Revista de Música

LAS GRANDES OBRAS ORQUESTALES DE SCRIABIN.

Por Juan Manuel Cisneros

La personalidad del ruso Alexander Scriabin (1872-1915) siempre ha hecho de él una figura controvertida. Algunos han pensado que se trata verdaderamente de un genio, un visionario, mientras otros han visto en él a un desequilibrado cuya música fue entrando progresivamente en un callejón sin salida, quedándose en un solipsismo casi total a merced de sus extravagantes ideales. W. Austin dice que "su destreza se hacía cada vez más automática y su gusto se convertía en algo cada vez más absurdo". Sobre su música también hay opiniones dispares, desde los que consideran que sus creaciones más logradas son las piezas para piano en torno a 1903, mientras otros que conceden extraordinario valor a sus obras más ambiciosas de años posteriores, como las obras de orquesta que vamos a tratar en este artículo. Sí es cierto que se reconocen de modo general sus aportaciones a la música del siglo XX, sobre todo en el terreno de la armonía, y no hay que ser muy avezado para notar la clara influencia del "scriabiniano" Poema del Extasis en El Pájaro de Fuego de Stravinsky, obra de la que obtuvo grandes éxitos, o en la primera sonata de piano de un joven Prokofiev, o en el variado itinerario musical de un Szymanowsky. Algunos pianistas, como Horowitz, han demostrado especial preferencia por su música, y podemos decir que es un compositor que, si se entra adecuadamente en él, llega a fascinar, mientras que los que o no lo conocen o tienen referencias negativas de él, pueden estar toda su vida sin que les despierte la más mínima atención. Lo cierto es que parece ser un músico un poco "sectario", sobre todo en sus últimas creaciones, y quizá algo obsesivo en sus procedimientos compositivos, por lo que suele ser necesario compartir alguna obsesión con él para simpatizar totalmente con su música.

Aquí nos proponemos hablar sobre sus tres últimas y gigantes obras orquestales, el Poema del Extasis (que sería su cuarta sinfonía, antecedida por la tercera, el Poema divino, en la que no nos detendremos), Prometeo: el poema del fuego (quinta), y una última obra, verdaderamente singular y que el propio Scriabin dejó incompleta por su temprana y repentina muerte, la Preparación para el Misterio Final, completada por el compositor ruso A. Nemtin. Cada una de estas obras presenta una extraordinaria intensificación de la anterior en todos los sentidos -en los medios instrumentales, en la complejidad armónico-tímbrica, en el contenido asociado a ella, en la duración, etc.- incremento fuera de toda proporción entre el Prometeo y el Misterio. Cabe decir que si apreciamos la intensidad y el clima de una obra como el Poema del Extasis, a nuestro juicio sobrecogedora, imaginemos adónde habría llegado Scriabin si la muerte no le hubiera sorprendido tan pronto, teniendo en cuenta que el Misterio era sólo una parte de un vasto proyecto final. Puede ser interesante repasar algunos aspectos de la vida y obra de Scriabin para contextualizar adecuadamente la cuestión y presentarlo a los que aún padecen esa privación que supone el no conocerlo.

Scriabin arranca de una tradición de romanticismo pianístico bien consolidada, teniendo entre sus modelos sobre todo a Chopin y a Liszt; de Chopin toma la extrema dulzura de las melodías, la distinción y el gusto por las sutilezas armónicas, mientras que de Liszt va a tomar el énfasis, la voluntad de expresión, el carácter tremendo y a veces ajeno a toda medida "terrena" de su música, la tendencia a los trascendentalismos. Sobre este punto es inevitable la referencia a Wagner, la visión de la música como una revelación superior que conducirá a la salvación, y, por supuesto, la vocación mesiánica del compositor. Pero a diferencia del autor de Lohengrin, Scriabin no ve la purificación de la Humanidad ni en el pueblo alemán ni en el pueblo ruso, esto es, no parece estar contaminado de ningún nacionalismo, sino que se mantiene en sus ideales más allá de toda frontera o mediación particular, como un asunto entre el Hombre, sin distinciones, y lo Divino. En Scriabin, la concepción romántica de la música como perteneciente al dominio de lo sagrado va a alcanzar un nivel extremo de radicalidad. La música se va a convertir en el elemento capaz de obrar en el hombre el milagro de la transmutación, la purificación espiritual que no es otra cosa que la misión del género humano sobre la tierra, la salvación, o como se le quiera llamar. Scriabin siempre estuvo, desde muy joven -véanse las notas a su primera sonata con 20 años- muy interesado por la espiritualidad, lo que le llevó a acercarse cada vez más al misticismo teosófico y a las enseñanzas orientales. Viajaba abundantemente y también se sentía atraído por el pensamiento de Nietzsche y el socialismo, por contradictorio que parezca, aunque siempre haciendo de ellos interpretaciones de tipo esotérico, de acuerdo con sus ideales de salvación universal. En su música pianística parte de un romanticismo hiperdesarrollado a la manera de Rachmaninov -aunque con una tensión interna y un nervio ajenos al celebérrimo pianista, cuya música resulta como incapaz de volar al lado de la de Scriabin- para ir tomando un camino absolutamente personal e innovador, al que no son ajenos las conquistas del impresionismo debussyano ni las de la escuela de Viena. En su manera de escribir siempre va a dominar un virtuosismo de poderosos efectos, utilizando grandes masas de acordes junto a potentes bajos, y a la vez una tendencia a las irregularidades rítmicas, contraponiendo a menudo valores irreductibles en las dos manos dando una continua sensación de "rubato". Esto se ajusta a los testimonios sobre su propia forma de tocar, extremadamente delicada y sensual, donde sus libertades rítmicas desorientaban a algunos oyentes que no sabían como seguirle en su fluido y espontáneo discurso. No obstante se ha comprobado que, quizá sin darse cuenta, Scriabin compensaba "matemáticamente" los accelerandi con los ritardandi, lo que nos demuestra que detrás de su aparente desenfreno había un músico serio que conocía bien su oficio. Por otro lado, va a desarrollar una armonía muy peculiar basada en las relaciones de cuarta -y no de tercera, como en la armonía tradicional- que realmente no sólo constituyen los acordes, sino las propias melodías y en muchos casos son el elemento esencial de construcción de la música, a modo de principio estructural, en obras como la cuarta sonata de piano, o en el Prometeo. En esta última obra despliega su famoso acorde "místico" -do, fa sostenido, si bemol, mi, la re-, aunque no es difícil encontrarlo transformado en otras obras de la época. Otros elementos propios de su lenguaje son la composición en base a progresiones, que para algunos puede resultar un punto débil de su arte compositiva; la extraordinaria regularidad de la métrica de sus frases y la claridad en la forma musical, lo cual no deja de sorprender en una música tan soñadora y llena de pasión, de manera que compositores como Mozart o Brahms pueden en esto ser más "románticos" que él; o la obsesión por los dibujos con trinos en su última época -ver sonata 10- y por motivos o secuencias de acordes que se repiten en varias obras, lo que se puede apreciar en las creaciones de orquesta que nos están sirviendo de pretexto.

En el Poema del Extasis, obra de 1906, Scriabin parte de la gran orquesta de finales del Romanticismo, incluyendo ya una importante sección de percusión, y plantea un poema sinfónico en un movimiento en conexión con un texto poético del propio compositor, originariamente "Poema Orgiástico", que nos ilustra sobre su particular fusión de misticismo y sensualidad. En esta obra, que guarda una especial relación con la quinta sonata para piano, Scriabin enfrenta dos motivos musicales que se corresponden con sendos arquetipos; el primero representa el elemento femenino y sensual, el encantamiento y la seducción; marcado "con voglia languido" , es el que abre la obra, y se caracteriza por sus cromatismos y su elaboración por parte de los instrumentos de viento, en continuos juegos tímbricos y contrapuntísticos, sostenido por una armonía de novenas y acordes aumentados siempre cambiante. El segundo, que se va dejando ver más tarde, es confiado especialmente a la trompeta, y encarna el elemento masculino, la voluntad de acción, la fuerza generadora, la conquista capaz de vencer toda resistencia, y se basa en un motivo de cuartas ascendentes con ritmos punteados, donde la armonía se suele presentar más estable, a veces con notas pedales en los bajos. La partitura es verdaderamente emocionante de principio a fin, asombrándonos la maestría con la que Scriabin juega con las densidades, habiendo lugar para exquisitos pasajes apenas confiados a unos pocos solistas, y tremendas explosiones de toda la orquesta, para la más febril excitación y el más placentero sopor, sin olvidar momentos ágiles, de un detallismo nervioso, electrizantes, como el marcado "Allegro volando". Pero sobre todo se ha hecho famoso el final, verdadero éxtasis luminoso de explosión orquestal en do mayor, sobrecogedor en su fuerza elemental, que viene preparado desde mucho antes por una nota pedal do mantenida durante ¡cincuenta compases! por los bajos, mientras por encima el resto de la orquesta se entrega a un loco torbellino in crescendo, que de pronto se consume para dar lugar a un momento de misteriosa quietud, tocado de la magia de las notas del arpa, perfecta preparación para el imponente final.

En "Prométhée, Le Poème du Feu", Op. 60, Scriabin va aún más lejos en sus planteamientos. Es ésta una obra más sombría -no en vano para Scriabin el personaje de Prometeo es asimilable a Satanás- y quizá con una carga simbólica superior a la del Poema "extático", añadiendo por otro lado a la ya abultada plantilla orquestal un piano solista, un coro y el famoso "Clavier à Lumières", teclado de luces, nuevos elementos que juegan un papel determinado en la estructura simbólica de la obra -la orquesta es el "Cosmos", el piano solista es el "Hombre", etc.- Para esta creación, Scriabin idea un complejo y personal sistema de correspondencias entre colores, estados espirituales y sonidos, de manera que el teclado de luces proyectaría determinadas frecuencias luminosas sobre el auditorio sincronizadas con la música que estuviera sonando, lo cual no siempre se ha llevado a cabo felizmente en las diversas interpretaciones que se han dado de la obra. Resulta difícil imaginarse lo que hubiera ideado Scriabin con los medios técnicos actuales; basta pensar en las espectaculares puestas en escena de U2 o Jean-Michel Jarre para hacerse una idea. En esta obra podemos apreciar algunos rasgos del lenguaje armónico del último Scriabin, con sus complejos y disonantes acordes, las relaciones de cuarta aumentada como elemento constante; todo está muy lejos del dulcísimo lirismo o del aliento épico de obras anteriores como el concierto de piano o los estudios Op. 8, definitivamente Scriabin ha trascendido el romanticismo llevando la voluntad de expresión individual a honduras insospechadas. La entrada del piano en el Prometeo, marcada "imperieux", causa una especial emoción, se nos antoja como el héroe que, cargado de valor, hace su aparición internándose en un mundo de sombrías criaturas que quedan cegadas por su poderosa luz. La obra está llena de precisas indicaciones, siempre en francés -"voluptueux, presque avec douleur; avec dèlice; avec émotion et ravissement", etc.- y continuos cambios de tempo, como sucede con el Poema del Extasis, con el que guarda muchos puntos de conexión, hasta el punto de parecer que a veces hay citas de él en el Prometeo. No debemos olvidar las afinidades con sus obras pianísticas de la época -entre el Op. 62 y el Op. 70- lo que ha llevado a algunos a pensar que el lenguaje de Scriabin había llegado a un punto en el que no cabía ni evolución ni retorno, lo que le hacía repetir sus limitados esquemas en unas y otras obras. Otros acusan a su música tardía de "ininteligible", aunque resulta difícil sostener esto en Scriabin si pensamos en lo que ha dado de sí la música en nuestro siglo.

Por último, algunas notas sobre el "Misterio". Esta obra, que Scriabin sólo pudo dejar como proyecto, pretendía ser la "Preparación para el Misterio Final", una celebración mundial que tendría lugar en el Tibet y a la que seguiría una catarsis colectiva conducente a la desmaterialización del mundo, la deseada redención de la Humanidad. Resulta necesario contemplar con sentido crítico las desmesuradas ambiciones espirituales de Scriabin, si tenemos a la vista los suicidios colectivos de tantas sectas mesiánicas; verdaderamente la atracción hacia lo sagrado parece ser connatural a los hombres y en un mundo tan desacralizado como el occidental la religiosidad a veces reviste formas aberrantes y se extravía por caminos funestos.

En este gigantesco ritual la música sería sólo una parte, sabemos que habría unos textos y se realizarían oraciones, se proyectarían luces de colores y se liberarían esencias olorosas, hacia una experiencia total que abarcara el espíritu y los sentidos. Obviamente, tal "Misterio" no se ha llegado a realizar, pero el aspecto musical del proyecto de Scriabin sí ha podido ser completado, y para ello el compositor ruso A. Nemtin ha consagrado una importante parte de su vida. Comenzó investigando en la partitura con el objeto de elaborar una banda sonora para una película sobre Scriabin, pero debió de atraerle el asunto y se dedicó a ordenar y enlazar todos los fragmentos de música compuestos por Scriabin. Se trata de una obra para gran orquesta, piano solista, órgano, coro y soprano solista, de unas dimensiones espectaculares -165 minutos en la versión completa de Ashkenazy; hay que decir que antes de la existencia de la edición completa, relativamente reciente, se ofrecía una versión reducida que venía a ser una tercera parte- ; ha debido de costarle grandes esfuerzos al pobre Nemtin, que sacrificó su propia vida de compositor para sacar a la luz una edición completa en la que el vasto proyecto de Scriabin, al menos en lo musical, ha tomado forma.

