Hollywood y los MKUltra, Illuminatis y más conspiraciones PARTE III


Om4

1315​

om4rafael
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hace 4 días

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24 Enero 2021
Sólo puedo imaginar un motivo dentro de los parámetros convencionales de la realidad, sin apelar a causas extranormales (que quizá sean las más normales), para que los acontecimientos que han afectado a casi todo el espectro político, económico, social y personal de nuestra existencia conduzcan o sean aprovechados para llevar a cabo un control abrupto del crecimiento demográfico, cuando no una reducción más o menos traumática de la población: La amenaza de una catástrofe natural que llevase a una carestía de los recursos alimenticios.
En ese caso, la lógica impondría dos líneas de actuación. Por un lado, prevenir o subsanar la carencia de alimentos con medidas sobre la producción y el almacenamiento. Por otro, limitar o reducir la población.
Si un evento de consecuencias adversas sostenidas en el tiempo redujera la productividad de alimentos, el almacenamiento tendría muy poca efectividad y habría que recurrir a la innovación tecnológica para aumentar la productividad, por ejemplo, creando especies de cultivos transgénicos capaces de soportar situaciones climáticas extremas, y construyendo hábitat protegidos como los invernaderos, la implementación de sistemas masivos de regadío mediante la desalinización, etc. Pero esta estrategia contaría con dos dificultades que limitarían su eficacia.
Dependiendo de la rapidez y la profundidad de los cambios climáticos que afectaran la producción vegetal, base de toda la alimentación, podría no haber de tiempo ni recursos suficientes para abastecer no ya a toda la población sino ni siquiera a un porcentaje significativo de la misma. Y, en ese caso, se haría necesario un plan global de actuación de tales dimensiones que exigiría un aporte sin precedentes de recursos financieros y humanos junto al acuerdo generalizado de todas las naciones y grupos de poder.
La otra dificultad sería que, ese plan colosal pondría al descubierto el peligro hacia el que nos dirigimos, provocando una cadena de conflictos que colapsarían la sociedad y el propio plan de lucha global contra la catástrofe alimentaria, con resultados igual de dramáticos sobre la población pero añadiendo la destrucción que los conflictos violentos causarían en las estructuras productivas necesarias para generar alimentos.
La otra vía para limitar los efectos dañinos de la catástrofe ambiental, sería la reducción de la población. Menos comida, menos bocas que alimentar.
Pues bien, imaginemos que desde hace unos años se ha ido acumulando suficiente evidencia de que nos dirigimos a un escenario de “adversidad ambiental” cuyas consecuencias prácticas para el ser humano se resumen en un menor desarrollo de la vida vegetal, que es la que determina la disponibilidad de alimentos. Y a partir de esa hipótesis, analicemos lo que está sucediendo y lo que previsiblemente puede suceder.
Desde hace varias decenas de años se ha ido construyendo un paradigma climático que ha determinado muchas decisiones a nivel mundial en los más diversos aspectos, desde la política energética al modo de vida socialmente aceptable: Calentamiento Global Antropogénico.
Por supuesto, todos los sucesivos pronósticos “milenaristas” sobre que generaba y, a la vez, alimentaban al paradigma, como la destrucción de la capa de ozono y el incremento del nivel del mar, se han visto incumplidos con la misma rapidez con la que se sustituían por otros nuevos hasta que, finalmente, se ha logrado una denominación menos “sensible” a los hechos: Cambio Climático Global Antropogénico. Un habilidoso truco adaptativo que permite ahora reconvertir el aparato propagandístico iniciado con la lucha del Gobierno Británico contra los sindicatos a raíz de la huelga minera del carbón de 1984-85. Hasta ese momento, la hipótesis más predominante era la de que nos dirigíamos a una enfriamiento global causado, primordialmente, por una disminución de la actividad solar.
Una vez el tren anticarbón se puso en marcha, toda una pléyade de beneficiarios se subieron a él cada uno pensando llegar a un destino diferente, hasta convertir esta cruzada climática en el referente social, político y cultural hasta nuestros días, suscitando un entusiasmo “afirmacionista” sustentado en evidencias demasiado forzadas y apresuradas.
Las épocas de calentamiento global vienen asociadas a una mayor humedad ambiental y altos niveles de CO2, es decir, más recursos hídricos y más alimento para las plantas. Siempre que se ha producido un calentamiento global, este ha venido acompañado de un incremento en la masa vegetal y, por tanto, en la disponibilidad alimentaria y la biodiversidad. Así ocurrió, por ejemplo, en el denominado “Óptimo Climático Romano” y en el más reciente “Óptimo Climático Medieval”, que terminó abruptamente en un periodo de fuerte variabilidad, característico de todas las fases de transición climática, en este caso hacia un periodo de enfriamiento global que conocemos como “Pequeña Edad de Hielo”
