Mujeres con una vida poco común

Las mujeres científicas más importantes de la historia

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Seguro que todos hemos escuchado en algún momento, que las carreras denominadas 'de ciencias' eran territorio masculino (a excepción de aquellas relacionadas con los cuidados, como enfermería), mientras que las 'de letras', eran más propias de mujeres.

Pero echando la vista atrás, esta afirmación se desmonta por completo.

Tenemos muchos ejemplos a lo largo de la historia de mujeres que destacaron en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería o las matemáticas.

De hecho, existen numerosos casos en los que los hombres se han aprovechado de los conocimientos de estas mujeres para brillar con sus trabajos.

Para que esto no vuelva a ocurrir, desde MSN queremos rendirles un merecido homenaje.

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Marie Curie (1867-1934)
La física francesa de origen polaco Marie Sklodowska Curie marco dos hitos en relación con los Nobel: fue la primera mujer en obtener uno de los galardones de la Academia Sueca y la primera persona de la historia en volver a recibir el premio.

La primera ocasión fue el Premio Nobel de Física, que recibió en 1903 junto con su marido, Pierre Curie, y con Henri Becquerel, por descubrir los elementos radioactivos radio y polonio.

En 1911, Marie Curie obtuvo el Nobel de Química, por sus investigaciones sobre el radio y sus compuestos. Falleció en 1934, víctima de una anemia aplásica que le provocó su constante exposición, durante años, a elementos radiactivos.

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Margarita Salas (1938)
Esta asturiana, discípula del Nobel español Severo Ochoa, comenzó a desarrollar su carrera científica en pleno dictadura franquista, cuando ser mujer era todo un hándicap para dedicarse a la ciencia.

Junto con su esposo, el también científico Eladio Viñuela, viajó en 1967 a Estados Unidos, donde se puso a las órdenes del ya célebre Ochoa, con quien desarrolló estudios de bioquímica y de biología molecular.

Con el paso de los años, destacó con sus investigaciones en solitario, en el campo de la genética.
Ya de vuelta en España, dirigió el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).


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Pilar Careaga Basabe (1908-1993)
Hija de una familia noble de Bilbao, fue la primera mujer titulada en ingeniería en la historia de España, así como la primera mujer en ponerse a los mandos de un ferrocarril.

Pese a estos hitos, no ejerció su profesión y decidió entrar en política y durante la Guerra Civil participó como enfermera del bando nacional.

Durante el franquismo fue procuradora en Cortes y en 1969 se convirtió en la primera mujer alcaldesa de Bilbao.

En 1979 fue víctima de un atentado de ETA que la dejó secuelas hasta su muerte, en 1993.


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Gertrudis de la Fuente (1921-2017)
La madrileña pasó a la historia de la ciencia por ser la primera bioquímica de España, especializada en enzimología.

Como investigadora, una de sus aportaciones más destacadas fue que descubrió la clave que se ocultaba tras el denominado “síndrome tóxico”, que a comienzo de los 80 mató a casi 2.000 personas y dejó secuelas en varios miles.
El equipo que coordinó De la Fuente averiguó que el aceite de colza se ocultaba detrás de esta catástrofe de salud pública.

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Ángela Ruiz Robles (1895-1975)
Décadas antes de que el ebook cambiara la forma de leer libros en todo el mundo, esta maestra y pedagoga gallega puede ser considerada, con toda justicia, como la precursora del libro electrónico.

En los años 50 del siglo XX, ‘Doña Angelita’ patentó la “enciclopedia mecánica” un ingenioso artilugio cuyo propósito era que los alumnos no tuvieran que llevar a cuestas pesados libros.
También inventó la máquina taquimecanógrafa y un atlas lingüístico gramatical.

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Ada Lovelace (1815-1852)
A esta escritora y matemática británica, hija de Annabella Milbanke y Lord Byron, se convirtió, en pleno siglo XIX en la primera “programadora informática” de la historia.

Su fama como mujer de ciencia le llegó de la mano del también matemático Charles Babbage, que había inventado una máquina analítica, la ‘bisabuela’ de los ordenadores.

Lovelace investigó el artilugio de su mentor y creo el primer algoritmo para su procesamiento en una máquina.

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Sophie Germain (1776-1831)
La historia de esta matemática francesa es la de una rebelde a mayor gloria de la ciencia.
Desde niña, supo aprovechar de manera clandestina la gran biblioteca que tenía en casa.

Se pasaba horas leyendo, incluso de noche, cuando simulaba dormir. Sus padres se enteraron y le restringieron la luz. A ella le dio igual, sus ansias de saber la llevaron a seguir aprendiendo a la luz de una vela.

Su aportación más importante a la investigación matemática fueron sus hallazgos sobre los números primos.
 
Las mujeres científicas más importantes de la historia

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Ellen Ochoa (1958)
Esta física y científica californiana, de ascendientes mexicanos, se convirtió, en 1993, en la primera hispana en viajar al espacio, a bordo del transbordador Discovery.

En total, son cuatro las misiones de la NASA en las que Ochoa ha participado y, además es inventora de varias patentes en el campo de los sistemas ópticos para el procesamiento de información.

(En la imagen, la tercera por la derecha)

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Jane Goodall (1934)
Dame Jane Morris Goodall es una primatóloga, etóloga, antropóloga y mensajera de la paz de la ONU inglesa.? Se le considera la mayor experta en chimpancés, y es conocida por su estudio de 55 años de duración sobre las interacciones sociales y familiares de los chimpancés salvajes en el Parque Nacional Gombe Stream en Tanzania. Es la fundadora del Instituto Jane Goodall y el programa Roots & Shoots (Raíces y Brotes). Ha trabajado extensivamente en asuntos de conservación y bienestar animal. Pertenece al comité del Proyecto de los Derechos Humanos desde su fundación en 1996.

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Lise Meitner (1878-1968)
Lise Meitner fue una física austriaca que investigó la radiactividad y en física nuclear.
Meitner formó parte importante del equipo que descubrió la fisión nuclear, un logro por el cual su colega Otto Hahn recibió el Premio Nobel.

Es a menudo considerada uno de los más evidentes ejemplos de hallazgos científicos hechos por mujeres y pasados por alto por el comité del Nobel.

