PATRICIA AGUILAR, 18 AÑOS, SECUESTRADA EN PERU

Yo a esta niña me la creo a medias, no creo que estuviera con el cerebro tan lavado, se recuperó demasiado rápido. Si fue engañada y raptada pero creo que ella sabía mucho más de lo que aparenta, vamos que no estaba tan absorbida
Es posible que está chica , se quedó embarazada en su secuestro ???
 
Se que ha cambiado y que tenía el coco super comido pero no puedo evitar sentir coraje cuando en el documental sale ella desde Perú hablando a la prensa española diciendo tantas cosas feas de sus padres, que si su madre era ludópata que poco más y la maltrataban... espero que ahora que tiene una hija sepa lo que se sufre por los hijos y valore a los padres y a la familia que tiene que lucharon tanto por ella y por encontrarla.
 
Pues yo lo siento, pero me cuesta sentir empatía por esta chica. Siento todo lo que le ha pasado pero para mí es incomprensible lo que hizo. Cualquier persona con dos dedos de frente no se deja comer el coco así, tenía 18 años, no puedo entender su actitud.
 
Acabo de ver el documental y me quedé con una angustia en el pecho enorme...

La otra chica por que no aparece ni se habla de ella? Alguien sabe algo? Creo que una de las niñas era su hija, será la que sale con la cara tapada?
 
Acabo de ver el documental y me quedé con una angustia en el pecho enorme...

La otra chica por que no aparece ni se habla de ella? Alguien sabe algo? Creo que una de las niñas era su hija, será la que sale con la cara tapada?
Yo también lo acabo de ver y pelos de punta.
He buscado información de Paola, la otra chica, y dicen que ella no lo tuvo tan fácil. Se ve que tuvo una infancia dura, y con muchos complejos físicos, y no tuvo la suerte de que su familia le apoyara.
 
Yo también lo acabo de ver y pelos de punta.
He buscado información de Paola, la otra chica, y dicen que ella no lo tuvo tan fácil. Se ve que tuvo una infancia dura, y con muchos complejos físicos, y no tuvo la suerte de que su familia le apoyara.
Yo acabo de encontrar su Facebook y por lo que leo, ella sigue defendiendo al tipo ese. Incluso hay un video de su hija hablando muy bien de él...

facebook.com/photo.php?fbid=171545047287868&set=a.112894356486271&type=3&theater
 
Yo acabo de encontrar su Facebook y por lo que leo, ella sigue defendiendo al tipo ese. Incluso hay un video de su hija hablando muy bien de él...

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Este hdp las maltrataba, las tenía en condiciones infrahumanas pero lo peor es que pegaba a sus hijos y los maltrataba, estaban desnutridos y llenos de piojos, puedo medio entender (aunque en realidad no) que defienda a ese cabron por estar tan cegada pero que lo siga defendiendo cuando maltrataba a sus hijos no logro entenderlo, hay que estar muy mal del coco.
 
Este hdp las maltrataba, las tenía en condiciones infrahumanas pero lo peor es que pegaba a sus hijos y los maltrataba, estaban desnutridos y llenos de piojos, puedo medio entender (aunque en realidad no) que defienda a ese cabron por estar tan cegada pero que lo siga defendiendo cuando maltrataba a sus hijos no logro entenderlo, hay que estar muy mal del coco.
Mientras más cosas leo, más flipo con esta parte de la historia... Acabo de encontrar un foro peruano donde se le defiende y el canal de YouTube de esta pobre mujer.

En el foro ese dicen que ella vivió con su suegra y casualmente en la foto que aparece en su Facebook con su hija, el único comentario que hay es de su suegra (creo que es la madre de él).

Normal que en el documental ni se le nombrarse y taparan la cara de la niña... Que pena
 
ENGAÑADA Y ESCLAVIZADA
En primera persona
El parto en la selva de Patricia
Iba a repoblar el mundo con él cuando llegara el apocalipsis, pero terminó esclavizada en la selva de Perú tras ir en su busca. . Ella 'picó' con apenas 16 años. Todo lo ocurrido después se recoge ahora en el libro 'Hágase tu voluntad'
Patricia Aguilar con su hija.