Un clima frío tiene como consecuencia una reducción del terreno cultivable y, en general, peores condiciones para el desarrollo vegetativo, entre las que cabe destacar la menor humedad ambiental y los bajos niveles de CO2, el principal “alimento” de las plantas ahora absurdamente demonizado. Exactamente lo que ocurrió de forma más o menos generalizada y estable desde la segunda mitad del siglo XIV hasta mediados del XIX.
La transición de un periodo cálido a otro frío se caracteriza por una gran variabilidad climática que, tomados los datos de forma sesgada y limitada a un corto periodo de tiempo, puede explicar la aceptación casi religiosa que ha concitado la teoría, convertida en Verdad indubitable, del Calentamiento Global. Pero el escenario ante el que nos encontramos, si se confirma la tendencia hacia un enfriamiento generalizado, es muy similar al que se dio en el inicio de la llamada “Pequeña Edad del Hielo”.
En la primavera del año 1315 comenzó la “Gran Hambruna” que azotaría especialmente el Norte y Centro de Europa y que remitiría hasta 1320 o, como en el caso de Inglaterra, hasta 1322. Su causa fue una serie de anomalías climáticas que llevaron a la ruina de los cultivos. Un “enloquecimiento del tiempo” caracterizado por gran variabilidad y condiciones estacionales atípicas.
Los daños ocasionados por esta hambruna se vieron agravados por el hecho de que la población europea había aumentado considerablemente debido a las condiciones de bonanza climática medieval y a la gran disponibilidad de alimentos que trajo asociado ese calentamiento que permitió a los vikingos asentarse en Groenlandia, la fértil “Tierra Verde” donde crecían los cultivos y el prosperaba el ganado.
No es este el momento ni el lugar para debatir sobre las cuestiones climáticas, sino para analizar la hipótesis más razonablemente catastrófica para la vida en la Tierra, el de un enfriamiento global que presentaría, entre otras, las siguientes características: Alta variabilidad y atipicidad climática derivada, primordialmente, de cambios en la circulación atmosférica. Disminución de la actividad solar que incrementaría la formación de nubosidad. Cambios en el campo magnético de la Tierra que afectarían a la actividad sísmica y volcánica, con alta probabilidad de un evento de invierno volcánico causado por una erupción de gran magnitud.
Fríos, sequías, calor y lluvias fuera de lo normal, terremotos, erupciones volcánicas… pérdida de cosechas.
Pero, si nos dirigimos a un escenario de transición hacia un enfriamiento global, ¿por qué se insiste en lo contrario y, además, se implementan una serie de medidas enfocadas para luchar contra el calentamiento global?
Cuando llega la época de cría del salmón, los ríos por los que ascienden hacia su lugar de nacimiento se llenan de animales que obedecen a su propio interés individual y de especie. No están coordinados, sino que ese río lleno de salmones del “calentamiento Global” constituye una confluencia de intereses: Un señuelo para que los países más desarrollados se embarquen en una carrera de sustitución de combustibles fósiles por energías renovables realizando un esfuerzo financiero que les haga perder competitividad económica, tecnológica y militar, un “noble motivo” para incrementar la presión fiscal, un instrumento de ingeniería social con múltiples aplicaciones…
En cualquier caso, las medidas propuestas ante el paradigma del “Cambio Climático”, centradas en la disminución del CO2, mantendrían su utilidad ante un escenario diferente. La inversión en energías renovables sería igual de adecuada o, incluso, más en el caso de se produjera un enfriamiento global que nos obligaría a echar mano tanto de los combustibles fósiles como de las energías renovables.
La energía, no importa su origen, será un gran negocio. Al igual que los terrenos agrícolas. Por eso personajes “bien informados”, como Bill Gates, o la corporación empresarial dirigida por el Partido Comunista Chino están realizando compras masivas de terrenos agrícolas. Saben perfectamente desde hace varias décadas que el escenario climático al que nos dirigimos es el de un enfriamiento global con grandes probabilidades de crisis alimenticias en esta fase inicial, exactamente igual a lo ocurrido en la Gran Hambruna de 1315. Inversiones en alimentación, energía y control demográfico y político de la población. Más tarde, una vez estabilizada la razón población/recursos alimenticios, el gran negocio será el transhumanismo.
Un enfriamiento global siempre conlleva una reducción de recursos alimenticios, de espacio habitable y de energía disponible. Un calentamiento global, todo lo contrario. Por eso, en lo que realmente se está invirtiendo es en minimizar los efectos de la transición hacia un enfriamiento global desde el punto de vista de la oferta. Pero, como quizá ese esfuerzo no sea suficiente para aliviar las carencias energéticas y alimenticias, hay que actuar también sobre la demanda: Frenar el incremento de población y, llegado el caso, reducirla.
No es conveniente reconocer públicamente que nos dirigimos al escenario, verdaderamente catastrófico, de un enfriamiento global, porque se precipitarían y agravarían los conflictos sociales que, por sí mismos, causarían un daño igual o mayor a corto plazo que los propios cambios climáticos. Y por esa misma razón, tampoco es posible implantar medidas globales de control demográfico con la rapidez y magnitud que la situación requiere. La solución, por tanto, debe venir de la mano de un procedimiento que permita aplicar de forma graduable y discreta un freno al incremento de la población y, si por desgracia esto no fuera suficiente, una reducción más o menos drástica de la misma. ¿Y cuál es ese procedimiento?