Un estudio publicado en 1997 por la revista Physics Today concluyó que la omisión de Meitner fue «un raro ejemplo en el que opiniones personales negativas aparentemente llevaron a la exclusión de un científico que merecía el premio».

El elemento nº 109, meitnerio, fue nombrado en su honor.

(En la imagen, a la izquierda)


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Hipatia (355 o 370- 415 o 416)
Hipatia fue una filósofa y maestra neoplatónica griega que destacó en los campos de las matemáticas y la astronomía,? miembro y cabeza de la Escuela neoplatónica de Alejandría a comienzos del siglo V.

Cultivó los estudios lógicos y las ciencias exactas, llevando una vida ascética. Educó a una selecta escuela de aristócratas cristianos y paganos que ocuparon altos cargos.

Hipatia es la primera mujer matemática de la que se tiene conocimiento razonablemente seguro y detallado. Escribió sobre geometría, álgebra y astronomía, mejoró el diseño de los primitivos astrolabios e inventó un densímetro, por ello está considerada como una pionera en la Historia de las mujeres en la ciencia.

Hipatia fue asesinada a los 45 o 60 años (dependiendo de cuál sea su fecha correcta de nacimiento), linchada por una turba de cristianos.


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Margaret Hamilton (1936)
Margaret Hamilton es una científica computacional, matemática e ingeniera de sistemas.

Fue directora de la División de Ingeniería de Software del Laboratorio de Instrumentación del MIT, donde con su equipo desarrolló el software de navegación "on-board" para el Programa Espacial Apolo. ?
En 1986, se convirtió en la fundadora y CEO de Hamilton Technologies. La compañía se desarrolló alrededor del Lenguaje Universal de Sistemas basada en su paradigma de "Desarrollo antes del hecho" (DBTF del inglés Development Before the Fact) para sistemas de diseño de software.

El 22 de noviembre de 2016, Hamilton recibió la Medalla Presidencial de la Libertad, entregada por el ex presidente de Estados Unidos Barack Obama, por su trabajo en la NASA durante las misiones Apolo.

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Grace Murray Hopper (1906-1992)
Grace Murray Hopper fue una científica de la computación y militar estadounidense con grado de contraalmirante.

Es pionera en el mundo de las ciencias de la computación y fue la primera programadora que utilizó el Mark I.

Entre las décadas de los 50 y 60 desarrolló el primer compilador para un lenguaje de programación así como también propició métodos de validación.

Popularizó la idea de una máquina independiente de los lenguajes de programación, lo que derivó en el desarrollo de COBOL, un lenguaje de alto nivel de programación que aún se utiliza.


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Jane Marcet (1769-1858)
Jane Marcet, nacida como Haldimand, era una escritora exitòsa de libros populares de introducción a la ciencia.

Fue educada en casa con sus hermanos y estudió latín (esencial para las ciencias), química, biología, e historia, así como los temas que en Inglaterra en aquel tiempo se consideraban necesarios para las chicas jóvenes

. Jane tuvo que ocuparse de la casa y de su hermano a la edad de 15 años, después de la muerte de su madre.

Jane desarrolló un interés temprano por el arte y estudió arte con Joshua Reynolds y Thomas Lawrence, lo cual le sirvió más tarde para ilustrar sus libros.


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Valentina Tereshkova (1937)
Valentina Vladímirovna Tereshkova, cosmonauta y política rusa ya retirada, es una ingeniera rusa que como cosmonauta se convirtió en la primera mujer, y a la vez el primer civil, que ha volado al espacio. Completó 48 órbitas alrededor de la Tierra en sus tres días en el espacio. Permaneció activa en la política tras el colapso de la Unión Soviética (URSS) y es considerada como una heroína en la Rusia post-soviética.
 
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Las mujeres científicas más importantes de la historia

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Hedy Lamarr (1914-2000)
Hedwig Eva Maria Kiesler, conocida como Hedy Lamarr fue una actriz de cine e inventora austriaca.

Fue coinventora de la primera versión del espectro ensanchado que permitiría las comunicaciones inalámbricas de larga distancia.

Empezó sus estudios de ingeniería a los 16 años, pero tres años más tarde abandonó la ingeniería atraída por su vena artística.

Fue obligada a casarse con el magnate de la industria armamentística Friedrich Mandl, que la sometió a un intenso control. Tuvo que abandonar su incipiente carrera cinematográfica, y cualquier otro tipo de actividad hasta que consiguió escapar de él y cambiar de identidad.

Hedy había aprovechado su soledad para continuar sus estudios de ingeniería, y utilizar su inteligencia para obtener los pormenores de la tecnología armamentística de la época.

Dichos conocimientos fueron cedidos por la actriz a las autoridades de los Estados Unidos años más tarde; igualmente algunas reuniones le sirvieron de guía para idear y patentar, en los años 1940, la técnica de conmutación de frecuencias, que le devolvería notoriedad en los últimos años de su vida.

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Sofia Kovalevskaya (1850-1891)
Sofia Vasilyevna Kovalévskaya fue la primera matemática rusa de importancia y la primera mujer que consiguió una plaza de profesora universitaria en Europa.

Nacida y criada en el seno de una familia gitana rusa, Sofía era también descendiente de Matías Corvino, rey de Hungría.
Sofía empezó a mostrar muy buenas cualidades para el álgebra pero su padre decidió interrumpir sus clases por miedo. Aún así, Sofia siguió estudiando por su cuenta.

Durante su trabajo en la Universidad de Estocolmo, escribió el más importante de sus trabajos, que resolvía algunos de los problemas al que matemáticos famosos habían dedicado grandes esfuerzos.

Consiguió un importante premio otorgado por la Academia de Ciencias de París, en 1888, por su trabajo 'Sobre la rotación de un cuerpo sólido alrededor de un punto fijo'.

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Maryam Mirzakhani (1977-2017)
Maryam Mirzajaní fue una matemática iraní y profesora de matemáticas en la Universidad de Stanford.

En 2014 fue galardonada con la Medalla Fields, siendo la primera mujer en recibir este premio equivalente al Nobel de las matemáticas.

Desarrolló su carrera en los campos del espacio de Teichmüller, la geometría hiperbólica, la teoría ergódica y la geometría simpléctica. Sus estudios abarcan impactantes y originales investigaciones sobre geometría y sistemas dinámicos.