Concluyendo estas breves notas sobre las últimas grandes obras sinfónicas de Scriabin, hemos de decir que nuestra valoración del genio ruso es, como puede esperarse, fundamentalmente positiva. Creemos que con todo su alucinado discurso y su música llena de extremos, Scriabin nos ha recordado que la música siempre ha sido, en las más variadas culturas, una experiencia integral que conecta al hombre con lo sagrado, una magia especial que le habla un lenguaje quizá no estrictamente racional pero cargado de "razones" y capaz de mover el espíritu con un poder y a veces con una violencia que nos retrotraen a tiempos míticos. Muchos años de conservatorios y de salas de conciertos nos pueden hacer olvidar que la música es una realidad viva, poderosa, por la que se manifiestan fuerzas capaces de despertar nuestros sentidos internos. Al margen de todo esto, Scriabin es un músico en toda regla que escribe magníficamente para el piano, tremendamente imaginativo y siempre capaz de efectos bellísimos, y sus contribuciones a la música del siglo XX, con la riqueza de su armonía, no dejarán dudas sobre su valor y significación.
 
VIAJE A TRAVÉS DE CHOPIN (II).

Por Rocío Cuenca Antón.

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Estimados internautas, si estáis leyendo esto, es que os habéis decidido a embarcaros en esta singular "travesía". En el último artículo , sólo hablamos de su niñez. Para "refrescar la memoria", decir que Chopin nace en Zelatowa Wola (1810) y a los pocos meses, su familia se traslada a Varsovia, donde empieza a dar muestras de su talento para el piano...

Una vez terminados sus estudios en dicha ciudad, se plantea su futuro como pianista y compositor. Al ver que en la capital polaca las posibilidades eran bastante reducidas, se ve obligado a marcharse a Viena (en aquellos momentos era uno de los centros más importantes e influyentes en música).

En 1.828 asistió a un concierto ofrecido en Varsovia por Hummel (uno de los más famosos pianistas del s. XIX). Realmente se quedó impresionado por su maestría en el piano, por lo que obtiene el convencimiento de que a él (Chopin) todavía le falta algo para alcanzar el dominio del instrumento.

Su primer viaje tuvo lugar ese mismo año, cuando en verano acompañó a Berlín a Félix Jarocki (profesor de Ciencias Naturales de la Universidad de Varsovia); allí tuvo la oprtunidad de asistir a diversos conciertos, representaciones de óperas, entre las que cabe destacar "Der Freischütz" ("El cazador furtivo") de Weber.

Uno de los sucesos que más impresionan a Chopin, es sin duda, la asistencia a dos deslumbrantes conciertos ofrecidos por Paganini en Varsovia durante 1.829. Como ya he dicho, queda realmente deslumbrado, al igual que Schubert y Schumann, ante los prodigios virtuosísticos del italiano, aunque también le impresionan la belleza tímbrica y delicadísimo fraseo que obtenía del vioín. Este triunfo hace pensar a Chopin que él también puede desarrollar una gran carrera como pianista, pero enseguida se da cuenta que las salas de conciertos y grandes auditorios no van con su temperamento (él estaba más apegado a lugares íntimos y pequeños).

Al poco tiempo, su padre decide solicitar una beca para que él pudiese ir a vivir a Viena, pero no lo consigue, por lo que recurre a las familias de la aristocracia polaca, que con tantos aplausos habían acogido a su hijo, pero aquí también encuentra la misma respuesta. A pesar de esto, Chopin decide viajar a Viena, y logra que el conde Gallenberg (director de los Teatros Imperiales) le ofrezca un contrato para presentarse como pianista y compositor en el Teatro de la Puerta de Corintia, dicho concierto tuvo lugar el 11 de Agosto de 1.829. Éste era el primero que ofrecía ante un público vienés y recibe una gran acogida. El público queda impresionado por las obras presentadas "Variaciones op. 2" y "Rondó op.14", pero lo que realmente impresionó fue su brillante improvisación sobre una canción polaca. Tal éxito consigue, que la empresa le da la oportunidad de un segundo concierto una semana más tarde. De nuevo obtiene un gran triunfo y en esta ocasión consigue llenar el teatro.

Camino de Varsovia, Chopin se detuvo en Praga y Dresde, provisto de numerosas cartas de recomendación para las personalidades de la nobleza amantes de la música. En Dresde, tiene la oportunidad de ofrecer un concierto privado en el palacio de un aristócrata, donde se encontró con una gran peculiaridad las damas que asistían a su recital se entretenían haciendo punto mientras él tocaba. El mismo Chopin escribe a sus amigos en una carta

"... Ante mis ojos centelleaban, no sólo los brillantes conque iban adornadas, sino las agujas de hacer punto que llevaban. No te lo tomes a broma, pero tal era la cantidad de agujas, que se podía tener un levantamiento general de aquellas señoras contra los caballeros que allí había con sus cráneos relucientes..."

De tal carta deducimos que sentido del humor no le falta.

En esta época conoce a la cantante polaca Konstancia Gladkawka, de la que se enamora perdidamente. Ella es la que le inspira el segundo movimiento del Concierto para piano y orquesta en Fa m (1.829) y el Pequeño Vals en Mi b Mayor. Él cuenta a su confidente, Woyciechowski, que encuentra en Konstancia a su ideal de mujer, a la que es fiel aunque todavía no haya hablado de sus sentimientos.

Paralelamente en Varsovia hay un claro clima revolucionario que desemboca contra la ocupación por parte de los rusos en Noviembre de 1.830.

Konstancia y Chopin coincidirían en el conservatorio. Al hablar de ella destaca su talento como cantante y artista. Chopin tiene alrededor de 20 canciones, las cuales datan casi todas del periodo comprendido entre 1.829 y 1.831, mientras mantenía su relación con Konstancia. Dichas canciones son sencillas, con textos de poemas polacos, y muchas de ellas son verdaderas declaraciones de amor (a pesar de su timidez, lo más probable es que Chopin le hubiera ofrecido algunas de ellas a Konstancia para que se las cantase). No se sabe la profundidad de su relación con ella, pero sí que ella se casó en 1.832 con un oficial ruso.

El 17 de Mazo de 1.830, Chopin muestra su gran capacidad creadora en un concierto celebrado en el Teatro Nacional de Varsovia. Con él como solista se interpretan dos obras para piano y orquesta el concierto en Fa m y la patriótica Fantasía sobre aires polacos op.13. En el evento también participa Konstancia cantando arias de "La donna del lago" de Rossini. El concierto, debido a su gran éxito, tuvo que repetirse unos días más tarde.

Posteriormente ofrece un concierto en el que toca dos variaciones op. 2 que serán publicadas. En Octubre, celebra lo que será su último concierto en Polonia. En él interpreta concierto para piano y orquesta en Mi m, en el que destaca su inspiración melódica y su personalidad pianística.

Chopin decide regresar a Viena y parte el 2 de Noviembre. Para la despedida destaca el pequeño poema de Konstancia, que nos da a entender la confirmación de un amor correspondido

"Sigues la azarosa senda del destino y a ello tenemos que resignarnos. Pero no olvides, ¡oh, inolvidable!, que en Polonia eres muy amado. Para lograr la corona de la gloria abandonas a tus amigos y a tu familia. Los extranjeros apreciarán, más tu valor y te amarán, sin duda, pero nunca tan hondamente como nosotros".

La noche anterior a su partida se dice que sus compañeros en una cena le regalaron una copa de planta llena de tierra de Polonia, para que llevara un recuerdo de su patria, pero parece ser, al no haber ningún indicio claro, que esto es un invento de su biógrafo M. Karrasowki. Lo que si es cierto es que su maestro Elner, le ofrece una canción esa misma mañana.

El viaje a Viena lo hizo con su amigo T. Woyciechowski. Tras pasar por diversas ciudades, llegan el 22 de Noviembre. Se alojan en la residencia de la baronesa polaca Lachmanowicz. Allí dispone de un gran piano y de la atención de su anfitriona.

Tras el éxito obtenido en su anterior visita, ve abiertas muchas puertas. Pero pronto se entera de la sublevación del pueblo polaco contra los rusos. No sabe si ir a su patria, pero tras hablar con su familia, su padre le pide encarecidamente que no vuelva. Chopin, que era consciente de su debilidad física, sabe que no podía servir como soldado; y su mejor defensa sería con la Música; su amigo Titus si vuelve a luchar por su patria.

De pronto, la situación de Chopin cambia, pues las familias de la aristocracia con la que se relaciona toman parte en favor de Rusia, porque sabían que una parte de Polonia estaba en manos austriacas y temen que si la revolución triunfaba ellos también perderían su parte de imperio. Este clima, en el excesivamente sensible y delicado Chopin, le produce una enfermedad. Lo atiende el doctor Halfatti, prestigioso médico italiano establecido en Viena y que había tratado al mismísimo Beethoven. Gracias al él se recupera pronto y para ganar algo de dinero decide dar un concierto en el Teatro de la Puerta de Corintia (donde lograba sus primeros triunfos). Sin embargo ahora las circunstancias cambiarían mucho, la asistencia del público fue bastante reducida, aunque la crítica le es muy favorable. La empresa le ofrece dar otro concierto, pero sólo si reducía a su cachet, a lo que él se niega por completo.

Chopin se da cuenta de que su estancia en Viena le iba a traer más problemas que alegrías por su condición de polaco, por lo que decide marcharse.

Aunque no todo en esta época (ocho meses en Viena) es malo compuso las ocho mazurcas en op. 6 y 7; y el Vals op. 18, entre otras piezas.

Espero que haya sido de vuestro interés y continuemos viajando con Chopin por Alemania, Londres... en nuestro próximo artículo.

Bibliografía:
AA.VV.: Piano Classics. Ediciones Orbis. Barcelona, 1997.
 
El dilema del Gloria de Vivaldi



Por Eusebio Ortega Cerezo

El repertorio coral de Antonio Vivaldi (Venecia, 1678 - Viena, 1741) fue descubierto durante el presente siglo, cuando entre los años 1926 y 1930, salieron a la luz los que se conocen como "los manuscritos de Turín", que contenían más de trescientas obras del mencionado autor. Parte de los manuscritos se hallaban en un convento de clausura y el resto estaba en manos de un particular. El material mencionado se halló repartido en dos lugares distintos, por cuestiones de herencia. Con el aporte económico de un banquero de la familia Foà, se solucionó la cesión del material residente en el convento, pero hicieron falta muchas gestiones, y la intervención de la Iglesia, para que el poseedor del resto del material, un miembro de la nobleza descendiente de los Giordano, aceptara su cesión o venta a la Biblioteca Nacional de Turín, que es donde se halla en la actualidad. Por todo lo anterior, el material encontrado en este siglo se conoce como la colección Foà-Giordano, para distinguirla del resto de su obra, parte publicada en vida (1) y parte descubierta con anterioridad al siglo veinte.

Alfredo Casella (Turín, 1883 - Roma, 1947), fue uno de los primeros en acceder a las obras religiosas para coro de Vivaldi. A él se le atribuye el estreno del Gloria RV 589, en el Festival Vivaldi de Sienna, en 1939, tras más de doscientos años de silencio desde que fuera escrito en 1713 (2).

Casella ha pasado a los libros de historia como un ferviente defensor de la música contemporánea, además de ejercer como compositor, pianista, director de orquesta y escritor.

Posee un catálogo muy extenso de obras que incluye obras para teatro, -ballet (comedia coreográfica), fábulas musicales, óperas de cámara- así como sinfonías y conciertos, repertorio camerístico, obras para piano solo y música para voces solistas y diversas agrupaciones corales.

En su biografía se citan como "notables" las transcripciones del Islamey de Balakirev para orquesta, la 7ª sinfonía de Mahler para piano a cuatro manos y la Rapsodia española de Albéniz entras otras.

Existen dos referencias interesantes en las diversas reseñas biográficas que pueden hallarse relativas a Casella (3). Por un lado, en 1917 fundó la Sociedad Nacional de Música, con la ecléctica finalidad de difundir la música contemporánea, y la música antigua inédita, tanto italiana como extranjera, para lo cual contó con la colaboración de d'Annunzio y de Gian Francesco Malipiero (1882 - 1973), músico con una biografía muy similar a la de Casella, aunque de difícil adscripción a una escuela o corriente, ya que pasa por ser un compositor del siglo veinte que ha asimilado las influencias de Monteverdi y Vivaldi; por otro, en 1923 fundó con Malipiero y Labroca, la Corporazione delle nuove musiche, interesada en el resurgir del gusto musical en Italia. Sean ciertas una o las dos referencias, no deja de ser curioso hasta qué punto han estado próximos los autores de dos versiones diferentes de una misma obra, ya que son precisamente ambos, Casella y Malipiero, los autores de esas dos versiones del Gloria RV 589, de Vivaldi, que contando con diferencias tan sustanciales como para ser tenidas en cuenta, han servido de excusa para plantear el presente dilema.

