¿Qué es el desprecio? Un sentimiento intenso bajo una máscara de frialdad

Registrado
3 Jun 2017
Mensajes
53.692
Calificaciones
157.982
Ubicación
España
¿Qué es el desprecio? Un sentimiento intenso bajo una máscara de frialdad
Desarrollo Personal



El desprecio puede catalogarse como uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis, fuente de muchos de los problemas en las relaciones interpersonales y causa de rupturas y sinsabores. Sus tentáculos son largos y pueden causar mucho daño, como afirmaba Voltaire: “todo es soportable salvo el desprecio”.
De hecho, no debemos olvidar que aunque el desprecio está dirigido hacia los demás, también se refleja hacia dentro, al igual que todas las emociones negativas, de manera que termina dañando a quien lo experimenta.
¿Qué es despreciar?
El desprecio es lo opuesto a la empatía. La empatía implica ser capaz de ponerse en el lugar de los demás, experimentar sus emociones y comprender sus ideas, mientras que el desprecio implica una actitud de arrogancia y superioridad con la cual se juzga al otro. La empatía nutre los vínculos de la relación mientras que el desprecio los rompe.
El desprecio es un sentimiento negativo producto de considerar que alguien es inferior. A menudo, aunque no siempre, aparece junto a otras emociones como la ira y el disgusto. De hecho, se considera que forma parte de la “Tríada de la Hostilidad”, formada por el desprecio, la ira y el disgusto. Esto significa que el desprecio no es simplemente una evaluación negativa de la otra persona sino que también despierta sentimientos de hostilidad.
De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Bari reveló que el desprecio provoca una gran activación de la amígdala, la estructura cerebral por excelencia donde se procesan las emociones.
¿Cómo la ira se convierte en desprecio?
En muchas ocasiones el desprecio y la ira van de la mano, por lo que es difícil determinar dónde termina una emoción y comienza la otra. De hecho, ambas emociones tienen un origen común: la culpa.
Despreciamos o nos enfadamos con una persona porque la culpamos por lo que ha hecho. En el caso de la ira, culpamos al otro porque ha hecho intencionalmente algo que consideramos equivocado. En el caso del desprecio, culpamos a esa persona pero en términos de estupidez, incompetencia o inmoralidad. En la ira realizamos una atribución de la culpa situacional y en el desprecio disposicional.
Esa es la razón por la cual, cuando sentimos desprecio, podemos pensar que esa persona ni siquiera merece nuestra atención. Es un patrón de evaluación diferente porque implica que nos hemos rendido, pensamos que esa persona no es lo suficientemente buena, que no puede cambiar y que no merece que le destinemos nuestra energía y tiempo.
Esa evaluación de inferioridad relacionada con la ausencia de control también tiene repercusiones distintas a corto y largo plazo. El desprecio es una emoción excluyente que da paso a la indiferencia y a intentar sacar a esa persona de la red social o, en el peor de los casos, aniquilarla directamente, en el sentido literal o metafórico.
De hecho, las emociones tienen una función social ya que generalmente promueven la vinculación. La ira, por ejemplo, implica acercarse a la persona para “atacarla”. Es una especie de retroalimentación negativa con la cual pretendemos que esa persona cambie su comportamiento.
El desprecio, al contrario, es una excepción ya que su función no es vincular sino preservar o si fuera posible ampliar la distancia entre las personas y romper cualquier posibilidad de intimidad.

Vale aclarar que en algunos casos, la ira sostenida no ayuda a cambiar a la persona sino que agrava su comportamiento. Entonces el enfado genera una sensación de impotencia que da paso al desprecio. Generalmente se trata de un mecanismo que ocurre por debajo del umbral de nuestra conciencia.
No obstante, en otros casos podemos elegir de manera más o menos consciente el desprecio porque sabemos que la ira es una respuesta social más castigada o mal vista. En práctica, las implicaciones sociales negativas relacionadas con la ira, nos puede llevar a elegir el camino del desprecio y la indiferencia, que es más aceptado a nivel social ya que su expresión es más velada, aunque ello no significa que haga menos daño a nivel psicológico.

Las causas del desprecio

El desprecio suele ser una reacción ante una situación específica, generalmente ante el comportamiento de una persona o grupo. Podemos sentir desprecio porque nos han herido, insultado o humillado profundamente. También podemos sentir desprecio hacia alguien que ha transgredido un código moral, como es el caso del maltrato, la traición, el engaño o la falta de respeto.

