MEDIO AMBIENTE

40.000 TONELADAS ANUALES DE TECNOBASURA
Olvídate de China: Tailandia ya es el nuevo vertedero electrónico del mundo
La prohibición china de importar residuos tecnológicos ha hecho que la tecnobasura se desplace a otros países. En lugar de un problema, la junta militar tailandesa lo ha considerado una oportunidad

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El subdirector general de policía, Wirachai Songmetta, muestra el decomiso de un cargamento ilegal de basura electrónica en Leam Chabang, Tailandia, el 29 de mayo de 2018. (Reuters)

LAURA VILLADIEGO. BANGKOK
15.06.2018


La historia de un teléfono móvil, o de un ordenador, puede parecer similar a la de cualquier otro objeto que podamos tener en casa. Lo compramos, lo utilizamos hasta que nos aburrimos o se rompe y nos deshacemos de él. Entonces, sería lógico pensar, acabaría en un vertedero o en alguna planta de reciclaje local. Sin embargo, lo más probable es que ese teléfono viaje miles de kilómetros hasta alguno de los vertederos electrónicos que se han formado durante las últimas décadas en varios puntos del planeta, la mayoría de ellos en países en desarrollo.

Este comercio internacional de chatarra electrónica, que ha ido creciendo al calor de un mundo cada vez más tecnológico, se trastocó a principios de año cuando China, que era entonces el mayor importador de estos vertidos, cerró sus fronteras y decenas de países tuvieron que buscarse otro lugar para tirar sus millones de toneladas de desechos. Tailandia se convirtió entonces en uno de los nuevos destinos elegidos, según denunció la policía del país tras hallar la semana pasada siete buques con este tipo de residuos en el puerto de Laem Chabang. “Esto muestra que basura electrónica de todo el mundo está moviéndose hacia Tailandia”, aseguró el jefe adjunto de la policía Wiracha Songmetta a los medios tras el descubrimiento.

“Lleva años ocurriendo, pero las importaciones se han incrementado desde la prohibición en China. Hemos calculado que en los últimos dos años las importaciones se han incrementado por tres, hasta unas 40.000 toneladas al año” , asegura Somnuck Jongmeewasin, un profesor de universidad y activista por el medio ambiente que monitorea el puerto donde se detectaron los buques. “Vienen en contenedores ocultos porque muchos son ilegales”. Según Tara Buakamsri, responsable de Greenpeace en Tailandia, el país “no tiene una política estricta sobre importación y contrabando de residuos”, lo que habría llevado a que se eligiera el país asiático como nuevo destino. “China también ha expandido de forma agresiva su industria [del reciclaje] en Tailandia”, continúa el activista.

La basura electrónica es una de las más problemáticas de gestionar. Los aparatos electrónicos están fabricados con cientos, e incluso miles, de partes cuyos componentes a menudo son tóxicos. “ Un teléfono móvil, por ejemplo, contiene de 500 a 1.000 componentes. Muchos de éstos tienen metales tóxicos pesados como plomo, mercurio, cadmio o berilio y compuestos químicos peligrosos, como los retardantes de llama bromados. El plástico PVC también se utiliza de forma frecuente”, aseguraba Greenpeace en un informe de 2008 en el que denunciaba esos vertederos en China.

En un informe más reciente de Naciones Unidas, se calificaba a estos residuos de un “riesgo creciente” para el medio ambiente y la salud, especialmente debido a su rápido crecimiento. Así, el informe cifraba en 44.7 millones de toneladas la basura electrónica generada en 2016, un incremento del 8 por ciento desde 2014. La ONU prevé además que habrá un incremento de otro 17 por ciento de aquí a 2021, cuando se generarán 52.2 millones de toneladas.



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Teléfonos móviles desechados en un vertedero tecnológico en la ciudad china de Guiyu, en 2015. (Reuters)




¿Qué hacemos con la basura?
Estos dispositivos tienen, sin embargo, valiosos componentes, especialmente metales, cuyo valor puede alcanzar los 55.000 millones de dólares, según la ONU. Pero su reciclaje es costoso, especialmente si se realiza con las medidas de seguridad necesarias, por lo que en 2016 sólo se recicló un 20 por ciento de toda la basura electrónica. La solución más habitual en los países desarrollados ha sido externalizar el problema y enviar los residuos a países en desarrollo para que allí los despedacen y saquen las partes valiosas, a costa de su propia salud y la de su entorno.

Sin embargo, la Convención de Basilea, que regula los movimientos transfronterizos de desechos peligrosos, prohíbe que los países de la OCDE -los considerados ricos, mayoritariamente europeos- envíen su basura electrónica a otros países que no estén dentro del bloque. Además, también prohíbe que se exporte basura peligrosa si no hay garantías de que se vaya a gestionar de forma segura. Sin embargo, hecha la ley, hecha la trampa, y los países de la OCDE se suelen valer de los envíos de ayuda al desarrollo para deshacerse de la chatarra. Así, denuncia Naciones Unidas, cerca de un 90% de la basura electrónica se exporta de forma ilegal.

El cierre de las fronteras chinas a los residuos extranjeros fue una llamada de atención al creciente problema sobre la gestión de éstos, especialmente en países desarrollados. Así, Europa exportó a otros países 3.6 millones de toneladas de residuos considerados peligrosos en 2015, entre ellos electrónicos, según Eurostat.

Pero el problema va más allá de los residuos electrónicos o peligrosos. El pasado 5 de junio, el Día Mundial del Medio Ambiente fue dedicado aconcienciar sobre la reducción de plásticos, otro de los residuos que los chinos han dicho que ya no quieren y cuya importación en Tailandia también se ha incrementado, según Somnuck Jongmeewasin. Según el académico, la junta militar tailandesa vio hace dos años la oportunidad de expandir el negocio del reciclaje y aprobó una legislación que allanaba el camino.

Ante la polémica, los militares han asegurado que van a prohibir las importaciones de estos residuos, pero, recalca Tara Buakamsri de Greenpeace, el país ni siquiera ha ratificado la Enmienda del Convenioque prohíbe explícitamente las importaciones desde países de la OCDE. Sobre la mesa tiene también un borrador de una ley sobre residuos electrónicos que aún no ha aprobado. “Se debería prohibir cualquier tipo de importación de residuos electrónicos o plásticos”, asegura el académico Somnuck. “La gente no se da cuenta de que estamos destruyendo nuestro país”.

https://www.elconfidencial.com/mund...a-vertedero-basura-electronica-mundo_1578912/
 
Un planeta asfixiado en plástico
Reducir el uso de este material se ha convertido en la principal batalla medioambiental junto a la del cambio climático. Consumidores, instituciones y empresas empiezan a tomar medidas

SILVIA BLANCO
Madrid 16 JUN 2018

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El cachalote hallado en una playa de Murcia en febrero llevaba muerto unos 15 días. Fue en el cabo de Palos, cerca del faro. En las fotos que hicieron los equipos de rescate se lo ve junto a la orilla solo, enorme, fuera de lugar. Un tractor lo remolcó a tierra. Lo midieron, lo pesaron. Trasladaron sus 6.520 kilos a un almacén. Diez metros de mamífero inerte quedaron en el suelo. Un equipo del Centro de Recuperación de la Fauna Silvestre El Valle practicó la necropsia. Lo colocaron de lado y empezaron a cortar. Usaron sierras, cuchillos y hachas. Con ese estado de descomposición, explica Fernando Escribano, uno de los veterinarios que participaron en la operación, no esperaban averiguar gran cosa. La idea era obtener muestras de sus órganos para analizarlas. Pero mientras avanzaban a través de la carne y la grasa, prácticamente metidos dentro del animal, encontraron que todo el aparato digestivo, desde los estómagos al recto, estaba lleno de plástico. Sacaron de su interior 29 kilos de bolsas, sacos de rafia, cuerdas, un trozo de red, un bolso de playa y un bidón. Limpiaron y clasificaron el material. Al terminar, se quedaron con una causa de muerte clara, la ropa apestada de olor a grasa rancia y una persistente sensación de tristeza.

“Se atracó de plástico, y además tuvo la mala suerte de comerse un bidón. No fue capaz de expulsarlo y eso provocó un tapón que le colapsó el sistema digestivo”, relata Escribano. Pudo morir por la obstrucción o porque esos materiales le perforaran el intestino. El cachalote debería haber pesado el doble para su edad. Pasaba hambre con la tripa llena de plástico. Calcularon que era un adolescente, que debía tener 15 años de los 70 que puede llegar a vivir esta especie, habituada a sumergirse a gran profundidad para pescar calamares. “Él intentaba alimentarse, en uno de los estómagos tenía unos picos de calamar, pero muy poquitos. Es la peor muerte que hay”. De los 2.500 animales vivos que pasan cada año por el centro de recuperación, las más afectadas por el plástico son las tortugas bobas. “Es la principal causa de ingreso de esa especie, bien por ingestión, bien porque se les enredan las aletas en estructuras plásticas. Algunas llegan amputadas”, cuenta. “Antes el problema era la pesca, ahora es el plástico”.

Lejos de la playa, el acto cotidiano de volver a casa del supermercado y colocar la compra en su sitio empieza a tener algo de perturbador para cada vez más ciudadanos. Ambos escenarios están conectados por el mismo desastre, el de los 150 millones de toneladas de plástico que se estima que hay en los océanos y cuyo peso, para 2050, será mayor que el de los peces, según una conocida proyección de la Fundación Ellen McArthur, dedicada a promocionar una economía circular que rompa la cadena de usar y tirar. Ese ejercicio de contemplar la cantidad de envoltorios, bolsas y botes colocados sobre la mesa de la cocina da la idea de la asombrosa capacidad que tiene un solo hogar de generar desechos plásticos. El problema se agrava si se tiene en cuenta que, a escala mundial, solo se ha reciclado el 9% de todo el material que se ha producido. Una de las principales razones es que es más fácil y barato fabricarlo que reciclarlo.

En los últimos tres años, el plástico ha entrado de lleno en la agenda política internacional y en la de las multinacionales, que empiezan a notar la presión ciudadana para que minimicen la producción o eliminen el plástico de usar y tirar. La Comisión Europea presentó a finales de mayo su estrategia para reducir la contaminación por plástico, que deberán aprobar los países. Los palillos de los oídos, los platos y cubiertos de ese material estarán prohibidos para ser sustituidos por alternativas sostenibles.