Pandemia y vacuna.
El plan para tener las cosas controladas cuando previsiblemente alcance mayor crudeza la crisis climática (alrededor de 2030), o antes si ocurre una crisis de gran magnitud, recibe un empujón inesperado cuando una operación en la que colaboraban muy diferentes actores buscando satisfacer distintos intereses que confluyen en un mismo suceso, obtiene un éxito muy superior a lo que se esperaba: La Operación Pandemia del Ejército Popular de Liberación chino.
No es necesario detallar los beneficios económicos y geoestratégicos del actor principal, China, ni los políticos y, por tanto, económicos de sus socios colaboradores necesarios: el progresismo de uno y otro lado del Atlántico y la aristocracia liberal (Bill Gates et al). Pero sí que merece la pena resaltar lo que constituye la enorme sorpresa histórica de la Operación Pandemia: El descubrimiento de que las sociedades más avanzadas, libres, formadas, informadas y, teóricamente, críticas del mundo se pueden manipular y someter hasta límites absolutamente insospechados. Ese es el gran acontecimiento que ha cambiado la faz del Mundo en apenas un año y adelantado todos los planes que desde diferentes posiciones confluían en un mismo escenario: La Agenda 2030 (marcada, no lo olvidemos, por el enfriamiento global) .
La pandemia china (ahora inglesa, brasileña y sudafricana) ha venido a mostrar hasta qué insospechado extremo es posible robar la libertad y prosperidad al mundo occidental. Y eso facilita extraordinariamente las cosas, porque a partir de ahora se pueden aplicar las medidas de control de población, reducción del consumo y distribución del espacio habitable y los recursos de forma mucho más rápida y profunda de lo que se suponía.
El plan acaba de recibir un acortamiento en los plazos al comprobar que las sociedades avanzadas aceptarán sin apenas resistencia no sólo una brutal reducción de su libertad y nivel de vida, sino cualquier otra cosa, por ejemplo, algo extremadamente delicado como es la entrada masiva de emigrantes imprescindible para aliviar en un primer momento los enormes conflictos que se desatarán en las regiones más pobres y, en un segundo momento, para algo más importante: llevar a cabo una sustitución “racial” que no irá en el sentido en el que imaginamos. Porque esa generosidad con la que se acoge a los inmigrantes en las zonas ahora ricas, que son las más frías del planeta, deberá verse correspondida con otra migración inversa de las poblaciones de los países ricos hacia las zonas cálidas de las que ahora escapan sus habitantes.
Aceptar inmigrantes para amortiguar la conflictividad cuando llegue el hambre y, luego, en lo más crudo del enfriamiento (quizá antes, si hay un evento catastrófico), una vez reducida y seleccionada la población, emigrar a las cálidas tierras tropicales y ecuatoriales.
Pero, además de la insospechada sumisión de las sociedades del Primer Mundo, la Operación Pandemia ha permitido comprobar la efectividad del modelo “pandemia/vacuna” para controlar y, eventualmente, reducir la población de forma discreta.
Recordemos, sin entrar en polémicas absurdas, los fríos datos:
Una enfermedad propagada con ineptitud increíble, que se promociona de forma absolutamente coordinada por todos los poderes de hecho y derecho como una grave pandemia, a pesar de que apenas ha producido un 5% de contagios en los países más afectados y un 0,1% de letalidad. Sobre esta farsa epidémica, sostenida por prácticas tan ilógicas como la prohibición de autopsias, se instaura un proceso sin precedentes en tiempos de paz de limitación de libertades que ocasiona una destrucción económica también sin precedentes. Todo lo cual crea un ambiente de terror social, completamente irracional que permite la imposición de vacunas sin las mínimas garantías científicas (sus fabricantes, las farmacéuticas, se niegan a responder por los daños que produzcan) y que, además, tienen un “diseño genético” que actúa directamente sobre el material genético humano. Porque no son vacunas normales, confeccionadas con virus amortiguados o fraccionados ante los que el sistema inmunológico responde creando anticuerpos específicos, sino preparados sintéticos que no tienen el más mínimo rastro físico del virus y que intervienen directamente la cadena genética.
Lo que se está tratando de imponer, y se hará por las buenas o las malas, son las vacunas de la Nueva Normalidad Científica. Vehículos diseñados para inducir cambios genéticos. Un eficaz, discreto y barato procedimiento para esterilizar a la población que no será detectado hasta que haya causado todo el “daño necesario”, momento en el cual contará con la coartada perfecta:
“Lo sentimos. La urgencia ante la gravedad de la la pandemia es la culpable de los errores. Pero ¿a que ahora que estamos en plena catástrofe ambiental y alimentaria se alegran de lo que ha sucedido”.