Su trabajo en superficies de Riemann y sus modelos espaciales conectan varias disciplinas matemáticas e influyen en todas ellas.

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Rosalind Franklin (1920-1958)
Rosalind Elsie Franklin fue una química y cristalógrafa inglesa, responsable de importantes contribuciones a la comprensión de la estructura del ADN (las imágenes por difracción de rayos X que revelaron la forma de doble hélice de esta molécula son de su autoría), del ARN, de los virus, del carbón y del grafito.

Tras su paso por la universidad de Cambridge, viajó a París, donde, como investigadora postdoctoral y bajo la supervisión de Jacques Mering en el Laboratorio Central de Servicios Químicos del Estado, se convirtió en una consumada cristalógrafa de rayos X.

Gracias a sus aportaciones Watson, Crick y Wilkins compartieron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1962. Watson puntualizó que Franklin debió haber sido galardonada también con el Premio Nobel de Química, junto con Wilkins
 
Cuando una feminista de izquierdas se negó a aprobar el voto femenino en España y tenía buenas razones
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Alfred López
Yahoo Noticias 23 de marzo de 2018

El próximo 19 de noviembre (de 2018) se cumplirán 85 años desde que las mujeres en España pudieron ejercer por primera vez el derecho democrático del voto.

Aquel día de 1933 miles de mujeres mayores de 23 años acudieron a votar en las Elecciones Generales.

Un hito que llevaba tras de sí muchos años de lucha por parte de los colectivos sufragistas y que, gracias a haber sido aprobado el artículo 36 de la Constitución de 1931 (recién constituida la II República), se facultaba a el voto a todos los ciudadanos de uno y otro s*x* quienes, a partir de aquel momento, tenían los mismo derechos electorales.

Un hito que llevaba tras de sí muchos años.

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Una figura fue clave para la consecución del voto femenino en España: la diputada Clara Campoamor (del Partido Republicano Radical), quien se convirtió en la máxima representante política de los deseos sufragistas y que los libros se han ocupado en colocarla en un sitio destacado de la Historia.

Pero aquel momento histórico sobre la aprobación del sufragio universal en España tuvo otra destacadísima protagonista: Victoria Kent, diputada por el Partido Republicano Radical Socialista, que mantuvo una ferviente discusión en el parlamento con su amiga Clara Campoamor al negarse rotundamente de que se aprobara la mencionada ley que facultaba el voto femenino.

Lo curioso del tema es que Victoria Kent era feminista y de izquierdas y no había nada que deseara más que el sufragio universal, pero estaba convencida de que aquel no era el momento adecuado para aprobar una ley constitucional que facultase a las mujeres el votar libre y democráticamente.

Pero, a pesar de ganarse la enemistad de muchas mujeres de su época que luchaban por la llegada del sufragio femenino, la radical postura de Victoria Kent estaba razonada y, tras los resultados de las elecciones generales del 19 de noviembre de 1933, muchas fueron las personas que acabaron dándole la razón.

Victoria mantenía la firme convicción de que una gran mayoría de las mujeres a las que se les facultaría para votar no estaban todavía preparadas para ello.

La sociedad española había estado sometida durante muchísimo tiempo a la monarquía, a la importantísima influencia de la Iglesia y además, hasta la llegada de la joven república, se había vivido casi una década (desde diciembre de 1923) bajo la dictadura militar de Miguel Primo de Rivera.

Todo esto influía en la manera de pensar de muchas mujeres de la época (sobre todo las más mayores) quienes tenían profundas convicciones religiosas y, por tanto, en caso de acudir a votar lo harían por partidos conservadores.

Famoso fue el debate que mantuvieron cara a cara en el Congreso de los Diputados Clara Campoamor y Victoria Kent el 1 de octubre de 1931, en el que cada una defendió su postura y razones por las que se debía aprobar o no el artículo 36 de la nueva Constitución y que dio paso a la votación (ganó el sí con 161 votos a favor frente a 121 noes).

Tuvo que pasar un par de años para que en España tuviera lugar unas elecciones (el 19 de noviembre de 1933) en las que, por primera vez, tanto hombres como mujeres mayores de 23 años podrían ejercer el derecho democrático del voto.

Pero tal y como predijo Victoria Kent, el voto mayoritario de la mujeres que acudieron por primera vez a las urnas fue a parar a la coalición de partidos conservadores CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) que se presentaron en coalición, mientras que los partidos de izquierdas lo hicieron por separado y el voto progresista se dispersó.

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No se tardó desde la prensa a culpar al voto femenino del triunfo electoral de la derecha y a dar la razón a Victoria Kent sobre su teoría de que las mujeres españolas en aquellos momentos todavía no estaban preparadas para votar.
 
Olive Oatman, la mujer del tatuaje azul y el doble cautiverio
Valeria Sabater

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A Olive Oatman se la conoce como la misteriosa mujer del tatuaje azul en la barbilla.

Secuestrada de niña por los indios Yavapai, acogida posteriormente por los indios Mohave y rescatada finalmente por su hermano, dedicó parte de su vida a hablar sobre la supervivencia y la fortaleza del ser humano sin percibir lo rota que había quedado su mente e incluso su propia identidad.

Es posible que más de uno se haya encontrado con esta historia alguna vez.

Atrae sin duda el rostro sereno de su protagonista, su mirada y sobre todo, ese singular tatuaje donde lo étnico, lo salvaje dirían algunos, se integra a duras penas con esa imagen occidental que toda buena dama educada y de buena posición solía mostrar a mediados del siglo XIX.

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Sin embargo, Olive Oatman no era una dama cualquiera de la Arizona de dicha época.

Fue una mujer que arrastró varios traumas a lo largo de su vida, alguien que intentó adaptarse y sobrevivir a cada revés con la que quiso golpearle el destino.

Y sobrevivió, no hay duda, porque lo suyo fue algo admirable, toda una odisea que quedó recogida en libros “Captivity of the Oatman Girls” (1856) o en “El tatuaje azul: La vida de Olive Oatman”, de Margot Miffin.

Sin embargo, hay algo de lo que no se habló en aquellos años. Olive Oatman nunca se sintió tan libre como en esos días en los que convivió con los Mohave.