Estas medidas, que también prevén que la industria se responsabilice en parte de la limpieza y reciclaje de la basura plástica que genera, son solo el principio de una solución a un problema complejo y global. El giro hacia una economía circular, en el que se reutiliza o se recicla casi todo el material, está todavía gestándose, igual que el establecimiento de sistemas de reciclaje eficaces en países que encabezan la lista de los que más plástico vierten al mar, como China, Indonesia y Filipinas.

La actitud de los consumidores, entre tanto, empieza a cambiar las cosas. El caso de las bolsas es una prueba clara. A partir del 1 de julio se cobrará por ellas en los comercios —una medida procedente de la UE que España está obligada a aplicar—, y algunas empresas ya perciben que es necesario ir más allá, como la cadena alemana de supermercados Lidl, que directamente las suprimirá de todos sus establecimientos antes de final de año. El 87% de los europeos está preocupado por el impacto medioambiental del plástico, según un Eurobarómetro sobre el tema publicado en 2017. Pero eso todavía no se traduce de forma masiva en un cambio de comportamiento en la vida cotidiana. La montaña de envoltorios sobre la mesa de la cocina sigue ahí, y luego, en el mejor de los casos, se tira a un contenedor específico.

Pero ¿podemos vivir sin plástico? La respuesta corta es no. Desde que su uso empezó a generalizarse, en los años cincuenta, este material está por todas partes: desde componentes para los automóviles hasta juguetes, muebles de oficina, máquinas de diagnóstico médico, botes de detergente y bolsas de patatas fritas. Pero sí se puede evitar su utilización innecesaria y reducir al máximo el de usar y tirar.

En 2015, Patricia Reina y Fernando Gómez, autores del blog Vivir sin plástico,decidieron prescindir todo lo posible del material. “Llegaba del supermercado y prácticamente tenía una bolsa llena de envases. Me hacía sentir fatal. Y depositarlo en el contenedor amarillo para reciclar no me suponía un lavado de conciencia”, explica Reina. Empezaron a cuestionarse lo que hasta entonces habían sido hábitos normales para ellos, por ejemplo, “volver del trabajo cansado y pasarse por el supermercado a por no sé qué y, como no llevas bolsa, coger una”, dice Gómez. Abrieron el blog para documentar el proceso de ir deshaciéndose del ubicuo material: “Guardábamos todos los plásticos que habíamos acumulado de lunes a domingo, los poníamos en una mesa y le hacíamos una foto para publicar junto con la lista de todo lo que era. Es importante verlo todo junto”, cuenta Reina. Después analizaron la procedencia, y pronto descubrieron que su principal fuente de plástico era la comida. No se trataba de productos procesados: “Eran sobre todo verduras, bolsas de ensalada, espinacas, legumbres, arroz, frutos secos”, enumera.

En los supermercados es fácil ver un solo aguacate envuelto en plástico transparente, o los plátanos en bolsa, o que en la pescadería coloquen los filetes que acaban de cortar en bandejas de poliestireno. Incluso cuando se compra a granel, en la mayoría de los establecimientos hace falta meter cada grupo de productos en una bolsa distinta, y en algunos, además, usar guantes del mismo material para ello. “Lo más complicado fue cambiar de hábitos”, señala Reina. “Antes yo bajaba al supermercado cuando tenía hambre y compraba lo que se me ocurría. Si quieres vivir sin plástico no puedes hacer eso, necesitas planificación. También nos costó encontrar el sitio donde comprar cada cosa. Pero te acostumbras y lo conviertes en rutinario”.

Han conseguido meter todo el plástico que cada uno ha generado a lo largo de dos años en un bote de un litro; algo que por ahora es bastante insólito. Sin embargo, cada vez más gente parece interesada en su modelo. “Nos escriben muchos que ya han tomado la decisión. Lo importante es reducir, hay muchísimo que se puede evitar. No hace falta que te vayas a vivir a una montaña, seguimos usando el móvil o el ordenador, que también llevan plástico. La industria y los Gobiernos tienen su parte de responsabilidad. Pero también los consumidores”, dice Reina. Un ejemplo de ese poder es la campaña Desnuda la fruta, que ellos impulsaron junto a otras organizaciones y que ha funcionado en varios países. Consiste en fotografiar un ejemplo de envase innecesario —una única cebolla sobre una bandeja de plástico y envuelta a su vez, por ejemplo—, publicarla en las redes sociales y mencionar el comercio que las vende. Su blog está lleno de consejos sobre cómo hacer desodorante casero, qué alternativas hay en cosmética o para limpiar la casa.

Su lucha cotidiana forma parte de la que se ha convertido en la principal batalla medioambiental del mundo junto a la del cambio climático. La ciencia ha ido señalando la magnitud del problema. Se sabe, por ejemplo, que hay al menos 700 especies afectadas por el plástico, según un estudio de la Universidad de Plymouth, y que, de ellas, el 17% está en peligro de extinción, como la foca monje hawaiana o la tortuga boba. Está demostrado que el plástico que llega al mar se fragmenta en pequeñísimos trocitos que se distribuyen en altas concentraciones alrededor de los cinco giros subtropicales, unas enormes masas de agua que los transportan a gran velocidad por todos los océanos. Esos microplásticos infestan mares semicerrados, como el Mediterráneo, y alcanzan los lugares más remotos, sin apenas población que pudiera generarlos, como el Ártico. Está probado que se han colado en la cadena alimentaria de los océanos y que hay plástico hasta en la sal de mesa y en el agua embotellada.

No se sabe, sin embargo, qué efecto tiene su ingesta sobre la salud humana. Su inquietante omnipresencia atraviesa a los animales más grandes, como ballenas y cachalotes, y se infiltra en los seres microscópicos. Un estudio publicado hace un mes en Nature Communications constata que incluso está afectando a las bacterias. Como explica su autora principal, Cristina Romera-Castillo, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar (perteneciente al CSIC), en Barcelona, el plástico libera carbono orgánico disuelto que se suma al que se encuentra de manera natural en el océano, y las bacterias se alimentan de él y crecen más rápido. Todavía no se conocen las implicaciones de este hallazgo, pero sí da cuenta de hasta qué punto la basura plástica es capaz de alterar el ecosistema marino.

Si está tan claro que el uso que se hace del plástico es un problema, ¿qué impide a más gente unirse al movimiento para reducirlo? “En parte es por desconocimiento”, dice Reina. “La pereza”, explica Fernando Gómez. “Ven como un esfuerzo extra cosas como llevar siempre tu propia bolsa. Es difícil cambiar la forma de comprar”. Además, los productos sustitutivos generan cierto rechazo. “Hay mucha resistencia a dejar la pasta de dientes o el desodorante”.

Pese a esas reticencias, la batalla contra el plástico ha avanzado con gran rapidez si se compara, por ejemplo, con la del cambio climático. “Todo el mundo entiende el problema, es más tangible. Solo hay que ir al supermercado, a la playa…”, explica Ferran Rosa, de la ONG Zero Waste Europe, con sede en Bruselas y dedicada a reducir residuos, que agrupa a 30 entidades de 25 países europeos. La propuesta de la Comisión es un síntoma de ese avance. “Es un paso adelante, aunque se centra mucho en el reciclaje y menos en la reducción de envases. Pero hace un año y medio esa legislación era impensable”, comenta. “Apostamos por la reducción del plástico en origen y creemos que el de un solo uso, como cubertería y las pajitas, es prescindible. Se trata de hallar soluciones más inteligentes. Por ejemplo, en las fiestas de los pueblos, donde hay miles de vasos de plástico de usar y tirar, se puede poner un depósito (de un euro, por ejemplo) de vasos reutilizables”.

También trabajan por “des-socializar” el plástico de un solo uso, convertirlo en algo que genere rechazo. “Igual que el tabaco antes se percibía como algo atractivo y ahora se sabe que es perjudicial y está mal visto, creo que en unos años lo que ahora nos parece normal con el plástico, como beber cócteles con pajita, comprar bolsas cada vez que se va al supermercado…, se verá como algo marciano”.


https://elpais.com/elpais/2018/06/15/ciencia/1529079702_285280.html
 
ESPACIO ECO
Misión: recoger ‘basuraleza’
Más de 10.700 voluntarios limpian 400 espacios naturales de toda España

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VIDEO: https://elpais.com/economia/2018/06/18/actualidad/1529315797_058071.html



JAIME RIPA
Madrid 19 JUN 2018
Un pequeño parque urbano, una playa paradisiaca, el pico de una montaña aparentemente inaccesible, un bosque en medio de la nada. Cualquier espacio natural imaginable comparte una misma amenaza: la basuraleza, aquellos residuos vertidos sin control que dañan el entorno y las criaturas que lo habitan. Un fenómeno que más de 10.700 personas decidieron combatir el pasado sábado uniéndose a la limpieza colaborativa 1m2 por la naturaleza, una iniciativa impulsada por SEO/BirdLife y Ecoembes que en su segunda edición dobló su participación y organizó batidas en 415 puntos de España.

Un ejemplo de esta movilización se dio en las inmediaciones del madrileño colegio público Manuel Núñez de Arenas, en Vallecas. Allí, una patrulla de alumnos de primaria peinó un parquecillo infantil encuadrado entre bloques de viviendas. Armados con guantes, pañuelos y bolsas de colores, los escolares, en su mayoría vecinos del barrio, buscaron y cazaron cualquier cuerpo extraño que manchase la pequeña plazoleta, un lugar cotidiano donde algunos de ellos pasan su tiempo libre.

"Cuidado que corta", exclama una niña mientras levanta un botella rota de cristal. "¡A mí dadme los briks!", anuncia un chaval que tantea los arbustos. "¿Dónde tiro esto?", pregunta otro enarbolando un mechero destrozado. Pasada media hora, las bolsas se van llenando: chicles, vidrios, envoltorios y papeles arrugados, bolsas de plástico, anillas de metal, latas retorcidas, palitos de chupachups. Incluso fragmentos de objetos tan degradados que cuesta imaginar qué eran originalmente.

"Es fundamental la concienciación", afirma Sara Güemes, coordinadora de Ecoembes de LIBERA, el proyecto donde se enmarca esta recogida nacional. "Entender que este es un problema que generamos todos y que la solución también la tenemos todos". Lo demuestra la batida en el parquecillo. "Cada vez lo limpiamos con menos frecuencia. Implicarse en su cuidado les hace sentirlo más suyo", añade Isabel Bueno, jefa de estudios del Manuel Núñez de Arena, un centro que ha recuperado un amplio jardín antes descuidado para uso de los alumnos y sus familias y además cobija La música del reciclaje, una orquesta en la que los niños tocan con instrumentos hechos a partir de basura.