En principio, y por lo que se refiere a Casella, es lícito pensar que un músico experimentado en áreas de la música como la transcripción de obras, la composición y la dirección de orquesta sabe qué se trae entre manos cuando lleva a cabo la reducción de una obra como el Gloria de Vivaldi, que no es más que una parte de una misa completa, a la que le faltarían el kyrie, credo, sanctus y agnus dei.

Cabría la posibilidad de que Casella hubiera usado un manuscrito con una hoja de menos, quizá extraviada, pero dado que esto afectaría a la musicalidad de la obra, así como al texto, es de suponer que tanto el reductor como el autor de la versión, habrían notado la diferencia.

Es posible que el manuscrito que la editorial Ricordi hiciera llegar a Casella para su transcripción fuera el primero que viera el compositor, y por tanto no le planteara ninguna duda.

Un hecho que resulta curioso es que un catálogo reciente de la editorial Ricordi, editado en castellano, ofrece la versión de Casella, y no la de Malipiero, cuando por contra, la única versión que es posible encontrar en un comercio de esta ciudad -la consulta se ha llevado a cabo en tres de ellos-, es ésta última, al parecer reimpresa en 1997.

También desconozco, dado que no está disponible, si la versión de Casella que ofrece la editorial Ricordi en la actualidad está corregida, o aún hoy carece de los cinco compases que la diferencian de la versión de Malipiero en lo relativo al segundo movimiento, Et in terra pax hominibus, al margen de otras pequeñas diferencias (4).

De todo lo anterior pueden surgir algunas preguntas, de entre las cuales cabe destacar: ¿por qué, existiendo una versión del Gloria RV 589 de Vivaldi, de 1943, se tomó la molestia, la misma editorial, de sacar a la calle otra versión, en 1970, a cargo de un autor diferente, y que presenta algunas variaciones con respecto a la primera? y en este último caso ¿por qué no incluye esta versión -al menos así sucede en la reimpresión de 1988- alguna nota que justifique la duplicidad?

¿Se debe al hecho de que la primera tenía erratas desconocidas entonces, o quizá existen al menos dos manuscritos de la mencionada obra? Esto no se sostiene después de echar una ojeada al catálogo de la obra de Vivaldi, tal y como es posible hacer en el libro monográfico de Michael Talbot sobre Vivaldi (5), o en la página de libre acceso que la Universidad de Quebec ha puesto en Internet (6), relativa a la obra de dicho autor.

Además, otras editoriales importantes como la Kalmus, solo ofrecen en su catálogo una sola versión de la obra en cuestión, en este caso, una versión manuscrita firmada en 1967 y editada por el mismo autor que llevó a cabo la versión del Magnificat de Pergolesi, Clayton Westermann. La versión del Gloria de este autor, según propia confesión, esta basada en las fuentes originales, es decir, las partituras manuscritas de Vivaldi, que forman parte de los fondos de la Biblioteca Nacional de Turín. Un detalle interesante es la mención que hace Westermann, en el prefacio al Gloria, relativa a que "los errores hallados en otras ediciones han sido corregidos". Cuando habla de "otras ediciones" ¿se refiere a ello en general, como parece dar a enteder? ¿es una referencia velada a la edición de Ricordi llevada a cabo por Casella en 1943? No hay que olvidar el hecho de que la versión de Westermann y la de Malipiero, son conincidentes salvo algún pequeño error de edición, al parecer inevitable. Dicho de otra manera, Malipiero se permite corregir a Westermann, aunque sea levemente.

Me temo, y esto lo digo a modo de conclusión, que no existe nada claro al respecto del dilema que da título a este artículo, salvo todo lo relativo a los propios hechos, a saber, que existen dos versiones de una misma obra publicadas sin justificación aparente por una misma editorial, pero sólo una de ellas, la más reciente, se graba en la actualidad (7). La única forma de resolver la cuestión pasa por acceder al catálogo original de la editorial Ricordi y efectuar la consultar sobre todo el material disponible relativo al Gloria de Vivaldi (8).



NOTAS

1.- Apenas cuarenta sonatas y unos cien conciertos fueron publicados en vida de Antonio Vivaldi, la mayoría en Amsterdam ( "Historia de la música occidental, 2", Grout-Palisca, Alianza Música)

2.- Enciclopedia Multimedia Anaya, "Del Barroco al Romanticismo", CD nº 1, "El Barroco".

3.- "Diccionario New Grove", Stanley Sadie, epígrafe dedicado a Casella, Alfredo.

4.- Dichas diferencias afectan al cuarto movimiento, Gratias agimus tibi y al quinto, Propter magnam gloria.

5.- "Vivaldi", Michael Talbot, Alianza Música.

6.- La dirección es: http://infopuq.uquebec.ca/USS1010/CATAL/VIVALDI/VIVA.HTML.

7.- Como lo demuestran grabaciones tan dispares como la de Nikolaus Harnoncourt con el Concentus Musicus de Viena para el sello Teldec (1994), o la más reciente de Vittorio Negri con la Royal Concertgebouw Chamber Orchestra para Philips (1998).

8.- El mencionado catálogo es accesible a través de Internet (http://www.ricordi.com/cataloghi/classica/search.cfm ) pero no incluye todos los datos de cada una de las ediciones, de manera que al final opté por enviar un escrito a Ricordi, con la esperanza de que con la respuesta, revelasen la solución de este enigma. Pero no fue así. Interrogados al respecto de las posibles diferencias que pudieran existir entre ambas versiones, desde la propia editorial Ricordi contestaron con el argumento de que las diferencias afectaban a la dinámica y las articulaciones, la agrupación de los sistemas, la presencia o no de los crescendo o diminuendo y la numeración de los compases.
http://filomusica.com/filo3/nuevor.html
 
VIAJE A TRAVÉS DE CHOPIN (III).

Por Rocío Cuenca Antón.

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Estimados internautas me dispongo a escribir el artículo correspondiente a este mes, con gran entusiasmo e ilusión para ofreceros algo de vuestro interés y agrado. En el último número, estuvimos de travesía con Chopin por Varsovia, Viena (en ocasiones acompañado por su amigo Titus Woyciechowski) , estrenando sus dos conciertos para piano (en Fa m y mi m), conociendo a uno de sus amores la cantante Konstancia Gladkoska (con la que no llegó muy lejos en el campo amoroso)...

Tras su breve estancia en Varsovia por segunda vez, Chopin viaja a Alemania, más concretamente a Munich, donde fue bien recibido. De su estancia allí, destaca la interpretación de su concierto para piano nº 1, teniendo gran éxito. De Munich, prosigue su viaje a Stuttgart. Allí se entera de la caída de Varsovia,y de cómo Rusia vuelve a dominar la situación, quedando Polonia bajo su mandato. En el tiempo que permaneció en Stuttgart (concretamente dos meses) compone varios de sus estudios op.10, entre los que se encuentra el famoso revolucionario (Do m) que según la tradición, lo compuso al recibir la noticia de que Varsovia había caído, movido por sus sentimientos patrióticos...

Chopin, al ver la situación de su país, reconoce que no puede volver, por lo que decide seguir su viaje hacia París. Llega el 11 de septiembre de 1.831. Una vez allí, se queda impresionado de forma negativa, según lo comentó a un amigo suyo (Kumelski) "Este pueblo lleva al extremo el esplendor y la miseria. A cada paso pueden descubrirse carteles sobre enfermedades venéreas y hay más ruidos, gritos, suciedad y bullicio de lo que se puede imaginar. Nadie se preocupa por lo que está haciendo su vecino... En París se puede uno divertir, reir, llorar, hacer todo lo que a uno le plazca, sin llamar la atención puesto que hay miles de personas que hacen lo mismo, y cada uno vive como le apetece...".

Para situarnos, convendría recordar que Francia, durante el año anterior, había vivido acontecimientos que sitúan la grandeza y triunfo del Romanticismo estreno de "Hernani" de Víctor Hugo, "Sinfonía fantástica" de Berlioz; en cuanto al nivel político, cae Carlos X y sube al trono Luis Felipe, Duque de Orleans...

Volviendo con Chopin, tras esa primera impresión se va acostumbrando poco a poco a la vida y cultura parisinas... Llega en un momento de gran esplendor cultural, destaca Balzac, Hugo o Dumas en la Literatura; en el terreno de la pintura Delacroix (quien será gran amigo suyo) y Carot; en música Rossini (aunque se acaba de retirar), Mayerbeer, Berlioz... pero quien sobresale es F. Liszt por su genio como intérprete y compositor.

Liszt nos muestra un retrato de Chopin al llegar a París "El conjunto de su persona era armonioso. Su mirada más espiritual que soñadora. Carecía de cualquier atisbo de amargura. Su aspecto distinguido, elegante y su aristocrática presencia hacía que de manera natural se le tratase como a un príncipe...El timbre de su voz era ligeramente apagado, su estatura media, y su figura tenía un aspecto frágil."

Al entrar a formar parte de los ambientes artísticos, conoce al pianista y compositor Friedrich Kalkbrenner, quien era considerado uno de los mayores virtuosos de su tiempo. Éste, al escuchar a Chopin, le aconseja que mejore aspectos de su técnica, que según él era poco vigoroso y con sonido débil. Chopin no poseía la fuerza en los dedos de Liszt (por ejemplo), pero la belleza de su sonido y los matices que lograba obtener ,hacían inconfundible su personalidad... Chopin accede y da clases con él, pero al poco tiempo decide dejarlas y seguir tocando en su estilo. Pese a esto, ambos mantienen una gran amistad, incluso Chopin dedica obras como su concierto para piano en Mi m...

El 26 de febrero de 1.832, debuta en París como pianista y compositor, interpretando sus variaciones op. 2 y su concierto para piano y orquesta en Fa m. Tuvo gran éxito tanto en la crítica como en el público, por lo que se le abren todas las puertas de la aristocracia. Cuenta con la admiración de Rossini, Berlioz, Liszt, Bellini, Mayerbeer... y con el apoyo y protección de la familia Rothschild (riquísimos banqueros judíos, quienes le permiten vivir con un mayor desahogo económico).

Una vez obtenida la fama, recure a otra manera rentable de obtener dinero dar clases particulares a hijos de altas personalidades, ya que no le gustaba demasiado ofrecer grandes conciertos por los nervios durante los días previos. También se da cuenta, que por su salud y limitada potencia física, no puede competir con las sonoridades de Liszt, Kalkbrenner... Lo que a él le gusta, es el roce con la buena sociedad, el salón pequeño y elegante...

Durante 1.832 - 1.833, aparece en varios conciertos tocando partituras dos, tres, cuatro de Beethoven, Mozart... y en algunos casos colabora con Liszt. Hasta 1.838 no vuelve a dar conciertos en público, tan solo ofrece alguno en el Conservatorio en sesiones dirigidas por Berlioz, y así recaudar fondos para Polonia.

Hasta diez años más tarde (1.848) no vuelve a dar un recital (en este caso en Londres), lo cuál demuestra su poco agrado hacia tales eventos. Durante ese tiempo se dedica a su faceta de compositor, para la cuál tenía menos facilidad de lo que se pudiera pensar pulía las obras durante meses, e incluso años, con un afán de perfeccionismo.

Pese a estar en París, no olvida a su amada Polonia, y forma parte de la sociedad literaria polaca. Cultivó la amistad de numerosos compatriotas, destaca el gran poeta polaco Mizkiewick, aunque también es amigo de Balzac, Musset y Delacroix, (como anteriormente mencioné); y entre las amistades femeninas, la princesa Belgiojoso y la condesa polaca Delphine Potocka.

Las relaciones entre Chopin y Potocka son dificiles de establecer con seguridad. Ya en 1.945 aparecieron unas cartas de amor sacadas a la luz por una descendiente de la condesa, que diversos expertos (Gastone Belotti, Adam Zamoyski) admitieron como verdaderas. Después resultaron ser falsas, aunque seguramente nada tuvo que ver con ello, la aristócrata que lo sacó a la luz se suicidó en 1.949.

Chopin conoce a la familia Potocka de su época en Varsovia, de las valadas aristocráticas... En 1.831, la condesa Potocka se separó de su marido y debido a la insurrección polaca, se marchó a Paris a vivir. Era una mujer rica, joven y muy bella. Sabía tocar bastante bien el piano y poseía una excelente voz. Su forma de vida estaba muy vinculada al mundo del arte y la cultura, era una vida libre, e incluso las malas lenguas decían que era libertina, pero es probablemente una exageración de las limitaciones femeninas.

En 1.832 entra a dar clases con Chopin y se propagan rumores favorecidos por la mujer de Hoffman (médico que trataba a Chopin) de que la condesa entraba como simple alumna y pasaba la noche en casa de Chopin...

Chopin en sus cartas es muy discreto, en lo que se refiere a sus aventuras galantes, y tan sólo la menciona en una carta a su familia en 1.847, como una dama que había estado en uno de sus conciertos.

Por las noticias ofrecidas por el pintor Delacroix, sabemos que en la última enfermedad de Chopin ella estuvo al tanto de su evolución y fue a visitarle en varias ocasiones... Se conserva una carta que ella escribió en Julio de 1.849, en la que le dice que le mande noticias de sus fuerzas y ánimos. Ella sufre al saber que está solo ante el dolor y la enfermedad. Espera verle como muy tarde a primeros de Octubre.

