1491 UNA NUEVA HISTORIA DE LAS AMÉRICAS ANTES DE COLÓN – Charles C. Mann
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En muchas ocasiones, los títulos de los libros los carga el diablo, casi siempre en forma de departamento de marketing de la editorial de turno. Eso es lo que ha debido de pasar con éste. Situar en el encabezado: 1491 Una nueva historia de las Américas antes de Colón, sugiere exactamente eso, una novedosa sistematización histórica de los pueblos americanos antes de la llegada de los europeos. Pero no es así. Y la culpa, insisto, es de la editorial, pues la traducción literal del título original del libro es: 1491 Nuevas revelaciones sobre las Américas antes de Colón. Y eso si que refleja claramente el contenido del libro.
Charles C. Mann no es un historiador, es un periodista especializado en divulgación científica y técnica y trabaja para alguno de los más prestigiosos medios norteamericanos sobre el tema, incluida la mítica Science. Estamos, pues, ante un libro de divulgación histórica. Como tal periodista, lo primero que hace es mostrarnos el titular de su información, la premisa que intenta demostrar con el contenido de las 460 páginas que le siguen, incluidos apéndices. Y su premisa, a grandes rasgos, es la siguiente: la idea de que el continente americano era antes de la llegada de los europeos un territorio escasamente poblado; habitado por grupos humanos inmersos, salvo las excepciones de incas, aztecas o mayas, en una civilización poco desarrollada, ajenos a la tecnología, encerrados en sí mismos y en contacto idílico con la naturaleza, a la que apenas agredían, no es correcta. Antes al contrario, del estrecho de Bering a Tierra de Fuego, las tierras americanas estaban pobladas hasta esa fecha mítica por millones de personas, localizadas casi todas ellas en asentamientos permanentes; dotadas de una cultura enormemente rica y variada, con acceso a tecnologías avanzadas; con unos niveles de intercambio cultural y comercial entre ellas muy notable y con un importantísimo impacto sobre el medio natural, que cambiaron y roturaron en toda su vastedad, incluida la virginal amazonía. Todo ese universo cultural, muchos más amplio de lo que denotan los restos arqueológicos visibles de incas, mayas, aztecas y similares, despareció en muy poco tiempo después de la llegada de los europeos y durante mucho tiempo se creyó que apenas había existido. Pero existió y es constante la aparición de vestigios, rastros y datos de toda índole que respaldan la elaboración de nuevas interpretaciones históricas que certifican la existencia de un “lugar próspero, de asombrosa diversidad, con un tumulto de lenguas, con un comercio nutrido, con cultura notable; una región en la que decenas de millones de personas amaban y odiaban y adoraban igual que se hacía en cualquier otro lugar del mundo”. Son las revelaciones de las que habla en su titular original el autor de este libro.
Mann muestra el proceso cultural que ha llevado a esa errónea identificación de las tierras americanas precolombinas con el paraíso intocado poblado de buenos salvajes, tan del gusto de los indigenistas. A continuación nos abruma con una ingente cantidad de datos científicos que corroboran esa visión diferente de la vida en el continente. Tomando tres vías sobre las que desarrollar su discurso narrativo: la evaluación real del volumen de las poblaciones, su expansión por todo el continente y las pautas del desarrollo de una cultura técnicamente avanzada junto con la remodelación del territorio, va reconstruyendo lo que pudo ser la vida de esos pueblos antes de Colón. No es un análisis histórico, insisto de nuevo, sino una recopilación de las investigaciones y estudios más recientes sobre esos pueblos convenientemente vulgarizada para entendimiento general. Es pura tarea divulgadora.
El resultado es un poco dispar. Hay momentos en los que la avalancha de erudición, casi siempre contradictoria, es tal que el lector se pierde; mientras que en otros se disfruta de un caudal apreciable de información de alto interés que amplía las percepciones del lector sobre el tema. Pero, en conjunto, impresiona y se valora toda esa ingente información y el entusiasmo del autor por acercarla a sus lectores.
Vuelvo a recordar que el libro está escrito por un periodista, y eso puede ser problemático. Estamos, en el fondo, ante un gran reportaje. Un reportaje de periodista norteamericano, para más señas, lo que significa que el texto está convenientemente trufado de “datos de interés humano”, en línea con las tendencias periodísticas clásicas de ese país. Y eso puede resultar bastante molesto. Las peripecias de autor para llegar a los yacimientos arqueológicos; sus andanzas domésticas; los problemas logísticos padecidos; las charlas con personajes de todo tipo, desde las mantenidas con científicos de primera línea a las intrascendentes trabadas con taberneros y algunas experiencias personales verdaderamente audaces, como construirse una honda y hacer algunos lanzamientos de piedras, jalonan todo el texto y contribuyen a acentuar instintos insanos en el lector, como el saltarse varias páginas.