Una "catástrofe ambiental sigilosa"
El objetivo de estas acciones es poner en relieve el problema de la basuraleza, "una catástrofe medioambiental sigilosa", según Güemes. Con ese fin, el programa LIBERA ha puesto en marcha en los últimos meses campañas de ciencia ciudadana para estudiar y caracterizar los residuos específicos de cada medio: playas y mares; campo, bosques y monte; y ríos, embalses y pantanos. "Conocer el fenómeno es el primer paso para combatirlo", amplía la coordinadora. "Por eso queremos saber de dónde viene esta basura, cuáles son las causas de su vertido, qué tipologías predominan en función del entorno".

Entre los espacios que se limpiaron en la movilización del pasado sábado se contaron parajes como el Parque Nacional de Guadarrama (Madrid), el Parque Nacional de Monfragüe (Cáceres) y el Parque Lago de Sanabria (Zamora), entre otros. A la acción se sumaron asociones como Anse, Paisaje Limpio, Fundación Oso Pardo o PROMEMAR habilitando 24 puntos de recogida de residuos en fondos marinos.
 
Un mar antiguo
El abastecimiento de agua fresca del Mediterráneo proviene del océano Atlántico y se realiza a través del Estrecho de Gibraltar que se comporta de una manera similar a la de un embudo

MONTERO GLEZ
21 JUN 2018


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VIDEO : https://elpais.com/elpais/2018/06/18/ciencia/1529337078_314780.html


Julio Cortázar, en su relato Las babas del diablo, nos presentó una de las grandes metáforas del fenómeno fotográfico. Su protagonista, afincado en París, trabaja de traductor y en los ratos libres se dedica a tirar fotografías.

En una de sus salidas, buscando el encuadre perfecto, el protagonista descubre a un adolescente acompañado por una mujer rubia. Dispuesto a no dejar pasar la oportunidad de captar la imagen, el protagonista hace la foto. Cuando llega la hora de revelarla, se dará cuenta de que el aparente ritual íntimo esconde un juego sucio donde el adolescente será la víctima de un abuso.

Años después, inspirado en dicho relato cortazariano, el director Michelangelo Antonioni filmaría Blow-Up, una película de culto donde un fotógrafo retrata furtivamente a una pareja en un parque. Cuando en la película de Antonioni, el fotógrafo regresa a su laboratorio y se dispone a revelar las fotografías, descubre asombrado los indicios de un asesinato. A medida que va ampliando las imágenes, sus dudas se convierten en certezas.

Algo parecido le ocurriría al buzo francés Henri Cosquer, en 1985, cuando practicaba submarinismo frente a las costas de Marsella y una gruta se abrió ante sus ojos. Una vez en tierra firme, al ir a revelar las fotos submarinas que acababa de tomar, Henri Cosquer se quedaría asombrado con la evidencia que mostraba una de las imágenes. Eran las huellas de una mano de tres dedos y que aparecía pintada mediante la técnica primitiva del estarcido, esto es, utilizando la mano como plantilla sobre la pared. Decidido a descubrir los secretos que escondía aquella gruta, Henri Cosquer volvió de nuevo a sumergirse en las profundidades marinas.

Según los indicios, en en el Paleolítico Superior, la zona sumergida era una tierra de hierbas bajas y matorrales y la cueva se encontraba al fondo de un barranco. Siguiendo el recorrido de sus pinturas, todo indicaba que hubo dos etapas decorativas. Se calculó que la primera etapa se correspondía con el Gravetiense y las huellas de las manos serían expresiones de este tiempo mientras que la mayor parte de las representaciones de figuras de animales serían posteriores y se corresponderían con el periodo del Paleolítico Superior denominado Solutrense.


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Topografía europea durante la crisis salina del Messiniense, hace 6 millones de años. PAUBAHI (WIKIMEDIA COMMONS)


Con todo, lo que ahora nos interesa revelar es que, por entonces, en los tiempos en los que la cueva aún no estaba sumergida y era habitable, el nivel del mar Mediterráneo se mantenía a muchos metros por debajo de su nivel actual y la costa se adentraba kilómetros en las aguas, lo que nos lleva a asegurar que el Mediterráneo es un mar antiguo sujeto a múltiples variaciones.

El abastecimiento de agua fresca del Mediterráneo proviene del océano Atlántico y se realiza a través del Estrecho de Gibraltar que se comporta de una manera similar a la de un embudo, pongamos por caso, de tal manera que, cuando el embudo está taponado, el nivel del mar Mediterráneo baja. Los estudios sitúan el proceso de desecación durante el Mioceno tardío, cuando posiblemente el Estrecho de Gibraltar se cerró, cortando el aporte de agua atlántica. Sin la contribución de las aguas atlánticas, el Mediterráneo se fue vaciando. Finalmente, la presión del Atlántico abriría el dique de nuevo y de esta manera, el Mediterráneo se empezó a abastecer de las aguas frescas del oceáno. Con dicho aporte de agua se restauraría el nivel del mar.

El mismo derecho que la naturaleza ejerce sobre las aguas, hay veces que, a los humanos, se nos presenta como azar. Julio Cortázar, cuya intuición rozaba estas cosas, se empleó a fondo en contarlas manteniendo el misterio en cada párrafo, dejándose enredar por el hilo invisible que rodea todo objeto no sujeto a calculo alguno.

Por tales asuntos, un buen día de hace ya algunos años, el buzo Henri Cosquer se topó con una gruta abierta a su imaginación mientras hacía submarinismo. Aceptó la invitación de la naturaleza y tras recorrer el largo pasillo llegó a una gran cueva donde se puso a tomar fotos. Pero no sería hasta que pisó tierra firme, cuando al ir a revelar las fotografías, Henri Cosquer descubrió las pinturas que nuestros antepasados realizaron en aquellos tiempos en los que el agua fresca del Atlántico no había conquistado de nuevo las tierras mediterráneas.

 
A la caza de la bacteria que está matando a los olivos
Investigadores españoles detectan desde el aire una infección que amenaza a los cultivos mediterráneos antes de que sea visible

MIGUEL ÁNGEL CRIADO
25 JUN 2018


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Olivos defoliados tras una infección por 'X. fastidiosa', una bacteria para la que no hay antibiótico. JUAN A. NAVAS-CORTES


La Xylella fastidiosa es una bacteria tan temida que hay agricultores que, estando obligados a comunicarlo, ocultan que sus cultivos están infectados. Sin tratamiento conocido, daña hasta la muerte a vides, almendros, frutales... y hasta 350 especies de clima mediterráneo. Ahora, un grupo de investigadores, liderados por varios españoles, ha logrado detectar su infección en olivos enfermos con imágenes aéreas antes de que los síntomas sean visibles. Así, aunque no se pueda salvar a los infectados, sí se podría detener la epidemia.

La bacteria es endémica de América, donde fue identificada a finales del siglo XIX en viñedos de California. El único tratamiento es detectar la infección a tiempo, arrancar los árboles cercanos y mantener la zona en cuarentena. A Europa llegó en 2013, cuando la detectaron en la región de Apulia, en el sur de Italia. Al poco, se produjeron nuevos casos en Córcega y la Costa Azul francesa. En España se la localizó en olivos de Ibiza y Mallorca. Y en 2017 le tocó el turno a almendros en Alicante y, recientemente, unos pocos olivares en Madrid.

"Se trata de eventos distintos, pero muestran que esta bacteria es la más peligrosa para las especies vegetales de clima mediterráneo", dice el investigador del Instituto de Agricultura Sostenible, con sede en Córdoba, Juan Antonio Navas. En Apulia, en apenas cinco años, "ha dejado más de dos millones de olivos muertos y una cantidad mucho más grande de árboles afectados", añade el fitopatólogo del CSIC. La bacteria, que es transmitida de árbol a árbol por insectos chupadores, se ha extendido a otras zonas oleicas de Italia y solo la introducción de variedades de olivo más resistentes está permitiendo recurar algunos campos. "El problema es que se llegó tarde, cuando las autoridades dieron la alerta, ya había 8.000 hectáreas infectadas", completa Navas.

Los árboles infectados pueden permanecer asintómáticos durante más de un año mientras infectan a otros.


Para lograr una detección temprana de la infección, un grupo de científicos del instituto cordobés, del Centro Conjunto de Investigación (JRC, por sus siglas en inglés), dependiente de la Comisión Europea, y tres universidades europeas han diseñado un método que detecta los primeros síntomas aún antes de que sean visibles. Usando dos tipos de cámaras, una térmica y otra hiperespectral, a bordo de un avión fotografiaron una amplia extensión de Apulia, escaneando más de 200.000 olivos entre 2016 y 2017. Es como si hubieran estado tomando la temperatura a los enfermos.

"Desde que una planta se infecta por la bacteria Xylella fastidiosa hasta que presenta síntomas visuales pueden pasar entre 8 y 14 meses", comenta el investigador del JRC y coautor de esta investigación, Pablo Zarco. "Durante este tiempo la planta no muestra síntomas, pero su aparato fotosintético se ve afectado. Los cambios que se producen en determinados pigmentos (carotenos, antocianinas, xantofilas) así como en la emisión de fluorescencia clorofílica son detectables mediante estas cámaras antes de que se produzcan dichos síntomas visibles por el ojo humano", añade.

La X. fastidiosa, que debe su nombre a la imposibilidad de su cultivo en laboratorio, va taponando los xilemas de la planta (la red vascular que transporta agua y nutrientes) a medida que progresa la infección. Esto afecta a su capacidad para la evapotranspiración, lo que hace que aumente la temperatura, aumento que capta la cámara térmica. En paralelo, la degradación de los pigmentos conlleva una menor capacidad para la fotosíntesis, lo que cambia la absorción de la luz, cambios que registra la cámara hiperespectral. Después, una de red neuronal y algoritmos matemáticos interpretan tal estrés. "Podemos saber si las alteraciones fotografiadas son por falta de riego, por sequía o por la acción de un patógeno", explica Navas.

Para comprobar la validez de los algoritmos usados para leer las imágenes captadas, los autores del estudio analizaron sobre el terreno 7.000 olivos de una veintena de fincas de los que habían fotografiado desde el cielo. Tras inspecciones oculares, tomaron muestras de distintos árboles para ver, ya en el laboratorio, si estaban infectados. Los resultados, publicados en la revista Nature Plants, llegaron hasta un 80% de efectividad. Además, la mayor parte de los falsos positivos acabaron siendo confirmados: tras sucesivas visitas, el 61% de los árboles que el sistema catalogó como enfermos , pero los patólogos consideraron sanos tras su inspección visual acabaron por desarrollar la enfermedad meses más tarde. De haber contado con esta tecnología en Apulia igual sí habrían llegado a tiempo.


