¿Qué será de Felipe VI?
JAVIER CASTRO-VILLACAÑAS
El Mundo 02/06/2014 12:24 horas
anuncio de la abdicación del ReyJuan CarlosI, realizado esta mañana por el presidente del GobiernoMariano Rajoy, es una noticia histórica de consecuencias imprevisibles. ¿Por qué ahora? Y, sobre todo, ¿por qué de esta manera? Son dos cuestiones que tendrán que ser aclaradas en las próximas horas, sobre todo porque el pueblo español se merece, antes que nada, un respeto. No valen cuatro líneas en un papel y menos aún, una comparecencia al estilo de Rajoy, sin plasma, eso sí, pero sin preguntas ni explicaciones aclaratorias respecto a qué es lo que ha sucedido.
Aunque tanto el presidente del Gobierno, en su declaración, como elRey, en su documento de renuncia, hacen alusión a las previsiones constitucionales, lo cierto es que se va a tener que aprobar, de prisa y corriendo, unaLey Orgánicapara poder llevar a la práctica un modelo de sucesión que sí está previsto en nuestra norma fundamental. Nuestra clase dirigente ha sido en incapaz, durante 36 años, de desarrollar un título constitucional, como es el de laCorona, tan vital para la estabilidad y mantenimiento de nuestro régimen.
Todavía no sabemos el día y la hora de la coronación pero, además de las explicaciones respecto a las razones de la abdicación de su padre, lo que verdaderamente preocupa ahora al pueblo español es saber qué ocurrirá el día en queFelipe de Borbónse convierta enFelipe VI. En política, como en la vida, el mañana es imprevisible. Sin embargo, el verdadero problema para el futuro rey no está solamente en la aplicación de los mecanismos legales necesarios para su coronación. Sus verdaderos retos coinciden, en gran medida, con los desafíos políticos que España afronta en el presente siglo XXI. Y estos problemas no son otros que la lucha contra la corrupción y la crisis económica, el desafío separatista, la regeneración de nuestra democracia, su propia preparación para el cargo y, finalmente, la crisis de las instituciones, con la Monarquía incluida dentro de ellas.
El verdadero problema para el futuro Felipe VI está en que "el juancarlismo" ha sido un régimen tan personal que será muy difícil que lo pueda heredar él en todo su significado y contenido. Esta es la incógnita ¿Podrá Felipe VI heredar el pacto de poder que ha mantenido a su padre en el trono casi 39 años? De no ser así, al nuevo rey solamente le quedarían dos alternativas: reformular los pactos políticos de la Transición con la izquierda y los nacionalistas, algo verdaderamente difícil dada la crisis de la izquierda española y el órdago independentista de los nacionalistas, o liderar un nuevo cambio político reformando el régimen del 78 (algo aún más complicado dadas sus limitaciones constitucionales y su todavía desconocida habilidad política). No creo equivocarme al afirmar que, aunque el rey no ha muerto, el régimen político del 78 sí está herido de muerte. Estoy convencido que Felipe de Borbónintentará explorar otros horizontes, pero el pueblo español tendrá la última palabra.
http://www.elmundo.es/opinion/2014/06/02/538c50d9ca4741fa2a8b456e.html
JAVIER CASTRO-VILLACAÑAS
El Mundo 02/06/2014 12:24 horas
anuncio de la abdicación del ReyJuan CarlosI, realizado esta mañana por el presidente del GobiernoMariano Rajoy, es una noticia histórica de consecuencias imprevisibles. ¿Por qué ahora? Y, sobre todo, ¿por qué de esta manera? Son dos cuestiones que tendrán que ser aclaradas en las próximas horas, sobre todo porque el pueblo español se merece, antes que nada, un respeto. No valen cuatro líneas en un papel y menos aún, una comparecencia al estilo de Rajoy, sin plasma, eso sí, pero sin preguntas ni explicaciones aclaratorias respecto a qué es lo que ha sucedido.
Aunque tanto el presidente del Gobierno, en su declaración, como elRey, en su documento de renuncia, hacen alusión a las previsiones constitucionales, lo cierto es que se va a tener que aprobar, de prisa y corriendo, unaLey Orgánicapara poder llevar a la práctica un modelo de sucesión que sí está previsto en nuestra norma fundamental. Nuestra clase dirigente ha sido en incapaz, durante 36 años, de desarrollar un título constitucional, como es el de laCorona, tan vital para la estabilidad y mantenimiento de nuestro régimen.
Todavía no sabemos el día y la hora de la coronación pero, además de las explicaciones respecto a las razones de la abdicación de su padre, lo que verdaderamente preocupa ahora al pueblo español es saber qué ocurrirá el día en queFelipe de Borbónse convierta enFelipe VI. En política, como en la vida, el mañana es imprevisible. Sin embargo, el verdadero problema para el futuro rey no está solamente en la aplicación de los mecanismos legales necesarios para su coronación. Sus verdaderos retos coinciden, en gran medida, con los desafíos políticos que España afronta en el presente siglo XXI. Y estos problemas no son otros que la lucha contra la corrupción y la crisis económica, el desafío separatista, la regeneración de nuestra democracia, su propia preparación para el cargo y, finalmente, la crisis de las instituciones, con la Monarquía incluida dentro de ellas.
El verdadero problema para el futuro Felipe VI está en que "el juancarlismo" ha sido un régimen tan personal que será muy difícil que lo pueda heredar él en todo su significado y contenido. Esta es la incógnita ¿Podrá Felipe VI heredar el pacto de poder que ha mantenido a su padre en el trono casi 39 años? De no ser así, al nuevo rey solamente le quedarían dos alternativas: reformular los pactos políticos de la Transición con la izquierda y los nacionalistas, algo verdaderamente difícil dada la crisis de la izquierda española y el órdago independentista de los nacionalistas, o liderar un nuevo cambio político reformando el régimen del 78 (algo aún más complicado dadas sus limitaciones constitucionales y su todavía desconocida habilidad política). No creo equivocarme al afirmar que, aunque el rey no ha muerto, el régimen político del 78 sí está herido de muerte. Estoy convencido que Felipe de Borbónintentará explorar otros horizontes, pero el pueblo español tendrá la última palabra.
http://www.elmundo.es/opinion/2014/06/02/538c50d9ca4741fa2a8b456e.html