De hecho, casi 100 años después, se le puso su nombre a una pequeña ciudad, un rincón donde vivió aquella joven en compañía de los nativos y donde curiosamente, fue más feliz que nunca

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Olive Oatman, años de cautiverio, años de libertad

Estamos en 1850 y en las áridas, pero siempre majestuosas tierras del Colorado, en Estados Unidos
.

A lo largo de un camino solitario y pedregoso podemos ver una caravana de colonos abriéndose paso con sus animales, sus carros y sus infinitas esperanzas por asentarse en eso que se conocía entonces como el “nuevo mundo”.

Sin embargo, el nuevo mundo ya estaba habitado, tenía propietarios legítimos que no iban a ceder ante el deseo de conquista de un grupo de extranjeros con aires de grandeza.

Entre esos colonos estaba la familia Oatman, mormones que avanzaban de forma incauta llevados el fanatismo de un líder espiritual, el pastor, James C. Brewster.

Fue aquel personaje quien los llevó inevitablemente al desastre. Nada sabían de aquellas tierras, tampoco quisieron oír las advertencias. Era tan firme su propósito y tan ciega su fe que no advirtieron que aquella tierra ya tenía propietarios, una etnia salvaje y bastante violenta: los yavapai.

Los indios acabaron con prácticamente todo el grupo de pioneros que encabezaban aquella expedición.

Después de la matanza, decidieron llevarse a dos niñas blancas como esclavas, eran Olive Oatman de 14 años y su hermana Mary Ann, de 8.

Tras el drama sufrido, a las dos pequeñas les aguardó algo que no fue mucho mejor, tuvieron que resistir casi un año de maltrato, de carencia y de humillación continua por parte de aquellos nativos que tanto despreciaban al hombre blanco.

Sin embargo, su suerte cambiaría cuando una tribu vecina se enteró de la historia de las niñas.

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Esa tribu eran los Mohave.

Fueron ellos quienes decidieron rescatarlas haciendo un intercambio: entregaron varios caballos y mantas a cambio de las niñas blancas.

El trato quedó sellado, y Olive y su hermana menor iniciaron una vida nueva, una vida que supuso un giro de 180º respecto a la indigencia a la que habían estado sometidas.

Fueron adoptadas por la familia Espanesay y Aespaneo, acogidas por una tierra llena de bellezas, de tierras con campos de trigo y bosques de álamo donde dormir cada noche en compañía de un pueblo afable.

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Sin embargo, también hubo tiempos de dificultades, años de sequía donde el pueblo pasó hambre y donde murieron muchos niños, entre ellos Mary Anne, la hermana de Olive.

A ella, se le permitió enterrarla según su propia religión, regalándole incluso un pedazo de tierra donde Olive plantó un jardín de flores silvestres.

El tatuaje invisible de Olive Oatman

Olive Oatman tenía casi 20 años cuando al poblado Mohave llegó un mensajero del Fort Yuma
.

Se habían enterado de la presencia de una mujer blanca y exigían su devolución.

Cabe decir que esta tribu jamás tuvo cautiva a la joven, siempre le dijeron que era libre de irse cuando así lo deseara, sin embargo Olive nunca tuvo especial interés por volver a eso que el hombre blanco llamaba civilización. Estaba bien. Se sentía bien.

Sin embargo, todo cambió cuando se enteró que quien la reclamaba era Laurence, su hermano pequeño, al que creía muerto en el brutal ataque con los Yavapai donde perdió a su familia.

Decidió marcharse, decidió volver con los suyos y los mohave, lo aceptaron a duras penas. Sin embargo, aquella fue una decisión de la Olive se arrepentiría años después

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La mujer del tatuaje azul

Así la llamaron, la “mujer del tatuaje azul”.
Porque los trajes victorianos con los que la vistieron de inmediato para borrar su pasado con los indios no pudo cubrir el tatuaje que adornaba su barbilla.

Sin embargo, lo que no todo el mundo sabía es que también sus brazos y sus piernas tenían llamativos tatuajes que nunca más volvieron a ver la luz del sol y el viento del Colorado.

Tras su vuelta a la civilización todo fue muy rápido para Olive Oatman.

Se escribió un libro sobre su historia, y parte de las regalías obtenidas se las ofrecieron a ella para su uso personal, y lo aprovechó bien.

Le sirvieron para estudiar una carrera universitaria y para pagar también la formación de su hermano Laurence. Más tarde, empezó a dar conferencias por todo Estados Unidos para hablar de su experiencia, de los Yavapai y los Mohave.

Sin embargo, lo que contaba el libro escrito sobre su historia y lo que la gente esperaba oír en sus conferencias eran anécdotas sobre el salvajismo de los indios, sobre su ignorancia e inhumanidad.

Olive, presionada, tuvo que mentir para sobrevivir en ese pueblo que ahora la había acogido en una nueva etapa de su vida.

En 1865 se casó con un rico ganadero. Un hombre que solo le pidió una cosa: que olvidara su pasado, que dejara las conferencias y que para salir, se pusiera un velo que cubriera el tatuaje.

Así lo hizo, dejando pasar el tiempo de esta manera, gota a gota.

Año tras año y sometida al que fue quizá el peor cautiverio de su vida, se originó en ella un nuevo tatuaje: el del dolor y el recuerdo de aquellos años con los Mohave, en los que su existencia era satisfactoria, libre y feliz….

Olive Oatman pasó gran parte de su vida con intensos dolores de cabeza, con depresión y con estancias en clínicas de Canadá donde intentar curar su añoranza por su familia, los Mohave. Falleció a los 65 años.
 
Siete inventoras y sus patentes

La Oficina de Patentes y Marcas de EE. UU. (USPTO) lanzó en 2012 una serie de cartas –The Inventor Collectible Card Series– para participar en el Festival de Ciencia e Ingeniería de EE. UU.

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Estas cartas consisten en las caricaturas de veintiún inventores e inventoras de diferentes procedencias, y contienen algún detalle que tiene que ver con los descubrimientos que patentaron.

De las ventiuna personas seleccionadas, siete son mujeres.

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Ellen Ochoa.
Ellen Ochoa
Inventora de sistemas de análisis ópticos
Nacimiento: 10 de mayo de 1958 en Los Angeles, California, EE. UU.