Resulta estremecedor la facilidad con la que poblaciones cultas y avanzadas aceptan la inoculación de sustancias transgénicas bajo la coartada de una pandemia que ha contagiado a menos del 5% de la población y matado al 0,03%. Curiosamente, la incidencia ha sido mayor allí donde más necesaria era la farsa: en las sociedades más prósperas y con mejores sistemas sanitarios. Completamente esclarecedor.
Es posible que estos agentes sintéticos de transgenia humana sirvan para lograr otros objetivos, además del control selectivo de la natalidad. La extraordinaria proliferación de diferentes vacunas que van cada una preferentemente a distintos lugares y capas de población permitirán seleccionar qué se hace, a quién y cuándo. Por ejemplo, se podrá disminuir más la natalidad en un continente o país que en otro, en una raza más que en otra, en una clase socio-económica más que en otra. Los agentes transgénicos llamados por la Nueva Normalidad “vacunas” son, en el actual escenario de sumisión social, los vehículos perfectos para casi cualquier propósito. También, llegado el caso, para reducir la población inoculando agentes letales o, indirectamente, alterando el sistema inmune.
Porque la falsa gravedad de la pandemia que les ha servido de coartada sienta el precedente perfecto para eliminar población con absoluta impunidad. A partir de ahora se podrá propagar una enfermedad de letalidad muy superior al COVID-19 sin que despierte ningún recelo ni resistencia entre la población, porque nadie escuchará las voces de disidencia que alerten de lo que será percibido por la opinión pública domesticada como “paranoias conspirativas”. De hecho, para eso se está llevando a cabo el mayor proceso de control de la información y la comunicación que se ha dado nunca en la Historia de la Humanidad. Para ocultar la grotesca irracionalidad que preside esta Nueva Normalidad medieval y para que, cuando las señales del cataclismo hacia el que nos dirigimos (los terremotos, las erupciones volcánicas, las anomalías climáticas, las hambrunas, las oleadas migratorias, los nuevos brotes epidémicos…) comiencen a multiplicarse ante nuestros ojos, creamos antes a la Auctoritas, a los pastores, a la “realidad transgénica” que a nuestros propios ojos y nuestra propia razón.
Vivimos ya en una forma de realidad virtual, la Nueva Normalidad Transgénica, en la que hemos aceptado sin resistencia viajar en los trenes de la muerte hacia las cámaras de gas o la supervivencia confinados en los campos de trabajo en los que se han transformado nuestras ciudades y nuestros propios hogares.
Y gracias al inaudito éxito de esa Nueva Normalidad Transgénica, el cuento de Pedro y el lobo se hará realidad: sufriremos una pandemia programada para ajustar la población a las condiciones de disponibilidad de espacio habitable, recursos energéticos y alimenticios y, también, a las necesidades de mano de obra que marque la inteligencia artificial, la automatización y robotización, cuyo desarrollo se incrementará para responder a las condiciones de adversidad ambiental.
Menos espacio habitable de “calidad”, menos alimentos y energía y menos necesidad de mano de obra. El resultado es una reducción sí o sí de la población humana que se va a ver acelerado ante el éxito de los procedimientos de ingeniería social y genética, sobre todo si un suceso catastrófico precipita las condiciones de pobreza ambiental propias de la transición hacia un enfriamiento global que se espera alcance un cúspide allá por el 2030. Algo como, por ejemplo, la erupción de un volcán de dimensiones colosales.
Un invierno volcánico causaría tal desastre alimenticio que o bien se procede rápidamente a eliminar población de forma limpia, controlada, relativamente indolora y selectiva, presumiblemente allí donde existe mayor densidad demográfica y mejores condiciones climáticas o el caos y la locura llevarán a cabo esa reducción de población de forma apocalíptica.
Estamos en tiempo de descuento para que algo así ocurra. Y eso lo saben quienes a partir de esta pandemia/vacuna ya disponen de un mecanismo de emergencia de comprobada eficacia e impunidad.
Pero precisamente porque existe un botón rojo al alcance de muchos dedos (demasiados) no menospreciemos la posibilidad de otra clase de invierno global. Porque la tentación para precipitar las cosas, alimentada por el inesperado milagro de un río rebosante de salmones como nunca nadie había imaginado, puede llevar a que alguien cometa la locura de apretarlo. Una posibilidad que, dado el espectáculo de sumisión-indefensión que está dando la especie humana, no deberíamos descartar en absoluto.
Eso o que sobrevenga un ataque de cordura desde dentro o fuera de nuestro pueblerino reducto de realidad convencional y nos salve, en el último momento, del innecesario exceso de sufrimiento al que parece que estamos condenados. Que ocurra un milagro.
Pero recordad: No hay ayuda para quien no se ayuda. Todo lo demás son supercherías con las que hacen negocio los pastores.
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Si todo apunta al enfriamiento como dicen muchos, para mí es lo más creíble porque vi una gráfica de las temperaturas a nivel global, la comparaban con el progreso de la actual y, estaba siendo prácticamente igual, a ver si consigo encontrarla. Vendrá el hambre y las enfermedades, básicamente porque los cultivos se estropean y a ver de qué se alimenta el mundo, sobre todo, en las ciudades...
 