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Esta imagen compuesta tomada por una cámara hiperespectral muestra las copas de los árboles. En verde, las zonas enfermas por la bacteria. PABLO ZARCO/JRC


Además, al ir montado en un avión o drones, el sistema podría ver allí dónde algunos quieren. En ocasiones, los agricultores afectados ocultan la infección. Saben que, si se comprueba que es por X. fastidiosa, todos los árboles que estén a menos de 100 metros a la redonda de uno enfermo (en el caso del olivar) tienen que ser arrancados. Con que tenga unos cuantos desperdigados, puede costarle toda la finca. Pero con este ojo de halcón, estos comportamientos que pueden favorecer la extensión de la plaga podrían ser neutralizados y no solo para proteger a los olivos.

"No es exclusivo para su aplicación en olivo o para X.fastidiosa. Puede utilizarse para otras enfermedades o patógenos", comenta el fitopatólogo del CSIC. De hecho, ya lo han usado de forma experimental en la detección de la veticilosis en olivos, la principal enfermedad del olivar en Andalucía y la región mediterránea. Además, recuerda Zarco, del JRC, "estamos organizando vuelos en Alicante en zonas de almendros afectadas por la Xylella fastidiosa".

https://elpais.com/elpais/2018/06/25/ciencia/1529910226_926555.html
 
El mundo perdió 15,8 millones de hectáreas de bosque tropical en 2017: el doble del tamaño de Andalucía
El año pasado fue el segundo con peores datos registrados desde 2001 en desaparición de cubierta arbórea, según datos del Global Forest Watch presentados hoy en Oslo

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Así era en 2005 la selva virgen amazónica en el estado brasileño de Mato Gross, en Brasil, uno de los lugares con mayores tasas de deforestación del mundo. RICKEY ROGERS REUTERS


El mundo perdió en 2017 tantos árboles tropicales como podrían caber en un país como Bangladés o en una superficie que doble el tamaño de Andalucía. En total han desaparecido 15,8 millones de hectáreas o, lo que es lo mismo: es como si se hubieran perdido 40 campos de fútbol cada minuto durante los 12 meses. Estos datos convierten al 2017 en el segundo año con los peores datos registrados en la pérdida de superficie forestal desde 2001. El peor fue el anterior, 2016, con 29,7 millones de hectáreas desaparecidas. Estos son los últimos datos recabados por la Universidad de Maryland y publicados este miércoles por la organización Global Forest Watch en el marco del Tropical Forest Forum de Oslo, un evento bianual organizado por el Gobierno de Noruega durante los días 27 y 28 de junio al que Planeta Futuro ha sido invitado.

El objetivo de esta reunión en la capital noruega es analizar el papel que representan los bosques en el logro de los objetivos del Acuerdo de París para impedir la subida de la temperatura global más de 1,5 grados centígrados y así contener el cambio climático. En concreto, durante estas dos jornadas —en las que van a participar más de 500 expertos— se van a poner sobre la mesa las tareas que se han conseguido y, sobre todo, los objetivos que aún están pendientes desde que hace 10 años se incluyera la reducción de las emisiones causadas por la deforestación y la degradación forestal en las negociaciones sobre el cambio climático.

Además de proteger la biodiversidad y proporcionar medios de vida humanos, los bosques también desempeñan un papel fundamental en el almacenamiento del dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero. Los datos más recientes indican que las emisiones de la deforestación tropical representan alrededor del 11% de las emisiones anuales. Y de manera paralela, los bosques que aún permanecen intactos absorben hasta el 45% de todas ellas. Así, detener la deforestación y restaurar los bosques podría eliminar 7.000 millones de toneladas métricas de carbono cada año, que es el equivalente a neutralizar los efectos de 1.500 millones de automóviles, más que todos los que existen hoy en el mundo.

Restaurar los bosques podría eliminar el carbono equivalente al que producen 1,5 mil millones de automóviles

En este tiempo y con estos datos presentes se ha firmado el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. También se han desarrollado numerosas alianzas globales para proteger los bosques, como el programa de la ONU REDD+para incentivar a los países a reducir las emisiones de carbono que provienen de la pérdida de árboles, cuyo impacto se va a estudiar también en este foro internacional. Pero, pese a los compromisos asumidos tanto por Gobiernos como por empresas, la pérdida de cubierta arbórea y la deforestación han aumentado ininterrumpidamente en los últimos 17 años. Los desastres naturales como los incendios y las tormentas tropicales desempeñan un papel cada vez mayor, especialmente a medida que el cambio climático los hace más frecuentes y severos. "La tala de bosques para la agricultura y otros usos sigue impulsando la deforestación a gran escala", han advertido los autores del informe.

Proteger, restaurar y administrar árboles podría contribuir a evitar los peores impactos del cambio climático. Sin embargo, los bosques del mundo, especialmente los tropicales de América Latina, el sudeste de Asia y África Central están cada vez más amenazados por la producción en constante expansión de soja, ganado, aceite de palma y productos de madera.

El informe califica los datos presentados hoy de "nefastos" y "alarmantes". "Estamos fuera de tiempo", ha advertido Carlos Nobre, uno de los mayores expertos en clima del mundo, durante una rueda de prensa previa a la inauguración del Forum. "Existen signos preocupantes de que los trópicos no van a continuar comportándose como hasta ahora, recogiendo tanto carbono de la atmósfera. No está garantizado en el futuro, así que no podemos actuar despacio, necesitamos cambios inmediatos y no tenemos 30, ni 50 ni 100 años para hacerlo. Esto es urgente y obligatorio", ha demandado.

Aunque la conservación forestal podría proporcionar casi el 30% de la solución para limitar el aumento de la temperatura global a dos grados, solo el 2% de la financiación para asuntos relacionados con el clima se destina al sector forestal

Los autores de la investigación señalan estas cifras como la prueba de que los esfuerzos actuales para reducir la deforestación son insuficientes. "Aunque la conservación forestal podría proporcionar casi el 30% de la solución para limitar el aumento de la temperatura global a dos grados, solo el 2% de la financiación para asuntos relacionados con el clima se destina al sector forestal", ha denunciado la experta forestal del World Resources Institute Frances Seymour, al tiempo que ha pedido mayor implicación por parte de los Estados.


Colombia, caso dramático
Brasil, una mejora muy insuficiente
Indonesia, esperanzadora
República Democrática del Congo alcanza máximos


VIDEO: https://elpais.com/elpais/2018/06/26/planeta_futuro/1530040354_449192.html


El país que ha sufrido la pérdida más dramática en 2017 es Colombia: más de 400.000 hectáreas, un 46% más que en 2016 y más del doble de su tasa desde 2001. Casi la mitad de la desaparición de su cubierta forestal tuvo lugar en las regiones de Meta, Guaviare y Caquetá, las tres limítrofes con la Amazonia. Además, se han detectado nuevos focos de pérdidas que avanzan hacia áreas que hasta ahora permanecen intactas. El informe señala la relación de este empeoramiento con la llegada de la paz al país tras un conflicto que duró más de 50 años y, en concreto, con la expulsión de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de grandes superficies de bosques que controlaban anteriormente. "Las FARC mantuvieron un estricto control sobre el uso de la tierra y apenas permitieron el uso comercial de los recursos. Con la desmovilización, surgió un vacío de poder que condujo a la tala ilegal de pastos y coca por parte de otros grupos armados", indican los expertos, que añaden que la especulación de la tierra se está produciendo de manera "desenfrenada" porque parte de la población ocupa y deforesta nuevas áreas con la esperanza de obtener un título de propiedad de la tierra en virtud de la próxima ley de reforma rural, un componente clave del Acuerdo de Paz.

Además, los expertos creen que las rutas de las FARC que daban acceso a esas áreas forestales remotas ahora han quedado abandonadas y están siendo expandidas por algunos gobiernos regionales con la idea de promover el desarrollo.

No obstante, los autores del informe también señalan los esfuerzos del Gobierno colombiano para frenar la destrucción de los bosques. Destacan que la Corte Suprema ordenó recientemente que se controle la deforestación en el Amazonas y, además, que el Ejecutivo ha cancelado un importante proyecto vial que conecta a Venezuela y Ecuador, ha destruido varias carreteras ilegales, ha ampliado el Parque Nacional Chiribiquete en 1,5 millones de hectáreas y ha lanzado la iniciativa Green Belt para proteger y restaurar un corredor forestal de 9,2 millones de hectáreas.

La pérdida de cobertura de árboles en Brasil sigue siendo alta en todo el país y en 2016 alcanzó su máxima tasa de deforestación, pese a que en 2017 se produjo una ligera mejoría. Los incendios en la Amazonia, que sufrió el año pasado más que desde que se empezaron a realizar registros en 1999, causaron la desaparición del 31% de la cobertura arbórea, según los datos de la Universidad de Maryland, que los ha localizado principalmente en los estados de Amazonas, Mato Grosso, Pará, Rondônia y Roraima.

Si bien el sur de la Amazonia sufrió una sequía en 2017, casi todos los incendios en la región fueron perpetrados por personas con intención de despejar la tierra para destinarla al pastoreo o a la agricultura. La falta de aplicación de las normas que prohíben los incendios y la deforestación, la incertidumbre política y económica y el retroceso en la protección ambiental por parte de la administración actual son las razones que los investigadores achacan a este aumento. Estos, además, han mostrado su preocupación porque la degradación y los incendios en la Amazonia "se están convirtiendo en la norma". "El cambio climático combinado con la deforestación causada por los humanos está aumentando la prevalencia de la sequía, haciendo que el paisaje sea más vulnerable a los incendios", alertan.

A diferencia de la mayoría de los países con bosques tropicales en su territorio, Indonesia ha experimentado una caída en la pérdida de la cubierta arbórea en 2017, con una disminución del 60% en la pérdida de sus bosques primarios en las provincias de Kalimantan y Papúa. No hay que perder de vista, no obstante, que en algunas provincias de Sumatra aún han registrado importantes pérdidas, como las 7.500 hectáreas desaparecidas del Parque Nacional Kerinci Sebat.

Para los investigadores es probable que la disminución se deba en parte a la moratoria nacional de drenaje de turba, vigente desde 2016. La pérdida primaria de bosque en áreas de turba protegidas disminuyó en un 88% entre 2016 y 2017, alcanzando el nivel más bajo jamás registrado. Además, el país no sufrió en 2017 el fenómeno El Niño, por lo que las condiciones fueron más húmedas y eso ayudó a que hubiera menos incendios que en años anteriores. "Las campañas educativas y el aumento en la aplicación de las leyes forestales por parte de la policía local también han ayudado a prevenir la destrucción de tierras mediante incendios", apuntan los expertos, cuyo optimismo es moderado. "Solo el tiempo y otro año de El Niño revelarán si estás políticas son realmente efectivas", observan.