Ellen Ochoa –veterana en tres misiones de vuelo con transbordadores espaciales de la NASA y primera mujer hispanoamericana en el espacio– es coinventora de tres patentes para un sistema de inspección óptica, un método de reconocimiento óptico de objetos y un método para eliminar el ruido en imágenes.

Sus inventos han aumentado significativamente la capacidad de capturar y analizar imágenes con gran detalle, incluyendo aplicaciones en el espacio y en la Tierra.

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Stepanie Kwolek.
Stephanie Kwolek
Química orgánica e inventora de materiales
Nacimiento: 31 de julio de 1923 en New Kengsington, Pensilvania, EE. UU.

Stephanie Kwolek inventó el poliparafenileno tereftalamida, un material polimérico que es cinco veces más fuerte que el acero sobre una base de igual peso.

Este material, comercializado bajo la marca Kevlar®, tiene muchas aplicaciones, que van desde neumáticos de bicicleta y material deportivo hasta chalecos utilizados por la policía y el personal militar.



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Juliette Gordon Low.
Juliette Gordon Low
Inventora y pionera
Nacimiento: 31 de octubre de 1860 en Savannah, Georgia, EE. UU.

Juliette Gordon Low fundó la organización Girl Scouts® y fue inventora de dos patentes.

Recibió una patente de utilidad por un contenedor de líquidos para utilizar en depósitos de basura, y una patente de diseño por una insignia en forma de trébol que simboliza las tres partes de la Promesa de las Girl Scouts realizada al unirse a la asociación.

Este diseño en forma de trébol es hoy en día una marca registrada de las Jóvenes Exploradoras de Estados Unidos (GSUSA), ha identificado a sus miembros durante más de cien años.

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Ruth Benerito.
Ruth Benerito
Química física e inventora de procesos textiles
Nacimiento: 12 de enero de 1916 en Nueva Orleans, Luisiana, EE. UU.

Ruth Benerito fue investigadora química en el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) –en los Laboratorios de Investigación de la Región Sur en Nueva Orleans– donde dirigió el equipo que inventó el algodón libre de arrugas.
Tiene más de cincuenta patentes estadounidenses, la mayoría de ellas relacionadas con el algodón.

También fue pionera en un método para suministrar alimento intravenoso a soldados heridos demasiado enfermos para comer. Este sistema de suministro de alimentos fue utilizado durante la Guerra de Corea.


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Helen Murray Free.
Helen Murray Free
Química e inventora de pruebas de diagnóstico
Nacimiento: 2 de febrero de 1923 en Pittsburgh, Pensilvania, EE. UU.

Helen Murray Free y su esposo Alfred Free desarrollaron las primeras tiras reactivas de inmersión y lectura para su uso en pruebas de diagnóstico.

Su trabajo revolucionó el campo de análisis de orina y dio lugar a muchos sistemas de autocomprobación en personas con diabetes.

Free tiene numerosas patentes y es una gran impulsora de la educación y la divulgación científicas. La American Chemical Society creó el Premio de divulgación Helen M. Free en su honor.

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Beulah Louise Henry.
Beulah Louise Henry
Inventora autodidacta y empresaria
Nacimiento: 28 de septiembre de 1887 Raleigh, Carolina del Norte, EE. UU.

Beulah Henry fue una inventora prolífica con cuarenta y nueve patentes estadounidenses y más de cien invenciones acreditadas a su nombre.

Recibió su primera patente a la edad de veinticinco años para un congelador de helados sellado al vacío.

Sus numerosas invenciones incluían mejoras en máquinas de coser, máquinas de escribir, cajas registradoras, sombrillas, muñecas y juguetes.

Henry fundó dos empresas propias y sirvió como consultora para muchas más.


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Temple Grandin.
Temple Grandin
Pensadora visual, inventora y escritora
Nacimiento: 29 de agosto de 1947 en Boston, Massachusetts, EE. UU.

Temple Grandin es profesora de etología en la Universidad Estatal de Colorado.

Su trabajo en diseño de equipos, comportamiento animal y auditoría de bienestar animal ha mejorado mucho las condiciones de las reses en la industria ganadera.

Además de ser titular de una patente de EE. UU., la Dra. Grandin es también una conferenciante muy valorada, autora de libros éxitos en ventas y una defensora de las personas con autismo.
 
Alice Ball, pionera afroamericana de la química y descubridora del primer tratamiento efectivo para la lepra


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Alice Ball vivió una vida más breve de lo que nadie debería vivir: cuando falleció el 31 de diciembre de 1916 tenía solo 24 años.

Mujer y afroamericana, tuvo que abrir a empellones algunas de las puertas que hasta entonces nadie como ella había abierto todavía.

Por ejemplo, fue la primera mujer y la primera afroamericana en obtener un título de máster en la Universidad de Hawái.

Y aun así, ese no fue su mayor logro: Ball desarrolló un tratamiento para la lepra que se convirtió en el más utilizado hasta que en los años 40 se crearon los primeros antibióticos. Tuvieron que pasar nueve décadas tras su muerte antes de que su trabajo fuese reconocido.

Pero empecemos por el principio, por el 24 de julio de 1892. Ese día, en Seattle, nació Alice Augusta Ball en una familia de clase media. Su padre, James Presley, era editor de periódico y abogado, y su madre, Laura Ball, era fotógrafa. Su abuelo materno había sido un famoso abolicionista y fotógrafo, cuya obra estuvo centrada en retratar a los grandes líderes negros de su época.

A principios de los 1900, Alice y su familia se mudaron a Hawái, donde ella fue al colegio, pero pocos años después, tras la muerte de su padre, volvieron a Seattle. Pasó allí sus años de instituto y se graduó en Química Farmacéutica por la Universidad de Washington. Sin embargo, volvió a la Universidad de Hawái y allí se convirtió en la primera mujer y en la primera afroamericana en obtener un título de máster en 1915.

La Universidad de Hawái la contrató como profesora de Química, y de nuevo fue la primera mujer y la primera afroamericana que obtuvo ese puesto. Además, fue en este momento cuando comenzó el trabajo por el que sería recordada muchos años después.

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Ball empezó a investigar una cura para la enfermedad de Hansen, más conocida como la lepra, una enfermedad infecciosa que afecta a la piel, los nervios y las mucosas.