Patricia Aguilar con su hija.CRÓNICA / EL MUNDO

PREMIUM
Lunes, 21 septiembre 2020 - 15:24
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Después de la muerte de un familiar, Patricia Aguilar empezó a buscar respuestas en internet y, al otro lado de la pantalla, encontró al gurú Félix Steven Manrique. Cuando cumplió 18 años, la joven dejó a su familia en Elche y viajó a Perú para convertirse en su esposa, pero terminó siendo esclavizada en la selva. Allí la rescató la policía, un año y medio después, junto a su hija recién nacida. Ella, la niña que tuvo con el líder de la secta, le permitió lograr lo que no había sido capaz de hacer por sí misma: recuperar su libertad. Hágase tu voluntad cuenta, con el relato en primera persona de Patricia, el viaje de la joven española hacia la sumisión más absoluta y el empeño de su familia por recuperarla.
"ALGO VA MAL...MI BEBÉ NO VA A SOBREVIVIR" (16 MESES DESPUÉS DE LA HUIDA)
-No abráis la puerta a nadie ni habléis con ningún vecino por muy mal que se pongan las cosas. Nada de pedir ayuda. El bebé que va a tener Silvana será la reencarnación de Vishnu y ahí fuera querrán matarlo. Vosotros tenéis que protegerlo. Y si la policía viene preguntando por Patricia, recordad: aquí no hay ninguna Patricia.
Los niños se lo toman muy en serio. Se creen sus palabras a rajatabla. Y no me extraña. Es su padre quien las pronuncia. Y es muy autoritario (...) Llevo tanto tiempo sin ver a nadie, aparte de a ellos, que me da vergüenza que me vea otra persona, es una sensación que no había tenido nunca. Pero el pudor se me pasa cuando ellos se marchan y me dejan en esta especie de cabaña incomunicada, sin apenas víveres, embarazada de ocho meses y al cargo de cuatro niños.


Solo un día después, han llegado los calambres. Me paso el día tumbada, intentando convencerme de que esto no está pasando, de que el dolor solo está en mi cabeza. Estoy tan preocupada de la idea de que esto me pase aquí, en estas condiciones, que me esfuerzo por pensar que no me está ocurriendo de verdad. Seguro que son falsas. Las contracciones. Empiezo a creérmelo por la tarde, cuando noto cómo el vientre se me retuerce y algo empieza a tirar de mis entrañas hacia abajo. La tortura ya es permanente, cada pocos segundos. A duras penas, consigo llegar a la casa de mi vecina, le pido que me deje llamar por teléfono a mi hermano Esteban, el nombre por el que Él se hace llamar aquí. Ella pregunta si algo va mal. Trato de disimular el dolor y respondo que no pasa nada. Pero el móvil de Él está apagado, no responde. Me quiero morir. Empiezo a sudar, estoy aterrorizada. Vuelvo a la cabaña y pido ayuda a las dos niñas mayores, de diez y de ocho años. Los dos pequeños duermen. Natacha y Andrea se ponen muy nerviosas:
-¿Qué hacemos? ¿Qué hacemos?
Eso quisiera saber yo, pero no tengo ni la más remota idea. No puedo aguantar más el dolor, el miedo... en silencio. Me tumbo en el colchón, sobre los dos palés. Tengo que hacer tanta fuerza para intentar mitigar el suplicio de las contracciones que noto como la madera se me clava en la espalda. Grito. Suena la puerta. La vecina ha debido oír mis chillidos. Las niñas le abren:
-No está pasando nada. Gracias, pero estamos bien -oigo decir a Andrea.
No, por favor. Dejadla pasar, decidle la verdad. Necesitamos ayuda, mi hija no puede nacer así. La niña accede. Tras la puerta aparece la hija de la vecina, que al verme sale corriendo a avisar a su madre. Empieza a llegar gente a la cabaña: Teófila, su marido, otras tres señoras que no conozco de nada... Una chica me ayuda a incorporarme y me pide que camine.
(...)
-Algo va mal.

Empiezo a llorar. Me voy a morir. Mi bebé no va a sobrevivir. Perdóname, hija. Tú deberías nacer en un hospital, con un médico, una matrona, una cama, una manta limpia, con un padre a tu lado. Todos se alejan de mí. No os vayáis, no me dejéis sola, os lo suplico. Pero no van a ningún lado, se alejan un poco para hablar. Andrea se queda conmigo, no se separa de mí. La niña es la primera en verla.
-¿Qué es eso? -le pregunto, horrorizada.
-¡Es la bebé, se cae, se cae! ¡Corred, que ya ha salido! -grita Andrea a los vecinos mientras coge a mi hija. Teófila se acerca deprisa y recoge a la bebé, que empieza a llorar, de los brazos de la chiquilla. Mi hija está viva. La mujer la tapa con una de las mantas que hay en el suelo y le ata un hilo en el cordón umbilical. Y entonces, lo veo en su mano. Un cuchillo de cocina, enorme.
-¿Qué vas a hacer? -pregunto, horrorizada.
-Cortarlo, no tenemos otra cosa. Tú sigue empujando.
-¿Empujando? ¿Para qué? ¿No ha salido ya?
-Tienes que seguir apretando.
-Imposible, no me quedan fuerzas...
La nena está bien. La nena está bien. Eso es lo único que oigo ya mientras cierro los ojos. Estoy muy cansada... pero no me dejan relajarme. Vuelve a haber problemas.
Es la historia de un engaño que terminó con una chica de Elche esclavizada a los 16 años. Le engañaron haciéndole creer que sería la salvadora del mundo. Lo iba a hacer al procrear con el gurú peruano Félix Steven Manrique (arriba). Un año y medio después de su huida, Patricia fue rescatada en una granja para animales. Allí cuidaba de cuatro niños y de su hija recién nacida.