La pérdida de la cobertura arbórea en la República Democrática del Congo alcanzó máximos en 2017, con un 6% más que en el año anterior. La agricultura, la tala artesanal y la producción de carbón fueron las principales actividades causantes, y cerca del 70% de estas se llevaron a cabo en áreas agrícolas. Si bien los investigadores aclaran que la agricultura migratoria no tiene por qué estar necesariamente relacionada con la expansión de esta actividad hacia el bosque primario, sí es cierto que las poblaciones en crecimiento pueden intensificar las prácticas agrícolas, reduciendo así los períodos de barbecho donde los árboles vuelven a crecer naturalmente. El análisis también mostró que el 3% de la pérdida total de cobertura arbórea ocurrió en áreas protegidas y el 10% en concesiones de explotación maderera.

El informe alerta de que, aunque durante los últimos 16 años, la República Democrática del Congo ha suspendido las nuevas concesiones industriales de tala, el Gobierno las restableció a dos compañías en 2018. Pero hay más: la moratoria se aplicó solo a la tala industrial, pero la tala artesanal, a menudo ilegal, también se ha disparado. "Dadas las crecientes tendencias observadas en 2016 y 2017, es fundamental que la República Democrática del Congo avance con la mejora de la planificación del uso de la tierra, aplique la legislación forestal y mejores prácticas de gestión", recomiendan los expertos.



 
El viejo sector del plástico se resiste a morir
A pesar de los esfuerzos en reciclaje y los materiales menos contaminantes, industrias como las del envasado generan demasiado producto como para frenar el daño ambiental


Madrid 7 JUL 2018 -
Vivimos en tierra de nadie. La vieja economía del plástico no termina de morir y la nueva no termina de nacer. En este cruce de caminos a veces se siente perdido y otras encontrado un material que se ha convertido en el principal problema —junto al cambio climático— medioambiental del mundo. Sus efectos dañinos en la naturaleza sobreviven cientos de años, un tic-tac incesante que ceba una bomba de tiempo que la humanidad aún no sabe desactivar. Porque esta sustancia es el caballo de batalla de la economía moderna.

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Sus registros son los de un purasangre. En 2020 se espera que mueva en el planeta 654.380 millones de dólares (560.000 millones de euros). Este número —defendido por la consultora Grand View Research— llega del tirón de los mercados emergentes, la construcción, el sector del automóvil y, sobre todo, del universo del envasado. Solo esta rama alcanzará unos 269.000 millones(230.200 millones de euros) en 2025. Todo a su alrededor es un negocio brillante. El mercado de los bioplásticos ya camina hacia los 21.126 millones de dólares y sumará 68.500 millones durante 2024. Y dos años antes, el universo del reciclado manejará 50.360 millones (43.100 millones de euros).

Esas son las estimaciones de una industria que lleva más de 50 años de crecimiento. Décadas de luces y pobladas sombras; girones en el mar. Standard & Poor’s calculó en 2014 que los estragos que provoca el plástico en el litoral marino alcanzan los 13.000 millones de dólares (11.000 millones de euros) anuales. El impacto es directo sobre el turismo, la biodiversidad y las pesquerías. Pero si alzamos la mirada y contemplamos a toda la mar, los expertos estiman en 139.000 millones (118.600 millones de euros) el peaje de esta contaminación en el planeta. Una cifra que semeja una pena en observación.

Al año se filtran en el océano ocho millones de toneladas de plástico, el equivalente a verter un camión de basura cada minuto. Si no hacemos nada, este ritmo aumentará a dos por minuto en 2030 y a cuatro durante 2050. Los mares ya acumulan unos 150 millones de toneladas de este desecho y en 2025 albergarán una tonelada por cada tres de pescado. Habitamos un planeta adherido a este material; caminamos por la Tierra del plástico. Desde los años cincuenta se han producido más de 8.000 millones de toneladas. El paleontólogo Jan Zalasiewicz calcula que es “suficiente para envolver la Tierra en un film transparente”. Otros expertos estiman que se podrían levantar cuatro Everest artificiales. Pocas industrias tienen la triste habilidad de proponer imágenes tan desoladoras.



Durante años, el sector y las Administraciones han convencido al ciudadano de que el problema de los envases de plástico se podría mejorar a través del reciclaje. Si llevaba, por ejemplo, bolsas reutilizables al supermercado estaba cumpliendo con su parte, si bebía de botellas retornables o si separaba en casa la basura entre los diferentes contenedores ayudaba al mundo, marcaba las diferencias. Pero solo reciclar no liberará al hombre del desastre. No liberará al mar de esos millones de toneladas de brillante basura. Según un trabajo de la consultora Zero Waste Europe, aplicando la tecnología de reciclaje más avanzada disponible, solo se podría tratar el 53% del mix actual de plástico. A día de hoy se recupera únicamente un 9%. La basura tampoco lo pone fácil. “Reciclar es un desafío porque muchos productos combinan plástico con metales, metales con plásticos o plástico revestido con papel, y son muy difíciles de separar”, apunta Edward Tenner, historiador en la Universidad de Princeton. “Y luego hay desconocimiento. “¿Quién sabe, por ejemplo, que las tapas de los yogures solo se pueden reciclar de una manera muy limitada?”. Más de 40 años después del lanzamiento del primer símbolo universal de reciclaje únicamente el 14% de los envases de plástico vuelve a la vida. Una tasa que viaja a años luz del papel (58%), el hierro (70%) o el acero (90%). ¿Entonces?

Cualquier solución pasa por el compromiso de quienes han contribuido a crear el problema. Multinacionales como Unilever, Starbucks, Nestlé o Coca Cola, que aún siguen produciendo botellas de plástico, cápsulas de café o tapas desechables, deben sentir su responsabilidad. Cada minuto —según la consultora Euromonitor Internacional— se compran un millón de botellas de plástico en el mundo, unas 20.000 por segundo. No existe un sistema de reciclaje que soporte semejante tensión. “El 95% de todos los envases de plástico se utiliza solo una vez, lo que significa que se pierden entre 80.000 y 120.000 millones de dólares”, valora Charlie Thomas, director de estrategia de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la gestora británica Jupiter AM. “Esto supone también una clara oportunidad [económica], pero solo si se adoptan las políticas correctas por parte de los países y las ciudades”.

Sin embargo, ese dinero está aún muy lejos de poder entrar en el circuito de la economía circular. Es solo econometría. “La mejor manera de resolver la contaminación producida por el plástico sería producir y usar menos”, reconoce Roland Geyer, profesor de Ecología Industrial de la Universidad de California en Santa Bárbara. “Porque una mejor gestión de los residuos y el reciclaje no lo conseguirá. Pero la pregunta es: ¿está la sociedad dispuesta a usar menos plástico para reducir la polución? ¿Valoramos los océanos limpios por encima del consumismo? Me encantaría pensar que sí”.

Sin embargo, entender al hombre es un misterio. Desde hace mucho es conocedor de los estragos del plástico y poco le han importado. Durante los últimos cincuenta años, la producción de este material ha pasado de 15 millones de toneladas en 1964 a 322 millones durante 2015 y se espera duplicar esa cifra en dos décadas. ¿Castigaremos aún más a la Naturaleza?

Las compañías de bebidas fabrican al año más de 500.000 millones de botellas de un solo uso. Muchas terminarán siendo consumidas en escasos minutos a través de una de las 500 millones de pajitas de plástico que produce todos los días Estados Unidos. Es como recurrir a lo superfluo para solucionar lo inútil. “Las empresas tienen que pensar con atención, en primer lugar, qué llevan al mercado y eliminar envases de plástico conflictivos e innecesarios, por eso resulta prioritario que sean reutilizables”, advierte Sander Defruyt, responsable de la iniciativa Nueva Economía del Plástico de la Fundación Ellen MacArthur. “El resto de envases deben ser reutilizables, reciclables y compostables y hay que establecer las medidas adecuadas para asegurarse de que estos procesos se llevan a la práctica”.

Sometidos a estas dinámicas resulta muy difícil poner fin al desperdicio del plástico. Aunque siempre hay declaraciones de alto el fuego. La organización Wrarp, uno de los impulsores de la economía circular en el Reino Unido, y la Fundación Ellen MacArthur, han embarcado a fabricantes como Unilever, Procter & Gamble o Coca Cola para tratar de paliar el desastre a través del llamado “acuerdo del plástico”. “Ya hay 70 organizaciones comprometidas dentro de todo el ecosistema de esta sustancia”, avanza Sander Defruyt. “Trabajarán con el fin de crear una economía circular para este material que aporte beneficios a largo plazo a la sociedad, el medio ambiente y los negocios”.

De repente, el mundo parece urgido por el problema y por el riesgo que corre esa voluntad de minutos en sucesión que llamamos vivir. Más de 40 países han introducido, por ejemplo, medidas para limitar o prohibir el uso de bolsas de plástico. Marruecos, Islandia, Vancouver y algunas ciudades de Estados Unidos prohíben esas bolsas, las tapas o las omnipresentes pajitas. Incluso la Reina Isabel II y la Iglesia de Inglaterra han respaldado esta cruzada, que no se entendería sin una presión regulatoria cada vez mayor en el Viejo Continente. “La Comisión Europea publicó en enero su “Estrategia del plástico” que exige que todos los envases de este material sean reciclables o reutilizables en 2030”, recuerdan en la gestora Robeco. De hecho, los Estados miembros estarán obligados a recoger el 90% de las botellas de bebidas de un solo uso desde hoy hasta 2025 mediante, por ejemplo, sistemas de consigna. Y quedará prohibido en bastoncillos de algodón, cubiertos, platos, pajitas y agitadores de bebidas. Únicamente se podrán fabricar con materiales sostenibles. El cerco se estrecha también sobre los productores, porque “tendrán que contribuir a cubrir los costes de la gestión y la limpieza de los residuos”, señala José María Mollinedo, secretario general de los Técnicos de Hacienda (Gestha). Estas —y otras— medidas deberían ahorrar a los consumidores europeos 6.500 millones de euros.

