Los huesos olvidados del Valle de los Caídos

El prior del Valle de los Caídos fue candidato de Falange a las generales de 1993 y las europeas de 1994


Santiago Cantera Montenegro ocupó puestos de cola unos años antes de ingresar en la Abadía benedictina, sin resultar elegido

En 1993, tenía 21 años, y terminaba sus estudios de Historia en el CEU, donde se vinculó al entorno neofalangista

"Era un falangista no franquista", asegura uno de sus docentes, quien destaca que el religioso se siente abandonado por la jerarquía en su negativa a exhumar los restos de Franco

Jesús Bastante
24/07/2018 - 10:50h
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El prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera / web de la Abadía

El cardenal Osoro y tres abades presionan al prior del Valle de los Caídos para que permita exhumar a Franco
Santiago Cantera Montenegro. El actual prior del Valle de los Caídos fue candidato de Falange Española Independiente (una de las siglas vinculadas al movimiento fundado por José Antonio Primo de Rivera) en las elecciones generales de 1993 y las europeas de 1994, según ha adelantado Infolibre.



En ambas ocasiones, Cantera ocupó puestos de cola, sin resultar elegido. En 1993, Cantera tenía 21 años, y terminaba sus estudios de Historia en el CEU, donde se vinculó al entorno neofalangista. Uno de sus profesores de aquella época lo define como "un falangista no franquista", que era conocido entre los colegiales como "uno de los azules". Al parecer, su vinculación con la Falange venía por su hermano mayor.

Pocos meses después de las europeas de 1994, Cantera culminó sus estudios de Historia Medieval, y en 2002 ingresaba en el Valle de los Caídos. "Era un hombre muy inteligente, que si finalmente no hubiera optado por la vida religiosa hoy seguramente sería catedrático", destaca su antiguo profesor, quien sostiene que "a los 20 años se forma el carácter" para explicar que el pensamiento político del actual prior de Cuelgamuros se forjó durante aquellos años.

A los treinta años, y tras haber pensado en casarse sin éxito, Santiago Cantera quiso entrar en la vida religiosa. Al principio eligió la Trapa, un monasterio contemplativo donde no podría continuar con sus investigaciones históricas. "Le convencimos para optar por el Valle", relata su ex profesor.

Desde 2014, Santiago Cantera es el máximo responsable del Valle, y como tal se ha negado a cualquier intento de exhumar los restos del dictador y de su admirado José Antonio. Ya ocurrió en el caso de los hermanos Lapeña, pero en esa ocasión la jerarquía eclesiástica fue inflexible, y el cardenal Blázquez le obligó a obedecer las resoluciones judiciales.

En este sentido, su antiguo profesor, con quien mantiene todavía el contacto, subraya que en los últimos meses se ha sentido "muy solo", con la sensación de "no contar con los apoyos que antes daba por sentados" en relación a Franco. Hay que recordar que cuando, en 2011, la comisión de estudio de la Memoria Histórica recomendó el traslado de los restos del dictador, el entonces cardenal de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco, se negó en redondo. Algo que, como informó eldiario.es, no se da en la jerarquía eclesiástica actual, que presiona al prior para que dé su brazo a torcer y permita el cumplimiento de la ley.

https://www.eldiario.es/sociedad/Va...go_Cantera-Memoria_historica_0_796170501.html
 
hay que dejar a los muertos descansar en paz, incluido Franco, lo que vosotros llamais reconciliación en realidad es pisotear a media España que gano la guerra e impidió que la otra media implantase su dictadura comunista
¿No será que la media España que pisoteó a la otra media siente que no le gusta levantar la pierna? ¿que la igualdad les supone una humillación? ¿que prefieren seguir teniendo la sensación mental de estar por encima?
 
hay que dejar a los muertos descansar en paz, incluido Franco, lo que vosotros llamais reconciliación en realidad es pisotear a media España que gano la guerra e impidió que la otra media implantase su dictadura comunista

Estoy de acuerdo, pero no sin antes sacarlos de las cunetas.

