Los días pasan y J. sigue encerrado. Las horas corren y él sigue encerrado. Ya te auguré J., que el traje de rayas y unas largas vacaciones pagadas por el Estado te iban a sentar de maravilla. Las mereces. Por ti y también por la gente de buena fe. Sí, toda aquella gente de la cual abusaste y con la que te propasaste algún día. Al menos D.G habrá tenido un detalle contigo y te habrá regalado un buen libro por Sant Jordi. Mi sugerencia hubiera sido que leyeras el libro de libros: La Biblia. Pero bueno, ni las enseñanzas sagradas van a salvarte ya a estas alturas. La vida es corta J. y la tuya, se acorta cada día un poquito más. No saldrás de esta. Y lo sabes. Recuerda que, todo buen mago guarda siempre un as bajo la manga. Y ahora, hay un full house encima de la mesa. Este ha sido tu último despropósito. El último. Ahora, sólo queda esperar. Oyes ya las agujas del reloj?... tic tac, tic tac...