Lejos del dinero, la sociedad pide compromiso. Sobre todo a las grandes corporaciones. McDonald’s conoce el riesgo que asume si no cambia su estrategia. La cadena de comida rápida se ha comprometido a eliminar, para finales del año próximo, las pajitas de plástico de sus 1.361 restaurantes de Gran Bretaña. No es un brindis al sol: utilizan 1,8 millones diarias. “Es estupendo que la empresa se tome este asunto en serio, pero hay otras cosas que puede hacer”, enfatiza Fiona Nicholls, experta en océanos de Greenpeace. “Están lanzando al mercado una enorme cantidad de desechos plásticos. La gente debería ser capaz de disfrutar de un McFlurry, o lo que sea, sin pensar: ‘Acabo de producir algo de contaminación”.

Hay que ponerse en la piel del planeta y de millones de personas que se sienten anegadas por estos mares de plástico. “Ikea tiene el objetivo de que toda esta sustancia —incluido el embalaje— esté basada en materiales renovables, reciclables o reciclados para 2030”, apunta un portavoz del fabricante sueco de muebles. ¿Puede el mundo aguardar tanto? Pues la vieja economía del plástico no muere. Al contrario. Late con la intensidad de las causas ganadas, y la industria química lo celebra.

La American Chemistry Council (ACC, por sus siglas en inglés) sostiene que desde 2010 se han destinado 186.000 millones de dólares a 318 nuevos proyectos en Estados Unidos. Casi la mitad de ellos está en construcción o han sido completados. El resto anda en fase de planificación. “Puedo resumir [el auge de las instalaciones de plásticos] en dos palabras”, afirmaba Kevin Swift, economista jefe de ACC, en The Guardian. “Shale gas”. La técnica del fracking y el gas de esquisto han abaratado en América la extracción de gas natural, una de las principales materias primas para fabricar plástico barato. Un negocio al que las grandes petroleras y gasistas no quieren poner fin.

Críticas ambientalistas
Una industria bajo sospecha. “Durante décadas han promovido una mayor producción y consumo de plástico desechable a pesar de la creciente evidencia de que sus productos se acumulaban en el medio ambiente y seguirían haciéndolo”, critica Carroll Muffett, presidenta de la ONG Center for International Environmental Law (CIEL). Y añade: “La industria de los combustibles fósiles ha obstaculizado medidas de sentido común destinadas a reducir los deshechos plásticos. Así que si me pregunta si el “gran petróleo” ha contribuido a la crisis del plástico, la respuesta es: sin ninguna duda”.

Esas críticas hienden el aire y señalan a compañías como ExxonMobil Chemical, Shell Chemical y ACC, la organización que las cobija. “Las inversiones anunciadas en Estados Unidos se relacionan sobre todo con la fabricación de productos químicos y de ellas, aproximadamente, el 20% con la elaboración de resinas [plásticas]”, se defiende por correo electrónico Steve Russell, vicepresidente de plásticos de la ACC, quien busca otros culpables y otras geografías. “El crecimiento previsto para la demanda de plástico está relacionado, en buena medida, con el desarrollo en las economías emergentes y el aumento de personas con acceso a alimentos frescos, productos de cuidado personal, conectividad, transporte y empleo”.

Trasladar el problema a otros meridianos no esconde que el movimiento de la industria química va a contrapelo de la lógica del mundo. Mientras Taiwán anuncia la prohibición de microperlas (habituales en los cosméticos) y China cierra sus fronteras a la importación de desechos (por la imposibilidad técnica de reciclarlos), los productores solo escuchan sus propios himnos. Más plástico para un planeta que se asfixia con él.

Sin embargo, pese a esta noche oscura que se vence sobre las tierras, los mares y la vida, todavía existe esperanza. La Fundación Ellen MacArthur cree que la mitad de los envases de plástico podrían ser reciclados si tuvieran un mejor diseño y el 20% puede salvarse a través de sistemas de reutilización más eficientes. Hay, eso sí, un 30% que urge reimaginarlo si no quiere terminar en el vertedero. Pero justo cuando la resignación se quedaba a vivir, la tecnología y la juventud han acudido al rescate. Infinidad de emprendedores están diseñando respuestas.

Por ejemplo, nuevos materiales, bioplásticos, celulosas, enzimas que comen PET e incluso gusanos que devoran esta sustancia. En el departamento de Ingeniería Biológica de la Universidad de Pensilvania han desarrollado un plástico comestible basado en polisacáridos que puede funcionar al igual que un recubrimiento de cartón. “Costará menos que el plástico y será completamente sostenible y compostable. Ya estamos trabajando en su comercialización”, anuncia Jeffrey Catchmark, profesor en el departamento. Todo sirve, sobre todo a quienes danzan con el tiempo.

Miranda Wang tiene 24 años y es la cofundadora de BioCellection, una start-up californiana que ha desarrollado un proceso químico que permite descomponer el plástico contaminado —antes era imposible de reciclar— en compuestos químicos útiles para la industria y los consumidores. “Ahora estamos escalando el proceso y diseñando unas máquinas que en 2020 podrán desplegarse en áreas polucionadas de todo el mundo”, prevé la emprendedora. En aguas abiertas, donde el mar no encuentra las orillas, el inventor holandés de 23 años, Boyan Slat, fundador de The Ocean Cleanup, diseña unas barreras flotantes marinas en forma de “V” capaces de atrapar miles de partículas de plástico. Tierra adentro, en Israel, la empresa Tipa ha creado un embalaje compostable que se descompone totalmente en 180 días. Este bioplástico “tiene las mismas características ópticas y mecánicas que un plástico convencional”, relata un portavoz de la compañía.

Todas las ideas son bienvenidas, porque todas hacen falta. España, jurídicamente, camina bajo el eco de la Unión Europea y poco ha hecho por sí misma. Sólo Andalucía ha propuesto una medida que respira la lógica de los tiempos: un impuesto para las bolsas de plástico de un solo uso. Los establecimientos andaluces cobran desde 2011 cinco céntimos de euros por cada una de estas bolsas que den a sus clientes. El año pasado se recaudó a través de esta vía 270.670 euros, que representan 5,4 millones de unidades. Ni es mucho dinero ni son muchas bolsas. “Pero un impuesto medioambiental no trata de recaudar sino de cambiar el comportamiento de las personas y las empresas”, recuerda José María Mollinedo. O sea, concienciar. Sin embargo, este infinitivo es tan raro como el almizcle. Por eso, los Técnicos de Hacienda proponen tres tasas para evitar que el plástico sea la nueva piel del hombre. Su idea es gravar el coste de la recogida, transporte y tratamiento de los residuos, también a aquellas empresas que lo utilizan en su cadena productiva y, pensando en los “ciudadanos menos comprometidos”, consignar un impuesto sobre el consumo de plástico.

Algo hay que cambiar porque la tecnología actual no es suficiente. La planta de España que más cantidad de materiales reciclables recupera a partir de la basura de los hogares sin diferenciar (lo que se llama fracción orgánico-resto) es la de Alhendin (Granada). Su índice es del 13% sobre las sustancias reciclables procedentes del contenedor gris, que representan un tercio de la bolsa de basura doméstica. Estos datos, de David Canales, profesor del Instituto Superior del Medio Ambiente (ISM), revelan que hacen falta nuevas estrategias. Porque este es el paisaje y la batalla. Reciclar no basta, la tecnología aún no llega, los ciudadanos siguen sin concienciarse y la industria aumenta la producción de esta sustancia cebada por un gas natural barato. Mientras, la Tierra, acorralada, vive al filo de convertirse en un planeta de plástico. Y en el horizonte se cierne una tormenta perfecta.

https://elpais.com/economia/2018/07/06/actualidad/1530889094_699565.html
 
SOLUCIONES Y DEBATES CLIMÁTICOS
Cómo hacer frente al calor: cinco cosas que conviene saber
Las ciudades se convierten en hornos y el cambio climático no hace sino empeorar el asunto cada año. Qué podemos hacer para frenar sus efectos

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El cambio climático ya está aquí. (iStock)

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10/07/2018
A pesar de que este mes de julio y, sobre todo, el pasado mes de junio, han sido mucho menos calurosos de los de los últimos años, las primeras olas de calor se aproximan. En casi todos los países del planeta, además, julio es el mes más caluroso sin necesidad de que se dé ningún fenómeno climático particular. En 'The Conversation', la especialista en temas de energía y medioambiente Jennifer Weeks, da varias pistas de cómo lidiar con ello y paliar los efectos del aumento de las temperaturas en las grandes ciudades.

1. El aire acondicionado: solución y problema
Como consecuencia del crecimiento económico y de las condiciones de vida de muchas partes del mundo, hay millones de aires acondicionados. Eso es bueno desde el punto de vista de que hay menos personas expuestas a temperaturas insanas. Y, en ocasiones, es un gran aliado para no derretirse en plena canícula. Por ejemplo, el economista Lucas Davis, de la universidad de Berkeley, California, predice que cerca del 100% de los mexicanos tendrá un aparato en las próximas décadas. En España, según algunos estudios realizados por el propio sector, hay aire acondicionado en cerca del 70% de los hogares.

La paradoja es que el uso del aire acondicionado puede ser perjudicial para el problema del calentamiento global del planeta


El crecimiento exponencial de estos artilugios conlleva, a su vez, un aumento de las emisiones de dióxido de carbono, además de los gases refrigerantes. Paradójicamente, el uso del aire acondiconado puede ser perjudicial para el problema del calentamiento global del planeta. Para evitar estas consecuencias colaterales, los aparatos deben volverse más eficientes energéticamente.

2. Las islas de calor
Los urbanitas son los principales afectados por las olas de calor. El asfalto y las fachadas de los edificios conservan el calor del día y lo extienden por la noche. En estas islas de calor que se forman en los núcleos urbanos, los más desfavorecidos son los principales afectados, porque no se pueden refugiar en el interior de las casas. El antropólogo de la universidad de Connecticut Merril Singer concluyó en un estudio que los ciudadanos con pocos ingresos eran los más perjudicados por las olas de calor por la sencilla razón de que no tienen donde refugiarse.

3. Centros con aire acondicionado portátil
Los puntos ambulantes con aires acondicionados (poco frecuentes en España) pueden servir para hacer frente a una emergencia de calor, pero las ciudades necesitan alguna idea mejor. El profesor Nick Rajkovich, de la Universidad de Búfalo, ha hecho varios estudios en la ciudad de Cleveland de cómo afrontar las olas de calor. Su propuesta es plantar más árboles y más arbustos, que dan sombra y enfrían el aire.

Una idea es la de cubrir los tejados de los edificios con plantas, lo que hará que se enfríen a través de absorber el agua


También crear edificios que no reflejen y potencien el efecto del sol. Para Rajkovich sería básico que las instituciones y las organizaciones hablasen para concretar un plan. "Entre todos los profesionales y las administraciones se puede hacer un buen plan de choque", es su conclusión.