Es la historia de un engaño que terminó con una chica de Elche esclavizada a los 16 años. Le engañaron haciéndole creer que sería la salvadora del mundo. Lo iba a hacer al procrear con el gurú peruano Félix Steven Manrique (arriba). Un año y medio después de su huida, Patricia fue rescatada en una granja para animales. Allí cuidaba de cuatro niños y de su hija recién nacida.CRÓNICA / EL MUNDO
-La placenta no sale. Hay que sacarla o se muere. Levántala, quizá si la ponemos en vertical, se desprenda más fácil.
El marido de Teófila me coge por los brazos y me incorpora. Noto como algo sale de mi cuerpo, parece mantequilla. Y entonces sí, me dejan tumbarme y la ponen a mi lado. No puedo creer que esté aquí conmigo, que lo haya conseguido. Es tan... pequeña, tan inocente... y está indefensa. Pero viva. Quizá con él no hubiera sobrevivido. Lo pienso y se me pone la carne de gallina. De pensar qué hubiera hecho Él si hubiera estado aquí. Su prioridad hubiera sido ocultarme. No hubiera dejado pasar a los vecinos ni a nadie. Es contradictorio. Porque es tu padre, hija, pero es mejor que no hayas venido al mundo cerca de Él. Esa idea se me mete dentro, muy dentro, y empieza a extenderse en mi cabeza y a luchar contra mí. Desde el mismo momento en que mi hija me mira a los ojos y comprendo que ya no soy yo, que ahora debo ser por ella. Mi mejor versión.
EL ENGAÑO: DESCUBRO A SUS OTRAS ESPOSAS 'ESPIRITUALES' (UN MES DESPUÉS DE LA HUIDA)
Hay tres cerrojos grandes en la puerta de la habitación. Los tres están echados, por dentro. La cama, de 80 centímetros, ocupa gran parte del espacio. El resto está plagado de estanterías y muebles de plástico con figuras hindúes y un radiocasete que emite mantras todo el día: Om-Gam-Ganapataye-Namaha Sharanam-Ganesha, Om-Gam-Ganapataye-Namaha Sharanam-Ganesha... los mantras sirven para invocar constantemente la protección de distintos dioses, pero también me ayudan a concentrarme, la flauta bansuri y la repetición de una sola frase a lo largo de toda la canción se meten dentro de mi cabeza expulsando mis preocupaciones y mis dudas.
Del techo cuelgan yantras con distintas figuras geométricas. Junto a la cama, está la puerta del baño, que tiene un inodoro y un pequeño lavabo donde puedo asearme un poco, pero no hay ducha. No veo la calle, el ventanuco que conecta el dormitorio con el exterior está tapiado. Se me ha metido en la nariz el olor a humedad. Tampoco hay suelo. O al menos no el tipo de suelo que estoy acostumbrada a pisar. En lugar de baldosas, camino sobre una superficie de cemento plana y gris. Eso es, en esencia, lo que he estado haciendo los últimos diez días. Andar en línea recta, del baño a la puerta de la habitación y de la puerta de la habitación al baño. Tres pasos, seis si son pequeñitos. Esta habitación es un sitio... diferente, como si cuando entraras en ella, todo lo demás, todo el mundo, se quedara fuera.
(...)
No sabía que Él tenía hijos y menos que tenía tantos, aunque debí haberlo imaginarlo cuando supe de sus otras... esposas espirituales. Fue en septiembre, poco antes de que planeáramos mi viaje a Perú. Aquellos meses yo tenía una carga de trabajo brutal, entre las tareas del instituto y las que Él me pedía que hiciera. (...) El grupo, de nombre hindú, estaba integrado por Pamela, Marita y otra chica peruana. Y, desde ese momento, también yo formé parte de él. Fue mi punto de inflexión. El antes y el después. El fuera del grupo y el ya estás dentro. Harían falta todavía muchos mantras y ejercicios espirituales de autocontrol para eliminar los celos que yo sentía hacia sus otras mujeres: Madre divina, sácame el yo, legión de los celos. (...) Pensaba que sería más difícil, me he preparado mucho para evitar que mis celos generen problemas, pero no las tenía todas conmigo y ahora... me parece tan ridículo... Ni siquiera me enfadé cuando vi su documento de identidad y descubrí que con Marita sí que tiene un matrimonio de verdad, están casados legalmente. En esta casa he encontrado algo que está por encima de todo eso: un hogar, atípico en muchos sentidos, pero un hogar al fin y al cabo. Y eso era algo que necesitaba. Por eso, cuando intuyo que pueden venir curvas, yo misma trato de reducir la velocidad. Un mal gesto de Pamela me da la pista y decido hablar con Él.
-Amor, deberías dormir más noches con ellas. Pasas más ratos conmigo y ellas pueden sentirse mal.
-Ya, pero tú acabas de llegar y quiero estar más contigo.
Para cuando le sugiero a Él que reparta mejor su tiempo con las tres, yo tengo miedo de que Pamela y Marita, mi nueva familia, extraña pero familia al fin y al cabo, me rechacen. Aunque también es verdad que para entonces ya he vivido algún episodio incómodo con Él en la intimidad.
-No me siento cómoda haciendo esto. Me duele, no me gusta.
-Ya, pero tiene que ser.
Y así es. Cada noche, sin excepción. Aunque a veces esté cansada, se hace según su palabra, siempre por un bien superior. Todo, salvo alguna cosa.
-Esto no puede volver a pasar, le aviso.
-¿El qué?
-Sabes a lo que me refiero. Lo hemos hablado y las tres estamos de acuerdo. Tú pusiste la norma: una noche con cada una.
-Sí. ¿Y?
-Pues eso. Con una. Ya sabes a qué me refiero...
(...)
UN MONSTRUO CON UN LÁTIGO DE CUERO EN LAS MANOS (SEIS MESES DESPUÉS DE LA HUIDA)
Él duerme siempre en la cama grande, acompañado de una de nosotras cada noche, la que le toque. Así que uno de cada tres días, subo del suelo a su cama. Solo si previamente he cumplido con el ritual de higiene que él exige para poder tocar sus sábanas. Y lo cierto es que, en las condiciones que vivimos, cada vez es más complicado cumplir con ese requisito. Sinceramente, yo ya prefiero el suelo a su cama. En este local no hay habitaciones. Todos dormimos en el único espacio que tiene el departamento. Y claro, se ve y se oye todo. Es muy desagradable. Porque las normas no han cambiado. Él lo pide cada madrugada, sin importar que haya testigos en el mismo cuarto. Yo ya ni pienso en mí, en Pamela o en Marita. Mi atención y mi preocupación están en los niños, es imposible que ellos no vean ni oigan lo que veo y oigo yo cuando estoy abajo con ellos. Por eso, cuando llega mi turno para estar con Él, intento negarme, sin éxito:
Patricia y el gurú peruano.