Si todo apunta al enfriamiento como dicen muchos, para mí es lo más creíble porque vi una gráfica de las temperaturas a nivel global, la comparaban con el progreso de la actual y, estaba siendo prácticamente igual, a ver si consigo encontrarla. Vendrá el hambre y las enfermedades, básicamente porque los cultivos se estropean y a ver de qué se alimenta el mundo, sobre todo, en las ciudades...
De eso se habla hace años, recordé el “Banco de semillas”, se decía que se almacenarían para el futuro.
 
es muy largo, copio/pego la parte que más se adapta a este hilo (está hacia el final, muy para abajo)

He intentado ser lo más objetivo posible hasta aqui y ahora voy a especular preguntándome porque nos mostraron dentro de la portada del Economist donde aparecían diferentes catástrofes una imagen de una eyección solar.
Fijense como arriba a la derecha tenemos una explosión nuclear y abajo una impresionante eyección solar. Ambas parecen acontecer a la vez en el tiempo. Los enchufes son de norma europea (redondos y no planos) por lo que creo que esta más que claro a quién va destinado el mensaje.
Desde luego las películas, series e incluso artículos “serios” nos están preparando para el gran apagón.
https://tecnicopreocupado.files.wordpress.com/2021/01/portada-junio-catastrofe-the-economist.jpeg?w=647&h=820
https://tecnicopreocupado.files.wordpress.com/2021/01/eyecciocc81n-solar-portada-the-economist.jpg
Desde luego un gran apagón les vendría muy bien a los psicopatas que nos quieren llevar mediante un gran reset a la Agenda 2030. Y no lo digo yo, Klaus Schwab, el señor que dirige el Foro Económico Mundial, habló en Davos sobre el “Great Reset” antes de iniciarse la Tragipandemia. Predijo públicamente en julio un escenario devastador en el que un ciberataque provocaría un “apagón completo del suministro eléctrico, transporte, servicios hospitalarios, nuestra sociedad en su conjunto” (en sus propias palabras).
Como explica este forero en este hilo sobre un posible apagón eléctrico y de internet:
En el momento en que dependemos más que nunca de internet y de la electricidad, como consecuencia de las restricciones, van tirar del enchufe y provocar el caos más absoluto, para luego, aprovechando este terreno fertilizado con el miedo y la incertidumbre, forzar enormes cambios sociales y económicos, y en último lugar un Nuevo Orden Mundial global.
¿Y la solución contra nuevos ciberataques? Pues obligarnos a utilizar una identificación digital biométrica para acceder a internet.

Después da consejos, no se queda en que la catástrofe sea inevitable.
 