De hecho, el desprecio es una “emoción moral”. En contraste con otras emociones, el desprecio normalmente es una respuesta ante lo que consideramos una transgresión de los límites y las normas, ya sean sociales o personales.
En otros casos el desprecio no surge de manera automática sino que es el resultado de una serie de conflictos recurrentes que no se han resuelto de manera satisfactoria y que van degenerando lentamente hacia una actitud negativa hacia la otra persona.
No obstante, el desprecio no depende únicamente de lo que nos ocurre, no es una emoción reactiva sino que también de cómo procesamos la situación. Se ha demostrado que las personas con una tendencia a la empatía suelen sentir menos desprecio ya que intentan comprender a los demás en vez de juzgarlos. Al contrario, las personas más egocéntricas y narcisistas suelen experimentar más desprecio. De hecho, cuanto más superior se considere la persona, más percibirá a los demás como inferiores y más probabilidades tendrá de despreciarlos.
Los daños que provoca el desprecio
El desprecio suele estar muy presente en la vida diaria, variando su intensidad. En el entorno de trabajo, ya sea en el trato con los colegas o los superiores puede estar a la orden del día, aunque también se manifiesta en las relaciones con los familiares y a nivel social se expresa hacia determinados grupos que consideramos ajenos e inferiores al nuestro.
De hecho, despreciar va mucho más allá de decir una frase hiriente. El desprecio también se demuestra a través de pequeñas señales como el tono negativo y sarcástico de la voz, poner los ojos en blanco, levantar ligeramente el labio superior o relacionarse desde la indiferencia más profunda, haciendo como si esa persona no existiese.
Sin embargo, alimentar el desprecio no es bueno para nadie, ni para el despreciado ni para quien desprecia. Ya lo había dicho Honoré de Balzac: “las heridas incurables son aquellas infligidas por la lengua, los ojos, la burla y el desprecio”.
El desprecio puede generar un profundo daño a la autoestima. La persona despreciada comprende que no se espera nada de ella. Las miradas o los comentarios despectivos dirigidos a mostrarle que para nosotros no es nadie, conduce a una disminución de la confianza en sí mismo y una sensación de incompetencia. Al ser tratada como alguien inferior, puede comenzar a sentirse como alguien inferior. Eso genera una profecía que se autocumple.
Este patrón se replica a nivel social, como demostró una investigación realizada en la Universidad Estatal de Florida. Estos psicólogos apreciaron que cuando un grupo se expone al desprecio y la exclusión, sus integrantes sufren una disminución de la autoestima y un deterioro de la capacidad de autorregulación. Eso significa que esas personas no solo pierden la confianza en sí sino que también pierden la capacidad para autorregular sus emociones y comportamientos, lo cual dará pie a nuevos conflictos ya que es más probable que infrinjan las normas. “Al fin y al cabo, si no le importo a los demás, tampoco importa lo que haga”, es el pensamiento que se instaura en su mente.
Sin embargo, el desprecio es un arma de doble fino que termina afectando a quien lo experimenta. Este sentimiento se alimenta de pensamientos negativos que hierven a fuego lento sobre otra persona o grupo, lo cual no solo conduce a conflictos peligrosos y destructivos sino que además es una fuente de malestar psicológico que impide encontrar la paz interior.
Aunque el desprecio se expresa con frialdad, en el interior es un sentimiento que bulle, por lo que no es extraño que se haya encontrado que cuando uno de los miembros de la pareja desprecia al otro y mantiene actitudes despectivas, es más propenso a contraer enfermedades infecciosas. Y es que el desprecio es un veneno que también destruye la salud emocional y física de quien lo experimenta.

¿Cómo liberarse del desprecio?

1. Examina tus pensamientos. La raíz de su desprecio suele encontrarse en nuestros estereotipos y prejuicios, los cuales alimentan la hostilidad y la creencia de que quienes no son iguales a nosotros, son inferiores. Por eso, es fundamental escudriñar nuestros pensamientos en búsqueda de las semillas del desprecio hacia determinados grupos. Ser conscientes de esas creencias despectivas limitará su poder sobre nuestro comportamiento.
2. Practica la empatía. Es difícil experimentar desprecio cuando somos capaces de ponernos en el lugar del otro. Si intentamos recorrer su camino usando sus zapatos, podemos comprender mejor sus actitudes y comportamientos en vez de albergar sentimientos de hostilidad ya que normalmente esta nace de la incomprensión y el miedo a lo diferente.
3. No busques la perfección. La perfección no existe, pero si la buscamos en los demás y no la encontramos, corremos el riesgo de catalogarlos como inferiores y comenzar a sentir desprecio hacia ellos. Por eso, para liberarnos de este sentimiento también debemos liberarnos de la búsqueda de la perfección. Debemos asumir que todos tenemos virtudes y defectos, y que cada quien tiene su manera de hacer las cosas y pensar, que no siempre es mejor ni peor, sino tan solo diferente.
4. Deja de juzgar. Cuando dejamos de juzgar encontramos la paz interior. Cuando dejamos de valorar a los demás según nuestra vara de medir, le arrebatamos el oxígeno al desprecio, de manera que no puede sobrevivir. Debemos asumir de una vez y por todas que los demás no tienen que comportarse según nuestras expectativas y normas y que no tenemos el derecho a juzgarlos y criticarlos.
5. Perdona más. El desprecio suele cocinarse a fuego lento, alimentado por las llamas del rencor. Sin embargo, si perdonamos a esa persona y le damos una segunda o tercera posibilidad, estaremos librándonos de las emociones negativas que también nos consumen y dañan. Debemos tener presente que perdonar es, sobre todo y ante todo, un acto de liberación personal.
Fuentes:
Fisher, A. (2011) Contempt: A Hot Feeling Hidden under a Cold Jacket. En: Re-constructing emotional spaces: from experience to regulation; 77-87. Praga: Prague College of Psychosocial Studies Press.
Sambataro, F. et. Al. (2006) Prefential responses in amygdala and insula during presentation of facial contempt and disgust. European Journal of Neuroscience; 24: 2355-2362.
Baumeister, R. F. et. Al. (2005) Social exclusion impairs self-regulation. Journal of Personality & Social Psychology; 88: 589-604.
https://www.rinconpsicologia.com/2018/09/que-es-el-desprecio.html
 

Temas Similares

31 32 33
Respuestas
387
Visitas
19K
Back