Felipe y Letizia presiden la conmemoración de las capitulaciones de Valladolid. Marzo 22


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Palabras de Su Majestad el Rey conmemoración de las Capitulaciones de Valladolid
Monasterio de Nuestra Señora de Prado. Valladolid , 22.03.2018


Buenos días a todos y gracias por vuestra acogida.

A la Reina y a mí nos alegra venir hoy a Valladolid para un día tan especial en el que la historia nos convoca. En estos comienzos del siglo XXI, es bueno volver la vista a la historia para recordar, para analizar y comprender acontecimientos que nos han marcado y en los que hemos visto forjarse muchas claves de lo que somos como sociedad y como país. Este año tenemos varias citas con nuestra larga y apasionante historia: Asturias, León, Salamanca, Zaragoza y otras. Todas celebran efemérides importantes para España.

Pero hace poco más de tres meses nos reunimos en Madrid para constituir la Comisión Nacional para la Conmemoración del V Centenario de la 1ª Vuelta al Mundo que realizó la expedición de Fernando de Magallanes y Juan Sebastián de Elcano. Subrayamos entonces que nos encontrábamos ante una efeméride que se extendería en el tiempo ─entre 2018 y 2022─ y que abordaría facetas muy diversas de uno de los hechos más extraordinarios de la historia de la Humanidad.

Pues bien, ya hemos comenzado esta gran Conmemoración centrándonos en el estudio y la puesta en valor de las Capitulaciones de Valladolid ─de su profunda significación─ por las que la Corona, personificada por un joven y recién llegado Carlos I, encomendaba a Fernando de Magallanes la expedición a las Islas de la Especiería. Misión que sería culminada por Juan Sebastián de Elcano; quien −además−, con su regreso al mando de la nao Victoria, completó la gesta española de la primera vuelta al mundo.

A este acto le ha precedido el Congreso Internacional de Historia “Primus Circumdedisti Me” que, durante dos días, ha abordado aquella Primera Circunnavegación, analizando desde su dimensión universal, cultural y filosófica, hasta sus implicaciones jurídicas y políticas, pasando por los factores técnicos, ecológicos, científicos y económicos que hicieron posible aquella realización. Ya hemos conocido las conclusiones del Congreso, y en las anteriores intervenciones ha quedado muy bien reflejado el sentido de esta efeméride y todo lo que, relacionado con ella, vendrá de hoy en adelante durante los próximos años.

Permitidme por ello agradecer y felicitar a todos los participantes, estudiosos y especialistas, por su aportación al mejor conocimiento de un hecho que cambió nuestra visión del mundo y que ha sido interpretado como el primer gran hito de la Globalización.

Muy brevemente, mencionaré algunos aspectos del acontecimiento que ya hemos empezado a celebrar y me detendré en la conmemoración específica que hoy nos ha convocado en Valladolid ─las Capitulaciones─, así como en la trascendencia que debemos saber atribuir o conceder a este ejercicio y esfuerzo de recordar, de comprender y valorar estos hechos o acontecimientos históricos.

Por primera vez ─y es inevitable hoy utilizar muchas veces la expresión “primera vez”─; por primera vez, digo, seres humanos de diferentes continentes, culturas, razas y civilizaciones de todo el Planeta conectaron y se comunicaron a través del hilo conductor de una sola y singular actuación: la expedición marítima que encontró el paso navegable del Atlántico al Pacífico, que atravesó el mayor océano del mundo contactando con sus pobladores, que lidió con innumerables dificultades sorteando mares desconocidos y que demostró empíricamente la redondez de la Tierra.

Todo esto tuvo lugar en el contexto histórico de hace 500 años, en el inicio de una Edad Moderna que sucedía al Renacimiento. Como se ha dicho en este congreso, se comenzaba a articular por primera vez en la Historia un sistema de escala y proyección universal que alcanzaría su máxima expresión al aunar los destinos de todos los reinos peninsulares en el marco de la Monarquía Hispánica. Pueblos de África, América, Asia, Europa y Oceanía, de todos los mares y latitudes, se ligaron a través de vínculos personales, culturales, económicos, políticos y sociales. Incluso las tierras antárticas del sexto continente fueron avistadas entonces por naves hispanas.

Esa “singular actuación” que representó la expedición Magallanes-Elcano fue asimismo la mayor epopeya de la historia de la navegación mundial a lo largo de todos los siglos, epopeya que ya nunca se podrá repetir ni superar. Un orgullo de nuestra tradición marina y de nuestra Armada Española, hoy justamente representada en este acto.

Pero, además, fue una epopeya sustentada en el Derecho y en el más estricto sentido de las justas relaciones internacionales desde los parámetros contemporáneos del siglo XVI. Una epopeya regulada en todos sus extremos, desde el respeto a las convenciones internacionales, el trato con los pueblos desconocidos, o el leal acuerdo pactado entre el poder político que apadrinaba la expedición y quienes habrían de ejecutarla. España ya había llegado al Nuevo Mundo; Castilla y Portugal ya habían establecido el Tratado de Tordesillas ─tan cerca de aquí─, y nuestros teóricos de la Universidad de Salamanca ya habían sentado las bases del futuro Derecho Internacional, el mismo que hoy regula una Comunidad Internacional que afronta los desafíos de la última y más avanzada Globalización: la de la revolución tecnológica y digital que impregna en el siglo XXI las realidades múltiples de la vida de casi todas las sociedades de nuestro mundo.

Por último, como pude recordar al constituirse la Comisión, aquella expedición afirmó entonces la presencia global y la vocación universal de España. Y hoy, ante el V Centenario de aquel trascendental hecho ─tal como señala el documento conmemorativo que firmaré a continuación─, reafirmamos nuestro compromiso irrevocable con aquellos proyectos que contribuyan al mejor conocimiento de nuestro mundo, al acercamiento entre los pueblos y países que comparten lazos históricos y culturales con España, así como con los que fomentan la solidaridad y la cooperación internacional.

Estoy seguro de que tenemos ante nosotros una gran oportunidad para afirmar estos principios y para alcanzar estos objetivos, oportunidad que sabremos aprovechar con el trabajo y con la colaboración de todos.

Muchas gracias.
 
Yo le veo una expresión de tristeza enorme. No se si tanto de mal rollo, como dicen las cotis españolas.
Más, de pena, como si estuviera ida. Con los pensamientos en otro tema.

Realmente se le ve muy nerviosa e incómoda, brazos cruzados, ausente... no me extrañaría que tuviera algo de depresión o un trastorno nervioso. Suelen ser síntomas. La personalidad de la reina es un gran misterio en todo caso, pero no hay que olvidar que son humanos. Lo que digo no es intentarle buscarle excusas, es la realidad... ser reina no te exime de ser humana, y por tanto de poder sufrir todo lo que un humano sufre.
 
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