Durante siglos, médicos chinos e indios habían estado aplicando aceite de chaulmoogra, una especie de árbol que crece en Asia, como principal tratamiento, pero con un éxito moderado: por un lado, podía aplicarse sobre la piel, de forma que proporcionaba cierto alivio pero no penetraba lo suficiente como para tener un efecto profundo; por otro, podía inyectarse, pero al no ser soluble en agua, era difícil hacerlo sin causar un importante sufrimiento a los pacientes, que en muchos casos terminaban prescindiendo del tratamiento.

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El árbol de chaulmoogra y la placa a sus pies
en honor de Alice Ball. © Universidad de Hawái.

Así que Harry T. Hollman, ayudante de cirujano del Hospital Kalihi, conocedor de la habilidad de Ball como química y farmacéutica, le pidió ayuda para encontrar una solución.

Y Ball lo hizo: logró extraer los principios activos del aceite de chaulmoogra, llamados ácido chaulmógrico y ácido hidnocárpico, y con ellos creó el primer remedio soluble en agua y por tanto fácilmente inyectable con el que aliviar y tratar a los pacientes de lepra.

Solo tenía 24 años, y a causa de la inhalación de gases tóxicos durante su trabajo, enfermó gravemente. Moriría antes de cumplir los 25.


Por desgracia, Ball nunca llegaría a ver su método en aplicación. De hecho, estuvo cerca de sufrir la total usurpación de su trabajo.

A causa de su muerte súbita y prematura, otro científico, Arthur L. Dean, continuó con sus investigaciones, publicó los resultados y trató de bautizar el descubrimiento como el método Dean.

Fue su anterior jefe, el doctor Hollman, el que se encargó de que el reconocimiento fuese a quien se lo merecía: “Tras una considerable cantidad de trabajo experimental, fue la señorita Ball la que logró resolver el problema.

El método es conocido como el método Ball“.

Aunque este método no era una cura, sí fue un gran alivio para los enfermos de lepra, y el único tratamiento efectivo hasta que se desarrollaron los primeros antibióticos para la enfermedad en los años 40.

A pesar de ello, el nombre de Alice Ball pasó desapercibido durante décadas hasta que en los años 2000 la Universidad de Hawái lo rescató y le realizó el homenaje que merecía: desveló una placa en su honor junto al único árbol de chaulmoogra que existe en el campus.
 
Maria Montessori
(Chiaravalle, 1870 - Noordwjek, 1952) Pedagoga italiana que renovó la enseñanza desarrollando un particular método, conocido como método Montessori, que se aplicaría inicialmente en escuelas primarias italianas y más tarde en todo el mundo. Dirigido especialmente a niños en la etapa preescolar, se basaba en el fomento de la iniciativa y capacidad de respuesta del niño a través del uso de un material didáctico especialmente diseñado. El método proponía una gran diversificación del trabajo y la máxima libertad posible, de modo que el niño aprendiera en gran medida por sí mismo y al ritmo de sus propios descubrimientos.

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Maria Montessori

Licenciada en medicina en 1896 por la Universidad de Roma y ayudante el año siguiente en la cátedra de psiquiatría de la misma universidad, Maria Montessori se vio impulsada por su instinto al estudio de los niños deficientes y advirtió inmediatamente que su problema, más que médico, era pedagógico. Expuso sus ideas sobre esta materia en el congreso pedagógico de 1898 de Turín. El ministro Guido Baccelli le encargó que diera un curso a las maestras de Roma sobre la educación de los niños deficientes mentales, o "psicópatas", curso que se transformó después en una Escuela Magistral Ortofrénica, dirigida por Montessori durante dos años.

Marchó a continuación a Londres y a París para profundizar en estos estudios, asistiendo luego a cursos de filosofía en la Universidad de Roma y de psicología experimental, convencida de que la educación del niño había de tener su primer y esencial fundamento en el conocimiento científico, somático y psíquico de su ser. La lectura de las obras de Jean Marc Gaspard Itard y de Édouard Séguin, los dos ilustres maestros de educación de anormales en Francia, la ayudaron a profundizar en los problemas de dicha educación especial, que bien pronto se le apareció como aplicación y revelación de las leyes generales de la educación del niño.

La obra desarrollada a continuación entre niños deficientes mediante una experiencia práctica y fecunda trajo como consecuencia la aparición de una Montessori teorizadora y organizadora de un método general de la educación infantil. En enero de 1907, por encargo del Instituto dei Beni Stabili de Roma, abría Montessori en uno de los nuevos barrios obreros la primera "Casa de los niños", al que pronto seguirá otra, también en Roma. Desde allí, la entidad se difundió por Italia y más aún por el resto del mundo, tomando el carácter de institución independiente, organizada de un modo cada vez más claro como un método original de educación infantil.

Este método, ya maduro por la experiencia y por la reflexión, fue expuesto por Montessori en el volumen Il metodo della pedagogia scientifica applicato all'autoeducazione infantile nella Casa dei bambini (1909), editado más tarde varias veces (en 1913, en 1935 y en 1950; esta cuarta y última edición se tituló La scoperta del bambino) y pronto traducido a las principales lenguas.

El método consistía en desarrollar la autonomía del niño, que encontraba en la "Casa" el material indispensable para el ejercicio de los sentidos, los objetos apropiados a sus aficiones y a sus proporciones físicas, y las posibilidades de aplicarse, con su trabajo personal y según su libre elección, a la solución de problemas prácticos interesantes, mediante el variado material disponible.

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Montessori con sus alumnos (Londres, 1940)

El principio dominante era el de dejar hacer; de vigilar para ayudar en caso de necesidad; de tener fe en el valor inmenso de una actividad libre desarrollada con vistas a finalidades concretas adoptadas por el niño, capaz de impulsar un desarrollo seguro y de desembocar, poco a poco, en descubrimientos espontáneos y conquistas según un ritmo natural y según una sucesión de "períodos sensitivos", vinculados a las aficiones particulares del niño, que era preciso saber comprender y satisfacer en el momento adecuado, para no dejar pasar la ocasión propicia sin el indispensable ejercicio.

