Negocios (fracasados) de Jaime del Burgo. Exige a Cotilleando retirar el tema.

Las ninas aparecen en paralelo a las lamparas y las columnas de la chimenea, ellas son los pilares de la monarquia. Alguien sabe que son esos trofeos encima de la chimenea?
 
Y en el cuadro del café Suizo arriba aparece la palabra canal ....¿Panamá?

REPUBLICANA



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LA CALLE SALSIPUEDES

UN comentario a una de las últimas entradas me ha hecho volver sobre las cuestiones de aleve erudición local a las que te dedicas cuando vives mucho más en el pasado de la ciudad en la que estás domiciliado, que en el presente. Plaza de la Fuga... El Café Suizo... La Pamplona de Rafael García Serrano en el mejor libro de memorias (de combate) que haya escrito un pamplonés, La Gran Esperanza, y también en Plaza del Castillo, donde los conspiradores aguardan el momento del alzamiento militar en una casa de putas de la calle de los Descalzos.



LA erudición local es, a gustos, un abismo, un cepo que te atrapa antes de que te des cuenta o un callejón sin salida en el que es fácil perderse y al que le cuadra la frase "Entra si te dejan" y sobre todo "Sal si puedes", porque una vez dentro, es raro que salgas, algo te lo impide, el prurito de ir cada vez más lejos, de dibujar el mapa de territorios inexplorados o explorados en falso, de clavar el banderín del pionero, de ser el primero en llegar y el administrador de la tierra incognita de turno. No se trata de saber, sino de saber más que alguien, otro, de zascandilear, de buscar gazapos, de escachar famas en el mentidero, de las burlas en la sociedad gastronómica de los gallicos capados, de quedar como un campeón, de que te teman, de amenazar con la publicación de fichas y más fichas y requetefichas. que harán temblar los cimientos... "¡Peste de erudición!", exclamaba Unamuno cuando pedía creación, ambición intelectual, riesgo.


Y ahí te quedas, en el fondo del callejón, husmeando alrededor de un legajo, de unas páginas de hemeroteca o cavilando sobre la cantidad de "planchadoras" que podían estar viviendo juntas sin ser parientes en una casa de la calle de los Descalzos, perdido en el "cabe imaginar", en el dato que esconde otro dato, hasta el infinito, como los espejos del portal de nuestra infancia. Te quedas dentro del callejón, como en un lecho de plumón o en una madriguera. A cubierto. A cubierto quizá de ti mismo.
A la erudición de curiosidades locales me refiero, al husmeo de rincones raros, de líneas olvidadas, de todo lo menor y más literario, que luego resulta que no suele ser tan inane como parece.

No ya por el husmeo de padrones, a la noble caza de detalles "infamantes", como por ejemplo los orígenes familiares de tal o cual político, que solo un mundo canalla hacía dudosos, sino porque escribir con verdad de lo que se tiene delante de las narices, sin el cinismo de pensar en el privado de la comilona una cosa y expresar en los papeles otra, sólo trae problemas con los vivos que tengan algo de poder y con los herederos de los don figuras y con sus parentelas, que por una partícula de más o de menos pueden llevarte a los tribunales. Los herederos, las parentelas...


Ya lo dije cuando cité a José de Arteche en su diario, al hablar de cómo el escritor José María Iribarren no iba a publicar sus verdaderas memorias de la conspiración del general Mola, como así ha sido, gracias a él mismo y a sus herederos y albaceas: "viven todavía y vivirán los hijos y los nietos y parientes de muchos acerca de quienes tengo necesidad de decir toda la verdad. Los consideran como dioses".

Mejor seguir con el tran-trán de la historia ya escrita en defensa del poder de turno y sus administradores, e ir dejando el huevo aquí y allá, donde convenga, que indisponerse con quien maneja los abonos de los toros, el protocolo de la procesión de Viernes Santo, el juego de cintura de los arrabales académicos o es accionista de ese periódico local cuyo mayor logro es tener a una provincia en un puño, y mucho don para arriba y don para abajo, como asperges de pozo negro, y no poner jamás en tela de juicio a quien ejerce poderes abusivos, por el hecho de tenerlos.

Calle Salsipuedes, entonces, que además de ser el nombre de una calleja de la ciudad vieja, es un título que ni puesto de encargo para un libro de memorias ciudadanas.

http://vivirdebuenagana.blogspot.com.es/2009_06_01_archive.html
 
Príncipe o princesa de Viana es el título que ostenta el heredero o heredera del Reino de Navarra. Fue instituido por Carlos III el Noble para su nieto Carlos, llamado desde entonces de Viana, nacido del matrimonio entre su hija Blanca y Juan, príncipe de Aragón. Tras la conquista del Reino de Navarra por Castilla en 1512, dicho título se transmitió a dicha Corona y posteriormente a los monarcas españoles, unido al de Príncipe de Asturias, Gerona, Duque de Montblanc, Conde de Cervera y Señor de Balaguer.

Actualmente ostenta el título la heredera de la Corona española, Leonor de Borbón.

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Navarra retira al Rey la invitación a los Premios Príncipe de Viana
 
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