El príncipe Carlos de Borbón-Parma, padre del "nuevo" miembro de la familia real holandesa. CORDON
El príncipe Carlos de Borbón-Parma tuvo en 1997 un hijo fuera de su matrimonio. Ahora el joven reclama su apellido y sus derechos
Sin comerlo ni beberlo, Holanda está apunto de reconocer a un nuevo príncipe de los Orange. Carlos Hugo Klynstra fue un chaval obediente durante su infancia, pero cuando cumplió la mayoría de edad decidió rebelarse y hacerse valer. Inició una batalla legal contra su propio padre,nada más y nada menos que un príncipe de los Orange y el duque de Parma, Carlos Javier, pretendiente carlista al trono de España. Siempre quiso llevar el apellido de su progenitor y sobre todo, la etiqueta de Alteza Real el Príncipe.
Ahora tiene 21 años y es el primer bisnieto, al menos biológicamente, de la reina Juliana y el príncipe Bernardo. La princesa Irene de los Países Bajos siempre temía, desde su nacimiento, que su nieto extraoficial tomase este paso contra la familia: exigir el apellido, los títulos nobiliarios y las otras pretensiones herederas que le corresponden de su padre Carlos, quien lo tuvo durante "un pasado personal doloroso", según sus propias palabras.
El Consejo de Estado holandés ha recibido este lunes la petición de Carlos Hugo y con toda probabilidad, tendrá una respuesta afirmativa: es su derecho ser un príncipe Orange. Este veinteañero ya ganó una demanda anterior de su padre, quien intentó impedir que sangre de su sangre pueda convertirse en su Alteza Real el príncipe Carlos Hugo Roderik Sybren de Borbón de Parma. El Ministerio de Justicia y un tribunal de La Haya ya le dieron la razón al joven.
Nació el 20 de enero de 1997 y desde ese día solo ha llevado sus apellidos maternos, los de Gitte, nombre de pila de Brigitte Klynstra de Hummeloo, que entonces tenía 38 años. Ella y el duque de Parma son amigos de la infancia, y han mantenido una relación durante años, pero nunca han llegado a casarse o a vivir juntos. El bebé, Carlos Hugo, fue un deseo de Gitte, que -según el progenitor- se comprometió a "excluirles" de cualquier "relación familiar" de padre-hijo.
Un acuerdo con la madre
El actual duque de Parma tenía 26 años cuando el pequeño Carlos Hugonació fuera del matrimonio. Nunca negó la paternidad de su hijo biológico, pero siempre ha rechazado tener vínculos familiares legales con él porque prevalece el no interrumpir la línea sucesoria de la Casa de Borbón y Parma. Un hijo mayor fuera de su matrimonio actual afectaría directamente a la herencia y nombre de su actual primogénito reconocido y legítimo.
El príncipe Carlos es el primer hijo de la princesa Irene y el príncipe Carlos Hugo de Borbón y Parma, fallecido en 2010, y desde 1975 pretendiente carlista al trono español, con el nombre de Carlos Hugo I. Por esta razón, se ha intentado mantener en secreto el nacimiento de un hijo fuera del matrimonio. Sin embargo, cuando la noticia se filtró a la prensa, el padre aseguró que "la decisión independiente de Brigitte de convertirse en madre" debe "respetarse" pero también su deseo de no reconocer a su hijo.
El príncipe, de nombre Carlos Javier de Borbón-Parma y Orange-Nassau, es también primo del rey de los Países Bajos, Guillermo Alejandro. Tiene dos hijas, pero también otros dos hijos: Carlos Hugo Roderik Sybren (1997) y Carlos Enrique Leonard (2016). Con su hijo no reconocido con Brigitte, contribuyó financieramente a su manutención, pero nunca interfirió en su educación, por ejemplo.
Batalla legal
Todo es cuestión de títulos, a pesar de que el duque de Parma no puede reclamar el trono holandés porque su madre, tan rebelde como su nieto extraoficial, se casó en 1964 conversa al catolicismo y sin el permiso del Parlamento holandés. Su esposo rechazó renunciar a sus pretensiones al trono español, lo que provocó que la princesa Irene cayera de la línea de sucesión de los Orange. Un año después, se casaron sin la presencia de ningún miembro de la familia holandesa.
La repulsión al duque se debía al apoyo de España a los nazis durante la guerra y a la decisión de Carlos Hugo de reconocer a Franco, el dictador del país, poco antes de las nupcias propuestas por la pareja. La reina Juliana y el príncipe Bernardo mandaron un avión militar a España para traer a su hija a casa, y no viajaron ellos mismos solo por las amenaza del Gobierno holandés de dimitir en bloque si la monarca ponía pie en suelo español.
Historia real aparte, y tras tres años de batalla legal de Carlos Hugo contra su Alteza, se espera que el Consejo de Estado se pronuncie dentro de unas seis semanas. Si hay una nueva incorporación a esta familia real, no habrá desfiles ni fiestas de bienvenida. Una orden judicial de la madre del joven demostró en 1999 que ambos son de la misma sangre. Ahora solo hace falta que se haga cumplir la ley holandesa, que ofrece a los hijos ilegítimos de la nobleza el derecho al mismo título nobiliario.
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