La vela les encanta porque lo aprendieron desde niños.
El príncipe Felipe y unos compañeros sobre un barco. / GTRES
CLAUDIA VILA Domingo, 27 noviembre 2022, 09:58
El rey Felipe y las infantas Elena y Cristina se pasaban los veranos de su tierna infancia sobre un velero. Se podría hacer un álbum solo de imágenes de cómo crecía el heredero sobre un barco, desde que medía medio metro con su flequillo dorado hasta su madurez.
Durante las vacaciones en Mallorca, la familia real siempre ha aprendido en un lugar predilecto, la Escuela de Vela de Calanova (inaugurada por los reyes en 1975). Como explica Marcos Torío en su libro Veranos en Mallorca, la tradición dicta una preparación que tiene que dar sus frutos en las regatas Breitling y la Copa del Rey, que ya ha cumplido 40 ediciones.
Es el deporte borbónico por excelencia. Y su mayor impulsor ha sido Juan Carlos I, quien ganó hasta cinco Copas junto a su amigo José Cusí. Gracias a esta aficción, hemos conocido más de cerca al esposo de Sofía de Grecia y a sus hijos.
Enrique Puig, patrocinador de la Copa del Rey de Mallorca, reconoció en una entrevista de 2001 para El Mundo que el rey Juan Carlos se enfada cuando pierde, «como todos». Además, apuntó que veía al príncipe Felipe, de 33 años, como «una persona muy madura y sólida».
La mujer de Juan Carlos tiene un control minucioso sobre lo que puede hacer o no su hijo pequeño. Por ejemplo, le impide comer antes de las horas pertinentes. Felipe, un niño travieso, se las arregla para romper las reglas y engatusar a los escoltas. Al final, en lugar de vigilarle, son ellos los que le compran refrescos y bolsas de patatas fritas.
El príncipe Felipe, de niño, subido a un barco de vela.
La Casa Real insiste en que el heredero sea uno más, una tarea complicada y poco natural cuando cualquiera ve al niño nadando con su guardaespaldas. Felipe tampoco quiere ser tratado como un príncipe. Como describe el escritor de Veranos en Mallorca, un compañero se queja de la diferencia de trato. Le acusa de ganar porque tiene reservado el mejor de los barcos.
Felipe, irritado por la acusación, le reta. Le propone cambiar el velero y lo desafía a una competición. Con ese gesto le demuestra que no hay trampa ni cartón, sus victorias se las gana con su propio esfuerzo.
Con Vicky, la infanta comienza a dar clases adaptadas para niños con dificultades en el puerto Olímpico de Barcelona. Además, entre 1987 y 1988 participa en los Campeonatos de España de clases olímpicas de vela, celebrados en Cádiz para clasificarse para los Juegos Olímpicos de Seúl 1988. Su sacrificio por el deporte le otorga el honor de ser la primera mujer en recoger la Copa del Rey como patrona del velero Azur de Puig.
A Elena le ocurre exactamente lo contrario. El periodista Marcos Torío culpa a «su mal perder y poca paciencia», características que la alejan de las aguas y le acercan a otros deportes que se adapten más a su personalidad, como la hípica.
El centro de Calanova se convierte en el lugar seguro y apacible para las familias de la aristocracia. Asisten también la infanta Pilar con sus hijos, la reina Sofía y sus sobrinos, como Pablo de Grecia. De aquella época, el primo de Felipe recuerda «los mejores años de su vida», como cuenta a la revista Vanity Fair. «Yo empezaba a aprender español. Un día el rey me preguntó qué tal y contesté: 'Pues, macho, muy bien», bromea.
Su amistad con el príncipe ha quedado intacta desde entonces. Siempre que ha podido lo ha alabado en público. «Desde que Felipe se convirtió en rey no ha tenido ni un solo día tranquilo. Se pasa la vida apagando fuegos que no ha generado él», afirmó.
Pero el mejor amigo del heredero en el campamento náutico es Kyril de Bulgaria, el hijo del rey Simeón II y Margarita Gómez-Acebo (el príncipe que se casó y divorció de Rosario Nadal). Juntos, hacen lo propio de la edad; se escapan por las noches al varadero, juegan en la piscina y forman un equipo contra los adultos.
La historia de amor entre la vela y la corona española acaba aquí, porque las hijas de Felipe y la reina Letizia no han compartido esos sentimientos. A pesar de disfrutar de sus veranos en Mallorca desde que nacieron, las jóvenes no parecen disfrutar de este deporte.
El motivo de ese distanciamiento de la vela, según cuenta la revista Lecturas, es la madre de las menores. La reina Letizia, una vez más, lucha para que las princesas estén muy poco expuestas a los focos, a los medios y las revistas.
Los secretos del príncipe Felipe y las infantas en la escuela de vela: pocas normas, privilegios, enemigos y amistades (como Kyril de Bulgaria)
La infancia de Felipe VI y las infantas Cristina y Elena ha estado marcada por un deporte, la vela. En la escuela de Calanova han aprendido a competir, a hacer amigos y travesuras.
El príncipe Felipe y unos compañeros sobre un barco. / GTRES
CLAUDIA VILA Domingo, 27 noviembre 2022, 09:58
El rey Felipe y las infantas Elena y Cristina se pasaban los veranos de su tierna infancia sobre un velero. Se podría hacer un álbum solo de imágenes de cómo crecía el heredero sobre un barco, desde que medía medio metro con su flequillo dorado hasta su madurez.