Las cunetas de la vergüenza
Juan José Torres Núñez (InfoLibre)
Publicada el 18/07/2017 a las 06:00 Actualizada el 17/07/2017 a las 19:51

En la Guerra Civil española tenemos que denunciar la barbarie en ambos bandos, pero los republicanos no empezaron la guerra. Fueron los generales traidores los que llenaron de fosas comunes las cunetas y los cementerios de España. Pablo Neruda consideró responsables de las lágrimas de España a los militares facciosos cuando dijo: “Malditos los que un día / no miraron, malditos ciegos malditos, / los que no adelantaron a la solemne patria / el pan sino las lágrimas…”.

Los vencedores, sin embargo, entendieron el glorioso alzamiento nacional como el día en que un grupo de héroes, capitaneados por Franco, nos salvó de la revolución bolchevique que se estaba gestando en España. Pero Franco dejó cautivo y desarmado al Ejército rojo cuando se lanzó con una escuadra de jefes y oficiales del Ejército contra unas hordas fanatizadas y llenas de rencor. Para él España estaba amenazada por los principios rojo-comunistas. Para los vencedores Franco vino a restituir la patria y a traer a los españoles paz, pan y justicia.

Manuel Azaña, presidente de la República Española entre 1936 y 1939, pidió paz, piedad y perdón. Sabía que la República no tenía medios para frenar el desembarco de toneladas de material y miles de hombres en las costas de España: un país democrático invadido por potencias extranjeras. Pero Franco no perdonó porque no tenía ninguna piedad. Cuando Azaña pidió reconciliación, los vencedores siguieron matando como si la guerra no hubiera terminado. Franco y sus criminales siguieron con los ideales de la cruzada española. Él estaba más interesado en las represalias que en la paz. Por eso siguió con los fusilamientos masivos.

Cuando la guerra terminó, el Papa Pío XII envió a Franco y al noble pueblo español su apostólica bendición por haber alcanzado la paz. En el telegrama decía que levantaba su corazón al Señor y agradecía sinceramente con el generalísimo la deseada victoria de la católica España, haciendo votos por nuestro país para que emprendiera con nuevo rigor sus antiguas y cristianas tradiciones. El Papa no habló de perdón en ningún momento, ni tampoco de los muertos. Y Franco lo que hizo fue emprender con nuevo rigor las represalias contra todos aquellos que lucharon por salvar al Gobierno legítimo de la República, que para él representaba a los enemigos de la religión, de la patria y de la civilización cristiana. Franco contestó a su Santidad dándole las gracias por el telegrama con motivo de la victoria total. También le dio las gracias por los sentimientos de cariño hacia el pueblo español y por su apostólica bendición, pero tampoco habló de perdón, ni dijo nada sobre los fusilamientos y los pelotones de ejecución.

Hoy, cuando ya han pasado más de cuarenta años de la muerte de Franco, miles de esos represaliados siguen aún en las cunetas de la vergüenza. El año 1978 el pueblo español aprobó la Constitución. El artículo 10 habla de la dignidad de la persona y de nuestros derechos fundamentales, que “se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de los Derechos Humanos”. Sin embargo, como señaló Vicenç Navarro, cuando el magistrado Baltasar Garzón se atrevió a exigir al Estado que “encuentre a los desaparecidos durante la brutal represión de los golpistas sublevados contra las fuerzas democráticas”, entonces, tuvo que enfrentarse en el Tribunal Supremo a una querella por prevaricación, por abrir una causa contra los crímenes cometidos por el franquismo. Lo que le ocurrió a Garzón, hoy ex juez de la Audiencia Nacional, es bien conocido por todos. Como ha apuntado Vicenç Navarro, la situación actual “cubre de vergüenza a toda España”, porque su enjuiciamiento fue “un insulto a todos los demócratas”. La sentencia tuvo una repercusión mundial. The Guardian comentó que la Justicia politizada de España “es profesionalmente incompetente”.