Patricia y el gurú peruano.CRÓNICA / EL MUNDO
-Ya conoces las reglas. Cuando te quedes embarazada, no tendremos relaciones.
(...)
Al día siguiente, la tormenta se cuela dentro de casa, sin necesidad de pasar a través de las calaminas:
-Basta ya de tratar así a los niños. Eduardito apenas tocó tus libros, no es excusa para darle semejante cachetada -los gritos de Marita me despiertan.
-Mis cosas no se tocan, son sagradas. Educa a tu hijo de una vez y no tendré que hacerlo yo -vocifera él.
Los niños, sentados en el suelo en un rincón del local, están asustados. Natacha se tapa la boca para no gritar. Voy con ellos y los abrazo, mientras les pido que se mantengan en silencio. Ellos siguen discutiendo hasta que, de pronto, él coge a Marita del cuello y la aprieta contra la pared. Los chiquillos lloran y empiezan a chillar.
-¡Detente, párate, para de una vez! -le dice Pamela mientras trata de separarlos. Pasados unos segundos que a mí se me antojan eternos, Él afloja la mano y ella cae al suelo. Cuando consigue ponerse en pie, alcanzo a ver la marca de sus dedos en su cuello. Deprisa, busca entre su montaña de ropa y saca una bufanda, se la anuda y se marcha corriendo de casa. Ya no volverá hasta después del trabajo. Tras ella, Pamela también sale del local y me deja a solas con Él y con los chiquillos. Primero se oye el portazo y luego, se hace un silencio extraño en la sala, roto por la respiración entrecortada de los niños, que se abrazan unos a otros en el colchón. Yo ni siquiera puedo alterarme, estoy en schock. No lo creía capaz de hacer esto. Ni siquiera puedo mirarle, a pesar de que lleva un rato buscándome con sus ojos, de pie, a unos pasos de mí. Puedo sentir la presión de su gesto serio sobre mí. Levanto la cabeza y nuestros ojos se encuentran, pero no lo reconozco. No sé quién es ni cuándo se ha convertido en lo que es. Me niego a pensar que haya sido así desde el principio. Él se sienta en el borde de la cama y empieza a hablar en alto:
-¿Por qué tienen que comportarse así? Siempre llevándome la contraria... Yo no quiero hacerles daño, solo quiero que se porten bien.
Lo miro sin parpadear mientras sigue con su monólogo.
-Y claro, ahora que ha pasado esto... Marita se ha encarado y yo he tenido que corregirla. Tú muchas veces te encaras y no te hago nada...
El corazón me va a mil.
-Pues es que estoy reflexionando y... pues voy a tener que pegarte a ti también.
Me encojo en mi rincón.
-Sí, eso es. Voy a darte. Las demás no deben saber que tengo preferencia por ti.
Se levanta y lo coge. Aquí le conocen como chicote. Formaba parte de la decoración de la primera casa en la que vivimos, pero cuando nos mudamos, Él se lo llevó y desde entonces, nos ha ido acompañando en todos los departamentos. Él dice que le tiene cariño, hasta ahora yo solo pensaba que tenía gustos raros y horteras, como lo de las pieles de animal. Vuelve a sentarse en la cama y, con el látigo de cuero en la mano, me pide:
-Acércate.
-No -respondo sin dejar de mirarlo.
«Hágase tu voluntad» (Alrevés Editorial), la historia de Patricia Aguilar, esclavizada en la selva de Perú por el gurú Félix Steven Manrique, escrita por Vanesa Lozano, ya a la venta