A mediados de Octubre la condesa llega a la casa de Chopin, quien se encuentra al final de su desdichada existencia. Ella permanece junto a él hasta el mismo día 17 en el que la muerte le acoge. A petición de Chopin, cantó algunas canciones en polaco para hacer mas dulce sus últimos momentos.

Con respecto a las obras compuestas durante su estancia en Paris destaca su "Gran dúo para piano y violonchelo" (sobre temas de la ópera "Roberto el diablo" de Mayerbeer) que se estrenó en 1.832; con la ópera "Ludovic" de Hérolad también escribió su Introducción y variaciones op.12; destaca el Bolero op.19, Allegro de concierto op.46; pero no observamos obras de calidad hasta la composición completa de la Balada y op.23, de un conjunto de estudios que posteriormente formarán la op. 25.

Sus obras iban ganando en estima y popularidad no sólo en Polonia y Francia, sino que en Alemania, Schumann, se rinde a él, descubriendo en él a un verdadero genio.

En Inglaterra al principio no gozó de tanta estima, porque pensaban que sobrevaloraban su importancia en Francia, pero con el tiempo también se rinden a él, por su altísima calidad y extraordinaria belleza.

Aunque Chopin no regresa nunca a su patria, como estamos viendo hace viajes por países europeos. Entre ellos destaca que en 1.834 viaje a Agrisgran para asistir al Festival del Rin..., en 1.835 en verano, va al balneario de Karlsbad donde se encuentra con sus padres, por primera y última vez desde que sale de Polonia. Desde allí, se dirige a Dresde, donde se reune con la familia Wodzinski, perteneciente a la nobleza polaca, y a la que conocía de su infancia.

La relación de Chopin con la familia Wodzinski se remonta a su infancia, cuando los tres hijos varones de los condes, son enviados a estudiar a Varsovia, y se hospedan en el pensionado de los padres de Chopin. Tras estallar la guerra en 1.830, los Wodzinski se trasladan desde Polonia a Ginebra, y posteriormente a Dresde, estableciéndose allí en 1.835.

Cuando Chopin los encuentra allí, es tratado con gran cordialidad. Al ver a la menor de las hijas, María, se enamora ya que la joven posee grandes cualidades. Además de ser una muchacha muy guapa y elegante, tocaba muy bien el piano y componía, lo cual a Chopin le agradó mucho.

Biógrafos suyos hablan de este amor como el más profundo de Chopin, aunque la figura de George Sand tuviera más importancia; otros en cambio, que su sentimiento no fue correspondido.

Desde Dresde se dirige a Heildelberg, donde pasa unos días recuperándose porque se pone enfermo. De allí, va a París, donde recibe una carta de María, que según biógrafos de Chopin, probablemente fue dictada por su madre, en los que le pedía que cuidase en París de su hermano Antek, el cual era un poco atolondrado y poco formal.

Chopin atiende a este joven en su casa, lo presenta en salones, lo lleva a representaciones... pero no muestra el menor interés... Tras algunos préstamos y viendo que no se los devolvía, Chopin decide poner fin a su crédito.

En 1.835, Chopin, vuelve a caer gravemente enfermo (tanto que incluso los periódicos de la época habían dado la noticia de su muerte). Aunque ya el joven Antek no vive en su casa, recibe de la condesa frecuente correspondencia, pidiéndole que vigile a su hijo.

En 1.836 Chopin permanece en el balneario de Marienbad durante mes y medio, donde vuelve a coincidir con los Wodzinski. Allí vive un romance con María. La condesa acuerda un futuro matrimonio con su hija.

Chopin, ya contaba con un claro reconocimiento y prestigio internacional, pero a pesar de eso, sus padres no se decidían a casar a María con él, debido a su mala salud. Tras las vacaciones en Marienbad, la condesa le pide tiempo, ya que su hija era demasiado joven. Chopin acepta, y a pesar de pagar las deudas que Antek había dejado en París (antes de irse a España a luchar en la 1ª Guerra Carlista), de comprar a María una sortija de compromiso de gran valor, y de enviarle un piano que la madre había solicitado sin mandarle la cuenta, deciden en 1.837 que el compromiso se anule definitivamente. Pero lo asombroso es que María no dice nada al respecto, como si no tuviera voz ni voto.

El destino a esta joven le jugaría una mala pasada. En 1.841 se casa con el conde J. Skarbek, pero a los dos años el matrimonio se anula por el tribunal de la Rota, por no haberse consumado, ya que era impotente. En 1.848 se vuelve a casar con otro aristócrata polaco, pero queda viuda al poco tiempo, a causa de la tuberculosis que también se lleva a su hijo.

Como vemos, Chopin lleva una vida bastante ajetreada en cuanto a amores se refiere, pero todavía nos queda por descubrir a otro, quizás el más importante... Pero eso será en el próximo artículo. ¡Hasta pronto!

Bibliografía:
AA.VV.: Piano Classics. Ediciones Orbis. Barcelona, 1997.
http://filomusica.com/filo4/vchopin.html
 
EL PRIMER CONCIERTO.

Por Cristina Gallego García.

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¿Recuerdas la primera vez que fuiste a un concierto? Quizás cuando eras pequeño, con tus padres, con algún profesor, con tus amigos o compañeros... El ambiente puede ser distinto para cada uno de nosotros, pero deseo que la experiencia fuera tan gratificante que no se haya quedado en una única vez. Un compañero de esta revista también nos ha contado la suya (creo que no es necesario recordarte su sección). Yo no relataré la mía...

Hace pocos días asistí a un concierto didáctico/sinfónico en el Conservatorio Superior de Música de Málaga, con un público muy especial niños de 6 a 9 años. Mi artículo este mes será sobre el mencionado concierto.

Dentro de los Programas Educativos Municipales que ofrece el Ayuntamiento de esta ciudad, hay uno dedicado a la Música. Este curso escolar el programa consta de

Ensayos generales de la Orquesta Ciudad de Málaga (O.C.M.)

Va destinado a escolares de Educación Secundaria Obligatoria (E.S.O.), y tiene lugar en el Teatro Municipal Miguel de Cervantes.

Conciertos didácticos escolares.

Son conciertos a cargo de la O.C.M., en los que el programa a interpretar está especialmente pensado para el público asistente. Existen cuatro programa diferentes adecuados a la edad de los alumnos (desde 1º de Educación Primaria hasta 4º de E.S.O.).

Conciertos de Música de Cámara de la O.C.M.

Los conciertos se celebran en los centros educativos participantes (tanto de Primaria como de Secundaria).

Conciertos de la Banda Municipal de Música.

También destinados a centros escolares de enseñanza obligatoria.

Una vez presentadas todas las actividades propuestas para el curso escolar 1999-2000, me centraré en la que yo he asistido.

Los niños ese día llegaron muy ilusionados a clase ¡era la primera vez que iban a un concierto!. En su colegio, en Educación Infantil comienza el primer acercamiento a la música, ya que ésta se considera esencial para el desarrollo integral de los alumnos. Pero la experiencia del concierto era nueva para estos alumnos de Primaria.

Una vez dentro del Conservatorio, nos dirigimos a la Sala Manuel de Falla... y cuando todos los colegios que acudían ese día llegaron, empezó el esperado concierto. El director, Gregorio Gómez, presentó las diferentes familias de instrumentos que conforman la orquesta, con una explicación muy amena ("En primer lugar afinaremos la orquesta. ¿Os gusta como suena?... El señor del violonchelo no lo puede coger con el brazo, como el del violín; por eso lo sujeta con una pica... El contrabajo produce el sonido más grave de su familia, es también el más grande...").

Los niños mostraron un enorme interés por las explicaciones. Después de presentar a cada instrumento, el músico que lo tocaba, interpretaba una pequeña melodía para que los niños se fueran familiarizando con el sonido. Quisiera destacar el interés que han puesto los músicos de la O.C.M. para integrar a los niños en este mundo. A modo de ejemplo diré que al presentar el trombón de bara, el músico tocó "la canción del negrito de Cola-Cao", que todos los niños conocían; con el fagot, la música de la película de Disney "El aprendiz de Brujo"...

Y después de las presentaciones, interpretaron el siguiente programa

Pequeña música nocturna -- W. A. Mozart
Sinfonía de los juguetes -- L. Mozart

El Danubio Azul (fragmentos) -- J. Strauss

Polka de caza -- J. Strauss

Vals de las flores -- P. I. Tchaikosky

Danza de la edad dulcísima -- P. I. Tchaikosky

Cascanueces (Danza China) -- P. I. Tchaikosky

Juego de niños (Galop) -- G. Bizet

La gaite pariniense (Obertura) -- J. Offenbach

Marcha Radetzky -- J. Strauss

Los niños disfrutaron con todas las interpretaciones. Os contaré algunas anécdotas para verificar mi afirmación en la Sinfonía de los juguetes les encantó el sonido de la carraca y el silbato ("suena como un pájaro"); con el Danubio, se imaginaban bailando en el salón de un palacio; la Polka de caza tenía la misma vitalidad que los niños; con el Cascanueces se quedaron sorprendidos (el curso pasado incorporaron esta música en un teatro que hicieron sobre China, sólo con las primeras notas que sonaron les resultó familiar, y ¡ya ha pasado más de un año desde que lo escucharon por última vez!); en la Gaite Pariniense, el director pidió la colaboración de un niño ¡todos querían salir!, sólo uno fue elegido, pero todo el público participó con las palmas al son de la música... Y así podría seguir describiendo todo lo ocurrido, pero con esta frase lo sintetizo la experiencia la volverán a repetir porque les ha encantado.

Con este programa, el área de servicios educativos del Ayuntamiento de Málaga, se propuso ofrecer a los escolares de todas las edades un acercamiento a la música de forma lúdica y agradable, sin olvidar el aspecto didáctico, propiciando una actitud positiva en los alumnos para que continúen desarrollando hábitos de escucha, atención y respeto en este tipo de espectáculos. Este objetivo se ha visto cumplido.

Desde aquí quiero felicitar a todas las personas que hacen posible los programas educativos municipales, y en especial a la Orquesta Ciudad de Málaga (con su director titular Alexandre Rahbari), ya que la propuesta tiene muy buena acogida todos los años. La O.C.M. hizo su presentación el 14 de Febrero de 1991 en el Teatro Municipal Miguel de Cervantes, concluyéndose así el proyecto por el que Málaga había estado trabajando (con la colaboración del Excmo. Ayuntamiento y la Junta de Andalucía), para crear una orquesta de gran calidad. Gracias a la profesionalidad y entrega de sus músicos, han hecho posible atender un extenso programa de actuaciones con la colaboración de directores y solistas de elenco internacional, y lo seguirán haciendo.
http://filomusica.com/filo5/cristi.html
 
"LA PEQUEÑA CRÓNICA DE ANA MAGDALENA BACH"

Por Eusebio Ortega Cerezo

El libro al que me refi
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ero en el título pasa por ser un texto anónimo del que, como mucho y siendo benévolo, se abrigarían muchas dudas de que hubiera sido escrito por la segunda esposa de Johann Sebastian Bach. Esto ha sido así, al menos en el ámbito de la lengua en castellano, donde el engaño ha llegado a calar tan hondo como para despistar a un autor tan lúcido e informado como Enrique Martínez Miura. Tal es así que en la introducción a su libro sobre Bach (Ediciones Península, primera edición: abril de 1997) califica al texto que estamos analizando como falso, y un poco más abajo como fuente espuria ya que “La pequeña crónica...” habría sido fantaseada a partir del libro de Forkel -Leipzig, 1802; existe traducción al castellano de Adolfo Salazar, Méjico, 1950- y sirve únicamente como testimonio del aumento del interés por Bach en el mercado editorial de los primeros decenios del siglo XIX. Confieso que tras la lectura de la supuesta autobiografía, también yo pensé algo similar. Tuve claro desde el principio que el autor del libro debió ser un personaje que viviera en el siglo XIX. Y es que el texto está salpicado de imágenes románticas, como aquella en la que un joven y brillante alumno del Kantor de Leipzigagoniza mientras este sujeta entre sus manos las del moribundo. Hay que descubrirse ante la autora del texto -lo narra en primera persona una mujer- porque es mérito suyo el haber conseguido colocarnos tantas pistas erróneas de la gran pista errónea, a saber, la de la autoría, porque no puede ser casual, no debemos suponerlo así, la elección de un determinado tono para contextualizar un relato, la elección de un determinada estética.

Por que el texto del que estamos hablando no es anónimo, y si alguna razón ha debido tener la Editorial Juventud -octava edición, 1998, traducción del alemán de Carlos Guerendiain- para mantener al lector español sometido a este engaño, cuesta sostener que ésta sea la ignorancia -no puede haber tanta-, ya que tal y como puede leerse en la solapa, este libro, cuya primera edición apareció en Alemania en forma anónima,... no parece tener precisado ni el siglo de su aparición en el mercado, no ya la identidad de su autor. Quizá porque es más romántico así, o porque se vende mejor un libro cuya autora podría ser la esposa del personaje biografiado.