Durante las vacaciones en Mallorca, la familia real siempre ha aprendido en un lugar predilecto, la Escuela de Vela de Calanova (inaugurada por los reyes en 1975). Como explica Marcos Torío en su libro Veranos en Mallorca, la tradición dicta una preparación que tiene que dar sus frutos en las regatas Breitling y la Copa del Rey, que ya ha cumplido 40 ediciones.
Es el deporte borbónico por excelencia. Y su mayor impulsor ha sido Juan Carlos I, quien ganó hasta cinco Copas junto a su amigo José Cusí. Gracias a esta aficción, hemos conocido más de cerca al esposo de Sofía de Grecia y a sus hijos.
Enrique Puig, patrocinador de la Copa del Rey de Mallorca, reconoció en una entrevista de 2001 para El Mundo que el rey Juan Carlos se enfada cuando pierde, «como todos». Además, apuntó que veía al príncipe Felipe, de 33 años, como «una persona muy madura y sólida».
Cómo eran las clases de vela del príncipe Felipe
Otro de los culpables de la pasión por la vela fue el profesor Manuel Nadal Uhler, un marino de guerra que cambió la armada por la pasión náutica, según el periodista Marcos Torío. Aquellos días, el instructor se adentra en las dinámicas familiares y se convierte en el intermediario para que la reina Sofía deje a sus hijos bailar en la discoteca Clan.La mujer de Juan Carlos tiene un control minucioso sobre lo que puede hacer o no su hijo pequeño. Por ejemplo, le impide comer antes de las horas pertinentes. Felipe, un niño travieso, se las arregla para romper las reglas y engatusar a los escoltas. Al final, en lugar de vigilarle, son ellos los que le compran refrescos y bolsas de patatas fritas.
El príncipe Felipe, de niño, subido a un barco de vela.
La Casa Real insiste en que el heredero sea uno más, una tarea complicada y poco natural cuando cualquiera ve al niño nadando con su guardaespaldas. Felipe tampoco quiere ser tratado como un príncipe. Como describe el escritor de Veranos en Mallorca, un compañero se queja de la diferencia de trato. Le acusa de ganar porque tiene reservado el mejor de los barcos.
Felipe, irritado por la acusación, le reta. Le propone cambiar el velero y lo desafía a una competición. Con ese gesto le demuestra que no hay trampa ni cartón, sus victorias se las gana con su propio esfuerzo.
Cómo se les da a las infantas Elena y Cristina la vela
La infanta Cristina sigue los pasos de su padre y de su hermano. Se convierte en amante del deporte y escala con mucha dedicación. Mientras, entabla una fuerte relación con Vicky Fumadó, su profesora, y la culpable de que acabe por mudarse a Cataluña.Con Vicky, la infanta comienza a dar clases adaptadas para niños con dificultades en el puerto Olímpico de Barcelona. Además, entre 1987 y 1988 participa en los Campeonatos de España de clases olímpicas de vela, celebrados en Cádiz para clasificarse para los Juegos Olímpicos de Seúl 1988. Su sacrificio por el deporte le otorga el honor de ser la primera mujer en recoger la Copa del Rey como patrona del velero Azur de Puig.
A Elena le ocurre exactamente lo contrario. El periodista Marcos Torío culpa a «su mal perder y poca paciencia», características que la alejan de las aguas y le acercan a otros deportes que se adapten más a su personalidad, como la hípica.
Quiénes eran los compañeros de vela del príncipe Felipe
Felipe descubre los secretos del mar gracias a compañeros, como el deportista y empresario inmobiliario Jorge Forteza. Conocido por ser amigo de los ex duques de Palma Iñaki Urdangarín y la infanta Cristina, contempla cómo el heredero cambia de etapa y de barco: el Optimist, el 420 y el Aifos (Sofía escrito al revés, en honor a su madre).El centro de Calanova se convierte en el lugar seguro y apacible para las familias de la aristocracia. Asisten también la infanta Pilar con sus hijos, la reina Sofía y sus sobrinos, como Pablo de Grecia. De aquella época, el primo de Felipe recuerda «los mejores años de su vida», como cuenta a la revista Vanity Fair. «Yo empezaba a aprender español. Un día el rey me preguntó qué tal y contesté: 'Pues, macho, muy bien», bromea.
Su amistad con el príncipe ha quedado intacta desde entonces. Siempre que ha podido lo ha alabado en público. «Desde que Felipe se convirtió en rey no ha tenido ni un solo día tranquilo. Se pasa la vida apagando fuegos que no ha generado él», afirmó.
Pero el mejor amigo del heredero en el campamento náutico es Kyril de Bulgaria, el hijo del rey Simeón II y Margarita Gómez-Acebo (el príncipe que se casó y divorció de Rosario Nadal). Juntos, hacen lo propio de la edad; se escapan por las noches al varadero, juegan en la piscina y forman un equipo contra los adultos.
La historia de amor entre la vela y la corona española acaba aquí, porque las hijas de Felipe y la reina Letizia no han compartido esos sentimientos. A pesar de disfrutar de sus veranos en Mallorca desde que nacieron, las jóvenes no parecen disfrutar de este deporte.
El motivo de ese distanciamiento de la vela, según cuenta la revista Lecturas, es la madre de las menores. La reina Letizia, una vez más, lucha para que las princesas estén muy poco expuestas a los focos, a los medios y las revistas.