«Hágase tu voluntad» (Alrevés Editorial), la historia de Patricia Aguilar, esclavizada en la selva de Perú por el gurú Félix Steven Manrique, escrita por Vanesa Lozano, ya a la venta
-Acércate o será peor.
Es la primera vez que desobedezco sus órdenes. Está como poseído. Tengo miedo por los chiquillos, así que me resigno y voy hasta Él. Baja la fusta a la altura de mis rodillas y noto el cuero trenzado en la piel. Los críos empiezan a gimotear, conteniendo el llanto. Me preparo. Tengo pánico, pero ante Él me muestro impasible. Una parte de mí espera que no lo haga, que dé un paso atrás. Solo abro la boca para calmar a los chiquillos:
-Tranquilos, no pasa nada.
En mi cabeza, los cuento:
Uno.
-No es respeto esto que siento, es miedo...
Dos.
Es un monstruo...
Tres.
Tu abrazo no cura la quemazón de mis piernas ni lo que arde por dentro.
...
Siete.
Son los días que han pasado desde que tenía que haberme bajado el periodo.
CARTA PARA TI, MI HIJA... (DOS AÑOS DESPUÉS DE SER RESCATADA)
No ha sido fácil llegar hasta aquí, pero lo he hecho por ti. Tú me salvaste. Hice por ti lo que no era capaz de hacer por mí. Escapé de dónde muchos dicen que nunca se puede escapar para darte un futuro mejor que para mí ya creía perdido y que ahora también tengo gracias a ti. Y a mi familia, que ya es la tuya. Siempre estaré a tu lado, siempre lucharé porque seas feliz.
Dar a conocer lo que pasó es la única forma de intentar que no vuelva a ocurrir. Espero que ayude a muchas víctimas de sectas que desconocen o han olvidado cómo alguien puede cambiar tu vida empleando única y exclusivamente la manipulación, la palabra. Y con esa palabra, llevarte al infierno. Ahora soy consciente de cómo Félix Steven Manrique llegó hasta mi habitación en España, yo solo tenía dieciséis años y, estando a miles de kilómetros, él supo arrancarme de mi familia.
A todas las mujeres que son víctimas de violencia, ojalá también sirva esta historia. Espero que encuentren el modo y la ayuda para frenar esos golpes cuanto antes.
Acabo de leerlo después de ver el documental y me he dado cuenta de que hay un cambio. En el documental se dice que es Patricia la que frena al tío este cuando está estrangulando a Marita, pero en el libro se cuenta que es Pamela la que los frena...¿será que como apoya al tío en el documental han intentada nombrarla lo mínimo posible?
 
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