Natalia Junquera informó en 2010 de que “España guarda aún 2.052 fosas del franquismo y quedan 1.821 por abrir”. María Garzón y Jaime Ruiz advierten en Actúa por los derechos de las víctimas de que “es urgente atender las exigencias, reconociendo su condición y sus derechos […], implementando identificaciones [para que se investiguen] las 2.350 fosas aún existentes”. También nos recuerdan que nuestro Gobierno no reconoce “el estatus de víctimas a quienes sufrieran los crímenes atroces de la dictadura de Franco”. Este Gobierno no puede hablar de Derechos Humanos y al mismo tiempo negar el derecho a los familiares de las víctimas a enterrar dignamente a sus seres queridos. El Partido Popular ha derogado de facto la Ley de la Memoria Histórica al no financiarla. Esto se entiende porque como ha manifestado Vicenç Navarro, “El PP nunca ha condenado explícitamente y por su nombre la dictadura totalitaria y su terror” (véase “La dictadura terrorista y totalitaria”). Vemos que el PP no se comporta como “las derechas civilizadas europeas [que] sí condenan los fascismos que subyugaron a sus países”, como afirma Teodulfo Lagunero en Enterrar a los asesinados por los fascistas.

Con la Ley de la Memoria Histórica (Ley 52/2007 de 26 de Diciembre), el Gobierno de Zapatero sentó las bases para que se reconocieran los derechos de todos los que “padecieron persecución o violencia” en nuestra Guerra Civil y en la dictadura franquista. Esta ley está impregnada de un espíritu de reconciliación y concordia. El Informe de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa –firmado en París el 17 de marzo de 2006- también denuncia “las graves violaciones de Derechos Humanos cometidos en España entre los años 1939 y 1975”, el año que murió Franco. El artículo 3 pide “la rehabilitación moral de quienes sufrieron tan injustas sanciones y condenas”. Los artículos 11 a 14 establecen medidas para “la legítima demanda de no pocos ciudadanos, que ignorando el paradero de sus familiares”, desean solicitar “las tareas de localización y en su lugar, identificación de los desaparecidos, como una última prueba de respeto hacia ellos”. Por desgracia, este Gobierno no ha implementado esta ley; tampoco lo han hecho los anteriores. El Partido Socialista perdió una gran oportunidad para actuar: tuvo mucho miedo y poco coraje. No entendió que la LMH se tenía que implementar para cerrar las heridas todavía abiertas en España. El artículo 2 dice claramente que las víctimas tienen el derecho “a la reparación moral” y a su “memoria personal y familiar”.

Quien parece que tampoco ha entendido la LMH es la Iglesia católica. Siempre ha estado dispuesta para abrir las fosas de sus mártires y para anunciar beatificaciones masivas, pero no ha querido hablar de los represaliados para no abrir heridas, olvidando que nunca van a cicatrizar si tantos miles siguen ignorados. Sabemos que la Iglesia es responsable de muchas de las atrocidades cometidas en nuestra guerra. Siguió las recomendaciones de la carta episcopal de apoyo al golpe militar y a Franco, redactada por el cardenal Isidro Gomá en 1937 (véase La Asociación de Memoria reclama que la Iglesia perdone y pida perdón, de Juan G. Bedoya). Hoy es mejor que la Iglesia diga en voz alta las palabras del obispo auxiliar de Toledo, Carmelo Morobia, cuando al ver una fosa en el pueblo toledano de Camuñas, pidió “que esto nos sirva para no repetir nunca las barbaridades que hicimos en la guerra”. También sabemos que “algunos curas confeccionaron listas de rojos para entregarlas a los asesinos” (véase La Iglesia también abre las fosas a sus muertos, de Natalia Junquera). Como ha expresado Julián Casanova en La Iglesia de Franco, la Iglesia siempre estuvo al servicio del dictador. Sin embargo, la Iglesia nunca se ha olvidado de “apropiarse de bienes sin aportar título alguno”. Por esta razón, Antonio Manuel Rodríguez Ramos, en El paraíso fiscal de la Iglesia, exige “que devuelva lo público y pague por lo que demuestre ser suyo”. Parece que estos privilegios no pueden seguir mucho tiempo. Una revisión de las relaciones entre Iglesia y Estado no puede esperar más.