Hubiera sido preferible que la editorial española se comportara con más seriedad. Porque sí, “La pequeña crónica...” tiene una autora, pero no es Ana Magdalena, sino Esther Meynell, que pasa por ser una musicóloga inglesa, y que publicó el libro en inglés en 1925, de forma anónima, aunque ante el éxito de ventas obtenido, se dice que se vio obligada a reconocer su propia autoría y desde entonces se publica así, tal y como sucede con las traducciones francesa y alemana que pueden adquirirse hoy en día en los países en los que se hablan estas lenguas. En el caso especifico del idioma alemán, la traducción más antigua que he podido hallar data de 1957, de forma que me temo que ni la primera edición del libro apareció en Alemania, ni se trata, aunque lo parezca, de un testimonio del aumento del interés por Bach en el mercado editorial de los primeros decenios del siglo XIX.

Reconozco que la lectura del texto me resultó en ocasiones irritante, ya que está lleno de detalles de los que, aún teniendo a la fuente documental por cierta, habría que poner en duda, como es el caso del final de la narración, donde J.S. Bach una vez ciego, recupera la vista unos instantes para contemplar por última vez a su amada, antes de morir -otro cuadro genuinamente romántico. Pero quizá no anda tan mal encaminada Esther Meynell, ya que si bien la anécdota resulta en apariencia fantasiosa, sería por otra parte reveladora del amor que ambos esposos se profesaban, conclusión a la que ninguno de los biógrafos de Bach, anteriores a Klaus Eidam, habría llegado salvo este mismo -vease el Capítulo VI de “La verdadera vida de Johann Sebastian Bach”, Siglo XXI editores, primera edición: diciembre de 1999- y la propia Esther Meynell, aunque en este caso de forma poética.

De manera que parece ser que, pese a nuestros propios prejuicios, “La pequeña crónica...” tiene una autora, que es posible que en algún caso se dejará llevar por la fantasía pero que se documentó bien para llevar a cabo el trabajo que realizó -en definitiva, una suerte de novela histórica-, hasta el punto de que fue ella la que en primer lugar contradijo a todos los anteriores biógrafos de Bach, y a los posteriores hasta Eidam, sobre determinados aspectos de la “bondad” de su estancia en Leipzig. Léase a tal efecto, el final del capítulo XVIII de la obra citada de Eidam.

De manera que, y esto lo digo a modo de colofón, si bien no podemos, por la forma que presenta, catalogar al libro como una buena fuente documental, deberíamos al menos otorgarle el respeto de lo que en el fondo es: una historia novelada y bastante bien documentada.
http://filomusica.com/filo5/monbach.html
 
CINE Y MUSICA: LA SINFONIA DEL PROFESOR HOLLAND

Por Ángel Riego Cue

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En el tratamiento que ha dado el cine a la profesión docente, cabe distinguir varios grupos, según la temática principal de la película: las hay que se centran en la escuela como medio de prevención o lucha contra la delincuencia juvenil, y todos recordamos a Glenn Ford en su magnífico papel de profesor en "Blackboard Jungle" de Richard Brooks (1955, en España, "Semilla de maldad"); sobre las complejas, a veces tortuosas, relaciones profesor-alumno, un título que nos viene inmediatamente a la memoria es "Term of Trial" (1962, en España "Escándalo en las aulas"), donde un profesor maduro, interpretado por Laurence Olivier, despierta el amor en una joven alumna que, frustrada, terminará por acusarlo de abusos deshonestos, llevándolo a juicio.

Pero si hablamos de la carrera docente como vocación, de la satisfacción que causa el haber formado a una generación tras otra, el haber influido en sus vidas, no hay duda que "la" película por excelencia es "Adiós, Mr. Chips", que dirigió en 1936 Sam Wood con Robert Donat como el inolvidable profesor Chipping, "Chips", y que conocería dos "remakes", uno musical de 1969 con Peter O'Toole, y otro de 1984.

Es a esta última a la que más nos recuerda la que ahora nos ocupa, "Profesor Holland" (Mr. Holland's Opus, 1995), con la que por primera vez en esta serie de comentarios no tratamos de un film sobre un compositor o intérprete célebre, sino sobre un personaje creado por el guionista Patrick Sheane Duncan: un profesor que imparte la asignatura "Apreciación Musical" en una High School norteamericana (el equivalente a un instituto de bachillerato).


La profesión de maestro difícilmente supone el salto a la fama para quienes la ejercen, más bien es una labor oscura y callada, cuyos frutos se notan al cabo del tiempo en las personas a las que el profesor ha formado. Exige tener vocación por esta labor, y no simplemente el deseo de tener un puesto de trabajo estable, que encima permita disfrutar de cierto tiempo libre. Algo así es lo que busca Glen Holland al principio de la película, buscar una vida estable tras diez años de pianista de clubs nocturnos, "hacer su trabajo lo mejor posible", ganar dinero y escapar al finalizar las clases. La propia directora del centro le llamará la atención: un maestro no sólo debe transmitir conocimientos, sino orientar vocaciones, despertar interés en sus alumnos.

La situación cambiará cuando Glen se entere de que su mujer Iris está embarazada. Irá tomando interés por su labor docente, irá descubriendo que la vida se disfruta más cuando hay un trato humano más directo. Acabará siendo el favorito de sus alumnos.


La acción del film comienza en 1964, al poco tiempo del asesinato del presidente Kennedy, un momento que parece seguir vivo en la memoria histórica de los nortemericanos, al menos a juzgar por la cantidad de películas recientes ambientadas en esa época. El propio instituto, cuando llega Holland, está cambiando su antiguo nombre por el de "John F. Kennedy". A partir de ahí, transcurren treinta años de historia, hasta que a mediados de los 90 las autoridades educativas del Estado deciden recortar el presupuesto educativo, y suprimir la asignatura de "Apreciación Musical", jubilando a Holland, que si al principio odiaba tener que dedicarse a la enseñanza, al final no deseaba otra cosa que seguir haciéndolo.

Para mostrar el paso del tiempo, se eligen algunas imágenes representativas de cada época, de presidentes norteamericanos, y de acontecinientos como la guerra de Vietnam o la toma de rehenes en la embajada USA en Irán. La película, en ese sentido, nos da la impresión de querer imitar a "Forrest Gump", sin llegar a su altura. No deja de ser curioso que una de las imágenes "representativas" de los 80-90 sea ver a una pareja gay haciendo manitas por la calle.

En general, "Mr. Holland's Opus" es una película correctamente narrada, con un interesante argumento que podría haberse explotado más, pero difícilmente se le puede considerar una gran película. Para ello debería haber contado con un director más inspirado que el correcto Stephen R. Herek, conocido sobre todo por "remakes" de títulos clásicos del cine, como "Los Tres Mosqueteros" (1993) o "101 Dálmatas" (1996). Un ejemplo de una escena que podría mejorarse es cuando Holland enseña cómo tocar el clarinete a una chica que tiene el complejo de ser la inútil de su familia: el profesor le hace apreciar la música, le enseña que la música es para disfrutar tocándola, y el cambio producido en ella es enorme. Sin embargo, esta escena parece desarrollarse demasiado rápida, en la vida real esos cambios requieren más tiempo.


Lo mejor de la película son algunas interpretaciones, comenzando por el papel titular, encarnado por Richard Dreyfuss, inolvidable protagonista de películas de Spielberg como "Tiburón", "Encuentros en la tercera fase" o "Always", y cuya caracterización al comienzo del film nos recuerda, curiosamente, a Dmitri Shostakovich. Dreyfuss estuvo nominado al Oscar en la edición de 1996 por este trabajo. Otra interpretación destacada es la de Olympia Dukakis como la directora del centro, que terminará confesando a Holland que él ha llegado a ser su profesor preferido.

No podemos dejar de mencionar la música de Michel Kamen, con una composición ("American Symphony") de más de 8 minutos, en la que se supone que Holland trabajó durante esos 30 años (!), y de la que sólo se escucha en la película su parte final, la más charanguera. En el disco de la BSO se puede escuchar entera, y nos encontramos con una síntesis de estilos modernos "comerciales" desde las fanfarrias heroicas a lo John Williams, hasta un estilo minimalista cercano a Michael Nyman. En suma, es al menos una composición más cuidada que lo que habitualmente se escucha en la música de cine.


Por lo demás, como es habitual en el cine americano, nos encontramos con las "historias humanas" de costumbre, que hacen que la acción se siga con cierto interés, pues "ocurren cosas": así, el chico negro a quien tanto costó enseñarle a tocar el tambor para que pudiera formar parte de la banda, y que moriría en Vietnam; la chica con talento para el canto, que se revela con una puesta en escena de Gershwin para el festival de fin de curso, y que le llegará a ofrecer a Holland fugarse con ella a New York... En conjunto, la mayor tragedia humana de la vida de Holland es que a su hijo, a quien ponen por nombre Coltrane, como homenaje al músico de jazz, es sordo. Un hecho este, de su vida personal, que afecta también a su vida profesional: cuando les explique a sus alumnos que Beethoven conocía las notas musicales porque era sordo "pero no de nacimiento", lo dirá con una emoción especial: es otro de los momentos de la película que habría mejorado si hubiera sido narrado de forma algo menos explícita.


En relación con la sordera de su hijo, hay un otro pasaje que va más allá de la anécdota, e ilustra la importancia que tiene la música, o cierto tipo de música, en nuestras vidas, y es cuando Cole se indigna porque su padre le dice que han matado a John Lennon, pero "tú no sabrás ni quién es, claro". Con su lenguaje de gestos, le hace saber a su padre que lo que Lennon significa es muy importante ¡¡hasta para un sordo!!

De aquella época (finales de 1980) mis recuerdos son que en Estados Unidos la muerte de Lennon provocó una conmoción que algunos compararon con la producida por el asesinato de John F. Kennedy. En España, el suceso tuvo una cobertura informativa mucho menor, pero aun así en medios como el diario "El País" se presentó su figura como de una importancia capital en la historia de la música, al menos en la historia reciente. En medio de la exaltación oficial de Lennon al Olimpo de la creación musical, sólo recuerdo ahora mismo como voz discordante la de un prestigioso musicólogo español que escribía al mes siguiente, en la revista de música más veterana del Reino, que Lennon era "un muchacho de Liverpool que llegó a enriquecerse con la música sin necesidad de conocer los rudimentos de este lenguaje".



La dedicación de Holland a la enseñanza le quitó tiempo para dedicarse a componer, y en el homenaje final que le rinden sus alumnos le dicen que ellos son las notas de su sinfonía. Al igual que Mr. Chips, que nunca había podido tener un hijo (pues su esposa murió al dar a luz, y el niño no sobrevivió), pero "sus alumnos eran todos hijos suyos". Con la diferencia de que Mr. Holland además sí pudo escribir su sinfonía. En ese homenaje también participa aquella chica inútil para el clarinete que se ha convertido en ¡la gobernadora del Estado! Cosa curiosa, y que un espectador europeo posiblemente no entienda, es cómo teniendo amistades en tan altos puestos, la decisión de suprimir la asignatura de Holland no sea revocada.

Dentro de lo habitual en el cine americano, que no se caracteriza precisamente por la gran profundidad conceptual, sí se puede advertir en la película una cierta reflexión sobre la carencia que puede provocar en la formación de los seres humanos los recortes en la enseñanza de las Humanidades: a todos esos alumnos a los que Holland influyó tan positivamente en su vida, ¿cómo les habría ido sin él?

Y es que a eso vamos, mucha enseñanza técnica y de "cosas útiles", pero poco o nada de lo que antes se llamaban "humanidades", y los resultados tardan en notarse, pero acaban saliendo a la luz. Piénsese en los suicidas de la secta Heaven's Gate, por ejemplo, que en gran parte eran expertos informáticos. Aunque para explotar más a fondo este tema hubiera hecho falta, como se ha dicho, otro enfoque, y otro director, y otra película.
http://filomusica.com/filo5/holland.html
 
VIAJE A TRAVÉS DE CHOPIN (IV).

Por Rocío Cuenca Antón.

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Nuestro último artículo lo cerrábamos haciendo una breve mención a la aparición de George Sand en la vida de Chopin. En éste, profundizaremos sobre la figura de esta controvertida mujer y acerca de su relación con Chopin.

Tras haber finalizado definitivamente la relación con María Wodziska, Chopin entabla relaciones con George Sand, a quién conocía anteriormente. Cabe mencionar que tras la ruptura con María, hasta que entabla relaciones con Sand, son meses muy tristes en los que compone la famosa "Marcha Fúnebre" (que más tarde incluiría en la Sonata nº2).

La relación con G. Sand se va haciendo más extrecha durante los meses de otoño-invierno de 1.837-1.838. Esta mujer, tal y como dijimos en el último artículo, desempeña un papel fundamental en la vida de nuestro compositor. Por ello vamos a conocer como era la personalidad de esta mujer.

Amandine Lucie Aurore Dupin, más conocida como George Sand, es sin duda una gran personalidad. Seis años mayor que él, cuando lo conoció, ésta ya tenía una amplia experiencia como escritora y mujer de mundo.