Después de la Covid, Davos se encamina hacia el Gran Reinicio


F. William Engdahl
New Eastern Outlook
lun, 25 ene 2021 00:00 UTC

Traducido por el equipo de SOTT.net en español

Con la presidencia en EE.UU. de Biden, Washington se ha reincorporado a la agenda del calentamiento global de los Acuerdos de París. Con China prometiendo a bombo y platillo que cumplirá las estrictas normas de emisión de CO2 para 2060, el Foro Económico Mundial está a punto de desvelar lo que transformará nuestra forma de vida en lo que el jefe del FEM, Klaus Schwab, denomina el Gran Reinicio. No se equivoquen. Todo esto encaja en una agenda que ha sido planeada durante décadas por viejas familias ricas como Rockefeller y Rothschild. Brzezinski lo llamó el fin del Estado nación soberano. David Rockefeller lo llamó "un gobierno mundial". George H.W. Bush, en 1990, lo llamó "Nuevo Orden Mundial". Ahora podemos ver mejor lo que planean imponer si lo permitimos.
chess pieces
El Gran Reinicio del Foro Económico Mundial es un despliegue del siglo XXI para una nueva forma de control total global. "Sólo tenemos un planeta y sabemos que el cambio climático podría ser el próximo desastre global con consecuencias aún más dramáticas para la humanidad. Tenemos que descarbonizar la economía en el breve plazo que nos queda y volver a armonizar nuestro pensamiento y comportamiento con la naturaleza", declaró el fundador del FEM, Schwab, sobre la agenda de enero de 2021. La última vez que estos actores hicieron algo de alcance similar fue en 1939, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial.

Estudios de guerra y paz

En aquella época, la Fundación Rockefeller financió un grupo estratégico de alto secreto que trabajaba en el Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York. Se conocía como Estudios de guerra y paz, y estaba dirigido por el "Haushofer de Estados Unidos", el geógrafo Isaiah Bowman de la Universidad Johns Hopkins. Antes de que los tanques Panzer alemanes hubieran entrado en Polonia, ya estaban planificando un mundo de posguerra en el que Estados Unidos surgiría como único vencedor y sustituiría a los británicos como potencia hegemónica mundial.

La formulación de unas Naciones Unidas dominadas por Estados Unidos y el orden monetario de Bretton Woods basado en el dólar formaban parte de su proyecto. En 1941, cuando Estados Unidos entró formalmente en la guerra, el grupo del CFR envió un memorando al Departamento de Estado de Estados Unidos: "Si se declaran objetivos de guerra que parezcan preocupados únicamente por el imperialismo angloamericano, ofrecerán poco a los pueblos del resto del mundo. Hay que hacer hincapié en los intereses de otros pueblos. Esto tendría un mejor efecto propagandístico".

Ese exitoso proyecto ha sido el marco de lo que Henry Luce, en 1941, llamó el Siglo Americano, y duró hasta hace muy poco.

Ahora esas mismas familias, incluyendo de nuevo la Fundación Rockefeller y los Rothschild en la persona del Lynn de Rothschild y su "Consejo para el Capitalismo Inclusivo con el Vaticano", se están moviendo para crear la siguiente generación en su búsqueda de la dominación global. Se llama el Gran Reinicio. Requiere un gobierno global, un tablero significativamente respaldado por el jesuita Papa Francisco. Su hombre de relaciones públicas, Klaus Schwu, es un protegido confeso del infiltrado de Rockefeller Henry Kissinger, desde sus días hace 50 años en Harvard.


Comentario: Ver: La peligrosa alianza de Rothschild y el Vaticano de Francisco


"Reconstruir mejor"


En mayo de 2020, cuando el coronavirus había provocado bloqueos por pánico a nivel mundial más allá del brote inicial de Wuhan, el príncipe heredero británico Carlos junto con el fundador del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, desvelaron lo que fue llamado alegremente el Gran Reinicio. Los líderes políticos y empresariales del mundo utilizan cada vez más términos como "el Gran Reinicio", o "la Cuarta Revolución Industrial" y el llamamiento a "reconstruir mejor" que prefiere la Administración Biden. Todos ellos están anclados en el mismo conjunto de drásticos cambios globales. El Green New Deal (Nuevo acuerdo verde) estadounidense y el Green Deal (Acuerdo verde) europeo de la UE forman parte de ello.

El hecho más llamativo de la agenda del Gran Reinicio es que está siendo promovida por las mismas familias de plutócratas ultrarricos responsables de los defectos del actual modelo económico mundial. Ellos, no nosotros, han creado la ruina de los campos orgánicos y de la naturaleza con su glifosato Roundup (marca de herbicida) y sus pesticidas tóxicos. Han arruinado la calidad del aire de nuestras ciudades con los modelos de transporte que nos imponen. Crearon el modelo de "libre mercado" de la globalización que ha arruinado la base industrial de Estados Unidos y de las naciones industriales de la UE. Ahora, mientras nos culpan de una supuesta emisión catastrófica de CO2, nos condicionan a aceptar la culpa y ser castigados para "salvar a la próxima generación" de Greta y sus amigos.