[tags]1491, Historia, América, cultura precolombina, Colón, Charles C. Mann[/tags]
http://www.hislibris.com/1491-una-nueva-historia-de-las-americas-antes-de-colon-charles-c-mann/
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Charles C. Mann no es un historiador, es un periodista especializado en divulgación científica y técnica y trabaja para alguno de los más prestigiosos medios norteamericanos sobre el tema, incluida la mítica Science. Estamos, pues, ante un libro de divulgación histórica. Como tal periodista, lo primero que hace es mostrarnos el titular de su información, la premisa que intenta demostrar con el contenido de las 460 páginas que le siguen, incluidos apéndices. Y su premisa, a grandes rasgos, es la siguiente: la idea de que el continente americano era antes de la llegada de los europeos un territorio escasamente poblado; habitado por grupos humanos inmersos, salvo las excepciones de incas, aztecas o mayas, en una civilización poco desarrollada, ajenos a la tecnología, encerrados en sí mismos y en contacto idílico con la naturaleza, a la que apenas agredían, no es correcta. Antes al contrario, del estrecho de Bering a Tierra de Fuego, las tierras americanas estaban pobladas hasta esa fecha mítica por millones de personas, localizadas casi todas ellas en asentamientos permanentes; dotadas de una cultura enormemente rica y variada, con acceso a tecnologías avanzadas; con unos niveles de intercambio cultural y comercial entre ellas muy notable y con un importantísimo impacto sobre el medio natural, que cambiaron y roturaron en toda su vastedad, incluida la virginal amazonía. Todo ese universo cultural, muchos más amplio de lo que denotan los restos arqueológicos visibles de incas, mayas, aztecas y similares, despareció en muy poco tiempo después de la llegada de los europeos y durante mucho tiempo se creyó que apenas había existido. Pero existió y es constante la aparición de vestigios, rastros y datos de toda índole que respaldan la elaboración de nuevas interpretaciones históricas que certifican la existencia de un “lugar próspero, de asombrosa diversidad, con un tumulto de lenguas, con un comercio nutrido, con cultura notable; una región en la que decenas de millones de personas amaban y odiaban y adoraban igual que se hacía en cualquier otro lugar del mundo”. Son las revelaciones de las que habla en su titular original el autor de este libro.
Mann muestra el proceso cultural que ha llevado a esa errónea identificación de las tierras americanas precolombinas con el paraíso intocado poblado de buenos salvajes, tan del gusto de los indigenistas. A continuación nos abruma con una ingente cantidad de datos científicos que corroboran esa visión diferente de la vida en el continente. Tomando tres vías sobre las que desarrollar su discurso narrativo: la evaluación real del volumen de las poblaciones, su expansión por todo el continente y las pautas del desarrollo de una cultura técnicamente avanzada junto con la remodelación del territorio, va reconstruyendo lo que pudo ser la vida de esos pueblos antes de Colón. No es un análisis histórico, insisto de nuevo, sino una recopilación de las investigaciones y estudios más recientes sobre esos pueblos convenientemente vulgarizada para entendimiento general. Es pura tarea divulgadora.
El resultado es un poco dispar. Hay momentos en los que la avalancha de erudición, casi siempre contradictoria, es tal que el lector se pierde; mientras que en otros se disfruta de un caudal apreciable de información de alto interés que amplía las percepciones del lector sobre el tema. Pero, en conjunto, impresiona y se valora toda esa ingente información y el entusiasmo del autor por acercarla a sus lectores.
Vuelvo a recordar que el libro está escrito por un periodista, y eso puede ser problemático. Estamos, en el fondo, ante un gran reportaje. Un reportaje de periodista norteamericano, para más señas, lo que significa que el texto está convenientemente trufado de “datos de interés humano”, en línea con las tendencias periodísticas clásicas de ese país. Y eso puede resultar bastante molesto. Las peripecias de autor para llegar a los yacimientos arqueológicos; sus andanzas domésticas; los problemas logísticos padecidos; las charlas con personajes de todo tipo, desde las mantenidas con científicos de primera línea a las intrascendentes trabadas con taberneros y algunas experiencias personales verdaderamente audaces, como construirse una honda y hacer algunos lanzamientos de piedras, jalonan todo el texto y contribuyen a acentuar instintos insanos en el lector, como el saltarse varias páginas.
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