Para algunos estudiosos de Chopin, la postura que ella mantiene en su relación, la comparan a una "mantis religiosa", que lo explota y cuando estaba en su lecho de muerte lo abandona. Otros, sin embargo, opinan que es una madre que aparta de su lado todos los problemas, preocupándose por crearle un ambiente ideal en el que puede dar rienda suelta a su capacidad creadora, de forma que no perdiera el tiempo con situaciones no propicias. Seguramente sería ambas cosas a la vez.

Ella nació en Nohant (Berry) el 1 de Febrero de 1.804. Desde muy pequeña, presenta una personalidad extraordinaria, contando además con una educación muy amplia y variada.

Su vida amorosa, es bastante abundante: a sus 18 años se casa con el barón Dudevant, pero su matrimonio fue mal y al poco tiempo se separaron, ya que ella era una mujer independiente y con una personalidad excesivamente fuerte como para resignarse a un hombre mediocre y vulgar.

En 1.830, en Paris, empieza a ganarse la vida escribiendo en periódicos. Al mismo tiempo, comienza a utilizar indumentaria masculina, fuma puros y colecciona amantes.

En 1.831, es cuando utiliza por primera vez el seudónimo de George Sand, en su novela Indiane. En 1.837 comienza su relación con Chopin. Al estallar en 1.848 la revolución de Paris, se proclama en favor de los obreros y desheredados, lo cual le supone el rechazo por parte de las autoridades. En lineas generales podemos decir que se rodea de grandes amistades y también enemistades, feminista "avant la lettre", destacado por la influencia en los novelistas europeos de su época, entre ellos Rosalía de Castro.

Tras esta breve reseña de su vida, entraremos de lleno en la trayectoria que ambos realizan juntos. La relación que mantienen viene a durar aproximadamente unos nueve años. En la época en la que inicia su relación con Chopin, ella estaba manteniendo otra con F. Mallefile, por lo que decide abandonarle, pero éste, al enterarse de que le abandona por Chopin, se encara con ella, amenazándola con pistola. Por suerte los hechos no llegan a mayores, pero todo Paris se entera del acontecimiento. Para evitar habladurias, deciden alejarse de la ciudad por un tiempo y el destino escogido viene a ser Mallorca. Viajan por separado para evitar comentarios (por un lado G. Sand con sus dos hijos y sirviente; por el otro Chopin).

Por fin llegan el 8 de Noviembre. Durante una semana se alojan en un consulado francés para pasar a una hermosa villa, Sant Vent, gracias a los oficios del cónsul. Chopin está realmente encantado con el paisaje, clima... pero su felicidad se verá truncad muy pronto, ya que a finales de Noviembre, enferma y tiene una grave crisis de tuberculosis que se hace pública y se ven obligados a desalojar la villa, teniendo además que pagar los gastos de desifección de la misma.

La pareja, se niega a marcharse de la isla, y encuentran un nuevo lugar donde vivir. Se transladan a la cartuja de Valledemosa, (a 15 km de Palma). Sand se muestra bastante contenta con el cambio (así lo refleja en sus escritos); en cambio Chopin es menos entusiasta: "... Mi celda tiene forma de amplio ataud...".

Su permanencia en la Cartuja , tiene nefastas consecuencias para la salud de Chopin, debido a la humedad, mala ventilación de la celda... En cambio, a nivel artístico, es muy fructífero, ya que compone el conjunto de sus Preludios, el Schuzo en Do menor, la Gran Polonesa op. 40/2...

A pesar de todo, su estancia no fue feliz, y este hecho termina repercutiéndo en sus relaciones con G. Sand; por lo que tarde achacaría ella a su enfermedad . Tampoco contribuyen el trato recibido por parte de los lugareños, ya que al ver que no asistían a las celebraciones religiosas y descubrir que la pareja no estaba casada, les hacen un boicot: en el mercado (les pedían precios desorbitados por los productos...). Según nos cuenta G. Sand, con el dinero que gastaban, se hubieran dado festines en París. Como curiosidad sabemos que se compraron una cabra para que Chopin tuviera leche fresca.

Pero en la Cartuja, no había ningún piano, por lo que Chopin, escribe a su amigo C. Plegel pidiéndole que le envíe uno. Mientras éste llegaba, alquila uno, que resultó ser de muy mala calidad. Por fin, en enero de 1.839 llega el piano, en el cual pudo componer y tocar (su colección maestra de 24 Preludios op. 28...). Sólo pudo disfrutar del piano un mes aproximadamente, ya que el 13 de febrero abandonan la isla. A pesar de su gran calidad, lo vendieron en muy malas condiciones, ya que nadie quería un piano que "había sido tocado por un tuberculoso".

Debido al grave estado de salud de Chopin, se ven obligados a abandonar la isla. Cuando llegan a Barcelona, es atendido por un médico llamado Costa, que consigue reanimarlo en muy pocos días. Allí se alojan en el Hotel de las Cuatro Estaciones.

El día 22 de febrero embarcan con destino a Marsella. Por aquella época, la gravedad de la enfermedad de Chopin era conocida por todos, y sabemos que el director del hotel les cobra en la cuenta final la cama en la que había dormido Chopin, aludiendo que tenía que quemarla.

Por fin llegan a Marsella, y allí es atendido por el doctor Cauviére, que lo somete a un tratamiento con el que mejora (tiene más apetito...). G. Sand quiso que Chopin la acompañara a un viaje por Italia durante dos semanas, en el mes de mayo. Al regresar, se fueron a la casa que la escritora poseía en Nohant, donde pasaron el verano. Al llegar a la casa, Chopin pesaba 45 kg. (lo que nos da una idea de su fragilidad). Durante esos meses lo atiende el doctor Papet. Sand se porta muy bien con Chopin, cuidándole con gran cariño y procurando todas las comodidades para que él pudiera trabajar libremente. En este periodo compone su sonata en si bemol menor, nocturno op. 37/2.

Una vez pasado el verano, deciden regresar a Paris, llegando el 12 de Octubre. Allí el compositor se instala en el número 16 de Rue Pigalle, en dos apartamentos. A pesar de que busca a alumnos a los que dar clases y así obtener dinero, no consigue cubrir el pago de los dos alquileres, por lo que Sand, le alquila uno y puede estar más cerca de él.

La fama que Chopin tenía como músico y compositor era muy grande, por ello todas las personalidades le quieren oir tocar. Así el 29 de Octubre ofrece un recital privado en Saint Cloud ante el rey Luis Felipe.

Pese a su mejoría de salud, en la primavera de 1.840 vuelve a tener claros síntomas de recaida, lo cual no le impide seguir trabajando en sus composiciones, dando clases y manteniendo estrechas relaciones con los exiliados.

El 26 de Abril de 1.841, Chopin ofrece uno de sus escasos conciertos públicos, lo que atrajo la atención de todo Paris, llenándose el aforo a pesar de los altos precios.

Liszt, siempre generoso y sin recelos ni envidias, elogia al que podía ser su único rival, escribiendo un laudaterio artístico sobre ese evento.

El éxito que obtuvo, tanto de crítica, público y sobre todo económico, hace que se repita el evento al año siguiente. Aunque cobraba bastante por las ediciones de sus obras, sigue dando clases para mantener su nivel de vida, lo cual le resta tiempo para su composición, creándole por ello serias discusiones con su amigo, el poeta Mickiewiez, ya que él le achaca que tiene demasiadas irritaciones.

Dejando por un momento la biografía de Chopin, analizaremos la relación existente entre éste y Falla.

Aunque a primera vista, parece no haber demasiadas relaciones entre los dos, si miramos en profundidad, observamos que ambos son los compositores más representativos de sus patrias, reciben de la música popular el alimento esencial para su creación artística, expresando la esencia del folklore debidamente purificado...

Aunque la obra de Chopin alcanza su máxima expresión en el piano y la de Falla en la orquesta, este último también tiene obras para dicho instrumento, así destacan: Fantasía Bética, la Noche en los Jardines de España, las 4 piezas españolas... y otras de juventud como el Vals capricho, la Serenata andaluza o el Nocturno (donde hay ecos chopinianos).

Falla conoce la obra de Chopin gracias a su madre, que era una excelente pianista aficionada. Pero su relación va mucho más allá. En 1.933 se celebró un homenaje en honor a Chopin en la cartuja de Valldemossa, y encontrándose Falla allí, se le pide que escribiese algo para tal evento. El decide componer una obra coral con texto de Verdejuer utilizando la música de la Balada en Fa mayor op. 38 de Chopin. Falla, le da el nombre de Balada de Mallorca.

La relación más importante de ambos, es la establecida en la ópera Fuego Fatue, que estaba inspirada en música de Chopin. Falla no la llega a terminar (debido a cuestiones morales a causa del libreto de María Martinez Sierra), tan sólo orquesta varios números. Pero no es totalmente desaprovechado, ya que con los fragmentos manuscritos Antonio Ros Manbá realiza en 1.976 una suite que se estrena en el festival de Granada ese mismo año.

Amigos, ya hemos concluido nuestro artículo. Espero veros en el próximo, ya dando los toques, que se aventuran finales a nuestro gran y apasionado viaje. ¡Hasta pronto!

Bibliografía:
AA.VV.: Piano Classics. Ediciones Orbis. Barcelona, 1997.
http://filomusica.com/filo5/vchopin.html
 
ANDREW PARROTT, NUEVO ARTISTA

DE SONY CLASSICAL

Por Ignacio Deleyto Alcalá.

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Andrew Parrott, uno de los pioneros de la interpretación con instrumentos originales, ha aterrizado en Sony Classical convirtiéndose en una de las estrellas del sello. De la mano de sus inseparables Taverner Choir & Consort con los que realizara numerosas grabaciones en los años setenta y ochenta, Parrott llega a Sony con el propósito de explorar nuevos caminos en su ya dilatada carrera.

Empecemos por J.S. Bach. En la interpretación de su música coral, Parrott ha reconocido la deuda para con las ideas del polémico director americano Joshua Rifkin que defiende el uso de una sola voz por cada parte y por tanto rechaza el uso de grandes coros. Hay que decir que aunque esta teoría haya sido rebatida por la mayoría de los directores y musicólogos, sí ha conseguido insuflar nuevos aires a esta música acercándose así a las ideas interpretativas del propio compositor. Este espíritu inquieto ha servido principalmente para ofrecer diferentes posibilidades al aficionado al que debiera resultarle secundario quién es más fiel al Bach de la época.

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El disco (SK 60155) presenta así un Bach de carácter intimista donde cada parte adquiere una mayor presencia y protagonismo. Los solistas están arropados por un cuidado acompañamiento instrumental que ofrece una variada paleta de colores y matices: en la Oda además de cuerda y varios instrumentos de viento como el melancólico oboe d’amore, el continuo incluye dos violas da gamba, dos laúdes (construidos especialmente para esta grabación) además de órgano y clavecín.

Es conocida la aversión de Andrew Parrott por los contratenores para este repertorio, voces masculinas que cantan en falsete (otra polémica que no tendrá fin); los solistas, especialistas en este repertorio, buscan una mayor expresividad aunque las voces femeninas pequen de cierta frialdad. No así el barítono o el tenor, Charles Daniels, que en su aria hace una interpretación redonda convirtiéndola en uno de los mejores momentos de todo el disco. Con tempi, en general, lentos el resultado es de un gran recogimiento que va muy bien con el carácter funerario del programa. En definitiva, un disco con un enorme trabajo filológico detrás que supone una muy digna tarjeta de presentación para el director inglés.

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El segundo disco (SK 60713) es un viaje musical a lo largo de diferentes épocas con la Navidad como hilo conductor. Y como todo viaje largo es preferible no hacerlo de una sola vez. Parrott ha realizado un original trabajo de recopilación y, entre otras cosas, nos ofrece: coros a capella, piezas del folklore irlandés y galés, antífonas anónimas medievales, obras con instrumentos poco usuales como el arpa galesa o la concertina, (un tipo de acordeón) junto a clásicos contemporáneos (Holst, Britten y Maxwell Davies, etc) quizás lo más interesante por ver como estos autores han adaptado la música medieval al lenguaje de nuestro siglo. Todo ello orientado a satisfacer los gustos más variados.

Este trabajo pretende descubrir al aficionado música desconocida y a pesar de la diversidad, el programa tiene un planteamiento coherente. Alejado de tópicos es un disco, que en pequeñas dosis, resulta muy estimulante y que seguro no duplicará contenidos de otros discos navideños.

Llegamos al Dido & Eneas de Purcell (SK 62993), una de esas obras imprescindibles en cualquier discoteca. Considerada por muchos como la mejor obra del maestro inglés, ya en la primera escena tenemos una buena muestra de la intensidad y variedad que recorre los pentagramas de esta partitura. En poco menos de una hora el compositor alterna sencillas canciones, alegres o melancólicas, en la mejor tradición inglesa (en la cual fue un maestro, digno heredero de Dowland, Morley o Byrd) con páginas de gran profundidad como el intenso "Lamento de Dido" seguido por uno de los coros más tristemente bellos de todo el Barroco "With drooping wings...". Todo ello en una obra que rezuma modernidad por los cuatro costados con un lenguaje armónico muy avanzado para su tiempo.

Como queda dicho, no es la primera vez que el director inglés se acerca a esta obra. Su pionera grabación, allá a comienzos de los 80, está considerada como una de las grandes del movimiento historicista junto a las de Hogwood, Pinnock, Harnoncourt o Christie I.