La Cuarta Revolución Industrial


Detrás de la seductora retórica de los Poderes fácticos sobre la creación de un mundo "sostenible", se esconde una agenda de eugenesia cruda, de despoblación a una escala nunca antes vista. No es humano, de hecho, algunos lo llaman "transhumano".

En 2016, el jefe del FEM, Schwab, escribió un libro titulado Shaping the Future of The Fourth Industrial Revolution (La conformación del futuro de la Cuarta Revolución Industrial). En él, describe los cambios tecnológicos que se avecinan con la cuarta revolución industrial de los teléfonos inteligentes 5G, el internet de las cosas y la inteligencia artificial que enlazan todo con todo para tomar por nosotros las decisiones más banales como comprar más leche o bajar el volumen de la estufa. Al mismo tiempo, los datos se centralizan en corporaciones privadas como Google o Facebook para monitorizar cada respiración que hacemos.

Schwab describe cómo las tecnologías de nueva generación, que ya están desplegando Google, Huawei, Facebook y otras innumerables empresas, permitirán a los gobiernos "inmiscuirse en el espacio hasta ahora privado de nuestras mentes, leyendo nuestros pensamientos e influyendo en nuestro comportamiento... Las tecnologías de la cuarta revolución industrial no se limitarán a formar parte del mundo físico que nos rodea, sino que se convertirán en parte de nosotros", dijo Schwab. "Los dispositivos externos actuales (desde los ordenadores portátiles hasta los auriculares de realidad virtual) se implantarán casi con toda seguridad en nuestros cuerpos y cerebros".

Schwab añade: "Lo que la cuarta revolución industrial provocará es una fusión de nuestra identidad física, digital y biológica". Entre esas tecnologías de fusión están los "microchips implantables activos que rompen la barrera cutánea de nuestro cuerpo", explica Schwab. Estos "dispositivos implantables probablemente también ayudarán a comunicar los pensamientos que normalmente se expresan verbalmente, a través de un teléfono inteligente "incorporado", y los pensamientos o estados de ánimo potencialmente no expresados mediante la lectura de las ondas cerebrales y otras señales". No sé ustedes, pero yo no estoy deseando que el Estado o Google lean mis ondas cerebrales.


Comentario: El plan anterior debería asustar a cualquier individuo cuerdo y relativamente sano, al menos lo suficiente como para entender que no se debe aceptar fácilmente una violación mental.


Control de nuestra alimentación


El aspecto que confunde a muchos es la plétora de grupos pantalla, ONG y programas que conducen todos al mismo objetivo: el control drástico sobre cada miembro de la sociedad en nombre de la sostenibilidad, la Agenda 2030 de la ONU. Ningún punto es más ominoso que sus planes para el futuro de nuestra alimentación. Después de crear el actual sistema de agricultura industrial globalizada, el agronegocio, un proyecto iniciado en la década de 1950 por la Fundación Rockefeller, los mismos círculos ahora abogan por una agricultura "sostenible" que significará un cambio a falsos alimentos editados genéticamente, carnes sintéticas hechas en laboratorio y demás, llegando a incluir gusanos y malas hierbas como nuevas fuentes de alimentos.

El Schwab del FEM se ha asociado con algo llamado Foro EAT, que se describe a sí mismo como un "Davos para la comida" que planea "establecer la agenda política." EAT fue creado en Suecia en 2016 con el apoyo del Wellcome Trust del Reino Unido (establecido con fondos de GlaxoSmithKline), y el Instituto Potsdam alemán para la Investigación del Impacto Climático. Las carnes sintéticas editadas en laboratorio están siendo apoyadas entre otros por Bill Gates, el mismo que respalda a Moderna y otras vacunas editadas genéticamente. EAT trabaja, entre otros, con Impossible Foods y otras empresas de biotecnología. Impossible Foods fue cofinanciada inicialmente por Google, Jeff Bezos y Bill Gates. Recientes resultados de laboratorio mostraron que la carne de imitación de la empresa contenía niveles tóxicos de glifosato once veces más altos que su competidor más cercano.

En 2017, EAT lanzó FReSH (Food Reform for Sustainability and Health, en español Reforma Alimentaria para la Sostenibilidad y la Salud) con el respaldo de Bayer AG, uno de los productores de pesticidas y OGM más tóxicos del mundo, que ahora es dueño de Monsanto; el gigante de los OGM y pesticidas de propiedad china Syngenta, Cargill, Unilever, DuPont e incluso Google. Este es el futuro alimentario planeado bajo el Gran Reinicio. Olvídese del tradicional agricultor familiar.