Quien sí tuvo coraje a sus 88 años fue Ascensión Mendieta cuando se marchó a Argentina para buscar la justicia que España le denegaba. Hoy a sus 91 años ha podido, por fin, enterrar a su padre, Timoteo Mendieta, asesinado por los criminales franquistas y arrojado a una fosa común del cementerio de Guadalajara. Hay muchas más personas con coraje y organizaciones y plataformas como la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, la Asociación Pro Derechos Humanos de España, la Plataforma Actúa, la Plataforma por la Comisión de la Verdad, entre muchas otras, que merecen nuestro encomio y admiración por su lucha constante para que se reconozcan los derechos de las víctimas, que exige el Derecho Internacional: Verdad, Justicia, Reparación y Garantías para que el horror no se repita. Nosotros también tenemos que actuar.
 
¿No será que la media España que pisoteó a la otra media siente que no le gusta levantar la pierna? ¿que la igualdad les supone una humillación? ¿que prefieren seguir teniendo la sensación mental de estar por encima?
no, cuando se quiere reconciliación no se puede pisotear y humillar a nadie, ambos bandos se humillaron y pisotearon, uno gano la guerra y el otro no lo soporto y ahora quiere venganza y ganar la guerra ochenta años después y no se puede, por mucho que tergiversen, manipulen y quieran obviar las barbaridades que hicieron
 
Estoy de acuerdo, pero no sin antes sacarlos de las cunetas.

Las cunetas de la vergüenza
Juan José Torres Núñez (InfoLibre)
Publicada el 18/07/2017 a las 06:00 Actualizada el 17/07/2017 a las 19:51

En la Guerra Civil española tenemos que denunciar la barbarie en ambos bandos, pero los republicanos no empezaron la guerra. Fueron los generales traidores los que llenaron de fosas comunes las cunetas y los cementerios de España. Pablo Neruda consideró responsables de las lágrimas de España a los militares facciosos cuando dijo: “Malditos los que un día / no miraron, malditos ciegos malditos, / los que no adelantaron a la solemne patria / el pan sino las lágrimas…”.

Los vencedores, sin embargo, entendieron el glorioso alzamiento nacional como el día en que un grupo de héroes, capitaneados por Franco, nos salvó de la revolución bolchevique que se estaba gestando en España. Pero Franco dejó cautivo y desarmado al Ejército rojo cuando se lanzó con una escuadra de jefes y oficiales del Ejército contra unas hordas fanatizadas y llenas de rencor. Para él España estaba amenazada por los principios rojo-comunistas. Para los vencedores Franco vino a restituir la patria y a traer a los españoles paz, pan y justicia.

Manuel Azaña, presidente de la República Española entre 1936 y 1939, pidió paz, piedad y perdón. Sabía que la República no tenía medios para frenar el desembarco de toneladas de material y miles de hombres en las costas de España: un país democrático invadido por potencias extranjeras. Pero Franco no perdonó porque no tenía ninguna piedad. Cuando Azaña pidió reconciliación, los vencedores siguieron matando como si la guerra no hubiera terminado. Franco y sus criminales siguieron con los ideales de la cruzada española. Él estaba más interesado en las represalias que en la paz. Por eso siguió con los fusilamientos masivos.

