53.692
Calificaciones
157.982
Ubicación
España
“Yo quiero mi gorro”: Una maravillosa historia ilustrada sobre nuestro mayor error al afrontar los problemas de la vida
Libros Infantiles



Hay libros infantiles que son entretenidos, otros van un paso más allá: son sublimes y sus enseñanzas conmueven incluso a los adultos. Son libros que vale la pena tener, como las historias de Jon Klassen, escritor e ilustrador canadiense.
“Yo quiero mi gorro” fue elegido por The New York Times Book Review como uno de los diez mejores libros ilustrados del año en que se publicó, siendo un éxito inmediato. Se trata de un libro encantador y oscuro a la vez, con una narrativa sutil cuyos protagonistas, al inicio inexpresivos, de repente dejan ver todo lo que hay en su interior, de manera que podemos identificarnos completamente con su situación.
La historia comienza con un oso que pierde su gorro.
Como es lógico, el oso quiere encontrar su gorro, sin él se siente perdido y desesperado, así que comienza a buscarlo.


Le pregunta a cada uno de los animales que va encontrando por el bosque si lo han visto.
El zorro y la rana no lo han visto. La tortuga no ha visto el gorro pero acepta la ayuda del oso para subirse a una roca. La serpiente vio una vez un gorro azul y redondo, pero ése no es el gorro que busca nuestro amigo, el suyo es rojo y puntiagudo. El armadillo ni siquiera sabe qué es un gorro.


Nadie parece haber visto su gorro.
Incluso la liebre, que lo lleva puesto, le dice que no lo ha visto. Lo niega categóricamente: “No, ¿por qué me lo preguntas? No he visto un gorro en ningún lado. Nunca me atrevería a robar un gorro. Deja de hacerme preguntas”, es su respuesta.

El oso, ensimismado en una búsqueda frenética, ni siquiera se da cuenta de que la liebre lleva puesto su gorro.
Así Klassen nos regala la primera enseñanza del libro: cuando estamos demasiado imbuidos en nuestro mundo emocional, es como si tuviéramos anetojeras que nos impiden ver claramente a nuestro alrededor. Dejar que las emociones tomen el mando nos impide pensar con claridad y aprovechar las oportunidades/soluciones que se encuentran justo delante de nuestros ojos. Es una auténtica ceguera emocional.
La historia continúa.
En cierto punto, ya deprimido, el oso se echa por tierra y mira hacia el cielo.

Entonces da rienda suelta a su diálogo interior: "Pobre gorro. Lo echo tanto de menos". En ese momento comienza a imaginar lo mal que se sentirá si no encuentra su gorro, se deja vencer por la desesperación y el pensamiento catastrofista, que lo sumen cada vez más en un bucle de negatividad, una situación con lo que todos los adultos e incluso los niños mayorcitos se identificarán.

Al rato aparece el ciervo y le pregunta cómo es su gorro. Cuando el oso empieza a describir el gorro, recuerda dónde lo ha visto, o más bien, sobre quién lo ha visto. Se levanta de un salto y vuelve a recorrer medio bosque, hasta que llega donde está la liebre.

Entonces, finalmente, recupera su gorro.

A través de esta sencilla historia, Klassen nos anima a reflexionar sobre las trampas emocionales y mentales que muchas veces nos tendemos a nosotros mismos y que nos impiden encontrar rápidamente la mejor solución.
Las emociones no son nuestras enemigas. Son la sal de la vida. Pero si permitimos que se produzca un secuestro emocional, irrumpirán en el curso de nuestro pensamiento, haciendo que derive hacia las quejas y lamentaciones, las cuales nos alejan cada vez más de la solución.
Sin duda, esta maravillosa historia de imágenes minimalistas y colores sobrios nos permite reflexionar sobre la actitud que asumimos ante los problemas y es un excelente recurso didáctico para potenciar la Inteligencia Emocional en los niños.
https://www.rinconpsicologia.com/2018/01/yo-quiero-mi-gorro-libro-infantil-ilustrado.html
 
Me encanta la historia y cómo los animales, a través de las fábulas, nos han servido de enseñanza.
Cuántas veces en la vida me he encontrado con liebres que, con mi gorro puesto, me han convencido de que no lo tenían.
El problema es ¿cómo le dices a la liebre que te devuelva el gorro? ¿qué pasa si te lo niega y te dice que le estás llamando mentirosa y ladrona y que le estás faltando al respeto? O sea, ¿ cómo te plantas ante un caradura? y ¿si es un amigo o alguien de tu familia y se está aprovechando de tu educación y de tu respeto?
Esa lección todavía no la he aprendido.
 