En su libro de 2020 sobre el Gran Reinicio, Schwab sostiene que la biotecnología y los alimentos modificados genéticamente deben convertirse en un pilar central de los problemas de carestía alimentaria a nivel mundial, problemas que la Covid ha exacerbado. Impulsa los OGM y especialmente la controvertida edición genética. Escribe que "la seguridad alimentaria mundial sólo se logrará si la normativa sobre alimentos modificados genéticamente se adapta para reflejar la realidad de que la edición de genes ofrece un método preciso, eficiente y seguro para mejorar los cultivos". Gates, socio del proyecto de Schwab desde hace años, ha defendido lo mismo.

EAT ha desarrollado lo que denomina "la dieta de la salud planetaria", que el FEM defiende como la "solución dietética sostenible del futuro". Pero según Federic Leroy, profesor de ciencias de la alimentación y biotecnología de la Universidad de Bruselas, "la dieta pretende reducir la ingesta de carne y lácteos de la población mundial hasta en un 90% en algunos casos y sustituirla por alimentos, cereales y aceites fabricados en laboratorio".

Como todo lo demás con el Gran Reinicio, no se nos dará una opción real en alimentación. EAT señala que se nos impondrá mediante "duras intervenciones políticas que incluyen leyes, medidas fiscales, subsidios y sanciones, reconfiguración del comercio y otras medidas económicas y estructurales". Todos nos veremos obligados a comer la misma dieta sintética o morir de hambre.

Esto es sólo un indicio de lo que se está preparando bajo el disfraz de los confinamientos por Covid-19 y el colapso económico, y 2021 será un año decisivo para esta agenda antihumana. La introducción de IA, robots y otras tecnologías digitales permitirá a los Poderes fácticos deshacerse de cientos de millones de puestos de trabajo. En contra de su propaganda, los nuevos puestos de trabajo no serán suficientes. Seremos cada vez más "redundantes". Todo esto parece demasiado surrealista hasta que se lee en sus propias descripciones. El hecho de que la cábala de las corporaciones y multimillonarios más influyentes del mundo se siente en la junta del FEM con el alumno de Kissinger, Klaus Schwab, junto con el jefe de la ONU y del FMI, con los directores ejecutivos de los mayores gigantes financieros del mundo, incluyendo Blackrock, BlackStone, Christine Lagarde del Banco Central Europeo, David Rubenstein del grupo Carlyle y Jack Ma, el multimillonario más rico de China, es prueba suficiente de que este Gran Reinicio no se está haciendo en el fondo pensando en nuestros verdaderos intereses, a pesar de sus almibaradas palabras. Esta agenda distópica es 1984 con esteroides. La Covid-19 no fue más que el preludio.
F. William Engdahl es consultor de riesgos estratégicos y conferenciante, graduado en políticas por la Universidad de Princeton y autor de grandes éxitos de ventas sobre petróleo y geopolítica, en exclusiva para la revista online "New Eastern Outlook".
 


¿Quién se cree esto?⬇️⬇️Jajajajajajaja!!

 


"La Orden Masónica del Fundador con distintivo rojo constituye la más alta condecoración que puede conceder la Masonería Española y está reservada a soberanos, jefes de Estado y personalidades que destaquen «por su labor en bien de la humanidad, la promoción del conocimiento de la Masonería en la sociedad o el desarrollo de las libertades cívicas y de la educación»."


Digo yo que se le concederá a los jefes de Estado que lo acepten, no?
¿O es obligatorio aceptarlo aunque no comulgues con los masones?
 
¿Será esto verdad? Me parece tan crazy como posible, explicaría tanto secretismo con los contratos y las ganas se seguir pinchando a la gente cuando hay tratamientos, hasta facebook que ya tiene su muñeco puesto ha aceptado ahora la HCQ.
"La fase tres de investigación dura entre 3 y 5 años. Ellos pidieron bienes naturales como garantía. Vienen acá a pasearse como si fuese una colonia", cuestionó.
"Ellos pidieron como garantía una nueva ley con bienes inembargables que incluía glaciares y permisos de pesca".
"Cuando digo los glaciares no es casual, porque hace dos semanas el agua dulce comenzó a cotizar en Wall Street. No nos olvidemos que el dueño de Pfizer es el fondo Black Rock, el mismo que trató de impedir la reestructuración de deuda argentina", apuntó.
 
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