Era un programa y un apostolado que se inscribían con caracteres propios en el movimiento de la "escuela activa" y que enlazaba más o menos con el Emilio de Rousseau y con Friedrich Froebel. La obra siguiente, L'autoeducazione nelle scuole elementari (Turín, 1910), también reeditada dos veces en 1916 y en 1940, aplicaba el método a las enseñanzas en la escuela elemental.

Entretanto, desde 1909, Maria Montessori profesaba en Città di Castello cursos para maestros, protegida por dos beneméritos de la educación popular, Leopoldo y Alice Franchetti, y escribía artículos en italiano y en inglés, para ilustrar su método y su pensamiento, que más tarde sintetizó en el Manuele di pedagogia scientifica(Nápoles, 1921). A partir de 1913-14 se multiplican sus estancias en América del Norte y en muchos países europeos: Alemania, Gran Bretaña, España (Barcelona fue la ciudad que se interesó por los nuevos métodos), Holanda y Suecia. Estuvo después en China y en la India, y al mismo tiempo se difundían por todo el mundo las "Casas" montesorianas.

Su influencia se dejaba sentir también en países como Francia, Austria y Suiza. Mientras tanto, sus obras eran traducidas a casi todas las lenguas y el pensamiento de Montessori, aun conservando las líneas esenciales, desarrollaba los gérmenes espirituales, la visión algunas veces mística de la naturaleza o la inspiración religiosa, que afloraban ya en las primeras obras.

Las etapas de su evolución, hasta incluir influencias del psicoanálisis, están representadas por el volumen Il segreto dell'infanzia, publicado en Bellinzona en 1938, y luego en Milán en 1950; por los ensayos Il bambino in famiglia, de 1936; por la obra De l'enfant à l'adolescent (París), no traducida al italiano; por La mente del bambino (Milán, 1952), traducción italiana póstuma de la obra publicada en inglés en Madras, en 1949, con el título The absorbent mind, y por la cuarta edición de la primera obra fundamental, con el título La scoperta del bambino, ya citada.

En conferencias, cursos y congresos se desarrollaba la actividad formidable de la educadora. También había fundado en Barcelona, en 1916, una "Iglesia de los pequeños", aplicación de los principios de la "Casa" a la educación religiosa de los niños, tema al que dedicó después algunos ensayos (I bambini viventi nella Chiesa, 1924; La Santa Messa spiegata ai bambini, 1949).

Cada vez concentraba más su apostolado en la idea de que el niño educado con pleno respeto a su libertad y a sus infinitos recursos debía ser el educador del adulto, el regenerador de la humanidad, y que la formación del hombre según los principios predicados por ella podía y debla garantizar el triunfo de la justicia y de la paz en el mundo. El pequeño volumen Formazione dell'uomo (1949) y los tres ensayos contenidos en Educazione e pace (1949), representan, puede decirse, su testamento espiritual. En los últimos años de su vida participó de modo notable y competente en los trabajos de la U.N.E.S.C.O. y fundó el centro de estudios pedagógicos en la Universidad para extranjeros de Perusa.

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/montessori.htm
 
La mujer que inventó el ebook, Ángela Ruiz Robles
Ángela Ruiz Robles soñó con un invento que nadie entonces quiso comercializar pero que décadas más tarde se ha convertido en un objeto indispensable para lectores y estudiantes.

nuevatribuna.es24 de Noviembre de 2018 (12:20 h.)
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Si rastreamos los datos que nos dicen quién fue el inventor del ebook que conocemos en la actualidad, encontraremos a un hombre llamado Michael Hart y una fecha, 1971. Efectivamente, el que fuera el creador del Proyecto Gutenberg para facilitar el acceso a los libros digitalizados, se acepta como el inventor del ebook. Pero unos veinte años antes, en un pueblo recóndito de una España autárquica y sumida en una larga postguerra, una mujer con inquietud y pasión por el conocimiento, patentó un artilugio que pretendía ser una suerte de libro mecánico que redujera el espacio ocupado por la gran cantidad de libros que podía ocupar una disciplina de estudio y que permitiera adaptarse a las necesidades de cada lector. Como si de un Julio Verne en femenino se tratara, aquella maestra gallega llamada Ángela Ruiz Robles, soñó con un invento que nadie entonces quiso comercializar pero que décadas más tarde, se ha convertido en un objeto prácticamente indispensable para lectores y estudiantes.

Ángela Ruiz Robles nació el 28 de marzo de 1895 en la localidad leonesa de Villamanín en el seno de una familia acomodada. Su padre, Feliciano Ruiz, era farmacéutico, y su madre, Elena Robles, ama de casa. Ángela inició sus estudios superiores en la Escuela de Magisterio de León. Fue en esta misma institución donde impartiría años después clases de taquigrafía, mecanografía y contabilidad mercantil.

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Ángela se convirtió en una maestra de gran valía que impartió clases en distintas escuelas e incluso en algunas de ellas llegó a ser su directora. También crearía su propia academia para adultos en la que impartiría ella misma clases para opositores.

Además de su faceta como docente, Ángela, un espíritu incansable, llegó a escribir dieciséis libros versados en gramática, ortografía y taquigrafía y dio conferencias sobre dichos temas.

Mientras Ángela dedicaba su vida a la enseñanza, su mente fue gestando una idea genial. Observando a sus alumnos, cargados siempre de libros, y viendo la necesidad de impartir una educación que tendiera a adaptarse a los estudiantes, imaginó un artilugio que facilitara la lectura de libros.

Su primer invento fue patentado con el número 190698 el 7 de diciembre de 1949 sin que recibiera el interés ni de la comunidad científica ni de ninguna empresa susceptible de comercializarla. Sin detenerse en su ímpetu creativo, Ángela patentaba el 10 de abril de 1962 con el número de patente 276346 lo que se conocería como su “enciclopedia mecánica”.

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Esta enciclopedia, de la que llegó a realizar un prototipo real en el parque de artillería del Ferrol, era un libro “ideovisual” interactivo, con luces, botones para escoger distintas opciones, sonido y múltiples contenidos opciones. Un artilugio que, salvando mucho las distancias, incorporaba las prestaciones que hoy día pueden tener los ebooks o las tabletas electrónicas.