Lo de que las emociones te secuestran en el momento que bajas la guardia es una verdad como un templo y cómo son capaces de determinar nuestra felicidad y nuestra vida. Qué aprendizaje tan enorme necesitamos en el aspecto emocional, cómo es de fundamental , más que cualquier otro tipo de inteligencia, mal que pese a muchos que continúan otorgándole un papel meramente secundario.
 
Me encanta la historia y cómo los animales, a través de las fábulas, nos han servido de enseñanza.
Cuántas veces en la vida me he encontrado con liebres que, con mi gorro puesto, me han convencido de que no lo tenían.
El problema es ¿cómo le dices a la liebre que te devuelva el gorro? ¿qué pasa si te lo niega y te dice que le estás llamando mentirosa y ladrona y que le estás faltando al respeto? O sea, ¿ cómo te plantas ante un caradura? y ¿si es un amigo o alguien de tu familia y se está aprovechando de tu educación y de tu respeto?
Esa lección todavía no la he aprendido.



Ante esto puedo decirte lo que he aprendido y que ha sido alejarme, emocional y físicamente, de la gente tóxica. Si no tienes más remedio que encontrarte con ellos, por la razón que sea, has de aprender a generar un muro impermeable que te haga saber que tu autoestima y valía no dependen, en absoluto, de la opinión y/o conductas de esas personas.
 
Ante esto puedo decirte lo que he aprendido y que ha sido alejarme, emocional y físicamente, de la gente tóxica. Si no tienes más remedio que encontrarte con ellos, por la razón que sea, has de aprender a generar un muro impermeable que te haga saber que tu autoestima y valía no dependen, en absoluto, de la opinión y/o conductas de esas personas.
Es así, aunque en este momento me está pasando con una amiga de varios años y que incluso me ha hecho grandes favores, y yo a ella también, pero ahora está pasando una línea que ya me molesta sin darme la opción ni de opinar y haciendo oídos sordos a mis gestos e insinuaciones de que no me gusta la situación.
El caso es que tiene una hija discapacitada y hasta hace un tiempo, nuestra amistad era su válvula de escape para desconectar durante unos días de su hija, cuando nos íbamos de viaje o a comer o tomar un café o ir de compras, pero últimamente viene con su hija, lo cual cambia totalmente la situación, para mi resulta muy incómoda y en ningún momento me ha preguntado si me molesta. Y es muy difícil, por no decir imposible, decirle "No quiero que venga tu hija".
 
Estoy totalmente de acuerdo con @Arenablanca. Los budistas tienen en su religión la práctica del desapego. Aprender a desapegarnos de cosas, personas o comportamientos nos evita mucho sufrimiento. Pongo un ejemplo neutro. Supongamos que me pirran los bombones y todo lo que sea chocolate. Pero... soy diabética y lo tengo prohibido. De qué me sirve cada vez que me ofrecen un bombón y lo tengo que rechazar, recordarme lo desgraciada que soy por no poder aceptarlo. Cuanto mejor no será pensar que gracias a que han descubierto que soy diabética, aunque me suponga sacrificios, es bueno para mi.
Y luego están los conceptos o ideas con los que la sociedad nos ha hipnotizado y que siendo sólo ilusiones nos creemos son verdaderas. Sigo con el chocolate. ¿De dónde saco yo que el chocolate es sublime? El azúcar y la miel también son dulces, pero no tienen el mismo "glamour". Pero los anuncios de los bombones tan espectaculares, las escenas de películas dónde los bombones juegan un papel sexy y similares, nos hacen creer que comerse un bombón es el colmo de la felicidad. Los fabricantes interesados nos han hipnotizado con esa ilusión de que es muy gratificante. Si vemos al bombón como lo que es, sólo comida, ya damos el primer paso para desapegarnos. Pues hale, a practicar con todas las situaciones que nos dan sufrimiento.
 
@Bombilla : Le diría abiertamente que no me siento cómoda cuando viene su hija, que me violenta hablar delante de ella cosas , por ejemplo y que se lo tome como mejor le parezca. Ya está bien de sacrificios por los demás, de no poder enfrentarnos etc. ¿Ves lo que hablábamos antes sobre desligar tu valía de la opinión ajena?. Y si no se deja que se le diga o no escucha, aléjate. En algún momento te preguntará porqué lo haces y esa es tu oportunidad.
 

Temas Similares

2 3
Respuestas
31
Visitas
2K
Back