Cuando la guerra terminó, el Papa Pío XII envió a Franco y al noble pueblo español su apostólica bendición por haber alcanzado la paz. En el telegrama decía que levantaba su corazón al Señor y agradecía sinceramente con el generalísimo la deseada victoria de la católica España, haciendo votos por nuestro país para que emprendiera con nuevo rigor sus antiguas y cristianas tradiciones. El Papa no habló de perdón en ningún momento, ni tampoco de los muertos. Y Franco lo que hizo fue emprender con nuevo rigor las represalias contra todos aquellos que lucharon por salvar al Gobierno legítimo de la República, que para él representaba a los enemigos de la religión, de la patria y de la civilización cristiana. Franco contestó a su Santidad dándole las gracias por el telegrama con motivo de la victoria total. También le dio las gracias por los sentimientos de cariño hacia el pueblo español y por su apostólica bendición, pero tampoco habló de perdón, ni dijo nada sobre los fusilamientos y los pelotones de ejecución.

Hoy, cuando ya han pasado más de cuarenta años de la muerte de Franco, miles de esos represaliados siguen aún en las cunetas de la vergüenza. El año 1978 el pueblo español aprobó la Constitución. El artículo 10 habla de la dignidad de la persona y de nuestros derechos fundamentales, que “se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de los Derechos Humanos”. Sin embargo, como señaló Vicenç Navarro, cuando el magistrado Baltasar Garzón se atrevió a exigir al Estado que “encuentre a los desaparecidos durante la brutal represión de los golpistas sublevados contra las fuerzas democráticas”, entonces, tuvo que enfrentarse en el Tribunal Supremo a una querella por prevaricación, por abrir una causa contra los crímenes cometidos por el franquismo. Lo que le ocurrió a Garzón, hoy ex juez de la Audiencia Nacional, es bien conocido por todos. Como ha apuntado Vicenç Navarro, la situación actual “cubre de vergüenza a toda España”, porque su enjuiciamiento fue “un insulto a todos los demócratas”. La sentencia tuvo una repercusión mundial. The Guardian comentó que la Justicia politizada de España “es profesionalmente incompetente”.

Natalia Junquera informó en 2010 de que “España guarda aún 2.052 fosas del franquismo y quedan 1.821 por abrir”. María Garzón y Jaime Ruiz advierten en Actúa por los derechos de las víctimas de que “es urgente atender las exigencias, reconociendo su condición y sus derechos […], implementando identificaciones [para que se investiguen] las 2.350 fosas aún existentes”. También nos recuerdan que nuestro Gobierno no reconoce “el estatus de víctimas a quienes sufrieran los crímenes atroces de la dictadura de Franco”. Este Gobierno no puede hablar de Derechos Humanos y al mismo tiempo negar el derecho a los familiares de las víctimas a enterrar dignamente a sus seres queridos. El Partido Popular ha derogado de facto la Ley de la Memoria Histórica al no financiarla. Esto se entiende porque como ha manifestado Vicenç Navarro, “El PP nunca ha condenado explícitamente y por su nombre la dictadura totalitaria y su terror” (véase “La dictadura terrorista y totalitaria”). Vemos que el PP no se comporta como “las derechas civilizadas europeas [que] sí condenan los fascismos que subyugaron a sus países”, como afirma Teodulfo Lagunero en Enterrar a los asesinados por los fascistas.

Con la Ley de la Memoria Histórica (Ley 52/2007 de 26 de Diciembre), el Gobierno de Zapatero sentó las bases para que se reconocieran los derechos de todos los que “padecieron persecución o violencia” en nuestra Guerra Civil y en la dictadura franquista. Esta ley está impregnada de un espíritu de reconciliación y concordia. El Informe de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa –firmado en París el 17 de marzo de 2006- también denuncia “las graves violaciones de Derechos Humanos cometidos en España entre los años 1939 y 1975”, el año que murió Franco. El artículo 3 pide “la rehabilitación moral de quienes sufrieron tan injustas sanciones y condenas”. Los artículos 11 a 14 establecen medidas para “la legítima demanda de no pocos ciudadanos, que ignorando el paradero de sus familiares”, desean solicitar “las tareas de localización y en su lugar, identificación de los desaparecidos, como una última prueba de respeto hacia ellos”. Por desgracia, este Gobierno no ha implementado esta ley; tampoco lo han hecho los anteriores. El Partido Socialista perdió una gran oportunidad para actuar: tuvo mucho miedo y poco coraje. No entendió que la LMH se tenía que implementar para cerrar las heridas todavía abiertas en España. El artículo 2 dice claramente que las víctimas tienen el derecho “a la reparación moral” y a su “memoria personal y familiar”.