A pesar de que Ángela Ruiz recibió muchos reconocimientos en España y otros países como Francia o Bélgica, no hubo ninguna empresa que quisiera comercializar su enciclopedia mecánica. Solamente una propuesta le llegó desde Washington en 1970 pero la rechazó con la esperanza de que alguna institución de su propio país hiciera realidad su sueño. Nadie en España financió su proyecto.

Ángela Ruiz Robles fallecía el 27 de octubre de 1975. Pocas décadas después, el mundo no se sorprende al ver un dispositivo electrónico de pequeñas dimensiones y altas capacidades. Ella, una mujer en la España franquista, donde sólo podía aspirar a ser ama de casa o, a lo sumo, maestra de escuelas femeninas, imaginó un libro que bien podría haber sido el abuelo o tatarabuelo de los sofisticados libros electrónicos actuales.

Si quieres leer sobre ella

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Ángela Ruíz Robles y la invención del libro mecánico (Edición conjunta del Ministerio de Economía y Competitividad y Ministerio de Educación, Cultura y Deporte)

RESUMEN: La monografía “Ángela Ruíz Robles y la invención del libro mecánico” recoge un conjunto de estudios y reflexiones sobre una figura que desgraciadamente es poco conocida. Esta inventora anticipó con sus proyectos las prestaciones y diseño de los soportes de lectura actuales. Su principal deseo era facilitar el aprendizaje a los estudiantes que tuvieron la oportunidad de beneficiarse de su magisterio. Dicha aspiración, unida a su afán por educar de una manera menos tradicional y más interactiva y a su inusual comprensión del lenguaje del futuro, propiciaron que, en los difíciles años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil española, fuera capaz de idear y llevar a la práctica un prototipo de «libro mecánico» estrechamente emparentado con los actuales soportes electrónicos de lectura. Esta obra pretende situar en el lugar que merecen los innovadores trabajos de Ángela Ruíz Robles, abordándolos desde diferentes puntos de vista, que van desde el carácter pedagógico hasta el sociológico y tecnológico, sin dejar de lado la semblanza personal de la autora. En la publicación se integran las patentes de 1949 y 1962 que Ángela Ruíz Robles presentó de su “procedimiento mecánico, eléctrico y a presión de aire para la lectura de libros” y de la enciclopedia mecánica. La monografía cuenta con un anexo con imágenes de los prototipos.

Artículo originalmente publicado en el blog Mujeres en la Historia de Sandra Ferrer Valero protegido por una licencia CC BY-NC-SA 3.0

https://www.nuevatribuna.es/articul...-angela-ruiz-robles/20181123171409157754.html
 
Volando a las estrellas, Sally Ride (1951-2012)

Marta Macho Stadler 6 marzo, 2018



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Sally Ride (Challenger, 1983). Imagen NASA.
El 23 de julio de 2012 moría la astronauta estadounidense Sally Ride.

Treinta años antes había entrado de lleno en la historia al convertirse en la primera mujer americana en viajar al espacio y la tercera en todo el mundo.

Sally dedicó su vida a la ciencia y tras dejar la NASA trabajó de manera incansable para divulgar sus conocimientos científicos y animar a los jóvenes, sobre todo a las chicas, para que se acercaran al mundo de la aviación espacial.

Científica gracias al tenis

Sally Kristen Ride nació en Encino, Los Ángeles, el 26 de mayo de 1951.

Era hija de Carlo Joyce Anderson y Dale Burdell Ride, una familia de origen noruego. Sally estudió como cualquier otra chica de su edad en el Valle de San Fernando. Además de su temprana pasión por la ciencia, Sally destacó desde pequeña por su afición al tenis, deporte que le hizo conseguir una beca para estudiar secundaria.

Sus estudios universitarios fueron excepcionales. En Swarthmore College se graduó en inglés y en la Universidad de Stanford en física. Ahí no terminaron los estudios de Sally, pues siguió cursando distintos másters en física y se introdujo en la investigación en astrofísica.

Un anuncio que cambiaría su vida

Sally era una jovencita de poco más de 25 años con un currículum académico brillante a sus espaldas cuando se topó con la oportunidad de su vida.

La NASA había publicado un anuncio en un periódico demandando personas para su programa espacial.
Sally se apuntó a dicho anuncio junto con casi nueve mil candidatos. Ella fue una de las elegidas. Así, en 1978, Sally ingresaba en la NASA e iniciaba una exitosa carrera en el mundo de la aviación espacial.

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Sally Ride (1984). Imagen Wikipedia.
Después de trabajar como comunicadora de cabina en distintos vuelos del programa del transbordador espacial, Sally consiguió por fin viajar al espacio.

Era el 18 de junio de 1983, momento en el que se convertía en la primera mujer norteamericana en conseguirlo.

Antes que ella, dos mujeres soviéticas, Valentina Tereshkova (1963) y Svetlana Savitskaja (1982) habían abierto camino a las mujeres en la carrera espacial.

Por aquel entonces ya se había casado con Steve Hawley, un astronauta de la NASA con el que mantendría un corto matrimonio de poco más de cinco años. Se divorció en 1987.

Sally formó parte de la misión STS-7 del transbordador espacial Challenger como una de sus tripulantes. Un año después realizaba su segundo vuelo espacial llegando a estar más de 343 horas en el espacio.

La joven astronauta se preparaba para su tercer viaje espacial cuando sucedió en trágico accidente del Challenger el 28 de enero de 1986. Sally se volcó de lleno en la investigación de dicho accidente.

De vuelta a la Tierra

Sally no volvería a viajar al espacio
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Un año después del accidente del Challenger inició su etapa profesional dedicada básicamente a la investigación y la docencia.
Sally entró a formar parte del Centro Internacional para la Seguridad y el Control de Armamentos de la Universidad de Stanford mientras daba clases de física en la Universidad de California. Sally fue también directora del Instituto Espacial de California.

En su faceta como docente, Sally se dedicó a motivar a los jóvenes, sobre todo a las chicas, para que se dedicaran al estudio de las ciencias.

Para ello, además de dar clases, realizó varios libros didácticos relacionados con el espacio. En 2001 se creó la compañía Sally Ride Science dedicada a la divulgación de la aeronáutica.

El 23 de julio de 2012 un cáncer terminaba con su vida a los 61 años. Desde La Jolla, su residencia de San Diego, Sally Ride realizaba su último y definitivo viaje a las estrellas.

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