4. Soluciones en los tejados
Una buena manera de hacer que los edificios no se recalienten y climatizarlos mejor es pintar los tejados de blanco, de tal manera que repelan el calor porque no absorben la luz. También cubrirlos con plantas, lo que hará que se enfríen a através de absorber el agua. Pero las dos ideas requieren de una minuciosa planificación. El profesor Ashish Sharma de la Universidad de Notre Dame ha estudiado cómo los tejados con plantas reducen los efectos de las islas de calor en Chicago. Pero también halló que estas técnicas reducían las corrientes de aire provinientes del lago y alteraban la circulación del viento, cambiando las condiciones en las que vivían los vecinos.

5. Aterrizando por el calor
Los efectos del calor extremo afectan a las estructuras físicas tanto como a las personas que están dentro de ellas. En 2017 las olas de calor obligaron a que se cancelasen cientos de vuelos. La explicación es que a los aviones les afecta la densidad del aire. Ultimamente se está generando un debate de si se deberían contruir los aeroplanos pensando en un mundo futuro en el que el calentamiento global haya cambiado mucho las condiciones.

https://www.elconfidencial.com/alma...0/calor-verano-ola-de-calor-consejos_1590011/
 
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REFORESTANDO LAS CIUDADES PARA COMBATIR EL CAMBIO CLIMÁTICO
Natalia Lázaro Prevost

Esta es la historia de Shubhendu Sharma, un ingeniero industrial de la India, que en 2011 empezó enseñando a la gente cómo hacer bosques en sus casas. Ahora está reforestando ciudades de todo el mundo.


Todo empezó en 2009 cuando Shubhendu Sharma conoció por primera vez al botánico japonés Akira Miyawaki, experto en la restauración de bosques naturales en tierras degradadas. El científico visitó la fábrica de Toyota donde Sharma trabajaba. Quería hacer un pequeño bosque en las instalaciones con un método que él mismo había diseñado. Sharma no había visto nada igual antes. Quedó tan impresionado que, en poco tiempo, ya había creado su propio bosque en el patio trasero de casa. La calidad del aire mejoró. Entonces decidió perfeccionar el método Miyawaki y emprendió su propio proyecto llamado Afforestt

En la actualidad, ya han plantado más de 400.000 árboles en 38 ciudades de países como Holanda, Francia, Irán, India, Paquistán, Singapur, Estados Unidos o Nicaragua, entre otros. En parques, empresas, aparcamientos, hoteles e incluso en un zoológico. España está entre sus próximos objetivos. De hecho, llegó a visitar el Matadero de Madrid para hacer crecer su primer bosque en nuestro país. “El primer bosque en un país es siempre el más importante”, asegura para El Confidencial. Su propuesta es prometedora: “Usando solo materiales locales en un espacio equivalente a seis plazas de parking y por el precio de un iPhone es posible crear un pequeño bosque salvaje de 300 árboles”.

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Shubhendu Sharma en un bosque de siete meses en Chennai


Los bosques naturales suelen tener tierra fértil, con nutrientes y humedad para crecer. “Si queremos utilizar la tierra estéril de la ciudad –sugiere Sharma- primero tendremos que ir al bosque natural para tomar una muestra de la tierra e identificar qué tipo de microorganismos y propiedades contiene. Así podremos mejorar su capacidad de perforación, conseguir que esté más blanda y fortalecer las raíces”. El método Miyawaki empieza por la identificación de la vegetación local. “Es muy importante elaborar un listado de especies autóctonas que existan en los bosques naturales de alrededor”, subraya el fundador de Afforestt.

“En Australia se plantan árboles procedentes de India y en India originarios de China. Todo el mundo quiere lo que no tiene. Eligen las plantaciones con criterios ornamentales perdiendo el rastro de la vegetación local”, lamenta. Además, la experiencia le permite afirmar que en la mayoría de las ciudades, las plantaciones no se proyectan con criterios de sostenibilidad. “En el Retiro, por ejemplo, apenas hay más de dos variedades de árboles y mucho espacio perdido.

Con el método Miyawaki plantamos entre 50 y 100 especies de alturas diferentes en un mismo bosque. En consecuencia, el oxígeno y la absorción de la contaminación son 30 veces mayores que en un monocultivo. Los bosques atraen nubes cargadas de lluvia y, al mismo tiempo, la humedad que emiten favorece la creación de nubes”.

En una década, estos bosques equivalen a un ecosistema salvaje que tenga 100 años


Obtener las especies autóctonas es precisamente el mayor desafío que afrontan: ”No suelen existir bancos de semillas y perdemos mucho tiempo que podríamos ahorrar. En India estamos elaborando un banco de semillas propio. Nuestro propósito es conseguir que cada país haga el suyo, por eso necesitamos un enfoque científico sobre la reforestación”. La metodología de Afforestt está disponible en open source en cuatro idiomas, incluido en español.

Elegidas las semillas y preparado el suelo con la mezcla de biomasa local, llega el momento de clasificar las especies en cuatro capas según su altura. “Plantamos variedades pequeñas y grandes una al lado de la otra para que crezcan juntas. Haciendo esto estamos creando un bosque con distintos niveles que, al subir, será completamente verde y denso en todos sus estratos”. Shubhendu Sharma avala que las raíces de las especies plantadas de esta forma se desarrollan hasta diez veces más rápido que las de un bosque tradicional. Los árboles crecen al menos un metro cada año y, en una década, estos bosques equivalen a un ecosistema salvaje que tenga 100 años.


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Los bosques de Sharma generan una importante biodiversidad


“Si los mismos árboles se hubiesen plantado por separado nunca hubiesen crecido tan rápido”, celebra el emprendedor. Con este método, los bosques siguen vivos sin la intervención humana. Lo importante es que “nunca podamos ni cortamos los árboles. Las raíces de unos árboles y otros se entremezclan, se ayudan mutuamente y crecen como si fuesen un solo organismo”. En dos años, se vuelven tan densos que bloquean los rayos del sol impidiendo que penetren hasta el suelo manteniéndolo siempre fresco. Además, las hojas secas que van cayendo se convierten en fertilizante natural para la tierra. No necesitan fertilizantes químicos porque se mantienen de forma autosuficiente favoreciendo la biodiversidad local.

“Para mantener la humedad de la tierra, la superficie se cubre con una gruesa capa de césped. Así, cuando hace calor el agua no se evapora y cuando hace frío solo se hielan las hierbas dejando intactas las semillas”, explica. Naturaleza salvaje donde antes había asfalto. ¿Cómo es posible controlar su expansión? Sharma lo resume así: “Nosotros introducimos la mezcla de biomasa local para que el suelo empiece a respirar de nuevo pero las semillas solo pueden crecer donde hay tierra. Si cae una fuera del perímetro cultivado no podrá germinar”.

Los beneficios de la reforestación son tantos como valiosos. “La gente que vive en las ciudades no se siente conectada con la naturaleza, se ha roto esa relación. Las ciudades se calientan tanto que nunca llueve y hace demasiado calor. También surgen problemas de salud como la depresión o enfermedades respiratorias. Esta no es una buena forma de vivir. Nuestra metodología permite ahorrar millones de euros porque los bosques se mantienen solos usando y aprovechar espacios perdidos para generar un impacto positivo sobre el microclima”, destaca Sharma.

Usando solo materiales locales en un espacio equivalente a seis plazas de parking y por el precio de un iPhone es posible crear un pequeño bosque salvaje de 300 árboles


Sobre su contribución al cambio climático, anima a abordar el tema desde una perspectiva local: “Todo el mundo habla del cambio climático a escala global. Sin embargo, creo que si no somos capaces de solucionar el calentamiento local nunca vamos a poder pensar en términos globales. Convirtamos las tierras en bosques. Los espacios públicos, las empresas y nuestras casas en zonas verdes. Estamos gastando tantos fertilizantes, agua, recursos humanos y dinero en tierras estériles sin ninguna utilidad. En solo tres años podemos generar un gran impacto. Reducir los gases de efecto invernadero y el calentamiento de las ciudades”.

Los bosques plantados con Afforestt alrededor del mundo han desencadenado una recuperación de la calidad de vida y el medio ambiente de manera natural. Llueve más, hace menos calor, el aire es mejor... En palabras de Akira Miyawaki, el bosque es un lugar tan lleno de árboles que apenas puedes caminar por su interior. No importa cómo de grande o pequeño sea porque puede crecer hasta en el patio de una casa. Desde que Sharma se acercó a él, difunde su mensaje y aspira a que el resto lo hagamos también: “Acercándonos a nuestros bosques abandonados, con este nuevo pensamiento podemos mejorar el planeta y nuestras vidas”.

https://brands.elconfidencial.com/s...ico-bosques-urbanos-shubhendu-sharma_1590485/
 
Foto: Un enorme iceberg avanza a la deriva cerca de un pueblo de Groenlandia
El glaciar Helheim se desprendió el miércoles de la parte este de la isla y en pocas horas se ha movido frente a un pequeño pueblo que podría desaparecer en caso de fractura o hundimiento del mismo
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El iceberg amenaza a una pequeña localidad.


POR:REDACCIÓN13 JULIO 2018
Apenas el pasado miércoles, un grupo de científicos logró captar en video el momento exacto en el que un gran iceberg se separó del este de Groenlandia, creyendo que este fenómeno se derivó del inminente aumento global del nivel del mar.

Según los investigadores, este glacial, denominado glaciar Helheim, tiene tan grandes dimensiones que abarcaría desde el bajo Manhattan hasta el centro de la ciudad de Nueva York.

En el video se ve claramente como el nivel del mar va subiendo conforme la gran masa de hielo se va incorporando al océano.



Prácticamente 48 horas después de haber capturado dicho fenómeno, este iceberg, que de alto es como una colina, se ha desplazado rápidamente por las aguas y ahora amenaza a una pequeña localidad llamada Innaarsuit, asentada en la costa occidental de Groenlandia.



Los científicos temen que este sitio pueda quedar bajo el agua en caso de que parte del glaciar se fracturara o se deshiciera, pues ambos fenómenos provocarían un tsunami.