Quien parece que tampoco ha entendido la LMH es la Iglesia católica. Siempre ha estado dispuesta para abrir las fosas de sus mártires y para anunciar beatificaciones masivas, pero no ha querido hablar de los represaliados para no abrir heridas, olvidando que nunca van a cicatrizar si tantos miles siguen ignorados. Sabemos que la Iglesia es responsable de muchas de las atrocidades cometidas en nuestra guerra. Siguió las recomendaciones de la carta episcopal de apoyo al golpe militar y a Franco, redactada por el cardenal Isidro Gomá en 1937 (véase La Asociación de Memoria reclama que la Iglesia perdone y pida perdón, de Juan G. Bedoya). Hoy es mejor que la Iglesia diga en voz alta las palabras del obispo auxiliar de Toledo, Carmelo Morobia, cuando al ver una fosa en el pueblo toledano de Camuñas, pidió “que esto nos sirva para no repetir nunca las barbaridades que hicimos en la guerra”. También sabemos que “algunos curas confeccionaron listas de rojos para entregarlas a los asesinos” (véase La Iglesia también abre las fosas a sus muertos, de Natalia Junquera). Como ha expresado Julián Casanova en La Iglesia de Franco, la Iglesia siempre estuvo al servicio del dictador. Sin embargo, la Iglesia nunca se ha olvidado de “apropiarse de bienes sin aportar título alguno”. Por esta razón, Antonio Manuel Rodríguez Ramos, en El paraíso fiscal de la Iglesia, exige “que devuelva lo público y pague por lo que demuestre ser suyo”. Parece que estos privilegios no pueden seguir mucho tiempo. Una revisión de las relaciones entre Iglesia y Estado no puede esperar más.

Quien sí tuvo coraje a sus 88 años fue Ascensión Mendieta cuando se marchó a Argentina para buscar la justicia que España le denegaba. Hoy a sus 91 años ha podido, por fin, enterrar a su padre, Timoteo Mendieta, asesinado por los criminales franquistas y arrojado a una fosa común del cementerio de Guadalajara. Hay muchas más personas con coraje y organizaciones y plataformas como la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, la Asociación Pro Derechos Humanos de España, la Plataforma Actúa, la Plataforma por la Comisión de la Verdad, entre muchas otras, que merecen nuestro encomio y admiración por su lucha constante para que se reconozcan los derechos de las víctimas, que exige el Derecho Internacional: Verdad, Justicia, Reparación y Garantías para que el horror no se repita. Nosotros también tenemos que actuar.
la guerra la empezaron los republicanos por las barbaridades que estaban haciendo, esta ley obvia a las victimas de un bando y es sectaria y totalitaria, ya esta bien
 
el daño y los atropellos que se están haciendo con esa sectaria ley


La cristiana que solo considera que hay que enterrar a los muertos como Dios manda si son muertos del bando nacional-franquista, si son muertos del lado republicano todos seran rojos-comunistas que no merecen ser enterrados como manda Dios. A quienes pretenden enterrar a los muertos republicanos hacen daños y atropellos con la ley SECTARIA de la Memoria Historia.
Eres de la Ley del embudo @helene .
 
La cristiana que solo considera que hay que enterrar a los muertos como Dios manda si son muertos del bando nacional-franquista, si son muertos del lado republicano todos seran rojos-comunistas que no merecen ser enterrados como manda Dios. A quienes pretenden enterrar a los muertos republicanos hacen daños y atropellos con la ley SECTARIA de la Memoria Historia.
Eres de la Ley del embudo @helene .
En tu opinión.
 