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Para empezar hay que decir que la nueva lectura no defrauda. Aún más que en su versión anterior, Parrott reduce el coro y la cuerda a mínimos históricos (sólo igualado por Christie II). Sorprende como tan pocos instrumentos pueden arropar de forma tan expresiva a las voces tocando con precisión y equilibrio a lo largo de la obra. Un mérito del director británico es dar un papel preponderante al acompañamiento instrumental que sugiere todos los estados de ánimo que inundan la partitura sin caer en la monotonía. El efecto (que ya hizo en su grabación anterior) de introducir tras el coro final la repetición en la cuerda del tema coral resulta fascinante.

Naturalmente estamos ante una versión de cámara, muy intimista, no apta para un teatro de ópera actual. Su dirección relajada e imaginativa también resalta el contraste entre las diferentes escenas. Parrott explica la maldad de las brujas con atrevidas disonancias en la primera escena para luego hacer uso de una cuerda dulce apoyada de guitarra barroca en la segunda (con truenos y cantos de pájaros incluidos). Otro momento conseguido es el famoso coro de los marineros cuyo comienzo nunca ha sonado tan "auténtico" como aquí cantado por el extrovertido Douglas Wooton (en otro tiempo director de The City Waites) y no el tenor engolado de otras versiones. Sin grandes estrellas en el reparto, el conjunto vocal es uniforme; voces ligeras y ágiles con una Emily van Evera (Dido) que dibuja una reina joven de suficiente expresividad. Mención especial para el violín de Andrew Manze. En definitiva, una versión de altura que hace justicia a esta obra maestra del Barroco cuyo único defecto es su brevedad.

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Bajo el título "Out of the Night" (SK 61753), Parrott reúne varias obras de los compositores contemporáneos Arvo Pärt y John Tavener. Este último se hizo conocido para el gran público con su "The Protecting Veil" que permaneció en las listas británicas de música clásica durante diez meses en la grabación de Steve Isserlis. Para este artista compuso "Threnos", obra para cello solo que encontramos en este nuevo disco. La música de Tavener, de marcada influencia oriental y misticismo, se revela austera y pobre en ideas. Una de las obras más interesantes aquí recogidas es "Canticles of the Mother of God" para soprano y coro con textos en griego y hebreo en la que la voz solista (una estupenda Claron McFadden) debe poseer sobrados recursos interpretativos para acometer la parte que se inspira en técnicas vocales del canto litúrgico ortodoxo.

Aunque en un principio el estonio Arvo Pärt tenía como principal fuente de inspiración la liturgia de la iglesia católica, en los últimos años su preocupación por aspectos de la espiritualidad ortodoxa ha cobrado fuerza y queda reflejada en las obras compuestas en los años 90. De ellas destacamos el contemplativo Magnificat y las Siete Antífonas-Magnificat, obra que contiene un tratamiento único del contraste tonal y la disonancia, en la línea del último Stravinsky. El Taverner Choir (cuyo nombre deriva del gran compositor renacentista inglés) demuestra estar en gran forma y canta con dedicación e intensidad bajo la excelente dirección de Andrew Parrott.

El último disco publicado (SK 62977) nos devuelve a una de las especialidades del director inglés, la polifonía renacentista de la que en otro tiempo realizara grabaciones modélicas como la Misa Gloria Tibi Trinitas de John Taverner.

Parrott centra su atención esta vez en la polifonía italiana del aristócrata Carlo Gesualdo cuya truculenta vida ha dado pie a todo tipo de conjeturas y fantasías. Algunos hechos, no obstante, parecen ser verídicos: tras descubrir a su mujer en flagrante adulterio, no sólo mandó asesinarla junto a su amante, el Duque de Andria, sino que ordenó que sus cuerpos fueran mutilados! También mató a un hijo sobre cuya paternidad dudaba, enfermó tras la muerte de otro de sus hijos, se hacía flagelar a diario puesto que, al parecer, el dolor le reconfortaba y acabó sus días en una especie de melancolía cercana a la locura.

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Su fama musical se debe fundamentalmente a sus Seis Libros de Madrigales (un séptimo, apareció póstumamente) en los que su atrevido cromatismo llegó a cotas desconocidas hasta entonces. Este nuevo disco nos presenta una interesante reconstrucción de los Responsorios de Tinieblas para el Viernes Santo donde el canto llano comparte protagonismo con los nueve motetes a seis partes de Gesualdo. Esta obra, comparable a los Responsorios de Tomás Luis de Victoria, se caracteriza por el uso de recursos cromáticos y por repentinos cambios de tempo que refuerzan el efecto teatral del texto. Estos cambios de tempo (por ejemplo, en el nº 6 "Animam meam dilectam") son servidos con maestría por Parrott que resuelve así uno de los aspectos más complicados de esta obra. Como era de esperar, Parrott asigna cada parte a una sola voz solista lo cual refuerza el carácter intimista de la interpretación. El Taverner Consort que demuestra una compenetración y afinación ejemplares está formado por varios de los mejores cantantes ingleses del momento. A lo largo de esta bellísima obra, nos entregan frases maravillosamente dibujadas como la "Deus meus, ut quid me dereliquisti" del nº 5, donde expresan toda la angustia del texto dentro del marco general de recogimiento y contención de esta lectura.

Estamos, pues, antes una soberbia lectura de esta obra de Gesualdo en un disco que ningún aficionado a la polifonía se debe perder.
http://filomusica.com/filo5/parrot.html
 
CINE Y MUSICA: SHINE, EL BRILLO DEL GENIO QUE PUDO SER

Por Ángel Riego Cue

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Existen muchas películas sobre músicos célebres, en las que la celebridad del artista ha precedido y dado origen a la película; otras en las que aparecen músicos desconocidos tanto antes como después de la misma; más raro es el caso que nos ocupa, de un intérprete que alcance la fama gracias a una película sobre su vida.

"Shine" descubrió en 1996 para el gran público la figura del pianista australiano David Helfgott, narrando su vida, aunque adornada, como es habitual, con detalles ficticios. Helfgott, nacido en 1947 en una familia de judíos emigrados de Polonia, fue un "niño prodigio" que ya a los 14 años atrajo la atención de Isaac Stern, quien le invitó a estudiar música en los Estados Unidos. Finalmente elegiría Londres, donde a los 19 años se matriculó en el Royal College of Music.

Sin embargo en 1970, tras graduarse, le sobrevino una enfermedad nerviosa que le mantuvo más de una década en tratamiento psiquiátrico, alejándole de toda actividad concertística. Saldrá del hospital al ser reconocido por una antigua admiradora, quien lo lleva a vivir con ella, pues el padre de David ha cumplido su promesa, y ha renegado de él. La convivencia entre los dos se hace imposible y, finalmente, David se irá a vivir con un conocido que ella le recomienda.

A comienzos de los 80 reaparece en público; primero en un restaurante, donde llama la atención interpretando "El vuelo del moscardón" de Rimsky-Korsakov (en el arreglo para piano de Rachmaninov); poco después conocerá a a la que será su mujer, Gillian, una astróloga divorciada y mucho mayor que él. Luego, animado por ella, reaparecerá en las salas de concierto como intérprete "clásico".

"Shine", como película, no pasa de ser una correcta producción, de impecable acabado formal, que demuestra una vez más que el cine australiano posee una industria capaz de realizar productos comparables a los del cine norteamericano, algo que se puso de manifiesto ya en 1981 con Peter Weir y su "Gallípoli". Dirigida por Scott Hicks, de quien no conocemos ningún otro de sus trabajos, tiene sus mejores bazas en la presencia entre los actores de "pesos pesados" como el desaparecido Sir John Gielgud como el profesor londinense de piano de David, o Armin Mueller-Stahl en su papel de padre autoritario.

Tampoco podemos olvidar, en el reparto, a Lynn Redgrave como Gillian o a los tres actores que interpretan a David en tres fases de su vida, como niño, adolescente y adulto. Con este último, Geoffrey Rush ganó en 1997 el Oscar al mejor actor, evidenciando una vez más el gusto de la Academia de Hollywood por las interpretaciones de personajes desequilibrados o histriónicos; al parecer, la "normalidad" vende menos.

El desequilibrio de David comienza en la adolescencia, donde ya notamos a un joven con muy escasa sociabilidad, encerrado en sí mismo, lo que en el film da la impresión de estar causado por el carácter tiránico de su padre, que le prohíbe estudiar en el extranjero con la amenaza de que nunca volverá a ser admitido en su familia; David habrá de esperar a la mayoría de edad para poder irse. La única persona en la que encontró cierto afecto había sido la anciana escritora Katharine Prichard, a quien conoció en un recital que dio en la Sociedad para la Colaboración con la URSS, y que le animará a irse al extranjero. El contraste con su vida posterior en el Londres de los 60, y su ambiente de libertad, es enorme, y la reconstrucción de esa época nos parece de lo más logrado de la película. Aunque esto apenas se cuente de pasada, sus excesos en la vida nocturna (incluyendo alcohol, quizá drogas...) serán los que precipiten su enfermedad.


Existen en el guión de "Shine" ciertas libertades con respecto a la historia real de David Helfgott, que en parte responden a tópicos que han hecho fortuna en el cine, y que el espectador posiblemente espere encontrar. La crueldad de su padre posiblemente esté exagerada, pero resulta más "cinematográfico" así, al recordarnos a tantas figuras de padres despóticos de la pantalla. También el derrumbe tras interpretar el famoso Tercer Concierto de Rachmaninov en el Royal Albert Hall es algo que "sólo pasa en las películas", en realidad la enfermedad le sobrevino mucho después.

Al menos la película habrá tenido el mérito de volver a poner de moda la música de Rachmaninov, después de que su concierto nº 2 fuera también divulgado por el cine en los años 40 y 50 (recordemos "Breve encuentro" de David Lean, y "La tentación vive arriba" de Billy Wilder). En esta ocasión es el nº 3, "la pieza más difícil que existe", el que se convierte casi en la razón de vivir para el protagonista, desde que su padre le interesa por él a los 5 años (parece demencial que a esa edad pueda pedir que le enseñen a tocarlo; es posible que ni el propio profesor pudiera hacerlo), más tarde cuando se presenta con él a un Premio Nacional autraliano para jóvenes intérpretes que será ganado por otro pianista, Roger Woodward, y por fin cuando lo interpreta en Londres en el Royal Albert Hall, desmayándose nada más finalizar.

En realidad, aparte de ser ficticio un desmayo tan "cinematográfico", no fue en el Albert Hall donde tocó el tercero de "Rach", sino en el propio conservatorio londinense en 1969; en la famosa sala de conciertos lo que llegó a interpretar fue el Concierto nº 1 de Liszt, ya en 1970, poco antes de enfermar ese mismo año.

Además de este concierto, y de varias piezas para piano solo muy conocidas, entre la música "clásica" utilizada en la película, no podemos dejar de recordar dos obras vocales de Vivaldi, el "Gloria" y la cantata "Nulla in mundo pax sincera"; esta última cumple las funciones de "tema de amor" de David y Gillian. Y es con su boda, y la posterior reaparición de David en público como intérprete "clásico" como termina el film: una actuación en la que vemos en la sala a su madre, su antiguo profesor de música en la infancia, su antiguo rival Roger Woodward... sólo falta el padre, que ha muerto poco antes, y que en el último momento intentó una reconciliación con su hijo.


Tras esta reaparición, Helfgott ha seguido interpretando el Tercer Concierto de Rachmaninov y, dada la fama mediática adquirida con su biografía filmada, en 1997 llegó a publicarse en CD una interpretación, que no pasaba de lo discreto, donde el pianista era acompañado por la Filarmónica de Copenhague con dirección de Milan Horvat; fue editada por RCA, sello que posee versiones infinitamente superiores de la obra a cargo de Horowitz, Ashkenazy o el propio compositor, pero que sin duda venderán menos al no verse "promocionadas" por una película llena de detalles morbosos.

Además de este disco (completado con obras para piano solo de Rachmaninov), Helfgott ha llegado a grabar tras el éxito de "Shine", que sepamos, otros dos, también editados por RCA: uno es "Brilliantissimo", donde interpreta algunas de las piezas románticas que suenan en la película (como la Rapsodia Húngara nº 2 o "La Campanella" de Liszt, o el Preludio nº 15 "La Gota de Agua" de Chopin), y que concluye con "El Vuelo del Moscardón": una oportunidad para oírle estas obras en su redacción original, pues en el disco de la banda sonora se escuchan, excepto el "Vuelo", en "arreglos" de David Hirschfelder, autor también de la música original escrita para el film. El otro disco lleva por título "Brave New World", como la novela de Aldous Huxley, e incluye obras de Granados, Debussy, Schubert, Grieg, Gershwin y Grainger, terminando con la transcripción de la "Danza del Sable" de Khachaturian.

En resumen, si un pianista que tal vez hubiera podido ser grande, pero que por desgraciadas circunstancias no ha pasado de ser uno más "del montón" (y esto tras un estimable esfuerzo de rehabilitación), ha podido hacer carrera y ser famoso en todo el mundo gracias a una película asimismo "del montón", parece que podrá admitir, al menos en un aspecto, que su apellido no fue una ironía; que, efectivamente, ha sido ayudado por Dios.
http://filomusica.com/filo6/shine.html
 
LA DIGITACIÓN PIANÍSTICA

Por Rocío Cuenca Antón.