Varios habitantes ya han sido evacuados a zonas más altas para así evitar una tragedia.


https://eldiariony.com/2018/07/13/f...-la-deriva-cerca-de-un-pueblo-de-groenlandia/
 
EL PADRE DEL BIOLED TIENE NUEVO OBJETIVO
Este español tiene una idea para que ahorres en tu factura de la luz: ventanas 'orgánicas'
Rubén Costa Riquelme es un investigador valenciano que acaba de lanzar un proyecto para fabricar la primera ventana solar creada con materiales orgánicos

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El químico español Rubén Costa Riquelme

GUILLERMO CID
19/07/2018


Con un vistazo rápido al currículum de Rubén Costa Riquelme uno se da cuenta de que se trata de alguien que controla bastante bien sus áreas de trabajo. Este químico valenciano, doctorado en el Instituto de Ciencia Molecular (Universidad de Valencia), ya ha ganado en su corta carrera profesional (solo tiene 35 años) premios de instituciones que van desde la Real Sociedad Española de Química al prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) estadounidense, y desde 2013 coordina su propio grupo de investigación. Es el padre del BioLED, que algunos llegaron a denominar como las bombillas del futuro, y ahora va a por su siguiente objetivo: crear unas 'ventanas orgánicas' que revolucionen la industria de la energía fotovoltaica.

Costa y su equipo acaban de recibir una de las becas Leonardo que otorga la Fundación BBVA para poder hacer realidad su último proyecto, el cual han denominado: "Estabilización de Proteínas para Concentradores Solares Luminiscentes”. Vale, tiene un nombre algo abstracto, pero tras este enunciado se esconde la idea de un equipo que buscará, en un periodo de 18 meses, desarrollar la primera ventana solar fabricada con materiales orgánicos, basándose para ello en unas proteínas fluorescentes que absorben la luz solar y la convierten en electricidad. Es decir, de conseguirlo (algo que Costa no pone en duda), serán los padres de la primera 'ventana (placa) solar' que no necesite de componentes tóxicos como el cadmio u otro tipo de tierras rarasextremadamente caras y poco ecológicas para funcionar.

"La idea nace del propio BioLED que presentamos en 2015. Con él, conseguimos, gracias a una serie de polímeros, atrapar y estabilizar las proteínas fluorescentes que encontramos en medusas y bacterias como el E. coli para crear LEDs como los tradicionales pero mucho más baratos y sostenibles que los anteriores. Tras esto, una rama de nuestro grupo de investigación pensó en dar una vuelta al invento y usar esas mismas proteínas, combinadas con otros polímeros, para fabricar ventanas solares. Y así llegamos hasta aquí", explica Costa en conversación con Teknautas.

El científico y otras 5 investigadoras de su grupo se pusieron manos a la obra y en 2019 esperan tener construida la primera de sus ventanas solares, que en principio medirá 20 centímetros de alto por 20 de ancho. "Desde el inicio buscamos cambiar los sistemas de iluminación aprovechando los recursos que da la naturaleza y creemos que este puede ser un gran avance".



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El equipo de Costa que está desarrollando el proyecto. (Imagen cedida)


El sistema ideado por los científicos se basa en una ventana normal y corriente llena de pequeñas proteínas que, combinadas con diferentes polímeros, consiguen retener los energía proveniente del Sol y la pasan a una serie de células solares colocadas en los marcos del cristal. Estas la procesan y la convierten en electricidad que luego puedes verter a la red o, como recuerda Costa, llevarla a un conector USB para cargar cualquier batería. "Hay que pensar, por ejemplo, en un rascacielos. Estos edificios tienen grandes ventanales, pero solo un tejado. Si conseguimos cambiar todos esos cristales por placas solares podemos generar mucha más energía que si ahora solo cubrimos el tejado de placas", ejemplifica el investigador.

Dos grandes problemas
Su equipo, ubicado en el Instituto IMDEA Materiales de Madrid, trabaja ya para crear estos ventanales y conseguir solventar las grandes barreras que aún preocupan a Costa y obstaculizan el proyecto. "Creo que en 18 meses tendremos un prototipo sin problemas, pero aún quedan algunos puntos que tratar. La transparencia que podamos conseguir para las ventanas y la estabilidad a la que tengamos la posibilidad de llegar son los que más nos preocupan", confiesa Costa.

Ambas dificultades nacen de estar investigando con unos materiales muy poco utilizados. Solo tres centros trabajan con proteínas lumínicas y en un sector como el fotovoltaico, el equipo español es el primero en hacerlo. De ahí nace, por ejemplo, la duda de Costa sobre cómo de transparente pueden llegar a ser sus cristales.

"Trabajamos con polímeros que no son del todo transparentes y aún tenemos que ver cómo vamos a aglutinar muchos evitando generar una opacidad excesiva. Es cierto que de no conseguirlo podemos crear cristales coloreados que en grandes instalaciones como la Terminal T4 del Aeropuerto de Barajas también se colocan y pueden convertirse en generadores de electricidad para la estructura, pero nuestra idea es que el invento llegue a todo el mundo", comenta Costa.



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Parte del cristal que está fabricando el equipo de Rubén Costa (Imagen cedida)


En cuanto al segundo problema, no se podrá tratar realmente hasta que se fabrique el cristal. Y es que al ser materiales orgánicos tan poco manipulados hasta el momento no saben exactamente cómo reaccionarán estas proteínas ante la luz de ciudades como Madrid. "Tenemos que ver si la estabilidad se mantiene, además de comprobar el rendimiento que ofrecen en la absorción de la luz", culmina Costa.

De conseguir que todo marche según lo planeado, el proyecto puede ser de gran ayuda para la industria y los propios consumidores finales. Sus materiales orgánicos harán que sea mucho más barato producir estas placas e incluso, según Costa, pueden dar más rendimiento que las ventanas solares creadas hasta ahora con componentes raros mucho más caros y tóxicos. "El límite teórico que ofrecen las placas transparentes actuales se sitúa en un 7,5% de aprovechamiento de la célula solar de silicio. Contando que el máximo que se podría conseguir es un 13%, el 7,5 es un buen porcentaje, pero nosotros creemos que lo podemos superar con nuestro invento".

https://www.elconfidencial.com/tecn...anas-solares-proteinas-fluorescentes_1594397/
 
Ámsterdam crea el primer calzado hecho con chicles de la calle
La iniciativa se complementa con otra que se dedica a eliminar estos desechos en diferentes áreas metropolitanas. En Holanda se recogen cada año más de un millón y medio de kilos


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SUSANA MOLINA
Rotterdam 22 JUL 2018



Si va caminando por una ciudad mientras disfruta de un chicle, probablemente se habrá encontrado con el momento en el que no le queda más remedio que buscar un pañuelo de papel o un tiquet viejo para envolverlo con el fin de que no acabe en el suelo. Los chicles son peores incluso que las colillas, ya que son 10 veces más difíciles y caros de eliminar. Las ciudades se han puesto las pilas contra este correoso problema y las urbes holandesas son un ejemplo de ello.

Jolande Penninks es una ciudadana holandesa que ha fundado Gumbudy, una organización que ha empezado a instalar tableros en distintos puntos de Ámsterdam, Róterdam y otras ciudades holandesas con la representación de un mapa del mundo para que la gente pegue el chicle en ellos. Su objetivo es limpiar las calles y por ello los ha colocado en lugares concurridos como centros comerciales o estaciones de trenes y autobuses.





Junto con otros cuatro entusiastas profesionales jubilados, creó esta iniciativa utilizando sus conocimientos especializados y su creatividad para mantener las calles limpias de chicles y, lo que es más importante, resolver un problema perjudicial para el medio ambiente. Gumbudy se ha asociado con las autoridades municipales para recoger los chicles usados de los ciudadanos y sensibilizar en la calle y en las escuelas sobre el impacto ambiental que tiene tirar estas chucherías al suelo.

El proyecto dio un paso más cuando los municipios del área metropolitana de Ámsterdam, lanzaron Gumshoe, el primer calzado del mundo hecho a base de chicles recogidos de las calles de la ciudad por Gumbudy. Los zapatos llevan un mapa de Ámsterdam en la suela. Con esta iniciativa, no solo combaten el problema ambiental de la basura de goma, sino que mejoran la limpieza de las calles al tiempo que aumentan su atractivo.

Los chicles se han convertido en uno de los problemas más correosos cuando se trata de limpiar la ciudad, peor incluso que las colillas, ya que son 10 veces más difíciles y caros de eliminar


El propósito es concienciar con una innovación sorprendente en forma de unas deportivas especiales de la ciudad. "Nuestro compromiso diario es brindar a la gente buenas condiciones de vida, trabajo y ocio en la capital de Holanda", explica Mustafa Tanriverdi, del Área Metropolitana de Ámsterdam.

Cada año, alrededor de 1,5 millones de kilos de chicle acaban en las calles de Holanda. Limpiarlos cuesta millones de euros a los Ayuntamientos del país. Un chicle tarda entre 20 y 25 años en biodegradarse. "Nuestra ciudad tiene mucho que ofrecer, especialmente cuando las calles están limpias. Los chicles de las calles molestan, pero hay quien sigue tirándolos al suelo. Ha llegado el momento de cambiar. Añadir más normas y restricciones para reducir el problema no concuerda con nuestros objetivos".

Marijn Bosman, miembro del consistorio, subraya: "Ámsterdam es una ciudad de la que podemos enorgullecernos y que queremos mantener limpia. El Ayuntamiento no puede hacerlo solo. Por eso acogemos con gusto las iniciativas creativas como esta para que tengamos una ciudad limpia y acogedora".

Más ciudades, más proyectos

En Berlín, el Ayuntamiento ha cubierto parte del suelo de Alexanderplatz, la plaza del Ayuntamiento de la ciudad, con una especie de capa antiadherente para que los chicles se puedan retirar con facilidad. Ciudad de México ha invertido en unos costosos cañones de vapor a 90 grados llamados Terminators. Se tarda tres días, trabajando en turnos de tres horas, en completar la limpieza de los más de 9.000 metros cuadrados de una de las principales avenidas de la ciudad. Al acabar, los operarios habrán retirado un total de 11.000 piezas de chicle. Otras ciudades, como Singapur, imponen elevadas multas.


En Berlín, el Ayuntamiento ha cubierto el suelo de Alexanderplatz con una especie de capa de teflón para que los chicles se puedan retirar con facilidad

Anna Bullus fue la primera en instalar en Londres en 2009 unos recipientes de un llamativo color rosa diseñados especialmente para tirar los chicles gastados con el fin de hacer frente al problema mundial de los restos de goma.

Los chicles se componen de ingredientes que hacen extremadamente difícil que se rompan, entre ellos la goma sintética, que se emplea también para fabricar neumáticos para los coches y los revestimientos para suelos. El chicle es demasiado dañino para el medio ambiente como para permitir que acabe en la basura sin reciclarlo.


https://elpais.com/elpais/2018/07/18/seres_urbanos/1531913987_047392.html?por=mosaico
 
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