Aquí hay un interesantísimo hilo largo sobre las mentiras del Valle de los Caídos que conviene leer para hacerse una idea imparcial. Parece que fue el campechano Juan Carlos I el responsable de su entierro.

Este es el enlace:

Menciono las primeras entradas:
1) Las mentiras del Valle de los Caídos. HILO.

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Hadouken‏ @Jadouken10 6 jul.
MENTIRA 1: “El Valle de los Caídos es un mausoleo en memoria de Franco”. Esta es una de las mentiras que se sigue repitiendo a día de hoy. Por ejemplo @eldiarioes, uno de los máximos exponentes de los #FakeNews en nuestro país. https://www.eldiario.es/madrid/eurodiputados-Valle-Caidos-necesario-Europa_0_745776215.html …
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3) Pero no solo en España se ha propagado esta falsedad, pseudoperiodistas como David Jiménez también han contribuido a extender el bulo en otros medios internacionales como The New York Times. https://www.nytimes.com/es/2018/06/20/opinion-jimenez-franco-tumba-exhumar-valle-caidos/ …

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4) La realidad es que Franco JAMÁS dejó por escrito que quisiera ser enterrado en el Valle de los Caídos y los familiares ni siquiera tenían previsión alguna sobre el lugar del enterramiento. https://elpais.com/diario/2010/10/16/espana/1287180012_850215.html …

5) Quien tomó la decisión de llevar a Franco al Valle de los Caídos fue: Juan Carlos I de Borbón.

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6) MENTIRA 2: “Es impensable encontrar en el resto del mundo monumentos dedicados a un dictador”. Esta mentira la repiten SIN SONROJARSE y va ligada a la primera mentira. Repiten constantemente que ni en Alemania ni en Italia existe algo como esto. https://politica.elpais.com/politica/2018/06/19/actualidad/1529397533_593099.html …

11) MENTIRA 3: “Hay que convertir el Valle de los Caídos en un lugar de memoria de todas las víctimas de la Guerra Civil, no sólo de los muertos del bando franquista.” Otro BULO que repiten hasta la saciedad. El Valle YA ES un lugar de reconciliación. http://www.elmundo.es/espana/2018/06/27/5b337b48e2704ea9188b461a.html …

4) La realidad es que Franco JAMÁS dejó por escrito que quisiera ser enterrado en el Valle de los Caídos y los familiares ni siquiera tenían previsión alguna sobre el lugar del enterramiento. https://elpais.com/diario/2010/10/16/espana/1287180012_850215.html …
 
Última edición:
Sanchez engaña a la opinión pública con su desmemoria histórica. Al final, a hurtadillas, va a optar por la opción Queipo de Llano, moverlo dentro de la basílica, como van a mover a Queipo de Llano dentro de La Macarena. La exhumación proclamada a bombo y platillo no es más que cambiar de sitio el panteón dentro Del Valle de los Caídos, a otro punto más discreto de la basílica y cerrado al público. Ni exhumación ni po...en vinagre. Timador Pedrito


"Ésta sería una de las vías para la exhumación del dictador. Consiste en retirar el cuerpo de la tumba que ahora mismo se encuentra en el altar del panteón y habilitar un lugar discreto dentro de la basílica en el que reubicarlo. El sitio no estaría abierto al público para evitar que pueda ser escenario de homenajes franquistas. Esta opción mantendría el convenio firmado con la orden Benedictina, por el que la congregación se hace cargo de la custodia del cuerpo, aunque tendrían que contar con el visto bueno del prior de la basílica, Santiago Cantera, que en sus últimas declaraciones se ha mostrado poco proclive a la colaboración. El traslado, en cualquiera de los casos, se produciría en caso de que los Franco no reclamaran el cuerpo en el proceso para darle sepultura junto al resto de sus familiares."
 
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