A lo largo de varios artículos nos encargaremos de exponer este tema, intentando que sea provechoso, y amplíe nuestro conocimiento de una de las partes integrantes dentro del estudio de una obra.
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Por digitar entendemos seleccionar el orden sucesivo o simultáneo de los dedos que deben ejecutar una obra musical. Al conjunto de cifras resultante la denominamos digitación.

Ahora veremos la opinión acerca del tema que tienen algunos de los más grandes compositores:

· J.S. Bach: Es preciso poner el dedo conveniente, sobre la tecla exacta, en el momento preciso.

· Hummel: Sin una digitación justa y cómoda, es imposible mantener una ejecución perfecta.

· H. Neuhaus: La mejor digitación es la que permite interpretar lo más exactamente posible una y la que corresponde más exactamente a su sentido.

Tras ver estas breves opiniones acerca de algunos de los más grandes compositores, pasaremos a tratar su evolución histórica:

La evolución de la digitación está supeditada a varios factores interrelacionados entre sí: los instrumentos de tecla, la escritura compositiva, la técnica pianística.

Durante la época clavecinística no existían unas normas estables en cuanto a digitación se refiere, lo que sí se observa, son unas series de pautas que seguían de manera común los instrumentistas. Señalaremos algunas:

Atacar las teclas por su borde, junto a la poca longitud de los instrumentos antiguos, hacía que los dedos más cortos quedasen excluidos (pulgar y meñique). La poca resistencia que ofrecía por parte de las teclas favorecía la digitación cruzada.

La época posterior a la clavecinística la podríamos dividir en dos grandes etapas:

Ø De mediados del siglo XVIII a mediados del XIX.

Destaca la figura de Czerny, por ser el primero en establecer unas normas estables en cuanto a digitación. Entre ellas destacan:

- la utilización del pulgar como único pivote de la mano,

- el mismo dedo no debe usarse en dos o más teclas seguidas,

- el pulgar y el meñique no deben usarse sobre teclas negras,

- el empleo de dedos diferentes en notas repetidas para favorecer la percusión en una nota,

- la utilización de la sustitución muda para favorecer el legato...

Todas estas normas iban acompañadas de la independencia absoluta de la mano, con respecto a la mano, muñeca y brazo. A esto se le denominó posición fija. Este período dentro de la digitación se conoce con el nombre de digitación racional.



Ø De mediados del siglo XIX hasta nuestros días.

Esta época se caracteriza por un mayor desarrollo de la escritura, por lo que se produce un desarrollo en la digitación.

Asimismo, destaca la mayor integración de la mano y el brazo dentro de la ejecución pianística; la mejora en la técnica del pedal, lo cual favorece a la mayor libertad antes mencionada...

Al empuje de esta evolución influyen sobre todo, los grandes compositores para piano del Romanticismo (que es cuando se produce el apogeo de la escritura y técnica pianística), entre los más destacados se sitúan Chopin, Liszt y Brahms. Ellos impulsan unas series de normas que son las que constituyen la base o se podría decir, la digitación tal y como la entendemos hoy día.

Ahora vamos a remitirnos a lo que más nos atañe: el papel que ocupa la digitación en el estudio de una obra.

A la hora de digitar, hemos de tener presente que la digitación respete el contenido musical de la obra y que sea cómoda de realizar. Además de ello, hay que contar con una serie de factores a saber: previsión, simultaneidad y pedalización.

Cuando hablamos de respetar el contenido musical de una obra debemos saber que es lo que abarca concretamente tal afirmación.

Hemos de distinguir varios puntos de articulación, tempo, dinámica, ritmo, estilo y carácter.

En la articulación, si queremos hacer legato en grupos de dos notas, será conveniente utilizar los mismos dedos para cada grupo; si bien lo que queremos es separar grupos de legato, entonces evitaremos la digitación repetitiva (aquella en la que los dedos se suceden de forma natural) para sustituirla por la cruzada (aquella en la que se rompe la sucesión natural de los dedos, dejando paso a que el pulgar se cruce por en cima o debajo de éstos). En cambio, dentro de un mismo legato, no se deberá utilizar la digitación repetitiva, porque se rompería la unión entre un sonido y otro.

Otro de los recursos para la realización del legato, es el deslizamiento (resbalar el dedo de tecla a tecla, generalmente de negra a blanca). Si queremos conseguir un buen legato será conveniente la utilización de la digitación repetitiva.

Con respecto al tempo, la primera observación lógica a la que todos llegamos es que cuanto mayor sea la velocidad de la pieza, mayor número de dedos habrá que emplear y a la inversa, ya que por medio de una digitación, podremos controlar la velocidad de un determinado pasaje.

En referencia a la dinámica, podemos distinguir entre dedos fuertes (pulgar, índice y anula) y dedos débiles (los restantes). De esta distinción sacamos la conclusión que para obtener un forttísimo, es muy útil la utilización de los dedos fuertes.

Si queremos obtener un control dinámico en el legato, intentaremos no perder el contacto de los dedos con las teclas, trasladando así el peso del brazo de una tecla a otra. Con los grupos de valoración especial, controlaremos mejor su dinámica en forte si utilizamos los dedos pulgar y medio.

Al digitar, hemos de tener presente la época en la que vamos a tocar y, por tanto, el estilo a respetar en lo que a digitalización se refiere. Por ejemplo, el paso del pulgar sobre el meñique es propio de Liszt, pero no de Mozart ni Beethoven, aunque en el caso de éste último es excepcional porque su genialidad hace que su escritura vaya muy por delante de las posibilidades que le ofrece el instrumento con el que cuenta (el pianoforte); por tanto esto tiene una clara repercusión sobre la digitación, no yendo esta a la par de su escritura.

Por último, hablaremos un poco del carácter y lo haremos a través de un ejemplo.

En la Sonata op.32 nº2, en el primer movimiento, observamos cómo el autor lo que pone de manifiesto es el terrible estado interior de su psique, donde destaca la lucha que hay por parte de la voluntad contra la fatalidad. Esto lo podremos comprender mejor si utilizamos una digitación global en la que entendamos que en los compases 2º, 3º, 4º y 5º, hay tres frases globales, por tanto nos interesará una digitación que no separe demasiado los grupos de dos, sino que vaya más enfocada a lo anteriormente dicho, es decir, evitar una clara digitación repetitiva y utilizar en su lugar una digitación correlativa, aunque se separe brevísimamente entre los grupos de dos notas.

En nuestro próximo artículo seguiremos profundizando en la digitación, encargándonos esta vez de analizar las características respecto a la comodidad de realización.

Bibliografía:

- NIETO, A.: La digitación pianistica. Mira editores. Colección: Mater Música. Distribuido por Editorial Boileau. Tel-Fax 93 2155334 E-mail: boileau@cambrabcn.es Página web: http://www.cambrabcn.es/boileau

Nota del editor: De especial interés es este libro que se cita (Albert Nieto) por su gran valor pedagógico y su amplia cantidad de ejemplos. Lo recomendamos como imprescindible en la biblioteca del pianista. Éste artículo se puede considerar una síntesis muy personal de éste magnífico libro.
http://filomusica.com/filo6/digitacion.html
 
NUESTRO "VIAJE" EN BARCA.

Por Cristina Gallego García.

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"... Por entonces, ya empezaba a sentir esa profunda e incomprensible plenitud que produce la entrega al propio oficio. Me sumergía en mi trabajo y éste me estimulaba para emprender nuevos caminos. Cada día surgía un nuevo obstáculo y a la vez el reto de resolverlo..." En esta ocasión he querido comenzar mi artículo con las palabras de Josefina R. Aldecoa en su libro "Historia de una maestra".

Un elevado número de escritores han aportado obras de gran valía en torno al tema que voy a tratar. Puedo mencionar a Fernando Savater ("El valor de educar"), José Luis Sampedro ("La sonrisa etrusca" Salvatore, ese viejo campesino que descubre en su nieto, "el intercambio misterioso", un renacido latir que va desde la verde ramita, al viejo tronco bien arraigado en la tierra eterna; y vive también su última pasión el amor de una mujer...)

Hay momentos en la vida en los que uno se replantea lo que ha constituido su pasado, hacia donde quiere encaminar su futuro... Éste es mi caso (quizás sea porque este mes cumplo años o porque sé hasta donde quiero llegar...) pero no hablaré de ello, sólo quiero compartir algo contigo la vocación de ser maestro. Pero no, no creas que empezaré con la evolución del magisterio hasta nuestros días, o que voy a reflexionar sobre los distintos modelos de ser maestro (tradicional, tecnológico, espontaneista, investigador...). Éste no es el momento ni el lugar apropiado para hacerlo... En la música también se puede hablar de vocación y a ello me voy a referir.

Recientemente me comentaba una amiga "Hay muchos músicos que luego resulta que no lo son. Viven de la música y no para ella; funcionarios que tocan un instrumento como si el Arte fuera algo rutinario..." Estas palabras me hicieron reflexionar. La verdad es que comparto su opinión. Uno no debería dedicarse a aquello que no le gusta, o por lo menos, que no le gusta lo suficiente como para emplear en ello toda su vida.

Permíteme compararlo con el magisterio. Educar no es un oficio, ni una profesión... Uno tiene que vivirlo, y hay quien vale para ser maestro y quien no. La educación significa mucho para mí. Remontémonos a las raíces de esta palabra "Educare" (criar, nutrir, amamantar, alimentar...) y "Educere" (sacar, llevar, extraer...). El educador, guía o proporciona desde fuera, pero también encauza las potencialidades del educando, extrae desde su interior al exterior. No se limita a una simple transmisión de conocimientos.

El amor al trabajo o al estudio que desempeñes en tu vida o quieras desempeñar, es imprescindible para entregarte al máximo en ella. Debes creer en tu sueño y darlo todo para conseguirlo. No negaré que el camino es difícil, pero ¿para qué existe en el hombre la fuerza de voluntad, la capacidad de superación, la toma de decisiones propia...?

Yo no me conformo con ser uno más. No quiero ser "una barca que lleva la corriente, o que se mueve según el viento que sopla más fuerte". No, yo pongo el rumbo a mi vida y embarco en el puerto que elijo. En estos momentos vienen a mi mente las palabras que pronunciaban aquellos muchachos, al comienzo de sus reuniones, en la película "El Club de los Poetas Muertos" "...Fui a los bosques porque quería vivir a conciencia, quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida; dejar de lado todo lo que no fuera la vida, para no descubrir en el momento de la muerte que no había vivido". No pretendo hacer una reflexión sobre el "Carpe Diem", está implícito...

Volviendo al tema que me ocupa diré que un compositor debe ser honrado consigo mismo. En palabras de Rachmaninoff "Lo que intento hacer cuando estoy escribiendo mi música, es expresar simple y directamente lo que está en mi corazón..." Como decía Achúcarro en la entrevista realizada en el nº 3 de Filomúsica "...Valoro al solista que entiende lo que está haciendo, y a su vez es capaz de transmitirlo a los que lo están escuchando, siendo capaz de convencerles..." O según López Cobos "...Si uno tiene la vocación sí merece la pena sacrificarlo y darlo todo por la música..."

Rachmaninoff, Achúcarro, López Cobos y muchos más músicos que no voy a mencionar son maestros. No quiero que asocies esta palabra únicamente a un profesor delante de una clase llena de niños... Para mí, es maestro quien se entrega plenamente a lo que cree ese solista que entiende "la pieza", domina la técnica y se convierte en "poeta", ha descubierto la esencia e intenta que sea parte de él y de su público; esa persona que empleando toda su energía, contribuye al desarrollo integral del niño, le ayuda en su vida diaria, le abre las puertas de un "camino" que tendrá que seguir autónomamente y le llevará al futuro que él construya...

En la Música como en el Magisterio no se trata del edificio (Conservatorio o Escuela), sino del que está ahí dentro el maestro, el alumno... Nuestra sociedad está repleta de fuentes de conocimientos, las "nuevas tecnologías" forman parte de nuestra vida diaria; pero nunca podrán suplantar a la persona.

Mi artículo va dedicado a todos aquellos que hacen más "humana" la vida en este mundo. Me refiero a los que contribuyen al desarrollo físico, intelectual, afectivo, social y moral de todas las personas, las respetan, no roban la libertad de nadie, comparten lo que saben, aprenden cuando enseñan, luchan por su ideal hasta sentirse autorrealizados...

Y ya terminaré con estas palabras que leí hace bastante tiempo, pero no las he podido olvidar. Ésta es también mi vocación.

Educar es lo mismo que poner un motor a una barca...

Hay que medir, pesar, equilibrar... y poner todo en marcha.

Pero para eso, uno tiene que llevar en el alma

un poco de marino, un poco de pirata, un poco de poeta...

y un kilo y medio de paciencia concentrada.

Pero es consolador soñar mientras uno trabaja

que ese barco, ese niño, irá muy lejos por el agua.

Soñar que ese navío, llevará nuestra carga de palabras,

hacia puertos distantes, hacia islas lejanas...

Soñar que cuando un día, esté durmiendo nuestra propia barca,

en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada.
http://filomusica.com/filo6/cristi.html
 
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